ejecucion

Por Orson Mojica

El 1 de Mayo del año en curso ocurrió un gran acontecimiento internacional, pero no fue protagonizado por las marchas de los trabajadores en casi todos los países del mundo, sino por los “Seal”, tropas elites del ejército de los Estados Unidos, quienes ejecutaron a Osama Bin Laden, en Abbottabad, una localidad urbana de clase media alta ubicada a 50 kilómetros al norte de Islamabad, capital de Paquistán.

10 años después

Casi 10 años después de los ataques al World Trade Center, en Nueva York, en donde murieron miles de trabajadores norteamericanos producto del ataque terrorista de Al Qaeda, la venganza de los Estados Unidos se hizo realidad. A pesar de disponer de ilimitados recursos materiales y logísticos, los presidentes Bill Clinton y George Bush habían fallado en el intento de presentar la cabeza de Bin Laden en bandeja de plata. Correspondió a Barack Obama dar a conocer la noticia al mundo: el enemigo número uno de los Estados Unidos, y de todas las democracias imperialistas occidentales. Y aunque no dieron a conocer públicamente las fotos del cadáver de Bin Laden, argumentando hipócritamente razones morales, el presidente Obama si las tiene bien guardadas en su portafolio, y seguramente las revisa de vez en cuando para cerciorarse de que efectivamente logró conquistar el trofeo que le garantiza casi seguramente la reelección presidencial.

¿Quién era Osama Bin Laden?

Probablemente no haya ser humano en el planeta que no haya oído alguna vez de la existencia de Osama Bin Laden, jefe de una organización terrorista internacional conocida con el extraño nombre de “Al Qaeda” que se atrevió a desafiar el poderío militar de los Estados Unidos. Desde los ataques terroristas del 11 de Septiembre del 2001, se desató una cruzada mundial en contra de Bin Laden, que llevo a los Estados Unidos a invadir Afganistán el 7 de Octubre del 2001, dos años antes que la invasión a Irak en marzo del 2003.

Bin Laden, hijo de una millonaria familia saudita, fue aliado de los norteamericanos, en la década de los años 80, durante la invasión soviética a Afganistán, formando parte de las guerrillas que combatieron al Ejército Rojo hasta obligarlo a salir de Afganistán con el rabo entre las piernas. Además del apoyo militar de los Estados Unidos, en el contexto de la guerra fría, las guerrillas afganas contaron con el apoyo incondicional del ejército de Paquistán, una potencia nuclear en un país atrasado, que estaba obligado a ser el muro de contención de la influencia militar soviética, antes del derrumbe de la URSS en 1990.

Paquistán y los Talibanes

Al retirarse los soviéticos de Afganistán en 1989, dejaron instalado el gobierno títere de Mohamed Nayibulá, desatándose un cruenta guerra civil, entre ejércitos asentados en diferentes tribus, que concluyó en 1992 cuando las tropas tayikas tomaron Kabul. Por primera vez en tres siglos, los pashtunes perdieron el control de la capital. Afganistán se desintegraba, causando preocupación en el ejército paquistaní.

Las pashtunes recibieron el apoyo militar del ejército paquistaní y se organización en el movimiento conocido como Talibán, que en lengua árabe significa “Estudiantes”, e inicialmente surgieron como un movimiento de rescate del Estado Afgano que estaba prácticamente putrefacto. Para lograr sus objetivos, los Talibanes desarrollaron al extremo el fundamentalismo islámico, una ideología religiosa que les permitía luchar y agrupar a las masas campesinas. En el marco de la guerra fría, los Estados Unidos alentaron el desarrollo del fundamentalismo islámico, porque ayuda a combatir a la URSS que tenía millones de musulmanes dentro de su territorio, sin prever que en un momento determinado se le volvería en contra.

Las relaciones entre los Talibanes y el Servicio de Inteligencia (ISI) del ejército paquistaní fueron muy estrechas. En realidad, el ejército paquistaní controlaba y dirigía a los Talibanes. En poco tiempo, en 1996, los Talibanes tomaron Kabul y ejercieron el control sobre la mayor parte del territorio afgano, aunque no lograron liquidar las guerrillas de las otras etnias.

Verdadero origen de Al Qaeda

Al Qaeda tiene su origen inmediato en la lucha contra la invasión soviética a Afganistán, con la diferencia que se proponía no solo derrotar a los soviéticos, sino llevar a la “yihad” a todo el mundo. En ese sentido, fue el ala más radical del movimiento “muyahidín” que terminó rebelándose contra su antiguo aliado, los Estados Unidos.

Las relaciones de Bin Laden con el general Hammed Gull, ex jefe del ISI, y con el general Mirza Aslam Beg, ex comandante en jefe del ejército paquistaní, eran muy estrechas. La expansión silenciosa de Al Qaeda, antes de la cruzada mundial en su contra, no se explica por el extremismo religioso, sino fundamentalmente por una necesidad económica de un sector de la burguesía o pequeña burguesía árabe: el fundamentalismo islámico se convirtió en la ideología del nacionalismo árabe, que comenzaba a regatear el control de los recursos naturales de sus países pobres, en un periodo de crisis de la economía mundial. En la mayoría de los países árabes existen todavía gobiernos entreguistas. El discurso nacionalista burgués o pequeño burgués adquirió formas religiosas. El saqueo de los recursos naturales exacerbaba los ánimos, sobre todo al disminuir los beneficios de la renta petrolera.

El caos ideológico del derrumbe de la URSS en 1990, la ofensiva y saqueo neoliberal en todo el mundo, especialmente en los países árabes productores de petróleo, la desaparición de los partidos comunistas y el no surgimiento de direcciones revolucionarias alternativas, la apertura de una coyuntural situación reaccionaria a nivel mundial, entre otros factores, posibilitaron el surgimiento de organizaciones terroristas como Al Qaeda, al menos en los países árabes o de tradición islámica. En este contexto mundial resurgió el método de lucha terrorista, aislado de la lucha de las masas, como un mecanismo de lucha contra el imperialismo.

Este postulado de lucha contra Estados Unidos y las potencias occidentales llevó erróneamente a muchos sectores de izquierda a solidarizarse con el método terrorista, rompiendo con la tradición marxista. No siempre el “enemigo de mi enemigo es mi amigo”, todo depende de las circunstancias, de la realidad concreta. Para los socialistas centroamericanos lo fundamental es si las masas trabajadoras se movilizan de manera independiente y revolucionaria.

La cacería llegó a su fin

En torno al rol y paradero de Bin Laden se tejieron las teorías más extrañas. Unos afirmaron que Bin Laden siempre fue un agente de la CIA y que los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2011 eran una simple pantomima para justificar la contra ofensiva militar del imperialismo a nivel mundial, especialmente la invasión a Afganistán e Irak. Otros afirmaron que Bin Laden había muerto, y que Estados Unidos lo mantenía artificialmente vivo para tener una justificación de sus ataques.

La verdad es que Bin Laden residió durante el periodo de la cacería en su contra en un tranquilo barrio de ex militares retirados en Abbottabad, a escasos kilómetros de una Academia Militar de Kakul y las instalaciones nucleares de Sehala, un lugar ultrasensible para Paquistán, siempre bajo la imperceptible protección del ISI y de sectores del ejército paquistaní. Todo indica que no fue la CIA la que logró dar con el paradero de Bin Laden, sino que, por circunstancias que desconocemos, el ISI terminó entregando su ubicación.

Es imposible penetrar el espacio aéreo de Paquistán, en una zona fronteriza con Afganistán, a escasos kilómetros de una base militar, sin contar al menos con la colaboración de un sector del ejército, que abandona a su antiguo aliado Bin Laden en aras de restablecer mejores relaciones con los Estados Unidos, quienes ocupan todavía Afganistán.

En la guerra contra el movimiento Talibán, tanto en Afganistán como dentro de Paquistán,

Estados Unidos está ensayando nueva tecnología militar, que presiona al ejército paquistaní que debe gobernar un país en permanente convulsiones sociales, y con un fuerte sector fundamentalista islámico. La ayuda militar norteamericana al ejército paquistaní se ha tornado decisiva en los últimos años

Pero aunque la negativa a mostrar el cadáver de Bin Laden acrecienta las especulaciones, la realidad es que Obama ha utilizado el hecho de haberlo ejecutado, para redoblar las presiones contra el gobierno paquistaní.

Obama ha declarado recientemente que "creemos que tuvo que haber algún tipo de red de apoyo a Bin Laden dentro de Pakistán (…)no sabemos si pueden haber sido algunas personas dentro del Gobierno, o fuera del Gobierno. Y eso es algo que tenemos que investigar y, más especialmente, que el Gobierno paquistaní debe investigar”. (EFE 8/5/2011)

La ejecución de Bin Laden ha desatado una crisis política en Paquistán, los partidos islamistas están solicitando la renuncia del primero ministro Yusuf Raza Gilani, y el presidente de ese país, Asif Alí Zardari, por no garantizar la “soberanía nacional”.

¿El fin del terrorismo?

