Por Sebastian Chavarria Domínguez

La masacre del 22 de enero de 1967 fue un hecho trascendental en la segunda mitad del siglo XX. Un acontecimiento que hemos olvidado, pero que, aunque un poco lejano, nos enseña enormes lecciones que vale la pena recordar y relacionarlo con el presente.

La creación de la UNO

La Unión Nacional Opositora (UNO) fue una coalición electoral conformada por los siguientes partidos: El Partido Conservador de Nicaragua (PCN), el Partido Liberal Independiente (PLI) surgido en 1944 como oposición al control de la familia Somoza sobre el liberalismo, el Partido Movilización Republicana (MR), el Partido Renovación Nacional (PRN) y el Partido Social Cristiano (PSC). Solo el PCN gozaba de personalidad jurídica, conforme el sistema bipartidista establecido en la Constitución de 1950

La UNO llevaba como candidatos presidenciales a Fernando Agüero Rocha, un líder carismático, y Luis Pasos Arguello, un prestigiado jurista, ambos conservadores. Los principales dirigentes públicos de la UNO eran Fernando Agüero Rocha y Pedro Joaquin Chamorro Cardenal, quien desde el diario La Prensa creaba una opinión favorable para la oposición.

El deterioro del sistema bipartidista

El PCN y el Partido Liberal Nacionalista (PLN) eran las “paralelas históricas” de un nuevo sistema bipartidista que Anastasio Somoza Garcia logró instaurar después del asesinato del general Augusto C Sandino en 1934. Desde entonces, y de manera gradual, a través de una serie de pactos y componendas, el PCN contribuyó a la consolidación de la dictadura somocista. Esta simbiosis política quedo reflejada en las Constituciones de 1939 y 1950 al establecer que el “partido de la minoría” tenía derecho al 40% de los cargos en las instituciones del Estado. Era un modelo de corporativismo político impulsado por Somoza Garcia, que involucraba directamente al PCN.

La bonanza económica posterior a la segunda guerra mundial (Nicaragua creció un promedio del 6,5 al 10% anual), benefició a la dictadura somocista, pero a mediados de los años 60 del siglo XX, el descenso económico afectó al anteriormente estable sistema bipartidista. Contradictoriamente, el relativo bienestar económico produjo una clase media que terminó rebelándose contra la dictadura, y que traslada la agitación política a los sectores populares que demandaban mayores libertades democráticas.

La reforma o maquillaje de la dictadura

Después del ajusticiamiento de Somoza Garcia, el 21 de septiembre de 1956, a manos del héroe Rigoberto López Pérez, le sucedió temporalmente en la presidencia su hijo Luis Somoza, quien terminó reeligiéndose en la presidencia mediante las elecciones fraudulentas del 2 de febrero de 1957. La presidencia de Luis Somoza se caracterizo por impulsar una reforma política que pretendía reacomodarse a la coyuntura latinoamericana, marcada por el triunfo de la revolución cubana en 1961 y la implementación de la estrategia de “Alianza para el Progreso”, por parte de Estados Unidos.

Este contexto obligó a Luis Somoza a iniciar un proceso de reforma política: concedió la autonomía a la Universidad Nacional de Nicaragua (UNN) en 1958, elevó  el Tribunal Nacional de Elecciones (TNE) a rango de cuarto poder del Estado, pero la reforma más importante fue que rompió formalmente la cadena dinástica al permitir que Rene Shick Gutierrez fuese el candidato presidencial del PLN, convirtiéndose en presidente de la república por el periodo 1963-1966.

Marcha atrás

El 30 de julio de 1966, la convención del PLN designó al general Anastasio Somoza Debayle, hermano de Luis Somoza, como su candidato presidencial, a pesar que la Constitución de 1950 estableció que los militares activos que pretendiesen disputar cargos de elección popular tenían que renunciar a su condición, por lo menos seis meses antes de la elección.

Anastasio Somoza Debayle ocupaba el cargo de Jefe Director de la Guardia Nacional desde 1956, cuando Rigoberto Lopez Perez mató a balazos a su padre, Anastasio Somoza Garcia, el fundador de la dinastía.

En esa convención, se produjo la ruptura política del PLN cuando Ramiro Sacasa Guerrero, mostró inconformidad por la continuidad del control de la familia Somoza sobre el PLN, creando el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC).

Cuatro días después de realizada la convención del PLN, el presidente Rene Shick Gutierrez falleció de un infarto, y fue sustituido por el vicepresidente Lorenzo Guerrero, quien terminó el mandato presidencial. La repentina muerte de René Shick coincidió con la paralización de la reforma política, pero al mismo tiempo abrió un enorme hueco en la muralla de la dictadura, por que puso a la orden del día el problema de si la familia Somoza recuperaría directamente el poder.

El ala “jacobina” del PCN

A pesar que el PCN era el otro pilar de sostenimiento de la dictadura somocista, siempre hubo un ala radical, “jacobina” por así llamarle, dentro del Partido Conservador.

Esta ala “jacobina” siempre intentó derrocar a la dictadura somocista a través de la lucha armada: levantamiento del 4 de abril de 1954, sublevación de pilotos de la Fuerza Aérea en 1957, guerrilla de Olama y Mollejones en 1959, toma de cuarteles en Diriamba y Jinotepe en noviembre de 1960. Todas estas intentonas fueron un fracaso militar, pero, a pesar de las derrotas, esta ala jacobina nunca dejo de conspirar contra la dictadura.

El “Movimiento 11 de Noviembre”, dirigido por Fernando Chamorro Rapaccioli, un rico cafetalero, jugó un rol determinante en la conspiración armada previa a la masacre del 22 de enero de 1967.

El ala “jacobina” nunca tuvo una estrategia clara, utilizaba tácticas militares heredadas de la colonia: tomarse por asalto las plazas y cuarteles mas importantes, lo que provocaría, según ellos, el levantamiento popular. Así pensaban derrocar a la dictadura somocista, que junto al Zelayismo, había arruinado económicamente a muchas “honorables” familias conservadoras

La conspiración para detener las elecciones

El repentino fallecimiento de René Shick y la postulación de Anastasio Somoza Debayle como candidato presidencial del PLN, intensificaron las conspiraciones dentro del Partido Conservador, que miraba una excelente oportunidad para frenar el ascenso de otro Somoza a la presidencia. Ya no era solo el ala “jacobina”, sino también otros sectores del PCN, aunque el eje de la conspiración fue el “Movimiento 11 de Noviembre” del “negro” Chamorro Rapaccioli

Al aproximarse la fecha de las elecciones de 1967, la conspiración del ala “jacobina” se extendió al conjunto de la UNO. A pesar que en la reforma constitucional de 1962 Luis Somoza había elevado al TNE a rango de cuarto poder del Estado, para supuestamente dar garantías a la oposición, para 1967 existía una absoluta desconfianza de parte de la UNO sobre la transparencia e imparcialidad del sistema electoral. Para octubre de 1966, la consigna de la UNO y del diario La Prensa era lograr que el periodo presidencial de Lorenzo Guerrero se ampliara a dos años mas, para reorganizar el poder electoral y reformar la Ley Electoral en términos aceptados por la oposición, el establecimiento de un dialogo con la Guardia Nacional para democratizar el país, etc.

La violencia callejera fue una característica de la campaña electoral de 1966. Para contrarrestar las masivas marchas opositoras, la dictadura somocista creo la Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas (AMROCS), un grupo paramilitar que atacaba las marchas opositoras a balazos y garrotazos, produciendo varias muertes. Como organismo de autodefensa, la UNO creó los Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio Electoral (CIVES)

La Comisión Negociadora

Para tal efecto, la UNO nombró una Comisión Negociadora conformada por Carlos Agϋero, hermano de Fernando Agüero, René Sandino Argϋello, Alberto Chamorro Benard, prominente  miembro del “gran capital” y Fernando ‘el Diablo’ Zelaya.” Esta sería la encargada de establecer contacto con la alta oficialidad de la GN, con Aarón Brown, Embajador de Estados Unidos en Nicaragua; con el Arzobispo González y Robleto, y con el Presidente Lorenzo Guerrero. (Jarquin Edmundo, Pedro Joaquin, paginas No 198-199)

Se trataba, pues, de una conspiración que perseguía la renuncia inmediata de Anastasio Somoza Debayle de la jefatura de la GN y de la candidatura presidencial, así como obligar a la familia Somoza a partir al exilio. En pocas palabras, pretendían reorganizar el poder.

Para obligar al Estado Mayor de la GN a negociar, la UNO organizó la marcha nacional de protesta del 22 de enero de 1967. Decena de miles de personas llegaron a Managua desde todos los rincones, con el objetivo de llegar a Casa Presidencial en la loma de Tiscapa.

La masacre

Pero no se trataba solo de una marcha gigantesca para presionar a la dictadura, sino también que la conspiración incluía un levantamiento armado en diferentes puntos de Managua, para ejercer mayor presión contra la GN y la familia Somoza.

