Por Olmedo Beluche

El afán del gobierno panameño para ponerse al servicio de los intereses más reaccionarios e imperialistas del mundo no tiene límites. Desde 2009, cuando asumió el poder Ricardo Martinelli se han sucedido tomas de postura, declaraciones y ridículas metidas de pata sin cesar. Ahora resulta que Panamá, por orientación del presidente colombiano Juan M. Santos, se inmiscuye en un diferendo que acaba de resolver un fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que ha delimitado las fronteras marítimas entre Nicaragua y Colombia.

Martinelli pretende servir de punta de lanza a la política colombiana que no quiere reconocer el fallo del tribunal internacional emitido a fines de 2012. En una entrevista televisiva (Telemetro 11/9/13), Martinelli alega haber conversado con Santos "con referencia a unas extensiones, unas pretensiones de extensiones territoriales que tenía el gobierno nicaragüense que desafortunadamente además de incluir a Colombia y Costa Rica, incluían a Panamá".

En ese mismo programa, Martinelli, dejó entrever que su postura frente al asunto de los nuevos límites marítimos de Nicaragua establecidos por La Haya, tiene relación con la firma del Tratado de Libre Comercio entre Panamá y Colombia, que busca beneficiar a los exportadores de zapatos y textiles de Zona Libre de Colón castigados con una tarifa proteccionista colombiana. Martinelli dio a entender que Santos condicionó la firma del TLC a la firma de "una carta de protesta contra los nicas" que promueve Colombia, con Costa Rica y Panamá para presentársela al secretario general de la ONU. Un toma y daca.

La política exterior panameña se arrastra por el mundo

Sin medir consecuencias, ni mucho menos el peso específico de Panamá en el mundo, ni su papel supuestamente "neutral" por razón del canal, el móvil de la política exterior de este gobierno ha sido actuar como perrito faldero emitiendo ladridos y esperando a cambio una sobadita en la cabeza y oír el "buen chico".

No cabe esperar mucha comprensión de las sutilezas de las relaciones diplomáticas en el mundo por parte de un grupo de arribistas ignorantes que sólo piensan en plata. Estuvieron entre los primeros, con el ex canciller J. C. Varela a la cabeza, que legitimaron el golpe de estado en Honduras, en 2009. Para congraciarse con los sionistas Martinelli se pronunció por una Jerusalén israelita, desconociendo al pueblo palestino. Peor aún, junto colonias como Micronesia, fue de los pocos países que se negaron a reconocer la representación de Palestina en la ONU. Martinelli metió la pata al opinar en un diferendo entre China y Japón por unas islas.

Recientemente, por orden de Estados Unidos, detuvo un barco coreano "sospechoso de contrabando de drogas", las cuales nunca se encontraron, pero si varias toneladas de azúcar y un arsenal que Cuba enviaba a Corea para su mantenimiento y devolución (al decir de Cuba). Pese a que el móvil de la detención no se probó, el gobierno panameño actuando como supuesto gendarme internacional mantiene retenida a la tripulación, al barco y su carga, yendo más allá de lo prudente, que habría sido negar su paso por el canal y devolverlo a aguas internacionales.

¿En qué consiste el conflicto colombo nicaragüense?

Desde el punto de vista geográfico no hay margen para el conflicto, pues cualquiera que mire un mapa puede apreciar que el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina están prácticamente en la plataforma continental de Nicaragua. La razón del diferendo es histórica: originalmente, en razón de la geografía, el archipiélago hizo parte de la Capitanía General de Guatemala (a la que pertenecía la actual Centroamérica), desde 1544. Pero las islas al igual que la costa caribeña de Centroamérica empezó a ser objeto de incursiones y colonización por ingleses y escoceses, desde 1629.

El imperio español tuvo a lo largo del tiempo diversas estrategias para preservar su control del avance inglés, una de ellas fue que en 1803, Carlos IV, decidió pasar la administración de este archipiélago, y de toda la costa caribeña conocida como de "Los Mosquistos" (desde el Cabo Gracias a Dios hasta el río Chagres en Panamá) al virreinato de la Nueva Granada, el cual, a través del puerto de Cartagena garantizaba el comercio y el control militar. Una interpretación, la que defiende Nicaragua, asegura que esta decisión no implicaba segregar esta zona a la Capitanía de Guatemala, sino una decisión administrativa para resolver un problema coyuntural.

Alcanzada la independencia de España, las Provincias Unidas de América Central reclamaron la Costa de los Mosquitos y el archipiélago de San Andrés, pero la Gran Colombia alegó que las islas soberanamente se habían adscrito a la Constitución de Cúcuta de 1822 pasando a ser parte del estado bolivariano. Durante el siglo XIX, la federación centroamericana y Nicaragua (después) tomaron control de la Costa de los Mosquitos pero el archipiélago siguió en poder de Colombia.

En 1928 se firmó el Tratado Esguerra - Bárcenas, ratificado mediante el Protocolo de 1930, por el cual Colombia reconoció la soberanía nicaragüense sobre la Costa de los Mosquitos (Cabo Gracias a Dios hasta el río San Juan) y las islas de Mangle Grande y Chico, a su vez Nicaragua reconocía la soberanía de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés. El tratado expresamente no incluyó los cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana y no fijó límites marinos con precisión.

