Por Horacio Villegas y Octavio Arturo

Hace un año varios compañeros estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), miembros en su mayoría del Movimiento Amplio Universitario (MAU) y otros movimientos independientes, decidieron llevar a cabo un acto que abriría de nuevo un precedente en la dinámica de luchas en la Universidad. La toma del edificio administrativo el miércoles 24 de mayo de 2017, sentó las bases para que se diera un estallido de movilizaciones que probaron el poder de convocatoria que tenía en su momento el Movimiento Estudiantil Universitario (MEU).

Una lucha heroica

La injusta condena que les dieron a los compañeros Sergio, Cesario y Moisés, el 7 de junio de 2017 –debido a la criminalización sistemática que propició rectoría–, dio nuevos motivos para que la lucha dentro de la Universidad subiera de tono cada vez más. Los sectores estudiantiles, como los movimientos independientes y las asociaciones de carreras, empezaron a tomar posiciones más enérgicamente contrarias hacia las autoridades de la universidad; en aquel entonces, representadas en la figura de Julieta Castellanos.

El 16 de junio de 2017 acontece la toma del edificio de Química y Farmacia. Y el 27 de junio de ese mismo año, ocurrió una de las acciones políticas que cargó de nuevos métodos de protesta al movimiento estudiantil universitario: la huelga de hambre. Varias compañeras y compañeros combativos, y llenos de convicción, decidieron privarse de todo alimento, exigiendo justicia para todas y todos los compañeros criminalizados.

La primera “Madre de todas las Movilizaciones” (MTM) se llevó a cabo el 29 de junio, dejando muchas impresiones y pruebas suficientes de la fortaleza que tuvo el movimiento estudiantil. Y ya para el 17 de julio se presentaría uno de los hechos más nefastos y violentos propiciados por las autoridades universitarias: la contratación de una compañía de seguridad, Spartan Security; que prácticamente se encargó de propinar golpes a los compañeros a diestra y siniestra. Después de este hecho que desenmascaró el proceder erróneo e intransigente de las autoridades universitarias, siguieron dándose uno a uno, más hechos de relevancia capital.

Al haber tanto descontento acumulado entre los estudiantes universitarios, y sumado a la reticencia y autoritarismo de las autoridades universitarias, surgió el 19 de julio, por la necesidad que las circunstancias exigían, la “Madre de todas las Movilizaciones 2.o”. En esta movilización se llevó un elemento inusual, un tanto contradictorio para los sectores más críticos dentro de la Universidad: el anteproyecto de ley del movimiento estudiantil universitario (MEU). En este decreto se dejó, lastimosamente, en las manos de los mediocres congresistas, las resoluciones al conflicto universitario.

Para el 15 de agosto la cancelación del 3er periodo académico es inevitable según las autoridades universitarias, y se le da término en una problemática bastante compleja. Este mismo día se conforma la comisión del congreso, y el 16 de agosto entabla la primera reunión con el MEU. El siguiente día, el 17 de agosto, se lleva a cabo la segunda reunión, esta vez con las autoridades universitarias.

El 30 de agosto se da el dictamen del congreso, que prácticamente dio al traste con la lucha estudiantil, y abrió un nuevo panorama de negociaciones con el sector más contradictorio del movimiento. El 8 de septiembre sería la fecha que dejaría por finalizada una larga trayectoria de luchas dentro de la Universidad, pues se da el desalojo de varios de los compañeros que hoy todavía enfrentan procesos legales. La lucha estudiantil terminó con más de 50 días de huelga de hambre, y llegó a los 106 días de lucha.

La actual encrucijada en la que se encuentra el movimiento estudiantil: entre la incertidumbre, la desgracia y la oportunidad

Las elecciones estudiantiles se acercan, y no ha habido ningún posicionamiento que renueve consignas para el movimiento estudiantil. La incertidumbre en torno al papel de las elecciones en la resolución de la crisis universitaria, forma parte del tema central todavía no discutido ampliamente por los sectores estudiantiles más críticos. Y pareciera que sólo se espera la desgracia con los brazos cruzados. La desgracia de ver a alguno de los frentes históricos, especialmente los que compaginan con el Partido Nacional, como virtuales ganadores en estas elecciones.

Es necesario emplazar al movimiento estudiantil, es decir, a todas las organizaciones de carreras y movimientos independientes que lo componen, a aprovechar la oportunidad de entablar una discusión enmarcada en los siguientes cuestionamientos: ¿Cómo se ha trabajado el tema de las bases estudiantiles? Pues luego de las concurridas movilizaciones, y luego también de algunas asambleas, se perdió el contacto directo de éstas, con la dirigencia provisional de cada asociación, en el momento más álgido de la crisis.

¿Cómo plantear la resolución de los conflictos internos que el movimiento estudiantil tiene? ¿Es necesario actualmente replantear la estructura actual del movimiento estudiantil universitario? Todas las situaciones indican que sí, ya que es urgente poner en la mesa una nueva organización que adopte un programa político más acorde a la problemática nacional.

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