Por Jorge Milla Reyes

Por considerarlo de importancia histórica, publicamos un extracto del reportaje sobre el proceso sumario y sentencia que terminó con el fusilamiento de William Walker, ocurrido en Trujillo, Honduras, el 12 de septiembre de 1860

Durante su proceso Walker parece renegar de algunos de sus títulos -no de todos por ejemplo: "Preguntado por su nombre, edad, estado, patria y religión. Dijo: que se llama William Walker, de treinta y seis años de edad, soltero, natural de Nashville Estado de Tennessee República do los Estados Unidos y que es Católico Apostólico Romano". En el segundo interrogatorio se le preguntó por su profesión, asunto básico que parece olvidó el Coronel Norberto Martínez, quien estaba a cargo del interrogatorio, o bien José María Sevilla, escribano del caso:

"Preguntado, cuál es su profesión. Dijo: que es soldado, Abogado de los EE.UU., y Doctor en Medicina”.

En Nicaragua circuló el rumor que Walker había sido fusilado por negarse a afirmar que él no era Presidente de Nicaragua, lo cual es completamente falso. La Presidencia de Nicaragua no se menciona una tan sola vez en el proceso y Walker solo se refiere a su ciudadanía nicaragüense y a su condición de General de aquel país cuando pretende justificar su ataque a Trujillo.

"Preguntado si es el mismo que comandaba la falange que atacó a esta plaza la madrugada del seis de Agosto. Dijo, que es el mismo que atacó esta plaza, el día y hora que se le refiere, con el Tirulo de General el cual adquirió en Nicaragua, República de la América Central”.

"Preguntado con qué motivo y con qué títulos agredió la plaza. Dijo: que, como ciudadano y General de Nicaragua, cree tener derecho para pasar a aquella República a gozar de ciertos privilegios e intereses que tiene ahí: que por tal motivo para proporcionarse vía de comunicación por Honduras ocupó esta plaza en represalia de haber sido atacado él por fuerzas de esta República que comandaba el Gral. Florencio Xatruch y también para recibir aquí los demás refuerzos, con los que completaría su expedición a Nicaragua".

Nunca perdió su sangre fría y en más de una ocasión pretendió exculpar a sus soldados, así como encubrir a sus cómplices centroamericanos, especialmente a ciertos extranjeros habitamos de la isla hondureña de Roatán quienes le habían escrito, pidiendo su protección contra las autoridades hondureñas.

"Preguntado, diga quienes de su fuerza militar obraban de acuerdo con sus ideas. Dijo: que su fuerza militar le era enteramente obediente, y que por esto ni sus Jefes sabían sus intenciones, salvo la determinación general de ir a Nicaragua y que el movimiento sobre Trujillo lo proyectó el declarante un día antes de llegar aquí".

“Preguntado, diga quienes son sus cómplices en Nicaragua para el fin de sus determinaciones. Dijo: que tiene amigos en Nicaragua, principalmente cerca de León y Chinandega. pero que estos no sabían que él marchaba por este Estado".

Durante el proceso fueron interrogados los agentes consulares de los Estados Unidos don Eduardo Prudot y de Inglaterra Guillermo Melhado. El ciudadano inglés don Mauricio White, sirvió cuino traductor del interrogatorio hecho a Francisco Rudler, segundo jefe de la expedición filibustera.

Es probable que Walker albergara alguna esperanza de que las declaraciones del Cónsul de los Estados Unidos pudieran favorecerlo de alguna manera, pero ocurrió todo lo contrario: durante la toma de Trujillo por la falange filibustera, elementos de esa banda habían ingresado por la fuerza en la sede del Consulado y habiéndose apoderado de la bandera de los Estados la habían paseado por toda la población y luego instalado en la casa que sirvió de cuartel general a Walker. Aunque éste quiso enmendar el error enviando a uno de sus oficiales a pedir disculpas y devolver la bandera no logró aplacar la furia del Cónsul, quien, cuando llegó el momento, no hizo el menor intento por favorecer a ninguno de los filibusteros con sus declaraciones.

Walker, desde el primer momento insistió en que quería ser enjuiciado por delitos políticos pero la acusación fue por Piratería y Filibusterismo, ambas posiciones quedaron firmemente establecidas al momento de pedir la confesión del preso: "Seguidamente pasé a la cárcel donde se halla detenido el reo William Walker. a efecto de continuar su confesión. En consecuencia, se hizo cargo que habiendo armado una porción de hombres, y atacado con ellos a esta plaza sin un título legal y sin preceder declaratoria de guerra, ha cometido un acto de piratería o filibusterismo: delito grave que por todas las Naciones se castiga con la pena mayor.

Dijo: que no ha cometido delito de piratería, porque este se llama el que se comete en el mar; y menos de filibusterismo. porque esta palabra no tiene significación legal: que él estaba en guerra con Honduras porque el Estado se la había declarado y hecho en Nicaragua en los años del 1856 y 57".

De inmediato se le preguntó por la legalidad de sus actos contra el Gobierno de Honduras, su respuesta es más la de un caballero andante que la de un cabecilla de bandidos:

“Preguntado diga cómo explica en el sentido legal el hecho de constituirse protector o defensor de las garantías de los moradores de las islas de la Bahía; y el de haber atacado es la plaza. Responde: que por derecho natural se cree habilitado para proteger y auxiliar al débil; y que por el derecho de gentes, deducía el de poder hacer la guerra a Honduras, supuesto que ésta república se la hizo a Nicaragua en los años que deja dicho: y por último manifestó que se defenderá por sí ante el Consejo de Guerra.

Aunque Walker insistió durante todo el proceso en que su propósito era dirigirse a Nicaragua sin permanecer más tiempo que el absolutamente necesario en Honduras, el interrogatorio hecho a Rudler arrojó otra clase de datos: "Preguntado dijo: que el principal plan de Mr. Walker era destituir de la Presidencia al Gral. Guardiola y poner en su lugar al Gral. Cabañas, procurando así leyes más liberales para el pueblo, pero que el declarante no hacía parte en este plan, pues su objeto era establecerse en Roatán para poner “una agencia de comercio de frutas". No era la primera vez que se ligaba al General Cabañas con Walker y es que, en honor a la verdad, desde que Cabañas, siendo presidente de Honduras protegió y armó a los liberales de Francisco Castellon para derrocar a don Fruto Chamorro de la presidencia de Nicaragua, todas sus acciones respecto a aquel país, los filibusteros formaron una cadena interminable de errores que dejan en entredicho su conducta, en otros aspectos admirable.

El 9 de septiembre el Coronel Norberto Martinez elevaba el sumario a la instancia superior la Corte Marcial presidida por el General Mariano Alvarez, comandante principal del Departamento. En el escrito de remisión del sumario, el Coronel Martinez pide para Walker la pena de muerte y para Rudler la de prisión "...como verá usted pretende eludir los cargos con el sofisma de que no es pirata porque no ha robado en el mar, y de que no es filibustero porque esta voz no tiene valor legal; más él no ha podido disipar legalmente sus hechos, hechos vandálicos que lo hacen merecedor de la pena capital…"

"...su Segundo, Rudler, verdaderamente es menos culpable, porque ya se ve: es de aquellos hombres que en un país grande creen ciegamente a la voz de un maniático, que se imagina tener derechos y posesiones en C.A.".