En base a los vacíos del tratado de 1928, Colombia de modo unilateral, en la década de 1960, intentó fijar como límite marítimo entre ambos países el meridiano 82, al occidente de las islas. Con lo cual la controversia quedó reavivada, hasta que en febrero de 1980, el gobierno nicaragüense surgido de la Revolución de 1979, repudió por completo el tratado de 1928 por haber sido impuesto en un momento en que Nicaragua estaba invadida por Estados Unidos, no pudiendo defender sus derechos legítimos.

En diciembre de 2001, el gobierno de Nicaragua formalizó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) reclamando la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y repudiando el Tratado de 1928. Colombia, por su parte, en 2003, presentó objeciones formales a la demanda ante la CIJ, reclamando el archipiélago y los límites en el meridiano 82.

En diciembre de 2007, la CIJ se pronunció sobre las objeciones colombianas, diciendo: 1. Se declara incompetente para considerar controversia de soberanía colombiana sobre San Andrés, Providencia y Santa Catalina por estar zanjada esa materia en el Tratado de 1928, al que considera legítimo; 2. Pero establece que, fuera de esas tres islas el Tratado de 1928, no aclara los límites marítimos de ambos países, ni la soberanía sobre otros islotes del área, por lo que se declara competente para fijarlos de acuerdo a lo reclamado por Nicaragua.

Finalmente, el 19 de noviembre de 2012, la CIJ se pronuncia sobre el litigio: 1. Corriendo en algunos sitios el límite del meridiano 82 al mediano 81, 80 y 79; 2. reconociendo la soberanía nicaragüense hasta las 200 millas náuticas, salvo en la aguas que rodean las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y los otros 7 cayos en que Colombia conserva la soberanía hasta las 12 millas náuticas alrededor de las islas.

La decisión de la CIJ deja en claro que se refiere a la fijación de límites entre los dos países litigantes, que admite recursos de reconsideración por alguno de los dos, a la vez que deja abierta la necesidad de que Nicaragua renegocie sus nuevos límites con Jamaica y Panamá, con los que antes no tenía, y con Costa Rica y Honduras, en la zonas que antes habían sido negociadas con Colombia y que ahora son nicas.

El gobierno colombiano no quiere aceptar el fallo de la CIJ

Desde que se conoció el fallo de la Corte Internacional, el gobierno y la burguesía colombianos se han negado a aceptarlo alegando una afectación de su soberanía del 50% sobre lo que consideraban su territorio sobre el mar Caribe. Una ola de seudopatriotismo y nacionalismo invadió los medios de comunicación de ese país e incluso se ha considerado seriamente repudiar la pertenencia de Colombia al sistema de la CIJ.

Por supuesto, la estrategia frente al fallo también implica aliarse con los países limítrofes con Nicaragua para crear una situación de desasosiego que impida a aquel país ejercer su soberanía sobre el área delimitada. De ahí la conversación de Santos con Martinelli y, seguramente, con Laura Chinchilla de Costa Rica, y los gobiernos de Honduras y Jamaica. La controversia además viene aderezada con las diferencias políticas, mientras el gobierno de Colombia es cabeza de la derecha continental, el de Daniel Ortega es parte del proyecto bolivariano del ALBA.

Panamá y las fiebres patrióticas de Martinelli

A la burguesía comercial panameña la patria y la soberanía nunca le ha importado mucho, pues es el dinero que hace sonar sus cajas registradoras el único Dios por el que sienten amor verdadero. Panamá fue parte integrante de Colombia hasta 1903 cuando, Estados Unidos deseoso de construir un canal bajo su pleno control soberano, se alió con algunos comerciantes locales para proclamar la "independencia" de Colombia e imponer el Tratado Hay - Bunau Varilla.

Panamá se convirtió así en un "protectorado" (colonia) de Estados Unidos, con Zona del Canal, bases militares e incluso conteo de votos por parte del interventor colonial (gobernador de la Zona). Tan es así que, para zanjar el tema del conflicto surgido con Colombia por "la toma de Panamá", fue un diplomático norteamericano quien negoció el primer tratado limítrofe ente ambos países.

El 5 de agosto de 1914, diez días antes de inaugurarse el Canal de Panamá, el funcionario norteamericano Thaddeus Austin Thompson y el canciller colombiano Francisco José Urrutia firmaron el tratado (Urrutia-Thompson) por el cual Colombia reconoce a la república de Panamá y fija sus límites de acuerdo a una ley de 1855, a cambio de 25 millones de dólares (misma cantidad que exigía el gobierno de ese país por el tratado del canal antes de la separación). Se dice que Estados Unidos aprovechó la crisis de las exportaciones cafeteras por la I Guerra Mundial para imponer el reconocimiento y beneficios para sus empresas petroleras y bananeras, a cambio del dinero.

Los límites fijados en este tratado fueron ratificados por Panamá en 1924 (Tratado Victoria-Vélez) y en un canje de notas de 1932, inclusive por el Tratado de Montería firmado por Omar Torrijos a fines de los 70, cuando entró en vigencia el Tratado Torrijos-Carter de 1977. El hecho es que Panamá, nunca disputo límites terrestres ni marítimos con Colombia, que debieron ser el precedente legítimo si es que en verdad hubiera un conflicto de límites ahora en nuestra nueva frontera con Nicaragua a partir del referido fallo de la CIJ.

Pero aún, luego del traspaso a Panamá del canal y el desmantelamiento de las bases militares norteamericanas, en el años 2000, por la aplicación del Tratado de 1977, el gobierno panameño firmó acuerdos de seguridad con Estados Unidos cediendo la custodia de nuestro mar territorial y espacio aéreo a los Estados Unidos, entre ellos el Tratado Salas-Becker de 2002, firmado violando la constitución y las leyes nacionales.

