Por Ramón Sibaja

Costa Rica ha sido considerada desde la revolución de 1948, como la “Suiza de Centroamérica” y el paradigma de la democracia burguesa en Centroamérica. Pero a veces se olvida que también Costa Rica sufrió por un corto periodo la dictadura militar de los hermanos Tinoco, la cual fue derrocada por un fuerte movimiento de masas, encabezada por maestros y estudiantes.

La inesperada elección de Alfredo González

En mayo de 1914 finalizaba el periodo presidencial de Ricardo Jiménez Oreamuno (1910-1914). Alfredo González Flores fue electo diputado por la provincia de Heredia, en las listas del Partido Republicano. En la campaña electoral del año 1914, la presidencia de Costa Rica era disputada por tres candidatos: Máximo Fernández por el Partido Republicano, Rafael Iglesias por el Partido Civil, y Carlos Durán por el Partido Unión Nacional.

En noviembre de 1913 se estableció una alianza entre el Partido Civil y el Partido Unión Nacional, por medio de la cual ambos partidos presentarían papeletas por separado para presidente, pero listas unificadas para diputados, salvo en la provincia de Cartago. El Objetivo de esta alianza era que, en caso que ninguno de los candidatos presidenciales obtuviera la mayoría necesaria, los diputados del Congreso eligieran al candidato que hubiera obtenido más votos.

En la elección directa, Máximo Fernández obtuvo 26.746 votos, Carlos Durán obtuvo 20.767 votos y Rafael Iglesias obtuvo 16.091 votos. Ninguno obtuvo la mayoría necesaria, por lo que correspondía al Congreso elegir al Presidente. El Partido Civil y el Partido Unión Nacional sumaban 24 diputados, contra 19 del Partido Republicano.

El 26 de abril de 1914, quince días antes de las votaciones en el Congreso, se produjo una inesperada alianza entre las cúpulas del Partido Civil y el Partido Republicano, bajo el pacto de elegir Rafael Iglesias. Pero no todos los diputados aceptaron esa alianza. En medio del caos y de las ambiciones de poder, se produjo un realineamiento a favor de un candidato de transacción: el 1 de mayo de 1914, el Congreso eligió al diputado Alfredo González Flores como primer designado para la presidencia de la república. Como Segundo y Tercer Designados a la Presidencia fueron elegidos Domingo González Pérez (Padre de Don Alfredo) y Francisco Aguilar Barquero.

Las repercusiones de la primera guerra mundial

Al estallar la primera guerra Mundial, en 1914, el 78% de los ingresos fiscales dependían de los impuestos a los productos de importación, los que disminuyeron drásticamente por la reducción del comercio mundial. El café costarricense ya no podía entrar al mercado de Inglaterra.

Para el 1° de mayo de 1915, los ingresos fiscales se habían reducido un 70%, en relación al año anterior. El gobierno no podía pagar los salarios de los empleados públicos. Del total del salario nominal, dos tercios se pagaban cada fin de mes, y la otra tercera parte era retenida, con el compromiso que sería pagada más adelante, y que ganaría el 1% de interés mensual. La crisis fiscal era dramática.

Una reforma tributaria progresista

Antes de iniciar la segunda guerra mundial, el presupuesto de Costa Rica era de apenas 9.612.533 colones. El 83% de los ingresos fiscales provenían de impuestos indirectos, es decir, pagados por los más pobres.

En un mensaje al Congreso, el 1 de mayo de 1915, el presidente González Flores planteó la necesidad de una reforma tributaria: “Por medio de las contribuciones indirectas la mayor parte de las cargas públicas agobian al pueblo consumidor, a la masa, a los menos pudientes, a los desheredados de la fortuna. Esto es un axioma universal admitido. Sin en cambio nos fijamos en los verdaderamente acomodados, en los capitalistas, vemos que ellos pagan impuestos en proporción inversa a sus rentas. Toda ganancia que pase de los gastos necesarios está absolutamente libre de impuestos. El capital que se acumula, los gastos de viaje en el extranjero, se sustrae completamente de la contribución (...) Pero más desfavorable para el fisco, más injusto para la masa contribuyente aún, es lo que se relaciona con las rentas que a capitalistas residentes en el extranjero producen sus negocios y empresas radicadas aquí. Estos favorecidos, no viviendo entre nosotros, no pagan nada en el país y, por consiguiente, no contribuyen en nada absolutamente para el sostenimiento de nuestras instituciones y de nuestra administración pública, que son la base y la garantía de sus negocios y, por lo mismo de sus ganancias (...)”

El proyecto de reforma tributaria contemplaba una Ley de Catastro Nacional, para medir el valor de las propiedades, y una Ley del Impuesto sobre la Renta, que gravaba los ingresos mayores a 1.200 colones con un impuesto del 1 al 15%, el que iba aumentando progresivamente hasta llegar a al ingreso de 40.000 colones anuales.

Después de muchas discusiones, vacilaciones y cabildeos de la oligarquía y los cafetaleros, la reforma tributaria fue aprobada en diciembre de 1916: se establecieron impuestos directos: sobre el valor de las tierras y sobre la renta, los que afectaban directamente a los capitalistas y cafetaleros. Evidentemente, estos sectores se aliaron para organizar el golpe de Estado

La concesión petrolera Pinto-Greulich

El 21 de agosto de 1916, el presidente Alfredo González Flores, firmó el veto de la ley No 51, aprobada el 23 de diciembre del 1915, por medio del cual el Congreso aprobaba el contrato firmado entre Enrique Pinto, secretario de Fomento, y el señor Leo Greulich, que permitía a la compañía petrolera norteamericana de este último, la exploración y explotación de yacimientos petrolíferos en la zona sur del país. El veto no fue necesariamente por una actitud antiimperialista, sino que a última hora otra empresa norteamericana, la West India Oíl Company, que había participado en la licitación, a última hora había presentado una mejor oferta desde el punto de vista de los beneficios económicos para Costa Rica.

El golpe de Estado de Tinoco Granados

Estos dos factores, la reforma tributaria y el veto a la concesión petrolera Pinto-Greulich, fueron los que desencadenaron el golpe de Estado del día 27 de enero de 1917, encabezado por Federico Tinoco Granados, ministro de guerra, ayudado por su hermano menor, el general José Joaquín Tinoco Granados. Ambos dirigieron una rebelión militar, se tomaron los principales cuarteles, y derrocaron al gobierno.

Inmediatamente después del golpe de Estado, Federico Tinoco convocó a elecciones para el 1° de abril de 1917, con el objeto de elegir una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución (la cual fue aprobada en junio de 1917), y para elegir, el día 23 de abril, nuevo presidente de la República. La conspiración cívico-militar se impuso y Federico Tinoco, candidato único, ganó la elección con 61.214 votos, en un proceso electoral fraudulento.

