TRÍPOLI, 27 Sep. (Reuters/EP) - El Consejo Nacional de Transición (CNT) libio y los residentes de Trípoli han pedido este martes a las milicias que ayudaron a derrocar el régimen de Muamar Gadafi que abandonen la capital de Libia, ya que "la presencia armada en las calles no es saludable".

Un portavoz del Ejército del CNT, Ahmed Bani, ha afirmado que desde el nuevo Gobierno se ha instado a las "kataib", como se conoce a las brigadas, a abandonar Trípoli si "están preocupadas por el futuro de Libia".

Bani ha realizado estas declaraciones tras un encuentro en el que han participado miembros de los nuevos órganos de gobierno local y al que aparentemente no han asistido representantes de milicias de Misrata y Zintan --dos áreas tomadas por las tropas rebeldes antes de la caída de Trípoli-- que aún mantienen parte de su presencia en Trípoli.

La capital libia vive bajo un ambiente de calma desde que las tropas rebeldes se hicieron con el control completo de la ciudad, aunque hasta ahora no se ha establecido ningún control sobre los grupos armados. Las milicias procedentes de otras zonas alegan que siguen en Trípoli para asegurarse representación en la próxima administración.

Un representante de un grupo que pide la salida de estos grupos, Sadig Zarouq, ha agradecido el papel jugado por estas guerrillas para "asegurar la victoria" sobre la capital y "proporcionar seguridad durante las últimas cuatro o cinco semanas".

"Pero la protección de Trípoli debe encargarse a los revolucionarios de distritos, después de que se hayan registrado y se verifique su lealtad a la revolución del 17 de febrero", ha explicado. "La protección de cada distrito debería ser asumida por su propia juventud", ha añadido.

LibyaOutsde

(AFP) La oposición libia rechaza toda operación militar extranjeras para terminar con el régimen del coronel Muamar Gadafi, una alternativa que les quitaría legitimidad de cara al futuro, a pesar de los ofrecimientos de la comunidad internacional.

Los representantes de la diplomacia internacional se concertaban el lunes en Ginebra para definir la ayuda humanitaria y política a aportar a la población libia.

"El resto de Libia será liberado por el pueblo libio", afirmó el domingo en Bengasi (este) el portavoz del comité de la revolución Abdelhafez Ghoqa, rechazando "toda injerencia u operación militar extranjera".

"Contamos con el ejército para liberar Trípoli", aseguró Ghoqa durante el anuncio de la formación de un "Consejo Nacional" para representar a las ciudades del país en manos de la insurrección.

"Aceptamos una prohibición de sobrevolar pero no sanciones económicas que castigarían a la población", indicó el sábado el abogado Fethi Terbil, uno de los miembros del comité civil de la oposición a Gadafi en Bengasi.

"Lo que queremos es informaciones de inteligencia, pero en ningún caso que se afecte nuestra soberanía aérea, terrestre o marítima", agregó, durante un encuentro con periodistas en esta ciudad situada 1.000 km al este de Trípoli.

Tras las sanciones contra el líder libio Muamar Gadafi y su entorno adoptadas el sábado en forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU, la prohibición de volar en el espacio aéreo de Libia, impuesta ya en el pasado al régimen, era la opción práctica más mencionada por la comunidad internacional como modo de limitar la represión.

La intransigencia de los responsables de la oposición sobre la soberanía nacional reflejaba la opinión manifestada en forma espontánea por muchos ciudadanos libios a la prensa internacional en Bengasi.

"Hay un sentimiento nacional muy fuerte en Libia", explica Abeir Imneina, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Bengasi.

"Además, el ejemplo de Irak da miedo al conjunto del mundo árabe", subraya, en referencia a la invasión norteamericana de 2003 que debía llevar la democracia a ese país y luego, por contagio, al conjunto de la región, una hipótesis totalmente desmentida por los hechos.

"Sabemos lo que pasó en Irak, que se encuentra en plena inestabilidad, lo verdaderamente que no ganas de seguir el mismo camino. No queremos que los norteamericanos vengan para tener que terminar lamentando a Gadafi", continuó esta experta.

Estados Unidos parecen haber tenido en cuenta ese pasivo en su estrategia ante los movimientos de protesta árabes.

"Estamos dispuestos a ofrecer cualquier tipo de ayuda que pudiera necesitar de parte de Estados Unidos", dijo en ese sentido la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.