Como se puede apreciar por lo dicho, a lo que se podrían agregar otras muchas consideraciones, no es el patriotismo lo que inspira al gobierno panameño, la filosofía que ha inspirado a nuestra clase dominante se resume en la frase: "la soberanía no se come".

Los "aires de guerra" que inspiran las expresiones de Martinelli provienen de cosas más prosaicas: 1. La afinidad política con Santos en la extrema derecha latinoamericana; 2. Los favores políticos concretos que Álvaro Uribe hizo a Martinelli en su campaña de 2009; 3. Los crecientes nexos comerciales y económicos entre la burguesía colombiana y altos funcionarios panameños; 4. La penetración creciente de capitales colombianos que se han adueñado de casi toda la industria nacional y parte del negocio inmobiliario; 5. Hay temor real en algunos sectores de que Nicaragua concrete su canal con apoyo de los chinos. En broma y en serio se dice acá que poco a poco estamos volviendo a ser un Departamento de Colombia.

¿Qué posición debe defender el movimiento obrero y popular panameño?

En primer lugar no ser tontos útiles ni carne de cañón de los intereses crematísticos de las burguesías panameña y colombiana. Lamentablemente, algunos dirigentes políticos de izquierda en Panamá trastabillan dándole credibilidad a Martinelli. Ojo, que el nacionalismo es progresivo si enfrenta al imperialismo y al colonialismo, pero se convierte en un veneno cuando se usa para enfrentar a los pueblos.

Si, como establece el propio fallo de noviembre de 2012 de la CIJ, Nicaragua debe negociar con Panamá la nueva frontera marítima, procedamos a la negociación exigiendo lo justo sin inventar demandas absurdas que nunca se plantearon a Colombia. Tomémosle la palabra al presidente Daniel Ortega, quien respondiendo a Martinelli ha dicho que "debe privar el derecho, ya que imponerse a través de la fuerza de las armas sería regresar a la época de las cavernas" y que ha llamado al gobierno colombiano a un diálogo "para poner en práctica armoniosa la sentencia de La Haya" (La Prensa, Managua, 12/9/13).

Las burguesías latinoamericanas acicateadas por el imperialismo yanqui nos han dividido, toca a nuestros pueblos, a la clase trabajadora, a revolucionarios y socialistas derribar las fronteras y bregar por la unidad bolivariana.

 

Por Luis Alfonso Bernal

El pasado 30 de Julio dio inicio una nueva huelga del magisterio panameño, esta vez contra la aplicación del Decreto No 920, que creaba el Sistema de Gestión de Centros Educativos de Formación Integral, que es una privatización parcial de la educación superior.

A pesar de todos los discursos triunfalistas de Ricardo Martinelli sobre la buena salud de la economía y sobre los beneficios de la ampliación del Canal de Panamá, el déficit fiscal de 800 millones de dólares en el año 2013 se hace sentir directamente en el sistema educativo. Y por ello el gobierno de los empresarios quiere hacer negocio con la educación pública.

La vanguardia da un paso al frente

La huelga inició con el gremio dividido. No todos los sindicatos estaban de acuerdo con el paro, solamente 7 sindicatos iniciaron la pelea, pero la vanguardia del magisterio constituida porla Asociación de Profesores de la República de Panamá, la Asociación de Educadores Veragüenses, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, entre otros, terminaron imponiendo el ritmo de la lucha y la movilización. Al comienzo el gobierno se mantuvo expectante esperando que el paro se cayera por su propio peso, pero después tuvo que utilizar la Policía para reprimir los piquetes de huelga de los maestros, llegando a encarcelar a algunos activistas. Al mismo tiempo, la ministra Molinar amenazó a los maestros en huelga con realizar descuentos salariales, violentando la legislación laboral panameña.

Derogación del decreto No 920

Una vez que la ministra Molinar anunció la derogación del decreto No 920, la principal consigna de la huelga fue la firma de un acuerdo con el Ministerio de Educación para ponerle fin al movimiento, obligando al gobierno a comprometerse en el cumplimiento de lo acordado, que no haya despidos ni represalias, que no haya descuentos salariales y mantener una mesa de negociación. La huelga fue convocada inicialmente para 48 horas, después se alargó a una semana y al cierre de edición el paro todavía se mantiene.

El 12 de agosto fue finalmente publicada en La Gaceta Oficial la derogación del Decreto No 920, lo que constituye un triunfo de la huelga. Pero en esa misma publicación el gobierno dio a conocer dos nuevos decretos: el 695 y 696 que crea los centro Educativos Guillermo Endara Galimany el Centro Educativo República de China— las dos escuelas modelos— que no es otra cosa que la aplicación del fenecido decreto No 920.

Prolongación de la huelga

Esta maniobra encendió aún más los ánimos del magisterio en huelga. Ha sido la intransigencia del gobierno de Martinelli lo que ha prolongado la huelga, al grado de implantar un verdadero caos en el sistema educativo. Molinar sostiene que como no participaron todos los sindicatos, no hubo huelga en todos los colegios y por lo tanto no es necesario firmar un acuerdo con los sindicatos que sí se mantienen luchando.

Ante la dura postura de la ministra Molinar, los sindicatos en huelga exigieron negociar directamente con el presidente Martinelli, pero la propuesta cayó en saco roto.

