Urna_Voto

Por Olmedo Beluche

El sistema político electoral panameño hace aguas por todos lados y empieza a hundirse. Cada día queda más claro ante la ciudadanía que, aunque cada cinco años acudimos a las urnas, estamos ante un modelo político completamente antidemocrático. La crisis se expresa bajo diversas formas.

Estamos ante un Código Electoral elaborado bajo el régimen militar cuyo objetivo era establecer una “democracia” controlada. El cual tuvo diversas reformas a partir de la invasión norteamericana de 1989, pero que siempre mantuvo como norte que el aparato estatal no saliera de las manos de un reducido número de políticos y sus dos partidos fundamentales.

Este Código Electoral, mediante diversos mecanismos tramposos, ha impedido sistemáticamente el surgimiento y consolidación de partidos políticos alternos. Y no nos referimos, sólo a nuestro caso, la última experiencia del Partido Alternativa Popular, sino a la decena de partidos construidos por sectores profesionales y de capas medias que han tenido una vida efímera en estos 20 años, o que ni siquiera pudieron constituirse como tales. En el juego político sólo cupieron partidos alternos impulsados por algunos multimillonarios para hacer de comparsas del PRD y el Panameñismo a la hora del reparto de la “papa”.

A lo cual podemos agregar el fracaso objetivo de la libre postulación a diputados dadas las trabas impuestas; a la corrupción generalizada de la compra de firmas, mediante dinero, especie o promesas de empleos públicos (que ningún funcionario del Tribunal Electoral ignora); o a la repartición antidemocrática de los residuos, que debiera garantizar la representación de las minorías, pero que le ha dado una sobre representación histórica al PRD; el absurdo de que la mitad del electorado esté inscrito en partidos con los que no guarda ningún compromiso ideológico. Para no mencionar otras “bellezas”.

Es probable que el sistema finalmente se hunda con un presidente que no es garantía de estabilidad ni para la propia plutocracia panameña, sin control parlamentario.

Las elecciones de 2009 y el paroxismo de los escándalos y la corrupción

Las elecciones generales de 2009 fueron el reflejo de la crisis del sistema político electoral panameños. El escándalo más sonado que sacudió las elecciones fue el del candidato a alcalde de la ciudad de Panamá, Bosco Vallarino, quien se nacionalizó en Estados Unidos y ejerció aquella ciudadanía en 1996, votando en Miami Dade. La Constitución Política panameña es clara al señalar que adquirir otra nacionalidad implica una renuncia tácita a la panameña, lo cual suspende los derechos de ciudadanía.

La violación flagrante de la ley electoral y de la Constitución nacional fue premiada no sólo con el voto mayoritario, sino con una ley le devolvía a Vallarino su ciudadanía panameña “con carácter retroactivo”.

En 2009 tuvimos un panorama electoral completamente desacreditado, si sumamos este escándalo el que se produjo cuando el otro aspirante a la alcaldía capitalina, el oficialista Roberto Velásquez, admitió haberse reunido con David Murcia Guzmán (Grupo DMG), acusado en Colombia de lavado de dinero, aunque negando haber recibido 3 millones de dólares para su campaña. Con lo cual los dos principales aspirantes a regentar la ciudad de Panamá quedarían marcados bajo el signo de la duda.

Todavía es peor la situación ya que los dos principales aspirantes a la Presidencia de la República, Balbina Herrera y Ricardo Martinelli, fueron investigados por la Procuraduría en relación al “caso Murcia”. Una, bajo sospecha de haber recibido donaciones ilegales y el otro bajo sospecha de haber comerciado con el grupo DMG, acusado de lavado de capitales. Denuncias posteriores aseguran que la campaña del presidente Martinelli sí habría recibido un donativo de Murcia, aunque supuestamente fue devuelto.

¿Cuáles deberían ser los objetivos de una reforma electoral democrática?

El objetivo fundamental a lograrse con las reformas es ampliar la participación ciudadana en la política nacional. Porque el sistema actual fue construido bajo el régimen militar y emparchado en “democracia”, pero bajo un pacto político entre dos bloques que lo han controlado por 20 años: el PRD y el Partido Panameñista. Aunque de manera distorsionada, la propia victoria de Martinelli implica el fin de esa etapa y el deseo de la ciudadanía por cambios en este ámbito.

¿Cómo lograr que más ciudadanos, que no sean los “políticos de siempre”, se sumen a la participación política? Hay que acabar con las reglas del juego que dificultan la participación ciudadana, y la limitan a quienes poseen o son apoyados por el poder económico. Hoy en día, si no eres millonario, o te apoya uno, no puedes ni inscribir un partido, ni postularte a ningún cargo de elección popular. Esto ha convertido la democracia en una plutocracia moderna.

Hacer esto parte por rebajar la cuota exagerada de adherentes para inscribir partidos y candidaturas, la más antidemocrática de América Latina. En ningún país se exige más allá del 0.5% de firmas del electorado. Para no hablar de que sólo se permite a los partidos inscritos recoger firmas todo el año, pero a los nuevos proyectos no, que la semana de inscripción es de 4 días, que hay que mover gente hasta los libros, etc.

Luego está el problema del financiamiento de los partidos, hay que poner topes muy bajos a los apoyos particulares, prevaleciendo el financiamiento público, para evitar compromisos que generan corrupción. Y que la información sea pública y no secreta.

Pero, ¿cómo evitar los altos costes de campaña? Hay que ponerle la cascabel al gato de los medios de comunicación, que imponen costos abusivos de publicidad que, en la práctica coartan la democracia, ya que si no tienes plata, no tienes publicidad y no existes. Tal vez el modelo mexicano sea el adecuado, por el cual los espacios son propiedad del Tribunal Electoral y éste lo reparte equitativamente entre los partidos.

Esto para no mencionar, por ahora, temas como la cuota femenina (que debe ser vinculante), o el exceso de circuitos uninominales (que favorece el caciquismo), o el a mi juicio falso debate sobre la segunda vuelta.

Los resultados de la Comisión de Reformas Electorales (CNRE) de 2010 fueron decepcionantes respecto a estos objetivos, y el producto final, luego del filtro legislativo, lo será todavía peor, por lo que se ha dejado entrever.