Pero según Abeir Imneina, "también existe el sentimiento de que es nuestra revolución, y que nos corresponde a nosotros hacerla".

 

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Por Olga Rodríguez (Periodismo Humano)

Desde la caída de Mubarak el pasado viernes hasta hoy miles de empleados públicos -transportistas, empleados de compañías petroleras, de fábricas textiles y de armas, médicos, abogados, periodistas, artistas, profesores universitarios, ferroviarios, incluso policías- están secundando huelgas y protestas en diversos puntos de Egipto.

Piden mejoras laborales, una vida y salarios dignos y atacan la corrupción existente tanto en la dirección de las empresas como en los sindicatos oficiales.

El movimiento 25 de enero, impulsor de la revolución, integrado por grupos que llevan años organizando protestas prohibidas y al mismo tiempo por ciudadanos que por primera vez participaban de forma activa contra el régimen, ha redactado una serie de demandas para el consejo militar que ostenta el poder:

1.- La salida del poder de todos los elementos del régimen y sus símbolos

2.-La creación de una Asamblea Popular y de consejos locales

3.-La formación de un gobierno civil de transición hasta la celebración de elecciones, la creación de un comité para el desarrollo de una Constitución que garantice las libertades políticas y sindicatos independientes en base a los principios de justicia social y desarrollo económico

4.- La cancelación de la Ley de Emergencia y del resto de leyes que restringen las libertades;

5.-La aprobación de partidos políticos y asociaciones sin restricciones

6.-El fin del estado policial y la puesta en libertad inmediata de todos los prisioneros políticos.

De momento los militares se han comprometido a cumplir una de estas peticiones: la creación de un comité para determinar en los próximos días las reformas constitucionales.

El prólogo de la revolución

La revolución egipcia no ha surgido por generación espontánea.

La reacción a la II Intifada primero y el no a la guerra contra Irak después marcaron un punto de partida y sirvieron para crear una red social movilizada en Egipto que se consolidó con la creación en 2004 del movimiento Kefaya y el inicio de las protestas y huelgas organizadas por los obreros del sector estatal.

El epicentro de las movilizaciones fue la fábrica textil Misr Hilados y Tejidos de Mahalla, con 27.000 empleados. Allí los trabajadores -hombres y mujeres- protagonizaron importantes huelgas desde el año 2006. Muchos fueron arrestados y sufrieron torturas, pero no por ello abandonaron su lucha.

En 2008 el precio del pan en Egipto aumentó un 50%, a causa, entre razones, de la especulación financiera mundial. La gente tenía hambre, literalmente.

Estuve en aquella época trabajando en El Cairo: en cada calle, en cada barrio, se formaban largas colas de personas desesperadas por obtener una ración de pan subvencionado.

Las aglomeraciones y disputas provocaron 15 muertos en tan solo dos semanas y fueron titulares en la prensa internacional.

En medio de aquél clima de necesidad y tensión los obreros de algunas fábricas estatales y diversos movimientos sociales decidieron redoblar sus protestas.

Se registraron manifestaciones espontáneas en diversos puntos del país y se convocó una nueva huelga general para el 6 de abril, la fecha que iba a dar nombre al movimiento 6 de abril, fundado por líderes de Kefaya e impulsor de las protestas actuales.

Mahalla fue de nuevo protagonista aquél 6 de abril de 2008. La huelga tuvo un importante seguimiento. Cientos de activistas fueron encarcelados y algunos sufrieron torturas, como el periodista Kareem El-Beherey.

La repercusión de la huelga fue tal, que la embajada estadounidense en Egipto redactó un informe -publicado hace unos días por wikileaks- titulado: “Revueltas en Mahalla, ¿incidente aislado o punta del iceberg?”

Punta del iceberg

En ese informe se lee:

“Lo ocurrido en Mahalla es significativo (…) Ha irrumpido una nueva fuerza orgánica de oposición que desafía etiquetas políticas y aparentemente no está relacionada con los Hermanos Musulmanes. Esto puede forzar al Gobierno a cambiar su guión.”

Más adelante señala:

“Otro resultado de Mahalla es que Mubarak podrá resistirse con más fuerza a las reformas económicas y políticas. (…) Estamos oyendo que el aumento de los precios ha fortalecido las posiciones del gabinete de ministros, que se resiste a privatizar y a realizar otros esfuerzos dirigidos a la liberalización económica.”

