egipto

Por Nicolás Brum

Durante los últimos días, luego de las violentas manifestaciones en Túnez, Argelia, Yémen y Argelia, la ola símica ha llegado a Egipto.

Un país que ha sido catalogado como aliado por las potencias imperialistas, es sacudido por movilizaciones que reclaman derechos democráticos ante un régimen que se ha impuesto por la fuerza, negando derechos fundamentales.

Pero estos tiranos no han sido producto de las casualidades históricas o de la “ignorancia” de los pueblos, como algunos quisieran creer.

Como parte de la reacción en contra de las movilizaciones que han cobrado ya decenas de vidas por parte de los manifestantes, el régimen ha cortado el acceso a internet, algo inédito en la historia reciente, como medida para evitar cualquier parecido a lo que ocurrió con la revolución democrática tunecina. En este último caso hubo muchos internautas que lograron organizar a la disidencia.

El gobierno egipcio: aliado del imperialismo

Egipto ha sido un país clave para el proceso de reacción democrática establecido por el imperialismo en la coyuntura actual.

Desde 1979, al firmar los acuerdos de paz con Israel de Camp David, que implicó el reconocimiento del estado sionista, Egipto ha sido fundamental para el desarrollo de este plan. Luego de este hecho, el gobierno Egipcio se ha hecho de la vista gorda ante las invasiones del estado Sionista al Líbano y la franja de Gaza, la intifada, etc. Es decir que se ha convertido en un aliado de las potencias occidentales e Israel.

El acuerdo de paz produjo que el presidente Sadat fuera asesinado y en lugar de este asumiera el poder Mubarak.

Pero no sólo en el campo político Egipto es de suma importancia. En el plano del trasiego de petróleo, el canal de Suez es la ruta privilegiada para este fin. Esto representa ingresos por cerca de 3300 millones de dólares. Además recibe de los Estados Unidos como donativos, cerca de 2200 millones de dólares por año y 150 millones de la Unión Europea.

Además de esto, el gobierno recibe ingresos por la venta de petróleo, 4000 millones anuales y las remesas de los egipcios en el exterior por cerca de 7 mil millones anuales.

Evidentemente estas “ayudas” no son gratuitas. El objetivo claro es el de asegurar la permanencia de un régimen que niega las libertades civiles y la continuidad de  sus políticas colaboracionistas.

Sin embargo esta riqueza que llega por miles de millones de dólares al año se queda en la burguesía egipcia. El salario promedio de un trabajador es de 75 dólares mensuales y una cuarta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Además de esto, el desempleo ronda el 20% de la población económicamente activa.

Mubarack: enquistado en el poder

Como una calca de los demás regímenes vecinos, Mubarack organizó elecciones donde fue reelecto por porcentajes escandalosamente grandes, con cerca del 90% de los votos. Así de esta manera se ha podido legitimar antes las potencias occidentales que no cuestionan los procesos electorales ni al régimen por los favores que les proporciona.

Sin embargo la fuerza de Mubarack es mayor y por lo tanto las masas tendrán que tener mayor fortaleza para poder hacer caer al dictador. Esto también porque los aliados tal y como se menciona anteriormente son más celosos por la suerte de su aliado.

En el gobierno sionista de Netanyahu, creen que el gobierno egipcio tiene la capacidad de salir airoso. Es decir en lenguaje no diplomático, que pueda aplastar las movilizaciones con el apoyo de las fuerzas armadas.

Pero no todo está escrito en piedra

Sin embargo, la fuerza revolucionaria de las masas ha superado muchas veces en la historia regímenes más fuertes.

Las movilizaciones continúan y se anuncian mayores. Desde el PSOCA saludamos las heroicas masas del Medio Oriente y estamos al lado de ellas para derrotar a estos regímenes totalitarios, parasitarios y antiobreros, socios incontestables del imperialismo

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Por Nicolás Brum

Desde finales del 2010, la situación en Túnez ha ido creciendo en las movilizaciones en contra de la dictadura de Zine El-Abidine Ben Alí.

Este sombrío personaje ha huido desde el 14 de enero como producto del enorme ascenso popular que llevó a gigantescas manifestaciones y la paralización del país.

Dentro de este contexto existen muchos temas que se desbordan de la caída del tirano más no de su régimen que sigue funcionando con un gobierno de coalición que ha asumido las riendas del poder desde el abandono del dictador.

Ben Alí, el mimado de la Unión Europea y del imperialismo

Todos los tiranos y genocidas son buenos hasta que los negocios e intereses demuestren lo contrario. Esta parece ser la máxima de los gobiernos imperialistas cada vez que sucede un conflicto. En la historia reciente tenemos sobrados ejemplos como el Sadam Hussein, Noriega, los talibanes, que luego de prestar servicios al imperialismo se convirtieron en enemigos luego que los intereses de estos últimos se vieran amenazados o en contradicción.

Sin embargo el caso de Túnez posee una importancia particular: el gobierno ha caído como consecuencia de la movilización de las masas. Esto es una bomba de tiempo sobre todo porque la zona se encuentra llena de figuras similares a Ben Alí y el ejemplo puede adquirir categoría de epidemia como ya se está dando en los últimos días con la movilización de las masas en Egipto, Algeria.

Ben Alí y sus aliados se han comportado como los verdugos de sus pueblos para impedir el ascenso revolucionario de las masas que pone en el tapete la vieja aspiración de las masas árabes de una revolución nacional que borre las fronteras nacionales impuestas por los países colonialistas en los siglos precedentes.