La lucha por el reconocimiento de Estados Unidos

Ejecutado el golpe de Estado, los golpistas y el derrocado presidente González Flores buscaron el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos. El 17 de febrero de 1917, González Flores se reunió en Washington con el presidente Woodrow Wilson, y con Robert Lansing, secretario de Estado. Estados Unidos no reconoció al gobierno de Federico Tinoco.

La Conferencia de Paz del año 1907, realizada en Washington, no solo fue el primer gran intento de Estados Unidos por crear un orden regional, directamente bajo su tutela, sino que, además, instauró la doctrina Tobar, que obligaba mediante dicho Tratado a todos los países de Centroamérica a no reconocieran diplomáticamente gobiernos que surgieran de revoluciones o de golpes de Estado.

Federico Tinoco hizo múltiples maniobras, como declarar la guerra a Alemania y ofrece los puertos de Costa Rica a la marina de Estados Unidos, para no logró obtener el reconocimiento diplomático de esta potencia.

La revolución del Sapoa

Tinoco instauró una dictadura militar que fue rechazada por un importante sector. Hubo fuerte oposición en San Ramón, otro sector se alzó en armas y busco refugio en Nicaragua, recibiendo apoyo militar del presidente Emiliano Chamorro, iniciando con ello una corta guerra denominada “Revolución del Sapoá”, la que fue encabezada por los hermanos Alfredo y Jorge Volio Jiménez La dictadura de Tinoco se vio obligada a movilizar unos 5,000 soldados a la provincia de Guanacaste, para atacar a los rebeldes.

El 22 y 23 de febrero de 1918 hubo levantamiento armados en Atenas, Rio Grande, San Ramón, Escazú, Ochomogo y Turrialba. El 15 de marzo de 1918 se produjo el asesinato del periodista Enrique Fernández Guell y de otros estudiantes, lo que encendió la llama de la rebelión generalizada contra la dictadura de Tinoco.

El 5 de mayo de 1919 hubo combates en Liberia. Los rebeldes solicitaron a Estados Unidos el reconocimiento como fuerza beligerante, pero no obtuvieron resultados.

Trabajadores, maestros y estudiantes entran a la pelea

En mayo de 1919 los trabajadores de los gremios de panaderos, pureras, cigarreras, se declararon en huelga. Los empleados municipales, dirigidos por Carmen Lyra, tambien hicieron huelgas y exigieron aumento de salarios y que no hubiese más despidos. En junio de 1919 se incorporaron los maestros y estudiantes. En el liceo de Costa Rica y en el Colegio de Señoritas los estudiantes llamaban a apoyar a sus maestros.

El 11 y 12 de junio se produjeron manifestaciones estudiantiles que fueron disueltas por la Policía. Las condiciones estaban dadas para la caída de la dictadura: movimientos armados en la frontera con Nicaragua, y efervescencia social en las principales ciudades, incluida San José.

La caída de Tinoco y la intervención de Estados Unidos

El ambiente era tenso. El 10 de agosto de 1919, el general Joaquín Tinoco fue asesinado de un disparo en el ojo derecho. El 12 de agosto, el dictador Federico Tinoco, temeroso de correr la misma suerte, renuncio a la presidencia, y el día 20 de agosto el Congreso le aceptó la renuncia y fue obligado a marcharse al exilio, nombrando a Juan Bautista Quiros como sustituto, quien ejerció la presidencia del 20 de agosto al 2 de septiembre de 1919, siendo destituido por un ultimátum de Estados Unidos.

Juan Bautista Quiros representaba, en cierta medida, la continuidad de la dictadura tinoquista. El gobierno de Estados Unidos, preocupado por la evolución de los acontecimientos, intervino directamente, a través del nuevo cónsul Benjamín Chase.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos, el día 30 de agosto de 1919, telegrafió a Chase lo siguiente: “El Departamento se dirige por ese medio a usted a fin de que haga conocer públicamente sin demora, que el gobierno de los Estados Unidos no puede de ningún modo considerar al señor Juan Bautista Quirós como autorizado de manera alguna para actuar como presidente de la República. (…) El señor Francisco Aguilar Barquero, elegido designado bajo la legal constitución de Costa Rica cuando la elección de Alfredo González Flores, es el llamado hoy en San José para tomar el Poder Ejecutivo. El señor Barquero (sic) deberá lo más pronto posible convocar a elecciones libres y espontáneas para el cargo de presidente de la República, conforme a la Constitución bajo la cual fue elegido designado. (…)”

Una vez entregado el telegrama, el cónsul Chase le dio un plazo de 24 horas a Juan Bautista Quiros para que renunciara a la presidencia, lo que hizo de manera obediente. El plan de Estados Unidos para restaurar la democracia fue cumplido: Francisco Aguilar Barquero fue elegido presidente el 2 de septiembre de 1919, inmediatamente después derogó la espuria Constitución de 1917 y restableció la Constitución de 1871, algo que solo podia hacerlo una Asamblea Constituyente. Estados Unidos intervino al final, como un ave de rapiña, para evitar que la revolución contra los hermanos Tinoco instaurara un gobierno nacionalista revolucionario que hiciese peligrar sus intereses en Centroamérica.


Por Maximiliano Cavalera.

Este lunes, los estudiantes y nicaragüenses conmemoramos la masacre del 23 de Julio de 1959. Con mucho dolor nos toca revisar la historia, más aún, cuando nos encontramos en una sociedad convulsa, agitada entre la revolución y la dictadura. Aquel paisaje no nos parece lejano, vemos como la dictadura Ortega Murillo sacude nuestros recuerdos y nos impone sangre y masacres, muerte y bala dicen ellos. Pero debemos ir al pasado, y ver los procesos históricos en su perspectiva para desentrañar la realidad y encontrar el camino hacia el derrocamiento de esta sanguinaria dictadura. 

El movimiento estudiantil Universitario.

La UNAN león fue la primera universidad propiamente dicha fundada en Nicaragua, es la última universidad fundada por la corona española en el continente. La UNAN y León, fueron ciudad y universidad que acumulaban mucha de la efervescencia política e intelectual del país. Cuando la universidad se funda, florecieron organizaciones estudiantiles, formándose asociaciones en derecho, medicina literatura y otras, pero no un órgano centralizado. Para 1914, en medio de las constantes ocupaciones norteamericanas se funda el primer movimiento estudiantil propiamente dicho, el llamado Centro Universitario de la Universidad Nacional, es decir el CUUN. Este CUUN no lo debemos confundir con el aborto histórico que ahora se pasea por la ciudad de León, ni mucho menos con la UNEN, el CUUN fue un movimiento estudiantil independiente al gobierno, con muchas corrientes intelectuales y políticas, pero sobre todo beligerante, nunca un apéndice de ningún gobierno, menos de una dictadura.

