Por Leonardo Ixim

Con 2,3 millones de fallecidos y más de 106 millones de personas infectadas para inicios de febrero del 2021, la enfermedad del COVID-19 sigue amenazando a la humanidad, convirtiéndose en un verdadero fenómeno global propio de la época imperialista del capitalismo. Esta pandemia ha obligado a la mayoría de los gobiernos del mundo, salvo algunos negacionistas, a realizar medidas de cuarentena y distanciamiento social, por la forma de contagio de la enfermedad.

Estas medidas cayeron como balde de agua fría a la economía mundial, en un contexto de donde ésta mostraba síntomas de enfriamiento, en una incierta recuperación pos crisis mundial de 2008, producto del salvataje a los grandes conglomerados financieros de parte de los Estados imperialistas y marcado por el conflicto entre estos.

Las medidas emprendidas para detener el contagio, si bien lograron -en los países donde se aplicó más duramente- detener el contagio, los efectos en las economías nacionales fueron devastadores, afectando sobre todo con esto a la clase obrera mundial. En Centroamérica, donde la mayoría de la población laboral está en el sector informal, los efectos de estas medidas aumentaron con creces los índices de informalidad, así como el desempleo y la cesación laboral, pues los patrones descargaron sobre las y los trabajadores la crisis.

Competencia en torno a las vacunas

La característica de la época imperialista es la del oligopolio mundial, no la libre competencia como pregonan; la producción de medicamentos está concentrada en unas cuantas empresas, cuyos capitales son de los países centrales. Muy al inicio de la pandemia la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a la Coalición para la Innovación en Preparación para Epidemias (CEPI en sus siglas en inglés), instancias donde participan los grandes conglomerados farmacéuticos, organizaron un fondo mundial de 2,000 millones de dólares para la inversión rápida y el desarrollo de candidatos a vacunas donde estas grandes empresas obviamente eran las beneficiadas.

De tal forma, se fueron desarrollando una serie de vacunas que con retrasos -son tres fases de experimentación según los criterios científicos para aprobarlas- iniciaron en enero la vacunación, sobre todo en algunos países imperialistas. La CEPI, pese a anunciar la colaboración entre empresas, gobiernos y academia bajo las famosas alianzas público-privadas, como esfuerzo común para lograr las tan ansiadas vacunas, en la práctica con recursos públicos e investigación académica, varias empresas fueron desarrollando la vacuna cada una por su lado.

Sin embargo, toda esa palabrería esconde la verdadera falta de colaboración, donde instancias como la OMS están a merced de la voracidad capitalista; pese a que desde inicios del siglo se realizaron investigaciones producto de las primeras variantes de coronavirus (del cual COVID-19 es una) registradas en países asiáticos, muchas de estas fueron detenidas porque no representaban ganancias para estos grandes conglomerados.

Las diferentes vacunas

Para febrero de 2021, diez vacunas han sido autorizadas para su uso público por la OMS e instancias nacionales de regulación de medicamentos, así como 66 candidatas en investigación clínica. Las vacunas contra esta infección pueden clasificarse según el vector que utiliza el material genético del virus SARS-CoV-2. Estas son:

De ARN mensajero: a) Tozimeran de las empresas Pfizer, farmacéutica estadunidense y BioNTech, empresa de biotecnología alemana. b) mRNA-1273 de la empresa también estadunidense de biotecnología Moderna, elaborada junto al estatal Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de ese país.

Con vectores del propio virus desactivado: a) BBIBP-CorV del Grupo Farmacéutico Nacional Chino -Sinoparhm-, una empresa de carácter para estatal china. b) BBV152de capital indio junto al Consejo Indio de Investigación Médica. c) CoronaVac elaborada por Sinovac Biotech empresa privada china. d) WIBP también de Sinopharm.

Bajo el uso de otros vectores virales: a) Sputnik V del Centro Nacional de Investigaciones de Epidemiologia y Microbiología Gamaleya, el cual tuvo capital de fondos privados de inversiones rusos. b) AZD1222 elaborada por la Universidad de Oxford y por la empresa farmacéutica británica AstraZeneca. c) Ad5-nCoV elaborado por CanSino Biologics empresa privada china con sede en Hong Kong, elaborada junto al Consejo Nacional de Investigación de Canadá. d) Ad26.COV2.S de la empresa estadunidense Johnson&Johnson y su filial belga Janssen Pharmaceutica.

Estas empresas, además de conseguir fondos públicos para desarrollar la vacuna, son conglomerados con apoyo estatal tanto en recursos como investigación científica, sean empresas estatales como el caso de las chinas o monopolios privados que están imbricados con sus respectivos estados. Un caso especial es la vacuna cubana, también aprobada por la OMS de Soberana2 del Instituto Finalay de ese país, totalmente estatal y elaborada a base a componentes de otros virus y bacterias.

¿Un nacionalismo de vacunas?

Aunque existe el mecanismo de COVAX impulsado por la OMS y la misma CEPI, el cual es una canasta donde los fabricantes de vacunas ponen a disposición una cantidad de las mismas, mientras que los gobiernos aportan cierta cantidad de dinero para ser beneficiarios, estas solo cubren el 20 por ciento de la población para vacunar de cada país. La mayoría de lotes de vacunas están concentrados en Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia, Japón, Alemania y Corea del Sur, el cual representa casi el 53 % de vacunas y solo el 14 % de la población en rango de vacunación.

En ese sentido, pese a que, en varias naciones del mundo (en la región centroamericana, por ejemplo, Costa Rica) ya se está vacunando, el grueso se concentra para las naciones imperialistas, habiendo además retrasos de los fabricantes, pese a que esos gobiernos ya han adelantado sumas millonarios a las farmacéuticas en contratos a futuro, además de las proporcionadas por estos para la investigación. Un ejemplo de esto fue que la UE invirtió 2.700 millones de euros para el desarrollo de vacunas y acordó la compra de 600 millones de dosis de Pfizer, 160 millones de Moderna, 400 millones de AstraZeneca, 400 millones de Curevac, otros 400 millones de Johnson & Johnson y 300 millones de Sanofi. Un total de 2.260 millones de dosis.

Así, por un lado, las naciones más desarrolladas concentran la demanda principal de vacunas sobrepasando la necesidad real y por el otro lado se generan conflictos entre estas, por ejemplo, Reino Unido bloqueó la exportación de la vacuna AZD1222 de AstraZeneca, mientras que la Unión Europea ha implementado medidas extraordinarias para bloquear la salida de su territorio. Medidas de carácter nacionalista reaccionario propias de una competencia inter-imperialista; de tales medidas ya fuimos testigos al inicio de la pandemia en lo que se refiere a equipos de protección personal o de atención a pacientes.

Se asiste también a una guerra entre empresas para adueñarse de los mercados, a partir de negociaciones secretas con los distintos gobiernos, aunque en los países dependientes se espera que el mecanismo de COVAX supla una primera parte; por ejemplo, en Guatemala se está a la espera de la llegada de la vacuna de AstraZeneca habiendo ya retrasos, así como la duda en toda Centroamérica de las capacidades logísticas de almacenamiento.

Además, se ha impuesto una serie de cláusulas prohibitivas, como plazos demasiados permisivos para el abastecimiento, protección de patentes y cláusulas de inmunidad para evitar ser responsabilizadas si algo sale mal, es decir todavía se quieren lavar las manos estas empresas. Así como prohibirles a los gobiernos imperialistas la donación o venta a un tercer país de las dosis, convirtiéndose en un bloqueo hacia los países más pobres y cláusulas para suspender los suministros si los Estados hacen públicos los precios negociados con las empresas.

A esto se le agrega la incertidumbre causada por la mutación y el aparecimiento de nuevas cepas, así como la capacidad de estas vacunas para generar inmunidad, ante las nuevas modificaciones del componente molecular (ADN y ARN) de este virus, situación generada en la medida que los escenarios de multiplicación de la pandemia se mantienen.

¡Por la liberación de patentes!

De hecho, una plataforma, dentro la cual se encuentran Médicos sin Fronteras, Oxfam y otras organizaciones no gubernamentales, está exigiendo la exención de los derechos de propiedad intelectual en relación con las vacunas y medicamentos para atender la infección por COVID-19. También gobiernos como India y Sudáfrica se han manifestado en ese sentido.

Las patentes y la propiedad intelectual no son más que la apropiación privada de un bien común, producido por el conocimiento científico acumulando durante años o décadas por la clase trabajadora. En este caso, esto es producto de múltiples investigaciones en diferentes países, en gran parte financiadas con dinero público, en universidades, hospitales o centros de investigación de todo el planeta.

Nosotros consideramos que los sindicatos de trabajadores de salud, organizaciones comunitarias que atienden la salud y otros organismos sociales deben asumir la consigna de liberación de patentes. Además de exigir la centralización del sistema público y privado, en un plan de vacunación general de toda la población, con la participación de sindicatos y organizaciones populares.


Por Ashley Smith

Hemos entrado en una nueva época del imperialismo mundial. Los hitos del proceso copan las noticias diarias. EE UU y China se disputan la hegemonía en Asia. En Europa Oriental, Rusia y EE UU se han enfrascado en una nueva guerra fría. Estas potencias también apoyan a bandos opuestos en el creciente conflicto internacional en Oriente Medio. Tales rivalidades desmienten la tesis de Karl Kautsky, quien a comienzos del siglo XX sostenía que el mundo había entrado en una nueva fase del capitalismo, en la que las clases dominantes del mundo, salvo algunas excepciones menores, se habían unido de cara a la explotación pacífica de los trabajadores y los recursos del planeta.

El auge neoliberal de comienzos de la década de 1980 hasta el año 2008 es la causa principal de esta nueva rivalidad imperial. Ha reordenado las placas tectónicas de la economía mundial. Países como China se han convertido en nuevos epicentros de acumulación de capital. Inevitablemente han ganado fuerza en el sistema mundial y así han entrado en conflicto con la potencia hegemónica, EE UU, que ha sufrido un declive relativo a raíz de las crisis económica, imperial y política.

Todo esto ha creado un nuevo mundo multipolar asimétrico. EE UU sigue siendo la única superpotencia, pero ahora se enfrenta a un rival global potencial en China y a una serie de potencias regionales, desde Rusia hasta Brasil. También afronta conflictos entre varios Estados ascendentes que escapan a su control. El desplome global duradero del sistema mundial y la reciente desaceleración de la economía china no harán más que exacerbar las tensiones entre las diversas potencias. Todos los rincones del mundo están en juego, desde las Américas hasta Asia, Europa, África e incluso el Ártico y la Antártida.

El gobierno de Obama ha dejado bien claro que, según sus propias palabras, “el liderazgo global de EE UU sigue siendo indispensable”/1. No obstante, su declive relativo le ha forzado a revisar su estrategia imperial. Al tiempo que trata de sustraer a EE UU de guerras terrestres en Oriente Medio y Asia Central y retornar a una política de equilibrio entre potencias regionales, Obama intenta reorientar la potencia estadounidense para enfrentarse a Rusia en Europa Oriental y, sobre todo, para centrarse en Asia a fin de contener el ascenso de China como potencia regional y futura potencia mundial. Todo esto augura una conflictividad creciente dentro del sistema global.

El capitalismo incuba la rivalidad interimperial

La teoría marxista clásica del imperialismo sigue siendo el mejor instrumento para analizar estas rivalidades en curso. Vladímir Lenin esbozó el planteamiento básico en su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo. Nikolai Bujarin lo desarrolló de un modo más sistemático en su libro titulado El imperialismo y la economía mundial. En esencia, señalan que la lógica competitiva del capitalismo empuja a las empresas a ir más allá de las fronteras de la economía nacional para buscar recursos, mercados y mano de obra en todo el mundo. Cada uno de los Estados capitalistas acumula enormes arsenales militares para asegurar los intereses de sus empresas dentro del sistema. De este modo, la competencia económica entre capitales da pie a la competencia imperial entre Estados en torno al reparto y la modificación del reparto del mundo. Estas rivalidades pueden desencadenar una guerra entre las grandes potencias.

Los vencedores en estos conflictos tratan de imponer una nueva jerarquía entre los Estados capitalistas. Algunos se sientan en lo alto, otros debajo, y los que están abajo del todo sufren opresión nacional, bien directamente mediante el dominio colonial, bien indirectamente a través de la sumisión política y económica a los dictados de los Estados más poderosos. Sin embargo, según Lenin y Bujarin, estas jerarquías nunca son permanentes. La ley del desarrollo desigual en el capitalismo, que León Trotsky profundizó con la ley de desarrollo desigual y combinado, altera continuamente el orden de los Estados. Viejas potencias se atrofian, surgen nuevas potencias capitalistas que entran en conflicto cuando cada una trata de ordenar el sistema a favor de su propia clase capitalista.