Esta legítima aspiración de los pueblos del norte de África rivaliza con el interés imperialista de contar con el control, no sólo del petróleo sino de las rutas que los lleven a los países desarrollados que tienen mayor necesidad de consumo de los mismos. El petróleo de la vecina Argelia es muy importante en la trama geopolítica.

En el caso de Túnez, es un centro de industrias a buen precio, es decir de con ventajas para las grandes empresas con respecto a los salarios y cargas sociales. En Túnez se albergan cerca de 1250 empresas francesas y el 80% de ellas son industriales. Esto no impide que para garantizar el éxito de las operaciones financieras de las empresas en cuestión, el desempleo y los salarios de hambre son los que abundan. Es la garantía para contar con un ejército de desempleados para mantener las pésimas condiciones inalterables.

Esto ha llevado a los gobiernos “democráticos” de occidente a financiar y sostener a estos regímenes. La participación en la preparación de las fuerzas armadas y policiales por parte de los diferentes gobiernos franceses (de derecha o “socialistas”) ha sido constante desde al asunción al poder en 1987, luego que diera un golpe de estado “técnico” a Habib Bouguiba, el antiguo dictador, padre de la independencia obtenida en el año 1956. Por ejemplo en 1989, el ex presidente Mitterrand elogió los progresos de la “democracia tunecina” en el marco de una visita oficial. Luego Lionel Jospin durante una visita del verdugo tunecino a Francia, diez años después, catalogó al gobierno de Ben Alí como partícipes de los mismos “ideales de tolerancia y de tolerancia” que  “hacen nuestros países socios próximos” Pero estos elogios no provenían únicamente de la Francia republicana sino también de Alemania y Reino Unido que veían al régimen como garantía en contra de los “brotes islamistas”. No es casual, que los eurodiputados se halla abstenido de hacer declaración alguna sobre el asunto hasta que se aclaren los nublados del día.

Todo esto de conjunto hizo posible y una cuestión principista para el imperialismo el financiamiento de la dictadura tunecina.

Régimen de transición: una trampa que las masas no aceptan

Una vez iniciada la huida de Ben Alí, con las maletas cargadas con una enorme fortuna, se puso en marcha una maniobra típica de la clase gobernante: cambiar algo para que todo siga igual. De esta manera integraron a una velocidad meteórica un gobierno de transición sin plazos fijos y cargado con figuras de la oposición pero también del gobierno anterior. Esto las masas no lo han aceptado y no cesado de marchar hasta que los personajes de la dictadura renuncien o dimitan.

Los enfrentamientos con las fuerzas policiales no han dejado de sucederse y las fisuras en estas fuerzas se manifiestan de manera atomizada, como los casos en los que los policías se integran a las manifestaciones.

Las masas han creado embriones de fuerzas de seguridad en las barriadas y ciudades para hallar a provocadores y miembros de las fuerzas de seguridad del régimen implicados en las torturas y violaciones a los derechos humanos. Estos son perseguidos para ajusticiarlos  de la forma en que las masas insurrectas lo hacen.

Para los gobiernos imperialistas parar la revolución democrática es de vital importancia porque ya las ondas expansivas se extienden en Argelia y Egipto.

Es urgente que las organizaciones obreras y populares en el mundo y sobre todo en los países cercanos organicen movilizaciones en contra de los gobiernos cómplices del régimen de Ben Alí y el gobierno marioneta.

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) pone su página y sus fuerzas militantes en función de la solidaridad con el pueblo tunecino y los pueblos del Magrheb que luchan en contra de las condiciones de miseria y opresión que imponen los gobiernos títeres de occidente.

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Por Orson Mojica

Desde agosto del 2002, la administración Bush había tomado la firme decisión de derrocar al régimen de Sadam Hussein. Para invadir Irak, Bush necesitaba una justificación “creíble” ante el mundo y por eso ordenó a las agencias de inteligencia exagerar los informes sobre el arsenal de armas químicas y de destrucción masiva que el propio Estados Unidos había proporcionado, en los años anteriores, al ejército iraquí.

De esta manera el imperialismo norteamericano  e inglés pusieron en marcha la maquinaria de guerra más poderosa de la historia de la humanidad, en contra de Irak, una nación debilitada no solo por los efectos de la guerra contra Irán (1980-1990), el posterior bloqueo imperialista impuesto durante más de una década por la ONU, sino también por la propia dictadura de Sadam Hussein, que reprimía violentamente a los chiítas y a las otras minorías nacionales, colocando a la nación iraquí en un callejón sin salida.

Fisuras en el frente imperialista antes de la invasión

A diferencia de las invasiones a Yugoslavia, Somalia y Afganistán, por primera vez se produjo una grieta significativa en el frente de naciones imperialistas. Francia y Alemania -- con el apoyo de Rusia-- manifestaron su oposición a la acción “unilateral” de Estados Unidos e Inglaterra --apoyados por España e Italia-- de invadir Irak sin el consentimiento de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

A pesar de que Sadam Hussein hizo todas las concesiones políticas y diplomáticas posibles e inimaginables para evitar la invasión, la suerte estaba echada: la invasión comenzó el 5 de mayo del 2003.

La silenciosa reconstrucción del ejército y fuerzas de seguridad iraquíes

Una vez que el ejército iraquí se rindió sin presentar combate al ejército norteamericano, comenzó la dispersión del mismo. Los ataques militares de la resistencia iraquí contra el ejército de ocupación, ocultó el verdadero objetivo de la intervención “unilateral” de los Estados Unidos: reconstruir las fuerzas armadas y de seguridad iraquíes bajo su control.