Contradictoriamente, la época de esplendor del CUUN y el movimiento estudiantil en Nicaragua, no fue con la revolución de 1979, todo lo contrario: “Fue a partir de julio de 1981, en pleno auge del FSLN bajo la revolución, que se realizó el octavo congreso del Movimiento Estudiantil Universitario, y la orden fue desaparecer al CUUN para constituir la UNEN.” (El Socialista Centroamericano número 10/05/2018) En este congreso de 1981 se gestó el nuevo UNEN, uno sin conducción política propia, trasmutado a un aborto del viejo CUUN y un apéndice del FSLN en aquel momento, hoy de la dictadura Ortega Murillo. Este proceso de degeneración no se nota debido al empuje y masificación de la revolución, y en el periodo liberal por las luchas estudiantiles en contra de los gobiernos liberales. Si bien es cierto, en el periodo liberal florecieron corrientes en todas las universidades, la mayoría eran centralizadas por los sandinistas, fueron pocas los movimientos independientes como el MAE en la UCA y hasta cierto punto el CLEU en la misma universidad.

Hacia la mitad del siglo 20 el movimiento estudiantil no era la aberración que hoy conocemos, para 1944 se comienzan a gestar los movimientos anti dictatoriales dirigidos por la juventud del Partido Liberal Independiente (PLI) que se oponía a la reelección del patriarca de la dinastía. En 1948 se gestan enormes movilizaciones estudiantiles como producto del asesinato del líder estudiantil Uriel Sotomayor. Esta juventud que dirigía las luchas contra el somocismo estaba ligada al liberalismo y sobre todo a la juventud conservadora, cabe mencionar que existían corrientes afines al somocismo.

Lucha por la Autonomía Universitaria.

Los movimientos por la autonomía universitaria se remontan a la Argentina, Centroamérica y particularmente Nicaragua no estuvo, ni está exenta de esta lucha. El caudillismo heredado de la colonia española, la centralización del poder, la corrupción, el enriquecimiento a partir del Estado y su clientelismo han sido gérmenes que nos ha contaminado nuestros Estados desde sus cimientos. Las universidades han sido cola de carga de los actores políticos nacionales, la lucha por la autonomía es combatir porque las ideas, la libertad de cátedra y academia sean principios fundamentales y rectores de la vida universitaria. La autonomía significa que los estudiantes y sus organizaciones no sean cola de carga de los gobiernos, ya no se diga dictadores, lo que vemos ahora con UNEN es una aberración histórica, de actores, mal llamados dirigentes comprados y mercantilizados por las migajas que les regala el gobierno.

La autonomía universitaria se consigue formalmente el 27 de marzo de 1958, en 1955 el CUUN había creado el comité permanente pro autonomía universitaria, fue el catedrático Mariano Fiallos Gil quien se encargó de darle el impulso administrativo a la legislación correspondiente. El Doctor Tünnermann le adjudica la autonomía al carácter y la entrega de Mariano Fiallos Gil, sin embargo, no es fortuito que la dictadura en manos de Luis Somoza cediese algunos derechos a las masas, sobre todo por la agitación política y radicalización de la vanguardia estudiantil que comenzaba a vivir el reflujo que llegaría a su cúspide con el triunfo de la revolución Cubana en 1959.

Masacre de la guerrilla en El Chaparral.

La marcha masacrada en 1959 fue en solidaridad por la masacre del chaparral ocurrida en el cerro que dio el nombre a la misma y que aconteció en la frontera entre Honduras y Nicaragua. Para mediados de los cincuenta del siglo XX, se gestan cambios interesantes el país, en 1954 cae ajusticiado por Rigoberto López Pérez el padre de la dinastía Somocista, Anastasio Somoza García. La dictadura nace en los años treinta, y se instaura producto de la enorme crisis económica de esa década, el somocismo se instituye en el poder asesinando al general Sandino, dando golpe de Estado a Juan Bautista Sacasa, pero sobre todo compartiendo cuotas de poder con un sector del Partido Conservador. Como en estos tiempos se realizaban elecciones, por eso es importante comprender la naturaleza de los Estados, ya que una dictadura puede tener momentos de crisis y momentos de bonanza, uno de los elementos fundamentales para determinar su carácter reaccionario es la centralización del poder y sobre todo las instituciones en las que se basa su poder. El Somocismo basó su poder en la Guardia Nacional igual que hoy Ortega y Murillo gozan de privilegios mantenidos en el poder por las acciones aberrantes de la Policía Nacional y la pasividad cómplice del ejército. Pero el asesinato de Somoza y las consecuentes torturas, desapariciones y exilios abrió un proceso de cambio y maduración de las masas estudiantiles. La vanguardia estudiantil se radicalizó aventurándose en dos intentos guerrilleros.

El triunfo de la revolución cubana en enero de ese 1959 significa un cambio cualitativo en las batallas que se liberaban por el continente, la guerra de guerrilleras sería la fórmula que se aplicaría de aquí en adelante. No es fortuito que jóvenes radicalizados viajasen a Cuba para buscar el apoyo del castrismo en la empresa por derrocar a la dictadura Somocista. Pedro Joaquín Chamorro y Carlos Fonseca Amador por separado, buscaron el apoyo cubano, sin embargo, el castrismo asistió a la columna guerrillera Rigoberto López Pérez dirigida en ese momento por Carlos Fonseca. La incursión del chaparral fue un fracaso militar, sin embargo, un éxito político por las repercusiones que tendría en esa juventud, dejando a nueve muertos y 15 heridos, entre ellos Carlos Fonseca.

La masacre estudiantil de 1959.

Este influjo político que se abrió por el derrocamiento de la dictadura de Batista se esparció por todo el continente, en Nicaragua la masacre del chaparral tiene enormes repercusiones políticas, sobre todo en el estudiantado. El 11 de julio se organizan marchas y mítines estudiantiles en Chinandega condenando la represión del chaparral, estas acciones fueron reprimidas por la guardia nacional. En respuesta, la junta directiva del CUUN se reúne bajo la Presidencia de Joaquín Solís Piura y Vice-Presidente Francisco Buitrago. Se establece una agenda política para protestar por la masacre y se decide reemplazar la marcha y festival de los pelones, en la que estudiantes de nuevo ingreso eran rapados y paseados por las calles de León por una caminata fúnebre con escarapelas negras. En el transcurso de la marcha se gritaban consignas en contra de la dictadura y exaltando al general Sandino. La guardia nacional comenzó a apresar estudiantes y fueron llevados a la cárcel de la 21 en León.