Cuando una organización terrorista como Al Qaeda, con una estructura extremadamente centralizada, pierde a su jefe principal, el golpe es demoledor. Pero, como hemos analizado, Al Qaeda fue producto de determinadas circunstancias que ya cambiaron y no se repiten. Ahora las masas árabes se movilizan y tumban dictadores en Túnez y Egipto, o luchan por derrocar a Gadafi o la dinastía Assad en Siria, y ya no son atraídas por el terrorismo o el fundamentalismo islámico, lo que representa un cambio significativo.

Es indudable que Estados Unidos mantendrá su ofensiva mundial en la lucha contra las organizaciones terroristas, utilizando también métodos de terror que contradicen los principios democráticos que dice defender. Como principal potencial imperialista le interesa mantener la supremacía militar, y el mensaje enviado al mundo tras la ejecución de Bin Laden es que harán cualquier cosa con tal de mantenerse como imperialismo dominante.

Por Pierre Rousset

Con la proclamación de la República Popular China, el 1 de octubre de 1949, el Partido Comunista Chino (PCC) se encontró a la cabeza de un país con un tamaño tres veces superior a Europa Occidental, de unos 500 millones de habitantes. La situación interna era favorable al régimen. La situación internacional parecía más indecisa. En diciembre de 1949, Mao Zedong visita Moscú para reunirse con Stalin. La URSS fue el primer país en reconocer la República Popular, pero sin embargo no derogó el antiguo tratado de amistad chino-soviético, firmado con Chiang Kai-Shek. Durante tres semanas, los dos jefes de Estado jugaron al gato y al ratón. El nuevo tratado fue finalmente rubricado el 14 de febrero de 1950.

La desconfianza seguía siendo la regla entre las direcciones soviética y china. Mao ha señalado todo lo que Stalin despreciaba su experiencia (“Pensaba que nuestra revolución era artificial”, dijo) y no quería comprometerse demasiado pronto al lado de los chinos en el caso en que fueran atacados por Estados Unidos. Sin embargo, correspondió a Pekín ir indirectamente en socorro de Moscú.

La guerra de Corea estalló en junio de 1950. Resultó bastante mal para los dirigentes chinos, quienes deseaban dar prioridad a la consolidación del régimen, al relanzamiento de la economía, a la reconquista de Taiwán. El Buró Político duda. Pero se toma la decisión cuando las tropas de Estados Unidos se acercan a la frontera norte: la contraofensiva china es dirigida por Peng Dehuai. Tras más de cuatro meses de mortíferos combates, la línea de frente se estabiliza alrededor del paralelo 38. Hay que esperar todavía al 27 de julio de 1953 para que se firme el armisticio. Las pérdidas chinas se elevan a 800.000 muertos o heridos.

La sombra de la guerra de Corea domina todo el período que sigue a 1949. Los Estados Unidos construyen un cinturón de seguridad alrededor de China, con importantes bases militares en Corea del Sur, en Japón (Okinawa), en las Filipinas, en Tailandia y en Vietnam del Sur. Para las Naciones Unidas, bajo hegemonía estadounidense, no hay más que una sola China: la del Kuomintang replegado en Taiwán.

Frente al imperialismo, China se adosa al bloque soviético. Pero las semillas del conflicto chino-soviético de los años 1960 están sembradas. En lo inmediato, la guerra de Corea tiene por efecto desorganizar la instalación del nuevo régimen y endurecer su política.

El gran cambio social: 1949-1953

En China, la guerra de Corea suscita inmensas manifestaciones antiimperialistas. En este contexto, la campaña para liquidar a los contrarrevolucionarios toma un giro particularmente violento. En un período de seis meses, 710.000 personas son ejecutadas (o empujadas al suicidio) por sus lazos más o menos estrechos con el Kuomintang. Probablemente más de un millón y medio de personas son internadas en campos de “reforma por el trabajo”.

Propietarios de la tierra y notables rurales. La generalización de la reforma agraria toma también un giro violento. Los campesinos pobres recuerdan la arrogancia, el desprecio, la avaricia y la inhumanidad hacia ellos de los grandes propietarios. ¿Cómo olvidar la forma en que los propietarios provocaron hambrunas mortales especulando con los cereales? ¿Y a los militantes de las asociaciones campesinas sumariamente torturados y asesinados? ¿Y a los niños o adolescentes de quienes los señores de la tierra tomaban libremente posesión? Incluso si las relaciones sociales no eran en todas partes tan brutales, en su conjunto, la dominación del propietario sobre el campesino fue sin piedad. La hora del ajuste histórico de cuentas llegó.

Para tener en cuenta la complejidad de las estratificaciones rurales y una gran variedad de situaciones geográficas, el PCC clasifica las familias del campo en cinco categorías, desde sin tierra hasta grandes propietarios latifundistas. Allí donde las divisiones de clase están poco desarrolladas –y donde nadie es realmente rico-, las tensiones sociales no dejan de ser por ello menos vivas: debido a la extrema pobreza, toda desigualdad es vivamente sentida. Los notables y las redes de poder de clan son los primeros objetivos que adopta el PCC. A veces, la represión golpea a los campesinos medios o incluso a campesinos pobres.

En otros lugares, las divisiones de clase son mucho más marcadas, dando nacimiento a la gentry [propietarios de la tierra]. El PCC organiza e impulsa la celebración de reuniones de masas contra los propietarios, aún a riesgo de “excesos”, según sus propios términos. Pero la cólera colectiva de los campesinos pobres no es fingida. La violencia revolucionaria en los campos es social, mucho más que policial. Abre el camino a un verdadero cambio de poder. A finales de 1950, la clase que había regenteado durante siglos el mundo rural ha dejado de existir, al menos como capa social coherente.

Burguesía urbana. En los centros urbanos los antagonismos sociales, aunque profundos, son menos agudos que en el mundo rural. El aparato del PCC, salido de la guerra popular rural, es en 1949 muy incapaz de asegurar el relanzamiento de la industrialización. En el marco de la “Nueva Democracia”, intenta conciliarse con los empresarios privados. Pero en 1952, la burguesía se siente suficientemente fuerte para retomar la iniciativa a golpe de sabotajes o bloqueando la puesta en marcha de las políticas gubernamentales. La lucha de clases retoma sus derechos. El 6 de junio de 1952, Mao Zedong anuncia que los empresarios se convierten en el objetivo del combate político.

En las ciudades, la refundación social toma la forma de tres campañas. Las dos primeras tienen por objeto el hampa y las clases capitalistas, las élites burguesas: los “tres anti” (contra la corrupción, el despilfarro y la burocracia) luego los “cinco anti” (contra la corrupción, la evasión fiscal, el fraude, la desviación de fondos y la huída de los secretos de estado). No se trata de operaciones de policía clásicas. La población está invitada a hacer ella misma las tareas: los trabajadores denuncian a sus patronos, los cuadros se denuncian unos a otros, las esposas denuncian a sus maridos y los niños a sus padres. La represión psicológica es tan fuerte que la mayoría de las pérdidas humanas se produce por suicidios más que por ejecuciones.

La mayoría de los grandes comerciantes y empresarios se repliegan a Hong Kong, transfiriendo allí su herramienta de producción, o parten al extranjero. Sin embargo, un cierto número de grandes capitalistas se quedan en la República Popular donde disfrutarán a veces de una situación individual favorable. La actividad de los micro-empresarios (artesanos, mercaderes ambulantes…) es a la vez reprimida y tolerada.

Los capitalistas chinos no fueron físicamente liquidados y algunos colaboraron en su propia desaparición social. Pero la burguesía (comerciante e industrial) ha dejado de existir como clase coherente, dominante del sector moderno de la economía. Siete años después de la victoria, en 1956, la nacionalización de las industrias y del comercio sancionó su desaparición como fuerza autónoma. Al haberse desintegrado de forma precoz la estructura de poder del Kuomintang, tanto en los centros urbanos como en el campo, el orden antiguo es desenraizado.

Intelectuales. La tercera campaña –de reforma del pensamiento- apunta sobre todo a los intelectuales de las ciudades, particularmente a los formados en Occidente. Atacando al “individualismo, el elitismo, la indiferencia a la política y el pro-americanismo”, es llevada a cabo por medio de autocríticas sucesivas en pequeños grupos de discusión, combinado con la represión policial. Los intelectuales se encuentran firmemente encuadrados por el PCC a fin de no constituir una élite social concurrente con el aparato de cuadros.

El “criterio de clase”. El “origen de clase” se convierte en un criterio importante para acceder a la educación, a puestos políticos, a empleos solicitados. Esto no deja de tener efectos perversos, al convertirse los hijos de familias ricas, o “clasificados” como tales, en los “responsables” eternos de lo que eran sus padres antes de 1949. Pero el derrocamiento simbólico de las jerarquías sociales tiene un alcance ideológico muy radical.

Además, no se trata sólo de símbolos: paralelamente a la desintegración de las antiguas clases dominantes, el estatus de las clases dominadas se modifica sustancialmente y se desarrollan nuevas capas sociales.

Campesinado. El importante papel de los campesinos no es exclusivo de la revolución china: ya había ocurrido en Rusia. Pero el PCC maoizado se convirtió en la principal fuerza política en organizar al campesinado, mientras que en Rusia la influencia de los socialistas revolucionarios, de corrientes anarquistas o sencillamente de las élites campesinas locales había sido mucho más importante que la de los comunistas. Esto es lo que permitió al partido chino actuar desde los años 1930 desde el interior de los pueblos, y ahí es donde residía la novedad.