Una vez recibido el Sumario, el comandante Departamental de Trujillo concedió "dos horas perentorias" a ambos reos para que se defendieran por escrito. Esta resolución está fechada el 10 de septiembre lo cual indica que en la misma lecha debieron recibirse los escritos de defensa. En efecto, el mismo día 10, Walker entrega su escrito de defensa, es un mismo documento de dos hojas, pero escrito tanto en español como en inglés.

Niega su culpabilidad de todas las acusaciones tanto las mayores que son la de piratería y filibusterismo, como algunas menores como por ejemplo haber saqueado la caja de la aduana del puerto, haber usado la bandera hondureña para cometer sus tropelías y otras por el estilo. Y reconoce su culpa en el ataque al Puerto, pero con fines políticos:

''Si soy culpable de algún delito, este es el de haber hecha la guerra al Estado de Honduras. Por este quiero ser Juzgado. Mi delito, si lo hay, ha sido político; y protesto contra los propósitos de oscurecerlo con tan vagas e insignificantes acusaciones como ''piratería” y "filibusterismo”. Júzgueseme por un delito definido por la ley; a saber, el de hacer la guerra cd Estado de Honduras".

La defensa de Rudler estaba orientada a disminuir su papel en todos los acontecimientos ocurridos, así como negar ser el segundo de Walker.

Antes de dictar sentencia, el General Alvarez pidió opinión jurídica al Licenciado Francisco Barahona, en relación con la misma, no obstante, él contestó excusándose de emitirla en esas circunstancias:

"Por haber externado desde antes mí opinión acerca de la pena que debiera aplicárseles a los reos Walker y Rudler, no me es permitido abrir dictamen y le devuelvo la Causa can el mismo número de folios útiles. Trujillo, Septiembre 11, 1860".

Así quedó todo listo para la sentencia que no aportó ninguna sorpresa, está una concesión de lo que había pedido el Coronel Martinez al remitir el sumario. Quizá la pena impuesta a Rudler resultó menos dura que la solicitada.

La sentencia se dictó el 11 de septiembre, consideró firmemente establecidos los cargos contra Walker, además de referirse a Decreto Supremo del 19 de agosto del mismo año que ponía fuera de la protección de la ley a todo filibustero, así como a la "fatal campaña contra el Gobierno legítimo de Nicaragua" y a los delitos de sangre ocasionados en la toma del Puerto. En cuanto a Rudler se consideró que, aunque era cómplice de Walker “...sus antecedentes e intenciones nos parecen menos depravadas, habiendo en el proceso otras circunstancias atenuantes..."

Así, la resolución final fue la siguiente:

"...yo, el Comandante de este Departamento... a nombre del Soberano Estado de Honduras y de conformidad con el Decreto Supremo de 19 de Agosto último ya citado, condeno a William Walker a ser pasado por las armas ejecutivamente; y a A.E Rudler a cuatro años de presidio en la capital de la República. - Así lo pronuncio, mando y firmo con el escribano de la Causa. Notifíquese y cúmplase''.

La sentencia le fue comunicada de inmediato a Walker por el Escribano Francisco Cruz, en esta notificación el jefe filibustero estampó la que probablemente sería su última firma:

”Yo el escribano de la causa notifiqué la sentencia anterior al reo William Walker y entendido dijo que no le parece justa y firmó: Francisco Cruz W. Walker".

La sentencia fue ejecutada el 12 de septiembre de 1860 a las ocho de la mañana. Walker fue sepultado en el cementerio de Trujillo donde aún se encuentran sus restos.


Por Olmedo Beluche

El 31 de julio de 1981 se difunde la noticia sobre la inesperada muerte del general Omar Torrijos en un accidente de aviación en la provincia de Coclé. Desde un principio, su hermano Moisés Torrijos y otros allegados denunciaron que se trataba de un atentado perpetrado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Posteriormente también se ha especulado sobre la posible participación del, en ese entonces, Teniente Coronel Manuel A. Noriega, responsable de la inteligencia panameña (G-2).

Su muerte coincide con una coyuntura de cambio y readecuación en la política Estados Unidos hacia Centroamérica y el régimen panameño. Torrijos muere durante el primer año de gobierno de Ronald Reagan, el cual lanzó una contraofensiva política y militar para recuperar el espacio perdido en Centroamérica. Como ya explicáramos, Reagan no desecha la estrategia de reacción democrática de Carter, de negociación y diálogo, pero la acompaña de medidas de fuerza, como la creación de la "Contra" en Nicaragua. De manera que la muerte de Torrijos, ya fuera accidental o producto de un asesinato, coincidió con una nueva situación abierta en Panamá y Centroamérica.

Menos de un año después de su muerte saltó la crisis de la deuda externa latinoamericana. La agudización de la crisis económica dejaba menos espacio para dar concesiones a las masas, y para los acuerdos negociados. La principal característica de Torrijos, su capacidad de árbitro o mediador de los conflictos de clases, cada vez tenía menos espacio, porque ya no podía ofrecer nada a las masas. La crisis económica creciente, forzaba a las clases dominantes a arrebatar más agresivamente las conquistas del movimiento de masas.

Durante los 8 meses que siguieron a la muerte de Torrijos, reinó una aparente calma y continuidad en la Guardia Nacional y en el gobierno, la cual precedería al torbellino de cambios y acontecimientos políticos que sobrevendrían al año siguiente. El Teniente Coronel Florencio Flores, como el oficial de mayor rango y antigüedad, asumió la Comandancia de la Guardia Nacional.

En marzo de 1982 se produjo la primera crisis, con la jubilación forzada del Comandante en Jefe, Florencio Flores, y de los Ttes. Cnels. Manuel Araúz y Armando Bellido, acompañada de una modificación completa de las responsabilidades que ejercían los oficiales del Estado Mayor. El coronel Rubén D. Paredes ocupó el cargo de Comandante en Jefe, Armando Contreras el de Jefe de Estado Mayor y Manuel A. Noriega el de subjefe.

Este cambio a lo interno de la Guardia Nacional sentaría las bases para las modificaciones que vendrían después en el ámbito civil del gobierno. Más que cambios pacíficamente planificados por la alta oficialidad del Estado Mayor, realmente se estaba produciendo una lucha solapada por el poder político. Desde la muerte de Torrijos hasta las elecciones de 1984 se sucedieron 3 Comandantes en Jefe de la G. N., y tres presidentes de la República (Royo, De la Espriella e Illueca), en un breve lapso de 3 años. Si extendemos la cuenta algunos años más, hasta 1988, veremos que en ese período Panamá tuvo otros tres presidentes (Barletta, Delvalle y Solís Palma).

Que en seis años se sucedieran 3 Comandantes en Jefe de la Guardia Nacional y 6 presidentes de la República, muestra el grado de inestabilidad y crisis política reinante. Esta inestabilidad política fue producida no sólo por la lucha intestina por el poder político, sino que fue acicateada por la galopante crisis económica y el ascenso de luchas obreras y populares que enfrentaron las medidas fondomonetaristas adoptadas por esos sucesivos gobiernos, contribuyendo de manera directa la acción de las masas a la crisis de dichos gobiernos.