Sobre los requisitos antidemocráticos para la inscripción de partidos

Una revisión somera sobre legislación electoral de otros países ilustra claramente que el Código Electoral panameño, al exigir 4% de adherentes de los electores que votaron en los últimos comicios, para inscribir un partido político, es uno de los más restrictivos y antidemocráticos del continente, y seguramente del mundo.

Por motivos de espacio realizamos un estudio comparado con las legislaciones vigentes en dos países vecinos, Colombia y Costa Rica, y otro de la región, México. Los tres países constituyen en estos momentos ejemplos de “sistemas democráticos” según organismos internacionales especializados en la materia.

1. El Caso de Costa Rica:

Costa Rica es país más parecido a Panamá, no sólo por continuidad geográfica, sino por población y cantidad de electores. Además es el país centroamericano de mayor tradición democrática. Por ello, Costa Rica constituye el ejemplo a seguir en este caso.

El Código Electoral costarricense establece una serie de criterios para el registro de partidos políticos los cuales son comunes a todos los países, incluido Panamá, por lo cual no nos detendremos en ellos, sino que iremos directo a la cuota de adherentes requerida. Sin embargo, conviene también tener presente que este país reconoce la existencia de partidos nacionales, provinciales y cantonales.

El Artículo 64, inciso e, del Código Electoral de Costa Rica establece:

“e) Tres mil adherentes de electores inscritos en el Registro Civil a la fecha de la constitución del partido, si se tratare de partidos a nivel nacional. Para inscribir partidos de carácter provincial, se necesitará un número de adhesiones equivalente al uno por ciento (1%) del número de electores inscritos en la respectiva provincia; para los partidos cantonales, el mismo porcentaje de los electores inscritos en el cantón”.

En números relativos, en estos momentos, Costa Rica exige para inscribir un partido político de carácter nacional aproximadamente el 0.12% de adherentes de los electores que aparecen en el Registro Civil. Cifra que es el resultado de la división de 3,000 adherentes entre los 2,550,613 votantes en las elecciones de 2006. La proporción podría ser un poco mayor pues los votantes siempre son un poco menos que los electores registrados.

En todo caso, la letra de la legislación costarricense señala con claridad que el tope máximo (caso de partidos provinciales y cantonales) de adherentes exigidos es 1% (uno por ciento).

2. El caso de Colombia:

En el caso colombiano, el Código Electoral sólo legisla en materia de procedimientos para la inscripción del registro civil y electoral, siendo la Constitución Política la que establece las reglas para la inscripción de partidos políticos. En ese sentido el artículo 108 de la Constitución Política del estado colombiano establece:

“Artículo 108. El Consejo Nacional Electoral reconocerá personería jurídica a los partidos o movimientos políticos que se organicen para participar en la vida democrática del país, cuando comprueben su existencia con no menos de cincuenta mil firmas, o cuando en la elección anterior hayan obtenido por lo menos la misma cifra de votos o alcanzado representación en el Congreso de la República”.

Es decir, que para inscribir un partido político nuevo en Colombia se requieren 50,000 adherentes (cincuenta mil). Tomemos en cuenta que en las últimas elecciones presidenciales colombianas, en 2006, emitieron su voto 12,058,788 electores que constituyen el 45% del padrón electoral.

Lo que significa que la legislación colombiana sólo exige un aproximado del 0.4 % (50,000 entre 12 millones), o el 0.2% respecto al total de los habilitados para votar (25 millones aproximadamente), de los electores como adherentes para inscribir un partido político nuevo. Cifra que es mucho menor si se relaciona con el conjunto del padrón del Registro Civil. En todo caso es dos décimas del 1% del conjunto de los electores.

3. El caso de México:

En México las reglas para inscribir partidos políticos se encuentran en su Código Electoral federal. Y el tema específico que nos ocupa se establece en el Título Segundo, Capítulo Primero, Del procedimiento de registro legal, artículo 24, inciso b, donde se lee:

“Artículo 24….

“b) Contar con tres mil afiliados en por lo menos veinte entidades federativas, o bien tener trescientos afiliados, en por lo menos, doscientos distritos electorales uninominales, …, en ninguna circunstancia el número total de sus afiliados en el país podrá ser inferior al 0.26 por ciento del total del padrón electoral federal….”.

Para mayor claridad en el caso mexicano, tenemos que 3,000 afiliados por 20 estados de la Federación, equivalen a 60,000, al igual que 300 afiliados por 200 distritos electorales también equivalen a 60,000.

Si tomamos en cuenta que en las elecciones generales mexicanas del año 2003 estaban habilitados para votar 64.7 millones de ciudadanos y ciudadanas, y redondeamos a 65 millones, 60,000 afiliados que se exigen apenas constituyen el 0.09% del total de votantes, el 0.2% de los 27 millones que ejercieron el sufragio. Por supuesto, el límite mínimo señalado en la norma mexicana es 0.26%, es decir, menos de tres décimas del 1%.

Propuesta del Partido Alternativa Popular fue:

Como hemos señalado, razones de espacio y tiempo nos obligan a concentrarnos en sólo tres ejemplos, a los que un estudio más detenido podría añadir muchísimos más (Estados Unidos, Venezuela, Francia o España) donde las legislación electoral es mucho más democrática que en Panamá respecto a los requisitos exigidos para la inscripción de partidos políticos.

Se puede apreciar que en los tres casos mencionados las legislación exige menos de cuatro décimas (0.4%) de adhesiones para registrar un nuevo partido político y que el tope máximo es del 1% en los partidos cantonales y provinciales de Costa Rica.

Proponemos que, en la próxima reforma electoral de 2010, por motivos de semejanza regional y demográfica y por ser un modelo democrático, Panamá establezca los mismos parámetros exigidos por Costa Rica para el requisito de adherentes o afiliados para inscribir partidos políticos nuevos: 3,000 adherentes.

Además, propusimos un método menos oneroso para la recolección de estas firmas, que las mismas se presenten en papel simple, para ser cotejadas contra la base de datos del Tribunal Electoral.