Los marxistas clásicos desarrollaron su teoría polemizando con su coetáneo Kautsky, quien argumentaba que el capitalismo podía dar lugar al ultraimperialismo, en el que las potencias capitalistas podían unirse en torno a la explotación pacífica y cooperativa de la población trabajadora del mundo. Su ingenuidad teórica fue desmentida por toda la historia del siglo XX y ahora por las nuevas rivalidades del siglo XXI. Hemos conocido una sucesión de fases de conflicto interimperial. Primero fue el periodo clásico del imperialismo, cuando las grandes potencias en un orden multipolar se apresuraron a construir imperios coloniales, se repartieron el mundo y desencadenaron dos guerras mundiales. El triunfo de EE UU y la URSS, resultante de esa catástrofe fratricida, dio lugar al orden bipolar de la guerra fría. Con el colapso del imperio soviético, el imperialismo y la rivalidad interimperial no cesaron, sino que dieron lugar a un momento unipolar, hasta que este sucumbió ante el orden mundial multipolar asimétrico de hoy en día.

El momento unipolar

En su obra de referencia titulada The Making of Global Capitalism, Leo Panitch y Sam Gindin generalizan excesivamente el momento unipolar, creyendo que la dominación mundial de EE UU, que ellos consideran persistente e inalterable, invalida la teoría de Lenin y Bujarin/2. EE UU ha intentado, en efecto, asegurar un orden mundial unipolar e impedir el ascenso de cualquier competidor equiparable. Lo ha conseguido durante un tiempo, hasta que el auge neoliberal y las propias crisis de EE UU han socavado su hegemonía. Ha desarrollado una amplia estrategia encaminada a incorporar y subordinar todos los Estados del mundo en las estructuras políticas, económicas y militares que había creado en su bloque durante la guerra fría. Como señala el Nosferatu del imperialismo estadounidense, ZbigniewBrzezinski, en su libro The Grand Chessboard, “los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial consisten en impedir la colusión de los vasallos y mantener su dependencia en materia de seguridad, asegurar que los Estados tributarios permanezcan acomodaticios y protegidos y evitar que los bárbaros se junten”/3.

Este proyecto fue un éxito para EE UU en la década de 1990. La clase capitalista estadounidense reestructuró su economía y restableció su predominio económico relativo sobre Japón y Alemania. Trató de integrar a sus antiguos rivales de la guerra fría en su imperio. Con China ya había establecido una alianza en la década de 1970, y en los años noventa intentó convertirla en una plataforma de fabricación destinada a la exportación para el capital estadounidense e internacional. Junto con sus aliados, impuso un ajuste estructural neoliberal en Rusia y se apoderó de la zona de influencia de esta en Europa Oriental, incorporando a muchos de los nuevos Estados independientes en la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

EE UU utilizó varios organismos internacionales, como Naciones Unidas, para asimilar políticamente a países que habían estado en la zona de influencia rusa o en el campo no alineado. Intensificó el uso del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, así como la recién estrenada Organización Mundial del Comercio (OMC), para abrir las economías capitalistas estatalizadas y someterlas en su conjunto a un orden económico neoliberal supervisado por EE UU, cuyos principios orientadores eran la desregulación, la privatización y la globalización.

El momento unipolar no trajo la paz ni el prometido dividendo de la paz. En vez de ello, EE UU mantuvo su enorme aparato militar y lo empleó para imponer su dominio neoliberal informal frente a los llamados Estados granujas como Irak y Corea del Norte; asumió la tarea de policía internacional para poner orden en los llamados Estados fallidos como Somalia y Haití; y blandió su vasta flota de guerra para intimidar a cualquiera que contestara su dominación.

El auge neoliberal socava la unipolaridad

Tal como habrían predicho los marxistas clásicos, la ley del desarrollo desigual y combinado socavó la hegemonía indiscutida de EE UU. El auge neoliberal sería la fuerza motriz de este proceso. Como demuestra David McNally en su libro The Global Slump, las clases capitalistas superaron la crisis de la década de 1970 y pusieron en marcha una expansión masiva en el mundo capitalista avanzado y partes del mundo en desarrollo, especialmente alrededor de China en el noreste de Asia. El auge neoliberal de 1982 a 2007 triplicó el volumen de la economía mundial/4. Este auge generó nuevos centros de acumulación de capital, como China, que pasó a defender sus intereses de forma más enérgica dentro del sistema mundial, a veces conjuntamente con EE UU y en otras ocasiones en oposición a EE UU. Wall Street dio en llamar a estos países los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La lista podría completarse con muchos otros, como Arabia Saudí o Australia.

Los dos más importantes entre ellos son China y Rusia. China ha conservado la propiedad estatal sobre sectores clave de su economía (como el energético), ha obligado a los inversores extranjeros a asociarse con empresas chinas y ha desarrollado su propia clase capitalista. De este modo, a pesar de su apertura al sistema mundial y a la entrada masiva de inversión extranjera directa, China conserva un alto grado de independencia como potencia emergente. Actualmente es el fabricante más grande del mundo y su economía es la segunda más importante. Rusia, después de recuperarse de la terapia de choque neoliberal de los años noventa, ha conseguido recuperarse también como potencia regional. Bajo el gobierno de Vladímir Putin, ha renacionalizado gran parte de su sector energético y se ha convertido en una potencia petrolera respaldada por un enorme arsenal de cabezas nucleares. Gracias a la liquidez que le proporcionó el auge de su industria petrolera y de gas natural, comenzó a repeler la invasión estadounidense en su antiguo imperio en Europa Oriental y Asia Central.

China y Rusia, así como el resto de los BRICS, son ahora importantes países en el sistema mundial. Sin embargo, es importante no ponerlos a todos en el mismo saco. China es una potencia económica, militar y geopolítica a ascenso. Rusia es una potencia económica muy venida a menos, pero su industria energética y su arsenal militar hacen de ella una fuerza regional capaz de hacer valer su poder a escala internacional. Otros, como Brasil o Sudáfrica, son a lo sumo potencias regionales. Tampoco comparten intereses comunes y han colisionado en torno a una serie de cuestiones, desde el comercio hasta la geopolítica.

El cambio de la correlación de fuerzas en el sistema de Estados se pone claramente de manifiesto en las estructuras institucionales del capitalismo mundial. Reconociendo el ascenso de nuevos países capitalistas, EE UU decidió, tras el estallido de la Gran Recesión, ampliar la reunión de las tradicionales potencias del G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EE UU) a un nuevo grupo G-20. Una fuente declaró a The Guardian que “la aparición del G-20 –que incluye a China, India, Brasil y otros países emergentes– reveló que el G-7 tenía que cambiar o volverse irrelevante”/5. El G-20 se ha convertido ahora en el principal foro mundial para el debate entre los Estados capitalistas dominantes. The Economist escribió, tal vez en un exceso de optimismo, que “no es un nuevo Bretton Woods, pero sí un cambio decisivo del viejo orden mundial”/6.

En realidad, EE UU no ha logrado integrar sin problemas a las nuevas potencias en este orden. Por ejemplo, las divisiones entre ellas han paralizado la OMC, que en 2001 inauguró la ronda de Doha para un pacto comercial global y esperaba tenerlo concluido en 2005. Sin embargo, los desacuerdos entre los países capitalistas avanzados y los BRICS en torno a los subsidios agrícolas y las barreras a la importación frustraron las negociaciones, que finalizaron en 2015 sin acuerdo/7. Tras el fracaso de la OMC, las diferentes potencias capitalistas han forjado pactos regionales y bilaterales en beneficio propio, lo que ha llevado a algunos economistas neoliberales a preocuparse por el ocaso del orden neoliberal. Crédit Suisse publicó un nuevo informe que advertía ante “un posible abandono de la globalización a favor de un mundo multipolar”/8.

Las múltiples crisis del imperialismo estadounidense

Cuando el auge del neoliberalismo creó nuevos rivales, EE UU sufrió tres crisis que provocaron su declive relativo y precipitaron el final del momento unipolar. En primer lugar, y ante todo, sufrió una crisis imperial con sus derrotas en Afganistán e Irak. Con la excusa de la llamada “guerra contra el terrorismo”, el gobierno de George Bush había planeado afianzar su dominación global tomando el control de Irak y remodelando Oriente Medio bajo su égida. EE UU esperaba controlar a sus rivales potenciales que dependen del petróleo de la región al tener la mano en el grifo. Pero las invasiones y ocupaciones de Bush acabaron mal. El ex director de la Agencia Nacional de Seguridad bajo el gobierno de Reagan, general Odom, calificó la guerra de Irak como el “mayor desastre estratégico de la historia de EE UU” y dijo que era “mucho más grave que Vietnam”/9. La suerte de EE UU en Afganistán apenas fue mejor. Esta es ahora la guerra más larga de la historia de EE UU y tras bastante más de una década de ocupación y combate, EE UU y el débil régimen títere que ha instalado todavía están luchando contra los talibán resurrectos. Con EE UU empantanado y gastando billones de dólares en destrozar Irak y Afganistán, sus rivales, en particular China, han ganado espacio para sacar músculo/10.

En segundo lugar, la crisis económica de 2008 puso fin al prolongado auge neoliberal, socavando todavía más la hegemonía estadounidense. La Gran Recesión y la consiguiente depresión mundial golpeó de forma particularmente fuerte a EE UU, Europa y Japón. Tal como documenta Edward Luce, “en 1969, EE UU recibía el 36 % de la renta mundial a precios de mercado, de acuerdo con las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI. La parte que se llevaba EE UU había descendido al 31 % en el año 2000. Entonces comenzó a caer en picado. En 2010, EE UU se embolsó apenas el 23,1 % de la renta mundial. En una década, EE UU perdió el 7 % de la renta mundial”/11.

Además de estas dos crisis, EE UU experimenta una tercera: el bloqueo político entre el Congreso y el gobierno de Obama. Ambos partidos capitalistas están a matar entre ellos. Los Republicanos se han convertido en “el partido del no”. Son rehenes del ala radical de Tea Party, lo que les permite ganar elecciones, pero le lleva a oponerse a proyectos que el capital apoya, como el rescate de bancos y grandes empresas tras la Gran Recesión.

A pesar de su triple crisis, EE UU sigue siendo la única superpotencia mundial. Su economía es la más grande, su ejército es de lejos el más poderoso (el presupuesto militar estadounidense es mayor que los de los nueve países siguientes juntos), y por eso detenta el mayor poder geopolítico/12. Sin embargo, su declive relativo significa que ya no es capaz de imponer su voluntad, como lo fue en el momento unipolar de los años noventa. Sus diversos rivales internacionales y regionales tienen más capacidad y margen de maniobra para llevar adelante sus propios planes. No obstante, lejos de retirarse con el rabo entre las piernas, EE UU está decidido a conservar su dominación global. Aunque Washington ha estado paralizado, las líneas maestras del proyecto imperial estadounidense están claras. La clase dominante pretende sacar provecho de la mano de obra barata de EE UU y de sectores de su industria para hacerlos funcionar con su petróleo extraído mediante fracking y su gas natural de producción nacional. Sobre la base de su economía renovada, espera reafirmar su poder en el sistema mundial/13.

Objetivo: Asia

La reafirmación imperial de EE UU le causa conflictos con las potencias emergentes, especialmente China y Rusia. Gilbert Achcar tuvo razón al calificar a EE UU y sus dos antagonistas de “la tríada estratégica” del sistema de Estados surgido de la guerra fría/14. EE UU está decidido a asegurar que o bien los integra en su orden internacional neoliberal, o bien los frena y disuade como rivales. Al mismo tiempo, y debido a su declive relativo, tiene que llegar a acuerdos con esas potencias, no solo en materia económica, sino también en relación con las regiones conflictivas en las que no puede imponer una solución por sí mismo o a través de sus representantes locales. Los principales terrenos de conflicto entre EE UU y sus nuevos rivales son Asia, Europa y Oriente Medio. En Asia, EE UU reconoce que actualmente se enfrenta a un rival emergente y potencial, que es China. Se trata de la segunda economía más grande del mundo y del principal país exportador/15. Ha integrado a la mayoría de economías asiáticas, recorre el mundo en busca de recursos y oportunidades de inversión y se ha vuelto cada vez más agresiva en la defensa de sus intereses en Asia, América Latina y África.

China expande rápidamente su potencial militar, especialmente su fuerza aérea y naval, a fin de proteger y proyectar sus intereses. Por ejemplo, hace poco anunció que estaba construyendo su primer portaaviones para sumarlo al otro que ya tiene, el Liaoning, adquirido de Ucrania en 1998/16. La proyección regional del poderío chino ha dado lugar a intensos pulsos con otros países. Los dos conflictos más importantes son los derivados de las reivindicaciones de soberanía contrapuestas sobre dos archipiélagos a causa de su ubicación estratégica en las rutas de navegación, caladeros de pesca y reservas subacuáticas cercanas de petróleo y gas natural. En uno de los casos, China se halla en disputa con Japón en torno a las islas Diaoyu, que los japoneses llaman Senkaku, en el mar del Sur de China. En el otro, ha expresado su reivindicación sobre las islas Spratly y Paracelso, en el mismo mar del Sur de China, frente a varios países, entre ellos Filipinas y Vietnam.

