Por Nicolas le Brun

A finales del mes de septiembre los bombardeos rusos sobre las posiciones de la oposición siria y de DAESCH (las iniciales del Estado Islámico en árabe) han representado un cambio cualitativo en el desarrollo de la guerra civil en Siria, que data ya de cinco años.

En el seno de la izquierda se ha satanizado y canonizado a distintos intervinientes, elevando a la categoría de anti imperialista al régimen de El Assad, llegando a llamar a sostener el régimen, y de demonizar a la oposición siria, compuesta de diferentes corrientes.

¿Una tercera guerra o un tercer frente?

En la antesala de la intervención rusa, se dieron los bombardeos del gobierno turco a las posiciones del Estado Islámico y de paso a la oposición kurda en Siria y al PKK, el partido de trabajadores del Kurdistán, que se enfrenta armadamente al gobierno de Ankara desde hace tres décadas. Esta escalada intervencionista dio la impresión para algunos de que una tercera guerra estaba en proceso. Sin embargo lo que vino después fue algo un poco mas complejo que eso. El imperialismo ruso ha hecho su entrada de manera declarada en el conflicto, dejando una posición pasiva (venta de armas al régimen sirio) por un rol activo (bombardeo de las posiciones de todos los opositores a Al Assad).

Este frente al que se suma Rusia, es el mismo en el que se encuentra Irán, que a su vez sostiene al régimen genocida de Al Assad.

Lo que está en juego es una nueva repartición de la región en manos de las potencias de esta época. Hace cien años, el tratado Sykes Picot entre las potencias vencedoras de la primera guerra mundial creó los Estados que conocemos en la actualidad bajo la denominación de protectorados. Estos protectorados, ingleses y franceses, desmembraron el derrotado imperio Otomán y crearon Siria bajo la tutela francesa, Irak, bajo la tutela inglesa y crearon algunos otros estados artificiales para mejor dividir, como el Líbano, donde la minoría católica maronita se alió con la potencia ocupadora para oprimir a las mayorías de origen chií y establecer un régimen reaccionario que estalló durante la guerra civil de los años setenta. En el resto del área, la formula colonialista fue la misma que se aplicó en el resto del mundo. Las minorías étnicas fueron elevadas al rango de aliados de los ocupantes y las mayorías a sufrir el yugo de la ocupación.

En este contexto, los Estados Unidos, que no eran una potencia hegemónica en el principio del siglo XX, no tuvo la posibilidad de entrar en esta repartición de rapiña de las potencias europeas vencedoras de este primer conflicto mundial. Luego de la Segunda Guerra, el papel indiscutible de los Estados Unidos como la primera potencia imperialista mundial hizo que el balance de fuerzas fuera desplazándose hacia su lado, no sin contar con la oposición de las potencias europeas que no querían desprenderse de sus botines alcanzados. El establecimiento del enclave yanqui en el Medio Oriente, el estado Sionista de Israel, hizo que esta relación de fuerzas se desplazara hacia el bando yanqui. Las alianzas con el régimen wahabita de Arabia Saudita, los golpes de Estado en Irán y la implantación de la dictadura de Mohammad Reza Pahlavi en los albores de los años cincuenta fueron parte de este desplazamiento.

La aparición de los movimientos nacionalistas árabes representados por el partido Baas en Irak y Siria, además del movimiento nacionalista egipcio encabezado por Nascer, desencadenaron una serie de conflictos armados en la zona que llevaron a afianzar al estado sionista como fuerza de ocupación en los altos del Golán, la franja de Gaza. En ese entonces el papel de gendarme lo jugó básicamente Israel, luego Irak durante la guerra contra Irán y posteriormente los mismos Estados Unidos durante la primera y segunda Guerra del Golfo.

El resquebrajamiento de los estados nacionales

Durante la primavera árabe del 2011, que inició en Túnez para extenderse hacia varios países del área, varias dictaduras fueron cayendo debido a la irrupción de un poderoso movimiento de masas. Este movimiento, en algunos países como Túnez y Egipto se dirigió básicamente a la consecución de objetivos democráticos burgueses, como la organización de elecciones. En otros como Libia y Siria tomaron la forma de una guerra civil. En el caso de Libia, el Estado creado luego de la Segunda Guerra durante mas de tres décadas, bajo la dictadura del coronel Gadafi, llegó a enfrentar episódicamente al imperialismo yanqui, sin dejar de mantener las relaciones comerciales con éstos y los otros países imperialistas europeos. La caída del régimen libio puso el país delante de una guerra civil que no ha cesado y ante la casi imposibilidad de re establecer un estado nacional con los rasgos del anterior. La experiencia de Libia, así como la experiencia del Sudán del Sur, pone en evidencia que los intereses de las potencias son debilitar ciertos Estados para poder obtener mayores ventajas sobre todo en materia de la explotación de los recursos energéticos que estos países poseen.

Dentro de este contexto, la creciente ola de intervenciones militares por parte de las potencias imperialistas pone en relieve la creciente contradicción que prima entre ellos y la magnitud de las diferencias en cuanto a sus intereses político-económicos.

Desde el inicio del conflicto, los estados de la UE se habían negado a establecer negociaciones con el gobierno de Bachar El Assad. El giro de la revolución ha hecho que las potencias hablen de nuevo de la posibilidad de retomar las negociaciones con el régimen para poner una salida al conflicto.

Dentro de este contexto, la intervención rusa pone en una posición de mayor fuerza al gobierno sirio. El peón de la OTAN en la zona, el gobierno de Erdogan, ha evocado luego de los recientes bombardeos que esta opción es bien posible. La canciller alemana, Angela Merkel también se ha pronunciado en ese sentido, no así el discurso de los franceses, antiguos amos de la región en conflicto.

La opción de encontrarse ante un nuevo escenario libio hace que la alianza inter imperialista pase a la ofensiva. La entrada de la aviación rusa no se hace sin el consentimiento tácito de los otros interventores. La prensa iraní se ha hecho eco de este nuevo escenario alentador bajo su perspectiva. El periódico reformador iraní Shargh ha calificado la intervención de las fuerzas de Putin como “razonable y pragmática” para mas adelante señalar que “si la iniciativa político militar rusa con el apoyo de Teherán logra la colaboración de los países de la región y de la comunidad internacional, será la única solución para salir del impasse” (Courrier International n°1301).

El sentido de la intervención rusa, no es solo de sostener a El Assad en el poder y conservar su base naval en el Mediterráneo, sino algo más consistente como lo apunta el cotidiano árabe parlante basado en Londres AL-Hayat, el cual apunta que “Es así que Rusia se transforma en el gendarme de Occidente en el Medio Oriente. Esto permite a todos encontrar sus marcas: los países árabes que se sienten acechados por los chiíes y amenazados por el Estado islámico, a Israel que prefiere el mantenimiento del régimen sirio que ha protegido sus fronteras” (ídem).

En el mismo sentido, la publicación bimestral Foreign Policy apunta más o menos en el mismo sentido. Según el director de la redacción de este medio David Rothkopf “nada asegura que el tándem ruso-iraní no ganara fácilmente a los extremistas. Y nada dice, según mi opinión, que este sea su objetivo en este momento. Lo que los rusos y los iranís se esforzarán por hacer es crear una cabeza de playa que les dará una ventaja decisiva en todo arreglo político en el futuro. Llegarán a mantener a El Assad al frente, ya sea a mantenerlo en el poder durante un periodo de transición, asegurándose de escoger o de vetar el sucesor” (28/09/2015).

Esto deja claro que la incapacidad para los yanquis de abrir otro frente en el área cuenta con la alternativa de recurrir a otros aliados para hacerle frente a la situación, todo con el mismo objetivo de pasar las aspiraciones de las masas bajo las armas y ahogarlas bajo las bombas.

Por otro lado las potencias agrupadas en la UE buscan una solución lo más rápida posible para mantener lejos de sus fronteras a las masas de refugiados y evitar darles el estatuto de refugiados de la misma forma como consideran ahora que Irak es un país seguro.

Por una salida socialista a la crisis

Los socialistas revolucionarios condenamos la intervención imperialista de cualquier potencia en el área. La salida para las masas es terminar con la guerra fratricida e inter religiosa impuesta por las corrientes reaccionarias.

Las bases del tratado Sykes Picot debe ser eliminadas por la acción del movimiento de masas y establecer en la región una Federación de Estados Socialistas del Medio Oriente.

Esta es una tarea colosal que pasa no solo por la caída del gobierno Sirio, si no por el avance de la revolución en el conjunto del área, principalmente por el triunfo de revolución palestina, el fin de la ocupación sionista.

Mesa de negociaciones 5+1 en Viena

Por Orson Mojica

El pasado 14 de Julio se firmó en Viena, Austria, el histórico pacto nuclear entre Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Irán, poniendo fin a un largo conflicto que se inició en 1979 con el triunfo de la revolución iraní, que rompió el statu quo imperialista en Medio Oriente.