No debemos olvidar que las mismas reglas que hoy se aplican a los partidos políticos, también son aplicables a las candidaturas de libre postulación, sin embargo, consideramos que dicho tema debe recibir una consideración especial, incluso con la participación de candidatos que participaron en las últimas elecciones en esas condiciones.

Resultado de las reformas electorales 2010

La Comisión de Reformas Electorales (CNRE) convocada por los magistrados del Tribunal Electoral y compuesta por los 6 partidos constituidos, los 4 votos del Foro Ciudadano, y un grupo de organizaciones con derecho a voz, como es el caso de nuestro partido en formación, Alternativa Popular, FRENADESO, mujeres de partidos políticos, etc.

Para evitarnos confusiones y falsas expectativas, queremos iniciar diciendo taxativamente que, a nuestro juicio, NO HUBO AVANCES SIGNIFICATIVOS HACIA LA DEMOCRATIZACIÓN DEL CÓDIGO ELECTORAL.

En ninguno de los aspectos medulares se ha logrado una mejora que permita asegurar o facilitar la participación de nuevos actores políticos, en particular de quienes provenimos de los movimientos sociales, en las próximas elecciones de 2014. Antes por el contrario, siguen LOS PRIVILEGIOS PARA LOS ACTUALES PARTIDOS CONSTITUIDOS Y EL PODER DEL DINERO SOBRE LA POLÍTICA PANAMEÑA.

Todo lo que el Tribunal Electoral, los partidos actuales y sectores empresariales del Foro Ciudadano consideran “avances” en realidad son cambios cosméticos o menores, que no van en la profundidad que la ciudadanía aspira y mucho menos de quienes, desde los sectores populares, queremos presentar verdaderas alternativas de cambio en 2014.

Empecemos por lo medular, el principal obstáculo para inscribir partidos políticos nuevos es la exagerada y antidemocrática cuota del 4% de adherentes (63,500) para reconocer un partido político nuevo. Porcentaje que ya hemos demostrado es el más alto del continente.

El Partido Alternativa Popular, en asocio con CONATO y FRENADESO, sustentamos en la CNRE que ese porcentaje de adherentes debía ser, cuando mucho, equivalente al 1% del padrón electoral. El Foro Ciudadano y el Partido Popular aprobaron por mayoría que la reducción sea al 2%, es decir, una cifra cercana a los 33,000 adherentes, la cual se puede considerara un avance relativo, aunque aún se mantiene alto. Sin embargo, en dicha votación no participó el PRD y votaron en contra los cuatro partidos oficialistas, quienes tienen el control de la Asamblea de Diputados, en la cual pueden imponer su criterio de que todo quede igual.

Respecto a los altos costos de la inscripción, como transporte, alimentación y viáticos, el Partido Alternativa Popular propuso un subsidio otorgado y controlado por el TE, lo cual fue rechazado por los partidos actuales, los cuales sí cobran su respectivo subsidio, antes y después de las elecciones.

Del conjunto de propuestas hechas por el PAP al Título III del Código Electoral, la única notable que fue aceptada es la que permite a los partidos en formación sacar libro de inscripción estacionarios once meses al año, privilegio exclusivo de los partidos constituidos al día de hoy.

Pero se mantiene la actual depredación de adherentes entre partidos, permitiendo que las personas se inscriban en más de un partido el mismo año y, por supuesto, apelando al actual sistema clientelista, no escrito pero practicado comúnmente de ofrecer puestos públicos y otros favores a cambio de la firma.

Otro aspecto significativo son los gastos electorales provenientes de donaciones privadas a las campañas de candidatos y partidos, en la que se presenta como supuesto logro que se haya establecido, por consenso, un tope del 30%, respecto del financiamiento público que paga el Tribunal Electoral. En la actualidad no existen topes a los gastos, ni a las donaciones privadas.

La estimación del Tribunal Electoral es que en 2014 el monto del financiamiento público será de 54 millones de balboas. Por ende, cada candidato presidencial podrá gastar de fuentes privadas hasta 15 millones de balboas, es decir, 15% por tantos candidatos como se presenten a las elecciones, más lo que les toque del financiamiento público.

Si fueran tres candidatos presidenciales, como en 2009, tenemos que 15 por 3 son 45 millones, más 54 millones del financiamiento público, da un total de 99 millones de balboas, sin contar los gastos de los candidatos a los otros puestos de elección popular, para los cuales se fijaron topes menores, pero igualmente cuantiosos.

En este asunto la única voz discordante fue la del Partido Alternativa Popular que, reconociendo que es un avance el establecimiento de un tope, éste sigue siendo tan alto como en las elecciones de 2009, lo cual implica el predominio del dinero sobre las campañas electorales, dando pie a las disparidades con candidatos que puedan provenir de sectores populares, quienes no tendrán esas cifras multimillonarias, además de ser fuente de corrupción, que sustituye la verdadera democracia por la plutocracia.

El PAP se pronunció a favor de un sistema que esté sólo regido por el financiamiento público y, por ende, claro y fiscalizable ante la ciudadanía.

Relacionado con esto están los montos de donaciones que puede hacer una persona natural o jurídica a la campaña de un partido o candidato. En este caso el PAP ha propuesto que el monto de estas donaciones no debería exceder de 10,000 balboas, por cuanto es la cifra a partir de la cual las entidades financieras exigen un control de la proveniencia de los fondos y por ser el límite reconocido por el propio Código Electoral para ser deducible de impuestos. Además de ser fuente de corrupción y de compromisos espúreos de los candidatos con intereses particulares.

En este tema el Tribunal Electoral propuso un tope de donaciones a las candidaturas presidenciales de 15,000 balboas por persona (una cifra menor para diputados, alcaldes y representantes), en base al promedio de donaciones recibidas en 2009, según informaron los partidos. Sin embargo, en el debate se reconoció que el promedio es engañoso, ya que algunas personas naturales y jurídicas concentraban el grueso de los 25.5 millones donados a candidaturas presidenciales en 2009, de los 2.4 millones donados a candidatos a diputados y los 287,000 balboas donados a alcaldes. Y no está claro que se haya reportado todo lo recibido.