Una de las dos primeras grandes reformas adoptadas por el nuevo régimen, en junio de 1950, fue la Ley Agraria que generaliza al conjunto del país la redistribución de las tierras. Tras la conquista del poder, el PCC se cuida de imponer una colectivización forzosa al estilo estalinista. Comienza por la puesta en pie de un “equipo de ayuda mutua” que prepara la creación de cooperativas de nivel “inferior” y de talla relativamente modesta. Este planteamiento recuerda retrospectivamente, el que Lenin había contemplado en uno de sus últimos escritos, su “testamento” crítico y autocrítico (“De la cooperación”, 4/1/1923); permite consolidar el nuevo estatuto del campesinado pobre, a la vez que ofrece al campesinado -más en general- un futuro en la revolución (en lugar de exigir que se transforme en obrero agrícola que trabaja en las granjas del estado). Pero, para bloquear todo éxodo rural, los campesinos no tienen derecho a cambiar de lugar de residencia sin autorización.

Clase obrera. Con la política de industrialización rápida emprendida por el régimen, el peso de la clase obrera se reforzó considerablemente: de tres millones antes de 1949 a quince millones en 1952 y cerca de setenta millones en 1978. Nace un nuevo sector industrial, dirigido esta vez por el Estado, y con él, una nueva clase obrera con un estatus radicalmente diferente del que había prevalecido antes de 1949.

Sólo los trabajadores urbanos disfrutan de un nuevo estatus administrativo "de obrero y empleado". La debilidad de los salarios está compensada por ventajas sociales: alojamiento, cartillas de alimentación, financiación de los estudios de los niños, servicio de salud, almacenes de compra, jubilación... Una vez adquirido, el empleo se convierte en un derecho garantizado de por vida. Cada trabajador está asignado a una empresa y a una unidad de trabajo, como en otros países, los funcionarios están asignados a un puesto. Un obrero que llega a la edad de jubilación puede frecuentemente transmitir su estatus a un miembro de su familia. Disfrutando de importantes privilegios en relación al resto de la población (sin tener en cuenta los cuadros), la clase obrera ha proporcionado durante mucho tiempo una base social sólida al régimen.

Mujeres. Los medios progresistas chinos de los años 20 tenían la costumbre de denunciar conjuntamente "la opresión feudal" y la "opresión patriarcal". La emancipación de las mujeres y la crítica del conservadurismo confuciano eran consideradas como dimensiones esenciales de la modernización del país. El desarrollo de las organizaciones femeninas había sido importante durante las guerras nacionales y civiles. Tanto, que la Federación Democrática de Mujeres, dirigida por el PCC, comprendía 20 millones de miembros en 1949 y 76 millones en 1956. Pero en 1957, no hay más que el 10% de mujeres en el PCC.

En 1950, la Ley sobre el Matrimonio es la primera en ser promulgada por la joven República Popular. Esta nueva legislación asegura la libre elección de pareja, la monogamia, los derechos iguales para los dos sexos y la protección (de forma al menos teórica, pero a menudo bastante concretamente) de los intereses legales de las mujeres y de los niños. Se oponen a los tradicionales matrimonios arreglados y permite el divorcio administrativo por consentimiento mutuo. Gracias a las medidas de reforma agraria, las mujeres acceden también a la propiedad de la tierra.

Cuadros y burocracia. Son puestos en pie dos sistemas de poder paralelos: la Administración y el Partido Comunista. Los cuadros han salido del combate revolucionario. Aquellos cuya familia era en su origen acomodada sacrificaron riqueza y estatus social para realizarlo. No son privilegiados igual que las antiguas clases dominantes. Sin embargo, disfrutan ya de privilegios, aunque sean modestos, y sobre todo de un monopolio casi absoluto del poder político –sólo casi-, puesto que deben negociar localmente con las exigencias de los obreros o de los campesinos que defienden sus intereses utilizando su fuerza de inercia, resistencias veladas o penetrando subrepticiamente los nuevos aparatos de poder.

Desde antes de la victoria, los cuadros constituyeron una fina "burocracia de guerra" en las regiones liberadas. Después de 1949, el aparato político-administrativo se amplía considerablemente con la reconstrucción de un Estado a escala nacional, y luego con el desarrollo de un amplio sector económico público. Esta nueva capa social ocupa un lugar inédito en la sociedad china, incluso si sustituye a la antigua burocracia militar y civil del Kuomintang y puede alimentar su legitimidad de la memoria del mandarinato del Antiguo Régimen. Toma rápidamente consistencia, dando nacimiento a una élite dirigente.

El Ejército. El Ejército juega un papel esencial. Armazón de la lucha revolucionaria, es la única institución que ha resistido todas las crisis, incluso la "Revolución Cultural". Sin embargo, ha quedado hasta el fin subordinada a las instancias de dirección política: si "el poder está en la punta del fusil", es siempre "el partido el que dirige los fusiles", para retomar las fórmulas de Mao Zedong. Este papel, a la vez central y subordinado del ejército es característico de la revolución maoísta.

El Partido Comunista. El PCC es la columna vertebral del nuevo régimen. Cuenta en 1949 con 4.500.000 miembros. Mao Zedong es a la vez presidente de la nueva República, presidente del partido y presidente de su comisión militar. Otros dirigentes nacionales juegan un papel importante como Liu Shaoqui, Chen Yun o Zou Enlai.

La evolución del PCC constituye un elemento esencial en la comprensión de la trayectoria de las revoluciones chinas. Numerosos autores, generalmente inclinados a la derecha, se contentan con invocar aquí su carácter "totalitario", como si la simple invocación del "totalitarismo" sirviera como explicación histórica. Para otros, de izquierda esta vez, el aparato del partido no sería más que el embrión de la burocracia que sería a su vez -y ya desde el nacimiento del régimen- el embrión de la nueva clase dominante (o de la "casta" que la sustituye).

Sin embargo, en el momento de la victoria, el PCC mantiene relaciones contradictorias con la sociedad; está él mismo atravesado por vivas contradicciones.

Al comienzo de los años 1950, el PCC es aún "el partido de la revolución": ha tejido lazos estrechos con importantes sectores de las masas populares, ha reclutado sus miembros y formado sus cuadros en el fuego del combate, tiene por "mandato" la modernización del país y la realización de las aspiraciones igualitarias... Al mismo tiempo, el PCC es también el "partido de la nueva élite" que ejerce el poder político y aumenta progresivamente sus privilegios sociales. Esta "tensión interna" entre "partido de la revolución" y "partido de la burocracia en constitución" no es la única que atraviesa el nuevo régimen. Pero da luz sobre las crisis sucesivas que estallan desde mediados de los años cincuenta hasta finales de los años sesenta.

Esta sucesión de crisis permite localizar algunos temas políticos recurrentes, como la independencia de los movimientos sindicales o sociales, las relaciones entre legalidad y democracia socialistas, la pluralidad política en la revolución y el pluralismo de las sociedades llamadas de "transición".

La ruptura de las Cien Flores

El PCC debatió sobre la independencia de los sindicatos y otros movimientos de masas. Pero reafirmó la dirección del partido sin reconocerles autonomía política. Estas organizaciones no deben solo ayudar a la aplicación de las medidas dictadas por el PCC. Gracias a su real enraizamiento social, se supone que hacen conocer a los gobernantes el estado de espíritu de la población. Pero esta concepción del cuadro "a la escucha de las masas", de una correa de transmisión de doble sentido, no funciona, al menos en tiempo de paz.

En 1954-1955, aparecen fuertes tensiones entre numerosos intelectuales y el PCC que responde con la represión. La dirección del partido observa con inquietud las crisis que golpean en 1953-1956 a los estados de Europa del Este (Hungría, Polonia,...). Se plantean muchos interrogantes sobre las implicancias de la muerte de Stalin y del informe Kruschev al XX Congreso del PC de la URSS. En 1957, Mao denuncia en un mismo discurso las supervivencias de la ideología burguesa y el peso del "estilo de trabajo burocrático" que ponen trabas al "desarrollo socialista". Para mejor hacer presión sobre el aparato, decide una liberalización política y cultural lanzando la consigna "que florezcan cien flores y que cien escuelas rivalicen". ¡No había previsto hasta qué punto iba ser tomado al pie de la letra! …

En mayo-junio de 1957, el PCC se convierte en el blanco de una marea de críticas que ponen en cuestión la calidad del reclutamiento de sus miembros (son entonces más de 10 millones), los privilegios de los que gozan sus cuadros y los abusos de los que son culpables, el autoritarismo de sus organismos. Los estudiantes toman rápidamente el relevo a los intelectuales, denunciando el dogmatismo de la enseñanza y exigiendo el respeto de los derechos constitucionales: libertad de palabra y de expresión. Existe el riesgo de contagio social: estallan huelgas reivindicativas en algunas empresas, enmarcadas por los sindicatos, y un número significativo de campesinos abandonan las cooperativas. En respuesta a este remolino reivindicativo, el Periódico del Pueblo denuncia a las "flores venenosas y las malas hierbas". En Wuhan, la milicia obrera interviene brutalmente para restablecer el orden tras dos días de casi motín.