La noticia de las detenciones se esparce por toda la ciudad que se suma rápidamente a la movilización que llega hasta la calle de la 21. Hay varios relatos de la época que dicen que el CUUN mandó una comisión a negociar la libertad de los estudiantes detenidos, sin embargo, los agentes de la guardia les mandarían a disolver la movilización o serian reprimidos. La represión no se hizo esperar, la guardia disparó indiscriminadamente a los estudiantes movilizados dejando como saldo cuatro estudiantes muertos Erick Ramírez, José Rubí, Sergio Saldaña y Mauricio Martínez y decenas más heridos.

Las consecuencias no se harían esperar, por todo el país recorrió la indignación por la masacre perpetrada en la ciudad de León. La llama que encendió a la juventud universitaria y su radicalización nace ese 23 de julio, al igual que el 19 abril de este año, cuando miles de estudiantes fueron reprimidos, dejando al igual que en 1959 decenas de heridos e incontables muertos por toda la ciudad de Managua. Hoy como en aquella época, la sombra de una dictadura sangrienta recorre Nicaragua, sin embargo, los estudiantes tendremos que hacer nuestra propia experiencia y nuestro camino que nos lleve a derrocar esta nueva dictadura, una de la más sangrienta en la historia de Nicaragua.


Por Leonardo Ixim

El primero de julio de 1984 se realizó la elección para conformar la Asamblea Nacional Constituyente hito que marco la historia actual y que sería el marco en que se realizaría la denominada apertura democrática que daría pie a la firma de los Acuerdos de Paz entre el Estado y la insurgencia.

Al igual que toda Centroamérica, Guatemala sufría desde finales de la década de los setenta del siglo pasado una crisis orgánica de dominación poniendo entre dicho el modelo neo-colonial y en general el sistema capitalista. La crisis mundial del capitalismo provocada por el aumento del precio del petróleo a mediados de la década de los setenta, el aumento de las tasas interés en los países centrales y con ello la deuda de los países subdesarrollados, que además en el caso de los no exportadores de petróleo sufrían grandes déficit en sus balanzas de pagos ajuste que lo pagaba el pueblo  ante la pérdida de las ganancias de la burguesía; junto el descalabro el modelo de sustitución de importaciones y los procesos de industrialización mediana, logrando una clase obrera y capas medias con cierto nivel de poder adquisitivo en la sub-región hacia mella en ese momento.

Con ello las luchas sociales y políticas sobre todo del movimiento obrero y campesino y en el caso de Guatemala de las comunidades mayas, estaban al orden del día. Esto se traducía políticamente en una lucha contra las dictaduras militares que en el caso de Guatemala y El Salvador se revestía de un multipartidismo anti-comunista, en el caso de Honduras y Nicaragua compuesto por los partidos tradicionales existente desde hace casi un siglo, aunque en este último era una dictadura unipersonal.

Mientras que en los tres primeros era el ejército como corporación y de carácter bonapartista el ejercía el poder real, en los cuatro países eran regímenes políticos que se podían denominar de Seguridad Nacional, bajo la tutela de Estados Unidos en el marco de la guerra fría donde el control militar de la vida civil y de los servicios de inteligencia financiados y controlados por los gringos, era total. Existieron expresiones socialdemócratas y algunas con horizontes revolucionarios legales, pero generalmente fueron golpeados por la represión; por su parte en el caso de El Salvador, Guatemala y Nicaragua había distintas expresiones guerrilleras con frentes de masas fuertes.

La reacción democrática

El ascenso de la lucha de clases en la sub-región, así como el accionar de una vanguardia política y militar con  horizonte en el derrocamiento de las oligárquicas y  los regímenes militares, tal como se realiza  en Nicaragua en 1979 hecho que asusto a los factores de poder y al imperialismo; pero que para el después no planteaban el socialismo sino enmarcados dentro de la revolución democrática dentro del capitalismo tal como sucedió en este último país. Obligando a los centros de poder del imperialismo a ponerle fin a este ascenso revolucionario a partir de una combinación de tácticas y acciones como la creación de democracias formales capitalistas en toda la sub-región, denominado por la academia reformista como de apertura o transición democrática.

Esta estrategia que nosotros en línea con Nahuel Moreno denominamos de reacción democrática consistió en otorgar algunas concesiones a las masas con el fin de derrotar la movilización revolucionaria de las masas bajo un régimen político con formalidades democráticas. Para tal fin era necesario desmontar los regímenes militares y evitar los escandalosos fraudes que los ejércitos realizaron para mantenerse en los gobiernos, creando nuevas instituciones que garantizaran elecciones libres.

Un paso necesario en esa vía fueron  la convocatoria y conformación de asambleas constituyentes aunque en el caso de Nicaragua, el gobierno revolucionario que convoco a una tenía sus características especiales por el asedio militar del imperialismo gringo, asedio que también se completaba en el apoyo al ejército salvadoreño y debajo de agua al guatemalteco pues Jimmy Carter lo había descertificado por graves violaciones a los derechos humanos en 1979, así que la ayuda era por medio de terceros países como Israel, Argentina, Chile, Taiwán y los instructores  franceses.

Por tanto la estrategia de derrota a la insurgencia consistía en la derrota militar bajo los Conflictos de Baja Intensidad y  la creación de instituciones para un reorganización de los regímenes políticos ahora bajo la fachada de democracias liberales. Esa estrategia global tenía el apoyo  levemente de los círculos más guerristas del gobierno de Ronald Reagan, pero sobre todo del apoyo del ala demócrata  del establecimiento gringo, las burguesías de la región como México, Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica que temían un contagio revolucionario conformando el Grupo de Contadora en 1982 y el respaldo de las burguesías europeas,  el establecimiento socialdemócrata y conservador de esos países;  la Unión Soviética en proceso de implosión y la burocracia cubana que buscaba como acomodarse en ese contexto y consolidarse al interior de su país. O sea que por varios motivos todos estos factores fueron confluyendo convirtiendo en los hechos en un frente contra-revolucionario.

Las elecciones de 1984 y el proyecto militar

En Guatemala revistió características especiales, lo que se denominó como el proyecto político militar por académicos como Schimmer, Rosada o Torres Rivas, que fue el artificie del retiro del ejército del poder formal inicio contradictoriamente con un golpe de Estado el 23 de marzo de 1982 con el apoyo yanqui quien lo encabezo Enfrían Ríos Montt. El objeto de esta asonada fue arrebatar le el poder a una dirección militar corrupta e inepta que no podía hacerle frente al accionar militar de la recién fundada Unidad Revolucionaria Nacional Guatemala (URNG) y a una posible insurreccione las comunidades mayas del altiplano.