Para hacer frente al ascenso de China, el gobierno de Obama anunció su política de “El eje central para Asia” (The Pivot to Asia) en 2011, que después de percatarse de sus connotaciones agresivas, rebautizó con el nombre de “El reequilibrio para Asia” (The Rebalance to Asia).El propósito es consolidar su alianza histórica con sus aliados de la guerra fría, como Japón, atraer a otros nuevos, como India e incluso Vietnam, y apoyar a estos países en sus conflictos con China.Tiene previsto proyectar su poderío económico por medio del Tratado de Asociación Transpacífica (TransPacific Partnership, TPP), que excluye a China. Obama reveló el carácter imperial del acuerdo en su discurso sobre el estado de la nación de 2015 ante el Congreso, cuando declaró que “China quiere dictar las normas para la región del mundo que más crece. Esto pondría en desventaja a nuestros trabajadores y nuestras empresas. ¿Por qué íbamos a permitir que esto ocurra?”/17. Abundando en esta idea, el secretario de Defensa, Ashton Carter, declaró que “la aprobación del TPP es para mí igual de importante que otro portaaviones”/18. EE UU tiene destinado el 60 % de su flota de guerra a la región para intervenir en los conflictos latentes/19.

Washington utilizará estos conflictos con China y su semialiada Corea del Norte, que recientemente ha afirmado que ha detonado una bomba de hidrógeno, para impulsar lo que no puede calificarse de otra cosa que de una nueva carrera de armamentos en Asia. Casi todos los aliados regionales de EE UU aumentan sus presupuestos militares, incluido Japón, que ha modificado su constitución pacifista e incrementado su gasto militar en los últimos tres años/20.

China responde

El “eje central” de Obama ha provocado a su vez el deseo de China de mostrar más músculo en defensa de sus intereses, respondiendo con su propia contraestrategia política, económica y militar. Se dedica a cortejar activamente a los países de la región con el fin de estrechar lazos políticos con ellos, confiando en que su potencial económico permitirá superar toda división política; trata de consolidar su propio pacto comercial, la Zona de Libre Comercio de Asia-Pacífico (Free Trade Area of the Asia Pacific, FTAAP), que excluye a EE UU; finalmente, ha incrementado drásticamente su presupuesto de defensa anual, de alrededor de 12 000 millones de dólares en 2000 a 145 000 millones en 2015/21. China también ha forjado nuevas agrupaciones geopolíticas y económicas para hacer frente a EE UU. En Asia Central, China y Rusia han creado la Organización de Cooperación de Shanghái, que abarca la mayor parte de la región e incluso a Irán. Utiliza estas relaciones para poner en pie lo que llama la Nueva Ruta de la Seda. Construye carreteras, líneas férreas y oleoductos que comunican Europa y Oriente Medio con Asia Central y el noreste de Asia/22.

En el plano internacional, China lanzó la alianza de los BRICS para facilitar el comercio y la cooperación política entre las potencias emergentes. Uno de sus proyectos consistía en crear el Nuevo Banco de Desarrollo para que rivalice con el FMI y el Banco Mundial. No es por casualidad que el nuevo banco tendrá su sede central en Shanghái y que prestará fondos a los países en desarrollo, especialmente para proyectos de extracción de materias primas que China necesita/23. En una incursión paralela en el mundo de las finanzas internacionales, China ha creado recientemente el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que no incluye a EE UU ni a Japón, pero que ha conseguido la adhesión de Australia y el Reino Unido, entre otros países a los que Washington había presionado para que no participaran.

China espera utilizar estas instituciones para penetrar en nuevos países y abrirlos a sus inversiones, a sus exportaciones y a la extracción de materias primas. En América Latina, China es actualmente el segundo socio comercial y de inversión de la región, detrás de EE UU. Se ha convertido en el socio comercial más importante de África, con la que intercambia mercancías por valor de alrededor de 160 000 millones de dólares al año/24. Preocupado por la pérdida de terreno en África, EE UU ha establecido su nuevo centro de mando militar, AFRICOM, y so pretexto de combatir el terrorismo ha instalado en el continente una nueva cadena de bases militares/25.

Finalmente, Pekín se opone ahora con más firmeza, en el plano internacional, al intervencionismo de EE UU. Después de apoyar la intervención estadounidense en Libia, se unió a Rusia en el apoyo al régimen de Asad en Siria frente a la exigencia de EE UU de que dimita. También se ha opuesto repetidamente a las sanciones de EE UU contra Irán. Y al desacelerarse su crecimiento económico, China se ha vuelto todavía más contestataria frente a EE UU. Últimamente, ambos países han protagonizado pequeñas, pero ominosas, provocaciones entre sí. En octubre de 2015, un destructor de la flota estadounidense, el USS Lassen, se opuso a la reivindicación de soberanía sobre aguas territoriales por parte de China, provocando que patrulleras chinas hicieran frente a su presencia. En diciembre, un bombardero B-52 estadounidense voló cerca de las islas Spratly, en el mar del Sur de China. El ministro de defensa chino declaró: “Las acciones de EE UU constituyen una grave provocación militar y agravan la situación e incluso militarizan el estado en el mar del Sur de China”/26.

La nueva guerra fría de Washington con Rusia

EE UU se enfrenta asimismo a una Rusia revitalizada que persigue con creciente ahínco sus propias ambiciones imperialistas en Europa Oriental y Oriente Medio. El gobierno de Bill Clinton había impuesto fuertes ajustes estructurales de cariz neoliberal en Rusia tras el colapso de su imperio. También incorporó gran parte de su antiguo imperio de Europa Oriental en la UE y la OTAN aplicando una política que el asesor de seguridad nacional de Clinton, Anthony Lake, llamó “de ampliación”/27. Cuando Putin llegó al poder, rápidamente se puso a renacionalizar partes de la industria energética con el fin de reconstruir el poder de Rusia y reafirmar la influencia del Kremlin en Europa Oriental y Asia Central. Inevitablemente, EE UU y Rusia entraron en un rumbo de confrontación. Sus relaciones alcanzaron el punto más bajo durante el gobierno de Bush, que trató de aprovechar las llamadas “revoluciones de colores” en Europa Oriental para asegurar el ascenso al poder de nuevos gobiernos aliados. En respuesta a ello, Putin se opuso a la guerra de Bush en Irak.

El gobierno de Obama esperaba “resetear” sus relaciones con Rusia, pero ahora se ha empantanado en lo que el ex primer ministro soviético, Mijaíl Gorbachov, ha calificado de “nueva guerra fría”/28. Esto ha salpicado a su vez a dos conflictos latentes entre aliados de Rusia y EE UU en el antiguo imperio ruso. El primer enfrentamiento estalló con la amenaza de Georgia de incorporarse a la OTAN. Esto precipitó una guerra entre Rusia y Georgia en 2008. Putin logró parar la integración de Georgia en la OTAN y ocupa actualmente los territorios étnicamente rusos de Abjasia y Osetia del Sur. El segundo conflicto es el de la explosiva situación de Ucrania. EE UU hizo lo posible por aprovechar una revuelta popular contra el gobierno con el fin de atraer el país a la órbita occidental. Putin respondió armando a los rusos étnicos del país y después invadió y se anexionó Crimea. EE UU ha financiado el nuevo régimen ucraniano y empujado a la Unión Europea a imponer sanciones a Rusia para ahogar su economía.

Los dos bandos han incrementado el despliegue de equipamientos militares en Europa Oriental. EE UU ha enviado tanques, vehículos de combate y morteros a sus aliados. El Kremlin, a su vez, ha acelerado el despliegue de equipos militares similares junto a sus fronteras y ha anunciado la incorporación de 40 nuevos misiles balísticos intercontinentales a su arsenal nuclear/29. Al parecer, estos misiles son capaces de atravesar el escudo antimisiles estadounidense instalado en Europa. Obama ha respondido acusando a Putin de violar tratados e incrementando todavía más el dispositivo militar de EE UU en Europa.

Temerosos del imperialismo ruso, muchos Estados de Europa Oriental, como Montenegro, se plantean ahora integrarse en la OTAN. Y el nuevo gobierno derechista de Polonia ha solicitado a la OTAN el despliegue permanente de tropas en su país/30. El Kremlin amenaza a Estados como Suecia y Finlandia en sus fronteras para evitar que se unan a la OTAN. Uno de los asesores de Putin, Sergei Márkov, ha apretado las clavijas a Finlandia indicando a su gobierno que “piense en las consecuencias si se plantea integrarse en la OTAN. Debe preguntarse si la entrada pudiera desencadenar la tercera guerra mundial”/31.

Aunque no existen planes para incrementar el número de tropas de EE UU-OTAN en Europa Oriental, el conflicto con Rusia ha llevado claramente a la Alianza –que con anterioridad ya se había planteado la conveniencia de asumir un mayor papel de policía internacional– a insistir más en la “seguridad” europea frente a Rusia. Tal como señala un informe del Congreso estadounidense, “en la cumbre de 2014 de la OTAN en Gales, los 28 Estados miembros aprobaron un ‘plan de acción de alerta’ que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, calificó de ‘el mayor refuerzo de nuestra defensa colectiva desde el final de la guerra fría’. El plan esboza medidas en Europa Central y Oriental como la mejora de la infraestructura, el redespliegue de equipos y suministros y la designación de bases para los despliegues de tropas. Los aliados aprobaron además la creación de una nueva fuerza conjunta de muy alta disponibilidad (Very High Readiness Joint Task Force (VJTF), entendida como una sección más pequeña y especializada de la fuerza de respuesta de la OTAN, capaz de desplegarse ‘en cuestión de días’ para responder a cualquier amenaza contra un aliado. Está previsto que la VJTF sea una fuerza terrestre de unos 4 000 soldados y que cuente con el adecuado apoyo aéreo, marítimo y de operaciones especiales. Además, los líderes aliados prometieron en la cumbre de Gales frenar la caída del gasto de defensa y esforzarse en alcanzar un gasto de defensa equivalente al 2 % del PIB –un objetivo de la alianza desde hace tiempo– en el plazo de una década”/32.

Sin embargo, vistas las múltiples crisis presupuestarias y del endeudamiento en Europa, está por ver cómo podrán cumplirse estos compromisos financieros. También ha habido mayores esfuerzos por parte de los Estados europeos, hasta ahora con resultados desiguales, por reducir su dependencia del gas natural ruso, del mismo modo que Rusia ha cancelado planes para construir gasoductos hacia Europa Oriental y está buscando acuerdos en este terreno con China y Turquía/33. En respuesta a EE UU y la OTAN, el Kremlin ha declarado, por primera vez desde el final de la guerra fría, que EE UU es una amenaza para su seguridad nacional. Su nuevo documento de defensa, Sobre la estrategia de seguridad nacional de la Federación Rusa, acusa a EE UU de organizar un golpe en Ucrania, expandir la OTAN y “aspirar a conservar su dominación en asuntos globales”/34.

La nueva guerra fría de Washington también ha llevado a Rusia a abrazarse todavía más a China. En 2014 firmó un acuerdo energético por valor de 400 000 millones de dólares con Pekín. Rusia entiende que esta es una manera de paliar los efectos de las sanciones occidentales y de encontrar en China un mercado alternativo para su industria de gas natural, mientras que China concibe el acuerdo como un medio para reducir su dependencia de las reservas energéticas de Oriente Medio.

EE UU se enfrenta ahora, con la alianza de Rusia y China, precisamente a lo que había intentado evitar tras la guerra fría: el desarrollo de alianzas que rivalicen con EE UU y tengan acceso independiente a las reservas energéticas. En Forbes, Mark Adomanis advierte de que “una alianza Rusia-China sería, por supuesto, un desastre absoluto para EE UU, prácticamente la única agrupación de países que estaría realmente interesada y sería capaz de disputarle su liderazgo global. Prevenir la aparición de una alianza Rusia-China debería ser una de las grandes prioridades de la política exterior estadounidense, pero… nadie parece prestarle atención… La comunidad de política exterior de EE UU ha de despertar, pues de lo contrario, dentro de un decenio asistiremos a debates sobre ‘quién perdió Eurasia”/35.

El crisol de Oriente Medio

El principal teatro de la nueva rivalidad imperial es tal vez Oriente Medio. Tras las graves derrotas de Bush en la región, Obama esperaba poner fin a las ocupaciones de Irak y Afganistán y redirigir sus fuerzas a Asia. La revista Foreign Affairs, que es esencialmente el laboratorio de ideas del imperialismo estadounidense, subrayó el cambio con la portada de su último número de 2015: “El Oriente Medio postamericano”/36. Sin embargo, las crisis expansivas de la región, cuyo ejemplo más dramático es el ascenso del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria y su atentado terrorista en París, han obligado a Obama a dar prioridad de nuevo a Oriente Medio. Imposible exagerar la inestabilidad de la región: Irak, Siria, Libia, Yemen, Sudán y Somalia, o bien son Estados fallidos, o bien están fragmentados a causa de sus guerras civiles sectarias y la intervención extranjera.