La prolongación de la huelga está afectando el ambiente electoral. Juan Carlos Navarro, candidato presidencial del torrijista Partido Revolucionario Democrático emplazó al gobierno de Martinelli a abrir vías de diálogo, pero al mismo tiempo llamó a los maestros a desistir de la huelga.

La prolongación de la huelga y el caos del sistema educativo no ha amilanado al gobierno, el cual pasó a la ofensiva realizando pequeñas movilizaciones reaccionarias, llamadas “cadenas humanas”, con directores de escuelas y padres de familia afines al gobierno, intentando crear una movilización de masas que presionara a los maestros a abandonar la huelga, sin firmar al menos un documento, lo que en los hechos equivaldría casi a una derrota.

Solidaridad de otros sindicatos

Pero, lejos de debilitarse la huelga, la prolongación de la misma activó la solidaridad de otros sindicatos, como el Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales, el combativo Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares, el sindicato de trabajadores de Femsa-Coca-Cola, y la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente.

Es urgente un paro nacional de 24 horas

El gobierno de Martinelli ha provocado el alargamiento de la huelga para debilitar al magisterio en lucha; es una posición clara y consciente, por eso se resiste a firmar un acuerdo de cara a la sociedad.

El estancamiento solo se puede romper aumentando el número de maestros en huelga y con la solidaridad activa de otros sindicatos. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos al magisterio a cerrar filas, a mantenerse unido en sus demandas, al mismo tiempo que llamamos a todos los sindicatos a convocar de manera urgente a un paro nacional de 24 horas en solidaridad con la huelga magisterial.


Por Emilio Young Barría

Las próximas elecciones generales a realizarse en el año 2014, y la legalización de varias opciones, plantean un enorme desafío a la izquierda panameña.

El FAD: incipiente fenómeno de independencia de clase

Después de una larga pero entusiasta campaña de recolección de firmas, durante un año y medio, el nuevo partido Frente Amplio por la Democracia (FAD) logró vencer las duras condiciones establecidas en el antidemocrático Código Electoral, logrando que más de 81,000 personas adhirieran o apoyaran dicho proyecto. Con ello superó ampliamente el requisito legal de 63,457 adherentes, equivalentes al 4% de los votantes de las pasadas elecciones del año 2009.

Esta nuevo partido político fue constituido por varios sindicatos, entre los que podemos mencionar el Sindicato Único de los Trabajadores de la Construcción y Similares (Suntracs), el Consejo de Unidad Sindical (Conusi) y el Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (Frenadeso), entre los más importantes.

El surgimiento del FAD refleja el ascenso de las luchas obreras y populares en Panamá en los últimos años, y la cristalización de un fenómeno de independencia política de los trabajadores, y de ruptura con los partidos patronales, especialmente con el Torrijismo que ha sido durante mucho tiempo el partido que más ha influenciado y controlado a los trabajadores y los sectores populares.

Congreso, programa y elecciones internas

Después de cumplir con las formalidades legales, según el Código Electoral el FAD debe realizar el primer Congreso Nacional y efectuar elecciones internas o primarias para escoger el candidato presidencial y candidatos a diputados para las elecciones del año 2014.

Aunque el FAD se autodefine de izquierda, y simpatiza con el chavismo, todavía debe aprobar el programa político y los principios en su primer congreso que deberá realizarse el próximo 10 de Agosto. La aprobación de un programa anticapitalista, que refleje los intereses obreros y populares, pasa a convertirse en el aspecto decisivo, central, de este incipiente fenómeno de independencia política de los trabajadores panameños.

El entusiasmo se ha apoderado del FAD. Saúl Méndez, secretario del Suntracs y directivo nacional del FAD, declaró hace poco que “El pueblo va a tener una opción presidencial del movimiento popular y sindical. Este es un partido que no tendrá gamonales como en la partidocracia de los partidos CD, PRD, Panameñista y los otros dos satélites del PP y el Molirena”.

Fernando Cebamanos, médico oncólogo, presidente del FAD, ha declarado que la escogencia del candidato presidencial “será ampliamente democrática”. Esta democracia desde abajo es clave para atraerse a otros sectores. El sindicalista Genaro López se perfila como el precandidato con más fuerza para ganar esa nominación dentro del FAD.

La candidatura independiente de Juan Jované

El profesor Juan Jované es ampliamente conocido en Panamá. En el año 2003 la presidenta Mireya Moscoso lo destituyó del cargo de Director de la Caja del Seguro Social (CSS), por oponerse vigorosamente a la privatización de la seguridad social.

En el año 2088 intentó postularse como candidato independiente, pero el Tribunal Electoral mediante una resolución lo dejó fuera del proceso electoral. En esta ocasión, Jované ha vuelto a la carga, reuniendo la cantidad de firmas necesarias para obtener la postulación de candidato independiente.

Según la Ley 54 de 2012, que reformó el Código Electoral, los tres primeros precandidatos que obtengan la cantidad de firmas necesarias se convierten en candidatos independientes, con derecho a obtener financiamiento electoral de 50 centésimos por cada adherente inscrito.

Otras candidaturas independientes

Existen otras candidaturas independientes que luchan por su inscripción, impulsando el tedioso trabajo de recolección de firmas. Entre ellas debemos mencionar a Priscila Vásquez, combativa dirigente sindical del sector salud, que ha organizado huelgas y movilizaciones y que también se ha opuesto a la privatización de la CSS.

Urge una interna abierta y democrática del FAD.

