Por Leonardo Ixim

Para mediados de junio de 1837 había llegado la noticia a las principales plazas centroamericanas de la invasión inglesa a la isla hondureña de Roatán en las Islas de la Bahía hondureña, hecho sucedido a inicios de mayo del año mencionado.

Este hecho corona dos situaciones relacionadas, el desmembramiento de las Provincias Unidas de Centroamérica, el Estado formado tras la disolución del Reino de Guatemala, por un lado; por el otro, el intento de consolidar un Estado satélite controlado por el Reino Unido en la costa atlántica Centroamericana.

La República Federal Centroamericana se conformó en 1823 tras la declaración de independencia del efímero Imperio Mexicano el 1 de julio de ese año por las provincias de El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, incorporándose Costa Rica, que no fue parte del Imperio Mexicano. Mientras que Chiapas, en un plebiscito en septiembre de 1824 se incorpora a los nacientes Estados Unidos Mexicanos.

El Fracaso de la Federación

En septiembre de 1824 se promulgaba la Constitución Federal Centroamericana, una pieza acorde con el pensamiento liberal ilustrado. Prohibía la esclavitud, reconocía el derecho al asilo político, la limitación de la pena capital, el establecimiento de jurados, la elección popular de funcionarios de los tres poderes del Estado incluidos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, la limitación de las potestades estatales de los derechos civiles y políticos.

La configuración estatal se caracterizó por el peso político del Congreso Federal sobre el Poder Ejecutivo. La Constitución Federal además otorgó varias potestades a las provincias, sobre todo en lo que se refiere a las rentas internas. Los gobiernos de las provincias por su parte, a semejanza del modelo federal mexicano y estadunidense, tuvieron sus propios poderes estatales y una serie de prerrogativas que limitaron al poder federal.

Esta situación fue el reflejo en la superestructura, de la estructura económica y social que se fue configurando desde la colonia, pues en cada provincia existió una unidad político-económica materializada en los ayuntamientos, dominados por la aristocracia criolla descendiente de los invasores; usando esos espacios para consolidarse como clase sobre el trabajo servil de los indígenas y en una constante búsqueda de autonomía con respecto al poder colonial, situación que se consolidó tras la independencia de 1821.

Para limitar tal autonomía, y a partir de la asunción de la casa de los Borbones en España, ésta reconfiguró el sistema colonial en función de mejorar la extracción de impuestos, creando las intendencias para reestructurar política y administrativamente los dominios coloniales. Sin embargo, las rivalidades económicas entre las distintas élites locales y la aristocracia guatemalteca que concentraba las riquezas, al ser intermediaria en el comercio entre la producción local y la metrópoli, no pudieron ser limitadas por la corona.

Esas disputas entre las fracciones que se convertirían en la clase dominante, se tradujeron en conflictos que se encarnaron entre liberales y conservadores, donde los primeros reflejaron las fracciones que se sentían agobiadas por el peso monopólico de la aristocracia guatemalteca controlada por el Clan Ayicinena. Pero también por diferencias regionales, porque existían disputas entre liberales y conservadores a nivel de cada Estado y éstas con las fracciones mencionadas de Guatemala.

La primera guerra civil centroamericana se produjo entre 1827 y 1830, a raíz de que, en el Gobierno Federal controlado por conservadores, los liberales, sobre todo salvadoreños y hondureños con el general Francisco Morazán a la cabeza, se opusieron a los primeros. Morazán fue controlando los Estados de El Salvador y Honduras, para -con el apoyo de algunos liberales guatemaltecos- sacar a los conservadores del gobierno federal en 1830, eligiéndose por voto popular presidente del Gobierno.

Morazán posteriormente fue reelegido en 1835 y en el ínterin, debido a que los conservadores se fortalecieron nuevamente en Guatemala, cambia la capital federal a San Salvador. Durante su gobierno permitió que los ingleses comerciaran desde Belice, pero tratando de limitar la expansión inglesa en la costa atlántica. Promulgó una serie de reformas sociales como la limitación del poder de la iglesia, el establecimiento del divorcio y el control de la administración pública en manos eclesiásticas, etc. Pero las fuerzas conservadoras guatemaltecas se levantaron bajo la égida del general Rafael Carrera en 1838, usando para ello las creencias y el fanatismo religioso de la población, derrotando a los liberales en Guatemala en 1840 en la Segunda Guerra Federal.

De igual forma las élites regionales, tanto liberales como conservadoras, de las distintas provincias fueron desconociendo la Federación. La creación de un sexto Estado en 1837 dentro de la Federación, el de Los Altos en el occidente guatemalteco, que fue solidario con los liberales salvadoreños apoyando a Morazán, no logró mantener la Federación. Para el 30 de mayo de 1837 el Congreso Federal otorga a los Estados a organizarse según mejor les convenga, situación que fue interpretada como la carta para declararse independientes.

Los liberales centroamericanos, y ni siquiera el general Morazán que representaba las posiciones de mas avanzada, a diferencia de sus pares en otras latitudes de Hispanoamérica no realizaron reformas sobre la tierra, el trabajo forzado y el tributo que aquejaba a la población rural e indígena, sino la disolución de los denominados pueblos de indios; descontento que fue aprovechado por Carrera y los conservadores.

La presencia inglesa en la Costa Caribe de Centroamérica

Un factor que coadyudó para el resquebrajamiento de la Federación fue la presencia inglesa en la Costa Caribe. Tanto como la presencia histórica como el hecho del accionar de los agentes ingleses en la coyuntura de disolución de la República Federal de Centroamérica.