En junio y julio de ese año, la nueva fracción hegemónica dentro de la Guardia Nacional aprovecharía la coincidencia de varias huelgas obreras y una tercera huelga de educadores, para derrocar el 30 de julio al presidente Aristides Royo. Royo fue forzado a renunciar aduciendo un malestar en la garganta, por lo que a este golpe de estado se le conoció como "el gargantazo".

La caída de Royo respondía a la satisfacción de varias necesidades:

1. Que el gobierno civil reflejara, con nuevas autoridades, la influencia de la nueva fracción dirigente de la G.N., y la defenestración de personalidades vinculadas al torrijismo, como fue el caso del exdirector de la Caja de Seguro Social, Abraham Saied, al que se le abrió un proceso judicial por corrupción.

2. Preparar el terreno para que el general Paredes lanzara su candidatura oficialista para las elecciones presidenciales, haciendo el papel de hilo conductor para la continuidad del régimen, tal y como se había pensado para Torrijos.

3. Confrontar el ascenso de huelgas y movilizaciones populares que resistían las medidas económicas dictadas por el FMI-Banco Mundial, con medidas represivas, y con un control de los medios de comunicación, que llegaron a ser clausurados por una semana.

4. Una reubicación más a la derecha de la política exterior panameña, neutralizando el discurso "tercer mundista", y alineándose con claridad con Estados Unidos en el conflicto centroamericano. Inclusive, con Paredes y Noriega, se trató de que la Guardia Nacional panameña jugara un rol de policía en la región. Paredes llegó a decir que "las fronteras de Panamá llegan hasta Peñas Blancas" (frontera entre Costa Rica y Nicaragua), aludiendo a su posible intervención, a favor tico, en caso de un conflicto entre esos dos países.

El año que el régimen estuvo dominado por Paredes, desde la Comandancia de la Guardia, fue aprovechado para pactar con la burguesía en general, y en especial con la oposición, nuevas reformas a la Constitución Política Nacional. El objetivo era quitar de la Constitución elementos que pusieran en duda que se iba hacia un régimen democrático burgués presidencialista. Se eliminó el Consejo de Legislación, y se le dio forma a la Asamblea Legislativa electa por votación directa, quedando los Representantes de Corregimientos reducidos a simples autoridades locales.

Otro aspecto central de la reforma fue la eliminación del criterio inscrito en la Constitución de 1972, de que la Guardia Nacional constituía un cuarto poder del Estado. En estas reformas se formalizó la subordinación de la fuerza pública al presidente de la República.

Además, se eliminaron aspectos de la redacción pseudopopulista de 1972, y se introdujeron garantías para los capitalistas, como el artículo 268, que impide al Órgano Legislativo eliminar o recortar las partidas destinadas al pago del servicio de la deuda externa.

Para realizar la reforma se nombró, en noviembre de 1982, una junta de "notables", entre los que figuraban importantes dirigentes de la oposición burguesa como Guillermo Endara, Mario Galindo, José A. Sosa, Bolívar Pedreschi. Por el oficialismo estuvieron Fernando Manfredo, Oydén Ortega, Nánder Pitty y otros. Prácticamente se produjo un "pacto nacional" en torno a esta reforma constitucional, que fue un eslabón importante en el proceso de democratización, pues, hasta estuvo presente el Partido del Pueblo, en la persona del Prof. César De León.

Tan sólo un sector político minoritario se opuso a esta reforma constitucional, por representar una continuidad del régimen, contraponiéndole la exigencia de una Asamblea Constituyente libre y democráticamente electa. Este sector estuvo formado por el Partido Acción Popular, dirigido por Carlos I. Zúñiga y Miguel A. Bernal; y el Partido Socialista de los Trabajadores, cuyos principales voceros eran los profesores José Cambra y Virgilio Araúz; y otras personalidades independientes.

Para evitar el posible surgimiento de una corriente de masas que se opusiera a la reforma constitucional, el gobierno dio un lapso breve de tiempo para el debate previo al Referéndum que las debía ratificar. El 30 de marzo de 1983 se emitió el decreto de gabinete que dio a conocer las reformas y convocó al Referéndum para el 24 de abril. Se registraron 476,716 votos favorables a la reforma, y tan sólo 66,447 en contra, según las cifras oficiales.

La siguiente coyuntura crítica se produjo unos meses después, el 12 de agosto de 1983, cuando el general Rubén Paredes se acogió a la jubilación con el acuerdo formal, pero secreto, de que su candidatura presidencial en 1984 sería apoyada por la Guardia Nacional. Sin embargo, menos de un mes después de su jubilación, el 8 de septiembre, Paredes renunció públicamente a su candidatura presidencial, y cuatro días más tarde hizo pública una carta en la que recriminaba a Noriega por no haber cumplido el pacto de impulsar su candidatura presidencial.

A partir de este momento se inicia la fase norieguista del régimen militar, la más crítica y que culminaría seis años después con la invasión norteamericana. Con Noriega hay un nuevo replanteamiento de las formas y objetivos del "proceso democratizador".

Se deja de lado el proyecto de mantener la continuidad del régimen por la vía de llevar a la presidencia a un militar, tal y como se planteó en vida de Omar Torrijos, y que luego Paredes quiso realizar. Esa variante, que representaba una democratización muy restringida, tenía dos problemas: por fuerza creaba una dualidad de poderes entre el presidente militar y el comandante en jefe de la G.N.; por otra parte, hacía evidente ante las masas la continuidad del régimen y la farsa de la "democratización".

Noriega replantea el proyecto de una manera más coherente, y tal vez más acorde con la política de reacción democrática de Estados Unidos: la existencia de un presidente y un gabinete civil, que guardaran las apariencias debidas; un instituto armado "profesional", es decir, alejado en apariencia de la política, pero que se mantuviera como centro indiscutible del poder real en el país, para lo cual había que desarrollar a la Guardia Nacional hasta convertirla en un ejército (capaz de defender el Canal) que a la vez tuviera una proyección social mediante millonarios programas de "acción cívica".

La primera y urgente acción política que tomó Noriega fue el impulso de la llamada Ley 20, aprobada el 29 de septiembre, por la cual se reforma la Guardia Nacional y se crean las Fuerzas de Defensa de Panamá. Como señala Milton Martínez: "La aprobación y puesta en vigencia de la Ley 20 no significa simplemente un cambio de denominación ..., por el contrario, establece las bases de orden jurídico y administrativo que reestructuran todas las instancias del componente militar".

Se reacomodan las responsabilidades a lo interno de las nuevas Fuerzas de Defensa, se desarrolla un plan de ampliación del cuerpo armado mediante la creación de unidades militares (Batallón Paz, Batallón 2,000, etc.), y se moderniza el parque militar. La filosofía de las FFDD aparece resumida en un folleto de relaciones públicas editado por ellas:

"Es así como, la defensa y protección del Canal por nuestra Patria, es una de las misiones inmediatas y trascendentes de las Fuerzas de Defensa, las cuales deben demostrar al mundo entero que sólo su capacidad, entrenamiento, organización y profesionalismo, podrán asegurar la existencia del Canal; evitando o combatiendo cualquier tipo de amenaza, viniese de donde viniese, que pudiera atentar contra su funcionamiento".