El aborto de las “Cien Flores” tiene pesadas consecuencias a pesar del abanico limitado de los medios sociales directamente implicados en los acontecimientos. La represión despoja al partido de un sector importante de los intelectuales y de los estudiantes. Muchos de los asuntos políticos en juego concernían de hecho al conjunto de la sociedad. Así, el principal dirigente en cuanto a cargo (no forzosamente de hecho) de la Federación de los sindicatos, Lai Ruoyu, planteó una vez más la cuestión de la independencia sindical. En vano, al ser eludida la cuestión de la legalidad socialista, el reconocimiento de los derechos cívicos no es siempre más que un asunto de oportunidad política.

Las “Cien Flores” planteaban en el fondo la cuestión de la naturaleza y de la funcionalidad de la democracia en una sociedad de transición. Era también la ocasión de romper con una tradición fuertemente anclada en la historia china: la resolución de los conflictos con la violencia. Se ha podido comparar la amplitud de las violencias bajo el antiguo régimen imperial a las de las guerras de religión europeas y sus masacres de masas: la mayor revuelta campesina del siglo XIX (la de los Taiping en 1851-1864) y su represión feroz habrían causado unos veinte millones de víctimas.

La colectivización acelerada y el Gran Salto adelante

Apenas terminado el movimiento de las “Cien Flores”, madura ya otra crisis, de una amplitud mucho más grande.

Nuevas tensiones sociales comienzan a manifestarse en 1956-57. En su conjunto, el régimen realiza progresos innegables y los movimientos de protesta permanecen localizados, pero constituyen señales de alerta. A falta de experiencia, el PCC comenzó por copiar el modelo de industrialización pesada de la URSS estalinista. Le era necesario entonces definir una "vía china" mejor adaptada al peso masivo del campesinado y a la densidad demográfica del país.

La orientación económica entonces elaborada intentaba responder a verdaderas necesidades. So pena de dejar constituirse inmensas megalópolis, había que evitar el modelo europeo de urbanización y de industrialización alimentadas por el éxodo rural. Sin embargo, a pesar de los controles severos, se inicia espontáneamente un proceso de éxodo rural hasta el punto de provocar conflictos entre emigrantes rurales convertidos en trabajadores precarios y obreros urbanos con un estatus reconocido. La creación de cooperativas de gran tamaño, el compromiso de los grandes trabajos, la implantación de infraestructuras y de servicios en el campo, de industrias en las pequeñas ciudades y pueblos, debe permitir asegurar un "desarrollo en el lugar".

Es emprendida una refundación social. Para facilitar la contratación de las mujeres son creadas numerosas cantinas en las cooperativas accesibles a toda la familia, así como guarderías y jardines de infancia. Si los temas ideológicos entonces propagados son creíbles, China debería convertirse en una amplia federación de localidades, ampliamente descentralizadas y autosuficientes, pero vertebradas por el poderoso aparato del PCC y de sus organizaciones de masas.

Problema mayor: la dirección del PCC asigna a esta nueva orientación objetivos desmesurados: "Superar a Gran Bretaña en 15 años", según la fórmula de Mao. El régimen recurre a los métodos de movilización que habían tenido éxito en tiempos de guerra. La política del Gran Salto adelante impone ritmos insostenibles. No deja tiempo para coordinar y planificar las medidas económicas. Tras primeros éxitos, viene el caos. La producción micro-industrial (hierro, acero, herramientas...) se revela de mala calidad. Las cosechas y los transportes están desorganizados. En 1959-1961, diversas regiones del país son golpeadas por la escasez y hambrunas mortíferas, agravadas por una sucesión de catástrofes naturales. Un balance trágico: quizá veinte millones de personas encuentran la muerte debido a las consecuencias del Gran Salto.

La dirección del PCC no supo reaccionar ante el desastre, ciega a la evolución de la situación por la ausencia de organizaciones de masas independientes y de instituciones políticas democráticas. Las tensiones entre el PCC y el campesinado alcanzan entonces un punto de ruptura y se producen levantamientos en algunos lugares. Tardíamente, son tomadas medidas de apaciguamiento. En 1961-1962, se vuelve a una concepción más modesta de las cooperativas que deja lugar a las producciones familiares y a mercados libres rurales. Se pone el acento en el desarrollo de la industria ligera susceptible de ayudar a la agricultura más que en la industria pesada.

A comienzo de los años 1960, la autoridad de Mao en el partido y la autoridad del partido en la sociedad están ambas disminuidas. Además, el conflicto chino-soviético se agrava a partir de 1958. Moscú retira del país sus expertos, luego se pone de acuerdo con Londres y Washington para firmar un tratado sobre los ensayos nucleares que excluye a China. A los ojos de la dirección maoísta, la URSS se está convirtiendo en el "enemigo principal" ocupando el lugar de los Estados Unidos.

La "Revolución cultural"

Los conflictos políticos en el seno de la dirección desbordan entonces el marco del partido. En 1965, la confrontación se hace pública en el frente cultural -de ahí el nombre de "Gran Revolución Cultural Proletaria" (GRCP). Todas las fracciones comienzan a iniciar movilizaciones de masas para reforzar su postura, abriendo la caja de Pandora. Las contradicciones sociales estallan a la luz del día, dando lugar a una crisis explosiva que hace literalmente estallar en mil pedazos una buena parte del aparato del Estado.

A pesar de los fracasos, el país conoció un real desarrollo económico y progresos sociales. Pero la revolución maoísta suscitó aspiraciones igualitarias radicales. Sin embargo, las desigualdades entre localidades, entre ciudad y el campo, entre sectores sociales siguen siendo importantes. Numerosos estudiantes no encuentran un empleo que se corresponda con sus diplomas. Una nueva generación entra en actividad. Hay conflictos que oponen a campesinos más pobres a los más ricos o, en las ciudades, a obreros con empleo protegido con trabajadores precarios. Los privilegios y el poder de los cuadros, el autoritarismo de la burocracia, son denunciados. Estas contradicciones se manifiestan en la calle con una amplitud sin precedentes desde 1949.

El medio estudiantil entra en ebullición a mediados de 1966. Numerosos grupos atacan a todas las figuras de autoridad: profesores e intelectuales juzgados de "revisionistas", antiguos burgueses y responsables locales del partido. Los "rebeldes" se vuelven contra el partido mismo. Algunos llaman a la "gran democracia" y a la "libertad". En agosto, Mao Zedong se aprovecha de ello para lanzar la consigna de "Bombardead los Estados mayores" -una declaración de guerra contra Liu Shaoqi. Propulsa los guardias rojos y los comités revolucionarios con el deseo de canalizar el movimiento en las ciudades a fin de servirse de él como de un ariete para reconquistar la preeminencia en el seno del aparato y reorientar su política en el espíritu del "Gran Salto".

Altos dirigentes del partido son echados como pasto para los guardias rojos. El movimiento se extiende a la clase obrera. En diciembre de 1966-enero 1967, la metrópoli industrial de Shanghai es el teatro de violentos enfrentamientos y de una huelga general espontánea: es la "comuna de Shanghai". Los disturbios se extienden al campo. El PCC y la administración se desagregan. La dirección del partido se divide violentamente. Hay verdaderas guerras civiles locales. Pero la rebelión está hundida ella también en la mayor confusión: la "Revolución Cultural" en tanto que aspiración democrática y social da vueltas sobre si misma, sin brújula, minada por la híper-violencia fraccional. En medio de la confusión, algunos grupos formulan aún proposiciones radicales como el que, en Hunan, denuncia la traición de Mao y plantea un sistema generalizado de "comunas" democráticamente elegidas, para impedir el renacimiento de una "nueva clase de capitalistas rojos". Mao Zedong en efecto se ha colocado sin ambigüedades en el campo de la vuelta al orden autoritario.

A ojos de los dirigentes del PCC, incluyendo todas las tendencias, se hace urgente reconstruir el partido y la administración apoyándose, para ello, en el Ejército, única institución que ha guardado coherencia.

La reconstrucción de un orden burocrático

A partir de septiembre de 1968, los antiguos estudiantes guardias rojas son enviados a reeducación por el trabajo en el campo. En las fábricas, aún prosiguen resistencias, pero no se trata ya más que de combates de retaguardia.

Durante meses, los "rebeldes" de la "Revolución Cultural" han vivido la experiencia embriagadora de una rara libertad de acción, viajando a través de toda China para propagar el llamamiento a la revuelta. Ciertamente, se han hecho también manipular por las diferentes fracciones del PCC (y por Mao en particular). Se han comprometido en violencias ciegas y guardan el recuerdo traumatizante de actos irreparables cometidos contra personas ancianas, entre ellas numerosos veteranos de la lucha revolucionaria, acusadas de ser "revisionistas", golpeados, a veces torturados, obligados a humillantes autocríticas. Pero han adquirido un espíritu de independencia, aspiraciones radicales, experiencia política. Si muchos antiguos guardias rojos se retiran de todo activismo, algunos estarán, diez años más tarde, en el origen del movimiento democrático de 1978.

A la salida de los años 1966-1968, el PCC está en ruinas. Ocho de los once miembros del Buró Político están en prisión o en reeducación. Nueve de diez responsables de los grandes servicios del Comité Central están apartados de sus cargos. Ocurre así de arriba a abajo del partido. En numerosos lugares, no funciona ya ninguna estructura del PC. Hacen falta varios años para reconstruir el partido a escala nacional.