Sobre el primer aspecto, la presencia inglesa se da a partir de las concesiones forestales que la corona hispana le otorgó a colonos ingleses a finales del siglo XVII en Belice, que se extendían a la Península de Yucatán. Ya en la primera mitad del siglo XVIII el Reino Unido había establecido una presencia y una colonia formal denominada Honduras Británica. Todo ese siglo fue de confrontación entre las potencias (España, Reino Unido, Francia y Holanda) por el control geo-político del Caribe.

El Reino Unido se estableció en Jamaica y Gran Caimán, que junto a Belice eran una cuña entre las posesiones españolas en Cuba, Centroamérica y Nueva España. En 1779 los ingleses ocupan Omoa y en 1781 intentan ocupar Roatán. Dos años después España y el Reino Unido firman un tratado que obliga al segundo a dejar los territorios continentales a excepción de Belice. Pero nuevamente en 1796 se enfrentan estas potencias incorporándose Francia como aliada de España.

Pese a eso, la presencia inglesa es efectiva en toda la costa a partir del contrabando, la piratería y las concesiones a colonos ingleses entregadas por la misma corona española. Sobre todos estos factores los pueblos indígenas misquitos y los zambos (mezcla de negros e indígenas), más otros pueblos indígenas o afrodescendientes como los garífunas, que llegan a finales del siglo XVIII a la región, se van convirtiendo en socios desiguales de los comerciantes ingleses y en mano de obra para sus concesiones. Estableciendo a instancias de los intereses imperialistas ingleses una monarquía títere misquita -pero con existencia desde 1625- que era coronada en Belice con el visto bueno de la administración colonial de esa potencia.

Con las independencias de las antiguas colonias españolas, los intereses comerciales ingleses y el otorgamiento de préstamos a las nacientes repúblicas fue del interés del Reino Unido, manteniendo su influencia. Se agrega la competencia con Estados Unidos como potencia emergente, que manifestaba su interés en la región. Así, entre estas dos y en menor medida otras potencias, empezó una disputa en torno a la construcción de un canal interoceánico que se materializó hasta 1915 en Panamá. Además, estaban también los intereses de Nueva Granada, que reclamaba la costa costarricense y las islas de San Andrés, Providencia y Corn Island que al final quedaron en posesión de Colombia.

Con la invasión de Roatán el Reino Unido establece un protectorado en el Reino Misquito que se extendió desde las Islas de la Bahía, la costa oriental hondureña y toda la costa atlántica nicaragüense, hasta el río San Juan.  Aprovechando entonces las disputas que terminaron con la Federación, el cónsul inglés Federico Chatfield y el Superintendente de Belice de apellido McDonald, complotaron con los conservadores guatemaltecos y hondureños para ponerle fin a la Federación, garantizar la presencia inglesa y de paso darle fin al efímero Estado de Los Altos, que junto a El Salvador fueron los que más protestaron por la invasión a Roatán.

Sin embargo, en el Reino Unido no había consenso sobre sostener la presencia en la región más allá de Belice. Por un lado, el Foreing Office azuzado por Chatfield y McDonald junto algunos colonos y comerciantes ingleses, abogan por mantenerse; pero por el otro, el Colonial Office y varios miembros del parlamento consideraban una pérdida de recursos mantenerse y sostener un Estado títere, más el conflicto que se generaba con otras potencias. Así, en 1850 se firma el Tratado Clayton-Bulwer entre Estados Unidos y el Reino Unido, donde ambas potencias acuerdan no monopolizar el control político ni militar de la región de cara a un futuro canal.

Bajo los intereses imperialistas

En la segunda mitad del siglo XIX, tanto la costa misquita como las Islas de la Bahía pasan en posesión formal de Nicaragua y Honduras respectivamente, dejando a Belice como colonia inglesa hasta su independencia en 1981, con un reclamo territorial sobre el sur de ese país de parte de Guatemala que se mantiene.

Sin embargo, subyacente a esta situación están los derechos de autodeterminación de los pueblos misquitos y afrodescendientes de la costa atlántica. Éstos desde la colonización española habían manteniendo cierta autonomía, aunque vinculados e influenciados por los intereses coloniales británicos.

En la actualidad estos pueblos son discriminados por los Estados centroamericanos, generando conflictos recientes. Recordemos que durante la revolución sandinista se persiguió a los Misquitos por el gobierno revolucionario nicaragüense, hasta que consiguieron su autonomía en 1987; o más recientemente en torno a la defensa del territorio Misquito ante el intento de construir un canal, de Garífunas en Honduras por la instalación de zonas especiales para las empresas y complejos hoteleros; y de Q´ekchies y Garífunas en Guatemala y Belice ante la apropiación de sus recursos naturales. Todo esto por los intereses imperialistas de diverso cuño.

 

Por Leonardo Ixim

El 27 de junio de 1954 salía del país el presidente Jacobo Árbenz Guzmán tras coronarse el golpe de Estado del ejército y la invasión mercenaria patrocinada por Estados Unidos, dando pie a la contra revolución que se encargará de desmontar la revolución democrática que había iniciado en 1944 con el derrocamiento del dictador Jorge Ubico y el continuador de este, Federico Ponce Vaides.

La revolución democrática

La revolución de 1944 buscaba sacar a Guatemala de la postración neo-colonial de las dictaduras liberales oligárquicas, siendo la última la de Ubico, que gobernó por trece años desde 1931 a 1944, cuando renunció debido a la movilización revolucionaria y las fracturas en la clase dominante ante el desgaste del ubiquismo, imponiendo a un Ponce Vaides como continuador; pero un golpe militar dirigido por varios oficiales progresistas, entre ellos Árbenz, lo derrocó un 20 de octubre de 1944.