Y más adelante agrega: "Por otra parte, una misión permanente y que va más allá del objetivo a corto plazo, como es la posesión del Canal, lo constituye la proyección de las Fuerzas de Defensa en servicio de la paz. Estas deben diversificarse y tener participación activa dentro de la población, contribuyendo con el Gobierno al desarrollo de los planes de mejoramiento nacional, con sujeción a las órdenes de las autoridades nacionales. Pero deben ser partícipes de los planes de desarrollo, sin que los gobiernos consideren que las Fuerzas de Defensa compiten con ellos en el desenvolvimiento de tales proyectos".

No cabe la menor duda que este proyecto de militarización de la fuerza pública panameña, fue auspiciado y apoyado por el Pentágono y el Comando Sur de Estados Unidos. La alta oficialidad del ejército norteamericano defendió al general Noriega en los momentos más difíciles de la crisis, hasta que, en 1988, se acogieron a la estrategia del Departamento de Estado y del Congreso de forzar la salida de Noriega. Además, durante esos años hubo una activa colaboración mutua entre las fuerzas del Comando Sur acantonadas en Panamá y las FFDD, llegando a realizarse maniobras militares conjuntas cada año.

Este acuerdo y colaboración entre el nuevo hombre fuerte de Panamá y el gobierno norteamericano se hizo extensivo a la fórmula presidencial que el oficialismo impulsaría en las elecciones de 1984. Así es como a principios de 1984, el Partido Revolucionario Democrático anuncia la postulación del Dr. Nicolás Ardito Barletta para la Presidencia de la República.

Barletta representó, después del golpe de estado de 1968, la continuidad del equipo liberal que planificó las reformas económicas de los años 60, que posteriormente fueron adoptadas por el régimen militar, del que llegó a ser Ministro de Planificación. Al momento de ser postulado, Barletta venía de ocupar la vicepresidencia del Banco Mundial para América Latina. Barletta, que formalmente no era miembro del PRD, fue impuesto por los militares como candidato, por encima del entonces favorito, el empresario Ernesto "Toro" Balladares.

La llegada al país de Barletta, coincidió con la "renuncia" del presidente Ricardo De la Espriella, el 13 de febrero de 1984. Su renuncia forzada se debió a una aparente disputa con los militares y el PRD sobre la utilización de los recursos del Estado para el apoyo de los candidatos oficialistas.


Por Oliverio Mejía

El 26 de julio de 1957 el presidente de facto Carlos Alberto Castillo Armas era encontrado muerto en casa presidencial, después de una reunión con empresarios en horas de la noche. Armas fue presidente desde septiembre de 1954, sucediendo al Elfego Monzón que se quedó con la jefatura del Estado, tras la invasión gringa que derrocó al presidente constitucional Jacobo Árbenz Guzmán.

Árbenz fue obligado a salir de Guatemala el 27 de junio de 1954, tras la invasión ejecutada por el Ejército de Liberación Nacional armado y financiado por la Central de Inteligencia Americana, en la operación denominada PBSucces. A Árbenz, le siguió una Junta Militar, conformada por militares en los cuales éste confiaba, pero que fueron un factor clave en el derrocamiento del gobierno revolucionario.

Para este artículo, se consideró dos vetas de análisis; el complot y los intereses del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo en el asesinato de Castillo Armas, así como la fractura en los mecanismos de dominación del Estado, por el derrocamiento de Árbenz, estabilizándose hasta el golpe militar de 1963.

La enemistad de Trujillo y el contexto regional

La trama en el asesinato de Castillo Armas es compleja. El periodista dominicano Tony Raful profundiza sobre la vinculación de este dictador en el asesinato y las disputas existentes por el control geo-político de la región de Centroamérica y el Caribe entre las facciones anti-comunistas gobernantes.

La participación trujillista fue esgrimida desde el primer momento del asesinato y manejada en las altas esferas gubernamentales guatemaltecas, pese al intento de señalar a elementos comunistas en el magnicidio, hipótesis descartada. Para Raful, el complot parte de rencillas personales y políticas desde años atrás, entre Trujillo y Castillo; así como de paradójicas alianzas desde el gobierno de Juan José Arévalo. Para adentrarnos levemente en este entramado, Raful nos refiere que estos conflictos tienen como origen la conformación de la Legión del Caribe, promovida por fuerzas socialdemócratas o progresistas, con el fin de derrocar a los dictadores de la zona.

La Legión del Caribe

La conformación de tal legión, formó parte de alianzas entre estas fuerzas, donde existía cierta afinidad anti-comunista y con algún tipo de apoyo de la administración de Harry Truman (demócrata). En ella participa el gobierno guatemalteco de Arévalo y el gobierno cubano -reformista- de Ramón Grau de San Martin. Otro personaje que formó parte de la legión es José Figueres Ferrer, luego presidente de facto en 1948 y posteriormente dos veces presidente electo de Costa Rica.

Dentro de las operaciones de la legión, estuvo el derrocamiento del gobierno democrático costarricense de Otilio Ulate Blanco, conformado por una alianza entre socialcristianos y comunistas; de tal forma que la legión apoyó el levantamiento armado de Figueres con su Ejército de Liberación Nacional, (¿coincidencia?) para evitar que Teodoro Picardo (socialcristiano) recién elegido democráticamente, asumiera.

Esta operación contó con el apoyo de Truman, ante la presencia de los comunistas de Vanguardia Popular en ese gobierno; por su parte Arévalo, un anticomunista moderado, y Figueres tenían sus propias rivalidades. Este último apoyaba a Javier Arana -un ex miembro de la junta que asumió el gobierno tras la revolución de octubre de 1944- y tenía confianza de que éste derrocara a Arévalo; sin embargo, el incidente en el Puente de La Gloria con la muerte de Arana no lo permitió.

El objetivo de la Legión del Caribe, con el apoyo también de los gobiernos democráticos de Rómulo Betancourt de Venezuela y Ellie Lescot de Haití, era también iniciar una invasión desde Costa Rica para derrocar al dictador Luis Somoza Debayle, continuador de esta dinastía, pero Figueres se negó. También en su agenda estuvo el derribamiento de la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana, quien gobernaba desde 1930.

Para este fin, en 1947 se organizó la Expedición de Cayo Confites en el extremo oriental de Cuba en un intento de invadir República Dominicana, con el apoyo de Haití para usar su territorio y el respaldo logístico de Cuba y Guatemala. Desde el primer país, los expedicionarios (de varias naciones centro y caribeñas) que habían sido entrenados y apertrechados por el ejército cubano y con el visto bueno del gobierno gringo, por lo menos en un primer momento, la realizan. Esta expedición, después de varios contratiempos y de la presión que Trujillo le hizo a Truman, así como de la complicidad de militares cubanos aliados a Trujillo y de la CIA, fracasó.

El encargado de apoyar logísticamente esta expedición por el gobierno de Arévalo según Raful, fue nada menos que Arana, y su más cercano colaborador Castillo Armas; de hecho ellos gestionaron el regreso de las armas que después se usaron para apoyar a Figueres  Así,  tras la muerte de Arana y el giro reaccionario de Castillo, con la mediación de la CIA, el dictador dominicano proporcionó apoyo a los contrarrevolucionarios, entrenados en Honduras por asesores gringos en 1954, pero la enemistad entre ambos se mantuvo.