El rumor de un posible levantamiento popular recorrió al país antes del 22 de enero de 1967. La marcha se realizó, partiendo de la plaza central de Managua rumbo hacia el campo de Marte, sede de la GN, y hacia Casa Presidencial, pero a la altura del antiguo Colegio Calasanz y del Banco Nacional de Nicaragua, en la avenida Roosevelt, comenzó el intercambio de disparos. Algunos testigos afirman que la GN inició los disparos, otros afirman que los disparos se iniciaron desde la manifestación. Nunca se ha podido comprobar la veracidad de ambas versiones, lo que si está documentado es la enorme cantidad de muertos, heridos y desaparecidos por las balas asesinas de la GN.

Los que pudieron se refugiaron en el Gran Hotel y en los edificios vecinos. Todo el país quedo bajo el Estado de Sitio y la Ley Marcial. Al día siguiente, con la mediación de la Iglesia Católica y personal de la embajada de Estados Unidos, se negoció la salida de los dirigentes de la UNO que estaban en el Gran Hotel. Algunos fueron hechos prisioneros, como fue el caso de Pedro Joaquin Chamorro Cardenal. La represión llenó las cárceles de presos políticos. Las embajadas de Venezuela, México y otros países estaban llenas de asilados.

Las votaciones se realizaron el domingo 5 de febrero de 1967, y Anastasio Somoza Debayle, el tercero de la dinastía, fue electo presidente de la república.

Algunas conclusiones

La conspiración conservadora que organizo la marcha del 22 de enero para iniciar levantamientos armados en Managua, solo con el objetivo de presionar a la dictadura, demostró ser un rotundo fracaso, porque si bien es cierto la gente estaba dispuesta a luchar y morir en la pelea, no existía una organización seria que coherentizara y canalizara la energía popular.

Al final, la dictadura logró imponerse militarmente porque disparó a mansalva contra una masa desorganizada. No todos los que asistieron a la marcha del 22 de enero sabían de las acciones armadas que los conspiradores habían planificado, y que fueron concebidas como acciones de choques dentro de un esquema de negociación política.

Cualquier semejanza con el presente, es pura coincidencia.


Por: Alberto Castro.

El pasado 10 de octubre se cumplieron 39 años de la fundación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, Vanguardia Unificada (FMLN-VU), organización político militar cuya duración data de1980 con el inicio de la guerra civil a 1992, finalizando con los acuerdos de paz, acto seguido nació con el mismo nombre, el partido político que actualmente forma parte de la fuerzas políticas de la Asamblea Legislativa conocido por todos quien, después de una larga espera en la oposición que duró 20 años, de 2009 a 2019 fue partido gobernante.

Debemos diferenciar al partido político que con junto a ARENA protagonizó la larga trama bipartidista de la posguerra del frente guerrillero de la guerra civil, entre ambos existen diferencias que principian por distintos contextos históricos, seguido por los tipos de estructuras, las funciones y limites programáticos. Por tal motivo en los siguientes párrafos se agrega una genealogía de la guerrilla, para posteriormente hacer balance crítico del FMLN como partido político.

La década de los preparativos y de acumulación de fuerzas.

La dinámica sociopolitica que discurría desde 1932, propició a inicios de 1970, el ascenso del movimiento de masas. En abril de ese año, un ala del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), estrechamente vinculado al movimiento sindical, rompió con el aludido partido para fundar la organización político militar llamada: Fuerzas Populares de Liberación ’’Farabundo Martí’’ (FPL).

De los círculos cristianos en el mismo año surgió el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), esta organización a diferencias de las FPL, se orientó desde sus inicios en tácticas estrictamente militaristas, distanciándose del movimiento de masas, acción que fundamentó con la caracterización que, desde 1972 la situación política del país era revolucionaria, lo cual no era compartido por todos sus militantes, llevando a que se desprendiera de sus filas, un grupo que más tarde se hizo llamar Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN).

En esta década nacieron las organizaciones de masas paralelas a la dirección de los frentes guerrilleros, siendo estas organizaciones populares: el Frente de Acción Unificada (FAPU) surgida en 1974, en 1977 las Ligas Populares 28 de febrero (LP´s 28) dependiente del ERP y en 1975 el Bloque Popular Revolucionario (BPR) alineado a las FPL. De 1977 a 1979,.el control del PCS sobre el movimiento sindical descendió al no estar este acorde a la situación prerevolucionaria que se había germinado, y se desarrollaba al compás de combinaciones de acciones armadas con huelgas, autodefensas, ocupaciones de fábricas, iglesias, embajadas, etcétera. 

El PCS hecho a la medida del estalinismo, hizo lustre de sus prácticas traidoras, adhiriéndose mediante la Unión Democrática Nacional, a un sector de la burguesía que estaba aislado de la participación política por la oligarquía y la dictadura, así, bajo el espejismo de alianzas con la ‘’burguesía progresista’’ se integró a la Unión Nacional Opositora (UNO), el cual fue un intento, tanto de este grupo burgués como del PCS por recobrar la confianza de las masas, atrayéndolas a una nueva oferta electoral en curso. El descaro del PCS no termina aquí, tras el golpe de Estado del 15 de octubre del mismo año (cuyo propósito buscaba frenar el ascenso revolucionario), miembros de la UND aceptaron integrar la Junta de Gobierno a la que también se integraron miembros del PDC y del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).

Esa Junta de Gobierno para legitimarse buscó consenso mediante el ‘’Foro Popular’’ la cual fue una artimaña  política para diluir en ella al movimiento revolucionario, trampa en la que cayeron en un inicio las Lp28 y en un mayor grado las FARN-FAPU, sin embargo tanto las FPL como el ERP con  claridad alertaron al pueblo lo adverso del golpe describiendo que se trataba de ‘’nueva maniobra de la oligarquía y el imperialismo que pretende desviara las masas hacia un proceso electoral’’,  logrando separar a las Lp28 de ese espacio. Entre octubre de 1979 y febrero de 1980 hubo dos Juntas de Gobierno que resultaron frustradas por el retiro del MNR y del PCS, quedando solo Napoleón Duarte. Los años 70 fue el periodo de acumulación de fuerzas y consolidación de cuadros políticos de las organizaciones revolucionarias, quienes al final de la década supieron desenredar las trampas desprendidas del golpe de Estado de 1979.

El Plataforma del Gobierno Democrático Revolucionario (GDR).

En febrero de 1980 el BPR, el FAPU, las LP28 y la UDN dieron vida a la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), y sobre sus fundamentos  nació el Frente Democrático Revolucionario (FDR), el cual a su vez agrupaba al MNR, al Movimiento Socialdemócratacristiano (MPC), entre otros, días más tarde la CRM detalló su proyecto mediante la ‘’Plataforma Programática del Gobierno Revolucionario’’ el cual se basaba en: 1º) La completa destrucción de la maquinaria político militar de la dictadura existente desde hace medio siglo. 2º) La liquidación definitiva de la dependencia económica, política y militar del imperialismo yanqui. 3º)  Las garantías de las libertades democráticas; una revolución agraria radical; la transferencia al pueblo, mediante la nacionalización y creación de empresas colectivas y cooperativas, de los medios de producción y distribución fundamentales, en especial las compañías de producción y distribución de electricidad, de las refinerías de petróleo, las grandes empresas industriales, el comercio exterior, la distribución el transporte y las finanzas (bancos y compañías de seguros).

La CRM asumía el papel organizador de todas las fuerzas revolucionarias del país, mediante la GDR que no era un conjunto de salidas reformistas compactas, pues propugnaba por en primer lugar la toma del poder, es decir, derrocar al poder oligarca mediante una revolución armada y en segundo lugar esbozaba la destrucción del sistema capitalista.

El nacimiento de la guerrilla FMLN.    

A tan solo ocho días de que la CRM lanzará la GDR, el FDR dirigió a toda la nación la propuesta de adoptar con base  a la plataforma, un Gobierno para anquilosar la guerra civil que se divisaba. El 10 de octubre de 1980 se concretiza el trabajo organizativo de unidad guerrillera, las FPL, ERP, RN-FARN, y el PCS dan vida al FMLN, cuya preparación se desglosa de la Coordinadora Político Militar (CPM), creada en 1979 por FPL, RN y PCS; aquí fue excluido el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), en mayo de 1980 se formó la Dirección Revolucionaria Unificada, en la que convergieron las FPL, PCS, RN y ERP, el RN la abandonó a causa de sus permanentes pugnas con el ERP, volviendo a integrarse a la unidad guerrillera con la constitución del FMLN. el PRTC al igual que en la CPM fue marginado de esta, al ser tildado de trotskista, lo cual evidencia la desastrosa influencia que tuvo el estalinismo y las variantes maoístas en las organizaciones de aquella época, quienes obligaron al PRTC a separarse de la dirección regional, dejar de ser una sección nacional y constituirse como organización autónoma. Solo cumpliendo tales exigencias pudo integrarse al FMLN en diciembre de 1980.