El objetivo de la revolución (fueron tres gobiernos, el de la Junta Revolucionaria de Gobierno, el de Juan José Arévalo y el Árbenz Guzmán, estos dos electos masivamente por la población) fue modernizar las relaciones sociales buscando eliminar el gran latifundio agro-exportador, el cual era la forma de inserción de Guatemala al capitalismo mundial. El latifundio estaba estructurado bajo el mantenimiento del trabajo servil de la población campesina e indígena en las fincas de café, el casi principal rubro de exportación de Guatemala. Esta es una herencia colonial que los gobiernos liberales de finales del siglo XIX fortalecieron, sobre la expropiación de las tierras comunales indígenas que tanto el Estado colonial como los gobiernos conservadores mantuvieron. Por tal razón una de las primeras medidas fue eliminar el trabajo semi-servil y posteriormente la reforma agraria.

Pero también busca eliminar la dependencia económica del imperialismo estadunidense. A partir de la primera década del siglo XX la dictadura de Estrada Cabrera había concesionado grandes territorios a varias empresas bananeras monopólicas gringas como la United Fruit Company (UFCO). Pero ademas el capital extranjero gringo tenía el control de la generación y distribución eléctrica, del transporte a partir del control del ferrocarril y de los principales puertos sobre todo en el Atlántico. Por tal razón, una de las principales medidas fue la construcción de una carretera hacia el litoral atlántico y un puerto, el de Santo Tomás de Castilla en ese océano.

Los gobiernos de la revolución además otorgaron y reconocieron una serie de derechos políticos, civiles, sociales y laborales a la clase trabajadora. Tanto en el hecho inicial de la movilización popular contra la dictadura ubiquista como durante todo el periodo revolucionario, fue la incipiente clase obrera, las capas asalariadas medias, la juventud universitaria y militar y la pequeña y algunos sectores burgueses medianos quienes fueron los sujetos que llevaron a cabo la revolución inicialmente. La población campesina e indígena por su secular atraso y su dependencia hacia el poder del finquero no participó de la revolución al principio.

De tal forma que los gobiernos de la revolución edificaron una serie de instituciones sociales para garantizar los derechos sociales y laborales de la población como el Instituto Guatemalteco del Seguro Social, el Código de Trabajo, la creación de sindicatos y la creación primero de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala que abanderó desde un primer momento la reforma agraria y después la Confederación Nacional Campesina, así como organizaciones de jóvenes y mujeres.

La movilización revolucionaria también despertó a grandes sectores de la población a la vida política, formándose una serie de diversos partidos políticos -un gran contingente de juventud, sobre todo- que rompieron con las élites políticas que habían servido en la administración pública vinculados con la oligarquía terrateniente latifundista y que sostuvieron las dictaduras liberales.

Los partidos de la Revolución

De tal forma que se formaron varios partidos que fueron -no sin contradicciones- el sostén de los gobiernos revolucionarios, tales como el Frente Popular Libertador, el Partido de Renovación Nacional, el Partido de Acción Revolucionaria y al final del período, el Partido Socialista, edición de este último y el Partido Revolucionario Guatemalteco que pretendió unificar a estos sin éxito. Del seno del Partido de Acción Revolucionaria de clara orientación popular y democrática, un sector también se escindió y formo el comunista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) en 1951, no sin impedimentos del mismo Arévalo; pese a sostener un planteamiento democrático, éste fue anti-comunista y puso obstáculos para la creación de este partido, que por demás buscaba mantener la tradición del Partido Comunista de Centroamérica fundado en 1920 y paralelamente del Partido Comunista de Guatemala, que fueron desbaratado por la dictadura ubiquista.

El PGT estuvo en sus inicios influenciado por el estalinismo que controlaba los partidos comunistas mundiales desde Moscú. Aplicando el credo de la revolución por etapas, el desarrollo de una primera etapa en lo que se refiere a los países neo-coloniales, de carácter agrario,  antiimperialista y democrático; que implicaba el desarrollo de un capitalismo nacional como pretendía la revolución guatemalteca para pasar después a una etapa socialista. El peso del estalinismo marcó a este partido años posteriores, sin embargo, es hasta finales de la década de los sesenta en el enfrentamiento contra la dictaduras cívico-militares que ponen en tela de juicio ese credo estalinista, algo que otros partidos comunistas nunca hicieron.

La Revolución se radicaliza

La etapa de mayor radicalización de la revolución se dio cuando asumió el gobierno Árbenz Guzmán en 1951 y anunció la implementación de una reforma agraria como parte de su plan de industrialización y la creación de un mercado interno, a partir de la distribución de tierra no cultivada y excedentaria tanto de los finqueros nacionales como en propiedad de los monopolios exportadores de banano de capital gringo. Si bien tal reforma -en algunos casos se contemplaba indemnizar a los dueños- no fue totalmente radical, la reacción oligárquica e imperialista fue furibunda, acrecentando y los planes de derrocamiento del gobierno revolucionario, que estuvieron al orden del día.

La reforma agraria permitió también además de repartir tierra, la creación de todo un andamiaje social a partir de los Comités Agrarios, que fueron los impulsores de la expropiación de tierras dándose casos de acciones hechas por los mismos campesinos sin el consentimiento del Estado, los partidos revolucionarios y de las mismas centrales campesinas y obreras. De 1952 a 1953 la distribución de tierras avanzó rápidamente sobre todo en regiones de la costa sur, el oriente y la región de las Verapaces. Un caso especial fue el tratamiento con las comunidades indígenas asentadas, sobre todo, en el occidente del país, respetándose y aumentado las tierras comunales que mantenían; aunque las reivindicaciones étnicas -en un país de mayoría indígena- fueron en ese momento poco desarrolladas o tratadas por los actores revolucionarios.

El derrocamiento de Árbenz

De igual forma, los planes para derrocar a los gobiernos revolucionarios fueron una constante. Durante el gobierno de Arévalo hubo varios intentos, como la intentona golpista a partir de la muerte Javier Arana, quien había participado en la Junta Revolucionaria de Gobierno, siendo el ala derecha de los militares anti-ubiquistas; en un confuso combate con los oficiales leales a Arévalo cuando Arana iba a ser detenido por confabular contra el gobierno, fue muerto.