Al respecto el Foro Ciudadano se mostró acorde con un criterio cercano al propuesto por el TE, pero los partidos Panameñista y CD se mostraron en contra de cualquier tope, y el resto de los partidos pidieron tiempo para discutir aduciendo no tener criterio. Por lo cual no se aprobó.

Otro aspecto clave para garantizar o no la equidad en las campañas electorales es el relativo a los medios de comunicación.

A este respecto el Partido Alternativa Popular ha sostenido que los costos de la publicidad electoral están asociados al alto costo de las campañas electorales y son una fuente de disparidad, ya que el no tiene para pagarla no puede mostrar su candidatura y sus propuestas y el que tiene dinero vende su oferta electoral como cualquier producto comercial. Por ello, hemos propuesto que se use un sistema como el ejecutado recientemente en México, en el que el TE contrate con los medios directamente los espacios de publicidad político electoral y luego los reparta equitativamente entre todos los candidatos y partidos.

Al respecto los medios televisivos presentaron una propuesta de seis puntos, buena para los magistrados, en el que se comprometen a no aumentar las tarifas respecto al año anterior, hacer rebajas del 30% en las mismas, no permitir el traspaso de espacios publicitarios entre empresas y candidatos, etc. Pero se expresaron a favor de un sistema de “libre contratación” y no de un acuerdo exclusivo con el TE por el conjunto del espacio publicitario.

Para peor, los medios escritos y radiales han expresado su completa oposición a cualquier control en nombre de la “libre empresa”. Los partidos y el FORO vieron con buenos ojos la propuesta de las televisoras, pero el tema no se ha votado.

Resumiendo, ni habrá una rebaja sustancial en la cantidad de adherentes, ni tampoco en la forma que se recogen, ni habrá controles que garanticen una equidad respecto a la plutocracia imperante. Los únicos cambios aprobados son menores y no cambian la sustancia del actual Código Electoral antidemocrático.

Respecto a la libre postulación presidencial, el Partido Alternativa Popular propusieron dos opciones:

1. un sistema de prorrateo: dividir el total de los adherentes que se exigen para un partido entre los 5 años o 60 meses que tienen para conseguir la cifra, total, lo cual aproximadamente da 1,058 firmas/mes. Se propuso para la libre postulación presidencial multiplicar esa cifra por 4, que es el tiempo que tiene un candidato por la libre para conseguir sus firmas, lo cual totaliza 4,234 firmas. Este es el sistema más justo.

2. El 0.5% del padrón de la última votación presidencial, 7,900 firmas.

La CNRE, sin embargo, aprobó el 1% de firmas para inscribir un candidato presidencial por la libre, o sea, poco más de 15,000 firmas.

¿Qué puede esperarse del trámite legislativo a la reforma electoral?

Bien poco. A junio de 2011, el fracaso de las sesiones extraordinarias convocadas por el Ejecutivo, dejó entrever que en la Comisión de Gobierno de la Asamblea Nacional no hay una actitud de promover reformas sustanciales al Código Electoral, ni siquiera las modestas reformas sugeridas por la CNRE, por parte de ninguna de las tres bancadas: Cambio Democrático, Panameñistas y el PRD.

En una sesión se acordó aprobar la bajada de la cuota de adherentes para inscribir partidos al 2% como propuso la CNRE, y al día siguiente se revertió esa decisión. La propuesta de libros móviles de inscripción rechazada tajantemente. Incluso la paridad en las postulaciones electorales entre hombres y mujeres, aprobada en la CNRE de manera unánime y con el supuesto apoyo de todos los partidos, fue sistemáticamente repudiada en la Asamblea por los diputados aduciendo que es antidemocrática e inconstitucional.

Sobre todos esos problemas se superpone la reforma constitucional, que se discute por aparte en una Comisión de Notables, cuyo objetivo fundamental pareciera ser la reelección inmediata del actual Presidente del República.

Finalmente el gran déficit hasta ahora ha sido la ausencia de pronunciamiento de los sectores organizados del pueblo y la sociedad civil para exigir una reforma electoral profunda. Exhortamos al conjunto del movimiento popular y obrero panameño, en particular a quienes han expresado su interés de que en 2014 existan alternativas concretas a las propuestas oligárquicas a tomar el tema de la reforma electoral como uno de los temas importantes del debate político nacional. Apreciamos en las sesiones de la CNRE y del Foro Ciudadano una disminución del entusiasmo inicial que expresaron sectores sindicales que participaron. Es necesario que se escuchen otras voces sociales, y no sólo la del P.A.P., en este asunto crucial para el futuro de la democracia panameña.

debates

Por Esteban Jaramillo

La organización MLN-29, que controla FRENADESO, a través del SUNTRACS, acostumbra a resolver los debates políticos con acusaciones calumniosas contra el resto de los dirigentes populares que no acatan su línea, para tratar de sacarlos de los organismos de masas y controlar ellos por completo.

Mientras calumnian a los demás ejecutan actos moral y políticamente cuestionables, como: el juego de fútbol entre Suntracs y la Policía Nacional, realizado poco después de la matanza de Changuinola o la cuestionada reunión que Genaro López y Saúl Méndez hicieron con Lula Da Silva en las instalaciones de Odebrecht, empresa brasileña que, en 2008, fue acusada por Suntracs de contratar los sicarios que asesinaron al dirigente Osvaldo Lorenzo.

Los métodos, dignos de Stalin, con que se maneja el MLN-29 no son nuevos. Siempre es lo mismo, copar los organismos construidos por las masas y las organizaciones populares para sacar de ellos a los dirigentes y las organizaciones que no controlan, con lo cual los desnaturalizan convirtiéndolos en meros instrumentos de su propia política.

Gracias a esos métodos no pudo reorganizarse ni la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) ni la Unión de Estudiantes Universitarios (UEU), en los años 70 y 80. En los años 90 utilizaron los mismos métodos para apropiarse de un organismo amplio como lo fue MONADESO, construido en la lucha contra las bases militares disfrazadas (CMA) que Pérez Balladares quería imponer. Igual tratamiento se repitió con FRENADESO, verdadero frente popular de resistencia contra las reformas a la seguridad social construido en las luchas de 2003 a 2005.