Ante el debilitamiento de su posición, EE UU ha aplicado una estrategia de equilibrio de poder con la esperanza de restablecer el orden en el sistema de Estados de la región. La nueva estrategia de Obama, sin embargo, ha dejado un mayor margen de maniobra a otras potencias internacionales y regionales, como demuestra de la forma más acuciante la guerra aérea lanzada por Rusia en defensa de Asad en Siria. Todas las intervenciones de las potencias imperiales y regionales no han hecho más que empeorar la crisis de la región.

Esta evolución tiene dos causas profundas. En primer lugar, la desastrosa invasión y ocupación de Irak por parte de EE UU. En un intento desesperado de quebrar la resistencia iraquí, EE UU utilizó el viejo truco imperial de dividir y mandar, enfrentando entre sí a suníes, chiíes y kurdos. EE UU desmanteló el ejército de Sadam y animó a las milicias chiíes a unirse a las fuerzas de seguridad del nuevo Estado, atacar a Al Qaeda en Irak (AQI) y en general a la resistencia suní. Esto desencadenó una guerra civil sectaria, que ganaron las fuerzas chiíes. Estas establecieron un régimen fundamentalista chií que oprime a la población árabe suní/37. EE UU contribuyó entonces a generalizar y profundizar la división sectaria en la región, y lo hizo en respuesta a la aparición de Irán como principal beneficiario de la guerra de Irak. Teherán incorporó el Estado chií de Irak a su bloque, junto con Siria, el Hezbollá de Líbano y, durante un tiempo, a Hamás en Gaza. Para contener a Irán, EE UU se valió de Arabia Saudí e Israel, que han intensificado su campaña contra lo que comenzaron a calificar de “creciente chií”. Presionaron a EE UU para atacar a Irán a fin de obligarle a abandonar su supuesto proyecto de dotarse de armas nucleares.

Contrarrevolución

La segunda causa de la crisis de la región radica en la contrarrevolución lanzada contra la “primavera árabe” en 2011 y 2012. Antes incluso de esto, el Movimiento Verde iraní se rebeló en 2009 contra el fraude electoral que dio vencedor a Mahmud Ahmadineyad, siendo objeto de una brutal represión por parte del Estado. Después, en 2011, los estudiantes, trabajadores y campesinos árabes se movilizaron y tumbaron los regímenes dictatoriales de Túnez y Egipto, inspirando intentos similares en toda la región. Fueron tres las fuerzas contrarrevolucionarias que acabaron con la revuelta: las potencias imperialistas, los Estados existentes y los fundamentalistas islámicos, particularmente el sucesor de AQI, el EI.

EE UU se opuso inicialmente a los levantamientos populares y defendió al gobernante egipcio Hosni Mubarak, pero después recapacitó y trató de cooptarlos sacrificando a los dictadores para salvar a los Estados. Después jugó con la idea de intentar aprovechar algunas revueltas para deshacerse de algunos “enemigos” poco fiables, como el libio Muamar el Gadafi. Sin embargo, cuando su guerra aérea en Libia produjo otro Estado fallido y dio pie al asesinato de su embajador, EE UU optó por defender el orden establecido. Miró para otro lado cuando un régimen después de otro aplastó los levantamientos a sangre y fuego. Guardó silencio cuando Arabia Saudí, por ejemplo, invadió Bahréin para acabar con la revuelta en este país.

En Egipto, los Hermanos Musulmanes, que accedieron al gobierno con la elección de Mohamed Morsi en 2012, se mostraron dispuestos a colaborar con el imperialismo estadounidense, cerrando los túneles por los que se abastecía a Gaza y prosiguiendo con las reformas neoliberales de Mubarak. Sin embargo, la clase dominante egipcia no se fiaba de la Hermandad. Aprovechando el creciente descontento con el gobierno de Morsi, el ejército egipcio realizó un golpe de Estado en 2013 y aplastó no solo a la Hermandad, sino también al propio movimiento popular. Aunque al principio retuvo algunas ayudas militares al nuevo régimen, EE UU cambió finalmente de rumbo y reanudó el apoyo. Glenn Greenwald escribió que “EE UU ha enviado repetidamente armas y dinero al régimen incluso cuando sus abusos se agravaron. Como ha señalado con sutileza el New York Times, ‘funcionarios estadounidenses…indicaron que no dejarían que sus preocupaciones por los derechos humanos fueran un obstáculo para el aumento de la cooperación con Egipto en materia de seguridad”/38.

En Yemen, Washington improvisó lo que llamaría una “transición ordenada”. Negoció la sustitución del veterano dictador Ali Abdula Saleh por su vicepresidente, Abd Rabuh Mansur Hadi. Obama optó asimismo por una solución yemení en Siria, reclamando la dimisión de Assad, pero apoyando al mismo tiempo el mantenimiento del Estado existente. Actualmente, el gobierno de Obama mantiene una alianza de hecho con Asad contra el EI. Algunos políticos del sistema, como el Lord Smith del imperialismo estadounidense, Henry Kissinger, incluso aconsejan a Obama que desista de reclamar que Assad abandone el poder/39.

Otras potencias imperialistas menores también han acudido en defensa del orden establecido. Rusia y China han apoyado al régimen iraní del mismo modo que a Assad en Siria, con el fin de preservar sus propios intereses económicos y geopolíticos en la región. Rusia desea mantener su alianza con el régimen sirio, conservar su base naval en el litoral del país y proyectarse como intermediaria en la región frente a EE UU. China quiere debilitar la dominación estadounidense con ánimo de abrir posibilidades de inversión en Irán y obtener acceso a las reservas energéticas de otros países.

La segunda fuerza de la contrarrevolución fueron los Estados existentes en la región. Arabia Saudí reprimió su propia rebelión de los chiíes y aplastó el levantamiento, protagonizado sobre todo por chiíes, en Bahréin. De modo similar, Asaad desató una guerra contra la revolución siria, lanzando bombas contra la población civil del país y dividiéndola según criterios sectarios y étnicos. El Estado chií de Irak, bajo los gobiernos de Nouri al Maliki y ahora de Haidar al Abadi, aplastó la primavera iraquí, reprimiendo en particular a la población suní. Al mismo tiempo, las potencias regionales intentaron manipular la revuelta al servicio de sus propios intereses, apoyando a determinadas facciones del levantamiento popular frente a sus rivales. Así, Turquía, Arabia Saudí y Catar han apoyado a diversas fuerzas contrarias a Asad. Por otro lado, Irán y Hezbollá se juntaron para apoyar al régimen sirio. Ambos bandos han respaldado a sendos rivales en la guerra civil de Yemen.

La tercera fuerza de la contrarrevolución es el fundamentalismo islámico. El EI es la expresión más reaccionaria de esta corriente/40. En Siria volvió sus armas, no contra el régimen, sino contra la revolución popular, incluidos los kurdos, que habían establecido una zona autónoma en Kobane. También colaboró con Asad, vendiendo petróleo a su régimen. En Irak, el EI secuestró la primavera iraquí e impuso su régimen reaccionario en las zonas suníes del país, donde la población lo veía como un mal, pero un mal menor en comparación con el régimen fundamentalista chií de Bagdad. Resulta trágico que la izquierda de la región fuera tan débil que no supo organizar una alternativa a esta quinta columna en las revueltas. Habiendo perdido la esperanza y desesperados por huir de la crisis, millones de personas han abandonado sus tierras asoladas por la guerra en Siria, Irak, Yemen y Afganistán, desplazándose en su mayoría a países vecinos. Alrededor de un millón se han abierto camino hasta Europa para solicitar asilo. Globalmente, nada menos que 60 millones de personas huyeron de catástrofes de diversos tipos en 2015/41.

Las contradicciones del equilibrio de poder

Tras los desastrosos fracasos en Irak y Afganistán, la nueva estrategia de equilibrio de poder de Obama responde a su intento de estabilizar la región sin comprometerse a un despliegue de tropas a gran escala. Consciente del declive de EE UU como potencia en la región, trata de cerrar acuerdos con Estados como Irán, que hasta ahora eran a los ojos de Washington simplemente enemigos. Al mismo tiempo, necesita asegurarse la fidelidad de rivales regionales como Arabia Saudí e Israel, pero cada vez que EE UU se inclina en una dirección, los del otro lado hacen todo lo posible por socavar cualquier acuerdo con sus adversarios. A resultas de ello, Washington tiene dificultades para moverse en este berenjenal de intereses contradictorios. La expansión del EI en Siria e Irak ha puesto a prueba la estrategia de Obama. Este ha forjado una coalición internacional de 60 países para contener, debilitar y a ser posible destruir el EI, pero se ha negado a desplegar tropas de combate en ninguno de estos dos países. En vez de ello, ha lanzado una vasta campaña de bombardeos contra el EI para apoyar a fuerzas terrestres aliadas, acompañadas de un número creciente de asesores y fuerzas especiales estadounidenses.

En Siria, EE UU ha establecido una alianza de hecho con Assad. Un reciente titular del Wall Street Journal lo dice todo: “EE UU ha mantenido contactos con el régimen de Assad durante años”. El diario informa que “en 2014, cuando EE UU multiplicó las incursiones aéreas contra los yihadistas, funcionarios del Departamento de Estado llamaron por teléfono a sus homólogos del ministerio sirio de Asuntos Exteriores para asegurarse de que Damasco diera vía libre a los aviones estadounidenses en los cielos de Siria”/42. Assad aprovechó la oportunidad para aplastar a lo que quedaba de la revolución en vez de combatir al EI. A su vez, EE UU entrenó en Arabia Saudí a una pequeña fuerza de oposición para combatir, no contra Assad, sino contra el EI, en un esfuerzo en gran parte infructuoso. En Irak, EE UU bombardea las posiciones del EI, mientras el Estado chií y el gobierno regional kurdo se encargan de la ofensiva terrestre.

EE UU se ha apoyado en este esfuerzo en sus alianzas tradicionales con Egipto, Turquía, Arabia Saudí e Israel. Al mismo tiempo, no solo coopera con Siria, sino también con Irán y Rusia. Ha suscrito un acuerdo con Irán relativo a su programa nuclear, por el que Teherán acepta restricciones e inspecciones a cambio de un alivio de las sanciones económicas occidentales. Todavía más desconcertante es el hecho de que Washington se haya visto forzado a dirigirse a Rusia para entablar negociaciones con Assad con vistas a un acuerdo de paz en Siria, aun estando empantanado en una nueva guerra fría con el Kremlin. Consciente de la debilidad de Washington, Putin decidió lanzar su propia guerra aérea en Siria. Pese a las afirmaciones de Putin de que combate al EI, más del 80 % de sus incursiones aéreas han estado apuntando a otros objetivos, incluidas fuerzas apoyadas por EE UU/43.

Aliados desbocados

Israel, Turquía y Arabia Saudí se oponen categóricamente a los acuerdos de Obama con sus respectivos adversarios regionales. Cada uno de estos países ha intentado impedir su pacto nuclear con Irán y su búsqueda de un acuerdo de paz que preserve al Estado sirio mediante interferencias en el interior de EE UU. A pesar de ser aliados de EE UU, cada uno de ellos adopta medidas que se cruzan en el camino de la política del gobierno de Obama. En una interferencia sin precedentes en la política estadounidense, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apoyó al candidato republicano Mitt Romney frente a Obama en las elecciones presidenciales de 2012. Asimismo, ninguneó al presidente cuando aceptó una invitación de los republicanos para hablar en el Congreso sobre Irán en 2015. No obstante, Obama ha prometido asegurar la aplastante superioridad militar de Israel frente a sus adversarios regionales.

Turquía, a pesar de ser miembro de la OTAN, también actúa por su cuenta de un modo agresivo con arreglo a sus propios planes. Bajo el régimen de Recep Erdogan, practica lo que algunos han denominado “neootomanismo”, presentándose como un nuevo modelo para Oriente Medio: un régimen islámico moderado con una floreciente economía neoliberal. Después de aplastar su propia “primavera” turca en el parque Gezi en 2013, el presidente turco lanzó al poco tiempo una campaña para hacer retroceder al Partido Democrático del Pueblo (HDP) en las últimas elecciones: un partido de izquierda que defiende a los kurdos. Después de adoptar medidas represivas contra el HDP, reanudó la guerra contra el Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK). Este ataque a los kurdos, cuyo partido hermano en Siria cuenta con el apoyo parcial de EE UU, amenaza con socavar los intentos estadounidenses de asegurar una solución política en Siria.