El Código Electoral obliga al FAD a realizar elecciones internas. Es una magnífica oportunidad de abrir las puertas a todas las corrientes de izquierda y del movimiento obrero, para lanzar una candidatura única, que no refleje solo al partido FAD, sino al conjunto del activismo sindical y demás sectores populares.

Por ello, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) exhortamos a la dirigencia y militancia del FAD, a impulsar un proceso de unidad de todas las fuerzas de izquierda, para que vayamos unidos a las elecciones generales del 2014. Las elecciones internas del FAD deben abrirse para que participen todos los precandidatos y a través de la discusión democrática se elija a los mejores candidatos, no solo para presidente, sino también para diputados, alcaldes y representantes de corregimientos.


Por Olmedo Beluche

La aprobación por parte de la Asamblea Nacional de Nicaragua de la "Ley Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense Atingente a El Canal, Zonas de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas", el pasado 13 de junio de 2013, ha causado resquemores en algunos sectores políticos y económicos de la sociedad panameña quienes sienten amenazados sus intereses cada vez que el hermano país pone el tema en la palestra.

Los medios de comunicación panameños se vieron sacudidos por todo tipo de opiniones, desde los que dicen que no hay que preocuparse puesto que los costos que conllevaría la obra (40 mil millones de dólares) la harían inviable financieramente, hasta quienes advierten de la amenaza de que los chinos pongan pie sobre el "patio trasero" de los Estados Unidos, pasando por toda clase de adjetivaciones contra el presidente Daniel Ortega.

¿En qué consiste la "Ley Especial" nicaragüense?

La "Ley Especial" que acaba de ser aprobada por la Asamblea nicaragüense, tiene su antecedente en la "Ley de Régimen Jurídico de el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua y de creación de la Autoridad de El Gran Canal Interoceánico de Nicaragua", aprobada en julio de 2012. La Ley Especial refrenda el acuerdo marco alcanzado entre esa Autoridad, en nombre del Estado, con la Empresa Desarrolladora de Grandes Infraestructuras S.A. y con H K Nicaragua Canal Development Invest Co. Ltda, empresa constituida en Hong Kong. Se rumora, sin que haya nada concreto, que el gobierno de la República Popular de China sería el inversionista socio de esta empresa capaz de financiar las obras.

Apoyándose en una legislación que parte del artículo 98 de la Constitución Política de Nicaragua, que se refiere a la responsabilidad del Estado en impulsar el desarrollo económico, la Ley Especial hace una concesión por 50 años prorrogables a la referida empresa para que adquiera los capitales necesarios para (Art. 2, Descripción de Proyecto): la construcción de un canal (sin especificar la ruta), puertos en ambos mares, un oleoducto, un aeropuerto internacional, zonas de libre comercio, posible ferrocarril, etc.

Las preocupaciones financieras panameñas

Puede apreciarse que se trata de una reproducción en paralelo de lo que ha venido construyendo la burguesía panameña en asocio con capitales extranjeros, en especial desde que el Canal pasó a nuestra soberanía en el año 2000. De ahí las preocupaciones: ¿De hacerse realidad el proyecto nica, cómo afectaría al canal de Panamá y sus servicios conexos al comercio mundial? Recordemos que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) inmiscuyó al país en un gran proyecto de ampliación del canal y la construcción de dos nuevos juegos de esclusas para barcos de alto calado y gran envergadura, con un costo superior a los 5.000 millones de dólares. Sin mencionar otras obras de infraestructuras y concesiones portuarias.

En Panamá, desde 2006 - 2007, cuando el proyecto de ampliación del canal se sometió a un referéndum (como establece nuestra Constitución), hubo mucho debate respecto a si era pertinente iniciar ese proyecto o se debían destinar los recursos a otras prioridades sociales; si las proyecciones de la ACP sobre el crecimiento del tránsito de barcos en las próximas décadas podían financiar la ampliación sin poner en riesgo la estabilidad financiera del país, etc. Luego de cuatro años de gobierno de Ricardo Martinelli, en que el endeudamiento público ha seguido escalando porque es usado como el principal resorte del crecimiento económico, hay quienes temen que a largo plazo los bancos pasen la factura, y quedemos como Grecia.

Las dificultades del canal nicaragüense

Pero existen ciertas dificultades para realizar el proyecto de Nicaragua: 1. El acuerdo marco aprobado no contiene ningún estudio técnico concreto, lo que hace suponer que previo a cualquier inicio de obras deberán superarse una compleja investigación social, ambiental, financiera. 2. No habiendo propuesta concreta, tampoco el proyecto cuenta con capital, menos en las magnitudes requeridas, aunque la empresa inversionista sí cuenta con importantes derechos y concesiones que la Ley del 13 de junio le ha otorgado; 3. Resueltos esos problemas, las obras se estima que tarden al menos diez años antes de entrar en pleno funcionamiento.

Otro problema es el "fantasma chino". Algunos en Panamá alegan que no hay que temer, pues el gobierno de Daniel Ortega, pese a la retórica sigue priorizando relaciones diplomáticas con Taiwán, como todos los países centroamericanos, salvo Costa Rica.

¿Es esto importante? Panamá, igual que Nicaragua, tiene relaciones diplomáticas con Taiwán, mientras que China sólo tiene una delegación comercial, pese a que ya es el segundo usuario del Canal, por detrás de Estados Unidos y por delante del Japón. A los chinos no parece que les molesten esas relaciones, pues parecen estar entendiéndose en el largo plazo con Taiwán.