Estamos ante la nueva estrategia de Estados Unidos, un imperialismo con grandes problemas, de sumar amigos y restar enemigos a través de las negociaciones diplomáticas, como lo hizo en su momento el imperio romano. Esta política no es una novedad en Medio Oriente. Ya existen el precedente de los acuerdos de Camp David, firmados en 1978 por el presidente egipcio Anwar El Sadat y el presidente israelí Menajem Begin, bajo la presidencia de Jimmy Carter; los Acuerdos de Oslo en 1993, entre Arafat y Rabin, bajo el patrocinio de Bill Clinton, y ahora el acuerdo nuclear con Irán, bajo la presidencia de Barack Obama

El programa nuclear de Irán

El Programa Nuclear de Irán comenzó bajo el gobierno del Shah Mohammad Reza Pahlevi en la década de 1950, fue suspendido en 1979 y reanudado en secreto varios años después. Desde entonces el gobierno iraní defendió su derecho a desarrollar su programa nuclear con fines pacíficos, mientras Estados Unidos encendió la alerta mundial sobre la inminente creación de armas nucleares.

Había muchos intereses contradictorios en juego. Israel era, con el apoyo incondicional de Estados Unidos, la principal potencia militar en Medio Oriente. También estaban los recelos de Arabia Saudita, el bastión de la rama suní del islam, enemigos acérrimos de los chiitas que comenzaban a extender su influencia en Siria, Líbano e Irak.

En 2002 un disidente iraní denunció que el enriquecimiento de uranio era apoyado por Rusia y China, vecinos de Irán. Y la escalada de presiones fue en aumento. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), adscrito a la Organización de Naciones Unidas (ONU), presionó por mayores inspecciones de las plantas nucleares iraníes. Y los enemigos de Irán se sumaban al coro de denuncias y presiones, en momentos en que, en el año 2003, se desarrollaba la invasión norteamericana contra Irak, que tiene una larga frontera con Irán.

El gobierno de Mahmud Ahmadinejad

El gobierno de Mahmud Ahmadineyad (2005-2013) representó al ala más dura de los ayatollahs chiitas en el poder. Fue una repuesta dura ante el asfixiante cerco del imperialismo norteamericano y las crecientes presiones de sus antiguos aliados de la UE.

El discurso altisonante de Mahmud Ahmadinejad reflejaba la firme decisión de los ayatollahs de defender su régimen hasta las últimas consecuencias. Pero detrás de las agresivas palabras de Mahmud Ahmadineyad se fueron operando progresivos acercamientos entre Estados Unidos e Irán, sobre todo en la interminable guerra en Irak, donde las milicias chiitas, influenciadas por Irán, colaboraban con las tropas norteamericanas, contra sus enemigos sunnitas.

El embargo petrolero

Como una forma de presionar al gobierno de los ayatollahs, la UE aplicó sanciones económicas contra Irán desde 2007 pero fue a inicios de 2012 que decretó un embargo contra las exportaciones de petróleo iraní, golpeando duramente su economía. Paralelamente, Estados Unidos aprobó leyes con efecto extraterritorial, que castigaba a los bancos y empresas que mantuvieran transacciones con Irán.

El 20% del petróleo iraní era exportado a Europa, pero el embargo fue mitigado porque China comenzó a importar más crudo iraní, aliviando las presiones económicas, pero aun así la economía iraní comenzó a sufrir los efectos del embargo y bloqueo imperialista.

El yihadismo es sunnita, no chiita

El terrorismo islámico o yihadismo es una ideología religiosa que utiliza el nacionalismo burgués o pequeño burgués árabe, en su lucha contra el imperialismo de las potencias occidentales. La defensa de intereses materiales (el petróleo, por ejemplo) adquiere la forma de una guerra religiosa.

Pero hasta el momento los principales grupos yihadistas (Al Qaeda y el Estado Islámico, solo para citar los más importantes) profesan la ideología religiosa del sunnismo, no del chiismo. Al contrario, los chiitas muestra tolerancia hacia otras religiones, como Hizbollah en Líbano, que incluso mantiene alianza con milicias cristianas contra el terrorismo de los sunnitas.

Este aspecto, poco analizado, fue la fuente del acercamiento secreto y paulatino entre Estados Unidos e Irán, primero en Irak y después en Siria.

El principal apoyo financiero de algunos grupos yihadistas es nada menos que Arabia Saudita

El enemigo común: el Estado Islámico (EI)

Como era de esperarse, la colaboración entre las milicias chiitas y las tropas de ocupación norteamericana, generaron una radicalización de los suniitas, y la desconocida organización del Estado Islámico (EI) se convirtió en una poderosa fuerza militar, con el apoyo militar y financiero de Arabia Saudita y los emiratos árabes, que temen profundamente la estabilización y consolidación de un gobierno chiita, en las fronteras de Arabia Saudita.

Si bien es cierto Arabia Saudita ha sido un incondicional aliado de Estados Unidos, en los últimos años han crecido las contradicciones entre ambos gobiernos, precisamente por el vuelco de Estados Unidos hacia los gobiernos chiitas en Irán, Irak, Siria y Líbano.

De manera increíble, las divisiones de la Guardia Republicana iraní, en acuerdo con Estados Unidos, y las diversas milicias chiitas de Irak, Siria y Líbano, son las fuerzas de choque contra las tropas del EI. Y el eterno conflicto en Yemen, donde Arabia Saudita ha intervenido militarmente para apoyar al decadente gobierno, solo se puede solucionar si toman en cuenta a los chiitas, es decir, a Irán.

El ascenso del gobierno moderado de Rohaní

Las sanciones económicas contra Irán convirtieron a este país en un paria internacional. Al final del camino, las sanciones tuvieron éxito en la medida en que crearon condiciones para el advenimiento del gobierno moderado del actual presidente Hasan Rohaní, que sustituyó al gobierno radical de Mahmud Ahmadinejad.

El ascenso de Rohaní representa el triunfo del ala negociadora de los ayatollahs, que consideraban que ante las presiones imperialistas, las negociaciones era el único camino posible para sacar a Irán de la postración económica. El verdadero líder de esta fracción negociadora es el ayatolá Ali Akbar Hachemi Rafsanyani, ex presidente del país, ex presidente del Parlamento, ex presidente de la Asamblea de Expertos, uno de los fundadores de la República Islámica.

A raíz de las protestas contra el fraude electoral en 2009, un síntoma realmente preocupante, este círculo cercano a Rafsanyani se encargó de convencer al ayatollah Jameine, una especie de monarca religioso, de la urgente necesidad de realizar cambios al interior del régimen. El gobierno de Mahmud Ahmadinejad ya había jugado su papel de contención de las presiones, se debía pasar a otra fase de reformas y negociaciones. Los cambios a lo interno iban acompañados de graduales cambios en la política exterior.

De hecho, las conversaciones secretas entre Irán y Estados Unidos comenzaron en 2013, antes de la elección de Rohani. Antes de ser elegido presidente, Rohani fue negociador nuclear. Al momento de anunciar el acuerdo con las potencias imperialistas, declaró satisfecho: “El compromiso constructivo ha funcionado. Hoy las principales potencias mundiales han reconocido que Irán es una potencia nuclear (…) Hoy es el primer paso, la declaración, el día del acuerdo se producirá cuando la ONU confirme su finalización, dentro de dos meses, entonces la UE y EE UU levantarán las sanciones e Irán actuará en consecuencia. El éxito de la puesta en práctica del acuerdo puede desmantelar el muro de desconfianza ladrillo a ladrillo. Nunca hemos perseguido las armas nucleares; existe una fetua del líder supremo que lo prohíbe” (El País, 15/7/2015)

Acuerdos firmados de rodillas

Contrario a lo que se ha difundido, los acuerdos significan enormes concesiones para Irán. No es casual el regocijo imperialista. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que vincula el levantamiento de las sanciones al hecho que la AIEA verifique en los próximos meses que Irán cumple con las condiciones del acuerdo. En las próximas semanas, Irán debe reducir sus reservas de uranio enriquecido de unos 12.000 a 300 kilos y desmantelar dos tercios de sus centrifugadoras para enriquecer uranio.

Hasta ese momento, se levantarán la mayoría de sanciones de la ONU. Sin embargo, el embargo de armas a Teherán se mantendrá durante cinco años más y de tecnología para la fabricación y uso de misiles durante ocho años. Si Irán incumple, las sanciones se volverán a imponer automáticamente en los próximos 10 años.

Tanto en Estados Unidos como en Irán, existen sectores que se oponen a dichos acuerdos por considerarlo una claudicación de sus respectivos gobiernos. No obstante, la realidad muestra que las condiciones impuestas a Irán son absolutamente lesivas, porque todo está condicionado a su cumplimiento unilateral.

El nuevo rol de Irán

La paradoja de la revolución religiosa de los chiitas es que ha creado la sociedad más laica de la zona. La juventud iraní es laica y pragmática. Este es el fenómeno social y generacional que explica el surgimiento del reformismo del actual presidente Rohani. Por ello, los actuales gobernantes iraníes han decidió poner fin al discurso que prevaleció desde 1979, es decir, han girado a la derecha renunciando al antiimperialismo.