La ofensiva de 1981 y la supresión del movimiento de masas.

La represión militar se enfocaba en el aniquilamiento y exterminio de toda la aposición política de la dictadura, el 27 de septiembre de 1980 fueron secuestrados, torturados y asesinados los miembros del Comité Ejecutivo del FDR. descabezando la disidencia que confluía con el FMLN, entre los asesinados está Enrique Alvarez Córdova, un hijo faccioso de la oligarquía. 

El 10 de enero de 1981 el FMLN lanzó la ofensiva guerrillera a nivel nacional, con el objetivo de resolver el problema del poder a través de la GDR, la táctica se basó, en establecer territorios bajo control guerrillero para desarrollar la insurgencia popular de manera prolongada, previendo esto, anticipadamente la dictadura desarrolló unos meses antes la táctica criminal de guerra ‘’Tierra Arrasada’’, masacrando sin piedad a poblaciones civiles del interior que, potencialmente pudieran convertirse en base social del FMLN.

El movimiento de masas que, un año antes de la ofensiva guerrillera había realizado la movilización más grande registrada hasta la fecha en El Salvador (22 de enero de 1980), al finalizar la ofensiva del 10 de enero de 1981, ese movimiento de masas fue absorbido en los frentes de guerra, que se definieron de la siguiente forma: el occidental, frente ’’Feliciano Ama’’; el Central, frente ’’Modesto Ramírez’’; el Paracentral, frente ‘’Anastasio Aquino’’ y el Occidental, frente ’’Francisco Sánchez’’.

Durante el primer año a la guerrilla se le presenta el desafío de resistir, desarrollarse y avanzar, es decir, defender las zonas de control, consolidarlas y extenderlas. justo cuando llega a la presidencia de EEUU, Ronald Reagan para quien Centro América figuraba como uno de los puntos más importante de la política exterior en el combate contra los movimientos de liberación. El régimen oligárquico sustentado por la vieja dictadura militar, pasó a inicios de esta década a ser un régimen contrainsurgente; cuyo plano militar relativo a la logística  y operatividad provino de la asesoría directa de Washington.

Los sucesos de 1983 y el giro del GDR al GAP.

A finales de 1981 iniciaron las campañas guerrilleras que, en concreto fueron ofensivas territoriales para consolidarse en la medida que se desgasta al enemigo, el 29 de diciembre del mismo año, las FPL inician exitosamente la campaña en Chalatenango, lo siguen en Cabañas y Cuscatlán, y para finales de 1982 realizan la ofensiva guerrillera en el frente paracentral. El ERP por su parte en 1982 inicia la campaña político militar ‘’comandante Gonzalo’’, en agosto otra campaña a nivel regional y en 1983 golpea exitosamente importantes posiciones de la dictadura como el de Oscicala y Delicias de Concepción.

Para  finales de 1983, el FMLN tenia logrado los objetivos  militares de control territorial que se había propuesto, pasa a su siguientes objetivos: la guerra de desgastes militares y políticos contra las Fuerzas Armadas y contra el Gobierno de Napoleón Duarte. Pero algo más sucedió en ese año,  el 6 de abril de 1983 en Managua es asesinada Melida Anaya Montes (comandante Ana María) en Nicaragua, e inmediatamente se responsabiliza  a Salvador Cayetano Carpio, comandante ‘’Marcial’’, quien según la versión hasta ahora difundida y nada esclarecida, se suicida a la postre. Después de estos hechos, comienza un nuevo proceso dentro del FMLN. El 9 de febrero de 1984 la comandancia general del FMLN y el FDR en México, dieron una conferencia de prensa dando a conocer la integración y plataforma del Gobierno Provisional de Amplia Participación (GAP). Sustituyendo al GDR,  ’’El Gobierno de Amplia Participación será un gobierno en donde no predominara una sola fuerza, sino la expresión de la amplia participación de las fuerzas políticas y sociales dispuestas a eliminar el régimen oligárquico y rescatar la independencia y soberanía nacional… donde exista la propiedad privada y la inversión extranjera…’’.

El GAP le permitió ser parte a sectores burgueses progresistas en el futuro gobierno. Abandonando el GDR, se renunciaba a la lucha por la toma del poder político. Con el GAP no se proseguía la victoria militar, sino la búsqueda de una negociación, que se logro y consolido en 1992. Es evidente que  el PCS desempeñó un papel influyente en los virajes sucedidos en 1983, haciendo uso de sus métodos, se manifestó el burocratismo, el verticalismo el dogmatismo, el oportunismo, la calumnia, la mentira, las purgas, etc. La GDR tuvo vigencia en el FMLN hasta cuando se había consolidado el control territorial.

FMLN como partido y como Gobierno.

En enero de 1992 finalizó la guerra con los acuerdos de paz que, incluyeron compromisos tanto por de la dirección guerrillera y como del Estado salvadoreño. La guerrilla se desmovilizó, se reformo la  constitución de 1983, creándose una institucionalidad democrática, el FMLN por decreto legislativo, se volvió partido político legal, el sueño del PCS.

El PCS al interior del FMLN impuso su política reformista en el nuevo partido. En las elecciones de 1994 el FMLN logro los primeros curules en la Asamblea Legislativa, también logro ganar importantes alcaldías. Un año más tarde en 1995, en el partido se planteo la necesidad de unificación que implicaba la disolución de las estructuras operativas heredadas de la época guerrillera. En el congreso las cinco organizaciones celebraron su congreso final de disolución. Posterior a ello, de manera audaz el PCS al interior del FMLN siguió funcionando secretamente, copando los organismos de dirección nacional, Departamentales y Municipales, claro esto pasó con la complicidad de los dirigentes oportunistas de las otras organizaciones. El FMLN ascendió como la segunda fuerza política de la Asamblea Legislativa (a.L). En 1992 surgió un partido democrático y conservador, no socialista, los años de oposición le fueron moldeando, hasta ser la opción izquierdista del régimen. El FMLN en sus años de oposición llevó al pleno de la Asamblea Legislativa, algunas de las iniciativas de ley de los sindicatos y organizaciones populares, con lo que gano base social. Pero con el FMLN en la A.L al pueblo salvadoreño se le impuso el modelo neoliberal. Durante fue oposición no lideró la lucha revolucionaria porque su dirección se volvió empresaria. Se comprueba el éxito del proyecto enmascarado de Schafick Handal, que se fundamenta en su libro  ’’vigencia del pensamiento revolucionario’’, donde expone la brillante idea de entrar en el sistema pero más sin embargo, no ser absorbido por el sistema, ¡nada más burdo!

El FMLN en las elecciones presidenciales de 2009 ganó Con Mauricio Funes Cartagena por primera vez, tras cuatro periodos consecutivos de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). El FMLN no tardó en fortalecer a su empresa ENEPASA creada gracias a los Asocio Publico Privado por alcaldías gobernadas por el FMLN y PetroCaribe. En el primer periodo de Gobierno iniciaron algunos programas de asistencia social, sostenidos a través del incremento de la carga tributaria goleando a la clase media , sin tocar al empresariado agremiado en la ANEP. En el segundo periodo continuó el deterioro económico, la crisis fiscal le llevó a reducir los programas asistencialistas como parte de sus políticas económicas para reducir el gasto público, mermando también pare de su base social. Al no poder dar solución los principales problemas del país, donde se incluye el auge delincuencial de las maras y pandillas, es derrotado el 3 de febrero de 2019 por Nayib Bukele, expulsado de sus filas, terminando su ciclo presidencial con una de las peores derrotas electorales en su historia, al mismo tiempo que es mancillado por la apertura de acciones judiciales en contra del gobierno de Mauricio Fúnes Cartagena.

Los trabajadores y pueblo salvadoreño debemos volver a la organización revolucionaria, al margen del FMLN, recuperando las tradiciones de la guerrilla, en unidad con el pueblo centroamericano.


Por Tyscho

Líneas interminables se han escrito sobre el héroe de la Batalla de Trinidad o el vencedor de Gualcho. El paladín centroamericano ha encontrado receptores de sus rudimentarias ideas de republicanismo, liberalismo y patriotismo centroamericano, a lo largo de los ya casi doscientos años de que naciera muerta a la vida la república que uniera bajo su efímera bandera las provincias que conformaran en el pasado el Reino de Guatemala en el centro del continente americano.

Estamos en las vísperas del bicentenario de la independencia 1821, conjura pactada por la oligarquía criolla y los burócratas españoles bajo la escarlata letra de la reacción, que reza en su primer artículo la declaración centroamericana: “Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.” Esta es la primera divisa que los criollos centroamericanos le dieron al pueblo, con su cada vez más creciente temor a las masas; se unirán muy a pesar de su patriotismo de palabra, tempranamente al grito del Plan de Iguala y al emperador con pies de barro Agustín de Iturbide, para resguardar y conservar sus privilegios ante el pueblo llano, al que acaban de libertar en el papel, esperando condenarlo en los hechos.