Así, la Central de Inteligencia Americana con el apoyo de los gerentes de la UFCO que estaban en el gobierno de Dwight E. Eisenhower en medio de la guerra fría con la URSS, considerando a Guatemala como una cabeza de playa de Moscú y de la paranoia anti-comunista, organizaron la operación PBSucess para descabezar el gobierno revolucionario.

Ningún método les había funcionado, ni la movilización de sectores sociales imbuidos por la reacción, influenciados sobre todo por el papel proselitista de la jerarquía católica que, manipulando imágenes y el púlpito, llamaban al derrocamiento del gobierno de Árbenz. Tampoco les habían funcionado las asonadas militares, ni el apoyo a candidatos conservadores en las elecciones que ganó Árbenz. Por tanto, organizaron el derrocamiento.

De tal manera que a partir de la PBSucces lograron primero armar un ejército de reaccionarios en Honduras denominado paradójicamente Movimiento de Liberación Nacional (MLN), así como un trabajo de zapa al interior del ejército logrando la traición de altos jefes militares y además una serie de acciones ideológicas y psicológicas para generar miedo en la población.

El movimiento revolucionario, dividido en una serie de partidos copados por oportunistas por un lado y la creencia del PGT, que influía a Árbenz por medio de su esposa, que fue militante de esta organización, de tener confianza en la institucionalidad del Estado y la del mismo Árbenz en la fidelidad del ejército; pese a que la militancia de los partidos revolucionarios y los miembros de todo el andamiaje social revolucionario exigían que se armara y se pasara a fortalecer los Consejos de Defensa de la Soberanía Nacional (que pudieron haber jugado un rol como embriones de doble poder revolucionario y hacerle frente a la intervención extranjera), no pudieron al final derrotar la invasión. 

Pese que hubo enfrentamientos contra la invasión de parte de civiles y militares revolucionarios, la traición del alto mando militar y la falta de voluntad de luchar de Árbenz dieron pie a que el comandante en jefe del Estado Mayor Carlos Díaz, con el apoyo de los altos jefes militares le dieran un ultimátum a Árbenz; obligándolo a renunciar y sacarlo del país. Días después, un destacamento de cadetes el 2 de agosto se enfrentó contra las tropas mercenarias del MLN y los derrotó, pero los jefes militares los convencieron a deponer las armas.

El Colofón de la revolución

Mucho se ha discutido sobre el carácter de la revolución, si fue una revolución democrático-burguesa o una revolución nacional popular, lo cierto es que en un inicio hubo heterogeneidad de las fuerzas que la impulsaron y su naturaleza anti-dictatorial. El conflicto entre estas fuerzas en la medida de la acción imperialista, la pequeña burguesía y la burguesía mediana se fue decantando por el lado de la contra revolución, influidos por la hegemonía ideológica de la oligarquía; y por el otro, los sectores populares, obreros, campesinos, capas medias asalariadas, etc., no pudieron – a raíz de las orientaciones fatídicas del estalinismo- imponer su hegemonía, siendo derrotada la revolución.

A raíz de eso el poder político estuvo en manos de los políticos de derecha y del ejército desde 1963 hasta 1985 generando la reacción popular por medio de insurrecciones y el intento de enfrentarse a estos gobiernos por medio de la vía armada. Hasta que el mismo ejército, bajo orientaciones del imperialismo mundial y con la complicidad de la URSS a punto de implosionar, fue artificie del remozamiento del Estado bajo su forma democrática actual, obligando a la izquierda a pacificarse; siendo esto un hecho que ha marcado la impronta de la consolidación del poder burgués en Guatemala


Lic. Josué Sevilla

El 1 de Mayo del año 1929, los comunistas hondureños crearán la segunda federación obrera en el país: la Federación Sindical Hondureña (FSH). Anteriormente, y desde una ideología mutualista, surgió en el año de 1921, surgió la Federación Obrera Hondureña (FOH). Los principios de este tipo de federación, giraron en torno a la cooperación mutua entre distintos sectores, ya sean profesionales o artesanales.

Ese fue el primer tipo de organización que se propagó en Centroamérica desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a lo que el historiador costarricense Víctor Hugo Acuña, denominó como “minorías activas”. La ideología política predominante, desde la independencia, a 1921 fue la liberal. Sin embargo, con el estallido de la Revolución Mexicana en 1910 y la Revolución Rusa en 1917, Centroamérica va a ser bombardeada por otro tipo de ideologías: anarquista, socialista, comunista y el antiimperialismo del pensamiento latinoamericano.

Las sociedades artesanales y su ideología

La primera forma de organización obrera en casi todo Centroamérica, corresponde a las sociedades de socorro, más conocidas como mutualistas, que se generó en los centros urbanos del istmo. En el caso de Honduras, el sociólogo Mario Posas, se refiere a estas de la siguiente manera: los intereses artesanales que se expresan fundamentalmente en las organizaciones mutualistas (ahorro, mutua protección en caso de desempleo, enfermedad o muerte), no entran en contradicción con los intereses de la burguesía imperialista norteamericana que controla las principales empresas capitalistas del país, ni con los intereses de una oligarquía terrateniente dirigente del aparato estatal (Posas, 1971).