Esos métodos antidemocráticos y deshonestos eran “justificados” en nombre de un proyecto supuestamente “revolucionario” pero de una vaguedad programática absoluta. Pero ahora los utilizan contra los dirigentes del Partido Alternativa Popular a la vez que construyen un proyecto político cada vez más reformista y de conciliación de clases, el partido Frente Amplio por la Democracia (FAD).

Mientras hasta hace poco el máximo dirigente del MLN, Fredy Britton, alegaba que participar en las elecciones era “el canto de un canario en la jaula de la burguesía”; mientras hasta 2007 Saúl Méndez escribía oponiéndose al recién fundado P.A.P. y a la participación electoral en nombre de una política “insurreccional”; en 2011, han cambiado su política por completo pasando a copiar el esquema propuesto por el PAP, creando el FAD, sin hacer ninguna autocrítica.

Como ya nada justifica la existencia de dos proyectos separados, los dirigentes del MLN a través de FRENADESO han montado una campaña contra los dirigentes del PAP, para mantener su esquema de división de la izquierda y el movimiento popular. Campaña de calumnias para evitar entrar a la discusión democrática y unitaria sobre el tipo de instrumento político que conviene, por temor a que queden expuestas sus inconsistencias políticas.

Desde el MPU entendemos que el PAP o el FAD constituyen un paso necesario en el proceso de maduración de la conciencia obrera y popular, para que rompan sus ilusiones en los partidos burgueses y avancen hacia una conciencia política de clase, aún teniendo un programa basado en “reformas” al sistema capitalista, pero a condición de no perder nunca de vista que el objetivo de fondo es el socialismo, un sociedad sin explotadores.

Pero los dirigentes del MLN han ido más allá y claramente aparecen defendiendo un proyecto sumamente reformista. Así tenemos que Genaro López ha dicho (La Estrella 30/5/11): ‘No hemos pensado cambiar el modelo capitalista’.

Y, para que no haya duda de su ruptura con un proyecto socialista dice: “Mire la gente tiende a decir que el socialismo ha fracasado, que el comunismo fracasó. Yo realmente no lo sé”.

Puestos a elegir por la periodista que le entrevista, entre el modelo de Chávez y el de Lula, Genaro López se pronunció a favor de Lula. Y dice algo completamente falso: “Usted menciona a Lula, fue un gobierno que salieron millones de brasileños de la pobreza, aumentó en millones también la clase media sin cambiar el sistema capitalista”.

López y el MLN pretenden desconocer que Lula, proviniendo de un “Partido de los Trabajadores”, hizo un gobierno de tipo socialdemócrata neoliberal, al estilo del PRD. Lula es como el Martín Torrijos de Brasil. Lula es exaltado por los medios de comunicación y la burguesía conforme fue repudiando el programa original del PT, hasta convertirse en un hombre confiable para Estados Unidos. Para no mencionar su reforma a las pensiones y su incumplimiento con la reforma agraria pactada con el Movimiento de los Sin Tierra.

El modelo político adoptado por Genaro López para el FAD, el de Lula, constituye un grave error político porque sería como reeditar una versión “Light” del PRD. A nuestro juicio el programa de una propuesta de izquierdas y popular en 2014 debe ir más allá que el socialdemócrata moderado de Lula.

Pero construir un programa político como el que necesita Panamá, requiere, para empezar, una actitud democrática y unitaria, que no practica el MLN y sus instrumentos: el FAD y Frenadeso.

 

Asamblea Legislativa

Por Olmedo Beluche

El gobierno de la “Alianza”, pretende emular a los antiguos emperadores romanos quienes, para sosegar al pueblo, le daban “pan y circo”. Pero el Nerón istmeño no da pan (porque se lo comen los ministros y sus empresarios amigos) sólo ofrece “circo”, o dicho en términos modernos, “show”. Cada semana uno distinto. Y el “circo-show” de estos días ha sido la supuesta “crisis” entre los “oficialistas” por el tema de la “segunda vuelta electoral”.

Los medios de comunicación han gastado “espacio” en cantidad en puro bochinche: que si “arenita”, que “el búfalo”, que el “pitufo”; que si hubo un cuadrilátero en el Palacio de las Garzas de todos contra todos. Pura baba para lograr un efecto: que en un tema tan importante como la reforma del sistema político se concentren las mentes en algo secundario como la “segunda vuelta” o “ballotage” (que suena más lindo en francés).

Lo hemos dicho desde el Partido Alternativa Popular (PAP) mil veces: el verdadero problema del sistema político panameño es que está secuestrado por un puñado de político y sus partidos oligárquicos (“partitocracia”, como dicen los “indignados” en España) que responden a una élite económica que ha prostituido nuestra democracia hasta convertirla en una plutocracia pura y dura.

Toda la ciudadanía sabe (o debiera saber) que en Panamá el Código Electoral contiene una serie de obstáculos para impedir el surgimiento de nuevas propuestas políticas. Empezando por la cantidad exagerada de adherentes (4% del padrón), la más alta de América Latina. En un sistema donde los actuales partidos consiguen las firmas mediante “regalos” (compra), amenazas y promesas.

El derecho constitucional a la libre organización política está conculcado en Panamá para garantizar que gobiernen “los políticos de siempre” (incluido Martinelli, Varela y el PRD). Donde las propuestas electorales se miden por la plata (no siempre legal) que poseen los candidatos. Donde un candidato a diputado o alcalde debe contar con 200 mil balboas, sólo para postularse y, donde los candidatos presidenciales (cada vez hay menos) se gastaron en 2009, por lo menos 30 millones de dólares en sus campañas.

Con esas reglas del juego (fuente de la corrupción imperante) no hay manera que ningún grupo de ciudadanos provenientes de otros estratos sociales (obreros, intelectuales, capas medias) pueda pensar si quiera en proponerle al país una alternativa. O rompemos este sistema electoral corrupto, o estamos condenados a ver el circo desde las gradas como se atragantan con el pan, para ellos y su corte de aduladores, los emperadores criollos cuya consanguinidad se basa en el dinero, aunque cambien el color de sus “partidos”.

