Medio Oriente


Por Orson Mojica

No se puede comprender lo que pasa actualmente en Irak, sin estudiar la división del islamismo en dos corrientes, sunitas y chiitas, que invocando a Alá se enfrentan hasta la muerte. Sunitas y chiitas no son razas o etnias diferentes, sino corrientes de una misma religión, de la misma manera que el cristianismo está dividido entre católicos y protestantes.

Pero más que una división religiosa, lo que existe en Irak es un enfrentamiento entre sectores sociales que utilizan la religión para defender sus intereses materiales, especialmente el pleito por el reparto de la renta petrolera. Los sunitas, una minoría de la población, eran dominantes bajo el gobierno de Sadam Hussein. La intervención militar norteamericana le dio el poder al chiitas, quienes ahora persiguen y aniquilan a la minoría sunita. Los roles se invirtieron. Ahora los sunitas son la minoría oprimida y, por lo tanto, cuestionan de diferentes formas el resultado de la intervención imperialista.

Conflicto entre potencias islámicas

No puede entenderse el ya eterno conflicto bélico en Irak sin tomar en cuenta que tras bastidores existe un conflicto entre Irán, bastión de los chiitas, y Arabia Saudita, bastión de los sunitas. Este conflicto reviste formas de enfrentamiento religioso (chiitas versus sunitas) pero en realidad es una pugna por la hegemonía dentro de Medio Oriente.

Irán apoya a Hezbollah en Líbano, a la dictadura de Al Assad en Siria y, por supuesto, a su vecino Irak, cuyo gobierno es controlado por los chiitas. En cambio, Arabia Saudita y su aliado Qatar financian a los grupos de la resistencia iraquí, que en su mayoría son islamitas, incluido al EIIL.

El creciente poderío del EIIL

La organización Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) era hasta hace poco, una organización guerrillera islámica, sin mayor peso militar. No obstante, ha logrado confluir con la base social descontenta del antiguo partido Baaz, de Sadan Hussein, dando un salto espectacular a nivel militar, agrupando a 15,000 combatientes, una fuerza importante pero minoritaria en relación a la población de Irak. El EIIL rompió sus nexos con Al Qaeda, que plantea una Yihad universal, para desarrollar una Yihad local, concentrada en los territorios de Irak y Siria, contra la influencia chiita.

La toma de Mosul y Tirkit, importante ciudades del norte de Irak, por los yihadistas, y su rápido avance hacia Bagdad, han colocado a Irak nuevamente en el camino de la guerra civil y del enfrentamiento fratricida entre musulmanes.

Al Maliki gira temporalmente hacia las milicias chiitas

En realidad, detrás del sorpresivo avance militar del EIIL se oculta una vigorosa rebelión contra el gobierno cipayo de Al Maliki, que es un cuestionamiento a los resultados de la invasión imperialista. No todos los grupos chiitas aceptan la intervención imperialista.

Para fortalecer la construcción del nuevo ejército regular de Irak, diseñado y controlado por Estados Unidos, Al Maliki combatió y desarmó a una parte de las milicias chiitas, pero ante el avance del EIIL ha vuelto a apoyarse en estas, llamando a la movilización contra los “terroristas”.

Las milicias chiitas más importantes son Asaib Ahi al Ha, el Ejército del Mahdi, Badr, Kataeb Hezbolá y los Caballeros de la Esperanza del Consejo Supremo Islámico de Irak (CSII).

Al Maliki ha optado por resistir al máximo, amenazando incluso con la guerra civil, pero para mejor negociar la formación del nuevo gobierno. En este camino, contó inicialmente con el apoyo del gran líder espiritual de los chiitas, Alí Al Sistani, quien el 13 de Junio llamó a los chiitas a tomar las armas: "Los ciudadanos que puedan tomar las armas para luchar contra los terroristas tienen que presentarse como voluntarios en el Ejército para realizar este objetivo sagrado (…) Irak y el pueblo iraquí se enfrentan a un desafío grande y un peligro tremendo".

No obstante, su posición cambió días después, siendo similar a la del gobierno de Obama, llamando a formar un gobierno de Unidad Nacional: “Es necesario entablar un diálogo entre los bloques ganadores [de las elecciones del pasado abril] para que se forme un Gobierno que obtenga la aprobación nacional” (El País, 22/06/2014).

Sistani mantuvo una actitud de colaboración ante la invasión norteamericana del 2003, criticando solamente sus excesos. Ha sido un elemento clave para la creación de un nuevo orden semicolonial en Irak.

La estrategia de sobrevivencia de Al Maliki es clara: "Hay que apostar por el trabajo civil y las operaciones militares contra los terroristas; y por el seguimiento del proceso político con la celebración de una reunión del Parlamento para elegir a su presidente y formar un Gobierno" (ABC, 26/6/2914).

Los kurdos ganan más peso y autonomía

El gobierno autónomo kurdo ha aprovechado la crisis para exportar directamente petróleo a través del puerto turco de Ceyhan, creando un serio conflicto por intereses económicos con el gobierno central en manos de los chiitas. Hasta el momento, solamente el 17% de los ingresos petroleros quedan en manos del gobierno autónomo kurdo.

La ofensiva militar del EIIL obligó al ejército iraquí a replegarse, dependiendo de los peshmergas (milicias kurdas) para contener el avance militar de los islamitas.