El proyecto en cuestión consistía en la derrota militar de la insurgencia o por lo menos, su neutralización disminuyendo su capacidad ofensiva, la destrucción de las bases sociales de esta sobre todo en regiones mayas de los departamentos de Quiche, Huehuetenango, Sololá, Chimaltenango por medio del terror estatal, la conversión de estas en bases paramilitares del ejército y la apertura política convocando a una nueva asamblea constitucional. Sin embargo, Ríos Montt acusado de genocidio, pretendió mantenerse en el poder en contra del libreto de Washington y fue derrocado por otro golpe de estado en agosto de 1983, pese a contar con alguna base dentro del ejército a partir de una visión tenuemente nacionalista, pero de derecha.

El objetivo fue elaborar una nueva ley de partidos políticos, un organismo electoral “independiente”, un registro de ciudadanos confiable, la convocatoria y realización de las elecciones en cuestión y las generales de 1985, resultando electo el democristiano Vinicio Cerezo.

En las elecciones para la constituyente de 1984 participó el 78.8 por ciento del padrón electoral de un poco más de dos y medio millones de votantes habilitados, eligiéndose diputados para listado nacional y distritales.  Coronándose como mayoritario el pronto-fascista Movimiento de Liberación Nacional con 26.14 % con 23 diputados electos en alianza de otro pequeño partido extrema derecha, la conservadora Unión del Centro Nacional con el 23.86 % y 21 diputados, la centro-izquierdista Democracia Cristiana Guatemalteca con 22.73 % y 20 diputados. Otros partidos que consiguieron menos votos fueron los conservadores Partido Revolucionario con 10 diputados, Partido Nacional Renovador y el Partido Institucional Democrático con 5 y el Partido Unificado Anticomunista con uno diputado. Todos estos partidos fueron desapareciendo cerrando un ciclo político.

Participaron comités cívicos departamentales sin lograr ningún resultado sobre saliente, el Frente Unido de la Revolución que representaba la izquierda democrática con un magro resultado y se registraron un altísimo voto nulo y blanco 439,120 para listados distritales y 459,379 para listado nacional; voto que respondió a la política de boicot militar de la URNG mostrado en el repudio de buena parte de la población a la recomposición de las fuerzas conservadoras.

La Asamblea Nacional Constituyente emitió una nueva Constitución Política, varias leyes constituciones como la Electoral y de Partidos Políticos, con carácter de garantista en lo que respecta al cumplimiento de derechos humanos, políticos y sociales. Con un carácter de derivada al no asumir el poder ejecutivo manteniendo al general Oscar Mejía Victores en la presidencia quien siendo ministro de defensa dio el golpe de 1983 y de reconocimiento a los decretos ejecutivos  de los gobiernos militares. Así como el predominio de fuerzas conservadoras donde ni siquiera se reconoció el carácter social de la propiedad privada, ni se discutió el carácter atrasado y agrario del capitalismo guatemalteca, fue su naturaleza.

El retorno a la  constitucionalidad

El primer hecho fue las elecciones donde resulto victorioso Cerezo de la Democracia Cristiana Guatemalteca en segunda vuelta con 68.37 % sobre Roberto Carpio Nicole de la Unión del Centro Nacional con el 31.63 % de los votos, en ambas vueltas se redujo el voto nulo y el blanco, pero aumento el abstencionismo.

Este candidato y su partido que levantaron un perfil de centro-izquierda logro generar la expectativa para la clase trabajadora de revertir las políticas conservadoras y aunque con enfrentamientos -similares a los gobiernos militares- con el empresariado por el tema fiscal y el papel del Estado en la economía, estableció un pacto con un sector del ejército que se vuelve mayoritario comprometido con el retiro, aunque sea formal de la dirección de este en el Estado. Sector dirigido quien fue unos de los cerebros del proyecto político de los militares y manchado con la represión obviamente, Alejandro Gramajo siendo célebre por su frase, que la política debía ser la guerra por otros medios y lograr así meter a la insurgencia, al redil de la política burguesa.

Este gobierno se caracterizó por mayor nivel de libertades, aunque la represión más selectiva continuó, además se dieron los primeros diálogos con la insurgencia, sin embargo la situación económica del pueblo empeoro registrando al final de su gobierno una inflación altísima marcada por el enfrentamiento con la oligarquía. Posteriormente siguió el gobierno de Jorge Serrano Elías cercano a los círculos protestantes de extrema derecha quien quiso repetir la acción de Fujimori y fue retirado del poder por sectores empresariales y militar, continuo el gobierno provisional del quien era procurador de los derechos humanos, Ramiro de León Carpio. Hasta Álvaro Arzú quien llega al gobierno en 1995 cuando por primera vez una fuerza de izquierda medianamente revolucionaria participa en elecciones el Frente Democrático Nueva Guatemala, en este gobierno termina las negociaciones de paz con la Urng quien firma la paz en enero de 1996.


Por Juan P. Castel

Al imperialismo norteamericano, en su visión global para aplastar la revolución centroamericana en curso desde la insurrección popular en Nicaragua en 1979 que derrocaría al Somocismo y destruiría en los hechos el aparato estatal de dominación burguesa, le parecían débiles las políticas de seguridad nacional que las dictaduras de El Salvador y Guatemala implementaban para contener el avance de las guerrillas del Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y los diferentes frentes guerrilleros de las Fuerzas Armadas Rebeldes de Guatemala (FAR), Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), Organización del Pueblo en Armas (ORPA) y las fuerzas armadas del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), que más tarde se agruparían –solo en el papel– en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

Es así como el caporal de turno de los intereses imperialistas en su histórico patio trasero en llamas –los ejércitos nacionales–, que se ve amenazado por la propagación del fuego de la rebelión popular desde la Nicaragua alzada hacia los centros más longevos del poder semicolonial, como siempre lo han sido El Salvador y Guatemala; las masas y la nación Centroamericana entera acudiendo a la psiquis colectiva imborrables por la avasallamiento o el aplastamiento histórico de la voluntad popular, era un hervidero a punto de estallar y los planes para diluir, disgregar y aniquilar a las fuerzas revolucionarias, así como a los dirigentes de la naciente socialdemocracia, se combinaban con pequeñas concesiones materiales a las hambrientas masas indígenas, así como una apertura democrática cautiva a las clases medias urbanas y a la pequeña burguesía pauperizada por décadas de guerra civil; plan organizado para poder después dirigir el descontento de las continuas dictaduras militares hacia la reaccionaria democracia promovida por el sector del ejército menos adicto a la guerra irrestricta contra la subversión y más cercana a las posteriores negociaciones de paz (Contadora, Esquipulas I y II).

