Por Carlos M. Licona

En 91 días de confinamiento, el país tiene 8,858 contagiados y 312 fallecidos (3.5 % de letalidad). De ese total de contagiados son 3,656 (41 %) que han salido positivos entre el 1 al 14 de junio, según los datos brindados por SINAGER (Sistema Nacional de Situación de Riesgo). Desde el 17 de marzo al 31 de mayo (77 días) se promedian 67 contagiados diariamente y en los primeros 14 días de junio la cifra se disparó a un promedio de 261 pruebas positivas diarias.

Entre los departamentos de Cortés (57.8 %) y Francisco Morazán (27.4 %) suman el 85.2 % (7,548 personas contagiadas), distribuyéndose los 1,310 en el resto de los departamentos.

Se especula mucho sobre la información que diariamente ofrece SINAGER, entendiendo que las cifras serían más altas si se aplicaran más pruebas todos los días. Sea cierto o no, se puede asegurar que el nivel de contagio es mayor y lo que se presagia no es bueno para el país.

Si se enferma mejor quédese en casa

Ya no extraña observar vídeos deprimentes y angustiantes de familiares de pacientes, empleados o de los mismos enfermos sobre las precarias circunstancias en que el nivel de contagio del COVID-19 ha sumergido a todo el sector de salud en el país, principalmente en las ciudades del Distrito Central y de San Pedro Sula.

Los principales hospitales de la capital ya están saturados de pacientes y ya se habla que los hospitales privados también se encuentran llenos. Este panorama es sombrío para el pueblo, si por un lado el nivel de contagio va aceleradamente y el sistema de salud a colapsado, las personas que se enfermen no tienen más opción que tratarse en casa.

Un sistema de salud totalmente descuidado por el régimen de Juan Orlando Hernández que ya lleva más de 10 años en el poder, con una política neoliberal tendiente a privatizar los servicios de salud pública, ha sido desnudado por la realidad en que nos ha sumergido la pandemia.

A un año después de las enormes movilizaciones de la Plataforma en defensa de la salud y la educación pública, al pueblo le toca sufrir las consecuencias del régimen y del virus. Es sorprendente que en 10 años las políticas económicas de miseria impuestas por el régimen solo fueron para golpear el salario de los trabajadores públicos, mientras ellos han saqueado el país a manos llenas aprovechando cualquier pretexto para aprobar enormes cantidades de dinero. La crisis actual ha favorecido a los gobernantes para dar rienda suelta a su voraz e insaciable apetito por adueñarse de los fondos del Estado.

Si una persona siente los síntomas parecidos a los del COVID y decide ir a un centro público, se encontrará con centenares de personas en iguales circunstancias y con un personal que no se da abasto para atender a los pacientes. De hecho, ya son varios empleados del sector salud que se han contagiado y algunos que se han muerto. Así que, si siente los síntomas y desea evitar ir a posibles lugares que son foco de contagio, ya hay lugares donde hacen la prueba rápida por la cantidad arriba de 300 lempiras, y si no los tiene, quédese quieto en casa y no salga.

Peor aún aquellas personas con enfermedades pre existentes y que son vulnerables a morir si se contagian, no hay más alternativa que morir con los suyos a ir a quedar tendido en una acera y ser centro del escarnio de la ignorancia de algunos.

¡El pueblo debe levantarse ya!

El desastre actual no es producto del COVID-19, tiene nombre y apellido y es Juan Orlando Hernández y todo el equipo de usurpadores que le acompañan. Es ingenuo el que crea que JOH solito es el que nos ha puesto de rodillas, de hecho, es todo ese aparato de grupos fácticos que se arraigó desde el 2010 y que han hecho jugosas ganancias con negocios con el estado.

El pueblo solo tiene una salida, organizarse y luchar para terminar con esta maldición que nos desgobierna. Diez años de arrastrar con una terrible precariedad económica y que viene a pegarle el tiro de gracia a la raquítica economía de los hogares empobrecidos, deben de servir para generar impotencia y la suficiente motivación para acabar de una vez por todas con estos nefastos personajes que se siguen ensañando con la población.

El pueblo no debe esperar a que una ficticia unidad de la oposición gane el siguiente proceso electoral, tampoco debe esperar que le asesine el régimen lentamente o el COVID-19, ya es el momento para unificar la organización y salir a luchar.

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