Mucha de la oficialidad del antiguo ejército fue reenganchada con el objetivo de reconvertir el aparato militar iraquí, el otrora cuatro ejército más poderoso del mundo.

¿Una situación contrarrevolucionaria “sui generis”?

Antes de la invasión imperialista, en Irak había una situación contrarrevolucionaria debido a que el régimen dictatorial de Sadam Hussein mantenía el terror, la persecución y violencia contra del movimiento de masas, especialmente contra la mayoría chiíta y las otras minorías nacionales. No había libertades democráticas, el partido Baat ejercía el control totalitario sobre todos los aspectos de la vida social

Sadam Hussein constituyó, sobre todo en el periodo posterior a la finalización de la guerra con Irán en 1990, un gobierno políticamente independiente del imperialismo norteamericano. Esta independencia política se asentaba, contradictoriamente, no en la movilización de las masas sino sobre un régimen represivo y contrarrevolucionario, que minaba y debilitaba desde adentro a la nación iraquí ante sus enemigos.

Este aspecto represivo del régimen de Sadam Hussein se acentuó con el bloqueo imperialista decretado por la ONU, después de finalizada la guerra del Golfo en 1991. En esa ocasión, el imperialismo norteamericano obligo al ejército iraquí a salir de Kuwait, pero no se atrevió a continuar la guerra hasta el derrocamiento de Sadam Hussein debido a que todavía estaba en pie, aunque tambaleándose, su principal aliado militar: la URSS.

Una vez completada la invasión en Mayo del 2003, el vacío dejado por el desplome del aparato represivo de Sadam Hussein fue ocupado rápidamente por las tropas de ocupación.

El Concejo de Gobierno impuesto por los Estados Unidos se esforzó por aparentar ser mucho más blando que el régimen dictatorial de Sadam Hussein. Las manifestaciones de chiítas por las calles de las principales ciudades iraquíes, marcaron la tónica en las semanas posteriores a la ocupación. En la mayoría de los casos había alegría por el fin del régimen de Sadam Hussein, pero también señalaban claramente que las tropas de ocupación debían irse inmediatamente. Las tropas imperialistas se esforzaron en parecer como “libertadoras” y no como “opresoras” del pueblo, aunque en realidad su verdadera misión fue la de establecer un gobierno semicolonial, controlado por los Estados Unidos, que garantice el petróleo a un precio barato a las potencias imperialistas.

A partir de la invasión imperialista en Irak se produjo una situación contrarrevolucionaria “sui generis”. El triunfo militar del imperialismo implicó la perdida de la independencia política de la nación iraquí, la dispersión de sus fuerzas armadas nacionalistas, la disolución de la soberanía nacional, la instauración de un gobierno títere dirigido por Paul Bremen, la persecución de los patriotas, la imposición del toque de queda, etc.

Los medios de comunicación nos indicaban que las manifestaciones se producían con un mínimo grado de libertad, no hay datos de fusilamientos públicos de los miembros de la resistencia, aunque si hay alarmantes reportes sobre las ejecuciones clandestinas de los principales cabecillas. En realidad, las tropas ocupantes realizaron una despiadada represión selectiva contra los miembros de la resistencia y su base social de apoyo. Hubo miles de presos, sin ningún tipo de derecho o garantía, por el simple hecho de ser “sospechosos” de colaborar con la resistencia. También hay miles de desaparecidos o asesinados, supuestamente en operaciones de combate

Debido a que las instituciones del estado burgués se desplomaron estrepitosamente con la invasión, se produjeron algunos resquicios por donde las masas expresaron su descontento y un interesante fragmentario proceso de creación de milicias  y sindicatos, que no altera la característica esencialmente contrarrevolucionaria de la situación que se vive en Irak. En la medida en se reconstruyen aceleradamente las fuerzas armadas y los aparatos de seguridad, tienden a desaparecer los organismos que surgieron del caos ocasionado por el derrumbe de la dictadura de Sadam Hussein.

La estrategia errónea de la resistencia iraquí.

La resistencia iraquí está conformada por diferentes grupos, que representan de manera global los intereses de un sector de la burguesía iraquí y árabe que, utilizando métodos terroristas y ataques guerrilleros, se oponían furiosamente a la ocupación imperialista.

La sociedad iraquí continúa divida en quienes justifican la presencia de tropas extranjeras, porque quieren terminar con el clima de violencia e inestabilidad, y otros que rechazan la presencia de estas tropas pero las toleran como el “mal menor” para evitar que el partido Baath asuma nuevamente el gobierno, y finalmente los grupos de la resistencia que luchan armas en manos contra las tropas de ocupación.

Los grupos de la resistencia tienen una determinada base social, pero no lograron atraer a la mayoría de las masas iraquíes. La resistencia no tuvo una política revolucionaria para ganarse a las masas. No privilegió la movilización de las masas, sino que utilizó métodos guerrilleristas y terroristas para combatir al enemigo común.

El apoyo del clero chiita a la ocupación

El ayatola Al Sistani representó el ala mayoritaria del clero chiita que colaboró con la ocupación norteamericana y apoyo la realización de elecciones vigiladas por las tropas de ocupación. En su oportunidad, Paul Bremer declaró que sentía un "gran respeto" por el Gran Ayatola. Bremer dijo que "seguiremos animando a dirigentes, como el ayatolá Sistani, a desempeñar un papel mayor en su país como ya lo hizo en los últimos meses".(www.BBCmundo.com)

La estrategia imperialista

Parte de la nueva estrategia de contra insurgencia de Estados Unidos fue promover acercamientos entre líderes sunitas y chiitas moderados. Estados Unidos primero persiguió y aplastó al partido Baat pero después inicio un proceso de reconciliación, permitiendo que antiguos funcionarios formaran parte de las nuevas fuerzas armadas, los servicios de seguridad y defensa y los ministerios de información.