El carácter de la independencia centroamericana

En las antiguas posesiones españolas en la pretoriana Capitanía General de Guatemala se logró hacer la transacción pacífica en apariencias del poder y la autoridad de la corona hacia la autoridad dual de los que hasta ese entonces eran sus representantes militares y administrativos –burócratas y agentes del rey–, junto con el aumento y afianzamiento del poder de las familias criollas que mantenían el monopolio del comercio con la metrópoli hacia la segunda década del siglo XIX. Esto a diferencia de otras latitudes, donde las conjuras, proclamas y revueltas de independencia desataron una cruenta guerra civil, entre realistas partidarios del orden colonial y los patriotas que luchaban por el establecimiento de repúblicas modernas, influenciados por la llegada tardía a las costas hispanoamericanas de las ideas ilustradas, emanadas de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII, como lo fueron la de las 13 colonias inglesas y la gran revolución francesa.

En Centroamérica lo que debió haber sido una lucha a muerte entre el viejo y el nuevo régimen, terminó por ser un acuerdo reaccionario entre la élite de autoridades coloniales y sus pares las pudientes familias criollas de la época. Toda esta transición promovida por el miedo a una independencia violenta, con un fuerte sentido popular y un carácter protagónico de los sectores populares y desarraigados en el régimen colonial. El terror que en la oligarquía criolla producía la movilización popular encabezada por el cura Hidalgo en la Nueva España, fue suficiente para preparar una transición ordenada, donde el único perjudicado fuera el monarca a miles de kilómetros y no sus presentantes o los que hasta entonces hacían jugosos negocios con la metrópoli imperial, como lo eran los ricos criollos con sede en la Ciudad de Guatemala, capital del reino.

Se podría apuntar a manera de hipótesis, que es quizá en esta época donde empieza asentarse el carácter reaccionario y contra revolucionario de la casta criolla, como patricia y predecesora de la apátrida burguesía centroamericana. Antes que repetir la fórmula progresiva que encabezara el matuano Bolívar y el aristócrata San Martín, de aliarse con los sectores pobres y las masas populares coloniales, prefirieron en última pactar con los agentes del monarca y sacar a este último de la ecuación, tratando de echar adelante el proyecto de una república aristocrática alejada de la efervescencia y la movilización masiva del pueblo.

Divergencias criollas: El partido Gaz y el partido Caco

No se puede hablar para la época de partidos formales como se conocen hoy; éstos en todo caso son más parecidos a clubes económicos y sociales, donde se mezclan los intereses de casta, con los cada vez más fuertes intereses de clase y de capa social. Para 1821 ya hay dos grandes grupos de partidarios a los adentros de la casta criolla en Centroamérica, posterior a la anexión y separación del efímero Imperio Mexicano; estas dos posiciones económicas y posteriormente políticas se endurecen y se afianzan.

Por un lado, están los partidarios del Gaz, apodados despectivamente por sus oponentes como un club de borrachos, conspiradores que forman las filas más olorosas de la oligarquía comercial criolla cuyo centro es la pujante Ciudad de Guatemala, capital de Centroamérica. En sus filas se encuentran los Aycinena, los Córdova, los Batres, los Pavón, los Arzú y los Montúfar y Coronado. Todos integrantes de familias de mediana y larga data en Centroamérica, muchos hijos de mercaderes y negociantes españoles que después de una aburrida acumulación de riqueza, se trasplantan a la política local, por medio del Cabildo, máximo órgano criollo durante la colonia. Unos incluso son tan acaudalados que compran títulos nobiliarios, como es el caso del Marqués de Aycinena, único noble en Centroamérica desde la desaparición física del adelantado Pedro de Alvarado.

Por el otro se encuentra el partido Caco, apodado despectivamente por los círculos oligarcas chapines del Gaz, y que hasta nuestros días no quiere decir otra cosa que: Ladrón. A este crisol de personalidades pertenecen dos tendencias que se irán marcando en el trascurso de la guerra civil que está por estallar en Centroamérica, que en su tendencia moderada está formado por el primer presidente del Centroamérica, el prócer Manuel José Arce, el posterior Jefe del Estado de Guatemala Mariano Gálvez, el fundador del Editor Constitucional, uno de los primeros periódicos, el agitador Pedro Molina, el abogado e hijo de prócer Alejandro Marure, todos cercanos a las ideas del federalismo y la división de poderes en la república del pensamiento inglés de Thomas Paine y los padres fundadores de los Estados Unidos.

En la otra ala del partido Caco se encontrarán los llamados exaltados, fiebres o fiebres rojos, por su cercanía al pensamiento de los ilustrados europeos y de los jacobinos de la revolución francesa. Para ellos el liberalismo no podía vivir en contemplaciones con respecto al viejo régimen, era esencial acabar con las viejas trabas que éste ejercía sobre las vidas de los individuos, sus libertades políticas y comerciales. En esta última facción de los que después se conocerían como liberales está el padrino político de Morazán, el Jefe del Estado de Comayagua, Dionisio Herrera; en su biblioteca Morazán forjará sus saberes sobre la ilustración y la revolución francesa.

La lucha por la supremacía del poder

Todo lo anterior es  una necesaria radiografía para entender, que no fueron diferencias personales de bando las que dieron por resultado la primera guerra civil centroamericana, sino intereses económicos, materiales y privilegios particulares los que llevaron a las facciones criollas a encender la llama que ellos mismos habían buscado apagar con la independencia pactada con las autoridades coloniales.

Se puede entonces, a la altura de estas líneas, entender algunos pormenores materiales de la lucha. Al pactar la convivencia entre viejo y nuevo régimen, la oligarquía comercial criolla con su centro en Guatemala, solo buscaba conservar sus privilegios ante el pueblo y por qué no, ante los productores, finqueros y hacendados de Centroamérica. Por ello el mote de conservadores, serviles e imperialistas que les dieron después del hundimiento del Plan de Iguala. Estos últimos eran los que más sufrían el monopolio comercial de las familias criollas chapinas, los que vieron en el abrazo a las ideas del liberalismo radical, de carácter más plebeyo, la forma de combatir los privilegios hereditarios y de nobleza que algunos serviles perpetuaban para ellos.

Se puede incluso empezar a describir cuáles serán los ejes del llamado bando centralista que terminará por ganar para su causa al liberal caco Manuel José Arce, que no es otra cosa que promover la supremacía de la Ciudad de Guatemala como centro de las decisiones políticas y económicas de toda la Unión Centroamericana. Aquí yace otra de las contradicciones con el que se llamará partido exaltado o fiebre, pues muchos de ellos no solo son productores de materias primas en las provincias periféricas de Centroamérica, como El Salvador –centro del liberalismo–, sino Honduras, Nicaragua y la distante Costa Rica, también son los medianos dueños de talleres textiles y comerciantes que deben sufrir el monopolio que las familias conservadoras ejercen sobre los puertos y los aranceles, incluso promoviendo la bancarrota del productor nacional favoreciendo al productor inglés.

Son todos ellos los promotores y la base social con la que cuenta el proyecto federal de Centroamérica, que triunfa en la primera Asamblea Constituyente, pues apoyados por el descrédito que ganaron los serviles al ser el partido que apoyó la anexión al imperialismo mexicano, son los liberales en sus dos alas, los que logran imponer la primera constitución centroamericana, con un marcado carácter de descentralización, liberalización de la economía y de la política, alejando a las familias de los cargos hereditarios y las trabas arancelarias que les favorecían.


Por Orson Mojica

Han transcurrido 40 años de aquella gesta heroica y revolucionaria que derrocó a la dictadura somocista, el 19 de julio de 1979, una efeméride que pertenece al pueblo de Nicaragua, pero que en el transcurso de los años terminó siendo confiscada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

¿Cómo fue posible que una grandiosa revolución popular que derrocó a la genocida dinastía somocista, terminó 40 años después en otra dictadura sangrienta e igualmente dinástica? El proceso político que terminó liquidando la revolución de 1979 desde adentro, se produjo en diferentes etapas para dar el resultado final que ahora conocemos: la dictadura Ortega-Murillo, que se ha apropiado de las banderas de la revolución y del propio FSLN, para ensuciarlos y destruirlos, destruyendo el objetivo esencialmente democrático de la revolución de 1979.

Es difícil explicar todo lo ocurrido en tan poco espacio, las siguientes notas pretenden sintetizar el análisis contenido en el libro “Nicaragua: La revolución abortada”. La revolución había finalizado antes de 1990, desgarrada por las errores politicos del FSLN. El discurso aparentemente revolucionario del FSLN ha servido unicamente para engañar a sus bases y para construir una nueva dictadura.

1.- El derrocamiento de la sanguinaria dictadura somocista

El triunfo de la insurrección popular, el 19 de Julio de 1979, destruyó la dictadura de la familia Somoza, que había controlado férreamente el aparato del Estado por un periodo de más de cuarenta años (1936-1979), y al corrupto sistema político bipartidista asentado en el Partido Liberal Nacionalista (PLN) y el colaboracionista Partido Conservador de Nicaragua (PCN).