El movimiento obrero, si quiere salarios justos, precios bajos, empleos estables, libertad sindical, debe saber que hay que sacar a los mercaderes del templo, y para eso se necesita cambiar el Código Electoral. El movimiento indígena que lucha contra la minería y los embalses debe pronunciarse exigiendo una verdadera reforma del sistema electoral. Los docentes y estudiantes que defienden la educación pública, sepan que el enemigo se ha atrincherado en el poder y para sacarlo hay que atacar ahí donde está agazapado.

seguridad

Por Olmedo Beluche

El aumento vertiginoso de todo tipo de delitos en Panamá es un hecho objetivo, no es un problema de percepción, como quieren hacer ver las autoridades para evadir su responsabilidad, cubriendo su incapacidad y fracaso también en este aspecto. El gobierno de Ricardo Martinelli juega en este asunto, como en todo lo demás, con el encubrimiento de las cifras reales, la mentira y la publicidad engañosa para hacernos creer el “vamos bien”. Pero si algo se puede decir a su favor, es que la creciente criminalidad trasciende al gobierno actual y es un mal que crece de manera directamente proporcional a la crisis institucional y la degeneración del estado “democrático”. Podemos consolarnos creyendo que aún no hemos llegado a los límites alarmantes que este hecho social alcanza en países como México, El Salvador o Venezuela, pero hacia allá marchamos inexorablemente.

La expansión epidémica del fenómeno por América Latina y el mundo, constituye otra evidencia de lo que algunos han denominado “crisis civilizatoria”, que en realidad es la crisis del sistema mundo capitalista en su agonía, y que pone al orden del día las palabras de Rosa Luxemburgo: “socialismo o barbarie”. Para el caso de Panamá, los datos evidencian una coincidencia en el tiempo entre el aumento exponencial de los delitos y la consolidación del modelo económico neoliberal impuesto por las agencias financieras internacionales, como el FMI y el Banco Mundial. Modelo que en nuestro país se consolidó en la llamada “era democrática”, ya que la aplicación del modelo neoliberal estuvo asociada a la génesis de la crisis del régimen militar, obligando a postergar su aplicación para los años noventa en adelante. Hay dos años decisivos en que la criminalidad pega un salto: 1995, con el gobierno de Ernesto Pérez Balladares y sus reformas laborales y privatizaciones; y 2007, con Martín Torrijos, cuando se consolida el esquema económico de país volcado a la especulación inmobiliaria y turística.

Sin embargo, la alta complejidad del fenómeno delincuencial debe alertarnos frente al simplismo de creer en una explicación unívoca, aunque es evidente que el crecimiento de las disparidades sociales promovida por el neoliberalismo, es el factor de mayor incidencia. Nos parece que, sin perder de vista que la mayor parte de este “hecho social” se debe a la creciente marginación y explotación económica, que se ceba principalmente en la juventud con altas tasas de desempleo, subempleo y empleos precarios, también el factor cultural juega un papel en crear una subcultura del delito, con su propio código de valores (o antivalores), lo cual dificulta todavía más su resolución en el largo plazo.

Lo que sí rechazamos de plano es la explicación facilista de las autoridades que culpan a la “familia” y a la “crisis de valores” para escamotear el verdadero origen del problema, la podredumbre del sistema capitalista. La crisis de valores es parte de la crisis del sistema y es general. La corrupción descarada y rampante, la impunidad, el enriquecimiento ilícito de los gobernantes, la venalidad de los jueces, son la escuela donde aprende nuestra juventud, que no es tonta y ve, que si tienes plata y un buen abogado puedes cometer cualquier delito y salir impune. Además del aporte cultural de los medios, como la televisión que, a través de novelas como “El cartel de los sapos”, enseña los códigos de conducta y las posibles lujos que se pueden alcanzar mediante el tráfico de drogas y que ningún trabajo honrado te proporcionará, pues ahí está el sacrificio de sus padres con cada día faena y el salario no alcanza más que para malvivir.

Los propios analistas del Estado establecen una correlación directa entre la alta criminalidad, en particular la juvenil, y la deserción escolar, que supera el 30% de los adolescentes en la educación media. Un gran porcentaje de esos jóvenes, contrario a épocas pretéritas, no abandonan la escuela para ir a trabajar. ¿A qué fábricas van a ir si la “apertura de mercado” ha llevado al borde la extinción a la industria y agroindustria nacionales? Muchísimos de esos jóvenes sobre todo en áreas urbanas, se convierten en carne de cañón para las mafias, ya que ni estudian, ni trabajan, pasando a ser el caldo de cultivo del crimen y masa corpórea de la subcultura delincuencial. O, como decían las abuelas, “de la ociosidad nace el vicio”.

Basamos los datos que aquí aportamos en dos documentos: 1. El último estudio que se conozca realizado por el Sistema Nacional Integrado de Estadísticas Criminales (SIEC), que data de 2009; 2. En el reciente informe de la Defensoría del Pueblo sobre el Sistema Penitenciario, publicado en abril de 2011. Aparte de eso no hay información fehaciente disponible en Internet, ni siquiera del SIEC, ni de ninguna instancia oficial. Lo único son los anuncios de prensa periódicos realizados por la Policía Nacional y el Ministerio de Seguridad, respecto a cuyos datos entendemos que ha habido una polémica con el director del diario El Siglo, Jean Marcel Chery, quien sostiene que los informes oficiales no coinciden con los datos recabados por ese medio. Entendemos que el último encuentro de la APEDE, CADE 2011, trató el tema pero no se conocen las ponencias.

Si tomamos como primera referencia los homicidios, el más cruel de los delitos, tenemos que en 1990 se registraron 278, manteniéndose su tasa de crecimiento inferior al 5% anual hasta llegar a 1995, cuando sube a 377, para un incremento proporcional del 14.5%, y vuelve a saltar en 2008 cuando se cometieron 654 homicidios, para un incremento de 135% respecto a 1990. Según datos aparecidos en algunos medios de comunicación, en 2009, la cifra de asesinatos siguió escalando hasta 797 (un incremento del 187 % respecta 1990!!!) con un promedio 2.2 homicidios por día. Carecemos de datos confiables para el año 2010 y lo que va de 2011, pero consignamos que las autoridades afirman que han logrado una disminución.

