Por Victoriano Sánchez

Este año 2021, el FSLN ya no celebra el 19 de julio con actos de masas, como ocurría en los años anteriores. Hay algunos factores que inciden. Uno de ellos es la pandemia, pero probablemente el que mas incide es el desgaste político del FSLN, especialmente a partir de la rebelión de abril del 2018 que fue aplastada militarmente y sin misericordia por la Policía Nacional y los grupos paramilitares del sandinismo.

Nada queda de la revolución de 1979

En realidad, nada queda de aquella gesta heroica que permitió el derrocamiento revolucionario de la dictadura somocista, el 19 de julio de 1979. En esa época, el FSLN era una organización revolucionaria y antiimperialista, que encabezo la insurrección popular. Solo quedan algunas tradiciones que son hábilmente explotadas por el FSLN.

Después de la derrota electoral de 1990, el FSLN se transformó en un aparato de poder de la nueva burguesía sandinista, que había surgido de la debacle de la revolución. Manteniendo un discurso populista de izquierda, Daniel Ortega cohesionó a las bases del FSLN, hasta que finalmente logró recuperar la presidencia en 2007, aprovechando la crisis y división del liberalismo.

Del bonapartismo a la dictadura

A partir del 2007, aprovechando el subsidio petrolero venezolano, el matrimonio Ortega-Murillo comenzaron un proceso de centralización del poder, aplicando planes economicos neoliberales, con la complacencia de la oligarquía financiera y del gran capital. Igual que en la época se Somoza, estos grupos económicos nuca estuvieron interesados en la democracia, sino en la buena marcha de sus negocios. Y así se fue gestando un régimen bonapartista que terminó en una dictadura, asentada en el aparato represivo del Estado.

Esto fue evidente a raíz del aplastamiento de la rebelión de abril del 2018. Desde entonces, Nicaragua se mantiene bajo un estado de sitio permanente, no declarado oficialmente, pero con una enorme restricción de las libertades democráticas, y las cárceles llenas de presos políticos que entran y salen, y son recapturados nuevamente, violentando los derechos constitucionales.

Golpe mortal a la oposición

Actualmente, los principales precandidatos están presos, y están siendo investigados por una supuesta violación a la Ley No 1055, recientemente aprobada.

De repente, al estar prisioneros los principales precandidatos, en realidad no hay alternativa opositora creíble. La dictadura Ortega-Murillo dio un golpe demoledor, pasando por encima de la propia legalidad, para desarticular a los partidos o alianzas que podían hacerle competencia electoral.

Una gran disyuntiva

Este “exceso” de la dictadura es una maniobra destinada a promover la abstención y el desanimo entre los opositores. Los partidos que están autorizados para competir no tienen candidatos populares, además que son extremadamente débiles a nivel territorial.

El electorado opositor esta en una encrucijada: salir a votar, sabiendo que los dados están cargados a favor de la dictadura, o abstenerse sabiendo que ese es el objetivo central de la dictadura, para ganar “limpiamente” con una pequeña porción del electorado cautivo.

Celebración y desgaste del FSLN

El acto de celebración del 42 aniversario del triunfo de la insurrección popular, el 19 de julio de 1979, fue organizado con unos centenares de miembros de la Juventud Sandinista, en la antigua plaza de la revolución, estaba casi vacía.

Hablaron como siempre, Rosario Murillo, con un discurso pletórico de letanías y abstracciones, y posteriormente Daniel Ortega, quien en la parte medular de su discurso amenazó a la maltrecha oposición burguesa,

Aunque supuestamente por la pandemia, la orientación del FSLN era hacer actos pequeños en las localidades, las caravanas que recorrieron los pueblos y municipios eran realmente pequeñas en relación a los años anteriores. Es obvio que la rebelión de abril del 2018, y la forma como fue aplastada, ha provocado un desgaste en la base social de apoyo del FSLN.

No obstante, este desgaste no significa que el FSLN, un partido con mas de 50 años de tradición, esta completamente liquidado. Obviamente, Ortega y Murillo explotan al máximo las antiguas tradiciones revolucionarias para tensionar a sus bases y prepararse para ganar las elecciones de noviembre de este año.

Pero el país en su conjunto rechaza al régimen dictatorial. No solo los empresarios, sino las clases medias y también sectores populares, ven con preocupacion la deriva autoritaria y represiva de la dictadura en el ultimo periodo. En el fondo, las tensiones sociales continúan acumulándose y pueden explotar en cualquier momento.

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