Turquía también reaccionó enérgicamente tras la intervención rusa en Siria en defensa de Assad, abatiendo un avión ruso que estaba bombardeando en una zona fronteriza en litigio, habitada por la minoría turcomana siria. Rusia respondió imponiendo sanciones draconianas a Turquía y amenazó con disparar contra cualquier caza turco que penetrara en el espacio aéreo sirio/44.

Arabia Saudí es otro de los países que han tomado un rumbo cada vez más independiente. Ha mantenido la producción de petróleo en su nivel actual, asegurándose de que su precio siga bajando a medida que se desacelera el crecimiento de la economía mundial. EE UU se beneficia en parte de esta situación, ya que asesta un nuevo golpe a la economía rusa, ya de por sí debilitada a raíz de las sanciones occidentales. Claro que los saudíes también persiguen otros objetivos: pretenden socavar la industria de fracturación hidráulica (fracking) estadounidense, que para ellos es una competidora. Además, se resisten a dejar que aumenten los precios del petróleo, por mucho que esto les genere un déficit presupuestario nunca visto en Arabia Saudí, por temor a que unos precios más altos favorezcan a la industria petrolera de Irán e Irak.

El peligro de la política saudí para EE UU estriba en que hará que Rusia e Irán estrechen sus relaciones con China. Esto amenaza con minar la estrategia de equilibrio de poder de Obama y su esfuerzo por prevenir el ascenso de una alianza rival que tenga acceso independiente a las reservas de petróleo y gas natural. Riad había intentado a la desesperada impedir el acercamiento entre EE UU e Irán y un posible acuerdo de paz en Siria que preservara el régimen de Asad, además de desviar la atención de la crisis presupuestaria en que está sumido el país debido a la caída de los precios del petróleo. Para alcanzar estos objetivos recurrió al sectarismo: ejecutó a 47 prisioneros acusados de terrorismo, incluido el famoso dirigente de la rebelión chií contra la monarquía saudí en 2011, el jeque Nimr al Nimr. Irán condenó el acto, y su líder supremo declaró que “la mano divina de la represalia apretará el cuello de los políticos saudíes”/45. El gobierno iraní permitió asimismo que una protesta popular en Teherán saqueara la embajada saudí.

Riad obtuvo la respuesta que buscaba y aprovechó la ocasión: junto con Bahréin, Sudán y Kuwait, rompió las relaciones diplomáticas con Irán y los Emiratos Árabes Unidos las rebajaron de nivel. En estos momentos, la región entera está todavía más polarizada en bloques sectarios, uno dirigido por Irán y el otro por Arabia Saudí, lo cual dificultará aún más que EE UU pueda mediar en algún tipo de acuerdo que preserve el régimen sirio. Sin embargo, Arabia Saudí sigue siendo un aliado clave en la región. Obama acaba de aprobar un nuevo contrato por un valor de 1 290 millones de dólares para este país que actualmente libra una brutal guerra aérea en Yemen que se ha cobrado ya miles de vidas.

Liberales contra neoconservadores

Varios neoconservadores, como Robert Kagan, han criticado la política exterior de Obama, afirmando que de hecho EE UU no se halla en declive relativo, sino que sufre de falta de voluntad política. Kagan defiende que Obama debería abandonar su estrategia de equilibrio de poder y en su lugar desplegar 50 000 tropas terrestres en Irak y Siria para destruir el EI y poner orden en estos países y en toda la región/46. La postura de Kagan se basa en la negación de la realidad del declive de EE UU. Para EE UU otra guerra sobre el terreno en la región sería igual de desastrosa que la invasión original de Irak. Pero demuestra correctamente que la estrategia de Obama apenas tiene probabilidades de triunfar.

Obama ha respondido a sus críticos con una campaña mediática en la que defiende su estrategia y celebra una sucesión de éxitos contra el EI. En Irak, Obama ha logrado algunas victorias: el bombardeo de posiciones del EI en Ramadi ha permitido a las fuerzas especiales suníes y líderes tribales expulsar al EI de la ciudad. En realidad, sin embargo, el EI no ofreció mucha resistencia, prefiriendo retirarse a su bastión en Mosul, donde ha concentrado sus tropas. Por mucho que Obama y el Estado iraquí puedan derrotar allí al EI, es probable que se topen después con una guerra de guerrillas durante años, como con los talibán en Afganistán. Es más, EE UU ha avanzado muy poco en la superación de las divisiones étnicas y sectarias dentro del país. La élite y las masas suníes siguen viendo el Estado gobernado por los chiíes como un opresor. Y los kurdos han conseguido la independencia de hecho en su parte del país.

En Siria, EE UU busca a la desesperada un acuerdo de paz, pero dado el apoyo intransigente de Rusia a Assad y la hostilidad absoluta de la oposición alineada con EE UU hacia el dictador, es difícil ver alguna solución fácil para una transición ordenada. Las partes contendientes persiguen fines muy distintos, e incluso si se llega a un arreglo, en el mejor de los casos mantendrá el actual Estado neoliberal que ha condenado a la miseria de los trabajadores y campesinos del país y que dio pie en su momento a la revuelta popular.

El efecto geopolítico del bajón económico mundial

La desaceleración económica mundial seguramente intensificará los cismas y las crisis regionales dentro del orden multipolar asimétrico. La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ha advertido que el sistema mundial se enfrenta “al riesgo de un nuevo periodo de crecimiento mediocre-bajo durante un tiempo prolongado”/47. A diferencia de 2008, el epicentro de las tendencias a la crisis en el sistema se halla en China, que experimenta una desaceleración con una tasa de crecimiento oficial de alrededor del 6,8 %, pero hay quienes calculan que la cifra real está más cerca del 3 %. Los estímulos del Estado han agravado el problema de la sobreinversión, la sobrecapacidad, la caída de la tasa de beneficio y el alto nivel de endeudamiento/48.

La desaceleración china golpea a sus economías tributarias de América Latina a Asia. Debido a colapso de los precios de las materias primas, países como Brasil, Venezuela y Rusia han caído en una profunda recesión. En efecto, actualmente los BRICS suelen responder al calificativo de “los cinco frágiles”, y hay quien ha ampliado su número para incluir a “los diez atribulados”/49. Algunos países situados en el corazón del sistema, como Canadá, también se han visto arrastrados a la recesión, y otros como Australia han comenzado a crecer menos. Mientras China arrastra la economía mundial pendiente abajo y Europa no sale del estancamiento, la recuperación de EE UU es la más sólida de las economías capitalistas avanzadas. Temiendo la perspectiva de la inflación, el banco central estadounidense, la Reserva Federal, ha dado prioridad al capital de su propio país y ha elevado los tipos de interés del 0,25 al 0,50 %. Este aumento debilitará todavía más a unos mercados emergentes ya sacudidos por la caída de los precios de las materias primas.

Los capitales ya han empezado a huir a EE UU como apuesta más segura, dejando a los mercados emergentes sin apenas posibilidad de invertir. El Instituto de Finanzas Internacionales informa que los flujos netos de capitales serán negativos para los mercados emergentes por primera vez desde 1988/50. El aumento de tipos de la Reserva Federal también empujará al alza los tipos de interés en los mercados emergentes justo cuando convendría rebajarlos para favorecer el crédito y la inversión. Finalmente, los préstamos en dólares resultarán más caros de devolver. Así, Nouriel Roubini predice que “el abandono de la política de tipos cero por parte de la Reserva Federal provocará graves problemas a aquellas economías emergentes que tienen amplias necesidades de créditos internos y externos, una enorme deuda denominada en dólares y una gran fragilidad macroeconómica y política. La desaceleración económica de China, junto con el fin del súper ciclo de las materias primas, generará todavía más vientos en contra para las economías emergentes”/51.

Aunque no es posible predecir cuál será el efecto a largo plazo del bajón económico mundial en el equilibrio de poder entre las grandes potencias, sabemos que intensificará las rivalidades en el sistema en la medida en que cada Estado aplica políticas en interés de su respectiva clase capitalista y pretende que sus competidores paguen el precio de la desaceleración en curso. Además, las crecientes tensiones militares entre Estados rivales presionarán sobre unos presupuestos ya muy mermados por las enormes deudas contraídas con el rescate del capitalismo tras la crisis financiera de 2007-2008.

También agravará las crisis regionales. Los países asiáticos, ya embarcados en sendos conflictos, se dedican ahora a efectuar devaluaciones competitivas de sus respectivas monedas/52. En Europa, el estancamiento ya está exacerbando las tendencias centrífugas que amenazan a la UE. El creciente descontento con la austeridad genera una oposición a la UE tanto de izquierda (como muestran los ejemplos de Syriza en Grecia y de Podemos en España) como de derecha, encabezada esta última por una serie de partidos que alimentan sentimientos xenófobos contra los inmigrantes, los refugiados y los musulmanes. Incluso Rusia ha intervenido en varios países para financiar partidos de derecha, incluido el Frente Nacional francés para minar las bases de la UE/53. La capacidad del capital europeo para mantener unida a la UE será puesta a prueba cuando el Reino Unido vote si quiere seguir siendo miembro o no. Un “Brexit” o la salida similar de otros países podría desmembrar a la UE tal como existe actualmente.

Tal vez lo más preocupante sea el efecto que tendrá la desaceleración global en Oriente Medio. Desgarrado por las potencias imperiales que respaldan a bandos opuestos en la rivalidad entre Estados de la región, la caída del precio del petróleo generará enormes tensiones en la economía de estos países, que depende casi totalmente de las rentas petroleras. Arabia Saudí ya registra un déficit récord de 98 000 millones de dólares, y algunos analistas temen que podría agotar sus reservas de divisas de 640 000 millones de dólares de aquí a 2020/54. Los demás países productores de petróleo de la región también se verán muy afectados, incluidos los rivales de Arabia Saudí: Irán e Irak. Bajo la presión presupuestaria, todos estos Estados estarán todavía más tentados de desviar la atención de sus recortes presupuestarios mediante el ruido de sables nacionalista y la utilización de minorías religiosas como chivos expiatorios.

Tendencias contrapuestas

Mientras que otra ronda de crisis intensificará la rivalidad en el orden mundial multipolar asimétrico, tres tendencias contrapuestas reducen la posibilidad de que degenere en una guerra abierta. En primer lugar, los principales centros de acumulación de capital en el mundo, inclusive EE UU y China, están sumamente integrados en el plano económico. Apple, por ejemplo, que realiza la gran mayoría de sus desarrollos de alta tecnología y diseño en EE UU, depende en buena medida de la empresa taiwanesa Foxcon y de sus fábricas radicadas en China continental. Esto significa que las clases capitalistas y sus Estados tienen un interés económico en evitar conflictos hostiles.

En segundo lugar, EE UU tiene una ventaja militar aplastante sobre sus rivales menores. A pesar del aumento de los presupuestos de defensa de China y Rusia, EE UU todavía gasta más en este terreno que sus inmediatos seguidores juntos. Es la única potencia militar realmente global, lo que induce a las potencias imperialistas menores a evitar el enfrentamiento abierto con EE UU. En tercer lugar, EE UU, China y Rusia tienen grandes arsenales nucleares. El espectro de lo que durante la guerra fría se llamaba “destrucción mutua asegurada” acecha detrás de cada conflicto menor. Todos están interesados en evitar este tipo de conflagración. Estos tres factores frenan el desarrollo de guerras abiertas entre EE UU y sus rivales. Es más probable que las rivalidades se diriman a través de una cooperación antagonista o un pulso como el de la guerra fría. No obstante, la alteración continua del equilibrio de poder económico acumula tensiones crecientes en el sistema, sobre todo entre EE UU y China.

Así, la teoría de Lenin y Bujarin sigue siendo esencial para comprender un sistema mundial que, aunque esté desigualmente integrado, sigue estando dividido en una jerarquía dinámica de bloques nacionales representados por Estados capitalistas que compiten por el predominio entre ellos y con Estados subordinados y oprimidos. Los socialistas revolucionarios no rinden pleitesía a ninguno de estos bloques. El lema tradicional del socialismo internacional, formulado durante la guerra fría, “ni Washington ni Moscú, sino el socialismo internacional”, debe guiar hoy de nuevo nuestra acción. Los socialistas no deben tomar partido entre rivales imperiales. Mientras que nosotros en EE UU tenemos una responsabilidad primaria de oponernos al imperialismo estadounidense, también hemos de oponernos a los imperialistas rivales, aunque menores, de Pekín y Moscú. Ninguna de estas bandas de ladrones representa los intereses de la mayoría trabajadora. Nuestro deber es solidarizarnos con las revueltas populares de las masas trabajadoras y las naciones oprimidas, sin importar en cuál de los campos se encuentran. Su lucha forma parte de nuestra lucha contra el sistema capitalista que agudiza la rivalidad entre países y promueve la guerra.