El audaz aprovechamiento de la crisis de la dictadura, --iniciada en 1974-- la debilidad y fraccionamiento de la burguesía, así como el rápido ascenso al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) (1977 a 1979) creó un halo mítico en torno a la guerrilla sandinista, dando la apariencia de que estábamos ante el inigualable fenómeno del triunfo militar del mejor y más poderoso movimiento guerrillero de América Latina.

1.1.- Una situación revolucionaria en Nicaragua y Centroamérica

El triunfo de la insurrección popular sobre Somoza, el 19 de Julio de 1979, posibilitó la destrucción de la Guardia Nacional, el principal soporte del Estado y la economía capitalista en Nicaragua. La situación revolucionaria que existía en Ni­caragua se extendió y generalizó a toda el área centroamericana, aunque con ritmos desi­guales y contradictorios en cada país.

A pocas semanas, el 15 de octubre de 1979 cayó la dictadura militar del General Carlos Humberto Romero, en El Salvador, producto del poderoso ascenso obrero y popular, siendo susti­tuida por el igualmente frágil y efímero gobierno “cívico‑militar” del coronel Adolfo Arnoldo Majano. La guerrilla en Guatemala aumento sus operativos militares contra la dictadura del General Romeo Lucas, pero no logró convertirse en una poderosa fuerza de masas. La guerrilla guatemalteca era en ese momento, junto a la guerrilla colombiana, una de las más antiguas y poderosas del continente.

1.2.- Destrucción del aparato del Estado burgués y embrionarios organismos de doble poder.

Bayardo Arce Castaño reconoció que en ese período desaparecieron las instituciones del Estado, al afirmar que: “No hay que olvidar que aquí no se derrocó a un gobierno, sino que se destruyó todo el Estado. Al día siguiente del triunfo no había ejército, ni tribunales, ni poder legislativo, ni gobierno".[1]

Al derrumbarse el Estado por el empuje de la revolución, la Junta de  Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) liquidó el Congreso Nacional, derogó la Constitución de 1974 y proclamó el “Estatuto Fundamental del Gobierno de Reconstrucción Nacional”, el 20 de Julio de 1979, disolviendo “la Corte Suprema de Justicia, Cortes de Apelaciones, Tribunal Superior del Trabajo y demás estructuras de poder somocista”,  se declararon “especialmente inaplicables todas las disposiciones que se refieren al partido de la minoría en cualquier otra ley vigente”.[2] Con ello se puso fin al sistema dictatorial asentado en el bipartidismo, y la odiosa colaboración del Partido Conservador con el régimen dinástico.

Este “Estatuto Fundamental del Gobierno de Reconstrucción Nacional” fungió como Constitución provisional, sin haber tenido la aprobación popular. Fue producto de una negociación secreta entre el FSLN y la burguesía opositora.

La destrucción de la Guardia Nacional, y del aparato del Estado, posibilitó el proceso de autoorganiza­ción de los trabajadores y sectores populares. Por todos lados nacieron, como hongos después de la refrescante lluvia, los sindicatos, los Comités de Defensa Civil ‑-después el FSLN los convirtió en Comités de defensa Sandinistas (CDS)‑-, los comités campesinos y las milicias populares que llegaron a controlar todo el armamento recupera­do a la dictadura somocista. Desde al inicio, estos organismos ejercieron funciones de poder obrero y popular en los territorios liberados por la guerrilla.

En esa época, Sergio Ramírez Mercado reconoció que “(…) cuando no teníamos no ejército regular, ni policía, cuando muchos ministerios y entidades estatales estaban aun sin cabeza (…) las columnas guerrilleras ejercían múltiples funciones en los lugares donde se habían asentado, y sus jefes no solo tomaban medidas de reforma agraria, sino que también juzgaban, celebraban matrimonios, establecían listas de precios y castigaban la usura y el agiotismo”.[3]

1.3.- Represión selectiva contra la izquierda y desarme de las milicias populares

Después del 19 de Julio de 1979, el FSLN reescribió la historia, borrando, invisibilizando, persiguiendo a los otros partidos de izquierda, encarcelando a sus dirigentes. La izquierda revolucionaria estaba conformada, por un lado, por el Movimiento de Acción Popular (MAP), de inspiración maoísta, y la Liga Marxista Revolucionaria (LMR), que evolucionó al trotskismo y en el año 1984 se transformó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)[4].  

El MAP impulsó, a inicios de 1979, la circulación del diario El Pueblo y logró estructurar las Milicias Populares Antisomocistas (MILPAS), como un organismo armado que, al momento de la insurrección, trabajó en estrecha coordinación con las unidades guerrilleras del FSLN.  La LMR había participado en la insurrección incorporando a sus militantes en las milicias populares de los barrios, al mismo tiempo que coadyuvó la formación de la Brigada Simón Bolívar (BSB)[5], compuesta por militantes trotskistas latinoamericanos que pelearon contra el somocismo, en el Frente Sur y en Bluefields, bajo la conducción militar del FSLN. La represión del gobierno se centró sobre las MILPAS, contra el diario El Pueblo, clausurándolo el 22 de julio de 1979 y confiscando sus maquinarias, así como contra la LMR (posteriormente PRT) expulsando a la BSB el 16 de agosto de 1979.

El cierre temporal del diario El Pueblo se produjo cuando su redacción demandó se publicarán los acuerdos secretos que la Dirección Nacional del FSLN y la burguesía antisomocista firmaron en Puntarenas, Costa Rica, y que dieron origen a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.

1.4.- Creación del Ejército Popular Sandinista (EPS) y la Policía Sandinista (PS)

Una de las primeras medidas que tomó la Dirección Nacional del FSLN, fue el desarme de las milicias populares que habían nacido al calor de la insurrección.  Los comandantes sandinistas no podían consolidar su poder, sin disolver la expresión armada y autónoma del pueblo. Algunos milicianos entregaron sus armas, otros opusieron resistencia, pero al final la mayoría terminó desarmándose e incorporándose a las nuevas instituciones armadas creadas por la Junta de Gobierno, como fueron el Ejército Popular Sandinista (EPS) y la Policía Sandinista (PS)[6].  El desarme de las milicias fue la primera gran batalla que la Dirección Nacional del FSLN le ganó a los partidos  de izquierda.

La construcción de unas nuevas fuerzas armadas y policiales, bajo estricto control político del partido FSLN, permitió que los comandantes sandinistas tuvieran en sus manos un enorme aparato represivo que garantizaría su poder hegemónico

2.- Crisis de la Junta de Gobierno, el Consejo de Estado y el inicio del régimen bonapartista

El 18 de junio de 1979 se constituyó la primera Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), producto de una alianza política entre los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), los partidos de derecha y la Dirección Nacional del FSLN, entre otros, quienes suscribieron El Programa de Gobierno que se aplicaría una vez derrocada la dictadura somocista.

Entre los compromisos centrales estaba que la Junta de Gobierno instalaría un Consejo de Estado, organismo corporativista formado por delegados de los diferentes sectores sociales y políticos, no electos democráticamente por el pueblo, donde la delegación sandinista tendría apenas 6 de los 33 miembros.

Estos acuerdos fueron rebasados por los resultados de la insurrección victoriosa.  Extrañamente, y contrario a lo que se pueda imaginar, durante los primeros meses de la revolución, ni una sola de las fuerzas firmantes, reclamó que se instalara el Consejo de Estado. Todos observaban impacientemente el desarrollo de los acontecimientos, dándole a la Junta de Gobierno el tiempo necesario para instaurar el orden.

El asunto del Consejo de Estado fue la gota que rebalsó el vaso, provocando la renuncia, con horas de diferencia, de Alfonso Robelo y de Violeta Chamorro, al día 19 de abril de 1980, nueve meses exactos después del triunfo sobre Somoza. Robelo argumentó que renunciaba porque "se habían roto las bases de Unidad Nacional".  La señora Violeta Chamorro argumento que renunciaba por “motivos de salud” .

El primer gobierno de alianzas entre el FSLN y la burguesía entró en una profunda crisis. No obstante, la Dirección Nacional del FSLN inmediatamente sustituyó las vacantes, con dos figuras que representaban la sombra de la burguesía: el 18 de mayo de 1980 fueron nombrados Rafael Córdoba Rivas, directivo del Partido Conservador Demócrata (PCD) y Arturo Cruz Porras, banquero, también conservador, como nuevos miembros de la Junta de Gobierno. Lo anterior evidencio una alianza estratégica entre la oligarquía conservadora y el FSLN.