Un nuevo conflicto opone a Mao Zedong y Lin Biao que muere en septiembre de 1971 cuando, se dice, huye en avión hacia la URSS. Más de cien generales son cesados. A comienzo de los años 1970, una gran parte de los dirigentes históricos de la revolución china están apartados: Liu Shaoqi (muere exiliado en 1969), Peng Dehuai, Lin Biao, Deng Xiaoping... Está libre el camino para el acceso al poder del "Grupo de Shanghai", también llamado por sus adversarios la "Banda de los Cuatro" que comprende a Jiang Qing, la última esposa de Mao.

En el trasfondo, el proceso de normalización de las relaciones chino-americanas, espectacularmente emprendido con la visita de Nixon a Pekín de 1971 (¡en plena escalada militar en Vietnam!) no es duraderamente puesto en cuestión. La contrarrevolución burocrática ha acabado por romper el dinamismo social heredado de 1949.

Retrospectiva: presiones históricas y "posibles" no realizados

En veinte años, a lo largo de sucesivas crisis, las relaciones mantenidas por el PCC con la población se han transformado cualitativamente. El amordazamiento de las Cien Flores cortó al partido de un ala importante de la intelligentsia. En numerosas regiones, el fracaso del Gran Salto distendió o modificó sus lazos con el campesinado, a la vez que fracturaba de forma duradera el aparato. La represión masiva que siguió al giro de Mao durante la Revolución Cultural rompió la identificación de los sectores radicales de los estudiantes y (lo que es nuevo) de la clase obrera con la fracción maoísta. A comienzos de los años setenta, puede decirse que no queda más que el "partido de la burocracia", ahora bien cristalizada. En veinte años, la "contradicción interna" al régimen se ha reabsorbido a costa de las clases populares y en favor del orden burocrático.

Es tentador juzgar retrospectivamente que todo está escrito de antemano y que la postración totalitaria de la revolución china era inevitable. El nuevo régimen tomó forma en efecto bajo la influencia de poderosas presiones históricas tanto nacionales como internacionales. Resulta sin embargo necesario plantearse la cuestión retrospectiva de los "posibles alternativos".

La victoria de una revolución aparece siempre como improbable. ¿Qué espíritu sensato habría dado una oportunidad a la revolución rusa en 1915; o a la revolución china en 1936; o a la revolución cubana en 1953; o a la revolución vietnamita en 1946 frente a la reconquista francesa, o también en 1965, frente a la potencia económico-militar de los Estados Unidos? Y sin embargo, triunfaron, al menos temporalmente, y la situación mundial fue por ello más de una vez profundamente modificada.

Lo propio de la lucha revolucionaria es hacer posible (pero no seguro, ni mucho menos) lo improbable, incluso lo increíble. La primera lección histórica de 1949, es que la revolución es un "posible" que puede efectivamente realizarse.

La China del siglo XX conoció más de una "encrucijada histórica" concluida en derrotas (1927-1934) o victorias (1949). ¿Se dibujó de nuevo una "encrucijada" así, poco después de la fundación del nuevo régimen y la muerte de Stalin en 1953, que habría permitido a la nueva sociedad de transición seguir un curso más democrático (dando un contenido popular a este término)? Es evidentemente difícil de demostrar. Pero no hay necesidad de responder para plantear la cuestión.

Sin embargo, la partida no se jugaba sólo en China. Se jugaba también en Europa del Este.

Se toca aquí una cuestión que no he trabajado nunca: la circulación de las ideas (más allá de los círculos dirigentes) en el seno del mal llamado "campo socialista" durante los años 1950. ¿Cómo se influenciaron los combates democráticos y populares de un extremo a otro de este bloque geopolítico heterogéneo? ¿Cómo sus dinámicas habrían podido ser afectadas y sus oportunidades de éxito reforzadas, particularmente por una recuperación más precoz de las luchas de la juventud y del movimiento obrero en Europa del Oeste? Pues se vuelve siempre a lo mismo: el futuro de las revoluciones -de Rusia a Cuba pasando por China y Vietnam- se jugaba también -en parte- en los grandes centros imperialistas (y de manera recíproca, evidentemente).

En las condiciones mundiales de los años 1980, la contrarrevolución burocrática fue el preludio de la contrarrevolución burguesa. No era necesariamente el caso. En otras correlaciones de fuerzas mundiales, habría podido ceder frente a una renovación de las luchas socialistas o, quizá, dar nacimiento a una figura histórica aún impensada.

Ayer, hoy, mañana...

La contrarrevolución ha tomado pues, la forma de un paso controlado a un capitalismo medio estatal, medio privado. Un proceso facilitado en China por una alianza entre sectores de la burocracia y el poderoso capital chino transnacional establecido fuera de la República Popular, en Hong Kong o en Taiwán y en numerosos lugares del mundo. El PCC favorece las inversiones de los expatriados y acoge en su seno grandes capitalistas. Recíprocamente, este partido aparece a ojos del capital chino transnacional como el único capaz de mantener el orden social y de garantizar la unidad de un país que continúa amenazado de división.

Para triunfar, la contrarrevolución burguesa ha debido deshacer todo aquello a lo que la revolución había dado nacimiento. Una conmoción social hacia atrás se ha emprendido, tan radical como la que había sucedido a la revolución de 1949. El sector económico de Estado ha sido en parte desmantelado, privatizado o gestionado según criterios capitalistas. Una nueva clase de empresarios ha nacido, formada por burócratas convertidos al enriquecimiento personal, aliados al capital chino transnacional. La antigua clase obrera con estatus protegido ha sido metódicamente desintegrada para dejar lugar, por una parte, a una capa de técnicos y obreros cualificados y, por otra parte, a un joven proletariado inestable salido del éxodo rural, a menudo privados de derechos.

Tras disfrutar temporalmente de la des-colectivización iniciada a comienzo de los años 1980, el campesinado chino se ve amenazado ahora de los mismos procesos de desposesión que hay en los demás países del "Tercer Mundo". Las desigualdades sociales estallan. Los pobres son de nuevo ignorados; los ricos están de moda. PCC no quiere decir ya Partido Comunista Chino, sino ¡Partido Capitalista Chino! Representa -no sin contradicciones- las aspiraciones de las nuevas élites.

Ironía de la historia, el capitalismo chino saca hoy los beneficios de la radicalidad de la revolución de 1949. Sin ella, el país habría pasado a la dependencia política y económica exclusiva del Japón o, más probablemente, habría caído bajo el dominio del imperialismo de Estados Unidos. Sin ella también, como en muchos países del "Tercer Mundo", el capital habría tenido muchas dificultades para liberarse de las trabas de las relaciones sociales tradicionales en el mundo rural y del peso de la gentry. El capitalismo chino ha recibido así una segunda oportunidad.

Pero el recuerdo de la revolución podría mañana servir de fermento político a las resistencias sociales contra el ascenso de las desigualdades y de la precariedad.

CEPRID

Traducido por Julio Fucik

Nota del CEPRID: Se ha intentado dar la imagen de que las huelgas obreras en China tienen una similitud con lo acaecido en Polonia en la década de 1990. Nada más lejos de la realidad. La burguesía y sus “medios de comunicación” extienden la imagen de unos “sindicatos independientes” similares al “Solidaridad” polaco. No se molestan el explicar qué quieren los trabajadores chinos ni cuál es la dirección de su movimiento. Y, desde luego, no reflejan iniciativas como la que aquí presentamos y que va en la línea de lo que este centro, modestamente, viene publicando sobre China, las luchas obreras y campesinas y el nuevo papel geoestratégico de este país.

Defender la Constitución, respetar y garantizar los Derechos Humanos, apoyar la justa lucha de los trabajadores de Honda y condena de la gestión inhumana de Foxconn

Para:

Secretario General Hu Jintao y los miembros del Comité Central del Partido

Presidente Wu Bangguo de la Asamblea Popular

Primer ministro Wen Jiabao y los miembros del Consejo de Estado

Compatriotas de toda China y todos los medios de comunicación:

Se han producido recientemente numerosos incidentes en nuestro país que señalan la intensificación de las contradicciones sociales. Según informes de prensa, Foxconn con sede en Shenzhen y con capital de Taiwán ha tratado a los trabajadores como máquinas (o peor, sólo como piezas de repuesto). Para generar beneficios para la empresa, instituyó un sistema de gestión inhumano que destruye la salud y el espíritu de los trabajadores en tal medida que algunos han considerado que no merece la pena vivir. Trece trabajadores de esta empresa se han suicidado en un corto período de tiempo. Su trágica muerte rompe nuestros corazones. Es una situación que ha conmocionado el mundo. Con base en Foshan, Guangdong, Honda Auto Parts Manufacturing Co., Ltd. es una compañía de propiedad japonesa. Mientras que el propietario capitalista ha conseguido una enorme ganancia, los salarios son demasiado bajos para garantizar el sustento de los trabajadores y el sindicato de la empresa no representa sus intereses. Cerca de dos mil trabajadores han ido a la huelga en su lucha por aumentos salariales y para iniciar la reforma del sindicato. Sin embargo, la administración japonesa sólo accedió a un aumento pequeño del sueldo, lejos de lo que los trabajadores pedían. Además, la dirección injustificadamente exigió a los trabajadores firmar un compromiso de "no ir a la huelga" y amenazó con despedir a quienes se sumasen a ella. Se disparó, incluso, a dos líderes de los trabajadores.