Sobre el nuevo rol de Irán en Medio Oriente, Federica Mogherini, representante diplomática de la UE, declaró en una entrevista que a raíz del acuerdo nuclear, Irán “Ahora podrá desempeñar un papel clave para resolver la larga serie de conflictos que están incendiando Oriente Medio. Pensemos en Siria, en la labor de persuasión que podría ejercer con Bachar el Assad. Pensemos en el peso que ha tenido en Irak. Apoyó un gobierno de unidad nacional que reunía a chiíes, suníes y kurdos. Hoy podría hacer aún más”. (El Pais, 18/7/2015)

Los primeros cambios ya se sienten en la zona de Medio Oriente. Las fuerzas chiitas, influenciadas por Irán se retiraron de Adén, permitiendo el control de la Fuerza Común Árabe, liderada por Arabia Saudita. De esta manera, el estrecho de Bab el-Mandeb vuelve a hallarse bajo control de la OTAN

Algunos diplomáticos occidentales comienzan a hablar de una conferencia de paz en Siria, obviamente con el apoyo de Irán.

Las preocupaciones de Rusia

Hasta el momento, Irán representaba una segura frontera para Rusia, pero el futuro es incierto. Es casi seguro que la UE trate de comprar gas a Irán para sortear la dependencia que tiene en relación al gas ruso, cuyo suministro se ha complicado por el conflicto en Ucrania.

Los acuerdos nucleares con Irán resuelven viejos conflictos pero crean nuevas contradicciones en Medio Oriente.

Desfile de tropas del Estado Islámico (EI)

Por Orson Mojica

La reciente irrupción del Estado Islámico (EI) como una poderosa fuerza militar en una amplia zona de Irak y Siria está reconfigurando las fronteras en Medio Oriente, creando un serio problema al imperialismo norteamericano y europeo. Podemos decir, sin temor a exagerar, que la estrategia de George W Bush, a partir de la invasión a Irak en el año 2003, de diseñar el nuevo “Gran Medio Oriente”, ha fracasado estrepitosamente.

El surgimiento y fortalecimiento del Estado Islámico

¿Cómo explicar que en una década un grupo guerrillero casi desconocido haya tomado tanta fuerza? Al momento de la invasión a Irak, este grupo formó parte de la resistencia y se constituyó con el nombre de Yama’at al-Tawhid wal-Yihad (Comunidad del Monoteísmo y la Yihad). En 2004, cambiaron de nombre y se autodenominaron Tanzim Qa’idat al-Yihad fi Bilad al-Rafidayn (Organización de la Base de la Yihad en el País de los Dos Ríos). En 2006 se unió con otros grupos guerrilleros y pasó a llamarse Consejo de la Shura de los Muyahidines, para denominarse Dawlat al-’Iraq al-Islamiyya, Estado Islámico de Irak (EII). En 2013, volvió a cambiar de nombre y se denominó Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), para finalmente en 2014 llamarse simplemente “Estado Islámico (EI)”.

Estos constantes cambios de siglas reflejaban en el fondo un cambio en su concepción sobre cómo librar la “guerra santa” y también una ampliación de su área geográfica de influencia y de operaciones militares. El grupo guerrillero sunita iraquí terminó ampliando su radio de acción a Siria y otras naciones árabes, convirtiéndose en una amenaza contra el statu quo regional en Medio Oriente.

La ruptura con Al Qaeda

Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, la organización terrorista Al Qaeda, ha tenido el monopolio de la bandera yihadista. Pero los contragolpes militares de Estados Unidos contra su dirigencia, por un lado, y la irrupción y los recientes éxitos militares del EI, por el otro, han debilitado ese rol de Al Qaeda. Inicialmente, el EI era parte de Al Qaeda, pero rompieron relaciones cuando el EI decidió intervenir unilateralmente en la guerra civil siria.

La estrategia de Al Qaeda se basa en la coordinación de los grupos nacionales que deben luchar en el territorio de sus propios Estados, pero nunca se había propuesto construir un Estado, es decir, tomar y defender determinado territorio. En cambio, el EI apostó por una lucha panárabe que rompiera las fronteras, y en este punto tuvo enorme éxito en Siria, porque en la conciencia de las masas árabes está grabado profundamente el hecho de que constituyen una sola nación artificialmente dividida en diversos Estados.

Estas diferencias estrategias y tácticas entre Al Qaeda y el EI, reflejaban diferentes sectores sociales de apoyo. Al Qaeda reclutaba adeptos en sectores de clase media alta, con educación universitaria, mientras el EI reclutaba combatientes en sectores más plebeyos entre los sunitas de Irak. El EI comprendió correctamente que debía aprovechar la enorme crisis económica y social de Irak, especialmente la opresión de los sunitas, explotando hábilmente el desencanto con el gobierno chiita que es apoyado militarmente por Estados Unidos y también por Irán.

Para el EI el actual líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, se ha apartado de las enseñanzas de Osama Bin Laden, y por ello se reclaman sus verdaderos herederos.

La lucha por la reunificación de la nación árabe

Las fronteras de los actuales Estados árabes no fueron fijadas libremente por sus pueblos, sino que fueron producto de la firma de los Acuerdos Sykes-Picot, el 16 de mayo de 1916, una negociación secreta, en el transcurso de la primera guerra mundial, entre Gran Bretaña y Francia para dividirse los territorios coloniales en Medio Oriente.

El último intento serio por unificar la nación árabe, dividida ahora en varios Estados, la encabezó el general Gamal Abdel Nasser (1918-1970), presidente nacionalista de Egipto, pero fracasó. Desde entonces las burguesías árabes han sido incapaces de liberar a Palestina de la ocupación sionista, y de unificar la nación árabe en un solo Estado.

Irónicamente, el EI es por el momento la única organización que se ha planteado como tarea inmediata romper las fronteras actuales y luchar la reunificación de la nación árabe pero bajo la forma un Estado confesional. Esa gran tarea democrática no realizada, que sería enormemente progresiva si llegara a concretarse, se enturbia con el componente religioso confesional del yihadismo.

La proclamación del Califato

El sorprende salto que ha dado la pequeña organización guerrillera, hasta convertirse prácticamente en un embrionario Estado en una parte de Siria e Irak, no fue una casualidad. El EI nació en Irak, pero fue durante la guerra civil en Siria que logró crecer y fortalecerse, reiniciando operaciones al norte de Irak, aprovechando la división y en enfrentamiento mortal entre kurdos, sunitas y chiitas.

El descontento social contra el gobierno del ex primer ministro Nuri Al Malaki, le permitió reclutar a miles de nuevos combatientes, hasta convertirse en un temido ejército que conquistó rápidamente enormes extensiones al norte de Irak.

El EI ha instaurado el Califato en junio del año 2014, una nueva forma de Estado confesional en los territorios bajo su dominio, que contienen una población calculada en ocho millones de personas. La tan temida división de Irak, ya se produjo, ahora existe otro Estado en el norte de Irak y en el oriente de Siria, en una zona de población mayoritariamente sunita.

¿Quiénes financian al EI?

Qatar, Arabia Saudita y Kuwait son países que han financiado abiertamente a los grupos guerrilleros sunitas en Siria e Irak. Arabia Saudita es una potencia regional que compite contra Irán, por la influencia en el mundo árabe e islámico, y por eso financia a los grupos que combaten y debilitan a los Estados con gobiernos chiitas (Irán, Irak, Siria y Líbano).

Pero el EI es ahora relativamente autosuficiente. Ahora, con el territorio, población y recursos que controla, el Califato tiene un gobierno, con ministros, recursos económicos y recolección de impuestos. ¿Quién compra el petróleo que vende el EI? Es un misterio.

Nueva “santa alianza” imperialista

EL gobierno de Barack Obama presiona a las monarquías árabes sunitas para que no brinden apoyo económico al EI, mientras impulsa una alianza internacional de países creada en la reciente Cumbre de la OTAN, atrayendo a Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Dinamarca, Canadá, Australia y Turquía, con el objetivo de combatir al Califato creado por el EI.

El imperialismo europeo y norteamericano redoblará su presencia militar en Irak y Siria. Aunque el Secretario de Estado John Kerry ha dicho que no habrá soldados en el terreno, el propósito de esta nueva alianza imperialista es cercar financieramente al Califato, cortar las fuentes de abastecimiento, mientras entrega armas y dinero, y brinda información de inteligencia a las tropas chiitas y kurdas que combaten al Califato, creando condiciones para su aplastamiento militar.

Gobiernos chiitas dispuestos a colaborar con Estados Unidos

El avance militar del ejército del EI, calculado ahora en 80,000 hombres (30,000 en Siria y 50,000 en Irak), y la posibilidad que éste tome las ciudades santas del chiismo, Kerbala y Nayaf, provocó la airada reacción del gobierno iraní, el cual amenazó con intervenir militarmente en Irak, “sin límites”, si el EI se acercaba a las ciudades santas del chiismo.

Hace algunos meses, el gobierno iraní había declarado su oposición a la presencia militar norteamericana en Irak, pero recientemente el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo iraní, autorizó al general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, la unidad de élite de los Guardianes de la Revolución, a coordinar operaciones entre las fuerzas norteamericanas, iraquíes y kurdas.

Este acercamiento del gobierno iraní con Estados Unidos refleja las enormes contradicciones que plantea la realidad en Medio Oriente. Todos los gobiernos árabes comienzan a reacomodarse, en medio de sus roces y enfrentamientos abiertos y solapados, para combatir al nuevo enemigo común: El Califato. Los gobiernos chiitas de Siria, Líbano e Irán cierran filas con sus antiguos enemigos, para frenar al EI.

Ante el avance militar ininterrumpido del EI, en los últimos meses Irán ha sido el principal proveedor de armas a los phesmergas kurdos, que son las fuerzas que han contenido, con apoyo de la aviación norteamericana, la ofensiva del EI.