Al despedirse de Irak en el año 2004, el general Ricardo Sánchez, en una entrevista concedida al diario francés Le Figaro, reconoció que “ (..) para garantizar la seguridad, hace falta que sean los propios iraquíes los que luchen en primera fila (..) el objetivo final de las tropas estadounidenses es hacerse menos visibles (..) Nuestro proyecto es reclutar a 90.000 policías, bien formados y equipados. Esta policía deberá ser capaz de garantizar el mantenimiento del orden y, al mismo tiempo, luchar contra el terrorismo. Prevemos asimismo una fuerza de intervención civil, una guardia nacional de seis divisiones y un Ejército de tres divisiones motorizadas”. (ABC, 11 de julio 2004)

La estrategia era muy clara, y hasta cierto punto resultó exitosa: reconstruir el ejército iraquí, para que sean los propios iraquíes quienes persigan y maten a los miembros de la resistencia. Para ello, primero aplastaron al partido Baat, capturaron y ahorcaron a Sadam Hussein y su círculo cercano, después se inició el proceso de reconciliación bajo una alianza política de chiitas y kurdos, quienes impusieron su hegemonía a la rebelde minoría sunita.

Al mismo tiempo, Estados Unidos inicio un proceso de acercamiento con las burguesías árabes, en su mayoría pertenecientes al ala sunita del Islam, para que no brindasen apoyo logístico y militar a la resistencia. Esta estrategia combinada de negociación y de superioridad militar en el campo de batalla, dio resultados y al final lograron debilitar a la resistencia, la cual, como hemos explicado, no tuvo una estrategia de movilización de las masas, sino de desencadenar atentados terroristas que a la larga tuvieron el efecto contrario al esperado.

Las tropas norteamericanas aún no han salido de Irak, solo iniciaron un periodo de acuartelamiento, previo a su salida definitiva. Todo parece indicar que estamos ante un triunfo político y militar de los Estados Unidos, aunque algunos creen que esta retirada es un triunfo de la presión militar de la resistencia. La realidad es que los Estados Unidos han avanzado mucho en la reconstrucción y adiestramiento del nuevo ejército iraquí. Los socialistas centroamericanos tenemos que discutir lo que pasa en el lejano Irak, debemos aprender las trágicas lecciones que nos deja la intervención militar del imperialismo norteamericano en Irak.

Por Anay Cano

CEAMO

La fundación del Estado de Israel estuvo vinculada directamente al proceso de migración judía desarrollado entre 1918 y 1948. Desde ese momento hasta la actualidad, la migración experimentó variaciones a favor ó en detrimento. Por lo tanto, la legitimidad y la seguridad de ese país partían de mantener y aumentar su población judía. En 1950, la Ley del Retorno garantizó la ciudadanía libre y automática a todo inmigrante judío procedente de cualquier parte del mundo; con derecho a residencia y a la adquisición automática de la nacionalidad al arribar al país. La crisis económica de Israel en 1965-1966, las guerras de 1967 y 1973, la agresión al Líbano en 1978 y 1982, y las acciones de la Intifada a partir de 1987 conspiraron contra la inmigración judía que era imprescindible para establecer asentamientos judíos en los territorios árabes ocupados.

Para el entendimiento del crecimiento demográfico israelí, es necesario conocer lo referido a la aliyah (inmigración, en hebreo). La aliyah fue uno de los elementos fundamentales del Sionismo. Histórica y políticamente, la aliyah es lo que explica el crecimiento de la población judía antes y después de la fundación del Estado de Israel.

El principal factor político asociado a la importancia de la aliyah tiene que ver con la diferencia notable en lo relativo al crecimiento demográfico entre judíos y no judíos, principalmente de la población árabe. En el plano demográfico, la población judía debía equiparar o representar un número significativo con respecto a la población árabe que vivía en el Estado Judío.

La mayoría de los inmigrantes que llegaban a Israel procedían de países pobres, pero era necesario poblar el nuevo Estado. En los años 90´ se dio un incremento notable en la inmigración de judíos soviéticos, lo que propició que el Estado israelí pusiera más empeño en buscar cierto equilibrio demográfico en Gaza y Cisjordania. Así, una de las mayores preocupaciones del gobierno es que la población de Israel se convierta completamente en árabe.

Las leyes israelíes discriminan claramente a quienes no son de confesión judía y confieren expresamente un tratamiento preferente a los ciudadanos judíos en ámbitos como la educación, la asignación de viviendas, el sistema de salud o el empleo. Cuando un individuo o familia judía llega a Israel no solo se le concede automáticamente la nacionalidad israelí sino que se le otorgan todo tipo de beneficios económicos y sociales.

El actual plan de absorción de inmigrantes contempla importantes beneficios. Cada familia recibe una suma adicional de 2 500 dólares en efectivo al llegar al aeropuerto de Israel, además de la suma de 4 000 dólares asignada en planes anteriores, y de los que se venían beneficiando los inmigrantes judíos procedentes de la ex Unión Soviética y Sudáfrica. (1)

Cuando los inmigrantes llegan a Israel tienen como posibilidades ir al Centro de Absorción de Inmigrantes de Raanana, a unos 25 km. al norte de Tel Aviv, o acogerse a algunos planes de absorción directa que ofrecen los asentamientos de colonos, eso sí, a costa de ganar más terreno y despojar de sus viviendas a los palestinos. Esta política gubernamental favorece la libre elección de vivienda y lugar de residencia.