¿Cómo surgen las sociedades artesanales en Honduras? Desde 1890, hay registros de este tipo de organizaciones. La mayor parte utilizaban el calificativo de sociedades. Como bien señalaba Mario Posas, los alcances de esta ideología no rebasaba la frontera del cooperativismo, del mutualismo, de la educación de sus miembros, y el socorro en caso de enfermedad o desempleo. ¿Quiénes aglutinaban este tipo de organizaciones? Aquel tipo de personas dedicadas a actividades relacionadas con la manufactura o profesiones artesanales: carpinteros, albañiles, sastres, tipógrafos, y en algunos casos, gente profesional. Para el caso de Honduras, fue la FOH la primera organización obrero-artesanal del país.

En la década de 1920, las sociedades artesanales en Honduras, crecieron vertiginosamente. Sin embargo, ya a mediados de dicha década empiezan a filtrarse las ideas comunistas y su propuesta de sindicalismo clasista. Esto ocurrió fundamentalmente en la costa norte hondureña, en donde llegaba continuamente propaganda desde México y Panamá. El primer brote de ruptura de la FOH se da en el año de 1926, cuando varias sociedades de la costa norte hondureña, deciden crear su propia organización: Federación de Sociedades Obreras del Norte.

Según Graciela García “los planteamientos de la Federación de Sociedades Obreras del Norte, respondían sin duda a unos principios marxistas que ya habían empezado a hacer difundidos y asimilados en el país, especialmente en la costa norte” (Villars, 1991). Entre algunos de los líderes, se encontraba Zoroastro Montes de Oca, quien años más tarde fundará la FSH y el Partido Comunista de Honduras (PCH), con Manuel Cálix Herrera y Juan Pablo Wainwright. Como era de esperarse, las ideas comunistas no fueron bien vistas por los miembros directivos de la FOH, quienes se verán enfrentados posteriormente con los personajes citados anteriormente.

El papel de los comunistas en la FSH

Después de la expulsión de Manuel Cálix Herrera, de la FOH en 1928, los comunistas harán un esfuerzo por fundar su propia federación obrera. Sin embargo, antes dieron algunos pasos importantes, como ser: fundar el Partido Socialista de Honduras (1927), el Grupo Izquierda Proletaria (1928), y el Periódico El Martillo, el 18 de Marzo de 1929 (Villars, 2010). Después de guardar prisión en Puerto Cortés, a principios de 1929, Manuel Cálix Herrera lanza la campaña junto a sus compañeros, de organizar el primer congreso obrero y campesino, en la ciudad de Tela.

En efecto, este congreso se llevó a cabo el 1 de Mayo de 1929, de donde surge la FSH. Dicha organización será la catapulta de las propuestas de los comunistas a finales de las décadas de 1920 y 1930. ¿Cuáles fueron las principales propuestas de los comunistas y la FSH? Primero: Una de las propuestas más importantes fue la organización en sindicatos de los trabajadores que laboraban para las transnacionales bananeras. Segundo: propusieron en 1930, la creación de una ley laboral del trabajo, dicha propuesta fue enviada al congreso, pero esta fue desestimada por los diputados de la época, quienes veían a los miembros de la FSH con sospecha y bajo ciertos matices anticomunistas. Para la tradición política liberal hondureña, le fue muy difícil aceptar a lo largo del siglo XX, otras ideas que no fueran las liberales. Tercero: los comunistas participaron en las elecciones de 1932, proponiendo como presidente a Manuel Cálix Herrera. Cuarto: desde sus posiciones ideológicas, hicieron un trabajo de propaganda en la costa norte y Tegucigalpa para proponer el sindicalismo clasista en Honduras.

Evidentemente, casi todas sus propuestas no pudieron ser materializadas, pero sí son parte de los antecedentes de propuestas diferentes al estado liberal capitalista, surgido en Honduras a principios del siglo XX. Pasarán dos décadas y media para que en Honduras se legalice el sindicalismo en las compañías bananeras. Esto devino después de los acontecimientos de la huelga de 1954, cuando los obreros de los campos bananeros, realizaron la protesta más duradera en la historia de Honduras. En un sentido retrospectivo, hay que rememorar que fue alrededor de esta federación, que se dieron este tipo de propuestas efectivas en Honduras, luego de largos años de explotación, tanto por el estado, y las empresas transnacionales bananeras.

Retrospectiva y actualidad del Sindicalismo en Honduras

Después de la huelga de 1954, afloraron en Honduras, una gran cantidad de sindicatos, los cuales obtuvieron una serie de preventas laborales, hasta entonces, inexistentes en nuestro país. Durante los regímenes militares, el regreso a la democracia bipartidista en Honduras en 1982, los obreros fueron un sector beligerante y de contrapeso en el estado nacional hondureño. El fantasma del neoliberalismo ha destruido todas las conquistas sociales, laborales que los obreros hondureños alcanzaron en la segunda mitad del siglo XX, cuando todavía existía una especie de bienestar social.

Hay muchos fracasos del obrerismo en Honduras: Primero, hay que reconocer que fueron utilizados por el sindicalismo libre auspiciado por la ORIT, y la AFL en el contexto de la guerra fría en Centroamérica. Segundo, las rivalidades entre las distintas confederaciones obreras, hicieron ineficientes su tipo de organización frente al avasallante ímpetu del modelo neoliberal. Tanto la empresa privada, como el estado, se han encargado de destruir los derechos laborales de los trabajadores: empleo por hora, largas jornadas de trabajo sin horas extras, ausencia de contrato colectivo.

Cuando se reflexiona lo histórico con lo presente, es decir, la historia del obrerismo hondureño y su actualidad, podemos llegar a las siguientes conclusiones: fue la FSH y los comunistas, los primeros en proponer una ley laboral (aunque hubo otros intentos por parte del Estado e intelectuales hondureños) y la organización de los trabajadores en las plantaciones bananeras. Además de introducir la idea clasista de organización sindical. A la memoria de estos personajes –Manuel Cálix Herrera, Zoroastro Montes de Oca, Graciela García, Felipe Armando Amaya y Juan Pablo Wainwright– conmemoramos la fundación de la FSH, el sindicalismo clasista y el derecho a la sindicalización en Honduras. Un derecho que en la actualidad es un adefesio, una utopía, bajo la concepción capitalista neoliberal.