Otros incidentes [que aparecen] en los medios de comunicación también muestran un mayor conflicto entre capital y trabajo. Algunos trabajadores en la cadena de engranaje Chongqing Qijiang Co. Ltd fueron obligados a trabajar horas extraordinarias durante los fines de semana y murieron por exceso de trabajo. El agotamiento a largo plazo, los bajos salarios y la corrupción llevó a los trabajadores a la huelga. Cerca de 1.700 trabajadores de Taisheng Furniture Company, con sede en Dongguan, provincia de Guangdong, hicieron una huelga de tres días para protestar contra el exceso de estrés y los bajos salarios. Más de mil trabajadores de la fábrica de piezas de recambio que abastece a Hyundai, en Beijing, se declararon en huelga para exigir un aumento de sueldo. Los trabajadores de la empresa Lanzhou vinylon se declararon en huelga porque no pueden siquiera contar con un sustento básico. En la ciudad de Datong (provincia de Shanxi), la empresa de propiedad estatal Xinghuo, una farmacéutica, se vio obligada a declararse en quiebra y sus trabajadores despedidos tenían sus numerosas peticiones, rechazadas una y otra vez. Después de esto, más de 10.000 personas protagonizaron una sentada en el edificio del gobierno municipal, algunos de ellos fueron golpeados por policías armados. Trabajadoras en huelga de Pingdingshan, una empresa de algodón e hilados (provincia de Henan) fueron brutalmente golpeadas por matones traídos por vehículos de la policía, provocando lesiones en muchas de ellas. En Shenzhen trabajadores que están tomando la iniciativa para pedir demandas o para proteger derechos de los trabajadores [han visco cómo] se les ha puesto en listas negras, lo que hace difícil que puedan obtener un empleo. Estos son sólo algunos de los incidentes recientes que ilustran el alcance del problema.

En conjunto, la burguesía ha transferido la carga de la crisis económica sobre los trabajadores y ha lanzado un ataque más feroz contra ellos. La clase trabajadora se ve obligada a levantarse y resistir. Pero a medida que los trabajadores se han convertido en un grupo social débil en los últimos años, y con la privación de los derechos fundamentales prescritos por la Constitución de nuestro país, se encuentran en la triste situación en que sus muertes quedan sin respuesta, sus huelgas no son escuchadas ni sus quejas. De acuerdo con la Constitución de nuestro país, en particular los cuatro principios básicos y los derechos fundamentales reconocidos a los ciudadanos, hacemos el siguiente llamamiento para hacer frente a la situación actual y problemas (1). En primer lugar, estamos convencidos de que hay apoyar a los trabajadores en Foshan Honda y otras fábricas en su justa lucha por la supervivencia y contra la opresión. El artículo 33 de la Constitución de nuestro país dice que "el Estado respeta y garantiza los derechos humanos”. El derecho de huelga es una parte inseparable de los derechos humanos y también es un derecho fundamental establecido por las constituciones civiles de todo el mundo. Apoyamos firmemente todas las demandas razonables que los trabajadores de Honda han planteado a fin de cambiar sus duras condiciones de trabajo y bajos salarios. Nos oponemos rotundamente a la amenaza de la dirección de despedir trabajadores. Los dos líderes que fueron despedidos deben ser inmediatamente devueltos a sus puestos de trabajo.

Creemos que nuestra petición será apoyada por todos los que defienden la autoridad de la Constitución, el respeto de los derechos humanos, y confían en la justicia.

En segundo lugar, debemos exigir a Foxconn y otras empresas similares detener de inmediato sus inhumanos y duros métodos de explotación. Exigimos que se respete la integridad de los trabajadores, se les trate con dignidad, se obedezcan las leyes del estado, mejoren las condiciones de trabajo, se aplique con rigor una jornada de 8 horas de trabajo y se compense a los trabajadores por las horas extraordinarias. Deben garantizar que a los trabajadores se les paga salarios que son suficientes para su propio sustento y su reproducción. Esta es la única manera de aliviar los conflictos capital-trabajo y reducir o prevenir los llamados “problemas psicológicos”. Se ha informado por los medios que algunos que se suicidaron también mostraron signos de lesiones corporales causadas por golpes. También se sospecha de que alguno fue empujado [desde alguna ventana] fuera de los edificios. Esto ya, en sí mismo, implica una investigación penal. Los organismos gubernamentales deberían tratar este asunto en serio y averiguar la verdad.

En tercer lugar, los sindicatos deben estar claramente del lado de la clase obrera para representar y defender sus intereses según lo prescrito por la Constitución. Si alguna organización sindical hace caso omiso de la Constitución y actúa a favor de la empresa debe ser despreciado por la clase obrera. Los dirigentes del sindicato en cada empresa deben ser democráticamente elegidos por los trabajadores. Familiares y representantes de los jefes no deberían poder adoptar cargos en el sindicato. Si este caso se diese, no debe ser aprobado en los niveles superiores del sindicato. En su lugar, se debería ayudar a que el sindicato de empresa organizara una reunión de todos los miembros y reconstruirlo por medio de elecciones democráticas. En cuarto lugar, el Gobierno, en todos los niveles, en particular el gobierno local, debe proteger los derechos cívicos siguiendo estrictamente la ley, resolviendo sinceramente los conflictos capital-trabajo y garantizando la libertad de expresión de los ciudadanos. El gobierno debe administrar de acuerdo a la ley e impedir incidentes que violen los derechos cívicos básicos previstos en el artículo 33 de la Constitución y otras normas conexas. Se debe tratar activamente los casos de conflicto capital-trabajo de acuerdo a la ley. Ignorar las demandas de los trabajadores a través de la inacción o ponerse del lado de la empresa debe ser una actitud decididamente corregida. A fin de garantizar el derecho del pueblo a la información y a la supervisión, se debe permitir que los medios de comunicación informen libremente y con la verdad sobre los conflictos capital-trabajo, los casos particulares y que haya todo tipo de opiniones sin obstáculos e interferencias.

En quinto lugar, hacemos un llamamiento para el restablecimiento de la clase obrera como la clase dirigente de nuestro país y el restablecimiento de la propiedad pública socialista como el pilar de nuestra economía nacional. El artículo 1 de la Constitución de nuestro país establece que "La República Popular de China es un Estado socialista encabezado por la clase obrera sobre la base de una alianza obrero-campesina". El artículo 6 dice que" la base de la economía socialista de la República Popular de China es la propiedad pública socialista de los medios de producción, es decir, la propiedad colectiva de todas las personas y trabajadores". "En la fase primitiva del socialismo, el Estado debe construir un sistema económico con la propiedad pública como pilar [fundamental] y el co-desarrollo de la economía a través de [diferentes] formas de propiedad. La distribución debería basarse principalmente en cada uno según su trabajo, con la co-existencia de otros métodos de distribución. El Partido Comunista de China debe ser la verdadera vanguardia de la clase obrera, reforzar su liderazgo como la organización política del pueblo y la dictadura democrática. Hacemos un llamamiento para el restablecimiento de la propiedad pública como la parte principal de la economía nacional. Sólo de esta manera pueden los trabajadores, campesinos y pueblo en general ser dueños de las empresas y el país y realmente poner en práctica un sistema de distribución principalmente basado en la contribución del trabajo. En la actualidad, es imprescindible mejorar las condiciones de trabajo y aumentar los salarios y beneficios en la economía privada (financiada por las inversiones nacionales y extranjeras). Es completamente justo apoyar activamente las luchas obreras en ese sentido. Sin embargo, en la medida en que la economía capitalista de propiedad privada domina más que la economía socialista de propiedad pública, la clase obrera no puede cambiar su posición de debilidad en las estructuras de explotación, ni el sistema de distribución injusta y la disparidad entre ricos y pobres. En esta condición, también es imposible transformar nuestra economía orientada a la exportación a una que sea independiente, autosuficiente y busque satisfacer las necesidades materiales y culturales de las personas en el país.

Con base en las condiciones actuales, sólo será a través de una lucha a largo plazo que la clase obrera pueda restaurar su posición de liderazgo y la economía nacional se pueda transformar en una basada principalmente en la propiedad pública. Contamos con la guía del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong, y tenemos la Constitución, en particular su núcleo de los cuatro principios básicos, como nuestro instrumento jurídico. Todos los miembros del Partido Comunista y todas las personas deben acatar la Constitución. La modernización socialista que defendemos se ajusta al interés de la más amplia gama de personas y se corresponde con el desarrollo histórico de la humanidad. Si todas las personas que apoyan el socialismo, aman a su país y cumplen con la Constitución están unidas y persisten en ello, a través de una lucha a largo plazo, podremos alcanzar nuestra meta.

Firmantes:

Li Chengrui (Ex Director de la Oficina de Estadística del Estado)

Xiantian Gong (Profesor de la Universidad de Beijing)

Han Xiya (Ex Secretario Suplente de la Secretaría de la Federación China de Sindicatos)

Rixin Liu (ex investigador en la Comisión Estatal de Planificación)

Zhao Guangwu (Profesor de la Universidad de Beijing)

Nota:

(1) Los cuatro principios básicos incluyen el socialismo, la dictadura democrática popular, la dirección del Partido Comunista, y el marxismo-leninismo-pensamiento de Mao Zedong

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Por Alberto Cruz

Periodista, politólogo y escritor.