Notas:

1/ Casa Blanca, Estrategia de Seguridad Nacional, febrero de 2015:

https://www.whitehouse.gov/sites/default/files/docs/2015_national_security_strategy.pdf

2/ Para una crítica detallada de Panitch y Gindin, véase Ashley Smith, “Global empire or imperialism”, International Socialist Review (primavera de 2014), en:

http://isreview.org/issue/92/global-empire-or-imperialism

3/ ZbigniewBrzezinski, The Grand Chessboard (Nueva York: Basic Books, 1998), p. 41 (edición en castellano: El Gran Tablero Mundial, Paidós)

4/ David McNally, The Global Slump (Oakland: PM Press, 2011).

5/ Larry Elliot, “G7 elite group makes way for G20 and emerging nations”,The Guardian, 04/10/2009:https://www.theguardian.com/business/2009/oct/04/g7-g20-economic-policy

6/ “Goodbye G7, hello G20”,The Economist, 20/11/2008:

http://www.economist.com/node/12652239.

7/ “Global Trade After the Failure of Doha”, New York Times, 01/01/2016:

http://www.nytimes.com/2016/01/01/opinion/global-trade-after-the-failure-of-the-doha-round.html

8/ Crédit Suisse, “Is globalization coming to an end?”, 24/09/2015:

https://www.credit-suisse.com/media/mediarelease-assets/pdf/2015/09/globalization-global-press-release-en.pdf

9/ Citado en Sidney Blumenthal, “Fargraverthan Vietnam”, The Guardian, 16/09/2004:

https://www.theguardian.com/world/2004/sep/16/iraq.usa

10/ Ese año, Time publicó un artículo en que el coste total de las guerras de EE UU en Irak y Afganistán se cifraba en una cantidad situada entre cuatro y seis billones de dólares. (Mark Thompson, “The true cost of the Afghanistan war may surprise you”, Time, 01/01/2015, en:http://time.com/3651697/afghanistan-war-cost/)

11/ Edward Luce, “The reality of American decline”, Financial Times, 05/02/2012:https://www.ft.com/content/8268fb6e-4e65-11e1-aa0b-00144feabdc0?siteedition=intl#axzz3wDezbX00

12/ Jeremy Bender, “Ranked: The world’s 20 strongest militaries”, Business Insider, 03/10/2015, disponible en:http://uk.businessinsider.com/these-are-the-worlds-20-strongest-militaries-ranked-2015-9?r=US&IR=T

13/ Véase Joel Geier, “Capitalism’slong crisis”,International Socialist Review (marzo de 2013):http://isreview.org/issue/88/capitalisms-long-crisis

14/ Gilbert Achcar, “The strategic triad: USA, China, Russia”, en Tariq Ali ed., Masters of theUniverse? NATO’s Balkan Crusade (Nueva York: Verso Press, 2000), 99-146.

15/ Según cifras del Banco Mundial de 2014, el PIB de China fue de 10,4 billones y el de EE UU, de 17,4 billones de dólares:http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf

16/ Jethro Mullen y Shen Lu, “China saysit’sbuilding new homegrownaircraftcarrier”,CNN, 01/01/2016, disponible en:

http://edition.cnn.com/2015/12/31/asia/china-new-aircraft-carrier/

17/ Barack Obama, “Remarks of the President in the State of the Union Address”, White House, 20/01/2015, disponible en:https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2015/01/20/remarks-president-state-union-address-january-20-2015

18/ Citado en Helene Cooper, “US defense secretary supports trade deal with Asia”, New York Times, 06/04/2015, disponible en:

http://www.nytimes.com/2015/04/07/us/politics/defense-secretary-supports-trade-deal-with-asia.html?_r=0

19/ ESSF (article 28441), “US Imperialism’s pivot to Asia”

20/ Justin McCurry, “Japan reveals record defense budget as tensions with China grow”,The Guardian, 14/01/2015

21/ Richard A. Bitzinger, “China’sdouble-digit defense growth”, Foreign Affairs, 19/03/2015:https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2015-03-19/chinas-double-digit-defense-growth

22/ Shuaihua Wallace Cheng, “China’s new silkroad: Implications for the US”, Yale Global Online, 28/05/2015:http://yaleglobal.yale.edu/content/china’s-new-silk-road-implications-us.

23/ Véase una excelente descripción general del saqueo por China de los países en desarrollo en Pádraig Carmody, “The new scramble for Africa”, Jacobin, nº 19, otoño de 2015, p. 47.

24/ “China in Africa: One among many”,The Economist, 17/01/2015:

http://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21639554-china-has-become-big-africa-now-backlash-one-among-many

25/ Nick Turse, “America’s empire of African bases”, TomDispatch.Com, 17/11/2015:

http://www.tomdispatch.com/blog/176070/t...’s_empire_of_african_bases/.

26/ Fergus Ryan, “South China Sea: US bomber angers Beijing with Spratly Island fly past”, The Guardian, 18/12/2015:https://www.theguardian.com/world/2015/dec/19/south-china-sea-us-bomber-angers-beijing-with-spratly-islands-flypast

27/ Anthony Lake, “From containment to enlargement”, conferencia en la John’s Hopkins School of Advanced International Studies:

https://www.mtholyoke.edu/acad/intrel/lakedoc.html

28/ “Gorbachev: USA may risk a real war against Russia”, Pravda, 29/01/2015:

http://www.pravdareport.com/society/stories/29-01-2015/129646-mikhail_gorbachev_usa_russia_war-0/

29/ Brad Lendon, “US sending tanks and armor to Europe”, CNN, 23/06/2015:

http://edition.cnn.com/2015/06/23/politics/us-armor-tanks-europe-russia-ash-carter/

30/ Steven Erlanger, “NATO nations no longer question need for alliance”, New York Times, 15/12/2015: http://www.nytimes.com/2015/12/16/world/europe/nato-nations-no-longer-question-need-for-alliance.html

31/ Jorge Benitez, “The bully to the east”, US News and World Report, 06/08/2015:

http://www.usnews.com/opinion/blogs/world-report/2015/08/06/russia-bullies-sweden-and-finland-away-from-joining-nato

32/ Derek E. Mix, “US and Europe: Current issues”, Congressional Research Service Report, 03/02/2015, 7; disponible en https://www.fas.org/sgp/crs/row/RS22163.pdf.

33/ Ibid., 8-9.

34/ Vladimir Soldatkin, “Putin names US among threats in new national security document”, Reuters, 02/01/2015:

http://www.reuters.com/article/russia-security-strategy-idUSKBN0UG09Q20160102

35/ Mark Adomanis, “A Russia-China alliance is emerging”, Forbes, 20/05/2014:

http://www.forbes.com/forbes/welcome/?toURL=http://www.forbes.com/sites/markadomanis/2014/05/20/a-russia-china-alliance-is-emerging-and-it-will-be-a-disaster-for-the-west/&refURL=http://isreview.org/issue/100/asymmetric-world-order&referrer=http://isreview.org/issue/100/asymmetric-world-order

36/ ForeignAffairs, número de noviembre/diciembre de 2015. Para más datos sobre el papel del Consejo de Relaciones Exteriores y de su publicación, Foreign Affairs, véase Laurence H. Shoupy William Minter, Imperial Brain Trust (Nueva York: Authors Choice Press, 2004) y Laurence H. Shoup, Wall Street’s ThinkTank (Nueva York: Monthly Review Press, 2015).

37/ Para un análisis más detallado de la invasión de Irak, véase Ashley Smith, “The invasion and occupation of Iraq: Anatomy of an imperial war crime”, International Socialist Review (noviembre-diciembre de 2007):http://www.isreview.org/issues/55/iraqoccupation.shtml

38/ Glenn Greenwald, “US government celebrates tsarming of the Egyptian regime with a YouTube video”, The Intercept, 03/08/2015:https://theintercept.com/2015/08/03/u-s-government-celebrates-arming-egyptian-regime-youtube-video/.%C2%A0/

39/ Henry Kissinger, “A path out of Middle East collapse”, Wall Street Journal, 16/10/2015:http://www.wsj.com/articles/a-path-out-of-the-middle-east-collapse-1445037513

40/ Para el mejor resumen del ascenso y la naturaleza del EI, véase Adam Hanieh, “A Brief History of ISIS”, Jacobin, 03/12/2015.

41/ Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, “Worldwide displacement hits an all-time high as war and persecution increase”, 18/06/2015:

http://www.unhcr.org/558193896.html.%C2%A0

42/ Nour Malas y Carol E. Lee, “U.S. pursued secret contacts with Assad regime for years”, Wall Street Journal, 23/12/2015:http://www.wsj.com/articles/u-s-pursued-secret-contacts-with-assad-regime-for-years-1450917657

43/ Jack Stubbs, “Four fifths of Russia’s Syria strikes don’t target Islamic State”, Reuters, 21/10/2015:http://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-syria-russia-strikes-idUSKCN0SF24L20151021

44/ Ilya Arkhipov y Stephen Kravchenko, “Putin threatens Turkish jets in Syria”, Bloomberg, 17/12/2015:http://www.bloomberg.com/news/articles/2015-12-17/putin-damps-hope-for-turkish-detente-threatening-jets-in-syria

45/ Ben Hubbard, “Saudi Arabia cuts ties with Iran amid fall out from cleric’s execution”, New York Times, 03/01/2016: http://www.nytimes.com/2016/01/04/world/middleeast/iran-saudi-arabia-execution-sheikh-nimr.html?action=click&contentCollection=Middle%20East&module=RelatedCoverage®ion=Marginalia&pgtype=article

46/ Robert Kagan, “The crisis of world order”, Wall Street Journal, 20/11/2015:

http://www.wsj.com/articles/the-crisis-of-world-order-1448052095

47/ FMI, “Lagarde: Prevent ‘new mediocre’ from becoming ‘new reality’,” IMF Survey, 09/04/2015:http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2015/NEW040915A.htm

48/ Para un buen resumen del ascenso de China y las causas de su crisis económica, véase Ho-fungHung, The China Boom: Why China Will Not Rule the World (New York: Columbia University Press, 2015).

49/ Anchalee Worrachatey Ye Xie, “Morgan Stanley’s fragile fives well to troubled 10 in selloff”, Bloomberg Business, 16/08/2015:http://www.bloomberg.com/news/articles/2015-08-16/morgan-stanley-s-fragile-five-swells-to-troubled-10-in-selloff

50/ Neelabh Chaturvedi yNyshka Chandran, “Chart: HowdoestheFedhikeimpactemergingmarkets?”, CNBC, 16/12/2015:http://www.cnbc.com/2015/12/16/fed-interest-rate-hikes-impact-on-emerging-markets.html

51/ Nouriel Roubini, “How a Fedraterise creates havoc for emerging markets”, The Guardian, 30/06/2015:https://www.theguardian.com/business/2015/jun/30/fed-rates-hike-emerging-markets-nouriel-roubini

52/ Landon Thomas, “Currency devaluations could hinder global growth”, New York Times, 08/01/2016:http://www.nytimes.com/2016/01/09/business/dealbook/asia-china-renminbi-currency-devaluation.html

53/ The Economist, “In theKremlin’spocket”, 14/02/2015:http://www.economist.com/news/briefing/21643222-who-backs-putin-and-why-kremlins-pocket

 54/ Rick Gladstone, “Saudi Arabia, squeezed by low oil prices, cuts spending to shrink deficit”, New York Times, 28/12/2015:

 http://www.nytimes.com/2015/12/29/world/middleeast/squeezed-by-low-oil-prices-saudi-arabia-cuts-spending-to-shrink-deficit.html


Por Leonardo Ixim

Con las movilizaciones estudiantiles y de la juventud en la Región Especial de Hong Kong se pone en evidencia una constante dentro que se da desde 2008 en la República Popular de China: en coincidencia con las repercusiones de la crisis mundial, que ocasionó en este país un descenso de las altas tasas de crecimiento, se han generado una serie de movilizaciones, huelgas y paros tanto de obreros en fábricas como de pobladores ante algunos megaproyectos.

Pero esta vez fueron los estudiantes y la juventud sobre todo, aunque con la solidaridad de la Central de Sindicatos de Hong Kong, los que se movilizaron para pedir que las elecciones de 2017 fueran realmente libres y no controladas por el Partido Comunista Chino (PCCH) desde Beigin, en la denominada revolución de los paraguas.

Una situación social que conduce a protestas

Hong Kong es una ciudad de más de siete millones de habitantes, famosa por su centro financiero internacional y sus importantes industrias, pero también por estar controlada por mafias conocidas como Triadas que se disputan el poder económico en la ciudad. Pese a que se considera rica, la desigualdad económica hace mella en la estructura económica, apareciendo demandas que tienen que ver con mejoras salariales y oportunidades para la juventud. Un quinto de su población vive bajo el nivel de pobreza, los salarios promedio diarios son de menos de tres dólares y la desprotección a jubilados y desempleados es normal; de igual forma el crimen organizado y el tráfico ilegal de todo tipo de bienes afectan a la población.