El orbe en llamas

Como sostuvo el genial mariscal prusiano Carl von Clausewitz: «La guerra es la continuación de la política por otros medios», también sucede que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Este era básicamente el plan de los aparatos imperialistas de control, a finales de la década de 1970, un periodo marcado por una crisis petrolera seguida por una crisis financiera mundial que no se saldaría hasta mediados de los 80s; un Estado Unidos que se ha entregado desde finales de la segunda guerra mundial, con sus recursos a erigirse como el policía del mundo, propagando guerras por aquí y por allá, financiado movimientos derechistas o abiertamente facciosos, y en donde no ha podido colocar la balanza a su favor desde la lejanía, ha debido gastar recursos en la intervención directa de sus fuerzas, que se mantienen en constante crecimiento ante una pesadilla sobredimensionada, como lo era un virtual ataque de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Continuar la guerra contra la subversión bajo nuevas modalidades de lucha, no solo le aseguraría a EU mantener la vigilancia global sobre todo movimiento anticolonial, independentista, nacionalista, democrático, socialistas, comunista o abiertamente antisitémicos, sino cargar sobre los débiles ejércitos nacionales la mayoría de las tareas. Esta es la política caracterizada por la administración republicana de la revolución conservadora de Ronald Reagan, que al salir del desastre militar que conllevó la gloriosa victoria del pueblo del Vietnam y la crisis petrolera que tuvo como réquiem la revolución teocrática iraní. Que la guerra la luchen otros, que los muertos los pongan otros, será la dinámica que marcara este periodo.

Aniquilar a la izquierda para ir a elecciones con el centro

"Los conflictos se resuelven por consenso o por violencia”. Carl von Clausewitz

Bajo las condiciones de la geopolítica mundial del momento fue como los oficiales de media del ejército de Guatemala, dirigidos por el advenedizo y aprendiz de pastor José Efraín Ríos Montt, propinaron el golpe el 23 de marzo de 1983, que depondría al perro rabioso caído en desgracia Fernando Romeo Lucas-García. Después se sabría gracias a los cables diplomáticos desclasificados o filtrados por wikileaks que Ríos Montt no pensaba por si solo y que sería azuzado por los agregados militares de EU para deponer por la fuerza al que hasta ese momento servía a los intereses norteamericanos, pero que no había contado con la fiereza que necesitaba el contrainsurgente Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo (PNSD) dibujado en los pasillos del pentágono para poder destruir a la dirigencia guerrillera, sindical, campesina y popular, acribillar a la base social del movimiento popular en el campo y la ciudad; posteriormente implementar zonas bajo control directo del ejército o de su brazo armado irregular, las patrullas de autodefensa civil, con las que compartirían durante el efímero gobierno del pastor Ríos Montt la autoría y ejecución de las decenas de masacres en el campo. En la ciudad también se destruiría a toda persona que mostrara propensión a los movimientos democráticos, socialdemócratas, guerrilleritas, socialistas o comunistas, todo esto enmarcado en los planes operacionales: Victoria 82 u Operación Ceniza, Sofía 82 y Firmeza 83.

El pastor ejecutó tan bien la directiva imperialista de destruir a los elementos subversivos, radicales y democráticos dentro de la dirigencia popular, tanto en las montañas como en la ciudad, que el movimiento seriamente diezmado en su dirigencia político-militar siguió profundizándose siendo finales de 1982 e inicios de 1983 el periodo con mas movilización popular en Guatemala desde la asonada cívica de marzo abril de 1962. Los agregados militares de la Embajada de los Estados Unidos estaban inquietos ante el virtual derrocamiento del dictador a manos de la rabia popular, es entonces cuando se empieza a promover a los sectores medios del ejército que son más cercanos a una salida negociada de la guerra civil.

Es cuando hace su aparición el que hasta entonces era el Ministro de Defensa del dictador Ríos Montt, el general Óscar Humberto Mejía Víctores que le derrocara un 8 de agosto de 1983 e iniciará la carrera por arrebatar a las masas de victoria de la apertura democrática, reaccionando así al descontento popular generado por la continuación de la violencia autoritaria como método de control gubernamental en Guatemala desde la contrarrevolución de 1954.

Reacción democrática Burguesa

El diccionario dice sobre el Reaccionario: “Que es partidario de mantener los valores políticos, sociales y morales tradicionales y se opone a reformas o cambios que representan progreso en la sociedad”. Es así como asistimos a la mal llamada apertura democrática, que no es otra cosa que la oxigenación por medio de las libertades dadas por una democracia cautiva por la bota militar que había aplastado al pueblo durante la continuada guerra civil en Guatemala. Reaccionan con las ilusiones democráticas de las masas cansadas de ser sojuzgadas, oprimidas y asesinadas por los militares, siendo prácticamente usadas como cómplices en el plan global de pacificación que el imperialismo promueve para dejar sin apoyo a la revolución sandinista triunfante en Nicaragua. 

Vemos aquí el juego clásico de cambiar todo de forma, para que en el fondo no cambie nada. El pacto oligárquico-militar que le entregó a los generales la tarea de la seguridad interna y el asesinato sistemático de los elementos más activos de la revolución guatemalteca, pequeño episodio de la revolución nacional centroamericana, mientras los grandes consorcios de la burguesía nativa, así como las trasnacionales se apuntaban jugosos negocios que se abrirían con la pacificación de las zonas que eran bastiones de las guerrillas.

Asistimos pues a la confabulación de los sectores militares agotados por una guerra en punto muerto, en que la guerrilla no puede ya tomarse el poder, pero tampoco puede ser destruida. Y las masas en general se nutren de una efervescencia que atemoriza a la oligarquía, pero que no puede cuestionar el aparato estatal de dominación burguesa, porque carece ya de líderes consecuentes con la revolución, cosa similar pasa en El Salvador, donde el ejército se dedica ya, solamente ha acabar con los elementos revolucionarios del FMLN, dejando a sus contrapartes oportunistas propensas a la pacificación y a la posterior integración del aparato contrainsurgente claramente delineado en las constituciones de 1983 (El Salvador) 1984 (Guatemala).