El caos contrarrevolucionario

Se ha especulado que las rivalidades nacieron cuando ya Castillo Armas gobernaba y se acercó a Somoza y al dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, quienes competían con el dominicano en el manejo de las redes anticomunistas -con la mirada no siempre atenta del imperialismo- al grado que Castillo les entrega la Orden del Quetzal a estos dictadores por sus servicios “en la lucha contra el comunismo” pero no a Trujillo. Pero como observamos más arriba no fue así.

Esta rivalidad formó parte de las disputas internas de quienes dirigían el proyecto contrarrevolucionario. Así, tras la invasión mercenaria, pese al terror instalado contra el tejido social producto de la revolución, el régimen político como tal queda trastocado y la hegemonía de la reacción débil, se mantuvo con métodos de guerra civil contra los sindicatos, ligas campesinas, partidos democráticos e intelectuales progresistas.

En ese sentido, para 1957 quien continuaría el caudillaje de la reacción apareció en la arena política. En palabras del historiador Rodolfo Galleoti, la heterogeneidad de fuerzas, en la revolución y en la reacción era visible; en el segundo bando el control de Castillo Armas fue temporal y mas por la presión estadounidense. Así, los militares tenían intereses, los civiles del Movimiento de Democrático Nacional, posteriormente de Liberación Nacional (MLN) también, y claramente Trujillo.

El asesinato de Castillo, de cuyo cadáver nunca se hizo una autopsia científica, señalando sin causa al soldado Romero Sánchez Vázquez, quien extrañamente se suicida; el hecho de que se convocó a una fiesta inexistente en casa del ministro de defensa Juan Francisco Oliva (por su cumpleaños), sin invitar al presidente y la cual no se dio, así como el asesinato de un agente dominicano en el “crimen del mirador” Narciso Escobar, todos estos hechos daban pauta a creer en la existencia un complot.

Trujillo había penetrado el cordón de seguridad presidencial por medio de uno de sus agentes más cercanos, el sanguinario Johnny Abbes, con el pretexto de organizar el servicio de inteligencia, trabajando estrechamente con el director de seguridad Enrique Trinidad. Ambos montaron un casino cerrado por el mismo gobierno y establecieron nexos con la mafia estadunidense para otros negocios, además Trinidad también tenía pretensiones presidenciales.

Pero Trujillo tenía mas simpatía con otro ex militar, Miguel Idígoras Fuentes; quien provenía del ubiquismo. Éste había disputado el control de la “liberación” a Castillo, pero los gringos se decidieron por este último. Trujillo además miraba en Idígoras, alguien más cercano a su visión de hombre fuerte que a otros, desprendidos del aranismo que acompañó en un inicio a la revolución.

Por su parte Oliva, con el apoyo del ejército, tenía pretensiones presidenciales, pero los civiles del MLN, aduciendo el peligro comunista y desconfiando de los hombres de Trujillo, logran imponer como candidato presidencial a Miguel Ortiz Pasarreli, contando con el apoyo militar. Quienes organizan la transición de gobierno y convocan a elecciones en 1958. Estas fueron ganadas fraudulentamente, por Pasarreli sobre Idígoras, verdadero ganador.

El Período post-Castillo Armas

Sobre el crimen de Castillo Armas. el Congreso electo en 1956 solo con partidos anticomunistas, en una investigación, señaló al dictador dominicano como responsable, pese a los señalamientos de este, de que los asesinos eran miembros del MLN. Por su parte, las elecciones fraudulentas fueron contestadas con la ira popular, que obligó al ejército a realizar otras elecciones ganadas legítimamente por Idígoras.

Fuentes dirigió un gobierno que en un primer momento y debido a la presión popular, abrió algunos espacios de participación, pero al cabo de los años y ante el avance de la organización social, los volvió a cerrar.  Registrándose el levantamiento militar del 13 de noviembre de 1961 que dio pie al nacimiento de la guerrilla y a las jornadas insurreccionales de marzo y abril de 1962, abortadas por la dirigencia popular, entre ellos el Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) y otros grupos “revolucionarios” de centro-izquierda.

Las dirigencias apostaron a las elecciones que se realizarían en 1963, donde la candidatura de Arévalo despertaba simpatías -pese a que había ya renegado de su pasado revolucionario- y de forma precautoria, con fin de controlar la situación y el apoyo directo imperial, el ejército da otro golpe de Estado. Que le da forma al régimen político con una tónica de seguridad nacional hasta 1982.

Fundadores del Partido Comunista de Nicaragua, el 15 de Noviembre de 1940, en Heredia, Costa Rica, De Izquierda a derecha, de pie, Efraín Rodríguez, Francisco Hernadez Segura, Augusto Lorío,y Carlos Pérez Bermúdez. Sentados, en el mismo orden: Carlos Luis Fallas y Arnoldo Ferreto, dirigentes del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR).

Por Melchor Benavente

El Partido Socialista Nicaragüense (PSN), aunque ya venía funcionando como una fracción organizada pero secreta dentro del movimiento sindical, fue fundado formalmente el 3 de julio de 1944. El PSN fue el último de los partidos obreros, ligado al movimiento comunista internacional, que se constituyó en la región centroamericana

Mutualismo y sindicalismo

La primera mitad del siglo XX registró una lento nacimiento y tortuoso desarrollo de las organizaciones sindicales en Nicaragua. El mutualismo artesanal de finales del siglo XX se mezcló a inicios del siglo XX con genuinas organizaciones de trabajadores que se concentraban en los enclaves bananeros, madereros, azucareros y mineros, en su mayora en manos de transnacionales.

Estas nuevas organizaciones sindicales, con resabios mutualistas por el peso del artesanado urbano, tuvieron que luchar directamente contra la prolongada intervención militar norteamericana (1911-1933) que limitaba los derechos democráticos.

A pesar de ello, la primera gran crisis económica global que condujo a la primera guerra mundial, estimuló los primeros movimientos de protesta y huelgas de artesanos: zapateros, sastres, joyeros, barberos, etc.

En el año 1913 se constituyó la Central Obrera de León (COL). En 1918, en esa misma ciudad, surgió la Federación Obrera Nicaragüense (FON) la que se extendió rápidamente a otros departamentos. En ella participó activamente el poeta Salomón de la Selva. Ese mismo año surgió en Managua el Obrerismo Organizado (OO) destacándose entre sus dirigentes el intelectual Sofonías Salvatierra, quien llego a ser representante del general Augusto C Sandino durante las negociaciones de paz en 1933. Estas primeras organizaciones obreras establecieron vínculos con los sindicatos mexicanos que ya estaban influenciados por el Partido Laborista Mexicano (PLM).

La FON participó en el Congreso Sindical Centroamericano que se realizó en 1918 en El Salvador. En 1920 surgió la Federación Obrera Femenina (FOF). Ese mismo año, influenciados por el impacto de la revolución bolchevique, los intelectuales de la FON fundaron el Grupo Socialista, que editaba el periódico El Socialista. Fue la primera expresión de ruptura política con los postulados del liberalismo radical.

