Por Mateo Raudales

A casi 14 años de engendrada la Cuarta Reforma Universitaria, la crisis de legitimidad se profundiza de forma extensiva en todos los niveles y con todos los actores involucrados del proceso de educación superior. Hoy, tras un año de comenzado el conflicto universitario que mantuvo paralizadas las actividades académico-administrativas de la UNAH más de 50 días en 2016, nuevamente en Ciudad Universitaria se vuelven a escuchar los ecos -un tanto disonantes- de tomas. En 2010, las contradicciones del proyecto de reforma, encabezado por el gobierno de Julieta Castellanos, acentuaron los desencuentros de las autoridades por perpetuar su política de exclusión y reajuste administrativo y, por otro lado, los estudiantes, urgidos de espacios de participación para representar sus dinámicas multisectoriales en la política universitaria.

En horas de la noche, del miércoles 24 de mayo de 2017, un grupo de compañeros y compañeras decidieron “recuperar” el Edificio Administrativo (mal llamado “Alma Mater”) de la UNAH-CU, haciendo pública su solidaridad con el proceso de criminalización que desde 2009 se ha venido desarrollando, teniendo consecuencias penales más graves a partir de 2015 y llegando a significar para julio de 2016 más de 70 procesos judiciales a nivel nacional a estudiantes universitarios.

La lucha estudiantil, una lucha que ha enfrentado desde el siglo pasado las tiranías de los grandes poderes en estas haciendas liberales, construye su rebeldía desde la resistencia permanente; muchas veces en reconocimiento de nuestros mártires y hermanos, otras, por la necesidad misma de querer cambiar la triste realidad que cubre nuestra cotidianidad política, social, cultural, económica y espiritual. Esta forma de lucha, sin embargo, no ha permitido sistematizar las experiencias organizativas en una plataforma consecuente de coordinación nacional a nivel superior y medio, no ha consolidado la organización y politización de las asociaciones de carrera y disputa sus principios, métodos y discursos en una alzada espontanea; que no ha dejado de exponer las mismas problemáticas, con sus respectivas víctimas y victimarios, pero sin una propuesta sólida y políticamente construida desde todos los espacios y sectores estudiantiles.

La encrucijada del movimiento estudiantil hondureño parece ser el traspaso inesperado de generaciones. En cada momento de su formación, el movimiento estudiantil padecía de un mal reduccionista, que subrayaba el carácter activista y panfletario de muchos/as de sus más recónditos discursantes. La universidad construye su propio campo de poder, pero siempre en el marco de una red de macro-relaciones institucionales, factuales, militares e intelectuales del país e internacionalmente. Ningún proceso actual es ajeno al embate neoliberal que asalta a Centroamérica a finales del siglo XX, y ni éste explica ampliamente los contenidos, formas y medios académico-educativos que se desarrollan a nivel de docencia, investigación y vinculación, sin antes comprender la contradictoria relación histórica de las Universidades latinoamericanas con los Estados centrales y los grupos de poder dominantes. La conquista de la autonomía fue -por ejemplo- una gesta desde la negación intencionada del carácter “colonial” educativo y la necesidad de una Universidad responsable con el desarrollo social de las naciones moderna.

Esta “crónica de una muerte anunciada” expone con crudeza el fracaso sistemático de dirección del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU), surgida en 2016 como plataforma de articulación estudiantil de Asociaciones de Carrera, de Facultad, Movimientos Independientes y la comunidad estudiantil organizada o no organizada. Tras la firma del acuerdo del 28 de julio, el MEU catapulta una conciencia frágil, resguardada por la comodidad pequeñoburguesa del arreglo institucional, traicionando los principios y escudando sus argumentos en cuestiones inalcanzables e incomprensibles para la mayoría de estudiantes: consenso de reglamento, normas académicas, tomas escuetas y el último circo, más irrisorio que el propio Congreso Nacional, el “Congreso Estudiantil Eduardo Becerra Lanza”; el colapso de las asociaciones despolitiza las bases, creando una reacción negativa a cualquier situación de toma, a finales de 2016 el movimiento estudiantil debatía sus horizontes: cada vez más cercanos a la comedia.

La criminalización de la protesta estudiantil continua vigente. Tras la “recuperación” del Edificio Administrativo, más de 15 compañeros y compañeros fueron detenidos ilegalmente en el campus de Ciudad Universitaria; no sin antes haber sufrido un atentado de agresión física y violencia por parte de la mafia de seguridad ESPA, liderada por Roger Aguilar, anterior miembro del escuadrón de la muerte 3-16 durante la caza de “disidentes políticos” en la Guerra de Baja Intensidad de Honduras, en la década de 1980. Compañeros y compañeras que, en su legítimo derecho de asumir las formas de manifestación que son garantizadas por su libertad de expresión, ahora serán expuestas –nuevamente– a un sistema de justicia que ha demostrado constantemente su radical fracaso, no obstante fortaleciendo sus mecanismos de represión y control social, parafraseando la memorable reflexión del Sub-Comandante Marcos, serpiente que muerde sólo los pies descalzos de los más desprotegidos.