A tenor de estas palabras, se deduce que Washington conocía el mensaje de los trabajadores egipcios.

Aunque en público esgrimía la amenaza del islamismo para justificar su realpolitik, en privado era consciente de que el orden establecido que tanto defendía podía verse amenazado por los pobres, las víctimas de políticas capitalistas voraces y los jóvenes hartos de la injerencia extranjera y la corrupción.

El cable muestra cómo existía en la diplomacia estadounidense preocupación ante la posibilidad de que las protestas pusieran freno al modelo neoliberal que Washington -junto con el FMI y el Banco mundial- fomentaba en Egipto.

Mahalla fue la punta del iceberg. Lo que allí comenzó se extendió a otros sectores.

Estudiantes, médicos, abogados y obreros de otras fábricas protagonizaron manifestaciones y huelgas en contra de la corrupción, la impunidad policial, las privatizaciones de industrias estatales, las políticas económicas neoliberales de Mubarak y la complicidad de El Cairo con Tel Aviv.

Y así llegamos a la revolución actual.

Estados Unidos aporta anualmente 1.500 millones de dólares de ayuda a las Fuerzas Armadas egipcias.

Mientras este apoyo continúe, ¿estarán dispuestos los militares egipcios a dar la espalda al modelo económico ultracapitalista exigido por los organismos internacionales?

¿Se verán satisfechas las demandas de quienes han protagonizado la revolución egipcia? Son preguntas que muchos activistas se formulan a puerta cerrada estos días.

El consejo supremo militar está pidiendo a los egipcios que regresen a sus trabajos para “volver a la estabilidad” e impedir pérdidas económicas mayores.

El título con el que el movimiento 25 de enero ha presentado sus demandas deja clara su postura: “La revolución continúa hasta que alcancemos nuestros objetivos”. Ya hay convocadas nuevas protestas para este viernes.

Puede que para algunos la revolución haya terminado, pero no ha hecho más que empezar para los trabajadores que llevan años reivindicando sueldos dignos y derechos laborales en un país en el que el 40% de la población vive con menos de un euro al día.

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Economista franco-egipcio de renombre internacional, miembro del Consejo Internacional del Fórum Mundial y presidente del Fórum Mundial de las Alternativas, Samir Amin analiza en esta entrevista –realizada por Rosa Mussaui (enviada especial de L'Humanité al Foro Social Mundial realizado en Dákar la semana pasada)— la encrucijada política y económica en que se halla ahora mismo Egipto.

En los acontecimientos que se desarrollan estos días en Túnez y en Egipto, ¿se trata de simples "revueltas populares", o significan la entrada de esos países en procesos revolucionarios?

Se trata de revueltas sociales potencialmente portadoras de la cristalización de alternativas que podrían llegar a inscribirse a largo plazo en una perspectiva socialista. Por eso el sistema capitalista, el capital de los monopolios dominantes a escala mundial, no puede tolerar el desarrollo de esos movimientos. Movilizará todos los medios de desestabilización posibles, presiones económicas y financieras, hasta la amenaza militar. Apoyará, según las circunstancias, ya falsas alternativas o fascistizantes, ya la implantación de dictaduras militares. No hay que creer una sola palabra de lo que dice Obama. Obama es Bush, con otro lenguaje. Hay en él una duplicidad permanente. De hecho, en el caso egipcio, los EEUU sostienen al régimen. Pueden terminar juzgando más útil el sacrificio de Mubarak; pero no renunciarán a salvar lo esencial: el sistema militar y policíaco. Pueden vislumbrar su salvación en una alianza con los Hermanos Musulmanes. De hecho, los dirigentes de los EEUU tienen en mente el modelo paquistaní, que no es un modelo democrático, sino una combinación entre un poder diz-que-islámico y una dictadura militar. Con todo, en el caso de Egipto, una buena parte de las fuerzas populares movilizadas son perfectamente conscientes de todo eso. El pueblo egipcio está muy politizado. La historia de Egipto es la de un país que trata de emerger desde comienzo del siglo XIX, que ha sido derrotado por sus propias insuficiencias, pero, sobre todo, por las agresiones exteriores repetidamente sufridas.