Alemania ha participado en intervenciones militares camufladas como fuerzas internacionales, en Kosovo en 1999 y en Afganistán en 2001. En el 2003 se negó a apoyar la intervención militar norteamericana en Irak, pero ahora ha roto esa política y por primera vez envía armas y pertrechos a los kurdos, para aminorar la dependencia de éstos en torno a Irán.

Las enormes contradicciones del EI

El EI tiene una ideología religiosa, reaccionaria hasta la médula, medieval. Se identifica con el wahabismo, una corriente religiosa radical dentro del sunnismo, la rama mayoritaria del Islam. Ataca furiosamente a los gobiernos chiitas de Irak, Irán, Siria y Líbano. Proclaman la necesidad de expandir el Islam en el mundo, aplicando la Sharía. Han proclamado el Califato, es decir, luchan por unificar la nación árabe pero instaurando un Estado confesional.

Esto, sin lugar a dudas, representa un ataque mortal al postulado democrático elemental del Estado Laico, que separa la religión de los asuntos del gobierno, y que ha sido una de las grandes conquistas de las revoluciones burguesas. Persiguen y liquidan a las minorías religiosas (armenios, yazidíes, cristianos, etc), consideradas herejes. Oprimen a las mujeres negándoles elementales derechos democráticos, obligándolas a mantenerse en las sombras del hogar. Decapitan a periodistas, privilegiando los metodos terroristas.

No obstante, el EI se enfrenta militarmente a la ocupación norteamericana en Irak, combate al gobierno chiita y al gobierno semi autónomo de los kurdos, todos impuestos por la invasión imperialista. Combate ferozmente a la dictadura de Bachar Al Assad, pero en las zonas bajo su control el EI ha impuesto un régimen dictatorial, que impide la expresión democrática de las masas y, lo más importante, impide la auto organización e independencia política de los trabajadores

Abrir la discusión

Indudablemente, la situación en Irak se nos plantea sumamente contradictoria. Los socialistas centroamericanos y la izquierda debemos abrir una discusión sobre la actitud a tomar.

De entrada debemos reafirmar nuestro rechazo a la intervención imperialista. Los conflictos interreligiosos deben ser resueltos democráticamente por las masas árabes, con los métodos que ellos decidan. Si hay algo que debemos rescatar es la lucha por la reunificación de la nación árabe, es la misma lucha que tenemos en Centroamérica, aunque las circunstancias sean totalmente diferentes.


Por Leonardo Ixim

Desde el 8 de julio hasta el pasado martes 5 de agosto Israel lanzó la operación Margen Protector contra la Franja de Gaza, como parte de su sistemática estrategia de terror contra el pueblo palestino. El terror ha sido en especial contra esta pequeña y hacinada franja de territorio, donde viven casi dos millones de palestinos, gobernada por Hamas, que en los últimos años ha sido la más golpeada de los planes genocidas del Estado de Israel.

Al cierre de esta edición Hamas dice no confiar en el acuerdo de cese al fuego auspiciado por Egipto y es posible que sigan las operaciones militares contra la infraestructura civil y miliciana en Gaza.

El objetivo de esta estrategia de terror es la sistemática eliminación del pueblo palestino o su subordinación como seres humanos inferiores en territorios controlados por el Estado de Israel. La destrucción dejada por los bombardeos israelíes durante la operación Plomo Fundido en 2012 no termina de reconstruirse; ahora tras la estela de destrucción de la reciente operación militar, la infraestructura básica queda totalmente dañada, en un área urbana densamente poblada.

El saldo de terror

Según cifras de la Oficina de Acción Humanitaria de Naciones Unidas, el saldo de destrucción en Gaza es el siguiente: 1.717 palestinos muertos, de los cuales 1,176 son civiles, 198 son milicianos y de 343 se desconoce su afiliación. 485.000 personas desplazadas en casas de acogida de la ONU. 1,5 millones de ciudadanos tienen dificultad de acceso a agua potable. Dos horas al día es el promedio que tienen los ciudadanos de Gaza de electricidad (antes de la ofensiva era de seis horas). 10.690 casas han sido derribadas. 141 escuelas han sido destruidas. Cinco hospitales han cerrado y una gran cantidad de mezquitas destruidas. Del lado israelí, sobre todo por la acción de los heroicos milicianos palestinos y de los tácticamente erróneos cohetes de Hamas, el saldo es de 67 muertos del lado israelí, de estas bajas, 64 son soldados y tres son civiles.

En el plano internacional Israel a nivel de la opinión pública ha quedado como el responsable de las atrocidades cometidas en Palestina, generándose una serie de movilizaciones en buena parte del mundo, algunas en Centroamérica, que han obligado a la ONU y a los gobiernos imperialistas a por lo menos protestar “por los abusos cometidos contra la población civil”.

En instancias de la ONU toda esta movilización internacional ha obligado a que altos funcionarios como la Alta Comisionada sobre Derechos Humanos Navanethern Pillay y el Consejo de Derechos Humanos, hayan calificado la acción militar israelí como crímenes de lesa humanidad. Ahora falta ver qué medidas concretas toman estas instancias desde siempre hegemonizadas por el imperialismo. De igual manera ha tomado fuerza una campaña de boicot a empresas con capital israelí o que comercian con el Estado de Israel.

El saldo político

Al interior de Israel, el conservador partido Likud se fortalece y con ello la capacidad de seguir aplicando políticas de ajuste hacia la población Israel y de exterminio al pueblo palestino, manteniendo la tambaleante la coalición de este partido con otros extremistas judíos y ultra derechistas. Aunque minoritaria y perseguida políticamente, se hace evidente una oposición cada vez más clara a las políticas guerreristas del establishment israelí.

En Palestina, Hamas, pese a tener oposición al interior de la Franja de Gaza por sus métodos que buscan imponer una teocracia, se vigoriza y sigue teniendo legitimidad en la población gazatí. Por su parte Al Fatah, que juega a la diplomacia de las concesiones, aguanta el constante aumento de asentamientos de colonos judíos ultra ortodoxos que funcionan como fuerza de choque y terror paramilitar contra la población palestina. El gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, controlada por Mahmud Abbas de Al Fatah, sigue impávido, mientras que al pueblo palestino se le acorrala más y se impide, por los cada vez más restrictivos controles en Cisjordania, su movilidad y el desarrollo de actividades básicas

La finalidad israelí de evitar el pacto entre Hamas y Al Fatah está más lejos que nunca y es posible que este pacto se consolide, lo cual es una oportunidad para el pueblo palestino y las organizaciones que se autodenominan socialistas como el FDPLP y el FPLP, para realmente exigir a este gobierno de “unidad” una acción firme contra el expansionismo israelí, el fin del bloqueo a la Franja de Gaza, el retorno de los refugiados palestinos, el control de las fuentes de agua potable

-otro instrumento de la política genocida israelí- y la apertura de las fronteras egipcias con Gaza.

La Unión Europea por su parte, muestra nuevamente su falta de independencia con respecto a la oligarquía transatlántica (EU-RU), la ausencia de política exterior propia, mostrada también en la crisis de Ucrania y a lo sumo corta fondos a empresas e instituciones israelíes que se establecen en los territorios ocupados palestinos.

EU, como ya mencionamos en un artículo anterior, ha metido en el fango a las distintas naciones de Oriente Medio, después de sus intervenciones, aduciendo razones humanitarias, tanto en Irak, como Afganistán, gobernadas en su momento por sátrapas del imperialismo, Sadam Hussein y los talibanes respectivamente, posteriormente convertidos en sus enemigos. Intervinieron en las revoluciones democráticas árabes, renovando a las castas gobernantes como en Egipto, Yemen y Túnez en menor medida, aplastando rebeliones como en Bahrein, oxigenando gobiernos autoritarios como en Arabia Saudita, Jordania y Marruecos e interviniendo en rebeliones legítimas contra dictadorzuelos, desviándolas como en Siria y Libia, que al igual que Irak, se encuentra balcanizada.

Turquía, el Reino Saudita y Qatar, muestran cierta independencia al apoyar por lo menos moralmente a Hamas, vía los vasos comunicantes con la multinacional Hermandad Musulmana, aliados incondicionales de Hamas, enemigos de los militares en Siria y Egipto. Hamas por su parte   estrecha lazos con estos gobiernos y se aleja de su antiguo aliado sirio.

Los imperialismos emergentes como Rusia, China y Brasil, -India se queda callada porque el nuevo gobernante Partido Nacionalista tiene vínculos con el sionismo- lo único que pueden hacer es protestar ante los abusos de Israel, mientras que los primeros dos, garantizan sus intereses en Siria e Irán, sosteniendo en el primero a la dictadura de Al Assad.

Sobre los dos Estados otra vez

En 1948 se crea, a instancias de la Asamblea General de la ONU, los dos Estados, Israel y Palestina. En los hechos el objetivo era que con el pretexto de formar un “hogar para los judíos” víctimas de genocidio por los nazis, habiendo cooptado el liderazgo judío, crear un Estado que sirviera de tapón a la revolución pan árabe en boga en esa época. Previo a eso, con la complicidad de las autoridades ingleses que tenían a Palestina como un Mandato dentro del Imperio Británico, se conformaron grupos paramilitares que aterrorizaron e iniciaron el doloroso éxodo del pueblo palestino.