Por Melchor Benavente

Las verdaderas causas de la disolución del Estado federal en Centroamérica, que duro apenas 14 años, (1824-1838) es un tema que ha sido analizado por los sesudos profesores de universidades norteamericanas. No obstante, es un tema casi olvidado en nuestra academia. Acercándonos a los 200 años de la primera independencia (1821-2021), consideramos urgente y necesario retomar la discusión sobre la fallida experiencia del Estado Federal en Centroamérica

¿Morazán estableció una dictadura revolucionaria?

El general Francisco Morazán salió triunfador de la primera guerra civil centroamericana (1826-1829), pero los problemas de la república federal apenas comenzaban.

En cierta medida, Morazán desaprovechó la victoria militar de 1829 al no introducir los profundos cambios democráticos que la naciente república federal demandaba.

Al triunfar, Morazán restableció en sus cargos al Congreso y el Senado de la época de 1826, cuando estalló la guerra civil, a las cuales se les había vencido el mandato. No convocó a nuevas elecciones, sino que restableció a las viejas autoridades para que concluyesen su mandato inicial.

La Asamblea Legislativa de Guatemala declaro nulas las elecciones de 1826, 1827 y 1828, y decretó una amnistía parcial que fue cuestionada por la Asamblea Legislativa de El Salvador. Muchos funcionarios de la contrarrevolución fueron fusilados, otros fueron perdonados. La plata de los conventos fue confiscada para reactivar la economía, fueron declarados extintos los establecimientos de las órdenes religiosas de los dominicos, franciscanos, recoletas y mercedarios, pero los hospitales continuaron en manos de Bethlemitas, se desterró de Guatemala al arzobispo Casaus y otros centenares de curas, y os que quedaron no podían predicar en sus pulpitos sin la supervisión de los Jefes Políticos.

Pareció que Morazán estuvo dispuesto a ejercer una dictadura revolucionaria, pero estas decisiones revolucionarias se produjeron esencialmente en el Estado de Guatemala, y fueron aplicadas a medias. El resto de Centroamérica miraba expectante lo que ocurría en la antigua Capitanía General.

El error mas importante de Morazán fue no repartir las propiedades de la Iglesia y la oligarquía entre las masas indígenas y no elevar a estas a la condición de ciudadanos con todos los derechos.

El art 14 de la Constitución de 1824 estableció un concepto de ciudadanía muy restringido: “Son ciudadanos todos los habitantes de la República naturales de país, o naturalizados en él que fueren casados, mayores de diez y ocho años, siempre que ejerzan alguna profesión útil o tengan medios conocidos de subsistencia”. Con esta disposición quedaron por fuera la mayoría de la población de origen indígena y una buena parte de los mestizos.

En vez de impulsar la revolución democrática en el conjunto de Centroamérica, apoyándose en las masas indígenas, liberándolas del control religioso de la Iglesia Católica, devolviendo las tierras a las comunidades, Morazán estableció un gobierno cada vez más autoritario que, lejos de atraer al reducido número de ciudadanos (los que tenían propiedades), los empujaba al bando contrario de los conservadores.

Como rechazo al triunfo militar de Morazán, y a las políticas aplicadas entre 1829-1834, estallaron dos nuevas guerras civiles en Centroamérica en 1831-1833 y 1837-1839.

Primeros síntomas de desmoronamiento del Estado Federal

Paralelamente, a las guerras civiles regionales, también estallaron constantes guerras civiles dentro de los Estados, que a veces se extendían a sus vecinos, dependiendo de las circunstancias. Bajo este clima de zozobra e inestabilidad, el Congreso de Costa Rica aprobó el 1 de abril de 1829 la Ley Aprilia, convirtiéndose en el primer Estado en separarse temporalmente de la Federación. Esta ley fue derogada en 1831, pero fue el primer síntoma del desmoronamiento del Estado Federal.

El segundo síntoma provino del Estado de El Salvador, tradicional aliado del general Morazán. En diciembre de 1831 el Congreso federal emitió los decretos del 6, 16 y 20 de diciembre de 1831, por medio de los cuales se autorizó al gobierno federal levantar un ejercito de 4,000 hombre, imponiendo prestamos voluntarios o forzosos a los diferentes Estados, además de autorizar el traslado de la capital federal de Guatemala a El Salvador. El traslado de la capital federal era una vieja reivindicación, ya que la sede en Guatemala creaba los mismos resentimientos y recelos de la época de la Capitanía General. Fue hasta 1834 que el distrito federal se trasladó a Sonsonate, El Salvador.

El traslado del ejército de Morazán provocó recelos y divisiones en la oligarquía salvadoreña y después de un tremendo forcejeo político, la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró, el 7 de enero de 1832, igualmente suspenso el pacto federal. Los salvadoreños se convirtieron en los abanderados de la reforma a la Constitución Federal de 1824, la que casi todos miraban como causante de todos los males

Nicaragua apoyó a Morazán con soldados y dinero. Este finalmente invadió El Salvador, derrocando a sus autoridades. Cada triunfo militar de Morazán se convertía, irónicamente, en una derrota política para la causa unionista, y reducía constantemente el numero de aliados.

1835: fracasa la reforma a la Constitución Federal de 1824

Debido al estallido de la segunda guerra civil centroamericana, en el periodo 1831-1833, Morazán se vio forzado a aplicar algunas reformas a su gestión, y a aceptar la propuesta de reforma de la Constitución de 1824, la que fue finalmente aprobada por el Congreso Federal reunido en San Salvador, El Salvador, el 13 de febrero de 1835, pero no entró en vigencia debido a que solo los Estados de Nicaragua y Costa Rica ratificaron dicha reforma.