Muchos analistas no dudan que los esfuerzos de los sucesivos gobiernos israelíes van dirigidos a incrementar la población de fe judía para contrarrestar el mayor crecimiento que está teniendo la población árabe en las últimas décadas. Los datos indican que la población judía en Israel representa el 81,3% del total de habitantes, mientras que la población árabe corresponde al 18,7% restante. La población israelí tuvo en el año 2001 un crecimiento del 2,3%, inferior al 2,6% registrado en el 2000. (2) Este estancamiento se debe al descenso observado en el número de inmigrantes que llegaron a Israel en ese año. En el año 2000 hubo 136 390 nuevos nacimientos, de los que un 67% correspondían a niños judíos y un 33% a niños árabes. El número más alto de nacimientos se registró, paradójicamente, entre las madres judías de los asentamientos de Gaza y Cisjordania, con una media de 4,5 hijos por familia, ligeramente por encima del promedio de 4,3 hijos por familia de la comunidad árabe-israelí. Sin embargo, fuera de los asentamientos, la fecundidad es mucho mayor dentro de la comunidad árabe que en la judía. (3)

Los demógrafos prevén que el peso de la población árabe en la ciudad de Jerusalén ascienda hasta un 37,8% para el año 2020, de mantenerse la reducción del flujo de inmigrantes judíos y la mayor natalidad en la comunidad árabe. S. D. Pergola, demógrafo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, advierte sobre los desafíos que entraña para la sociedad judía el mayor crecimiento proporcional de la población árabe en la ciudad. Según él, si bien el porcentaje es de un 70% de judíos y un 30% de árabes en la población de Jerusalén, dicha proporción para el año 2020 se reducirá hasta el 55%-45%. (4) El gobierno ha considerado necesario adoptar medidas a nivel político para contrarrestar esta desproporción y medidas preventivas para revertir la tendencia actual, siendo prioritario para el Estado israelí que se mantenga una mayoría judía.

El plan instrumentado para favorecer a la inmigración de judíos ha venido acompañado de campañas mediáticas, como la desarrollada bajo el lema “Israel llama, es momento de responder”, encaminadas a presentar a Israel como el paraíso ante los judíos del mundo. Aprovechando la cobertura de una crisis económica o social que se presente en cualquier país del mundo para hacer este llamado y ofrecer una solución a los judíos a través de la migración a la tierra prometida. El actual plan de absorción de inmigrantes contempla importantes beneficios económicos. Cada familia recibe una suma adicional en efectivo al llegar al aeropuerto de Israel. El programa también incluye ventajas en materia de vivienda e incluye la subvención de los estudios universitarios e importantes descuentos impositivos.

El Instituto de Seguro Nacional (ISN), la agencia del gobierno encargada de implementar la ley de Seguro Nacional (1954) y otros estatutos de bienestar social, ha venido pagando desde 1968 pensiones de jubilación a las personas que no estaban cubiertas por la Ley de Seguro Nacional, principalmente a inmigrantes recientes. El ISN reconoce a todos los inmigrantes judíos como residentes con derechos iguales inmediatamente después de su llegada a Israel, y a aquellos que son mayores de 65 años les otorga una pensión de jubilación. El Centro de Absorción de Inmigrantes de Raanana, oferta algunos planes de absorción directa que ofrecen los asentamientos de colonos o algunas municipalidades interesadas en recibir nuevos inmigrantes, eso sí, a costa de ganar mas terreno y despojar de sus viviendas a los palestinos.

El principal problema que enfrentan los inmigrantes judíos en Israel es el idioma. El gobierno israelí proporciona gratuitamente a los recién llegados cursos de idioma hebreo para facilitarles su inserción en el mercado laboral a través de las agencias de colocación, unas facilidades que no tienen otros inmigrantes no judíos.

A lo anterior se añade el lugar que ocupan los no judíos en Israel en la contemporaneidad, de los cuales la mayoría son fundamentalmente árabes, sobre todo musulmanes; aunque también existen comunidades de cristianos y drusos. La población actual de Israel se divide entre los nacidos en el país y los provenientes del resto del mundo, por lo que existe un mosaico poblacional con diversos trasfondos religiosos y culturales. Igualmente, los estilos de vida oscilan desde lo moderno a lo tradicional, de lo urbano a lo rural, y de lo colectivo a lo individual. La emigración continuada combinada con la inmigración decreciente, junto a los índices de crecimiento demográfico naturales desiguales de judíos y árabes, permiten pronosticar, que hacia el año 2020, la proporción de la población judía disminuiría notablemente. Si los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza fuesen anexados a Israel, la población judía constituiría una minoría clara en el Estado. (5)

En resumen, los aspectos esenciales de esta crisis demográfica son:

1. Existe una brecha entre el crecimiento poblacional judío israelí y el árabe israelí.

2. La existencia de divisiones profundas que afectan a la sociedad civil. Estas divisiones están relacionadas con la falta de integración de algunas capas de la población: los árabes israelíes y una buena parte de los judíos sefardíes, entre otras.

3. Continúan acentuándose las diferencias económicas entre dichos grupos, y la diferencia de derechos institucionales a los que tienen acceso.

4. Y por último, el sentimiento de pertenencia nacional entre los sabras (judíos nacidos en Israel) y los judíos inmigrantes es totalmente diferente. (6)

La actual crisis demográfica latente en Israel, constituye un problema para la estabilidad social de ese país y una amenaza para el carácter judío de su Estado. Hasta el momento, el gobierno ha encontrado la solución temporal en una mayor estimulación a la migración judía; pero la realidad demográfica se vuelve en contra de Israel con el avance del tiempo.