La crisis económica generalizada, posterior a la finalización de la primera guerra mundial  y el desplome de los precios de los productos agrícolas, provocó huelgas en los enclaves, y en Managua. En 1924 la FON llamó a celebrar, por primera vez, el 1 de mayo.

El PTN: primer partido obrero

Este pequeño auge de organizaciones sindicales fue encabezado por artesanos autodidactas e intelectuales liberales radicales. La base social de estas primeras organizaciones reflejó un nivel de conciencia progresista pero confuso, que pretendía romper con el control del Partido Liberal y el Partido Conservador. Este afán de independencia política, intensificado por la recesión mundial, permitió crear el 7 de agosto de 1931 del Partido Trabajador Nicaragüense (PTN), con posiciones que combinaban sindicalismo, con nacionalismo y antiimperialismo.

Aunque su base social estaba compuesta por obreros y artesanos, el PTN reflejó más a la clase media radical y a los sectores intelectuales que se oponían a la intervención militar norteamericana. En las elecciones de 1932, el PTN llamó al boicot electoral, con la consigna: “Contra las elecciones, a favor de Sandino”. En 1933 salió a luz pública el periódico “El Germen”, vocero oficioso del PTN. En 1934 fue sustituido por el periódico “Causa Obrera”. El 11 de febrero de 1934, los dirigentes del PTN, Carlos Lecleair, Roberto Gonzalez, Justo Solórzano y Jesús Maravilla Almendarez, se entrevistaron con el general Sandino en su viaje a Managua.

Sin embargo, después del asesinato de Sandino el 21 de febrero de 1934, una parte de la conducción del PTN comenzó a girar lentamente hacia el general Anastasio Somoza, quien para llegar al poder enarboló el discurso a favor de los derechos de los trabajadores y por la “justicia social”. Este no fue un viraje repentino sino paulatino, imperceptible. En 1935, “Causa Obrera” fue sustituido por “El Proletario”.

En su estrategia para crear una base social popular que le permitiese asaltar el poder, el general Somoza García, como jefe director de la Guardia Nacional (GN), combinó la represión y la adulación y reclutamiento de dirigentes sindicales.

En 1936, Somoza Garcia utilizó la huelga de choferes contra el alza de la gasolina, para crear el caos necesario que le permitiera enmascarar el golpe de Estado contra el presidente Juan Bautista Sacasa.  Hubo un sector del PTN que se opuso a la maniobra somocista, pero la otra ala consolidó su dependencia con Somoza, quien ya estaba en el poder y podía ofrecer regalías y prebendas. El grupo de sindicalistas somocistas dentro del PTN estaba conformado por Jesús Maravilla, Roberto González, Alejandro del Palacio, Absalón González y el poeta Emilio Quintana. El ala independiente fue castigada por Somoza, enviándola a prisión o al confinamiento en la costa caribe, inaccesible por tierra en ese momento.

El corporativismo de Somoza distorsionó al movimiento sindical

Después del golpe de Estado de 1936, Somoza Garcia recibió la banda presidencial en enero de 1937, y desde el poder inicio una ofensiva para neutralizar al ala independiente del movimiento obrero. Hubo varias oleadas represivas contra los sindicalistas y contra el PTN, el que terminó disolviéndose en 1938.

Sin embargo, ese mismo año se fundó la Confederación de Trabajadores de Nicaragua (CTN), como la primera central obrera a nivel nacional, teniendo como vocero el semanario “Causa Obrera”. Igual que lo ocurrido dentro del PTN, sus principales dirigentes estaban divididos en dos alas: somocistas e independientes. Durante algún tiempo, estas dos alas coexistieron con muchas tensiones. Ambas corrientes se expresaron inicialmente en el semanario “Hoy”.

La fundación del Partido Comunista de Nicaragua

En 1939 Somoza reprimió al movimiento sindical organizado alrededor de la CTN. En su reorganización, los sindicalistas formaron dos corrientes que se expresaban alrededor de los semanarios “Índice” y “Hoy”. Los que publicaban el primero permanecieron en el país, mientras que la mayoría de quienes publicaban el segundo fueron forzados a irse al exilio a Costa Rica. Entre ellos estaban: Manuel Pérez Estrada, los hermanos Juan y Augusto Lorío, Carlos Pérez Bermúdez, Francisco Hernández Segura, Efraín Rodríguez, Armando Amador Flores, Manuel Herrera, Alejandro Bermúdez Alegría, Pedro Turcios y otros.

En agosto de 1940, el semanario “Hoy” bajo la dirección de Francisco Hernández Segura, publicó el manifiesto de las “Sociedades Unidas de Obreros de Nicaragua”, ofreciendo su apoyo político a Somoza, en aras de fortalecer la lucha contra el fascismo. En septiembre surgió el “Frente Pro-HOY”, como un intento para crear un nuevo partido obrero. A finales de ese año, llamó a organizar el “Partido Nacional Democrático (PND)”

Otra parte de los dirigentes del semanario “Hoy”, que vivían en el exilio en Costa Rica, bajo la influencia del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR) que se había fundado en 1931, crearon el 15 de noviembre de 1940 el Partido Comunista de Nicaragua (PCN). Mientras una parte proponía crear el PND, la otra parte se inclino por fundar el PCN. Al parecer, se pusieron de acuerdo en cambiar el nombre al PCN por el de Partido Socialista de Nicaragua (PSN), emitiendo pronunciamientos con esas siglas.

La CTN y la lucha por el Código del Trabajo

En 1941, los sindicalistas que editaban Índice y Hoy unificaron esfuerzos en el Comité Pro Democracia (CPD) pero más concentrados en crear un nuevo partido obrero, que sustituyera al PTN, aunque ya era más evidente la existencia de una corriente pro socialista. En 1942, el periódico “Hoy” cambio si nombre por “La Verdad”.

Mientras tanto, Somoza Garcia combinaba el discurso anticomunista con otro discurso a favor de los derechos de los trabajadores. En noviembre de 1942 invitó a Managua a Lombardo Toledano, presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), a un acto público. Habiendo incumplido su promesa de incluir los derechos laborales en la Constitución de 1939, la promesa del nuevo Código del Trabajo encandiló a todos los sindicalistas.

A inicios de 1943 los sindicalistas somocistas crearon el Comité Central de los Trabajadores (CCT). En febrero surgió el Bloque de los Trabajadores Antifascistas. En n octubre, se creó el Consejo Intergremial Obrero (CIO). El 16 de marzo de 1944, ambas corrientes sindicales unificaron fuerzas y crearon el Comité Organizador de la Confederación de Trabajadores de Nicaragua (CTN), lo que permitió organizar, el 26 de mayo de 1944, el primer Congreso Obrero-Campesino, con la asistencia de 234 delegados. En una de sus resoluciones, acordaron “(…) a) Dar un voto de confianza ai excelentísimo señor presidente de la república, general de división Anastasio Somoza, por haber adherido tan sincera y decididamente a Nicaragua en la declaración de guerra que las naciones democráticas hicieron a las totalitarias, confirman de esta forma, el alto espíritu de democracia y solidaridad del pueblo nicaragüense, y también por su definida política obrerista a favor de los trabajadores del país."