Las discusiones estuvieron centradas en un aspecto formal muy importante. El art. 203 de la Constitución de 1824 estableció que “cuando la reforma o adición se versare sobre algún punto que altere en lo esencial la forma de gobierno adoptada, el Congreso después de la aceptación de los Estados, convocará una Asamblea Nacional constituyente para que definitivamente resuelva”.

Morazán y los liberales de la época optaron por una vía mas corta, creando una Comisión Legislativa del mismo Congreso Federal encargada de impulsar el proyecto de reforma que incluía, entre otros aspectos, la reorganización del Congreso como órgano legislativo bicameral. De nada sirvió aprobar correcciones a las distorsiones del Estado Federal, ya que no se hizo a través de la convocatoria a una nueva Asamblea Nacional Constituyente. Había desaparecido la confianza de la mayoría de los pueblos de los Estados en el pacto federal de 1824.

Se debilitan los morazanistas en Nicaragua

En enero de 1825, la intervención del ejército federal puso fin a la primera guerra civil en Nicaragua, dando origen a un gobierno conjunto de las dos fracciones en pugna. Manuel Antonio de la Cerda y Juan Argüello, fueron electos Jefe y Vice Jefe del naciente Estado de Nicaragua. Pero los conflictos continuaron.

La primera guerra civil centroamericana tuvo su refracción en el Estado de Nicaragua, y el Jefe de Estado del momento, Manuel Antonio de la Cerda, fue fusilado en noviembre de 1828, abriéndose un periodo de hegemonía liberal o morazanista, cortado a veces por la elección de algún gobierno conservador o granadino que rápidamente era derrocado.

Dionisio Herrera, quien fue el primer Jefe de Estado de Honduras, ayudo a pacificar el país, sacudido por continuar guerras intestinas. El 21 de febrero de 1835 la Asamblea Legislativa de Nicaragua declaró popularmente electos al coronel José Zepeda como Jefe y al conservador José Núñez como vice Jefe de Estado. Zepeda había combatido junto a Morazán en La Trinidad, Gualcho, El Salvador y Olancho.

En enero de 1837, un sector del ejército, acaudillado por los coroneles Bernardo Menéndez y Casto Fonseca, dio un golpe de Estado y asesinó al Jefe de Estado, José Zepeda. Un año después, en enero de 1838, se produjo otro alzamiento militar que derrocó a ambos y que terminó en una transacción política entre liberales moderados y conservadores, y en la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. La bandera política que los unía era la revisión del pacto federal.

1838: un año decisivo.

Producto de los errores políticos de Morazán, los liberales guatemaltecos perdieron el poder, ascendiendo un gobierno conservador encabezada por Pedro José Valenzuela, claramente secesionista. El 2 de febrero de 1838 se constituyó el Estado de Los Altos (comprendía a los departamentos de Quetzaltenango, Totonicapán y Sololá), una desmembración de Guatemala y aunque permanecía dentro de la Federación, era otro síntoma de la desintegración de la misma.

Nicaragua se retira de la Federación: comienza el desplome

Mediante un acuerdo político se convocó a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente, la que se instaló solemnemente el 10 de abril de 1838 en la villa de Chinandega. En estas elecciones no había voto universal, sino que solo los ciudadanos con propiedades podían votar.

En poco tiempo, el consenso existente se tradujo en el decreto del 30 de abril de 1838, mediante el cual la Asamblea Nacional Constituyente de Nicaragua resolvió lo siguiente: “(…) 1º. El Estado de Nicaragua es libre, soberano e independiente sin más restricción que la que se imponga en el nuevo pacto que celebre con los otros estados de Centro América, conforme a los principios de un verdadero federalismo. 2º. Nicaragua protesta del modo más solemne pertenecer a la nación de Centro América por medio del pacto indicado. 3º. Corresponden al Estado las rentas que concentraba la nación, administrándose por ahora como hasta aquí en todo lo que no se oponga al presente decreto. (…) 7º. No tendrán efecto los decretos federales que en lo sucesivo se dieren; i los dados hasta hoy sólo regirán en la parte que no se opongan a la presente ley. (…) 9º. Nicaragua guardará la mejor armonía con los demás estados del Centro, i les prestará los auxilios que le sean posibles para la defensa de su independencia i libertad. 10º. La Asamblea dirigirá a la mayor brevedad posible una exposición vigorosa a la legislatura federal, detallando los motivos que la han impulsado a dar el presente decreto, reclamando su anuencia; i de la misma exposición se dirigirán copias a las asambleas i gobiernos de los estados, para que tomando en consideración las grandes causas de conveniencia nacional que han movido al Estado para segregarse de la Federación, secunden la conducta de Nicaragua, i promueva cada uno por su parte la formación de un nuevo pacto federativo más análogo a las peculiares circunstancias de Centro América”.

Este decreto fue enviado al Congreso Federal que todavía se reunía en El Salvador, y este, acongojado, soltó las riendas de la federación al emitir un después, el 30 de mayo de 1838, un escueto decreto que resolvía lo siguiente: “Son libres los Estados para constituirse del modo que tengan por conveniente, conservando la forma republicana popular, representativa y división de poderes”.