A diferencia de la primera, la composición social de la segunda Junta de Gobierno reflejó la creciente hegemonía del FSLN dentro del gobierno y resto de instituciones del Estado en proceso de reconstrucción. Este proceso de concentración de poder se produjo a menos de un año del triunfo de la Revolución. Arturo Cruz renunció posteriormente a la Junta de Gobierno, y en 1981 la segunda Junta de Gobierno fue reestructurada y reducida a 3 miembros, (Moisés Hassan fue dado de baja), quedando finalmente Daniel Ortega Saavedra como “coordinador” de la misma. Fu el inicio del régimen bonapartista y totalitario.

Como parte de este proceso de centralización del poder, la Dirección Nacional del FSLN cambió unilateralmente la composición del Consejo de Estado, incluyendo delegados de las nuevas y poderosas organizaciones sindicales y populares, influidas y controladas políticamente por ellos, que se habían formado después del derrocamiento de la dictadura, como la Central Sandinista de Trabajadores (CST), Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), Comités de Defensa Sandinista (CDS).  Esta inclusión de nuevas organizaciones rompió el "equilibrio" del Consejo de Estado, y el FSLN pasó a tener los votos seguros de 30 de los 47 miembros. De esta forma se garantizó el estricto control del organismo corporativista encargado de elaborar las leyes de la República.  Mientras la Junta de Gobierno ejercía su poder mediante decretos, el Consejo de Estado sirvió como un mecanismo legal  de consulta para preparar leyes y avalar los decretos ejecutivos.

2.1.- La negativa de convocar a elecciones

El 23 de agosto de 1981, en el acto de cierre de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) –que redujo el analfabetismo del 50% al 13%-- el comandante de la revolución, Humberto Ortega Saavedra, pronunció un histórico discurso rechazando las presiones de la burguesía nacional e internacional para que la Junta de Gobierno convocase a elecciones, como había sido pactado en el llamado “Plan Original”.

En esa ocasión, ante miles de jóvenes radicalizados, Humberto Ortega Saavedra confirmó que no habrían elecciones hasta el año 1985, insistiendo en que: "(…) las elecciones de las que nosotros hablamos son muy distintas a las elecciones que quieren los oligarcas y traidores, conservadores y liberales, los reaccionarios y los imperialistas (...) recuerden bien que son elecciones para mejorar el poder revolucionario, pero no para rifar quién tiene el poder, porque el poder lo tiene el pueblo a través de su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional y su Dirección Nacional" [7]

Este fue un grave error de la conducción sandinista. Las masas se habían insurreccionado contra el somocismo porque les negaba las libertades democráticas más elementales. El FSLN se consideraba asimismo como la “vanguardia indiscutible del pueblo”, negando el derecho de decisión de millones de nicaragüenses

La realización de elecciones democráticas, en momento de máximo apogeo político del FSLN, no hubiera sido una concesión a la burguesía que las exigía, sino que hubiera permitido aglutinar a la clase media y del campesinado, que estaban encantados con la revolución pero que miraban el futuro incierto. Las elecciones para elegir una Asamblea Nacional Constituyente, combinada con la revolución agraria, hubiera permitido soldar la alianza entre la ciudad y el campo, y cerrar el espacio a los primeros destacamentos del ejército Contra. Pero no fue así, los comandantes sandinistas prefirieron instaurar su propio poder, a través de la hegemonía política del FSLN, creando un régimen de partido único, que controlaba dictatorialmente a toda la sociedad. Los objetivos de la revolución democrática de 1979 fueron negados, alimentando con ello el descontento popular, especialmente de los campesinos y los indígenas.

2.2.- Rebelión de negros y misquitos en la Costa Caribe

A finales de septiembre y en los primeros días de octubre de 1980, estallaron en las principales ciudades de la Costa Atlántica, Bluefields, Puerto Cabezas y también en Corn Island, gigantescas movilizaciones populares que conmocionaron al resto del país. La Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional emitió un represivo pronunciamiento el día 2 de octubre en relación a los acontecimientos de la Costa Caribe.

La Dirección Nacional del FSLN no comprendió los motivos de esta rebelión en la costa caribe: negros, misquitos, sumus y ramas eran verdaderas minorías nacionales que tenían lengua, cultura y costumbres propias, diferentes al resto de Nicaragua.

Este acontecimiento fue el preludio de lo que ocurriría posteriormente en toda la Costa Caribe y con el campesinado de la zona norte y central del país, que se levantarían en armas contra el control burocrático del FSLN, sirviendo de base social para el ejército Contra.

2.3.- El bonapartismo del FSLN

En los primeros meses de la revolución, la primera Junta de Gobierno jugó un rol de árbitro entre las clases sociales en lucha, de cierta conciliación, inclinándose para un lado y para el otro.  Sin embargo, en la medida en que Alfonso Robelo pasó a la oposición abierta, el bonapartismo de la Dirección Nacional del FSLN adquirió otras connotaciones. Esta debió enfrentarse no solo a la oposición de derecha sino, fundamentalmente, a la contraofensiva desatada por la administración Reagan en 1981. 

Mientras reprimía a los sectores más radicales de la izquierda, la Dirección Nacional del FSLN explotaba su enorme prestigio emanado de la lucha contra el somocismo, enarbolando el peligro real de la amenaza imperialista, para montar un aparato burocrático-militar capaz de controlar y disciplinar a las masas trabajadoras. Las Milicias Populares Sandinistas (MPS), organizadas por el EPS, fueron mecanismos de control sobre los trabajadores y sectores populares, a quienes se les imponía disciplina militar. Los Comités de Defensa Sandinista (CDS) se convirtieron en organismos de espionaje y control sobre la población.

Estas características totalitarias se fueron acentuando conforme se agudizó el enfrentamiento contra la administración Reagan y el estallido de la “guerra de baja intensidad” en 1982, que después se transformaría, por los errores políticos de la dirigencia sandinista, en una verdadera guerra civil. En el transcurso de los años las masas comenzaron a rechazar cada vez más al régimen bonapartista que tenía características muy reaccionarias. Al perder paulatinamente el apoyo de masas, producto del cansancio originado por la guerra y por la política de reconstrucción de la economía capitalista, el régimen Bonapartista se transformó en un régimen político, totalitario, muy reaccionario, institucionalizado por la Constitución de 1987.

Una de las características de este régimen bonapartista, totalitario, fueron los decretos de “Estado de Emergencia”, casi permanentes, interrumpidos por cortos periodos, desde 1980 hasta las elecciones de 1990.

La Dirección Nacional del FSLN, en su conflicto a muerte con las fracciones de la burguesía que eran desplazadas del poder, instauró un régimen bonapartista que primero se apoyó en las masas para luchar contra la agresión del imperialismo norteamericano, pero que gradualmente se fue convirtiendo en un régimen que negaba sistemáticamente las libertades democráticas. Cada vez que hubo una relajación del férreo régimen bonapartista, se debió a las negociaciones políticas en el extranjero, a las concesiones que el sandinismo hacia a la socialdemocracia y al propio imperialismo norteamericano.

  1. - La “guerra de agresión” se transforma en guerra civil

Para los años 1983‑84 se hizo sentir con todo su rigor el desencanto político de las grandes masas campesinas con el bonapartismo del FSLN, convirtiéndose en base social de la contrarrevolución.

En esta época se formaron los llamados Comandos Regionales, es decir, la contrarrevolución abandonó la etapa de la movilidad constante para asentarse y operar en determinados territorios. Para ese año la contra tenía más de 15,000 efectivos en armas[8]. Esto fue posible no solo por el apoyo militar y económico del imperialismo norteamericano, sino, fundamentalmente, porque los primeros destacamentos del ejército Contra lograron ganarse a grandes sectores del campesinado, que rechazaban las confiscaciones, los controles de precios y la ausencia de entrega de tierras con títulos de propiedad.

El FSLN corrigió muy tarde sus graves errores con el campesinado. La reforma agraria había priorizado la creación de cooperativas estatales y no entregó títulos de propiedad a los campesinos sino hasta después de 1984. Los controles de precios eran un subsidio alimenticio a las ciudades a costa de la frágil economía de los campesinos.

Los indígenas misquitos, sumus y ramas, así como los negros, se rebelaron contra la dirección sandinista porque ésta, impregnada del clásico centralismo guerrillero, violentó las tradicionales formas de autoorganización comunal, impuso autoridades que no eran de la zona, invadió las tierras y recursos comunales, provocando una verdadera insurrección de los indígenas y negros. El Estatuto de Autonomía, extremadamente centralista, fue aprobado por la Asamblea Nacional hasta el 7 de septiembre de 1987, pero los gobiernos autónomos regionales se instalaron y comenzaron a funcionar hasta después de las elecciones del 25 de febrero de 1990, cuando la dirección sandinista ya había perdido el gobierno.

Irónicamente, el ejercito contra se nutrió de los sectores más pobres del campo y de los indígenas de la costa caribe, quienes rechazaban el discurso y las actuaciones del bonapartismo de la Dirección Nacional del FSLN. La guerra de agresión se transformo en guerra civil (1982-1990).