No obstante, el Congreso Obrero-Campesino no apoyó la propuesta de reelección de Somoza. Ese año, los sindicalistas somocistas publicaron el semanario “Unidad”, bajo la dirección de Domingo García Castillo, sustituyendo a “Causa Obrera”.

Movilizaciones de 1944, contra la reelección de Somoza

En junio y julio de 1944 se desarrollaron enormes movilizaciones estudiantiles contra la reelección de Somoza, las que fueron apoyadas por disidentes del gobernante Partido Liberal Nacionalista (PLN). La oposición conservadora se mantuvo al margen.

Las protestas se iniciaron en solidaridad con los estudiantes de Guatemala que luchaban contra la dictadura de Jorge Ubico. Fue una clásica movilización de la clase media que ansiaba democracia. Esta radicalización de la clase medio dio origen a que el ala disidente del liberalismo, que se oponía al control de la familia Somoza, fundara el 9 de marzo de 1944 el Partido Liberal Independiente (PLI).

El PSN dio la espalda a la lucha democrática: “No estamos con los agitadores del orden público”.

3 de julio de 1944: fundación formal del PSN

La corriente socialista que venía trabajando tiempo atrás en los sindicatos, decidió aprovechar sus buenas relaciones con Somoza, para lanzar públicamente su proyecto político. El acto de fundación del PSN se realizó en el Gimnasio Nacional, en la ciudad de Managua

En el Manifiesto de Fundación, el PSN expuso que sus objetivos eran los siguientes: “(…) La lucha contra el fascismo y la Unidad Nacional. (…) la unidad de la todas las fuerzas sociales del país, dirigidas a obtener la felicidad de la clase trabajadora y del pueblo. Es un error pensar que la unidad nacional vaya a conseguirse con la eliminación de los contrarios, la Unidad Nacional no es una unidad de los socialistas, excluyendo a los reaccionarios y viceversa. Cuando decimos Unidad Nacional decimos defensa a los intereses económicos de toda Nicaragua (….) para lograr la Unida Nacional debemos todos los nicaragüenses sacrificar nuestras aspiraciones (…Nuestro partido socialista esta dispuesto a apoyar la política de beneficio popular que está iniciando el gobierno del presidente Somoza. Estaremos también con todos los sectores políticos y sociales del país que celebren con el gobierno y nuestro partido, por la reconstrucción nacional (…) para esto es necesario repetirlo, el presidente Somoza, y sus amigos,  adversábamos al gobierno del general Somoza, pero advertimos que no poseíamos una justa línea política y luego procedimos a justificarla (..) tenga confianza en el pueblo General Somoza, nosotros no permitiremos que se altere el orden público en Nicaragua, aunque tengamos que usar nuestros puños (…)(Manifiesto a la Nación del Partido Socialista de Nicaragua, 1944)”

Este documento muestra el pecado original en la fundación del PSN, que fue haberse aliado con la naciente dictadura somocista, porque supuestamente este luchaba al lado de los países democráticos contra el fascismo de Hitler, cuando en realidad Somoza aplicaba métodos fascistas incluso contra sus aliados dentro del movimiento obrero.

A diferencia de los partidos comunistas de los otros países de Centroamérica, que en sus programas se apreciaba la lucha proletaria, distorsionada por la ideología stalinista ya predominante, en el caso del PSN su nacimiento esta marcado por la claudicación completa a la naciente dictadura de Somoza. Algo que pagarían muy caro.

El primer secretario general del PSN fue Francisco Hernández Segura, y su primera dirección estuvo conformada por: Juan Lorio (tipógrafo y mecánico), Ricardo Zeledón (zapatero), Manuel Pérez Estrada (empleado), Carlos Pérez Bermúdez (sastre), Augusto Lorio (zapatero), Miguel Ángel Flores (tipógrafo), Marco Largaespada (zapatero) y José Tijerino (zapatero). La composición social de su primera dirección reflejaba nítidamente la base social de apoyo en los sindicatos.

El mismo día de la proclamación del PSN, una comisión de su dirección fue a entrevistarse con Somoza, y este les garantizo que no habría represión. No obstante, Somoza recompuso sus relaciones con los conservadores y abandonó su amistad forzada con el PSN.

En noviembre de 1944, el Congreso bajo control de Somoza aprobó el Código del Trabajo que fue publicado en febrero de 1945, lo que le permitió consolidar una corriente somocista en los sindicatos. En agosto de 1945, desato la represión contra el PSN, enviando a la cárcel y el exilio a muchos de sus dirigentes. A pesar de ello, el PSN mantuvo presencia en el movimiento sindical y logro imponerse durante la fundación de la Confederación de Trabajadores de Nicaragua (CTN) en febrero de 1946.

La evolución reformista del PSN en las próximas décadas, hasta su disolución a mediados de los años 90, es otra historia que por su extensión merece ser analizado en otro artículo.


El general Vicente Filísola entra con sus tropas a Guatemala

 

Por Oliverio Mejía

El 24 de febrero de 1821 era proclamado por el Congreso Constituyente mexicano Agustín Iturbide I soberano del Primer Imperio de México, teniendo como programa el denominado Plan de Iguala. Esto después de la derrota de las tropas realistas por los ejércitos mexicanos, previa recomposición de las fuerzas independentistas, por la hegemonía momentánea alcanzada por el bando criollo conservador.

El llamado Plan de Iguala era un acuerdo que aglutinaba a criollos españolistas y algunos peninsulares. Este se denomina de las tres garantías, lo cual consistía en: a) establecer la independencia de México; b) afirmar la religión católica como única; c) y la forma monárquica-constitucional como gobierno. Esto tenía la intención, de buscar la unidad nacional o en otras palabras de las clases sociales, bajo la égida del ala criolla de la élite mexicana.

El Plan de Iguala fue desarrollado en el Tratado de Córdoba, y en éste se estipula que el trono del naciente imperio mexicano iba ser entregado a Fernando VII, monarca español, o a alguien de la familia de los Borbones. Pero las Cortes Españolas, al no reconocer la independencia mexicana, se niegan a ocupar el trono mexicano; lo cual le permite a los iturbidistas (una de las fracciones en pugna) imponerse.

El imperio mexicano duró poco, Iturbide obviando un hecho acordado en las tres garantías,  el establecimiento de una monarquía constitucional, desconoce el Congreso, lo cual provoca un levantamiento militar dirigido por Antonio López de Santa Ana, antiguo aliado de Iturbide. Santa Ana  convoca el Plan de Casa Mata y pese a que Iturbide restituye el Congreso, el movimiento  no se detiene, hasta derrocar al emperador y establecer la república.

La primera Independencia de Centroamérica

Después que los criollos se deciden a firmar el acta de independencia el 15 de septiembre de 1821, a partir de los acuerdos entre el ala de los Ayicenena, la de Pedro Molina y la de José Cecilio del Valle, el Ayuntamiento y la Diputación de Guatemala (institución creada con la Constitución de Cádiz) la proclaman. Además, se insta a convocar un congreso constituyente, que se pospone por la anexión a México.