Mazud Barzani presiona por la constitución de un Estado Kurdo: “Durante los últimos diez años hemos hecho todo lo posible (…) para construir una nueva democracia en Irak, pero tristemente, no lo hemos conseguido. Ha llegado el momento de que el pueblo del Kurdistán decida su propio futuro y la decisión del pueblo es lo que vamos a reclamar” (El País, 24/6/2014).

Las preocupaciones del imperialismo yanqui

Ante el giro de la ofensiva militar del EIIL y del descontento contra el gobierno de Al Maliki, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, tuvo que realizar una rápida visita a Irak, presionando al gobierno de Al Maliki a constituir un gobierno de unidad nacional, que incluya a kurdos y sunitas.

En una conferencia de prensa Kerry declaró que “Irak afronta una amenaza existencial y sus dirigentes tienen que tomar decisiones para responder a ella, (nuestro apoyo) será intenso y sostenido si los líderes iraquíes toman las medidas necesarias para unir al país” (El País, 23/6/2014).

Al día siguiente volvió a insistir: “Es un momento crítico para Irak y la formación de un Gobierno es el principal reto” (El País, 24/6/2014).

La administración Obama se ha negado a enviar tropas al terreno de combate, y más bien ha presionado a todos sus aliados en Medio Oriente para que no envíen armas y ayuda material a la guerrilla del EIIL, presionando al mismo tiempo al gobierno de Al Maliki para dar paso a un gobierno de unidad nacional.

La posibilidad del desmembramiento de Irak en tres Estados (Kurdos, sunitas y chiitas) aterroriza al imperialismo norteamericano, por eso presionan por la integración política de las fracciones en guerra.

El resultado de las elecciones y el pleito por el nuevo gobierno

Pero no estamos ante un pleito solo entre sunitas y chiitas, ya que estas dos corrientes religiosas no son homogéneas. La ofensiva militar del EIIL ha intensificado la lucha política en Bagdad y el pleito entre grupos chiitas por la formación del nuevo gobierno, así como entre kurdos que presionan por consolidar su autonomía.

A pesar que el partido Dawa (“Estado de Derecho”), del primer ministro Al Maliki ganó 92 de los 328 escaños del parlamento, no reúne los votos necesarios para formar gobierno. Aquí es donde se intensifica el forcejeo.

La alianza Al Ahrar, (chiita) que aglutina al movimiento Sadrista, del clérigo radical Muqtada Al-Sadr, quien fue reprimido en 2008 por el gobierno de Al Maliki, obtuvo 24 escaños (pero aglutina a 7 representantes mas). El partido chiita Al Watanya, que lidera el exministro Iyad Allawi, quien gobernó en el periodo 2003-2004, obtuvo 20 escaños. La alianza Al Muwatin (chiita) que dirige Al Hakim, presidente del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak, obtuvo 29 escaños. El partido Asaib al Haq, chiita pro iraní, obtuvo 3 escaños. El partido Fadilah, Partido de la Virtud Islámica (chiita), obtuvo 6 escaños. El partido Al Islah (chiita), que dirige el ex primer ministros Ibrahim al-Yaafari, obtuvo 6 escaños. Fuera de los 92 votos de Al Maliki, los diferentes partido chiitas suman 95 votos en disputa.

En relación a los sunitas, la alianza Al Muttahidun que encabeza Al Mutahdun obtuvo 23 escaños. La alianza Al Arabiya obtuvo 10 escaños. Los sunitas suman apenas 23 votos

El KDP (Partido Democrático del Kurdistán) que dirige Massoud Barzani obtuvo 19 escaños. La UPK (Unión Patriótica del Kurdistán) que lidera Yalal Talabani, obtuvo 13 escaños. El partido Gorran (Movimiento por el Cambio) obtuvo 16 escaños. Otros grupos kurdos suman 13 escaños más, para totalizar 61 escaños de los kurdos.

Los demás escaños están asignados a otros grupos minoritarios. Bajo la presión militar del EIIL se están forjando las más inverosímiles alianzas entre kurdos, chiitas y sunitas, para conformar el nuevo gobierno, teniendo como gran árbitro al imperialismo norteamericano.

El rol de Rusia y China

En este contexto no debe subestimarse el rol de Rusia y China, como imperialismos emergentes que tienen intereses que defender en Irak. Rusia ha enviado ayuda militar, entre armas y aviones, para que el gobierno de Al Maliki resista las presiones de Estados Unidos y derrote la ofensiva del EIIL.

China compra la mitad de la producción de petróleo de Irak, un cambio en las reglas del juego afectaría directamente la economía China. Tanto Rusia como China no permitirían una intervención militar sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, donde ambos tienen derecho al veto.

Abajo la guerra confesional, por una salida revolucionaria

Efectivamente, Irak corre el peligro de la desmembración. Es urgente la unidad de acción de todas las fracciones en pugna (especialmente la unidad de los trabajadores y las masas populares chiitas, sunitas, Kurdos y otras minorías) para luchar contra el verdadero enemigo: la intervención militar del imperialismo norteamericano, el juez foráneo que decide el futuro de Irak.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a la unidad de acción antiimperialista, que permita derrocar al gobierno cipayo de Al Maliki, expulsar a las tropas yanquis, conquistar la independencia política que permita convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, libre, soberana y democrática, que permita construir un Estado laico, en donde convivan todas las religiones, y que sea el pueblo iraquí el que decida democráticamente como repartir o utilizar esa gran riqueza petrolera.

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