CEPRID

La crisis financiera está poniendo en cuestión el “orden” mundial existente. La debilidad de EEUU, el marcado descenso de su poder –duro, o sea militar, y blando, es decir, diplomático- está siendo aprovechado por China para iniciar un cambio en la geopolítica internacional. Si bien no se puede decir, aún, que China está ocupando el lugar que antaño tuviese la Unión Soviética como superpotencia, sí se puede afirmar sin el menor margen de duda que China ha decidido dar un puñetazo encima de la mesa y jugar un papel más enérgico, protagónico, en la política internacional.

China no tenía previsto realizar un gesto de esta envergadura hasta el año 2027 (1), fecha para la que considera habrá alcanzado la paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares) con EEUU. Para ello, ha venido tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo -África, Asia, América Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan “el consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense de intervención militar, unipolaridad e interferencia política.

Sin embargo, la arrogancia estadounidense al realizar una significativa venta de armas a Taiwán (6.400 millones de dólares en armamento moderno) y recibir en la Casa Blanca al Dalai Lama ha colmado la paciencia china y ya nada será igual. No hay que perder de vista tampoco el conflicto con Google (que ha recibido el apoyo expreso de la Administración Obama en su denuncia de la “censura” china) como exponente del que mantiene hace tiempo con una serie de empresas multinacionales estadounidenses de tecnología a quienes se acusa de “infiltrar y subvertir” el país. Olvidadas quedan ya las primeras declaraciones de los altos cargos estadounidenses al inicio del mandato de Obama, como la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, que llegó a decir que “China y EEUU están el mismo barco” o el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, cuando apostó por “un G-2 (en referencia a China y EEUU) que manejase la economía mundial”.

El EPL detrás del endurecimiento chino

Estamos ante un nuevo Gran Salto Adelante, esta vez en geopolítica internacional que va a cambiar las reglas del juego a medio y largo plazo. Como ha dicho Yang Li, general del Ejército Popular de Liberación y miembro de la Universidad Nacional de Defensa, “China ha sido empujada a la vanguardia de la escena mundial por la fuerza de las circunstancias y, una vez ahí, es mejor tomar la iniciativa porque cuando se enfrentan desafíos y provocaciones China debe mostrar su bandera y golpear fuerte (2)”. Especialmente, en Asia, el “patrio trasero” chino por excelencia.

No es el primero que se pronuncia así. Otro militar, el coronel Dai Xu cree que EEUU hará todo lo posible por desencadenar una guerra en el plazo de 10-20 años en la zona asiática –o en áreas de influencia china, como Irán- para impedir que China alcance la paridad estratégica con ellos y, por lo tanto, tienen que estar preparados para esa eventualidad. Xu ha llegado a escribir un libro, editado por la Fuerza Aérea, en el que propone responder a EEUU con sus mismas armas: “Si EEUU puede encender un fuego en nuestro patio trasero, nosotros también podemos hacer lo mismo en el suyo” (3). Esta podría no ser más que otra opinión si no fuese porque Dai Xu es analista militar de las Naciones Unidas y experto en la presencia china en operaciones de la ONU.

El hecho de que hayan sido militares respetados quienes hayan levantado la voz no es casual. El Ejército Popular de Liberación está especialmente molesto por la venta de armas estadounidenses a Taiwán y está presionando al gobierno para que aumente el gasto de defensa y amplíe el despliegue de fuerzas militares, especialmente en lo que a submarinos se refiere contando con la posibilidad –y ahí juega un papel destacado el protagonismo chino en la nueva geopolítica internacional- de contar con una o más bases navales fuera del territorio chino. Y, además, el EPL no ha olvidado que durante la guerra contra Yugoslavia, los EEUU bombardearon la embajada china en Belgrado, una afrenta que entonces no se vengó porque China “no podía devolver el golpe”, como reconoce otro general, ya retirado, Xiong Guangkai, ex jefe de la inteligencia militar, “pero ahora sí” (4).

Estas opiniones de destacados representantes del Ejército chino han sido interpretadas por EEUU de forma errónea, considerando que dichas opiniones, al ser en su mayor parte provenientes de militares retirados ya no representan la opinión mayoritaria del EPL. Muy al contrario, el Ejército chino es consciente del malestar que en la población está causando el rumbo económico y la excesiva condescendencia con el capital extranjero, por lo que hay que “reconducir el rumbo” adoptando un discurso más nacionalista al tiempo que se visibiliza el poderío militar y económico de los militares. Hay que recordar que todos los artículos que se publican sobre cuestiones militares, escritos por militares, cuentan con el visto bueno del Comité Militar del Buró Político del Partido Comunista chino, por lo que no estamos ante opiniones sin valor.

En este sentido, es significativo que la única medida inmediata adoptada por el gobierno chino a raíz del anuncio de la venta de armas estadounidenses a Taiwán haya sido la cancelación “sine die” de la visita que el jefe máximo del Estado Mayor del EPL, Chen Bingde, iba a realizar a EEUU. Otras amenazas, como la imposición de sanciones a las empresas implicadas en esa venta de armas, como Boeing, aún no se han materializado.

El primer frente: Corea del Norte

Los políticos parecen haber entendido el malestar militar, dado que el Ejército es el responsable de la protección de las líneas de suministro de energía y de entrada de materia prima que está asegurando que China siga creciendo mientras el resto del planeta está en recesión debido a la crisis económica. Por eso han iniciado una política de endurecimiento de su postura en las relaciones internacionales y lo han hecho donde más le duele a EEUU: en Corea del Norte e Irán.

China acaba de aprobar una ayuda económica significativa a Corea del Norte al tiempo que desde finales de enero ha dejado de presionar a los coreanos para que vuelvan a la mesa de negociaciones sobre la desnuclearización. Este tema ha desaparecido, sin más, del discurso oficial chino y desde hace dos meses ya no se ha vuelto a hablar de la necesidad de reunir de nuevo la famosa Mesa de Conversaciones a Seis para discutir el asunto. Por lo tanto, Corea del Norte ya no está obligada a realizar “concesiones sustanciales”, tal y como hizo con el acuerdo, no cumplido en su totalidad por el resto de firmantes, que le llevó a volar la torre principal del reactor nuclear de Yongbyong en julio de 2008.

Al mismo tiempo, China ha anunciado que el presidente norcoreano, Kim Yong-il visitará Beijing este año y que las relaciones entre los dos países “incrementarán sus lazos de amistad y elevarán el nivel de sus relaciones”. Esto se ha traducido, ya, en el hecho de que Corea del Norte acaba de aprobar la concesión de uso durante 50 años de dos islas a las grandes empresas chinas para que trasladen allí parte de su producción manufacturera (5). Y según se dice en Corea del Sur –comentado por el embajador de este país en Washington-, el acuerdo supone la intención de China de invertir 10.000 millones de dólares en la economía de Corea del Norte. Dicho acuerdo, según la agencia Yonhap, se habría ya sellado en un viaje a Pyongyang (capital de Corea del Norte) del máximo responsable del área internacional del PCCh (6), el primero de un dignatario chino de este rango desde diciembre de 2008.

China ha decidido rescatar del colapso económico a Corea del Norte y dejar sin efecto las presiones de EEUU sobre los norcoreanos en cuestiones nucleares. China refuerza así el papel de Corea del Norte en la zona, convierte a este país en su aliado estratégico y sirve de contrapeso al papel de Japón y de Corea del Sur, tradicionales aliados de EEUU en esa área geográfica.

El segundo frente: Irán

Pero es en Irán donde China tiene mucho más que decir. La primera semana de este mes de marzo China ha hecho público su rechazo a la política de sanciones contra Irán, lo que ha llevado a que EEUU haya tenido que retirar del Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución durísimo en el que, prácticamente, declaraba la guerra al país persa. El diario The Wall Street Journal (7) se hacía eco de la postura china en un duro editorial en el que prácticamente acusaba a los chinos de alentar el programa nuclear iraní. Lo que había sucedido es que los chinos se habían negado en redondo a aceptar la propuesta de sanciones que EEUU y sus socios europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania) intentaban fuesen aprobadas por el CS de la ONU y que, en síntesis, cerraban de manera efectiva el espacio aéreo internacional y las aguas internacionales al estado iraní aumentando el aislamiento de Irán hasta niveles sin precedentes. La intención era impedir que, en caso de ataque EEUU-Israel a Irán este país no pueda cerrar el estrecho de Ormuz, tal y como hizo ya, prácticamente sin medios, durante los primeros años de la guerra contra Irak en la década de 1980-1990. Entonces los medios iraníes eran prácticamente inexistentes, mientras que ahora tiene un Ejército preparado y poderoso.

China ha ganado tiempo para Irán, puesto que la pretensión euro-estadounidense era que las sanciones fuesen aprobadas en abril. Ahora hay que redactar otra propuesta, por lo que no es probable que el tema vuelva al CS antes del verano. Pero la actitud china no ha sido únicamente por molestar a EEUU o hacer ver que está en marcha, de manera firme, una nueva geopolítica internacional sino que siente que la obsesión con Irán encubre una estrategia de acoso a sus intereses nacionales.