4.- Las elecciones de 1984 y la Constitución de 1987

En medio de la guerra civil y bajo tremendas presiones internacionales, el Gobierno de Reconstrucción Nacional (GRN), convoco el 4 de noviembre de 1984 a elecciones de presidente de la Republica y también de Asamblea Nacional Constituyente, encargada de redactar la nueva Constitución.

Daniel Ortega y Sergio Ramírez, miembros de la Junta de Gobierno y candidatos del FSLN, fueron elegidos presidente y vicepresidente de la República con el 63% de los votos. Sin haber aprobado la nueva Constitución, procedieron a restaurar las instituciones de presidente y vicepresidente de la Republica. Colocaron la carreta delante de los bueyes. A nivel de la Asamblea Nacional, el FSLN obtuvo 61 diputados, el PCD obtuvo 14 diputados, el PLI obtuvo 9 diputados, el PPSC obtuvo 6 diputados, el PC de N obtuvo 2 diputados, el PSN obtuvo 2 diputados y el MAP-ML otros 2 diputados.

El nivel de participación fue calculado en un 75%, pero en muchas zonas no se pudo votar por el conflicto bélico. Los resultados electorales, a pesar del absoluto control del FSLN sobre el Consejo Supremo Electoral (CSE), mostraron una clara tendencia a la erosión política del sandinismo: los partidos de derecha aunque moderados habían obtenido más de un tercio de la votación.

EL FSLN tuvo mayoría de diputados en la Asamblea Nacional Constituyente, imponiendo las directrices de la conducción sandinista, de institucionalizar la revolución dentro del marco de la trilogía de principios conocida como “economía mixta, no alineamiento y pluralismo político”. El proceso de reconstrucción del Estado burgués, iniciado inmediatamente después del derrocamiento de la dictadura somocista, fue consagrado y legalizado en la nueva Constitución promulgada en 1987, de corte presidencialista extremo, que no era otra cosa que la legalización del bonapartismo y el totalitarismo existente.

Al perder apoyo de masas, producto de la grave crisis económica, del bloqueo imperialista y del cansancio ocasionado por la guerra civil, el régimen se fue tornando cada vez más bonapartista, y reaccionario, es decir, un régimen que ejercía el poder basado en los decretos de excepción, donde el poder se fue trasladando lenta y paulatinamente de la Dirección Nacional del FSLN hacia una sola persona: el presidente de la república.

5.- Los Acuerdos de Esquipulas II y las elecciones de 1990

Después de las fracasadas negociaciones del Grupo Contadora, bajo un contexto de cansancio y desgaste provocado por la prolongada guerra civil, Daniel Ortega y los presidentes centroamericanos suscribieron los Acuerdos de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987, iniciando un ciclo de complicadas negociaciones que finalmente condujeron a la realización de elecciones con vigilancia internacional en 1990.

Nicaragua estaba destrozada económicamente, las masas estaban cansadas. En esas condiciones, los resultados de las elecciones eran previsibles. De un total de 1.420.544 votos válidos en la elección presidencial la UNO obtuvo la cantidad de 777,552 y el FSLN obtuvo 579,886. De un total de 1,419,384 votos válidos en las elecciones para diputados de la Asamblea Nacional, la UNO obtuvo la cantidad de 764,748 y el FSLN 579,723 votos.

La Sra. Violeta Barrios de Chamorro ganó las elecciones presidenciales, pero el FSLN conservó capacidad de veto dentro de la Asamblea Nacional.

El imperialismo yanqui se había anotado la más importante victoria política, al lograr que la amplia mayoría del pueblo de Nicaragua repudiara electoralmente a la dirección sandinista, la que once años atrás fue aclamada y adorada por el pueblo, por haber encabezado la lucha victoriosa contra la dictadura somocista.

La estrategia de Reagan había dado resultado: primero presionó militarmente, obligando a la dirección sandinista a firmar los Acuerdos de Esquipulas II, hasta que finalmente fue derrotada política y electoralmente

6.- 16 años de ofensiva neoliberal y la reconstrucción del bipartidismo

En 1990 el FSLN se vio obligado a reconocer su derrota, entregó la banda presidencial a Violeta Chamorro, pero a través de la firma del Protocolo de Transición conservó enormes cuotas de poder: el control del Ejercito y la Policía, mantuvo la capacidad de veto a cualquier reforma constitucional, retuvo el control de la propiedad de tierras y mansiones, y mantuvo una táctica oscilante de apoyo a las medidas económicas de corte neoliberal, pero al mismo tiempo impulsaba asonadas y movilizaciones de masas contra el nuevo gobierno, con el objetivo de presionarle y obligarle a negociar mas concesiones. Fue un periodo de caos político.

La piñata con los bienes del Estado creó una nueva burguesía. Este fue un hecho trascendental. Los revolucionarios de 1979 se habían convertido, de la noche a la mañana, en nuevos y ricos empresarios en 1990, aunque para engañar a su base social conservaban el discurso de la época revolucionaria.

En estos años de gobiernos de derecha, se desató una fuerte ofensiva neoliberal que terminó de privatizar los pocos bienes que habían quedado en manos del Estado, después de la piñata. Al interior de la Dirección Nacional del FSLN se dio un proceso de concentración del poder en manos de Daniel Ortega. El FSLN utilizaba las luchas populares como mecanismo de presión para arrancar concesiones políticas y económicas al gobierno de turno.

La reforma constitucional de 1995 restauró muchas de las instituciones de la derogada Constitución somocista de 1974, pero fue hasta 1999 que los pactos Aleman-Ortega sentaron las bases para reconstruir el sistema bipartidista en Nicaragua, esta vez entre el liberalismo y el sandinismo. Aleman creyó que el pacto de 1999 instauraría un largo periodo de alternancia pacifica en el poder entre el PLC y el FSLN, pero las intenciones de Daniel Ortega eran otras. Apenas pudo, aprovecho las contradicciones para echar preso a Arnoldo Aleman por corrupción, y una vez que logró la rendición de este y había acumulado más poder, procedió a establecer un nuevo pacto FSLN-PLC para arrodillar al gobierno de Enrique Bolaños, provocando la división del liberalismo y con ello crear condiciones únicas e irrepetibles para que el FSLN retornara nuevamente al gobierno.

El pacto Aleman-Ortega de 1999 logró reducir la exigencia del 50% de los votos en primera vuelta, hasta un 35%. De esta manera, habiendo debilitado al liberalismo, siendo minoría, Daniel Ortega logró ser elegido nuevamente presidente en noviembre del 2006 apenas con el 38% de los votos, reasumiendo el gobierno en el 2007. Nunca quedó claro si las elecciones fueron realmente limpias o si hubo manipulación de los resultados por parte de Roberto Rivas, quien ya había sido reclutado por el FSLN.

De esta manera, el FSLN dejo de tener una pierna en la oposición, para colocarse de cuerpo entero, en la cúspide del poder.

7.- Bonapartismo y nueva dictadura dinástica

Lo primero que hizo Daniel Ortega en el año 2007 fue reunirse con los grupos empresariales (banqueros, Pellas, Coen, Baltodano, etc) en el INCAE y acordar con ellos las nuevas reglas del juego político: se mantendrían las políticas neoliberales, se respetaría el área de influencia de los grupos económicos, pero que estos no financien a la oposición política.

Habiendo logrado acuerdos sustanciales con la oligarquía económica y financiera, Daniel Ortega se dio a la tarea central de establecer el control total de todos los poderes e instituciones del Estado, reclutando a funcionarios del PLC. Manteniéndolos en los cargos, mientras centraba los golpes contra la fracción de Eduardo Montealegre, que había quedado en segundo lugar en las elecciones.

Jugando con una y otra fracción del liberalismo, logró imponerse dentro de la Asamblea Nacional. Hubo un factor internacional que favoreció este proceso de centralización del poder: el acuerdo petrolero con Venezuela le permitió contar con mas de 1,000 millones de dólares cada año, los que fueron manejados de manera discrecional y privada. Los grupos económicos y financieros aprovecharon la bonanza económica y se hicieron los sordos y ciegos antes los desmanes de la nueva dictadura en gestación, que solo eran denunciados por las feministas y algunos organismos de la sociedad civil, que se oponían a la deriva autoritaria de Daniel Ortega.

Como no logra convencer a las fracciones liberales para que apoyaran una reforma constitucional que permitiera la reelección, en septiembre del 2010 la Sala Constitucional, bajo control sandinista, emitió una sentencia que declaró inaplicable las prohibiciones del articulo 147 de la Constitución, permitiendo que Daniel Ortega participara en las elecciones presidenciales del 2011, logrando otra reelección, pero con fuertes acusaciones de fraude electoral, así como fueron denunciadas las elecciones municipales del año 2008.

La centralización de poder, el control absoluto sobre todas las instituciones del Estado, incluido el poder electoral, hicieron creíbles las constantes denuncias de fraude electoral. Los abusos de poder eran constantes, ante la indolencia de una clase empresarial que disfrutaba de los negocios con Venezuela.