Palestina estaba conformada por musulmanes, cristianos y una minoría judía. Durante la primera mitad del siglo XX el proletariado palestino, sin importar su religión, luchó conjuntamente contra la dominación turca primero e inglesa después, así como contra los intentos de la Alemania Nazi de aprovechar el sentimiento anticolonialista. Las élites musulmanas, cristianas y judías por su parte jugaron siempre a quedar bien con las distintas potencias coloniales.

Y es que el problema judío abordado por los grandes marxistas de inicios del siglo XX, quienes en todo momento abogaron no por la construcción de un Estado judío, por las consecuencias totalitarias en lo que respecta a asuntos étnicos y religiosos, sino por la resolución de este problema en Europa. En la creación del Estado de Israel se dio no solo en la imposición religiosa del judaísmo como religión única, sino la emigración de judíos europeos que bajo la ideología del sionismo conformaron una dominación étnica, subordinando no solo a árabes cristianos y musulmanes, sino judíos pre 1948 y de otras regiones como etíopes.

Del lado palestino, Hamas, pese a la tenacidad con que enfrenta al expansionismo israelí, su ideario y sus planes profesan la imposición de un Estado teocrático y la aplicación, al igual que los sionistas, de un estado mono étnico-religioso.

Tanto Hamas como Al fatah, representan sectores burgueses que buscan mantener control de áreas específicas y así negociar con el Estado sionista su cuota de poder. Nosotros, siguiendo la consigna que levantó el trotskismo morenista, consideramos importante la creación no de dos estados, sino de uno solo, la Palestina laica, democrática y no racista, por medio de la movilización tanto en los territorios ocupados y Gaza, presionando al gobierno de unidad a que se plante y condene los reaccionarios acuerdos de Oslo de 1991. Al interior de Israel, la creación de comités clandestinos de árabes israelíes -cristianos y musulmanes- junto a israelíes solidarios, de apoyo a la lucha del pueblo palestino.

De igual forma continuar con la movilización a nivel mundial para presionar la ONU a que por primera vez condene sancionando al Estado de Israel y que se haga el boicot a productos de empresas que comercian o que contienen capital israelí, que inician con el código de barras 749. Todo esto puede ser una forma para que a mediano plazo se logre que la población israelí se quite el velo de la ideología sionista

 

Por Leonardo Ixim

Durante 18 días Israel ha lanzado otra ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Esta ofensiva denominada “Margen Protectora” ha asesinado a más de 1,147 palestinos, el 80 por ciento de estos civiles y un gran número de niños; además de más de 6,000 heridos y la destrucción de infraestructura civil como escuelas, hospitales y edificios públicos.

El ejército israelí ha atacado usando artillería terrestre, misiles procedentes de aviones tripulados y no tripulados y naves situadas en el mar Mediterráneo. Gaza es una franja de tan solo de 350 km2 donde viven 1.5 millones de personas, considerada el área más densamente poblada del mundo. En esta agresión se han realizado masacres como la del barrio de Shayaía donde misiles de aviones F-16 y F-15 asesinaron a 80 personas.

A los ataques aéreos y marítimos se suma la incursión con vehículos y tanques en territorio de la Franja de Gaza, lo cual ha generado las primeras bajas de elementos militares israelíes en manos de la heroica resistencia palestina, de la islamista sunnita Hamas, pero también de las organizaciones socialistas del FDLP y FPLP.

Hamas por su parte, como parte de su derecho a la defensa, ha lanzado ataques de cohetes a territorio israelí, que han provocado la muerte de un poco más de 30 civiles israelíes; esto es usado por el Estado sionista para generar rechazo y odio entre la población israelí. La poca precisión en blancos militares de tales cohetes y la propaganda anti palestina, debería generar discusión en Hamas sobre si tales acciones favorecen la causa palestina.

Recordemos que la principal demanda palestina es el cese del bloqueo de Gaza por parte de Israel, situación que empeora las condiciones de vida de los palestinos, pues se bloquea el ingreso de productos de primera necesidad, afectando por ejemplo insumos necesarios para la optimización de la buena atención sanitaria en la franja, entre otras cosas. En esto el gobierno egipcio de Al Sisi es cómplice al cerrar la frontera entre Gaza y Egipto.

Nosotros consideramos, a diferencia de lo que opinan buena parte de los medios burgueses, los gobiernos de distinto tipo y la opinión pública manipulada por la ideología sionista, que esto no es un enfrentamiento entre dos ejércitos iguales, sino la agresión de una potencia militar y de un Estado que usa el terror contra un pueblo al que por más de medio siglo se la ha negado el derecho a la creación de una nación propia.

La geopolítica imperialista

Ante las evidentes acciones de terror contra el pueblo palestino y la indignación de buena parte de la población mundial, los gobiernos imperialistas como el de EU por medio del secretario de Estado John Kerry, lloran lágrimas de cocodrilo por los civiles muertos en Gaza, pero en todo momento siguen justificando los ataques israelíes. Esto también ha obligado a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas a condenar la agresión sionista y a calificar las acciones de “crímenes de lesa humanidad”, pero hasta ahora esto se ha quedado en palabras.

Sin embargo lo que está en juego aquí es el fracaso de la política de Obama para la región, desde la negativa del stablishment sionista de negociar la creación de un Estado Palestino, pasando por el reciente acuerdo entre Hamas y Al Fatah -la otra fuerza política representativa palestina que controla Cisjordania-, hasta el intento de derrocar al dictador Al Assad desviando la revolución siria y el fortalecimiento de grupos salafistas en Irak que con el respaldo de la población sunnita y de las reaccionarias monarquías sunníes buscan derribar al gobierno chiíta de ese país, aliado de EU y de Irán.

El único hecho que es un punto a favor -aunque parcial- tanto para la geopolítica imperialista y para el stablishment israelí es la entronización del militar golpista Al Sisi en Egipto y la ilegalización de la Hermandad Musulmana (aliada de Hamas), que es muy repudiada en la población de ese país. La casta militar que gobierna Egipto ha sido aliada de Israel, coadyuvando al bloqueo que éste impone a Gaza. Pero decimos parcialmente porque Al Sisi se ha vuelto aliado de Al Assad, compartiendo ambos dictadores el intento de neutralizar a la Hermandad Musulmana que ha sido parte de la oposición a los militares de ambos países. El gobierno sirio por su parte, pese a su retórica antiimperialista, prefiere mantener el status quo, no exigir la devolución de los Altos del Golán y encuadrar las organizaciones en los campos de refugiados palestinos en Siria.

Justificaciones para esta masacre

 La agresión “Margen Protector” se justificó por el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes; el gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, del partido conservador Likud, acusó a Hamas de ser responsable, pero esta organización islámica lo negó. Después de eso, una turba de colonos ultraderechistas judíos quemó vivo a un joven palestino; días después la policía israelí detuvo ilegalmente al primo de este, torturándole, para luego dejarlo libre.

Esto ocasionó que tanto en la margen occidental como en Israel, las masas de árabes palestinos salieran a protestar enfrentándose con la policía sionista. El asesinato de los jóvenes israelíes se da como parte de un plan concebido para debilitar el naciente pacto entre Hamas y Al Fatah que plantea crear un gobierno en común dentro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), una de las exigencias de la población palestina para hacerle frente a Israel; plan que solo cabe dentro del más perverso maquiavelismo de los servicios secretos israelíes.

Entonces, calculando la reacción popular y evitando que esto pueda estallar en un nueva intifada, el gobierno israelí ataca la Franja de Gaza, con el pretexto de destruir la capacidad militar, en su mayoría defensiva, de la resistencia palestina. El objetivo político inmediato es debilitar un supuesto gobierno de unidad en la ANP y completar los planes de exterminio o por lo menos de domesticación de la población palestina, obligándola aún más a la diáspora y a no exigir el establecimiento del Estado Palestino.

Por su parte, Al Fatah ha buscado ceder ante Israel, en base a los Acuerdos de Oslo de 1991 que traicionan el sentir de la población palestina, obligándola a aceptar las fronteras de 1967. Tal acuerdo establece que Palestina queda dividida en dos regiones distantes una de otra, Cisjordania y la Franja de Gaza con Jerusalén oriental como capital, además con el derecho de usar la zona económica marítima en frente de las costas de Gaza rica en gas y pesca, y el regreso de los palestinos del éxodo. Hamas, pese a que en el discurso se opone al Estado de Israel, prefiere mejor asegurar una franja de territorio bajo su control y buscar un acuerdo.

Pero el stablishment israelí no busca la existencia del Estado Palestino, en contraposición a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La política de asentamientos ilegales en Cisjordania, la cada vez más restringida movilidad de los palestinos en esa área y el uso de turbas extremistas de colonos, lo atestigua. Además es evidente cómo ministros y diputados de la extrema derecha judía hacen un llamado a exterminar a la población palestina. Al cierre de esta edición el Parlamento israelí acaba de nombrar a un nuevo presidente -cargo simbólico- sustituyendo al laborista Simon Perez por el extremista Rueven Rivlin.

¿Dos Estados?