Estos alzamientos, ¿son sobre todo cosa de jóvenes precarizados, de licenciados en paro? ¿Cómo lo explica usted?

El Egipto de Nasser disponía de un sistema económico y social ciertamente criticable, pero coherente. Nasser apostó por la industrialización para salir de la especialización internacional colonial, que confinaba al país en la tarea de exportar algodón. Ese sistema logró asegurar una buena distribución de los ingresos a favor de las clases medias, pero sin pauperizar a las calases populares. Esta página de la historia egipcia pasó como consecuencia de las agresiones militares de 1956 y 1967, que movilizaron a Israel. Sadat y más aún Mubarak han trabajado para el desmantelamiento del sistema productivo egipcio, substituyéndolo por un sistema de todo punto incoherente, fundado exclusivamente en la búsqueda de rentabilidad. Las tasas de crecimiento egipcias, supuestamente altas e invariablemente celebradas desde hace 30 años por el Banco Mundial, carecen totalmente de significado. Es polvo en los ojos. El crecimiento egipcio es muy vulnerable, dependiente del mercado exterior y del flujo de capitales petroleros procedentes de los países rentistas del Golfo. Con la crisis del sistema mundial, esa vulnerabilidad se ha manifestado con un brutal estancamiento. Aquel crecimiento vino acompañado de un increíble incremento de las desigualdades y de un desempleo espantoso que castiga a la mayoría de los jóvenes. Una situación verdaderamente explosiva, que ha terminado por estallar. Lo que a partir de ahora, y más allá de las iniciales reivindicaciones de finalización del régimen e instauración de las libertades públicas, va a significar una batalla política.

¿Por qué los Hermanos Musulmanes buscan ahora presentarse como "moderados"?

Porque ese el juego que se les pide ahora. Los Hermanos Musulmanes nunca han sido moderados. No se trata de un movimiento religioso, sino de un movimiento político que se sirve de la religión. Desde su fundación, en 1920, por los británicos y por la monarquía, ese movimiento ha desempeñado un papel activo de agente anticomunista, antiprogresista, antidemocrático. Es la razón de ser de los Hermanos Musulmanes, y la reivindican. Declaran abiertamente: si ganan unas elecciones, serán las últimas, porque el régimen electoral sería un régimen occidental importado, contrario a la naturaleza islámica. En ese aspecto, no han cambiado nada. En realidad, el Islam político ha sido siempre sostenido por los EEUU. Durante la guerra contra la Unión Soviética, los EEUU presentaban a los talibanes afganos como a héroes de la libertad. Cuando los talibanes cerraron las escuelas para chicas que habían creado los comunistas afganos, ¡no faltaron en los EEUU movimientos feministas que explicaban que había que respetar las "tradiciones" de ese país! Eso revela un doble juego: por un lado, el apoyo; por el otro, la instrumentalización de los excesos característicos de los fundamentalistas para alimentar el rechazo de los inmigrados y justificar las agresiones militares. Conformado a esa estrategia, el régimen de Mubarak jamás luchó contra el Islam político. Al contrario: lo que hizo fue integrarlo a su sistema político.

¿Podría decirse que Mubarak ha subcontratado la sociedad egipcia a los Hermanos Musulmanes?

¡Absolutamente! Les ha confiado tres instituciones fundamentales: la justicia, la educación y la televisión. Pero el régimen militar quiere conservar para sí mismo la dirección, reivindicada asimismo por los Hermanos Musulmanes. Los EEUU utilizan ese conflicto menor en el seno de la alianza entre militares e islamistas para asegurarse la docilidad de unos y otros. Lo esencial es que todos aceptan el capitalismo tal cual es. Los Hermanos Musulmanes jamás han pensado seriamente en cambiar las cosas. Por lo demás, durante las grandes huelgas obreras de 2007-2008, sus parlamentarios votaron con el gobierno contra los huelguistas. Frente a las luchas de los campesinos expulsados de sus tierras por los grandes propietarios rentistas, los Hermanos Musulmanes toman partido contra el movimiento campesino. Para ellos, la propiedad privada, la libre empresa y el beneficio son cosas sagradas.

¿Y qué perspectivas tienen para el conjunto del Oriente Medio?

Unas perspectivas harto dóciles. Los Hermanos Musulmanes, como los militares, aceptan la hegemonía de los EEUU en la región y la paz con Israel en los términos actuales. Unos y otros hacen gala de esta complacencia que permite a Israel proseguir la colonización de lo que resta de Palestina.