Las elecciones del 2011, denunciadas de fraudulentas, le permitieron a Daniel Ortega obtener mas del 60% de los diputados. En 2014 impuso una nueva reforma constitucional que dejo abierta la reelección indefinida, derogó la segunda vuelta electoral, estableciendo un sistema de mayoría simple para conquistar la presidencia. Antes de que se realizara las elecciones del 2016, dio un golpe mortal a la oposición, destituyendo a los diputados de la fracción de Eduardo Montealegre, e impuso a Rosario Murillo como candidata a la vicepresidencia. La dictadura que venia construyendo se estaba transformando en dinastía familiar. En las elecciones del 2016, hubo una abstención mayor del 60%, era evidente el malestar pasivo de la población.

La acumulación de contradicciones estalló finalmente en abril del 2018, cuando una pequeña manifestación de estudiantes fue reprimida por las fuerzas de choque del FSLN. La rebelión se generalizó a todas las universidades. La dictadura respondió masacrando a los estudiantes, lo que encendió la llama de la insurrección general, aunque desarmada. Esta represión, y el posterior asalto militar a los tranques, significo un salto de calidad hacia atrás, hacia una nueva sangrienta dictadura que lucha a muerte por permanecer en el poder.

40 años después, el ciclo de la historia de las dictaduras se ha repetido, pero el nuevo dictador ha salido de una organización que fue revolucionaria y lucho a muerte contra la dictadura somocista. El espíritu del somocismo ha reencarnado en la nueva dictadura Ortega-Murillo.

Debemos sacar las enseñanzas de la historia, y fortalecer la lucha contra la nueva dictadura, hasta derrocarla. Y solo será posible si construimos una alternativa revolucionaria que asimile los errores del pasado para no cometerlos en el futuro.

 Notas:

[1] Gabriel Invernizzi y Francis Pisani, Sandinistas, Editorial Vanguardia, Managua 1986, páginas 84 y 85.

[2] Artículos 4 y 5 del Estatuto Fundamental de Derechos y Garantías, 20 de Julio de 1979. Fue una imitación de  la “Ley Provisional de Garantías” del 15 de septiembre de 1910, cuando se produjo la revolución libero-conservadora contra el régimen nacionalista del General José Santos Zelaya, en 1909, financiada por el gobierno de los Estados Unidos.

[3] Ramírez Mercado Sergio, Las Armas del Futuro, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1987, página No 174.

[4] El PRT posteriormente formaría parte de la alianza de grupos y partidos que constituyó el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) el 4 de abril del 2009.

[5] La conformación de la Brigada Simón Bolívar (BSB), constituida por combatientes latinoamericanos, fue impulsada en 1979 por la Fracción Bolchevique de la Cuarta Internacional, liderada por el dirigente trotskista argentino Nahuel Moreno (Hugo Miguel Bressano Capacete) e impulsada desde Bogotá, Colombia, por el Partido Socialista de los Trabajadores (PST)

La BSB participó en los combates del Frente Sur y dirigió la toma del puerto de Bluefields, en la costa caribe de Nicaragua. Después del 19 de Julio de 1979 la BSB fue la principal impulsora de la creación de sindicatos en el cordón industrial de Managua, sindicatos que más adelante conformarían la Central Sandinista de los Trabajadores (CST).

Los combatientes de la BSB se opusieron al desarme de las milicias y por ello fueron apresados el día 14 de agosto de 1979, expulsados de Nicaragua, por órdenes de la Dirección Nacional del FSLN, enviados a Panamá, donde cuyos miembros fueron fichados, golpeados y deportados a sus países de origen.

[6] El Ejército Popular Sandinista (EPS) fue creado el 2 de septiembre de 1979, mediante el Decreto No. 53 publicado en La Gaceta No. 12 de 18 de septiembre de 1979. Inicialmente, la Policía Sandinista, creada el 5 de septiembre de 1979, fue un cuerpo armado bajo la conducción de la Comandancia General del EPS, hasta que finalmente pasó a formar parte del Ministerio del Interior.

[7] Humberto Ortega Saavedra, "Discurso en la clausura de la campaña de alfabetización", 23 agosto 1980, en MED/DEI, Nicaragua triunfa en la alfabetización, San José, 1981, p. 184.

[8] La Contra. Jaime Morales Carazo, Editorial Planeta 1989, México, p. 57


Por Giovanni Beluche V.

Era el año de 1709, el Rey de Las Lapas, nuestro soberano de Suinse, ha llamado a todos los pueblos de Tierra Adentro a resistir la invasión de los extranjeros, que vienen vestidos de soldados, frailes y civiles. Pretenden dividir a las familias y desarraigarlas hacia territorios lejanos, lo supo Presbere al interceptar una carta de manos del enemigo. Han deshonrado nuestra sagrada tierra, han derramado nuestra sangre, en nombre de una corona y un dios que no son nuestros.

Desde el cerro Chirripó hasta las tierras más al sur de nuestras costas, vienen llegando combatientes, dispuestos a defender nuestra herencia cultural, la memoria de los abuelos y las abuelas, el cauce de los ríos. De la mano con los Cabécares y Teribes nos unimos en el más grande ejército que estas tierras hayan visto. ¡No nacimos para ser esclavos, nacimos libres y pelearemos hasta la última gota de sangre! Solo unos pocos traidores se unieron al enemigo, el resto avanzamos ordenadamente contra el invasor, recuperamos cada palmo, incendiamos sus endebles construcciones, ellos mataban con crueldad, nosotros respondimos ferozmente a sus ataques.

Cada hermano que caía parecía multiplicarse, el Kapá nos protegía por esos caminos y selvas, los corrimos del Telire, los hicimos retroceder. Nuestro Presbere no había nacido para guerrero, era un Usékar, un gran líder religioso con poderes que los hombres no poseen, pero las circunstancias lo convirtieron en el guía que unió a los pueblos indígenas por encima de toda diferencia. Llovía a cántaros, los españoles se atoraban en el barro, pero los que somos del color de la tierra sabemos unirnos a ella, en vez de hacerle resistencia. Arribamos a cada asentamiento español y chocamos nuestras lanzas de madera contra el metal del invasor. Nos protegíamos con escudos de cuero de danta, que eran atravesados por las espadas de los malvados, les respondíamos con lluvias de flechas. La moral de los nuestros era superior, ellos defendían a un rey ausente y cobarde, el nuestro se batía en duelo como uno más de sus soldados.

Pabru y el cacique Comesala de los Cabécares eran valientes, ponían sus pechos al frente y nunca pedían tregua. Los hicimos retroceder, huían como cobardes, muy diferentes a la prepotencia que exhibían cuando estaban en superioridad. Habíamos liberado nuestras tierras y llegamos a pocas leguas de Cartago, la misión estaba cumplida y decidimos regresar, no somos gente que nos guste derramar sangre en vano. Volvimos a las comunidades a atender los cultivos y a cuidar de las familias, soñábamos que la paz llegaría por fin al mundo de Sibû.

Pero nuestra generosidad en la victoria no fue respetada por los invasores, pudieron más sus deseos de riqueza y el año siguiente arremetieron nuevamente. Parecían monstruos cargados de cuchillos, traían lanzas que escupían fuego, los niños y las niñas caían abatidos sin piedad, su dios les pedía sangre y su capitán general Lorenzo de Granda y Balbín les exigía tomar posesiones.

Aunque no estábamos preparados, heroicamente resistimos hasta que la fuerza de sus armas, lo numeroso de su ejército y el factor sorpresa nos pasaron una dura factura. Apresaron cerca de 700 indígenas, entre ellos al Rey de Las Lapas, a los jefes Bettuqui, Iruscara, Siruro, Bocri y Dapari. Sólo el Rey Comesala pudo huir. Nos ataron de manos y nos arrastraron hacia Cartago, vi morir a decenas de hermanos tragados por los ríos. Otros eran cruelmente torturados, violaban a las mujeres ante la complicidad de sus frailes.

Algunos lograban escapar y se refugiaban en las montañas para no ser sometidos como esclavos en los cultivos de cacao. A Cartago sólo llegamos quinientos indígenas, allí otros doscientos perecieron víctimas de extrañas enfermedades que les llenaban la piel de úlceras y llagas. Pabru fue colgado de sus brazos, escupido y pateado por los españoles y los criollos de abolengo que se apretujaban en las calles para ofender al más grande Rey que ha visto esta tierra. Lo llevaron a un tribunal sin derecho a la defensa, grande nuestro Presbere pidió que todo martirio se aplicara contra él y no delató a ninguno de sus hermanos. Lo condenaron a muerte bajo la absurda acusación de rebeldía contra el rey de los españoles. El 4 de julio de 1710 lo ejecutaron, mataron su cuerpo físico, pero su espíritu permanecerá en cada uno de nosotros. Yo pude contar esta historia porque fui entregado como esclavo a una familia criolla, juro que apenas encuentre a mi familia que me arrebataron, nos escaparemos de vuelta a las tierras del Telire.

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