 Los acuerdos de Oslo establecen la creación de dos Estados, uno Israelí y otro Palestino, dividiendo a Jerusalén como capital de ambos. Esto responde a la naturaleza pro imperialista del Estado de Israel y al carácter reaccionario de la clase dominante israelí, que tergiversando el deseo de la población judía de estar cerca de sus lugares sagrados, elaboró toda una ideología, el sionismo, para discriminar y expulsar a la población musulmana y cristiana, que también tienen sus lugares sagrados en Jerusalén. Sin duda la raíz es la naturaleza totalitaria de estas religiones al autoproclamarse cada una los elegidos por dios.

Pero el tosco anti-semitismo islámico de Hamas no es nada ante el sofisticado racismo sionista que aparentando una democracia liberal busca establecer un Estado teocrático. La clase dominante israelí, usa el odio al pueblo palestino para maquillar las desigualdades con que las políticas de austeridad afectan al proletariado de Israel. De igual forma, la represión contra organizaciones sindicales, de derechos humanos y de izquierda que protestan por tales desigualdades y por la agresión al pueblo palestino, es una constante en la supuesta “única democracia del Medio Oriente”.

Mientras, el 25 de julio se logró el acuerdo de una tregua de 12 horas entre el primer ministro israelí y Hamas. La comunidad internacional está tratando de que se acuerde una tregua humanitaria de una semana, algo a lo que Israel se niega.

Como PSOCA nos solidarizamos con la lucha del pueblo palestino y llamamos a exigir a los gobiernos centroamericanos a que corten relaciones políticas y económicas con el Estado sionista. Hacemos un llamado a la unidad del proletariado de Israel y de Palestina, a luchar contra la clase dominante sionista y destruir ese engendro de Estado apéndice del imperialismo, pues tal como plantearan Lenin, Rosa, Trosky o Gramsci, la solución al problema judío no está en la creación de un “Estado Judío” como horrorosamente aceptó Stalin en 1947, sino el cese de la discriminación contra los judíos. De igual forma llamamos al pueblo palestino a no confiar en las direcciones de Hamas y Al Fatah porque buscan en todo momento mantener la reaccionaria idea de dos Estados y convertirse en sectores burgueses dependientes de Israel, manteniendo sus cuotas de poder. Por tanto llamamos a establecer la Palestina laica, democrática y socialista, donde convivan las tres religiones y no haya discriminación étnica ni de ningún tipo.


Por Orson Mojica

No se puede comprender lo que pasa actualmente en Irak, sin estudiar la división del islamismo en dos corrientes, sunitas y chiitas, que invocando a Alá se enfrentan hasta la muerte. Sunitas y chiitas no son razas o etnias diferentes, sino corrientes de una misma religión, de la misma manera que el cristianismo está dividido entre católicos y protestantes.

Pero más que una división religiosa, lo que existe en Irak es un enfrentamiento entre sectores sociales que utilizan la religión para defender sus intereses materiales, especialmente el pleito por el reparto de la renta petrolera. Los sunitas, una minoría de la población, eran dominantes bajo el gobierno de Sadam Hussein. La intervención militar norteamericana le dio el poder al chiitas, quienes ahora persiguen y aniquilan a la minoría sunita. Los roles se invirtieron. Ahora los sunitas son la minoría oprimida y, por lo tanto, cuestionan de diferentes formas el resultado de la intervención imperialista.

Conflicto entre potencias islámicas

No puede entenderse el ya eterno conflicto bélico en Irak sin tomar en cuenta que tras bastidores existe un conflicto entre Irán, bastión de los chiitas, y Arabia Saudita, bastión de los sunitas. Este conflicto reviste formas de enfrentamiento religioso (chiitas versus sunitas) pero en realidad es una pugna por la hegemonía dentro de Medio Oriente.

Irán apoya a Hezbollah en Líbano, a la dictadura de Al Assad en Siria y, por supuesto, a su vecino Irak, cuyo gobierno es controlado por los chiitas. En cambio, Arabia Saudita y su aliado Qatar financian a los grupos de la resistencia iraquí, que en su mayoría son islamitas, incluido al EIIL.

El creciente poderío del EIIL

La organización Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) era hasta hace poco, una organización guerrillera islámica, sin mayor peso militar. No obstante, ha logrado confluir con la base social descontenta del antiguo partido Baaz, de Sadan Hussein, dando un salto espectacular a nivel militar, agrupando a 15,000 combatientes, una fuerza importante pero minoritaria en relación a la población de Irak. El EIIL rompió sus nexos con Al Qaeda, que plantea una Yihad universal, para desarrollar una Yihad local, concentrada en los territorios de Irak y Siria, contra la influencia chiita.

La toma de Mosul y Tirkit, importante ciudades del norte de Irak, por los yihadistas, y su rápido avance hacia Bagdad, han colocado a Irak nuevamente en el camino de la guerra civil y del enfrentamiento fratricida entre musulmanes.

Al Maliki gira temporalmente hacia las milicias chiitas

En realidad, detrás del sorpresivo avance militar del EIIL se oculta una vigorosa rebelión contra el gobierno cipayo de Al Maliki, que es un cuestionamiento a los resultados de la invasión imperialista. No todos los grupos chiitas aceptan la intervención imperialista.

Para fortalecer la construcción del nuevo ejército regular de Irak, diseñado y controlado por Estados Unidos, Al Maliki combatió y desarmó a una parte de las milicias chiitas, pero ante el avance del EIIL ha vuelto a apoyarse en estas, llamando a la movilización contra los “terroristas”.

Las milicias chiitas más importantes son Asaib Ahi al Ha, el Ejército del Mahdi, Badr, Kataeb Hezbolá y los Caballeros de la Esperanza del Consejo Supremo Islámico de Irak (CSII).

Al Maliki ha optado por resistir al máximo, amenazando incluso con la guerra civil, pero para mejor negociar la formación del nuevo gobierno. En este camino, contó inicialmente con el apoyo del gran líder espiritual de los chiitas, Alí Al Sistani, quien el 13 de Junio llamó a los chiitas a tomar las armas: "Los ciudadanos que puedan tomar las armas para luchar contra los terroristas tienen que presentarse como voluntarios en el Ejército para realizar este objetivo sagrado (…) Irak y el pueblo iraquí se enfrentan a un desafío grande y un peligro tremendo".

No obstante, su posición cambió días después, siendo similar a la del gobierno de Obama, llamando a formar un gobierno de Unidad Nacional: “Es necesario entablar un diálogo entre los bloques ganadores [de las elecciones del pasado abril] para que se forme un Gobierno que obtenga la aprobación nacional” (El País, 22/06/2014).

Sistani mantuvo una actitud de colaboración ante la invasión norteamericana del 2003, criticando solamente sus excesos. Ha sido un elemento clave para la creación de un nuevo orden semicolonial en Irak.

La estrategia de sobrevivencia de Al Maliki es clara: "Hay que apostar por el trabajo civil y las operaciones militares contra los terroristas; y por el seguimiento del proceso político con la celebración de una reunión del Parlamento para elegir a su presidente y formar un Gobierno" (ABC, 26/6/2914).

Los kurdos ganan más peso y autonomía

El gobierno autónomo kurdo ha aprovechado la crisis para exportar directamente petróleo a través del puerto turco de Ceyhan, creando un serio conflicto por intereses económicos con el gobierno central en manos de los chiitas. Hasta el momento, solamente el 17% de los ingresos petroleros quedan en manos del gobierno autónomo kurdo.

La ofensiva militar del EIIL obligó al ejército iraquí a replegarse, dependiendo de los peshmergas (milicias kurdas) para contener el avance militar de los islamitas.

Mazud Barzani presiona por la constitución de un Estado Kurdo: “Durante los últimos diez años hemos hecho todo lo posible (…) para construir una nueva democracia en Irak, pero tristemente, no lo hemos conseguido. Ha llegado el momento de que el pueblo del Kurdistán decida su propio futuro y la decisión del pueblo es lo que vamos a reclamar” (El País, 24/6/2014).

Las preocupaciones del imperialismo yanqui

Ante el giro de la ofensiva militar del EIIL y del descontento contra el gobierno de Al Maliki, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, tuvo que realizar una rápida visita a Irak, presionando al gobierno de Al Maliki a constituir un gobierno de unidad nacional, que incluya a kurdos y sunitas.

En una conferencia de prensa Kerry declaró que “Irak afronta una amenaza existencial y sus dirigentes tienen que tomar decisiones para responder a ella, (nuestro apoyo) será intenso y sostenido si los líderes iraquíes toman las medidas necesarias para unir al país” (El País, 23/6/2014).

Al día siguiente volvió a insistir: “Es un momento crítico para Irak y la formación de un Gobierno es el principal reto” (El País, 24/6/2014).

La administración Obama se ha negado a enviar tropas al terreno de combate, y más bien ha presionado a todos sus aliados en Medio Oriente para que no envíen armas y ayuda material a la guerrilla del EIIL, presionando al mismo tiempo al gobierno de Al Maliki para dar paso a un gobierno de unidad nacional.

La posibilidad del desmembramiento de Irak en tres Estados (Kurdos, sunitas y chiitas) aterroriza al imperialismo norteamericano, por eso presionan por la integración política de las fracciones en guerra.