Referencias:

(1) “La batalla demográfica”, Red Mundo Árabe, www.Israel/la_batalla_demográfica.htm.

(2) Ídem.

(3) Ídem.

(4) Ídem.

(5) “Las migraciones humanas en el contexto de las relaciones internacionales”, segunda parte, Tabloide No.1 Año 2009, Universidad Para Todos.

(6) Ben-Ami, Shlomo. “¿Cuál es el futuro de Israel?”, Ediciones B, S.A., Barcelona, 2002.

Anay Cano es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).

Por Alberto Cruz

CEPRID

El sur de Líbano es la parte más combativa del país. Zona fiel a Hizbulá casi sin exclusiones –como se puso de manifiesto en las elecciones generales de 2009 al copar todos los escaños atribuidos a los shiíes y las municipales de 2010, logrando una aplastante mayoría en todas las localidades y aldeas con población shíi-, se ha visto inmersa en los últimos cinco meses en una serie de enfrentamientos con las tropas de la ONU que han tomado el carácter de revuelta popular en las últimas tres semanas. Sólo en este tiempo se han producido 25 enfrentamientos entre ciudadanos libaneses y las tropas de la denominada Fuerza de Paz de las Naciones Unidas para Líbano (FPNUL), siendo los más graves los ocurridos los días 29 de junio y 3 y 4 de julio.

En esos días, y en el marco de unas maniobras militares y múltiples ejercicios realizados en pueblos del sur de Líbano para “impedir el lanzamiento de cohetes contra Israel”, las tropas de la ONU irrumpieron en el interior de los pueblos –algo que no pueden hacer si no van acompañadas de tropas libanesas en virtud del acuerdo que dio origen a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU y por el que se decretó el “cese de hostilidades” entre Hizbulá e Israel en la guerra que mantuvieron en el verano de 2006- enfrentándose con algo que no esperaban: la reacción de los pobladores. En localidades como Tibnin, Kfardounine, Salasen Bir, Kherbet Selem, Toulin, Qabrija, Jiam y Beir Kanoune los habitantes bloquearon las carreteras, lanzaron piedras y huevos a las supuestas tropas de paz y cuando los “cascos azules” tuvieron la arrogancia de arrestar a uno de estos aldeanos en Qabrija –algo que no pueden hacer bajo ningún concepto- la ira popular se desbordó: los vehículos militares fueron asaltados, se les rompieron las antenas de transmisión y a los soldados de la ONU se les incautaron las armas y todo el equipo que portaban como cámaras, ordenadores portátiles, GPS y otros instrumentos de control. Sólo la llegada del Ejército libanés pudo hacer que los aldeanos depusiesen su actitud y entregasen a los soldados libaneses el material capturado.

No era la primera vez que las tropas de la ONU realizan maniobras para proteger a Israel y no al revés, teniendo en cuenta que en la última guerra murieron 1.200 civiles libaneses mientras que las bajas israelíes fueron básicamente militares. Sin embargo, en esta ocasión se habían realizado de forma abierta y no encubierta y contando con el rechazo expreso del Ejército libanés, que había propuesto que esas maniobras tuviesen un sesgo diferente: “cómo proteger a los civiles libaneses en el caso de una agresión israelí”. La FPNUL se negó y el Ejército libanés decidió no avalar las mismas, que se pospusieron hasta en dos ocasiones ante la firme actitud de los libaneses.

A pesar de ello, y en consonancia con la prepotencia occidental –no hay que olvidar que el grueso de las tropas de la ONU en Líbano está formado por los contingentes francés, italiano y español- dichas maniobras finalmente se llevaron a cabo sin tener en cuenta –o siendo muy conscientes de ello, con lo que la provocación internacional era evidente- que unas semanas antes se había vivido toda una serie de festejos con los que la población del sur de Líbano había celebrado el décimo aniversario de la salida israelí de la zona, tras veinte años de ocupación, obligado el régimen sionista a tomar esa decisión por la acción guerrillera de la resistencia patriótica hegemonizada por Hizbulá. Tal y como reconocía el coronel retirado Noam Ben-Tzvi, último comandante de las Fuerzas de Defensa de Israel durante la ocupación del sur del Líbano, "no fue una retirada; huimos, pura y simplemente"(1). Por lo tanto, Israel se planteó “recordar” a los libaneses que aún puede repetirse la guerra y a finales de mayo y primeros de junio puso en marcha masivos ejercicios militares y civiles en una operación que denominó “Turning Point 4”, lo que fue, a su vez, contestado desde el sur de Líbano con una renuncia masiva de los candidatos a alcaldes y concejales –las elecciones municipales se celebraban poco tiempo después- en favor de las listas de Hizbulá y Amal (otra organización shií) para dejar bien patente el respaldo con que las organizaciones de la resistencia, ambas aliadas, cuentan en esa zona del país.

Por lo tanto, las maniobras de la FPNUL hay que enmarcarlas en este contexto y no en “operaciones rutinarias”, como fueron justificadas inicialmente a pesar de contar, como se ha dicho, con el rechazo expreso del Ejército libanés. En este ambiente no es extraño el estallido de ira popular, que no era otra cosa que la gota que colmaba el vaso de la paciencia de los habitantes del sur de Líbano con el comportamiento de las supuestas fuerzas de paz de la ONU, a quienes acusan de mantener una estrecha colaboración con Israel.