¿Existiría una rivalidad China - Estados Unidos, la primera detrás del canal por Nicaragua y la segunda detrás del canal panameño? Hay que ver, pues entre ambas potencias hay un amor-odio, en el que se necesitan mutuamente, aunque compiten. Algún opinante panameño hasta ha insinuado que el intervencionismo yanqui se encargará de Daniel Ortega antes que se concrete nada.

Otro elemento a tomar en cuenta es la oposición interna en Nicaragua a la ley. Esta ley se aprobó abrumadoramente por 61 votos a favor, 25 en contra, 1 abstención y 2 diputados que no votaron. Al igual que en Panamá con la ampliación, seguramente la aspiración a una bonanza económica que el canal le pueda producir a la economía nica, le va a granjear un mucho apoyo popular.

Sin embargo, al día siguiente de su aprobación, una amplia gama de organizaciones, desde derechos humanos a políticas, desde la derecha liberal hasta la izquierda por fuera del FSLN, firmaron una declaración conjunta titulada: "Manifiesto por la Defensa de la Soberanía Nacional. ¡Nicaragua no está en venta!".

El Manifiesto acusa al gobierno de Ortega de hipotecar la soberanía del país en favor de una empresa de la que se le señala como partícipe: "El proyecto de ley enviado a la Asamblea... no es para construir un canal, sino para crear un enclave dentro del estado nicaragüense que sea propiedad del dictador, utilizando para ello a un vil testaferro, un individuo desconocido, con una empresa de maletín registrada en las Islas Caimán, que no tiene ni la capacidad ni el dinero para emprender ninguna obra de mediana envergadura y que no representa ni tiene vínculo oficial con el Gobierno de la República Popular de China".

Y agrega que la ley "no indica dónde será la ruta del susodicho canal, no hace ninguna referencia técnica, pero sí establece que se otorgan de forma ilimitada recursos nacionales, en exclusiva, al inversionista y sus concesionarios por un términos de 50 años, prorrogables por otros 50 adicionales, a elección del inversionista".

Panamá y Nicaragua, una competencia histórica

Es de larga data la rivalidad entre Nicaragua y Panamá por establecer en su territorio la ruta preferente del paso transístmico centroamericano. Tal vez se remonte al cuarto viaje de Cristóbal Colón (1501-1502), quien se informó de los habitantes originarios del Caribe panameño que estaba ante un Istmo, que cruzándolo en poco tiempo estaría ante otro mar, tarea que sería acometida diez años después por el Vasco Núñez de Balboa. Aunque la ruta preferente del imperio español se adoptó por Panamá, siempre se tuvo en mente las potencialidades de los grandes lagos nicaragüenses para el comercio.

Mientras que Simón Bolívar en su célebre Carta de Jamaica ya visualizaba la posibilidad de un canal por Panamá y, cuando hubo concretado la independencia de la Gran Colombia, hacia 1827, contrató al ingeniero británico John A. Lloyd y al sueco Maurice Falmarr, para realizar el primer estudio para una ruta por la que construir un canal o un ferrocarril, en el istmo panameño; paralelamente el Congreso Centroamericano, el 16 de junio de 1825, aprobó una resolución para tramitar la construcción de un canal por Nicaragua.

El embajador de la Federación Centroamericana, Antonio José Cañas realizó gestiones ese año ante el gobierno norteamericano para que asumiera la realización de la obra, lo cual no se materializó. Pero en 1826, se firmó un contrato con Aaron H. Palmer para la construcción de un canal por Nicaragua. Palmer en asocio con otros capitalistas norteamericanos fundó la Central American and United States Atlantic and Pacific Canal Co., pero fracasó en reunir los 5 millones de dólares que estimaba necesitaba para empezar las obras.

Unas décadas después, coincidiendo con la "fiebre del oro de California", se firmaron en ambos países contratos para facilitar el trasiego de mercancías y gente de una costa a otra de los Estados Unidos. El 12 de junio de 1849, el gobierno la Nueva Granada (Colombia), de la que Panamá era una provincia, firmó un acuerdo con los empresarios William H. Aspinwall, John Lloyd Stephens y Henry Chauncey, quienes fundaron la Panama Railroad Co., que empezó a construir la línea férrea en 1850, inaugurándola en 1855.

En agosto de 1849, el gobierno de Nicaragua, ya fenecida la Federación Centroamericana, firmó un acuerdo con la Transit Company, para operar barcos en el río San Juan y el lago de Niacragua, empresa que fue adquirida Cornelius Vanderbilt, Joseph L. White y socios, quienes crearon la American Atlantic and Pacific Ship Canal Company. Entre 1850 y 1852, esa empresa contrató al ingeniero Orville W. Childs, quien hizo el primer estudio de factibilidad de una ruta para un canal o ferrocarril.

¿Nicaragua perdió el canal por culpa de los volcanes o de la tramoya de unos especuladores de Wall Street?

Pasando por alto muchos detalles, Panamá inició primero el proceso de construir un canal en acuerdo con una empresa francesa encabezada por Fernando de Lesseps, quien previamente construyó el Canal de Suez. El llamado "canal francés" empezó a construirse en 1880, pero 8 años más tarde ya se encontraba en crisis, en parte por problemas e diseño (un canal a nivel en vez de un canal a esclusas), en parte por problemas con las enfermedades tropicales que diezmaban a los trabajadores, y parte por malos manejos que derivaron en demandas y juicios.