El resultado de las elecciones y el pleito por el nuevo gobierno

Pero no estamos ante un pleito solo entre sunitas y chiitas, ya que estas dos corrientes religiosas no son homogéneas. La ofensiva militar del EIIL ha intensificado la lucha política en Bagdad y el pleito entre grupos chiitas por la formación del nuevo gobierno, así como entre kurdos que presionan por consolidar su autonomía.

A pesar que el partido Dawa (“Estado de Derecho”), del primer ministro Al Maliki ganó 92 de los 328 escaños del parlamento, no reúne los votos necesarios para formar gobierno. Aquí es donde se intensifica el forcejeo.

La alianza Al Ahrar, (chiita) que aglutina al movimiento Sadrista, del clérigo radical Muqtada Al-Sadr, quien fue reprimido en 2008 por el gobierno de Al Maliki, obtuvo 24 escaños (pero aglutina a 7 representantes mas). El partido chiita Al Watanya, que lidera el exministro Iyad Allawi, quien gobernó en el periodo 2003-2004, obtuvo 20 escaños. La alianza Al Muwatin (chiita) que dirige Al Hakim, presidente del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak, obtuvo 29 escaños. El partido Asaib al Haq, chiita pro iraní, obtuvo 3 escaños. El partido Fadilah, Partido de la Virtud Islámica (chiita), obtuvo 6 escaños. El partido Al Islah (chiita), que dirige el ex primer ministros Ibrahim al-Yaafari, obtuvo 6 escaños. Fuera de los 92 votos de Al Maliki, los diferentes partido chiitas suman 95 votos en disputa.

En relación a los sunitas, la alianza Al Muttahidun que encabeza Al Mutahdun obtuvo 23 escaños. La alianza Al Arabiya obtuvo 10 escaños. Los sunitas suman apenas 23 votos

El KDP (Partido Democrático del Kurdistán) que dirige Massoud Barzani obtuvo 19 escaños. La UPK (Unión Patriótica del Kurdistán) que lidera Yalal Talabani, obtuvo 13 escaños. El partido Gorran (Movimiento por el Cambio) obtuvo 16 escaños. Otros grupos kurdos suman 13 escaños más, para totalizar 61 escaños de los kurdos.

Los demás escaños están asignados a otros grupos minoritarios. Bajo la presión militar del EIIL se están forjando las más inverosímiles alianzas entre kurdos, chiitas y sunitas, para conformar el nuevo gobierno, teniendo como gran árbitro al imperialismo norteamericano.

El rol de Rusia y China

En este contexto no debe subestimarse el rol de Rusia y China, como imperialismos emergentes que tienen intereses que defender en Irak. Rusia ha enviado ayuda militar, entre armas y aviones, para que el gobierno de Al Maliki resista las presiones de Estados Unidos y derrote la ofensiva del EIIL.

China compra la mitad de la producción de petróleo de Irak, un cambio en las reglas del juego afectaría directamente la economía China. Tanto Rusia como China no permitirían una intervención militar sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, donde ambos tienen derecho al veto.

Abajo la guerra confesional, por una salida revolucionaria

Efectivamente, Irak corre el peligro de la desmembración. Es urgente la unidad de acción de todas las fracciones en pugna (especialmente la unidad de los trabajadores y las masas populares chiitas, sunitas, Kurdos y otras minorías) para luchar contra el verdadero enemigo: la intervención militar del imperialismo norteamericano, el juez foráneo que decide el futuro de Irak.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a la unidad de acción antiimperialista, que permita derrocar al gobierno cipayo de Al Maliki, expulsar a las tropas yanquis, conquistar la independencia política que permita convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, libre, soberana y democrática, que permita construir un Estado laico, en donde convivan todas las religiones, y que sea el pueblo iraquí el que decida democráticamente como repartir o utilizar esa gran riqueza petrolera.

 

Por Manuel Sandoval,

Bandera Roja No 98, Octubre 2013

Continuación de la polémica sobre las posiciones que levanta la Liga Internacional de los Trabajadores en el Medio Oriente

En un artículo anterior, discutiendo las posiciones de la LIT-CI con relación a la guerra civil en Siria, señalábamos que después de controlar y frenar el proceso revolucionario en Libia, el imperialismo yanqui (a través de los agentes kataríes primero y después por medio de los saudíes) se lanzó a una operación riesgosa, trasladando a Siria miles de jihadistas, a fin de repetir la experiencia de Libia y distorsionar el ascenso revolucionario contra la dictadura de los Assad. Decíamos incluso que en alguna medida se estaba repitiendo una movilización de jihaidistas como la que había habido en los años ochenta, patrocinada por la CIA, hacia Afganistán.

Hay que constatar ahora, sin embargo, que a partir del golpe militar en Egipto contra el gobierno de la Hermandad Musulmana, y la represión brutal que lo ha seguido, hay un replanteo de la ofensiva yanqui contra el régimen de los Assad, que ha congelado la amenaza de una intervención directa (con violentos bombardeos de los yanquis y otras potencias imperialistas) para revertir a favor de la oposición la relación de fuerzas sobre el terreno. Más aún, los rusos han abierto una negociación en torno a la entrega por parte de Assad del armamento químico, negociación que podría extenderse a algún tipo de recambio, de fachada, de la dictadura. Ya se anunció, además, la reapertura de negociaciones entre el régimen iraní y la ONU, en torno al desarrollo del programa nuclear iraní, lo que indudablemente podría ser un elemento importantísimo para enfriar el clima bélico en Washington.

Hemos señalado que Egipto es un país clave para la estabilidad del Medio Oriente, por el peso que tiene en el mundo árabe, con más de 80 millones de habitantes y una clase obrera muy combativa. Aunque Washington haya criticado la represión desatada por los militares, no puede condenar el golpe y mucho menos arriesgarse a que los militares no logren estabilizar el país. Arabia Saudita, que favoreció el golpe, ha facilitado una ayuda de 5000 millones de dólares para que el país no se hunda económicamente, a la par que Washington mantiene la ayuda militar por más de 1200 millones de dólares (la segunda más importante, después de la que recibe Israel).

Aunque muchas de las corrientes salafistas a las que Washington les facilitó la entrada a Siria, son enemigas de los Hermanos Musulmanes de Egipto (considerados muy moderados), la represión que enfrentan a manos del ejército egipcio, ha sido vista como una maniobra norteamericana para impedir el surgimiento de un estado teocrático (conforme a la Sharia: la ley islámica) en este país. Las corrientes salafistas (como Al-Qaeda en los tiempos de Bin Laden y sus proyecciones de ahora) son sectas burguesas, con un grado de autonomía importante. A los ataques del ejército egipcio e Israel contra campamentos de jihaidistas en la Península de Sinaí, ha sucedido una escalada de bombazos mortíferos en Irak, Pakistán y Yemén, y un recrudecimiento del enfrentamiento sectario dentro del campo rebelde en Siria, lo que da idea claramente de un tensionamiento entre Washington y un abanico de grupos salafistas que multiplican las declaraciones en su contra.

Pareciera que Obama ha caído en cuenta (Putin ha jugado un papel clave en este sentido) de que al levantar el salafismo en Siria, está contribuyendo a desestabilizar la región aún más y provocando la fractura de Irak, con resultados impredecibles. La debilidad del imperialismo yanqui (expresada patéticamente en la reticencia del Parlamento inglés a acompañarlo en la aventura contra Siria y las dificultades para hacer un consenso en el mismo Washington), saltan a la vista.

A lo que se añade, como decíamos más arriba, el impacto de la represión de los militares egipcios a las multitudes que demandaban el retorno de Morsi y los Hermanos Musulmanes al poder. Reflejando la inquietud que ha despertado en los círculos imperialistas la situación en este país, el New York Times advertía hace unos días del peligro de que se convierta en un semillero gigantesco de “terroristas”.

La LIT-CI ha hecho un esfuerzo importante de elaboración sobre la situación en Egipto y Siria, con la intención de ganar militantes en los países árabes, donde la situación de la izquierda podría resumirse, diciendo que a la atomización y marginalidad de los grupos, se añade una falta angustiosa de programa para impulsar la movilización obrera y popular con una perspectiva de abrir paso a la revolución socialista.

Los análisis y las políticas que levanta la LIT-CI, desgraciadamente, sólo añaden más confusión al desconcierto general.

Hemos venido denunciado, que cuando la LIT-CI le pide a Obama que arme a los rebeldes sirios, está alentando la intervención del imperialismo yanqui. La política frente al golpe militar en Egipto, en medio de una maraña de posiciones ultraizquierdistas que rechazan cualquier unidad de acción con los Hermanos Musulmanes contra los militares golpistas, no es mejor, porque esta posición sectaria hace seguidismo a la capitulación de la izquierda egipcia a los militares.

Un movimiento de masas confundido sobre el rol de los militares

El proceso revolucionario que se abrió en Egipto en el 2011, como parte de la Primavera Árabe, ha tenido un desarrollo muy contradictorio: el ejército, al destituir a Mubarak y ahora a Morsi, se ha ganado la simpatía de un sector importante del movimiento de masas, que no ha logrado entender que los militares han intervenido en las dos ocasiones para impedir que las masas hagan saltar por los aires el régimen político egipcio.

En la conciencia de sectores populares importantes, hay una gran confusión sobre el rol que juega el ejército. Por una parte es la institución sobre la que se desarrolló la dictadura de Mubarak, con toda la corrupción y violencia contra el movimiento de masas que la caracterizaba, pero al mismo tiempo, gracias a la trayectoria del nasserismo, aparece todavía como el garante de la unidad del país.