Todo esto es caldo de cultivo para una serie de demandas sociales, laborales y democráticas, que cuestionan la concentración económica de la oligarquía financiera aliada a la burguesía burocrática de Beigin. Así, el conflicto se empalma con el descontento de importantes sectores de la población china por la cada vez mayor desigualdad económica, provocada por el aterrizaje y caída de las altas tasas de crecimiento y la cada vez mayor amenaza de la burbuja inmobiliaria que da señales de explotar.

El régimen especial

Recordemos que esta ciudad, ex colonia británica que al igual que Macao regresa a la madre patria en 1998, se convirtió en región con un régimen especial bajo la fórmula de un estado y dos sistemas, misma lógica con que se pretende realizar la integración de la República China de Taiwán con la República Popular China. Esta fórmula en la política oficial de la burguesía burocrática gobernante de la RPCH plantea que se respeta la existencia del sistema capitalista tanto en Hong Kong como próximamente en Taiwán, lo cual es una pura formalidad, porque la transición al capitalismo de China promovida por la burocracia, hoy convertida en burguesía en la denominada alianza estratégica con las grandes trasnacionales imperialistas, no produce regiones con dos sistemas como el de Hong Kong y Macao, ya que hoy toda la RPCH es capitalista.

La política estatal china bajo esta fórmula mantiene la promesa de garantizar el sistema liberal-parlamentario aplicado por los ingleses en la Región Administrativa Especial de Hong Kong, con un jefe de gobierno electo por un Comité Electoral, electo a su vez entre los miembros del parlamento de la región. El parlamento está conformado por 30 representantes electos por sufragio universal y 30 por representantes de las fuerzas económicas y sociales de la región. Pero la exigencia de los habitantes de Hong Kong desde el regreso a la RPCH ha sido que el jefe de gobierno sea electo por sufragio universal directo, algo a lo que las autoridades chinas siempre se han negado.

No es la primera vez que se dan movilizaciones en la ciudad. Primero en 2002 y después entre 2004 y 2005, cuando China desconoció al jefe de gobierno de ese momento Tung Che-Kwa y fue sustituido por no considerarlo un hombre de confianza a la cúpula del PCCH. Estas movilizaciones fueron suspendidas con la esperanza de que se estudiara la propuesta de elecciones directas para el jefe de gobierno. En esa vez fue electo Donald Tsang, reelecto por el consejo ejecutivo en 2007. En ese mismo año el Consejo Legislativo decidió que para 2017 se podrá elegir al jefe de gobierno, algo que no cayó bien entre la población de la región.

En 2010 el Consejo Legislativo reformó nuevamente la Ley Básica que rige el sistema de gobierno, para aumentar diez escaños más en este cuerpo electo popularmente. Sin embargo este cuerpo se autolimitó en sus funciones, por ejemplo no puede fiscalizar el gasto del ejecutivo de la región. También reformó la composición del Comité Electoral, conformado por representantes distritales, grupos religiosos, fuerzas sociales y miembros del Consejo Legislativo, en total por 1200 miembros. Este complejo sistema hace que la mayoría de elementos, tanto en este comité como en el mismo legislativo, esté dominada por las elites capitalistas de la ciudad, cercanas al gobierno chino.

En 2012 nuevamente hay elecciones y el Comité Electoral nombra como jefe de gobierno a Leung Ching-Ying, otro hombre cercano a los grupos empresariales de la región y al poder central chino. Desde ese momento el gobierno chino va limitando la libertad de expresión y asociación en la región. En agosto la comisión encargada en la Asamblea Nacional Popular de China para los asuntos de la región, recomienda que la elección de aspirantes a jefe del ejecutivo post 2017 sea siempre por medio del Comité Electoral y, pese aceptar elecciones directas, se mantenga el visto bueno de este Comité. Este fue el detonante de la protesta.

La “revolución de los paraguas”

Las protestas han sido protagonizadas por estudiantes y jóvenes, tanto universitarios como secundarios, con el apoyo de algunos sectores obreros con sus propias demandas relacionadas al alto costo de la vida, lo cual preocupó al gobierno central chino y el local sobre las repercusiones del movimiento. El movimiento se autodenominó Occupy Central, pues ocupó el centro administrativo y financiero de la ciudad, aunque a diferencia de otros Occupies, no centró sus demandas en cuestiones económicas. Esto le generó el apoyo de un sector minoritario de la burguesía de la ciudad, que encontró eco en el liberal pro-imperialista New York Times.

Las potencias imperialistas, sobre Estados Unidos, aprovecharon las movilizaciones para criticar al gobierno chino por violar las libertades de la población de la región. Este aullido de lobo con piel de oveja por parte de la potencia que más viola los derechos humanos, como parte del reajuste táctico en las relaciones geoestratégicas con China, fue respondido enérgicamente por la cancillería china como un asunto interno. Y por supuesto que lo es; por tanto es peligrosa (como lo ha sido en otros conflictos internos recientes como Libia, Irak, Siria, Ucrania, etc.) la intromisión imperialista, pues siempre dificulta la solución de estos conflictos y provoca el surgimiento de fuerzas aun más reaccionarias en estos países. De igual forma, la respuesta china es una manera de escudarse en los asuntos internos para reprimir a la población y desactivar las protestas.

El régimen reprime la rebelión

Después de importantes forcejeos entre manifestantes y policías, Beigin y el gobierno local, evitando llegar a un nuevo Tianmen, buscaron otros medios para solucionar el conflicto. Una intervención estatal violenta debilitaría el papel de China como competidor serio del imperialismo hegemónico dentro del armazón del Brics y la Conferencia de Shanghai en tanto instrumentos del imperialismo emergente, y daría a Estados Unidos la oportunidad de seguir bloqueando a China mediante acuerdos bilaterales con sus vecinos circundantes de los mares de la región.

Las autoridades movilizaron a población afín al gobierno central y a algunos pobladores de regiones de la RPCH cercanas a Hong Kong, para enfrentarse a los manifestantes, pero también a esbirros de las Triadas, que aterrorizaron golpeando a muchos estudiantes. En todo esto la policía de la región asumió el papel de mediador y retomando la legitimidad el jefe ejecutivo, amenazó con que no se tolerarán mayores desordenes “entre sectores de la población enfrentadas”. En el ínterin las autoridades locales se reunieron con los representantes de los grupos empresariales más importantes para asegurarles que sin importar en rumbo que adquiera la reforma electoral, sus intereses no serán tocados.

Los partidos burgueses tratan de llevar a negociaciones

Los partidos Cívico y Democrático encaminaron a la Federación de Estudiantes Universitarios, a los secundarios y a los sindicatos a negociaciones con el jefe del ejecutivo Ching-ying. Estos partidos reciben financiamiento de fundaciones vinculadas al imperialismo gringo como la NED, se sitúan a la derecha y al centro respectivamente y fueron parte de las manifestaciones. Además cuentan con importantes vasos comunicantes con las élites burguesas de la ciudad y la burocracia china

Así, las negociaciones iniciaron el viernes 3 de octubre con el número dos del ejecutivo local Carrie Lam, donde el tema de la nominación a candidatos para jefe ejecutivo no quiere ser tocado por el gobierno de la Región Administrativa. En todo esto el Consejo Legislativo, que había sido bloqueado por los manifestantes, sigue sin sesionar, demostrando el poco interés hacia la problemática. Los estudiantes por su parte exigen que las negociaciones sean vinculantes y no consultivas.

Lo cierto es que las concentraciones van de más a menos y ante esta situación el movimiento estudiantil ha convocado a acciones de movilización en toda la ciudad. Esto repercutió en las negociaciones y el número dos del gobierno anunció su suspensión, pues los estudiantes no muestran ninguna confianza en las mismas.

La rebelión de estudiantes y obreros de Hong Kong tiene el potencial de generar una amplia movilización en toda la República Popular China contra la dictadura pro-capitalista del Partido Comunista Chino. El éxito de las movilizaciones por las reformas democráticas dependerá en gran parte, de la incorporación masiva de los trabajadores, que incluyan las sentidas demandas por mejores salarios, seguridad social y la mejora de las condiciones de vida de la población pobre.

¡Solidaridad con los estudiantes y obreros en lucha por reformas democráticas!

¡Alto a la represión por parte de la dictadura china!

Por Nicolás Le Brun

Durante el año 2011 una insurrección de las masas de los países árabes empezó a extenderse desde Túnez hasta el territorio sirio. Las potencias imperialistas empiezan a realizar hipócritas llamados “pro democracia”, cuando como en casi todas las ocasiones, los regímenes y los gobiernos, han sido el resultado de su imposición y  estos gobernantes han actuado hasta hace poco con el beneplácito de las mismas.

La primavera árabe se expande

La primavera árabe es el resultado de varios factores, entre ellos la gran crisis económica desatada en 2008 que debilitó enormemente a los países productores de petróleo como resultado del aumento en el desbalance comercial. Los precios de los productos manufacturados y los alimentos se encarecieron. Estos países ricos en petróleo, en su conjunto son dependientes de los bienes producidos por los países imperialistas así como de los granos básicos y otros alimentos.

Por otro lado la degradación de las ya deterioradas condiciones de vida de las masas árabes. El desempleo y el costo de la vida aumentaron en forma vertiginosa. Los gobiernos aliados de las potencias occidentales, gozan y/o gozaban de enormes privilegios como producto de sus negocios con estos países. Los clanes familiares se meten en los bolsillos la mayor parte de los ingresos. Cada una de las dictaduras que han caído ha dejado al descubierto los enormes “patrimonios familiares” y sus tentáculos con la banca y la bolsa de la Unión Europea y los Estados Unidos.

La chispa que se inició en Túnez rápidamente se expandió a otros países con resultados diferentes.

En Túnez y Egipto, la reacción democrática pudo garantizar una transición relativamente calma para mantener las condiciones de explotación y los intereses de las compañías extranjeras que tienen una gran cantidad de inversiones en esos países.

En ambos países, los grupos musulmanes “moderados”, como los hermanos Musulmanes en Egipto y el partido Ennahdha  en Túnez, lograron por medio de alianzas con el régimen y el imperialismo contener la insurrección y con base en promesas demagógicas ganar la Asamblea y el Ejecutivo.

Sin embargo el equilibrio sigue siendo frágil. Aunque sectores de las masas han sido ganados para la política de reacción democrática, una vanguardia sigue desafiando a los regímenes. Es decir, la misma mona con diferente vestido, cambiar todo para que todo siga igual.

Estas revoluciones democráticas carecen, hasta donde conocemos, de una vanguardia revolucionaria que tenga un plan que lleve más allá las reivindicaciones de los pueblos y cuestione el poder a la burguesía local y por ende al imperialismo que controla los recursos naturales por medio de sus transnacionales.

El caso de Libia fue todavía más dramático, la insurrección que tumbó al régimen lo hizo por medio de métodos de guerra civil. El régimen de Gadafi se fracturó como producto de las contradicciones internas. La intervención de la aviación de la OTAN marcó una pauta. Apostó a la insurrección para obtener de nuevo el control de los ricos yacimientos petroleros libios.

Esta onda expansiva empezó a tocar a Siria desde el año pasado y la situación se ha vuelto cada vez más álgida y más compleja.

El mosaico sirio

Como todos los países del denominado Tercer Mundo, Siria ha sido objeto en la historia reciente de innumerables intervenciones de los países imperialistas, que en sus diferentes épocas de dominio han modelado el panorama geopolítico que vemos ahora.

Durante casi 30 años de dominio francés sobre el territorio sirio, bajo un protectorado, los franceses mantuvieron el control a sangre y fuego, como resultado de la derrota del  Imperio Otomano luego de la Primera Guerra Mundial. La guerra imperialista repartió como botín de guerra los antiguos dominios turcos y los franceses se hicieron de Siria y el Líbano, unificados en ese momento.

Luego, para asegurar la gobernabilidad sobre las nuevas conquistas, Francia y Gran Bretaña movieron sus fichas y sus tropas para asegurar la balcanización de los antiguos dominios turcos e impedir la reivindicación histórica de una gran nación árabe unificada en el Medio Oriente desde la Península de Arabia, incluyendo Siria, Líbano, Irak y Jordania pero también Egipto y el Maghreb. Esta aspiración es contraria a los intereses imperialistas sobre todo por el aspecto energético. La división evidentemente  favorece  a los bandidos imperialistas que han promovido conflictos regionales y trazado las fronteras con regla y compás  dividiendo etnias y favoreciendo a unas en detrimento de otras para asegurar más la zona.

Siria fue de nuevo dividida en los años 20, luego de un intento de independencia y los franceses alentaron la división del territorio otorgando una República bajo la tutela de la minoría maronita pro francesa.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, una nueva rebelión se produce siendo de nuevo salvajemente reprimida. El general de Gaulle envía la aviación para que bombardee Damasco, pero no puede detener la insurrección que logra la victoria en el año de 1946.