Réquiem para la revolución que nunca fue

El domingo 1 de julio de 1984 fueron electos los 88 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente de Guatemala, llamada a conformación por el golpismo en el poder, junto a las elecciones general de 1985 que se regirían por la Decreto Ley No. 24-82 Estatuto Fundamental del Gobierno del depuesto dictador Ríos Montt. Es así como nace una democracia muerta con su carta magna de carácter contrainsurgente, donde el pluralismo político ha sido mancillado y aniquilado hasta la raíz, dejando en la contienda a los partidos de la extrema derecha (Movimiento de Liberación Nacional) y de la centro derecha (Unidad del Cambio Nacional y Democracia Cristiana de Guatemala); la socialdemocracia no asiste a las elecciones porque ha sido disgregada a fuerza de persecución y asesinato, representada en partidos como la Unidad Revolucionaria Democrática (URD) y el Frente Unido Revolucionario Democrático (FURD).

Por Orson Mojica

La historia de Nicaragua está plagada de regímenes dictatoriales, pero también es rica en conspiraciones revolucionarias y tradiciones insurreccionales, fallidas y triunfantes. La experiencia amulada con muchos de los fracasos, hizo posible el triunfo de la insurrección popular en 1979.

El boom económico y el bipartidismo de la dinastía somocista

La dinastía somocista gobernaba Nicaragua prácticamente desde 1934 cuando Anastasio Somoza García asesinó al general Augusto C. Sandino, y cuando encabezó el golpe de Estado contra Juan Bautista Sacasa en 1936. Estos golpes audaces de Somoza le permitieron controlar al Partido Liberal Nacionalista (PLN), convirtiéndolo en un aparato electoral a su servicio. Pero para consolidar su dominio y hegemonía, Somoza García y después sus hijos firmaron varios pactos con la oposición conservadora, creando y consolidando un régimen bipartidista, bajo la hegemonía de la familia Somoza.

El dictador Anastasio Somoza García, sobrevivió a la conspiración revolucionaria del 4 de abril de 1954, pero finalmente fue ajusticiado el 21 de septiembre de 1956. Sus hijos asumieron el poder. Anastasio Somoza Debayle fue nombrado Jefe de la Guardia Nacional (GN), y su hermano Luis Somoza Debayle, presidente del senado, asumió la presidencia de la república, conforme estaba establecido en la Constitución de 1950.

Nicaragua cosechaba los beneficios del boom de la economía capitalista de la postguerra, pero los sectores burgueses y pequeño-burgueses, ligado al Partido Conservador de Nicaragua (PCN), que eran arruinados por este proceso de acumulación y concentración de capitales, se radicalizaban y se enfrentaban a la dinastía somocista, algunas veces con las armas en la mano.

El PCN estaba dividido en dos alas. El ala oficial, era uno de los pilares del bipartidismo. Representaba los intereses del “gran capital” de la oligarquía granadina, encabezada por Emiliano Chamorro, compartía el 50% de los altos cargos en el Estado y por disposición constitucional tenía la mitad de los diputados y senadores dentro del Congreso Nacional

El ala “jacobina” (que reflejaba el sentimiento de las masas populares) compuesta por oligarcas arruinados y por la Juventud Conservadora (JC), cuyos principales dirigentes eran Pedro Joaquín Chamorro y Reynaldo Antonio Tefel. La base social de estos sectores era la nueva clase media, no era la oligarquía. Estos sectores, juntos o por separado, habían organizado varias conspiraciones contra el somocismo.

Estos “jacobinos” conservadores manejan una concepción de que, iniciada la conspiración militar, asaltando los cuarteles más importantes, se apoderarían de las armas y el pueblo les seguiría. Esta era una concepción predominante en América Latina. El mismo fracasado asalto militar de Fidel Castro al cuartel Moncada en Cuba, en el año 1953, era parte de estas tradiciones insurreccionales de la burguesía, heredadas de la lucha contra el colonialismo español.

El impacto de la revolución cubana

Estos acontecimientos de 1958 en Venezuela y 1959 en Cuba tuvieron una incidencia directa en alentar la lucha contra la dinastía somocista. En 1959 la triunfante revolución cubana todavía no se había enfrentado al gobierno de Estados Unidos ni había definido su rumbo socialista.

En ese periodo se formó la Unión Nacional Opositora (UNO) como una alianza electoral conformada por el ala jacobina del PCN, por el Partido Liberal Independiente (PLI) dirigido por Enrique Lacayo Farfán, y otros sectores de revolucionarios al interior de Nicaragua y en el exilio. Querían repetir en Nicaragua las acciones revolucionarias iniciadas con Fidel Castro en 1956 con el desembarco del Granma en las playas de Cuba. Por ello, un sector de la UNO, en conjunto con exiliados nicaragüenses, viajó a La Habana para platicar directamente con Fidel Castro y conseguir apoyo en una nueva aventura revolucionaria

Fidel Castro y el Che Guevara mostraron desconfianza

La delegación de los conspiradores nicaragüenses, estaba encabezada por Pedro Joaquín Chamorro, Enrique Lacayo Farfán y Reynaldo Antonio Tefel (que seria 20 años más adelante ministro de seguridad social durante la revolución 1979-1990) se alojó la casa No 28, 5a. Avenida 28, Miramar, en La Habana. En esa casa estaban también alojados otros revolucionarios nicaragüenses: Francisco Ibarra, Chester Lacayo, la doctora Concepción Palacios, Simón Delgado, Mario Alfaro Alvarado y el profesor Edelberto Torres Rivas.

La ansiada entrevista con Fidel Castro se produjo en la casa de habitación de Ernesto Che Guevara. Sobre este hecho, según Roger Mendieta Alfaro, Pedro Joaquín Chamorro (PJCH) expresó: "La entrevista con Fidel Castro fue brevísima, apenas una ligera presentación y enterado de que nosotros éramos nicaragüenses, nos hizo pasar a ver a Guevara. Este se refirió al Prof. Edelberto Tórres en términos encomiásticos, diciendo que era un hombre bondadosísimo que en una época le había tendido la mano cuando él pasaba apuros, y que además tenía una indudable capacidad política". (Mendieta Alfaro, pág. No 45)

Sobre la fracasada reunión, Mendieta Alfaro cita otro comentario de PJCH: “Con Fidel y el Che, hablamos sobre el caso de Nicaragua, y nos dijo concretamente que Cuba no podía ayudar a los nicaragüenses, porque los Estados Unidos estaban vigilantes de cualquier acción cubana en el Caribe, para caerles encima. Además, tuvo algunas expresiones bastante escépticas acerca del pensamiento político de lo que en Nicaragua se conoce como conservadores o como liberales, diciendo entre otras cosas que era una forma anacrónica sin contenido revolucionario, y que por ninguno de los cuales valía la pena hacer una Revolución". (Mendieta Alfaro, pagina No 53)

Mendieta Alfaro también cita a Reynaldo Antonio Tefel, sobre los resultados de la entrevista con el Che Guevara: “(…) Al hablar concretamente de Nicaragua, afirmó que para él ya existía un Comité que representaba la unidad del pueblo nicaragüense, y que era al único que prestaría ayuda. Se notó en él cierta aprensión por nosotros”. (Mendieta Alfaro pág. No 44)

Aterrizajes en Olama y Mollejones

Decepcionados por la negativa de apoyo militar por parte de Cuba, los rebeldes buscaron apoyo en Venezuela y Costa Rica, quienes les brindaron un apoyo casi simbólico.

