Por Juan Castel
        El paisaje son fusiles y plomo; desfilan por las calles patrullas policiales, pero estas, están cargadas de militares, casi siempre van con armamento pesando y apuntando al  enemigo; pero aun hoy no sabemos  ¿Quién es el enemigo?.. Ellos se preguntan, yo me pregunto ¿para qué están en las calles? “Si la guerra ya ha acabado”.
Anónimo.
El constante problema de la seguridad en Guatemala se ha incrementado este último año, poniéndose en contraposición el actual gobierno del Partido Patriota que busca solucionarlo con la puesta en marcha de nuevos batallones militares, para la seguridad ciudadana, la inauguración de nuevas bases militares y el incremento de las actuales fuerzas de tarea. Esto busca aumentar el número de efectivos militares que ayudarán en tareas conjuntas a la Policía Nacional Civil (PNC); pero también muy agazapado el gobierno de Pérez Molina busca restablecer a los efectivos que después del conflicto fueron dados de baja –de acuerdo a “la paz firme y duradera 1996”- según la cual ejército no podía exceder de entre 25 mil y 30 mil efectivos según lo establecido y firmado.
El actual gobierno busca tapar el hoyo dejado por el gobierno de Óscar Berger que redujo ese número aun más, por directrices y mandamientos de la oligarquía, que temía, que a lo interno de la estructura militar se diera un resurgimiento del nacionalismo –abanderado por las FAR, primer grupo insurgente reconocido por el gobierno de Guatemala a mediados de la década de 1960- y buscara la destrucción de la hegemonía oligárquica.
Pero Pérez Molina y sus sirvientes armados, el ministro de gobernación Mauricio López Bonilla y el de la defensa Manuel López Ambrosio no buscan fortalecer al ejército para destruir el estatus quo dominante, si no aprovechar la natural descomposición de la PNC, que yace como un cadáver putrefacto y corrupto desde la refundación de la Policía Civil,  para tener una excusa y gradualmente militarizar el país. Podemos destacar también el retiro dudoso del ahora ex-director de la policía Gerson Lima, el cual después de hacer un comentario resonante en una citación de la bancada opositora al gobierno (Líder), inmediatamente se enteró que estaba en situación de retiro –que se da después de cumplir 20 años en la fuerza- aunque el ya llevaba 23 años en servicio. Lo que le mereció a Oliva su destitución fue, y cito: “Debido al abandono en que se encuentra desde hace varios años la (PNC), los tres mil 500 agentes que se graduarán en diciembre de este año no recibirán armas” (Prensa Libre 20/06/13). Lima fue sustituido en acto oficial en la Brigada Militar Mariscal Zavala el pasado 30 de junio, día en que se conmemoraba el 142 aniversario de fundación del ejército burgués guatemalteco.
El que tendrá que enfrentar ahora a los esbirros de Pérez Molina y/o atenerse a sus órdenes es el recién ascendido Director de la PNC Telémaco Pérez, quien tendrá que llevar a cabo los planes para la formación policial. Ésta debe ser adaptada al nuevo programa de entrenamiento que deben recibir los policías, para poder utilizar de manera adecuada las armas que el ministerio de gobernación por excepción y sin licitación le comprará a varias empresas de Austria, Italia e Israel.
Con estas adquisiciones de más de 33 mil armas durante el periodo 2013-2015, el gobierno busca tapar ese déficit de armas que Oliva hizo saber y que el gobierno salió a minimizar. Pérez Molina dijo: “El director trabajó año y medio con nosotros e hizo su mejor esfuerzo, lo vi en los gabinetes. Hubo una especulación en las declaraciones que dio si estaba abandonada la Policía, pero ya comprobamos que es un trabajo que tenemos que seguir y es responsabilidad del director de la PNC” (PL 26/06/13). Recordando que este gobierno no es precisamente venerado por su trasparencia, a través de esta compra por excepción, los mecanismos de control quedan totalmente fuera y esto se presta a ser otro de esos grandes casos de corrupción, sobre valoración, producto deficiente, no adecuado o que nuca llega a destino.
Por eso desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) defendemos que la única forma de detener el militarismo del gobierno actual y la decadencia y corrupción a lo interno de la PNC, es conciliar aparatos de control y organización popular que fiscalicen a la policía y al Ministerio de Gobernación; también llamamos a que el gobierno detenga el incremento del gasto militar y se dedique a atacar los factores claves que producen la delincuencia común, como lo es la desigualdad imperante, la falta de educación y por lo tanto la falta de oportunidades de una gran parte de la sociedad guatemalteca. Hay dinero para armas, pero no para libros.

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