El hecho es que luego de la guerra de 1898 contra España, con el control del Caribe y una nueva colonia en Asia (Las Filipinas) Estados Unidos urgía de un canal que le permitiera disponer su flota de guerra en ambos mares. Pero a fines del siglo XIX, y hasta principios de 1902, la ruta más factible para Estados Unidos era Nicaragua, dado el fracaso de los franceses en Panamá. A favor de la ruta nicaragüense abogaban la fracción demócrata del Senado y la Cámara de Representantes, con el senador John Tyler Morgan a la cabeza.

También se había pronunciado por Nicaragua una comisión especial de ingenieros (Comisión Walker) creada por el gobierno norteamericano, pesando a su favor la estimación los costos de la obra y la exigencia de los accionistas franceses de poco más de cien millones de dólares por sus derechos. El 10 de diciembre de 1901 se firmó un acuerdo con Nicaragua, y el 7 de enero la Cámara aprobó la llamada Ley Hepburn que avalaba el canal por Nicaragua. Sólo faltaba la aprobación en el Senado, y ahí saltó la liebre.

La Compañía Nueva del Canal de Panamá, cuyos dueños eran accionistas franceses interesados en traspasar sus derechos para recuperar parte de la inversión (entre ellos Felipe Bunau Varilla), contrataron en 1896 al abogado William N. Cromwell para que hiciera "lobby" en favor suyo ante el gobierno republicano. Parte del cabildeo fue una serie de conferencias dictadas por Bunau Varilla en Estados Unidos, incluyendo congresistas a quienes intentó convencer argumentado la existencia de una cantidad de volcanes en Nicaragua que pondrían en peligro el funcionamiento del canal.

En realidad, Cromwell quien tenía estrechas relaciones con grandes capitalistas de Wall Street financió con 60.000 dólares la campaña del Partido Republicano e nombre de la Compañía Nueva del Canal, entregados al senador Mark Hanna, jefe del partido y persona que tomó la defensa del proyecto del canal panameño ante el Congreso. Incluso creó un plan de "americanización del canal", por el cual accionistas norteamericanos compraron en secreto acciones devaluadas de los franceses seguros de revenderlas a su propio gobierno con buena ganancia. Por un tiempo, las negociaciones se estancaron por el alto precio que pedía la Compañía Francesa, hasta que estos aceptaron la cifra de 40 millones de dólares por sus propiedades en Panamá, lo que hacía viable el proyecto.

De modo que el 14 de enero de 1902, a poco de aprobarse el tratado del canal con Nicaragua, el senador Hanna, vocero del presidente Teodoro Roosevelt y "amigo" de Cromwell, paró el debate, que se reinició días después (en medio de una gran polémica) con otro proyecto de ley presentado por el senador Spooner, que favorecía condicionadamente la ruta panameña. La Ley Spooner fue la base para la negociación del tratado con Colombia (Tratado Herrán - Hay, firmado en enero de 1903) cuyo contenido fue rechazado en Colombia y generó la jugada de Cromwell que derivó en la separación de Panamá y la firma de un nuevo tratado (Hay - Bunau Varilla, noviembre de 1903).

Suplantar la competencia por colaboración y la rivalidad por hermandad, imposible bajo el capitalismo

En esa historia escueta que hemos repasado, los ganadores siempre han sido intereses capitalistas foráneos y un puñadito de socios criollos. Ni el pueblo de Nicaragua, ni el pueblo panameño, se han beneficiado del usufructo de la zona de tránsito y la posición geográfica. Por ello debemos tener cuidado, en particular los panameños, de no ser peones de un falso nacionalismo al servicio de un puñado de capitalistas nacionales o extranjeros. De parte de los trabajadores y el pueblo, no debe haber suspicacias entre los pueblos hermanos. Así como nosotros aspiramos a una vida decente, los hermanos nicas igual. El problema es el sistema capitalista internacional y sus intereses.

Para suplantar la competencia capitalista por colaboración, la rivalidad por complementariedad, la fragmentación por la unidad, la miseria por la riqueza compartida y socializada, para superar los nacionalismos y las fronteras, debemos pugnar por un sistema donde no sean los intereses de empresas transnacionales los que se impongan, sino los de nuestros pueblos. Sólo así haremos realidad el sueño de Morazán y de Bolívar.

 

Por Olmedo Beluche

Hay veces que uno lamenta no ser un Shakespeare, o por lo menos, Corín Tellado, porque la política panameña es una tragicomedia que daría para varias telenovelas. La última semana de mayo, que ya venía un poco agitada por las primarias del Partido Revolucionario Democrático (PRD), ideológicamente social-liberal, y el más fuerte de la oposición al gobierno de Ricardo Martinelli, cuyo candidato presidencial Juan Carlos Navarro es favorito en las presidenciales de 2014, se sacudió con una grabación en la que un precandidato a la alcaldía de dicho partido, Roberto Velásquez, encargaba a un supuesto delincuente quebrarle las piernas y el mentón a su principal rival, José L. Fábrega, emparentado con el presidente y aparente candidato del poder económico.

Grabación de la que se supo por un "tuit" lanzado por el presidente Martinelli, antes de partir en un viaje a Europa, cuya primera parada (no anunciada) fue el Gran Premio de Mónaco de automovilismo, en la que sorpresivamente apareció Martinelli junto a Rainiero. El rocambolesco asunto se zanjó, momentáneamente, con la renuncia forzada de Velásquez y la victoria abrumadora de Fábrega en las primarias.