Después de muchas peripecias, una parte de las tropas rebeldes salieron del aeropuerto Las Sabanas, en las cercanías de San José, hacia Punta Llorona, provincia de Puntarenas, Costa Rica. Ahí se reunieron con los restantes, y el avión se dirigió, el 31 de mayo de 1959, al valle de Olama, en la parte sur del departamento de Matagalpa, que colinda con el departamento de Boaco, una zona cuya población campesina se consideraba fiel al Partido Conservador. No hubo una labor organizativa previa, los rebeldes creían que con su sola presencia bastaba para que el campesinado se les uniera.

Al aterrizar ese mismo día, el avión comenzó a hundirse en el lodo de la improvisada pista, tuvieron que buscar una yunta de bueyes para rescatar el aparato, el que terminó delatando la posición de los insurgentes. Los servicios de inteligencia del somocismo, ya habían detectado los movimientos previos a la invasión, y las tropas de la Guardia Nacional se dirigieron a la zona, a enfrentar a los revolucionarios.

Otro contingente de revolucionarios aterrizó en Mollejones, departamento de Boaco. El 1 de junio, Luis Somoza decretó la suspensión de las garantías constitucionales, y comenzaron los combates. Semanas antes de la invasión, se organizó un Comité de Acción Cívica en Managua, que quiso convocar a una Huelga General, pero no tuvo la fuerza ni el arrastre social suficientes.

Las dos columnas guerrilleras, tanto de Olama como Mollejones, actuaron sin coordinación, mientras que la G. N si tenía un plan para acabar con los insurgentes, rodeándolos, bombardeando desde los aviones, estrechando a cada momento el cerco. En los pocos combates que hubo, los rebeldes peleaban a la defensiva. Nunca llegó el abastecimiento del “Frente Interno” sencillamente porque nunca existió. Las provisiones y las balas pronto se terminaron, la guerrilla estaba languideciendo.  Las discusiones internas eran reflejo de la creciente desmoralización.

La rendición

Finalmente, el 10 de junio de 1959, en la zona conocida como Fruta de Pan, el primer grupo de 45 combatientes decidió rendirse en Santo Domingo, departamento de Chontales. Reynaldo Antonio Tefel, nos expone como ocurrió: "La decisión de rendirse fue una cosa tan rápida, que me dejó totalmente anonadado (…) el gobierno había distribuido hojas sueltas pidiendo nuestra rendición. Francamente, en esos momentos, no hubo tiempo de pensar (…)” (Mendieta Alfaro, pág. 143-144).

Un grupo de 15 rebeldes, entre los que estaban Pedro Joaquín Chamorro, Reinaldo Téfel y Luis Cardenal, decidió no rendirse, y continúo deambulando hambriento por las montañas, pero cinco días después, en el lugar conocido como Banadí, este grupo también se rindió ante la G.N.

Cuba apoyó al CLN, pero también hubo fracasó en El Chaparral

Fidel Castro y el Che Guevara le negaron apoyo militar a los conservadores, pero confiaron en la otra modesta delegación de revolucionarios nicaragüenses, organizados en el Comité para la Liberación de Nicaragua (CLN), siendo uno de sus componentes más importante la Juventud Democrática Nicaragüense (JDN), fundada a inicios de 1959 por Silvio Mayorga, Tomás Borge y el ya legendario Carlos Fonseca Amador, quienes organizaron, con otros sectores del ala jacobina del Partido Conservador, la fracasada invasión guerrillera desde Honduras.

Aunque el CLN recibió apoyo logístico de Cuba, también fue un fracaso militar. Antes de pisar territorio nicaragüense, el 27 de junio de 1959, los rebeldes fueron emboscados en sus campamentos de El Chaparral, departamento de Choluteca, Honduras, a una todavía considerable distancia de la frontera con Nicaragua. La invasión no llegó a consumarse, nueve guerrilleros murieron en combate o fueron ejecutados por el Ejercito de Honduras, otros 15 fueron heridos y trasladados a hospitales, incluyendo a Carlos Fonseca Amador.

Consejo de Guerra y Amnistía

Aunque no hubo fusilamiento ni ejecuciones de los prisioneros, Luis Somoza montó un Consejo de Guerra contra los prisioneros de la fracasada guerrilla de Olama y Mollejones: 197 civiles fueron procesados en tribunales militares, acusados de rebelión y traición a la patria. Solo hubo dos absueltos. En 1961, antes de finalizar su mandato presidencial y para reconciliarse con las familias de la oligarquía conservadora, cuyos hijos habían participado en la aventura revolucionaria, Luis Somoza decretó una amnistía general.

La guerrilla de Olama y Mollejones fue la última intentona revolucionaria del ala jacobina del Partido Conservador.

Jacobinos conservadores y guerrilla del FSLN

Carlos Fonseca hizo un balance crítico y objetivo del fracaso de la guerrilla en Olama y Mollejones: “Ocurrió en junio de 1959 la invasión llamada de Olama y Los Mollejones encabezada por Pedro Joaquín Chamorro, Luis [G.] Cardenal y Reynaldo Téfel. La lucha armada en Nicaragua requiere inusitados sacrificios que solamente se pueden soportar siendo dueños los combatientes de un alta moral, nacida del profundo interés en el derrocamiento de la tiranía, la transformación de la miserable y horrorosa vida que flagela a nuestros amados compatriotas. Tales elementos no podían darse en las personas mencionadas…” (“Breve análisis de la lucha popular nicaragüense contra la dictadura de Somoza”, febrero, 1961)

A partir de 1961, Carlos Fonseca fundó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Muchos conservadores jacobinos terminaron participando en la guerrilla sandinista, especialmente después de la masacre del 22 de enero de 1967. En 1976, los hijos de este sector jacobino de la oligarquía conservadora constituyeron la base social de la tendencia tercerista del FSLN que fue el eje de la victoria de la insurrección popular contra el somocismo en 1979.

La metamorfósis de los comandantes sandinistas en una nueva burguesia, especialmente despues de 1990, y la degeneracion del orteguismo en una nueva dictadura es otra historia, que merece ser analizada en un ensayo aparte.

 

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