Y es que a finales del mes de mayo –en medio de todo ese ambiente de celebraciones libanesas y amenazas israelíes- se conocieron tres documentos firmados entre el general español Alberto Asarta Cuevas, al mando de las tropas de la ONU en estos momentos, y el jefe del Estado Mayor israelí, Gabi Ashkenazi, en los que se reflejaba el acuerdo alcanzado –“memorando de entendimiento” según el lenguaje de esos documentos- entre el Ejército sionista y la FPNUL para no ofrecer información “en tiempo real” al Ejército de Líbano sobre los vuelos israelíes sobre Líbano (2). Eso significaba que las tropas de la ONU informarían a Líbano de esos vuelos –que violan no sólo la soberanía del país, sino la Resolución 1701-, pero cuando ya no hubiese amenaza alguna para los aviones israelíes, bien fuesen esas “amenazas” provenientes del Ejército libanés, que ya había disparado en dos ocasiones contra esas aeronaves, o de la resistencia. Es decir, cuando los aviones israelíes ya hubiesen retornado a sus bases. La cada vez más estrecha connivencia FPNUL-Israel

La connivencia entre las supuestas fuerzas de paz de la ONU e Israel no sólo es evidente para los ciudadanos que habitan el sur de Líbano, sino para el propio Ejército libanés. Existía un importante malestar en Líbano ante el hecho que las fuerzas de la FPNUL oculten los vuelos israelíes y no hagan nada para impedirlo, al igual que no hicieron nada cuando un patrulla israelí secuestró a un pastor libanés en la zona de la aldea de Ghajar, cuya parte norte Israel sigue ocupando pese a la Resolución 1701, lo mantuvo retenido dos días y lo sometió a torturas y malos tratos (3).

Pero hay más. El propio jefe del Estado Mayor del Ejército libanés, el general Jean Kahwaji, afirma tener constancia que “a veces” las fuerzas de la FPNUL penetran en aldeas y pueblos tras haber recibido información de Israel sobre zonas y casas que, supuestamente, albergarían escondites y almacenes de armas de Hizbulá (4). Kahwaji, al conocer el origen de las listas que presenta la FPNUL al Ejército libanés, emitió una orden de “no colaboración” porque “no es el deber del Ejército proteger la seguridad de Israel, sino la de los libaneses”.

Esta actitud es considerada por la FPNUL como “obstruccionista” y acusa al Ejército libanés de “retrasar deliberadamente” su llegada a las zonas en las que la FPNUL tiene problemas o realiza sus patrullas, por lo que decidió actuar al margen de los acuerdos, que obligan a las supuestas fuerzas de paz de la ONU a ir siempre acompañadas por efectivos del Ejército libanés y a comunicar dónde se van a realizar las patrullas. Pero la FPNUL tampoco cumple con las comunicaciones porque considera que el Ejército libanés está “infiltrado” por shíies afines a Hizbulá, por lo que realiza patrullas sin cumplir con los requisitos previos. Así es como se encontró con la revuelta popular.

La reacción de los pobladores del sur de Líbano obligó a la FPNUL no sólo a dar por finalizadas súbitamente sus “maniobras” –previstas para 36 horas y apenas duraron cuatro-, sino que ha provocado dos hechos inéditos y que dice mucho de quién controla esa zona de Líbano: el primero, una reunión entre el jefe del departamento internacional de Hizbulá, Ammar Moussawi, y el Coordinador Especial de la ONU para Líbano, Michael Williams (5); el segundo, otra reunión del general español que comanda las tropas de la ONU, Alberto Asarta Cuevas, en la localidad de Tibnin con los alcaldes de los pueblos afectados –todos de Hizbulá o Amal, que son fuerzas aliadas- y oficiales de alto rango del Ejército libanés de la que salió la decisión de publicar una carta en todos los medios de comunicación libaneses (6) reconociendo que “los incidentes han arrojado sombras sobre la labor de la FPNUL”, que las tropas de la ONU “no tienen una agenda oculta” y que, en vista de la reacción popular, “todo el personal de la FPNUL que opera bajo mi mando ha recibido órdenes estrictas para llevar a cabo el mandato asignado con pleno respeto a la cultura y las tradiciones de la población que nos acoge; el pleno respeto a la propiedad privada; el pleno respeto de la intimidad de la vida cotidiana en las calles de los pueblos, y el pleno respeto de la voluntad de la población a no ser fotografiados” aunque, eso sí, en este último extremo afirma que las órdenes de no tomar fotos se cumplirán “a menos que sea absolutamente necesario por razones operativas”.

Este párrafo ya es suficientemente esclarecedor del comportamiento de los soldados de las supuestas fuerzas de paz de la ONU y, de forma especial, de los contingentes francés, italiano y español. En los 25 “incidentes”, por utilizar la terminología del general español, que han provocado la revuelta popular han estado involucradas estas fuerzas y en 24 de ellos los franceses, que se llevan la palma en su actitud pro-israelí.

Francia, Italia y España están siendo acusadas, cada vez con mayor fuerza, de provocar los enfrentamientos con la población del sur de Líbano en los últimos cinco meses. “Desde que el general Asarta tomó el mando, la FPNUL ha tratado de funcionar independientemente del Ejército libanés”, según un alto responsable del Ejército libanés citado por el diario As Safir que indica, además, que “Asarta no es el único responsable de esta actuación autónoma: más bien refleja las orientaciones de los países europeos, especialmente Francia y España, que se han convertido en los más fuertes apoyos a Israel en los últimos meses” (7).

Un signo de esta tensión entre la FPNUL y Líbano es la reacción del presidente libanés, Michel Suleiman, que defendió públicamente a los pobladores del sur del país: “los ejercicios militares deben llevarse a cabo lejos de las aldeas y hogares [porque] lo que tiene que hacer la FPNUL es defender el Líbano”.