Manifestantes_frente_Parlamento

Por Nicolas Le Brun

Los recientes hechos han demostrado una verdad de hierro: la voluntad de las masas es más fuerte que la de las direcciones que tienen al frente. Durante más de 15 días, las masas egipcias no han cesado de movilizarse, colmando la plaza Tahir en El Cairo y las principales ciudades del resto del país.

El régimen ha intentado aplacar las protestas de diferentes formas, utilizando la táctica de la zanahoria y el garrote. Por un lado lanza a los escuadrones de esbirros para que golpeen y tiren sobre los manifestantes como el fin de semana pasado. Pero también saca de la manga las ofertas de diálogo con la oposición burguesa representada por una amplia gama de sectores. Aparte de esto, ha prometido un aumento salarial del 15% para los funcionarios públicos y los pensionados con el mismo fin, desactivar las protestas.

Sin embargo todas estas maniobras no han logrado detener y el régimen egipcio ha tenido que ceder: la cabeza visible de Mubarack ha caído. Esto es una verdadera lección que han dado las masas, que al igual que en Túnez, no han cedido hasta lograr un triunfo importante pero definitivo.

Egipto devorado por la corrupción y el imperialismo

Ha sido clara la forma en las que los negocios de todos estos gobiernos ha llevado a inflar los bolsillos familiares y de sus allegados. El clan Mubarack, se ha embolsado cerca de 70 mil millones de dólares, los cuales han sido invertidos en diferentes negocios que pasan desde el inmobiliario hasta la hotelería en lugares de lujo.

Pero esto no es sólo una “debilidad personal” de Mubarack y su clan. Es una forma en la que el sistema hace sus negocios. Cuando uno de los socios por decir así “sale del canasto”, o bien ya no puede cumplir con su rol, sus adversarios le sacan los trapos sucios. Dentro de las democracias y de las tiranías, la corrupción es parte consustancial del sistema. Así pues, las transnacionales igual aprovechan de las ventajas que le da el sistema autoritario y negocian con sus representantes.

Pero el caso de Egipto reviste de una mayor importancia para el imperialismo, razones que se han expuesto en el artículo de la edición anterior. El rol fundamental del régimen egipcio es el de contener la movilización de las masas dentro de su territorio y dentro del Estado Sionista de Israel. Así fue que se dio en el año 1979, el tratado de Camp David, en el mismo año que la revolución iraní depuso a uno de las más viejas dictaduras y dinastías de la época, la del Sha de Irán.

Ese hecho de la lucha de clases, catapultó a Egipto como segundo socio en importancia en la zona, después de Israel. Esto se refleja con la “ayuda” que provee el gobierno de los Estados Unidos al gobierno, que en volumen representa la segunda en importancia a nivel mundial, después de la que recibe Israel. Sólo el presupuesto destinado para la ayuda militar es de 1,3 mil millones de dólares para el 2011, suma similar a la recibida en el 2010.

Pero Egipto asume un rol de policía de fronteras en para facilitar el bloqueo que impone el estado sionista a la franja de Gaza. Esto también implica que una buena cantidad de dólares llegan para la vigilancia de la frontera e impedir el arribo de víveres, medicamentos y pertrechos para los resistentes palestinos. Cerca de 55 millones de dólares para combatir los túneles de aprovisionamiento en el 2010.

Aparte de eso, Egipto es una de los proveedores principales de gas de Israel. El 40% de este combustible que consumen en Israel es egipcio. Ahora, los Estados Unidos, mayor potencia militar y económica del orbe, considera que el caso egipcio no puede ser dejado a la ligera, porque amenaza los intereses estadounidenses. La inversión yanqui es la segunda en importancia en el terreno del gas y el petróleo. Además Egipto es un gran importador de maíz y trigo estadounidense. Luego de firmar un Tratado de Libre Comercio, las zonas industriales calificadas (QIZ en inglés) se encargan de exportar a los Estados unidos bienes manufacturados en estas maquilas. Las exportaciones de este tipo son un tercio del total.