China es, en estos momentos, el principal socio de Irán. Ha sabido ocupar sin prisa, pero sin pausa, el vacío dejado por los países occidentales que han ido abandonando el país al hacer un seguimiento absurdo de la política de sanciones impuesta por EEUU. De hecho, en 2009 China se convirtió de forma oficial en el principal socio comercial de Irán con un comercio bilateral de 21.200 millones de dólares, prácticamente duplicando el volumen comercial de sólo tres años antes. Uno de los sectores donde la presencia china es mayor es el petrolífero y energético. Aunque China sólo compra a Irán el 11’4% del petróleo que necesita –por detrás de Angola y Arabia Saudita, por ejemplo- la inversión el contratos de petróleo y gas aumenta sustancialmente a través de la Corporación Nacional China de Petróleo, la empresa más grande de China, y su filial PetroChina, hasta la cifra de 9.000 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros). Los chinos están presentes en el Juzestán, suroeste del país, y en South Pars, en el Golfo, aquí en sustitución de la francesa Total. Y para este año 2010, las compañías chinas tienen comprometidas inversiones en una serie de proyectos importantes como la construcción de una autopista entre Teherán y el Mar Caspio a través de las montañas de Alborz.

No son, desde luego, cifras tan significativas como las que suponen el comercio bilateral con EEUU (ver artículo de Martin Hart-Landsberg en esta misma actualización del CEPRID) estimadas, groso modo, en más de 400.000 millones de dólares pero suponen una tendencia creciente y un mercado apetitoso para lograr el objetivo de la paridad estratégica que los chinos se han marcado para el 2027. China no va a votar ninguna nueva ronda de sanciones si no se deja al margen de las mismas sus intereses nacionales en Irán, puesto que esas sanciones, tal y como estaban redactadas para su aprobación en abril, habrían supuesto una “sanción encubierta” contra los chinos.

China no ha ejercido el derecho de veto en la ONU nada más que cuando el tema afectaba directamente a sus intereses nacionales. En total, ha sido únicamente en seis ocasiones cuando lo ha utilizado, la última hace tres años respecto a Myammar. Nada que ver, por ejemplo, con la actitud de EEUU en el alto organismo de la ONU. Tampoco es probable que lo utilice con respecto a Irán, pero sí está demostrando que o se cuenta con ellos para la geopolítica o no será posible hacer nada.

Por el momento está mandando mensajes claros a EEUU y a sus socios europeos respecto a un hecho que le afecta: Irán es una cuestión que está siendo utilizada como una cuña contra los intereses chinos, y eso no es aceptable. Por extensión, China considera que la política de EEUU y sus socios europeos en Oriente Medio y Lejano sólo busca perpetuar la influencia occidental en esta zona y así se interpretan los últimos movimientos occidentales con los países árabes del Golfo, tanto en lo referente a la venta de armas como a organizar un lobby de presión anti-iraní que “anule” el hipotético voto negativo chino en el Consejo de Seguridad. Este, y no otro, ha sido el objetivo de la gira de Hillary Clinton por esos países hace pocas semanas.

Desde China se critica el hecho de que se hable de amenaza de guerra por la actitud iraní y no se tenga en cuenta que la venta de armas a los países árabes del Golfo va a ser realizada por EEUU y la UE, con lo que están, a su vez, fortaleciendo la carrera de armamentos y alentando la vorágine de la guerra.

Y desde China se argumenta que “cada vez hay más indicios de un consenso común en Occidente respecto a la necesidad de reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y geopolítico”, por lo que o se da el puñetazo encima de la mesa –como ha dicho el general Li- o China se convertirá en “rehén” de la estrategia occidental. Esto es algo que ha publicado, ni más ni menos, el Diario del Pueblo, el órgano oficial del gobierno chino (8).

El periódico mencionaba un hecho poco conocido, pero definitorio para mantener en Occidente la campaña “anti-China”: la presión para que China acepte la revaluación del renmimbi (nombre oficial de la moneda china, el yuan), que ha dado un paso más con la aceptación por el Senado de EEUU de un proyecto de ley sobre las “prácticas comerciales insidiosas” y “manipulación indebida” de la moneda china, mientras que economistas nobelados (de Nobel) como Paul Krugman empujan para que EEUU imponga aranceles de hasta el 25% más a las importaciones chinas por esta razón (9). Las tesis occidentales son que mantener artificialmente el dólar está bien, hacer lo mismo con otras monedas, como es el caso del renminbi, está mal. Y a esto lo llaman “juego limpio en el comercio internacional”, como hace el Departamento del Tesoro (equivalente al Ministerio de Hacienda) de EEUU.

China ha respondido de inmediato a estas acusaciones haciendo lo propio con EEUU. El Diario del Pueblo acusa a la Administración Obama de mantener la estrategia de sus antecesores: “Suficientes pruebas muestran que Estados Unidos, que acusa con frecuencia a otro país de manipular las tasas de cambio y ejerce continuas presiones para cambiar el valor de su moneda, es precisamente el más grande “país manipulador de los tipos de cambio” en el mundo” (10). Y añade que está en marcha, por lo tanto, una nueva estrategia occidental para, una vez salvada la crisis económica, reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y… geopolítico. Los chinos son perfectamente conscientes de ello y están actuando en consecuencia.

El tercer frente: América Latina y África

Por ejemplo, ampliando su presencia en América Latina. El establecimiento de la Comunidad Lationamericana y del Caribe, el pasado mes de enero, también ha supuesto un nuevo giro en la geopolítica internacional. El hecho de que ni EEUU ni Canadá formen parte de la misma es ya, de por sí, significativo. Queda por saber cómo se pone en marcha esta comunidad pero lo que sí aparece con ella es la constatación de una cierta erosión del poder de EEUU en la zona mientras que China se ha apresurado a afianza su presencia. En apenas diez años China ha establecido relaciones diplomáticas y económicas con 21 de los 33 países latinoamericanos y la inversión china en los diferentes países latinoamericanos es ya de 50.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros). Pero con América Latina China ha hecho algo especial: ha comenzado a otorgar créditos al desarrollo. Eso implica un compromiso profundo y a largo plazo con el continente latinoamericano.

En una época de débil crecimiento económico, de caída de los precios de los productos básicos y con restricciones en el acceso a créditos la presencia china ha sido recibida con alborozo en países como Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador y Argentina. Los casos de Venezuela, Brasil y Argentina son especialmente significativos. En estos países, China está invirtiendo en el área de exploración de recursos naturales y de explotación de los mismos. China se ha convertido, además, en el mayor socio comercial de Brasil, superando a los EEUU.

Lo mismo se puede decir de África, donde China pisa con fuerza desde 2005 y con una diferencia respecto a América Latina: en el continente africano China no sólo está presente en el ámbito económico, sino militar. Los soldados chinos forman parte de las fuerzas de la ONU en la zona, lo que le proporciona un mayor conocimiento de la realidad sociopolítica y eso lo ha utilizado para ser un “socio preferente” a la hora de patrocinar inversiones en agricultura, sistemas de agua y riego y, sobre todo, de salud, aspectos que siempre habían quedado en un segundo lugar para EEUU y los europeos. Ello obligó a que, en 2007, el Banco Mundial y el FMI acordasen con China un memorándum de entendimiento para “profundizar y mejorar la mutua colaboración” en tres países: Uganda, Ghana y Mozambique.

Desde Occidente se acusa a China de aprovechar sus programas de inversión para extraer las materias primas y la energía de África, incluso hablan de “neocolonialismo” quienes hasta 1990, cuando Namibia consiguió su independencia, habían mantenido al continente bajo un sistema de esclavitud política, económica y social. De hecho, es Occidente quien se aprovecha del petróleo africano, por poner un ejemplo (un 30% del total) mientras que el comercio de este producto con China apenas supone el 13%, especialmente proveniente de Angola, como se ha dicho anteriormente.

El nuevo contexto de las relaciones internacionales se vuelve apasionante con la presencia protagónica china. Aunque los primeros pasos (cumbre del clima en Copenhague y la del G-20) no han supuesto una alianza clara de China con los países del Sur, a medida que EEUU y la UE estrechen su cerco contra la República Popular esta, sin duda, activará su presencia en los países del Sur para acelerar el cambio en la geopolítica internacional. Una nueva era está naciendo.

Notas:

(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un artículo publicado en diciembre de 2009. Por su parte, el banco estadounidense Goldman Sachs afirma algo parecido al constatar que en 2026 China se habrá convertido en la primera economía del mundo, según recoge Serge Halimi en la edición de Le Monde Diplomatique del 16 de marzo de 2010.

(2) Asia Times, 9 de marzo de 2010.

(3) Reuters, 1 de marzo de 2010.

(4) China News, 9 de septiembre de 2009.

(5) Asia Times, 10 de marzo de 2010.

(6) Yonhap, 20 de febrero de 2010.

(7) The Wall Street Journal, 24 de marzo de 2010.

(8) Diario del Pueblo, 8 de marzo de 2010.

(9) IPS, 18 de marzo de 2010.

(10) Diario del Pueblo, 26 de marzo de 2010.

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