Los libaneses consideran a las fuerzas francesas y españolas como “una fuerza de choque” de Israel y dicen que se comportan como “una fuerza de reacción rápida en lo que parece un intento de que la ONU imponga una interpretación distinta del texto que regula su papel [de la FPNUL] desde el cese de las hostilidades de 2006. Francia y España ya han hecho acciones parecidas en otras ocasiones, como en la localidad de Kherbet Selem en julio de 2009, sin autorización legal y con ausencia de representantes del Ejército libanés” (8). En esa incursión murió un residente, atropellado por uno de los vehículos militares de la FPNUL.

La actuación de la FPNUL, pese a la rectificación anunciada por su mando actual, el español Asarta, ha tensado la situación en Líbano y no sólo en el sur. Hizbulá ya ha dicho que la FPNUL debe ceñirse de forma estricta a su papel. El gobierno libanés se ha reunido, en todas sus instancias, con los embajadores de los países que tienen tropas –en especial con el francés, italiano y español- para exigir que no haya más “incidentes” de este tipo y así se le planteó formalmente al ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, y a su colega el ministro de Defensa, Hervé Morin. Los embajadores, Denis Beyton (Francia), Juan Carlos Gafo (España) y Gabriel Checchia (Italia) se reunieron también con el general español al mando de la FPNUL en la sede de la ONU en Bir Hassan “para mostrarle su apoyo”. ¿A qué? ¿A la actitud prepotente y neocolonial o a la rectificación anunciada en la carta?

Todo indica que fue a lo primero. Desde estos países, y en concreto desde Francia, se ha respondido a las críticas llevando el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU, que ha emitido una declaración “deplorando” los ataques a la FPNUL y exigiendo libertad total de movimientos para estas tropas, y enmarcando la revuelta popular en una estrategia ni más ni menos que de Irán y de Siria. Ni una sola autocrítica, ni una sola mención al papel de sus tropas. En definitiva, un comportamiento claramente neocolonial.

Lo que hay en juego

Por si quedase alguna duda, Israel ha salido a la palestra. El ejército sionista presentó el día 7 de julio una serie de fotografías sobre lo que considera preparación militar de Hizbulá en la ciudad de Jiam y pueblos vecinos en la frontera con Israel con el llamativo titular “Hizbulá prepara la guerra urbana en áreas donde la FPNUL no tiene autoridad” (9) y que viene a confirmar no sólo las sospechas de la población del sur de Líbano, sino del propio Ejército libanés: la FPNUL actúa al dictado de Israel porque la mayoría de los pueblos relatados en ese informe israelí fueron, casualmente, en los que se celebraron las maniobras truncadas por la revuelta popular.

Timur Goksel, quien fuese asesor de la FPNUL entre 1979 y 2003, afirma no sólo que la reacción popular era esperada, sino provocada para medir la respuesta ante la eventualidad de una nueva guerra y ver si la FPNUL gozaba de libertad de movimientos o no. “No hay duda que las protestas han sido dirigidas por Hizbulá, pero si se entra en los pueblos por la fuerza ¿qué se esperaba que hiciesen los residentes?” (10). Desde luego, no recibirles con flores. Lo mismo sostiene Ali Zahwi, el alcalde de una de las localidades, Qabrija: “Las tropas francesas de la FPNUL han dejado de ejercer la Resolución 1701 y ahora trabajan para el gobierno francés; llevan meses recogiendo información sobre Hizbulá” (11).

A medida que se acerca la fecha de octubre -cuando se celebrarán en EEUU elecciones al Senado que pueden ser definitivas para la presidencia de Obama, puesto que todas las encuestas apuntan a una clara victoria de los republicanos- los vientos de guerra en Oriente Próximo y Lejano van cobrando fuerza. Si los republicanos vencen, Obama se verá obligado a “recuperar” el terreno perdido impulsando una estrategia belicista. Más aún. Será entonces cuando cobrará fuerza un hipotético ataque contra Irán y, para ello, Israel tiene que tener asegurado uno de sus frentes: Líbano. Ese es el papel asignado a la FPNUL y del que Francia y España se han convertido en adalides.

Pero hay más. En las aguas libanesas se ha descubierto un importante yacimiento de gas y petróleo que Israel también reclama como suyo y no ha dudado en amenazar con usar la fuerza para “proteger los derechos” sobre este yacimiento. Pero tras lo sucedido en el año 2000 y la nueva derrota sufrida en la guerra del verano de 2006, Israel tiene un grano del que no puede aún deshacerse: Hizbulá y la resistencia patriótica libanesa. Todo lo que está sucediendo en el sur de Líbano tiene que ver con un intento israelí y occidental de deslegitimar al gobierno libanés, al que acusa de estar en manos de Hizbulá, e impedir una respuesta nacional en defensa de la soberanía, dignidad y autodeterminación de Líbano.

Notas:

(1) Haaretz, 21 de mayo de 2010.

(2) Alberto Cruz, “Las fuerzas de la ONU en Líbano amparan las agresiones de Israel” http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article861

(3) Reuters, 1 de julio de 2010.

(4) As Safir, 6 de julio de 2010.

(5) Al-Ahram Weekly, 15-21 de julio de 2010.

(6) “Del comandante de la fuerza de la FPNUL al pueblo del sur del Líbano”, 9 de julio de 2010.

(7) As Safir, 3 de julio de 2010. (8) Ibid.

(9) Haaretz, 8 de julio de 2010.

(10) Reuters, 9 de julio de 2010.

(11) Ibid.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor.

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