La suma de los homicidios cometidos en los 20 años de régimen “democrático” totalizan 6,076, sin sumar los últimos dos años, una verdadera sangría. Podemos afirmar que la cifra de asesinatos por año se duplicó partir de 2007-2008, respecto a 1990, y no ha vuelto a bajar. La tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes alcanzó 19.3 en 2008, según el SIEC. Ahora debe ser más y acercándonos al promedio de la región, que es de 36 x 100 mil habitantes, según el Observatorio de Violencia de Centroamérica (OCAVI), citado por la Defensoría del Pueblo. El 70 % de este tipo de delitos se comete en el área metropolitana de la ciudad de Panamá y el 19% en Colón.

En 2008, el 91% de las víctima de homicidio fueron hombres y el 9% mujeres. En cuanto a rango de edad de las víctimas, tenemos que el 18% estuvo comprendido entre 20 y 24 años; el 12% entre 25 y 29 años; el 11.8% entre 30 y 34 años, el 9,2% entre 35 y 39 años, el 7.2% entre 18 y 19 años; y 6.4% entre 15 y 17 años. Si sumamos los rangos inferiores a 25 años de edad éstas totalizan un 32% de los casos, lo que pone de relieve que la juventud panameña es la principal víctima de esta sangría.

Respecto a hurtos, el estudio en mención sólo aporta datos a partir del año 2000, cuando se registraron 10,657 casos, para una tasa promedio en toda la década de 12,616.8 casos por año, alcanzando en 2008 los 16,608, es decir, un aumento del 55.8% respecto al inicio de la década. También es en la ciudad de Panamá donde se produce el 70% de los robos denunciados. Específicamente en los casos de robo a mano armada, en 2008, se registraron 4,512 asaltos. Para un incremento del 16.3% respecto al año anterior. Carecemos de datos para los últimos tres años.

Una forma de delito que ha crecido de manera exponencial, que evidencia la perversión prevaleciente entre la delincuencia, siendo de los más traumáticos para las víctimas que quedan afectadas para toda su vida, es el de los llamados “delitos contra la libertad sexual”, afectando mayoritariamente al sexo femenino. De 1990 a 2008 se registraron en total 17,419 atentados contra la libertad sexual, pero esta cifra fue creciendo exponencialmente de 255 en 1990 a 1,358 casos en 2008, es decir, un incremento del 532.5% en 20 años!!!

El desglose en la categoría de “delitos contra la libertad sexual” se da de la siguiente manera:

Violaciones 9,399 entre 1990 y 2008, partiendo de 185 en el primer año y llegando a 713 el último año (2008), para un incremento del 385.4%, en otras palabras, se multiplicó por cuatro;

Intentos de violación, 2,102 en esos 20 años, comenzando con 45 en 1990 y culminando 2008 con 121 casos, para un incremento 269%;

Actos libidinosos, total en 20 años 2,670, con 16 casos en 1990 y 201 en 2008, para un incremento del 1,256.2%!!;

Acoso sexual 169 registrados en esas dos décadas, pero 5 en 1990 y 38 en 2008, para un incremento de 760%;

Estupro 2,024 casos en 20 años, partiendo de 4 casos en 1990 y alcanzando 105 casos en 2008, con un incremento del 2,625%;

Corrupción de menores 1,053 casos registrados, empezando con cero casos en el 90 y llegando a 180 en 2008, es decir un aumento de 18,000 %!!

Otro problema conexo es que el sistema penitenciario panameño está colapsado y ha perdido por completo la función “correccional” que debía tener según aspiraban los positivistas del siglo pasado que lo diseñaron. Es de aceptación general que nuestras cárceles se han convertido en “Universidades del Crimen”, donde nadie se rehabilita, sino que sale peor de lo que entró. El infierno carcelario refuerza la subcultura del delito con sus largos castigos sin procesos judiciales, con el hacinamiento insoportable, la inmundicia generalizada, la mezcla de delincuentes de diverso nivel, la asignación de pabellones por pandillas, etc. Esta situación no es casual, en el esquema mental de la burguesía y sus políticos de la “era democrática” está presente lo que en sociología se llama “teoría del etiquetamiento”, por la cual los delincuentes son irremediables “outsiders” al sistema, por ende, lo que cabe es echarlos a un tinaco, llamado “cárcel”, para que se pudran.

Según el mencionado informe de la Defensoría del Pueblo, al 31 de enero de 2011 había en Panamá 12,508 reclusos en un sistema penitenciario con capacidad para sólo 7,395 reos, lo que implica un hacinamiento superior al 40%, con más de 5, 000 prisioneros que no caben. El 61% de ellos no ha sido condenado formalmente por un proceso judicial. Todos atendidos y vigilados por 374 custodios, mal formados y peor pagados, para un déficit de este personal especializado de 1,626 funcionarios.

Un dato dramático: mientras la tasa de crecimiento poblacional de Panamá en 2010 anda por el 1.55%, la tasa de crecimiento de la población penitenciaria alcanzó el 11%!!

La mayoría de los presos, 51% son menores de 30 años de edad, 29% de los cuales tienen menos de 25 años. De los más de 12 mil reos: 34% está detenido por delitos relacionados con drogas; 32 % por delitos contra la propiedad; 18 % por delitos contra la vida y la integridad personal y 8% por delitos contra la libertad sexual.

Por las cifras expuestas es evidente que la política neoliberal en este tema, conocida bajo el lema de la “guerra a la delincuencia”, ha fracasado y sólo sirve de excusa para el abuso de poder y la represión a las protestas sociales. El problema no se resolverá, ni se ha resuelto en ningún lado, simplemente con represión, con aumento de las penas, ni bajando la imputabilidad, ni recogiendo a los sospechosos con el “pelepolice” para depositarlos en el basurero llamado cárcel.