Esta corriente nacionalista burguesa que abolió la monarquía, nacionalizó el Canal de Suez en 1956, y resistió la presión de las potencias imperialistas e Israel en varios conflictos militares (1956, 1967 y 1973), hizo importantes concesiones al movimiento de masas. Nahuel Moreno, el fundador de la LIT-CI, en su momento la comparó con el fenómeno del peronismo en Argentina y señaló que el régimen de Nasser era bonapartista sui-géneris, porque se apoyaba en el movimiento de masas para resistir la presión imperialista.

Aunque la cúpula militar está profundamente entregada al imperialismo yanqui desde la subida al poder de Sadat (después de la muerte de Nasser) y los acuerdos de paz con Israel en Camp David (1978), los posicionamientos contra Mubarak y Morsi, para contener la movilización de masas, han hecho que el ejército se prestigie y pueda cooptar parte de la izquierda y la conducción de los sindicatos independientes. Kamal Abu Eita, hasta hace poco Presidente de la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes, como Ministro de Trabajo llama todos los días a cesar las huelgas y producir. El núcleo fundador de Tamarod (Rebelión), frente juvenil y de izquierda que llamó a la movilización contra Morsi, en medio de las matanzas contra los Hermanos Musulmanes hace eje en la denuncia de los ataques a Iglesias coptas y las agresiones de “los terroristas islámicos” para justificar su apoyo al golpe militar.

Estos colaboracionistas no quieren entender, que la represión de los militares no se va a ver limitada a los Hermanos Musulmanes, sino que apunta a hacer retroceder violentamente a todo el movimiento de masas. La liberación de Mubarak hace pocos días es la mejor evidencia del programa contrarrevolucionario de los militares.

Para la LIT-CI no hay diferencia entre los Hermanos Musulmanes y el ejército

En sus análisis sobre Egipto, la LIT-CI viene insistiendo en que pese a la fuerza del ascenso del movimiento de masas, el régimen permanece casi incólume, articulado en torno al ejército, que controla incluso un gran sector de la economía. La movilización sólo habría logrado deshacerse de varios gobiernos (el de Mubarak, el primer gobierno militar con el general Tantawi al frente, y ahora Morsi) sin conseguir desplazar al ejército del poder. Lo que no es un gran problema para la LIT-CI, porque en sus análisis está implícita la idea de que la revolución continuará avanzando hasta que caigan los militares, es decir, hasta que el ejército termine siendo destruido en medio de un alzamiento popular incontenible.

Esta insistencia en que el régimen no ha cambiado, tiene un propósito: enfatizar que entre los Hermanos Musulmanes y los militares no hay mayores diferencias y que habría que rechazarlos por igual. El esquematismo de la LIT-CI nos parece por eso muy peligroso.

Con la caída de Mubarak y la subida al gobierno de Morsi, otro tipo de instituciones comienza a regular, junto al ejército, el funcionamiento del estado egipcio: para desviar el movimiento de masas se empezó a echar mano al mecanismo electoral y a los partidos políticos. Para la LIT-CI, sin embargo, todo ha seguido casi igual y nos presenta a los Hermanos Musulmanes como si fueran parte del aparato militar, pese a que durante casi medio siglo fueron la oposición burguesa al nasserismo y los militares, estuvieron ilegalizados la mayor parte del tiempo y que para controlar al movimiento de masas levantan un programa diferente al de la cúpula militar (brazo directo del imperialismo yanqui) centrado en la constitución de un estado islámico.

Es un proyecto bonapartista y reaccionario, que provocó que en menos de un año, Morsi, al intentar imponer una constitución islámica, desatara una gigantesca movilización en su contra que movió a los militares a sacarlo del gobierno preventivamente. La LIT-CI, con su metodología simplista: el régimen no ha cambiado, no hay mayor diferencia entre Morsi y los militares, la revolución se profundiza, saca entonces la conclusión de que la movilización de los Hermanos Musulmanes contra el golpe es contrarrevolucionaria y no podemos bajo ninguna circunstancia ser parte de la misma.

Como hay militantes egipcios y árabes que comienzan a conocer las posiciones de la LIT-CI, queremos señalar por eso todo lo contrario: un militante socialista que no impulse la movilización contra el golpe, contribuye a que los militares se “afiancen” en el gobierno y los Hermanos Musulmanes recuperen terreno, apareciendo como la oposición a los militares, después del retroceso que tuvieron por el desastre del gobierno de Morsi.

La política trotskista: unidad de acción con los Hermanos Musulmanes contra la represión, sin confundir banderas

Ante las críticas que ha recibido, la LIT-CI viene mediatizando su política. De la Declaración del 24 de julio: “Ninguna confianza en el nuevo gobierno títere de los militares y el imperialismo”, pasa a denunciar el 16 de agosto: “Los militares no atacan sólo a la reaccionaria Hermandad Musulmana sino a todo el pueblo”. Cierto, pero lamentable, porque el eje de su política sigue siendo condenar las movilizaciones de los Hermanos Musulmanes.

La LIT-CI es incapaz de entender la necesidad de la unidad de acción, incluso con los Hermanos Musulmanes contra los militares golpistas. Encuentra más fácil descartarla de tajo, porque es incapaz de levantar un programa de independencia de clase. La LIT-CI no entiende que el problema de hacer unidad de acción con los Hermanos Musulmanes, es no confundir las banderas. A la consigna de FUERA LOS MILITARES, nosotros no le añadimos, como hacen los Hermanos Musulmanes: ¡Por el regreso de Morsi al poder! Nosotros planteamos un gobierno de los sindicatos, las organizaciones de mujeres y la juventud, que convoque una Asamblea Constituyente Revolucionaria.

Esto marca un límite muy preciso a una posible unidad de acción con los Hermanos Musulmanes, pero permite tender un puente hacia el sector de masas que se está movilizando detrás de ellos y que enfrenta una represión feroz de los militares. No podemos salir a la calle, como propone la LIT-CI, a denunciar como contrarrevolucionarias las movilizaciones contra los militares, y anunciar al mismo tiempo que estamos por elecciones pero con los Hermanos Musulmanes ilegalizados. (“¡No a la vuelta de Morsi! ¡No a las movilizaciones contrarrevolucionarias y confesionales de la Hermandad! ¡Ningún derecho democrático ni de expresión para la Hermandad y sus líderes políticos mientras se movilicen por el retorno de Morsi! …”) Declaración del Secretariado Internacional del 15 de agosto.

Por eso tampoco hacemos, como lo propone la LIT-CI, un llamado a que la justicia burguesa, instrumento de los militares, procese a Morsi. Pedimos su libertad, y que cualquier acusación (particularmente por la represión a las manifestaciones inmediatamente anteriores a su caída) se haga ante tribunales populares electos por las organizaciones de masas.

Contra las enseñanzas de Trotsky y Moreno

Las posiciones ultraizquierdistas de la LIT-CI rechazando cualquier unidad de acción con los Hermanos Musulmanes son una vergüenza para el movimiento trotskista. Nuestra corriente surgió en los años treinta, en medio de una lucha intransigente de Trotsky contra la política del estalinismo en Alemania, que dividía el movimiento obrero y lo paralizaba frente al ascenso del nazismo, al denunciar como la amenaza principal para el movimiento obrero a la social democracia (“el social fascismo”). Incansablemente, en centenares de artículos y panfletos, Trotsky llamó a constituir un frente único obrero contra el fascismo. La política ultraizquierdista del estalinismo y la pusilanimidad de la socialdemocracia permitieron que Hitler llegara al poder en 1933. Hecho que Trotsky señaló como la piedra de toque de la inoperancia de la III Internacional, llamando a partir de ese momento a la constitución de una nueva Internacional.

Moreno, fundador de la LIT-CI no se cansó de educar en la necesidad de la más amplia acción en la lucha contra las dictaduras del Cono Sur, manteniendo al mismo tiempo la independencia de las organizaciones del movimiento obrero. Nuestra obligación número uno en Egipto, es impulsar la unidad de acción más amplia posible (incluso con los Hermanos Musulmanes y otras corrientes burguesas) contra los militares golpistas.

Es curioso que la LIT-CI le dé la espalda a la Hermandad Musulmana, que conserva una presencia importante en el movimiento de masas, que tenemos que intentar arrebatarle, y que no le dé el mismo trato condenatorio a las guerrillas salafistas que operan en Siria al servicio del imperialismo, verdaderas sectas en guerra con la movilización independiente de los sectores populares.

La cúpula de la LIT-CI debería preocuparse más por las cosas que dice.

Más de 150 mil han sido asesinados, cientos de miles han sido heridos y discapacitados, millones de personas han sido desplazadas dentro y fuera de Siria. Ciudades, pueblos y barrios han sido destruidos total o parcialmente, usando todo tipo de armas, incluyendo aviones de guerra, misiles Scud, bombas y tanques, todo pagado con sudor y sangre del pueblo sirio. Esto bajo el pretexto de defender la patria y lograr el equilibrio militar con Israel (cuya ocupación de tierra Siria es, de hecho, protegida por el régimen sirio, el cual no contestó ninguna de sus continuas agresiones).

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