A partir de ese año, los golpes de estado y las divisiones internas como producto de lo  expuesto anteriormente opone a la minoría aluita de profesión chiita en contra de la mayoría sunita. La mayoría de los estados del Medio Oriente mantienen el mismo conflicto que ha sido alentado por el imperialismo como mecanismo de  privilegiar a una minoría para que oprima y así obtener los mayores beneficios.

La insurrección contra Bachar el Assad

El régimen de partido único instaurado en 1970 por el padre de Bachar,  Hafez el Assad toma el poder por  medio de un golpe de estado, para asegurar al partido Baas, en el poder desde mediados de los años 60 y poder decantarse de los elementos denominados extremistas.

Luego de las derrotas en contra del ejército sionista, la pérdida de las alturas del Golán y posteriormente las invasiones sionistas al Líbano, el régimen ha perdido credibilidad.

Los métodos de dictadura de partido único y la contribución para mantener al máximo el estatus quo en la región ha hecho posible que el partido Baas y la camarilla de los Al Assad permanezcan en el poder, apoyados por una poderosa fuerza armada.

Las recientes movilizaciones han hecho que la estructura de instituciones fundamentales como el ejército se resquebraje. Este movimiento que empezó con manifestaciones pacíficas se ha transformado en una guerra civil. Varias ciudades se han visto sitiadas y las movilizaciones reprimidas con armas pesadas.

La oposición siria se encuentra dividida en alas que incluyen a los pro-imperialistas que buscan desesperadamente una alianza con la OTAN. Estas se encuentran representadas por CNS (Consejo Nacional Sirio) dentro del cual está el ala armada del Ejército Libre Sirio. Estos proponen, a través de su dirigente el coronel Rijad Al Asaad que “se dé una protección internacional, una zona de exclusión aérea y golpes sobre objetivos estratégicos” Asimismo el presidente del CNS, Burham Ghaliun propone la “creación de un corredor humanitario”, la misma formulación que proponía días antes de esta declaración el ministro de Relaciones Exteriores francés Alain Juppé. Los miembros del CNS son en su mayoría partidos islamistas como los Hermanos Musulmanes, los cuales ya le han servido bastante a los intereses de la reacción democrática en la zona.

La otra organización de la oposición es el CNCD, el Consejo Nacional por un Cambio Democrático. Esta organización se opone a la presencia de la OTAN por considerarla “una instancia de dominación”. Sin embargo no descartan la ayuda humanitaria en el ámbito de la “defensa de los derechos del hombre”.

Ambas organizaciones intentaron  llegar a un acuerdo, pero no fue posible debido a las grandes diferencias entre las dos.

La reciente misión de la Liga Árabe no ha hecho más que demostrar el interés de las burguesías árabes en mantener el régimen al máximo y garantizar una transición moderada para no desestabilizar más la región.

El medio Oriente, una papa caliente para el imperialismo

Esta zona no solamente es rica en petróleo, sino que es la principal ruta de abastecimiento de petróleo. La creación del Estado Sionista de Israel cumple con el rol de contención y de cabeza de playa para golpear las aspiraciones de las masas árabes a su independencia total.

La reciente crisis con Irán pone de manifiesto esta situación tan polarizada que hace que la intervención por parte de la OTAN en el conflicto sirio esté descartada por el momento. El secretario general de la OTAN Andres Rasmunssen declaró que “Mi respuesta es muy simple, la OTAN no tiene ninguna intención de intervenir”.

En la guerra entre Irán e Irak, promovida por los Estados Unidos para desangrar la recién triunfante revolución islámica a través del defenestrado Sadam Hussein, el gobierno sirio apoyó a Irán. Dentro de este contexto una intervención o bien una desestabilización mayor en la zona pondría en dificultades el objetivo del imperialismo, que es deshacerse del régimen de los Ayatholas con la excusa del programa nuclear iraní o bien el bloqueo del estrecho de Ormuz.

Las masas tienen la palabra

Las masas árabes han señalado el camino, su dirigencia ha hecho todo por contener el proceso de revolución que amenaza las burguesías locales y los intereses imperialistas.

Por eso los socialistas estamos a fondo con las masas y a favor de la caída revolucionaria de estos regímenes impuestos por el imperialismo que no han hecho más que enriquecerse de la misma forma que lo hacían las dictaduras centroamericanas como los Somoza o la oligarquía salvadoreña.

Es una tarea titánica que pasa por la derrota de estos regímenes y por la expulsión de los ejércitos imperialistas afincados en toda la zona.

Por Nicolás le Brun

Hace dos décadas, la ofensiva económica de la burguesía imperialista se centraba en los países de la periferia. Por un lado, la restauración capitalista en los antiguos estado obreros, hacía que la clase trabajadora de estos países perdiera el control de la estructura económica y pasara a manos privadas. Los antiguos dirigentes de los Partidos Comunistas pasaron a ser los nuevos propietarios o socios de las empresas más rentables. Detrás de ellos las conquistas fueron una a una destruidas.

Por otro lado, en el continente americano, la banca internacional empujaba a los gobiernos del área a aplicar rigurosos planes de ajuste estructural con el fin de garantizar el pago de la deuda contraída por los diferentes gobiernos con la banca. Esto provocó que muchas de las empresas más rentables de estos países pasaran a manos privadas, se destruyeran también conquistas de la clase trabajadora en diferentes materias como educación, salud pero sobre todo en el ingreso. La inflación, las devaluaciones de la moneda y otras medidas hicieron que el poder adquisitivo se perdiera para las grandes mayorías.

Al mismo tiempo, los organismos financieros internacionales recomendaban dar más ventajas a los empresarios y a los inversores para que según sus eufemismos “estimularan el crecimiento” y a la vez el empleo.

Pero como un cuento chino, desde esta época hasta ahora, las cosas no han hecho más que empeorar para el conjunto de la población y no ha dejado de mejorar para una minoría cada vez más pequeña.

Entonces caben unas pequeñas reflexiones para alimentar la discusión, pero sobre todo para tratar de orientar la acción en contra de los actuales planes de austeridad, que no son ni más ni menos que recetas para mantener a un sistema moribundo pero que no cae.

Las Europas

Con la creación primero de CEE y posteriormente de la UE, la idea de una sola Europa parecía antes los ojos de las masas, algo real.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad que esta visión. Europa como una estructura piramidal, establecía relaciones de poder. Los estados con las burguesías más fuertes como Alemania, Francia e Inglaterra, que no es miembro de la UE, apostaban a colocar dinero en los países periféricos de Europa. Así fue como la burguesía de países más pobres como Grecia, Portugal, España y otros se llenaron de recursos con tasas de interés más altas que las que tenían los primeros países. El caso griego es muy ilustrativo, el porcentaje de bonos en manos de Alemania, Francia es de un 41% y el resto se reparte en porcentajes casi similares entre otros países del área y del resto del mundo. Esto explica el gran interés del dúo Merkel-Sarkozy por obligar a Grecia a entrar en la austeridad a fondo y poder pagar sus obligaciones.

El dinero  entró a esos países no fue empleado para ponerlo a “trabajar”, dentro de una lógica capitalista. Mucho de ese dinero pasó de mano en mano y como por arte de magia se evaporó. Además de esto, el porcentaje del PIB que se utilizará para hacer frente al pago de la deuda es demasiado grande, casi un 9% lo que en pocos años llevaría de nuevo al colapso a la economía helena.

Pero los banqueros, sin importar el destino de los dineros prestados, empezaron a cobrar desde el principio. La burguesía de estos países más débiles tomó además como parte de las condiciones de los acreedores, medidas para incentivar la producción, es decir exoneraciones fiscales para las empresas, con lo que el estado dejó de percibir importantes sumas de recursos. En pocas palabras un negocio montado para que los mismos que prestan se queden con todo. En medio de la discusión del último plan de “salvamento” de la economía griega adoptado por la UE, Alemania y Grecia acordaban un nuevo tratado para atraer inversiones alemanas en Grecia. Ambos países firmaron un texto de cinco páginas el viernes, al término de una visita de dos días del ministro alemán de Economía, Philipp Rosler, acompañado por unos cincuenta empresarios alemanes a Grecia. En la parte griega, fue firmado por el ministro del desarrollo Michalis Chrysohoidis.(El Nuevo Herald 7-11-2011)

Los centros de interés alemanes en Grecia se sitúan en las áreas de las energías renovables (solar y eólica), las tecnologías medioambientales, el turismo, las tecnologías de la información y del sector de sanidad, indica el documento.

Según una fuente patronal alemana, algunos proyectos de inversión alemanes en Grecia incluyen la creación de complejos residenciales que mezclan el turismo con los cuidados médicos, especialmente destinados a la tercera edad.

Pero la dinámica por establecer un control cada vez más directo por parte de las potencias europeas sobre Grecia se ve también refeljado por el monto de las Inversiones Extranjeras Directas. Del total de 33 000 millones de euros durante el período 2003-2009, 11 000 millones correspondieron a Alemania, 7000 millones a Francia y  6000 millones a Gran Bretaña. El 75% del total de inversiones corresponden a estos tres mismos países que buscan garantizar una rentabilidad mayor mediante la sobre explotación y  la rapiña.

El acuerdo también prevé un apoyo administrativo alemán a Grecia en materia del establecimiento de legislación en temas de competencia, energía y telecomunicación.

Es decir, el reparto de las empresas y sectores que el gobierno griego acordó privatizar, ofrecidos en bandeja de plata a los inversores alemanes. Entre 2003 y el 2009, el 72% de la inversión extranjera en Grecia se centró en el sector terciario de la economía, un 26% en el secundario y un 0% en el primario (Banco de Grecia 2010). Esto refleja el signo de la época y es coincidente con las nuevas inversiones alemanas que buscan posicionarse aún más en este sector de  servicios.

Además desde la entrada primero en 1981 a la CEE y luego en 1999 a la zona euro, Grecia ha visto crecer exponencialmente el déficit en su balanza comercial. La dependencia de los bienes importados y la reestructaración del sector primario, fueron haciendo más vulnerable y dependiente su economía.

El proceso de dependencia y sometimiento de los gobiernos de los países periféricos es lo que está en el fondo de este asunto de la deuda. Para poder cumplir con los planes de ajuste, eje central de la posición alemana, los gobiernos deben arrasar con todas las conquistas sociales y los activos estatales. 

Esto no puede ser llevado a cabo a fondo por medio de métodos democráticos y por eso en el endurecimiento de la represión y de los rasgos bonapartistas de los regímenes.

El giro a la derecha en España o bien el ascenso de personajes tecnocráticos oscuros como el nuevo primer ministro italiano Mario Monti, su colega griego Lucas Papademos, quien fuera vicepresidente del Banco Central Europeo, BCE, reflejan esa tendencia.

La democracia burguesa no funciona con la crisis.

La democracia burguesa es un lujo para cuando las condiciones económicas así lo permitan. La burguesía no escatima en utilizar cualquier método con tal de garantizar su dictadura económica que impone a la clase trabajadora. Europa tiene en su historia claros ejemplos y ahora el auge de la extrema derecha en varios países y el discurso xenofóbico que alientan por diversos medios no es una casualidad. La burguesía europea se preparara para una resistencia dura de la clase trabajadora y no escatimará medios para derrotarla.

En los antiguos estados obreros, la mayor parte de ellos están siendo dirigidos por gobiernos bonapartistas que pasan por encima de toda la institucionalidad formal con  tal de aplicar en primera instancia la privatización de los medios de producción, en segundo lugar la consolidación de una nueva burguesía salida de la burocracia estalinista y en tercer lugar el mantenimiento de las inversiones en los sectores rentables como el gas, minerales y productos agrícolas. Esto no incomoda a las “democracias occidentales” salvo cuando los socios dejan de ser fiables. Es el mismo caso de las dictaduras de los países árabes que durante décadas fueron socios importantes hasta que ya no pudieron garantizar el control de sus países.

Así pues, cuando el ex primer ministro griego Papandreus anunció un referendo para decidir sobre el acuerdo impuesto por la banca europea y el dúo franco alemán, la respuesta de estos dos gobiernos fue principista, no hay cabida para ribetes democráticos.

La lucha que tiene enfrente el proletariado europeo es de gran envergadura, es en contra de las últimas conquistas sociales que los trabajadores lograron arrancar a la burguesía en la post guerra y las conquistas democráticas también.

La defensa de estas no puede ser a medias y debe ser unificada, así como unificados están los de arriba.

Las movilizaciones de los Indignados  son espectaculares pero que no inciden en la estructura productiva y las huelgas generales realizadas en Grecia, Portugal y que se anuncian en Bélgica, no son unificadas en todo el continente.

Es por eso que la salida es combatir de conjunto el plan de austeridad de la banca, la unificación por abajo para construir los Estados Unidos Socialista de Europa, única alternativa viable para salir de la crisis.

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