La agonía de la Federación llegaba a su fin. Una Asamblea Nacional Constituyente, reunida en Comayagua, Honduras, el 27 de octubre de 1838, proclamó lo siguiente: “El Estado de Honduras es libre, soberano e independiente”. El 5 de noviembre reafirmó la decisión: “El Estado de Honduras es libre, soberano e independiente del antiguo gobierno federal, del de los demás Estados y de todo otro gobierno o potencia extranjera”, ocasionando un tercer golpe mortal al Estado Federal

El 27 de mayo de 1838 se produjo el primer golpe militar en el Estado de Costa Rica, propinado por Braulio Carrillo contra Manuel Aguilar y Juan Mora, Jefe y vice Jefe de Estado, y convocó a una Asamblea Nacional Constituyente que en su corto funcionamiento emitió el decreto del 14 de noviembre de 1838 declarando que Costa Rica asumía la plenitud de su soberanía y formaba un Estado libre e independiente, aunque siempre seguía perteneciendo a la familia centroamericana. Esta fue la cuarta cuchillada contra el federalismo

En Granada y León, ciudades tradicionalmente enfrentadas, se celebró con alegría la ruptura del pacto federal y la proclamación de Nicaragua como un Estado unitario e independiente. Hasta la invasión filibustera en 1854, en Nicaragua se celebraba la independencia de Nicaragua los días 30 de abril y 15 de septiembre.


Juan Pablo Wainweight, cerca de la capilla de la Penitenciaría de Guatemala, dias antes de ser fusilado

Por Melchor Benavente

Este 18 de febrero se cumplieron 87 años del asesinato de Juan Pablo Wainwright Nuila (1894-1932), quien fue fusilado en la Penitenciaría Central de Guatemala, por órdenes del dictador Jorge Ubico.

Juan Pablo Wainwright fue un destacado dirigente sindical afiliado al primer Partido Comunista de Honduras (PCH) que se desarrolló a inicios de los años 30 del siglo pasado, cuando todavía la plaga estalinista no se había apoderado de la totalidad del movimiento comunista. En Honduras hay dos leyendas vivientes del movimiento revolucionario: Manuel Cálix Herrera y Juan Pablo Wainwright, dos dirigentes contemporáneos que trabajaron en las mismas condiciones.

Ambos fueron fundadores de los primeros grupos sindicales con orientación comunista, siguiendo los pasos de los fundadores del Partido Comunista de Centroamérica (PCCA) de corta existencia.

Militancia revolucionaria

La costa norte de Honduras fue el lugar donde asentaron sus operaciones las compañías bananeras, que agrupaban a decenas de miles de trabajadores. Ese fue el lugar donde los primeros grupos comunistas, encabezados por Cálix Herrera y Wainwright, iniciaron el trabajo para organizar a la clase trabajadora. En junio y julio de 1930, la Federación Sindical Hondureña (FSH) convocó a una Huelga General para el día 4 de julio. La convocatoria por medio de hojas volantes causo gran impacto y desató una feroz represión del gobierno, decretando el Estado de Sitio y capturando a muchos dirigentes, entre ellos Cálix Herrera y el propio Wainwright, quien fue encarcelado en la ciudad de Tela, siendo procesado por el delito de sedición y liberado un tiempo después.

Antes de la navidad de 1930, se desató una segunda oleada represiva y Wainwright fue nuevamente encarcelado, junto a otros dirigentes comunistas, bajo la acusación de “deserción militar”, por no haber inscrito en el servicio militar obligatorio, siendo sentenciado a diez meses y nueve días de prisión y trasladado a la tenebrosa prisión del Castillo de Omoa, donde enfermó de tuberculosis (Cálix Herrera moriría de la misma enfermedad)

Llega a Guatemala

Wainwright logró fugarse de la prisión de Omoa, y con ayuda de amigos logró cruzar la frontera de Guatemala, huyendo de la represión. Ahí estableció contacto con grupos comunistas. Su familia se trasladó a El Salvador, donde el viajaba con frecuencia.

Entre diciembre de 1931 y enero de 1932 se produjo una redada contra 65 militantes comunistas de Guatemala, al parecer como una medida preventiva de Ubico ante la agitación existente en El Salvador y que desembocaría en la insurrección y matanza de enero de 1932.

El 7 de enero de ese mismo año fue capturado Juan Pablo Wainwright, acusado de haber redactado una hoja suelta contra la dictadura de Jorge Ubico.

Consejo de Guerra y pena de muerte

11 de los principales dirigentes comunistas de Guatemala, incluido Juan Pablo Wainwright, fueron acusado de “traición, sedición, injurias y calumnias graves al Presidente de la Republica”. Como ya estaba planificado, 7 de 11 procesados fueron condenados a la pena capital, con derecho a apelar de la sentencia. La tercera Sala de Apelaciones de la Corte Suprema de Justicia, organizada como Corte Marcial, confirmó la sentencia de pena de muerte el 13 de febrero. Al día siguiente, el Partido Liberal Progresista convocó a una enorme manifestación para exigir el fusilamiento de los comunistas. Todavía quedaba la posibilidad de que Ubico indultase a los condenados a muerte.

El indulto de Ubico

Media hora antes de las 6 am del día 15 de febrero de 1932, fecha en que se debían fusilar los 6 prisioneros, llego la orden de suspensión de la ejecución, por indulto otorgado por Ubico. Todos fueron perdonados menos Juan Pablo Wainwright, quien fue finalmente el único reo fusilado el día 18 de febrero de 1932.

La leyenda dice que estando prisionero Juan Pablo Wainwright retó personalmente y escupió a Ubico en la cara, y aunque encaja con su personalidad combativa, no es un hecho demostrado. Lo que sí está demostrado era que Juan Pablo Wainwright era un líder peligroso para la oligarquía guatemalteca, y por eso decidieron eliminarlo.

El fusilamiento de Wainwright ha sido olvidado por las nuevas generaciones de militantes de izquierda, a pesar que su ejemplo, militancia y sacrificio representan las mejores tradiciones del socialismo centroamericano. Juan Pablo Wainwright es, sin lugar a dudas, uno de los nuestros, por eso lo recordamos, lo reivindicamos y tratamos de ser consecuentes con su espíritu de lucha.

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