Admitir el fracaso de esta política no implica caer en la ingenuidad, tan criticada por la derecha mediática, de algunos defensores de derechos humanos que pretenden un modelo ideal que tampoco existe o no puede existir por el momento. El ciudadano común se siente inerme y aplastado por esta situación, por ello apoya a cualquiera que le prometa resolver el problema, no importa por qué medios. Esa es la fuerza de ciertas propuestas de la derecha. Para que el pueblo apoye la defensa de los derechos humanos para todos, incluidos los delincuentes, ésta debe estar asociada a la certeza del castigo y el final de la impunidad.

Una política integral (y no nos referimos al slogan del gobierno de Martín Torrijos) debe partir por lo primero: romper el modelo económico que está matando el desarrollo económico nacional y sumiendo a las mayorías en la miseria, y a nuestros jóvenes en la desesperanza. Esto implica repartir más equilibradamente la riqueza social que, para los de abajo significa en concreto: más empleos dignos y mejores salarios. Lo que a su vez requiere una industria y agricultura prósperas en la que se generen trabajos bien remunerados y permanentes.   En cinco palabras: acabar con el esquema neoliberal.

¿Quieren proteger a la familia? Que los padres y las madres tengan empleos estables y salarios justos. ¿No quieren que los niños crezcan en las calles? Se requieren más guarderías y escuelas estatales. ¿Quieren que la gente se eduque en valores? Saquemos los malos ejemplos de la vida pública, que empiecen por castigar a los corruptos barriendo todas las instituciones del Estado. ¿Acabar con la impunidad? Empecemos por lavar el sistema judicial y sancionar los delitos de cuello blanco. ¿Desean que los jóvenes se ocupen sus energías en actividades positivas? Fomentemos el deporte, las artes, las escuelas granjas y hasta el servicio militar obligatorio (que fue una forma de socialización muy eficiente en generaciones pasadas, en otros países, y no tiene que asociarse a “militarismo”). ¿Acabar con las maras o pandillas? Hay que darle en la cabeza a los reclutadores, los jefes de las mafias, que son quienes en verdad se enriquecen con el narcotráfico y que no viven en las “zonas rojas”. ¿Se quiere acabar con la ola de robos que ha atacado a todos los barrios de la capital? Que la Policía haga bien su trabajo, que cuide a los ciudadanos y no se escondan mientras los ladrones hacen sus fechorías. ¿Se desea que los que delinquen se regeneren? Convirtamos el sistema penitenciario en algo humano, en verdaderos centros de rehabilitación.

Nada de lo cual puede ser hecho por gobiernos y políticos cuyo único interés es la ganancia a costa de los bienes públicos. Hagamos el cambio, pero el de verdad, porque este pueblo no aguanta más.

ulip

El 1 de mayo de 2011 se realizaron en Panamá diversos actos conmemorativos del Día Internacional de la Clase Trabajadora , entre ellos la tradicional manifestación y el mitin de la Unidad de Lucha Integral del Pueblo (ULIP) que congregó una de las más nutridas y combativas columnas que marcharon ese día.

El eje de las consignas coreadas por las diversas organizaciones sindicales y populares que marcharon con ULIP fue la denuncia del aumento incontrolable de los precios de la canasta básica, la exigencia de aumento general de salarios y la necesaria unidad de la clase trabajadora contra las medidas antidemocráticas y antipopulares del gobierno empresarial de Ricardo Martinelli.

Otro aspecto que fue desarrollado en las consignas, las volantes y el mitin de ULIP es la necesidad de construir un proyecto político que aglutine a las fuerzas populares que aspire a ser gobierno en 2014, y que confronte a los partidos políticos de la burguesía, tato de gobierno como de la falsa oposición. La construcción de ese proyecto político es una etapa necesaria de la maduración de la conciencia obrera y popular que nos ha de llevar al verdadero cambio, que es el socialismo, como rezaba una de las pancartas.

En torno a la marcha y el mitin de ULIP se unieron los sectores más combativos y dinámicos de la clase trabajadora panameña: el Sindicato de Trabajadores de la Fabricación y Comercialización de Bebidas Gaseosas, Cervezas, Licores y Similares (SITRAFCOREBGASCELIS); la Federación Auténtica de Trabajadores (FAT) con sus sindicatos; la Asociación de Educadores Veragüenses (AEVE), el Sindicato Industrial de Trabajadores del Sector Avícola (SITRASARP); la Federación Unificada de Trabajadores de la República (FUTRAP); la Asociación Independiente de Trabajadores de la Caja de Seguros Social (AIP); y otros.

Además de los sindicatos referidos se hicieron presentes en la columna de ULIP otros componentes importantes de los sectores populares panameños como: la Asociación de Gnabes Buglés residentes en Panamá Este, dirigida por el compañero Kevin Sánchez, que jugó un papel crucial en la lucha contra el Código Minero; el Partido Alternativa Popular (PAP); el Partido del Pueblo (comunista); el Frente Panamá Soberana (FPS); el Movimiento Democrático Popular (MDP); las organizaciones estudiantiles UER y PAT; grupos ambientalistas, encabezados por Henry Lombardo y Olmedo Carrasquilla; y de derechos humanos, como Espacio Común, entre otros.

Entre las personalidades presentes se encontraban: Juan Jované, Miguel Candanedo, Marco Gandásegui, docentes de la Universidad de Panamá y figuras políticas nacionales; los dirigentes sindicales Alejandro John, Alberto Reyes, Yadira Pino, Oris Jiménez, Alberto Aguilera, Juan Samaniego, entre muchos otros; los dirigentes políticos de izquierda: Javier Víquez, Raúl González, Olmedo Beluche del PAP, Rubén Souza, Carlos Villa del PP, Luis Chen de FPS, José Cambra del MDP; dirigentes estudiantiles como Orestes Arenas, Omar Concepción, Aaron Bracho, Martín Castillo, entre otros.

El acto a un costado de la Plaza 5 de mayo rindió un sentido homenaje al reconocido docente y comunicador popular Raúl Leis, fallecido la noche anterior. Es de destacar que en el mitin se sumó el compañero Gerardo González, nuevo secretario general del mayor gremio de la Caja de Seguros Social, ANFACSS, y se acercaron los compañeros del MJP de la Universidad de Panamá.

Más artículos…

Hemeroteca

Archivo