El incidente que, en otras circunstancias y en otro país, no pasaría de hecho aislado, en el Panamá actual es un síntoma de la podredumbre del sistema político y la corrupción generalizada que se desparrama por todos lados. Ya en las elecciones de 2009, los escándalos acompañaron el proceso electoral a la alcaldía de la ciudad de Panamá, el segundo cargo político en importancia. En ese momento, el propio Roberto Velásquez, que entonces era favorito para ganar el cargo, fue señalado de recibir un maletín con dinero de David Murcia, empresario colombiano acusado de lavado de dinero y de montar una pirámide financiera, hoy preso en Estados Unidos. Al principio Velásquez negó haberse reunido con Murcia, pero luego admitió la reunión pero no que recibiera el maletín preñado. Esas contradicciones lo desprestigiaron hasta hacerlo perder las elecciones. Desprestigio del que parecía haberse recuperado a la sombra de J.C. Navarro, hasta este nuevo tropezón.

El "queme" de Velásquez en 2009, propició la victoria electoral de Bosco Vallarino, postulado por Juan Carlos Varela, dueño de la principal empresa licorera del país, dirigente del Partido Panameñista y actual vicepresidente, en la oposición desde el 2011 cuando fue echado del gobierno por Martinelli. Pero resultó que el victorioso alcalde, Vallarino, a su vez violó la ley y la Constitución porque había renunciado a la ciudadanía panameña para acogerse a la de Estados Unidos (lo cual está prohibido por el Código Electoral), sin notificarlo y pese a ello participó en las elecciones. En una muestra de la suprema corrupción de valores la Asamblea Nacional mediante una ley le devolvió la ciudadanía con carácter retroactivo, después de las elecciones. Para colmo, el propio alcalde se vio forzado a renunciar luego de una reunión secreta con Martinelli, de la cual nunca se dijo oficialmente de qué trató (se rumoró de una grabación comprometedora).

Siguiendo en 2009, las controvertidas relaciones con el Sr. David Murcia alcanzaron a la candidata presidencial del PRD, Balbina Herrera, y al mismísimo Ricardo Martinelli. Él la acusó a ella de recibir su maletín, ella lo acusó a él de que sus supermercados eran parte de la pirámide de Murcia. Por supuesto, como siempre pasa en Panamá, pasadas las elecciones, las investigaciones murieron en algún archivador del Ministerio Público.

Volviendo a 2013, el domingo 2 de junio, el PRD hizo una gran demostración de fuerza al mover el 60% de su electorado a las primarias, faltando un año para las presidenciales. Aunque no hubo grandes cambios, pues alcanzaron la postulación 15 de los 17 diputados actuales de dicho partido, y mantuvieron el control los clanes habituales. Es decir, "más de lo mismo".

Seguramente Martinelli sintió el golpe en la boca del estómago, porque haciendo ante los medios su evaluación del hecho, dijo: "No hay una persona más corrupta en este país que Juan Carlos Navarro. Pronto van a empezar a salir todas las bellezas de la corrupción de Navarro" (La Prensa, 4/6/13). Y la gente con algo de lógica se pregunta: ¿El presidente que conoce de un delito pero no lo ha denunciado ante las justicia, está a su vez cometiendo otro delito? ¿O sólo se trata de una calumnia, que también es delito?

Al día siguiente de las elecciones misteriosamente apareció otra grabación en "yu-tú" en la que se dice que se escucha al diputado del PRD, Raúl Pineda, ofreciendo dinero por votos en las primarias. La pregunta es, si estamos de nuevo ante una excepción o ante una práctica corrupta generalizada de la política panameña. La otra pregunta es: quién realiza todas estas grabaciones que, convenientemente sólo ponen al descubierto a opositores y a ningún oficialista, en un país en el que sólo se puede hacer escuchas por orden judicial. Según un wikileaks, el gobierno pidió en 2010 asesoría a la embajada norteamericana para instalar un sistema de escuchas telefónicas.

En este ambiente, es natural que cada vez más personas consideren a la política y los políticos panameños como el sector más corrompido de la sociedad. En un país en el que, según el Tribunal Electoral, la campaña de Martinelli de 2009 informó haber gastado casi 20 millones de dólares y Balbina Herrera otros 10 millones, en el que el candidato a alcalde de un pueblito se gasta en campaña 200 mil dólares y un candidato a diputado unos 300 mil dólares, por lo menos, la compra de votos y el pago de contraprestaciones luego de las elecciones debe ser lo común. Para no hablar de ciertas relaciones dudosas de representantes y diputados con las mafias locales y las pandillas (maras).

Todo es parte de la podredumbre del sistema capitalista que en Panamá está llegando a su paroxismo. En ese marco, corren el peligro de ahogarse electoralmente las campañas del nuevo partido de izquierdas FAD, que ha completado sus firmas, y diversas candidaturas independientes, si no hay unidad en un Frente Electoral de Izquierdas, Popular y Sindical.

Como el poder político da acceso a un jugoso erario público para repartir en concesiones a empresas amigas, hay muchos dispuestos a romper huesos con tal de ganar a todas costa, por lo que cabe esperar muchos más escándalos ante de mayo de 2014. Por lo pronto, al igual que Horacio (personaje de Hamlet), cabe concluir: "A qué determinado punto he de dirigir mi pensamiento, es cosa que no sé, pero según el lógico sentir de mi entender, esto augura una extraña conmoción en nuestro Estado".

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