Las clases dominantes guatemaltecas fueron postergando la firma de la independencia por diversos motivos, entre ellos esperando el empalme de los intereses e ideologías compartidas, sobre todo de los Ayicenena con Iturbide. Sin embargo, hubo otros que mencionaremos más abajo.

El entonces presidente de la Real Audiencia, Gabino Gaínza por su parte, había ido permitiendo,   desde que asumió la presidencia de esta en 1818, que los hermanos Ayicenena controlaran ya no solo el Ayuntamiento y la recién creada Diputación, sino la misma Audiencia Esto por supuesto,  debido al declive del Imperio Español, cuyas autoridades controlaron la Audiencia y la Capitanía General durante trescientos años. Pero es a partir de la alianza de los Ayicenena con Pedro Molina y sus aliados Francisco Barundia y otros, que publicaban el Editor Constitucional, que lograron este cometido. Así, los criollos guatemaltecos, asumen la dirección de una institución que había sido la pieza clave del control colonial peninsular.

Esta fue una metamorfosis indolora, a diferencia de la Nueva España y otros dominios virreinales en el sur, donde hubo guerras de independencia, asumiendo programas anti-aristocráticos Así, el último presidente de la audiencia, Gaínza, fue el primer presidente de la república, al mando de la Junta Provisional Consultiva.

Otros motivos para posponer la independencia, fue porque en este escenario de declive del imperio Español, pese a que no hubo como dijimos guerras, el territorio del reino no estuvo excepto de insurrecciones. Entre ellas las de San Salvador en 1811 y 1814, la de Granada en 1811, la conjura del Convento de Belén en 1813, las presiones de los vecinos mulatos y mestizos de la ciudad capital y el levantamiento de Totonicapán dirigido por Atanasio Tzul.

Sobre esta última, cabe mencionar que, si bien no proclamaba abiertamente la independencia, pretendió impugnar el dominio criollo en materia de cobros abusivos de tributos; estos fueron eliminados por las Cortes de Cádiz en 1811, restablecidos en 1813 con el regreso del absolutismo de Fernando VII y nuevamente suprimidos, tras la revolución liberal en 1820 y el inicio del trienio liberal en la antigua metrópoli. Este levantamiento, al mando del capitán Riego, también entorpeció los planes de la monarquía para mandar refuerzos militares contra los independentistas americanos.

A esto se agrega las profundas discrepancias en la base económica del reino. Siendo los enconos provinciales contra el monopolio que los comerciantes guatemaltecos tenían en el intercambio con España, a partir del Consulado de Comercio. Con el desmoronamiento imperial, fueron los ayuntamientos en todo el orbe indiano quienes asumieron, primero la defensa del trono español con la invasión francesa en 1808, después proclamando la autonomía y por último, la abierta independencia.

En el reino, las instituciones centrales nunca lograron un total control y los ayuntamientos, sede del poder criollo local, fueron asumiendo el protagonismo de estos eventos. Siendo las disputas de los productores de añil y carne entre otros de las provincias, un elemento que influyó en la dirección del proceso. Esta situación, influyó en la forma en que se proclamó la independencia, pues al conocer la decisión de Guatemala, los distintos ayuntamientos y diputaciones provinciales se sumaron, pero en algunos casos sin reconocer a esta.

Los comerciantes guatemaltecos habían logrado establecer redes clientelares en distintas ciudades, que al proclamar la independencia estos se sumaron rápidamente, tales como Granada, Masaya, Matagalpa, Tegucigalpa, Gracias, Llanos de Santa Rosa, Heredia, San José, Totonicapán, Santa Ana o San Miguel. Pero hubo otros como San Salvador, que si bien sus elites tenían vínculos, no estaban exentos de conflictos, Quetzaltenango buscando convertirse en una provincia propia,  Los Altos;  el caso de Ciudad Real al asumir un derrotero separatista u otras como Comayagua, Cartago o León que no comulgaban con Guatemala. De hecho, hubo conflictos militares, especialmente con Comayagua que pretendió dominar los puertos de Omoa y Trujillo; pero Guatemala y San Salvador aplastaron el intento de la primera.

Anexión a México bajo presencia de tropas

Esta se concretó el 3 de enero de 1822. Estuvo precedida por el chantaje de los enviados de Iturbide primero y la presión militar, que significó el ingreso de tropas mexicanas al mando de Vicente Filísola. La fracción de los Ayicenena, si bien comulgaba con la anexión, negociaba sus intereses con los enviados mexicanos, ademas tenia la presión de convocar el Congreso Constituyente; por tanto, instó a sus aliados provinciales a que realizaran procesos de consulta, muchos de los cuales fueron simulaciones acompañadas de toques de queda en Guatemala y de rupturas con aliados como Molina y Barundia.

Sin embargo, lo que estaba de fondo según el historiador mexicano Mario Vázquez Olvera, fue que las elites locales, tenían un fuerte sentimiento monárquico, y si bien hubo ayuntamientos y diputaciones que se sumaron (algunas esperando un mejor momento para un independencia total) su mensaje expresaba mas  un sentido anti-guatemalteco que pro-mexicano. Iturbide lo sabía y presionó con eso, al grado que usó el hecho de que Chiapas y Ciudad Real habían manifestado ya intenciones de anexión, al igual que Quetzaltenango en su búsqueda de autonomía provincial y presionar así a Guatemala.

Al final las tropas mexicanas ingresan a territorio centroamericano, suplantando a Gaínza como gobernante e imponiéndose Filísola, como tal.  La única provincia que se rebeló a esta traición fue San Salvador, convirtiéndose en el centro de los opositores a la anexión. Ante eso Filísola envío un contingente militar que derrotó a los salvadoreños A estos se suma que varios ayuntamientos juraban lealtad a México mas no a Guatemala, generándose conflictos con esta y entre estos.

Sin embargo, las dificultades económicas para la manutención de las tropas y los eventos mexicanos con la revolución de Casa Mata. Mas la fragmentación política y territorial, hay que anotar que las intendencias -otra de las figuras del andamiaje administrativo colonial establecido con las reformas borbónicas de mediados del siglo XVIII- tuvieron un papel nulo; obligó a Filísola a convocar un Congreso Constituyente, con las representaciones de las provincias.

La retirada del general Filísola

Filísola y sus tropas se retiraron a México el 25 de junio de 1823. Dias después el congreso constituyente centroamericano, que fue convocado y organzado por el propio Filosola, proclamó el 1 de julio de 1823 la total independencia de México, España u otra potencia. Chiapas mantuvo un año de autonomía y hasta acarició la idea de establecer una república del sur-oeste junto a otros estados mexicanos limítrofes, pero después de un año y medio, se conformó como una entidad federal más del vecino país.

Estos eventos son importantes porque evidencian cómo para la élite mexicana de ese momento, el control de la región hasta la frontera con Panamá y la disputa por territorios en  el sur con Nueva Granada, era fundamental para su seguridad nacional, ante las pugnas con otras potencias. El sueño iturbidista era un imperio, que sumara además de nuestros países, las colonias españolas en el Caribe y Filipinas.

Para Centroamérica una realidad de centurias, al ser un istmo, potencias imperialistas como Estados Unidos, Europa y hoy China; y los vecinos más organizados de México y Colombia con sus burguesías, han disputado la influencia en la región.

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