La dependencia de los mercados occidentales hace que la economía del conjunto de los países del norte de África no despegue. El imperialismo juega con los mercados de manera que pueda obtener la mayor parte de los beneficios del intercambio comercial. Por ejemplo con sólo ajustar los precios del petróleo y de los precios de los productos de consumo básico hace que las economías de los países dependientes se desestabilicen. Si a esto le sumamos el precio que se debe de pagar por los productos manufacturados y el porcentaje que representan estos en el intercambio comercial, el desequilibrio aumenta en mayor porcentaje.

Así pues, las necesidades del imperialismo y de la burguesía egipcia, subordinada a los intereses de los primeros, hacen que las condiciones de vida de las masas sean atroces, como en todos los países semi coloniales. El 32 millones de los 80 millones de egipcios viven con menos de 3 dólares por día y el salario promedio alcanza los 130 dólares mensuales. Esas sumas favorecen las enormes ganancias que obtienen los inversores extranjeros y sus aliados nativos.

La trampa del diálogo: cambiar la apariencia del régimen

El imperialismo estadounidense y europeo ha hecho llamados reiterativos para que se dé “una transición ordenada”. Las masas salieron con una fuerza intempestiva que puso a correr a todos los agentes contrarrevolucionarios para mantener el statu quo lo más pronto posible.

El dictador Mubarack nombró después de 30 años sin hacerlo a un vicepresidente salido de los servicios de inteligencia y seguridad del régimen. Omar Suleiman ha sido señalado por investigaciones independientes como el hombre clave para los vuelos de la muerte organizados por la CIA, en el contexto de la lucha contra “el terrorismo de AL Qaeda”. Estos vuelos permitían secuestrar sospechosos de pertenecer a organizaciones terroristas y llevarlos a cárceles de varios países, algunos en Europa y otros como Egipto. En estos países se les propinaban torturas para obtener información, también permitía desaparecerlos.  El flamante vicepresidente ha sido uno de los principales torturadores.

Pero estos tratamientos no han sido solo aplicados en contra de los supuestos terroristas, también se han llevado a cabo en contra de los diferentes grupos que reclaman derechos democráticos.

Dentro de los grupos que se han puesto a la cabeza de las manifestaciones, están los Hermanos Musulmanes. Esta organización aparecida en 1928, fue prohibida en el año 1954 y ha sido clave para el sostenimiento de los manifestantes en la plaza Tahir. Esta plaza ocupada por gente de todos lados, ha sido abastecida con los recursos de esta organización. Pero esta organización que tiene diferentes fracciones. Las más radicales dentro del islamismo, apoyan a Hamas en la franja de Gaza y Hezbollah en Líbano, además de apoyar a Al Qaeda. Pero existe también un ala pragmática, “moderados” que buscan conciliar el islam y la democracia.

Pero para efectos del caso, los Hermanos ya han entrado en el diálogo propuesto por el régimen. Para justificarse han expuesto” sondear las intenciones de los nuevos responsables políticos y asegurarse de su sinceridad”. Salvo escasas excepciones, toda la oposición se ha sentado en la mesa. Como lo define Mohamed Al Baradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica y premio Nobel de la Paz, “mi país debe sin duda esperar un período de inestabilidad. La libertad tiene ese precio. Pero todo el mundo de los marxistas hasta los Hermanos Musulmanes tienen por objetivo la estabilidad del país”. Más claro no puede estar. Cambiar algo para que todo siga igual.

La trampa del islamismo

Los sectores empobrecidos de la población, que han enfrentado al régimen durante años, ven al islamismo como alternativa política. Los países occidentales atizan el miedo del regreso de los islamistas al poder como el caso de Irán.

Pero las masas no ganan su liberación con ninguno de los regímenes, ni la “democracia” formal de la burguesía ni con la sharia de los burgueses islamistas. En ambos casos, las libertades básicas se ven amenazadas, la sindicalización prescrita, los partidos políticos de los trabajadores perseguidos. Las cárceles tienen numerosos prisioneros políticos defensores de los derechos de los trabajadores.

Las masas egipcias no han cesado de luchar y eso es un gran avance, a pesar de los numerosos intentos de acabar con las movilizaciones. Las masas movilizadas toman conciencia rápidamente y pueden pasar rápidamente a cuestionar y proponer otro tipo de sociedad.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) creemos que la primera tarea democrática es la realización de una constituyente que remplace al régimen desahuciado. Esto permitirá a las masas debatir sobre el tipo de sociedad que aspiran sin verdugos ni hambreadores.

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