Este hecho constituye un notable atraso en la lucha estudiantil. Sin una coordinación clara en las políticas que deben dar contenidos a las denuncias y exigencias de los estudiantes, más 15 compañeros y compañeras servirán de nuevo como excusa perfecta de la dirección oportunista del MEU para conciliar, desde una representación ilegitima, los acuerdos que más favorezcan el proyecto de exclusión y mercantilización en la UNAH. La experiencia del MEU entre mayo y julio 2016 demostró una maduración de los métodos de lucha, generando una estrategia mediática excepcional y conduciendo una “recuperación del territorio universitario” por más 50 días, en todos los Centros Universitarios y Centros Regionales Universitarios. Este momento de la lucha estudiantil se logró gracias a la convergencia de generaciones que aportaron diversas experiencias compartidas en procesos como la Huelga por la Dignidad en 2008, el Golpe de Estado de 2009, la Huelga de Hambre y la lucha indignada en 2015, y el acompañamiento a la lucha contra el asesinato de la compañera Berta Cáceres en la Segunda Peregrinación Indígena en 2016.

El Movimiento Amplio Universitario (MAU) fue quizás el espacio que más políticamente aprehendió estas circunstancias, enfrentando de forma aguerrida el ejercicio de la justicia al margen del derecho que impone y no construye, que legisla y no garantiza, que sentencia y no da oportunidades. Sin embargo, tanto el MAU como los demás MI y las Asociaciones de Carrera, no han sabido cómo dar profundidad a la solución de una crisis que involucra el sistema educativo nacional, entregando irresponsablemente a más y más compañeros y compañeras a la comidilla jurídica que no tiene más salidas que sujeción a la corrupción de jueces, fiscales, abogados, leyes, acuerdos, conciliaciones, pactos, negociaciones, homologaciones y cualquier otra verborrea propia de las quimera legales que se refunden –a más de 190 años de vida “independiente” centroamericana– entre honorables trajes y protocolos de palacios y parlamentos.

La ruta ahora es reagrupar la solidaridad estudiantil a nivel nacional. Las autoridades propician esta actuación porque se hace necesario plantear condiciones propias para evitar un conflicto a mayor escala: el llamado a diálogo o negociación estará vigente en el discurso mediático de ambas partes. El movimiento estudiantil, por su parte, carece de condiciones. Desmovilizadas las bases, despolitizadas las asociaciones de carrera, absorbida la vida orgánica de los MI por la plataforma del MEU, la comunidad estudiantil no responderá con la misma intensidad un proceso de lucha; y la autoridades, buscando no disputar la gobernabilidad de la UNAH en un año electoral tan crucial como el presente, propiciará un campo favorable para la mediación de sus intereses y propuestas. Las bases ahora deben volver a Asambleas. Desde las asociaciones el llamado a asambleas permanente debe ser urgente, porque a pesar de estas condiciones desfavorables, la solidaridad por la violencia en contra de compañeros y compañeras se puede canalizar en acciones concretas. La oportunidad de replantear las estructuras del MEU es otra prioridad; esta plataforma no puede representar el espacio de articulación y acción en esta coyuntura, de así hacerlo se infiltraran las mismas visiones y salidas comunes a una crisis que va más allá de interés estudiantil, teniendo sus raíces en la escalonada desigualdad social que sufre Honduras, y que corroe todas las dimensiones de la vida nacional e individual.


Por Minerva y Horacio Villegas

El rumbo del país tuvo un giro inesperado a partir de los sucesos acaecidos en el año 2009 durante la mal llamada “sucesión presidencial”. El aparente orden político y social sufrió un austero rompimiento en el cual se vieron afectadas todas las esferas que constituyen la realidad del país, por esta razón, no es motivo de sorpresa que surgiera de tales hechos una crisis que aún se cierne sobre las cabezas de todos los hondureños hoy en día; el nombre de Honduras, un país pequeño ubicado en una zona de gran interés geopolítico, se ha hecho conocer, aunque no precisamente por medio de algo bueno, hoy Honduras es uno de los países que enlista los rankings a nivel mundial y latinoamericano punteando como uno de los países más pobres y violentos, solo por mencionar inicialmente algunos de sus señoriales títulos.

Es a partir de los hechos del 2009 que las formas de violencia en el territorio se evidencian y diversifican, yendo desde lo físico hasta lo simbólico; la realidad social se manifiesta desde entonces como un golpe brutal para los sentidos que la perciben, arrastrando consigo a la población que de a poco se vuelve poco menos solidaria y desensibilizada ante el horror del amarillismo noticioso. Honduras se posiciona como uno de los países más infelices y con un alto porcentaje de enfermedades mentales en relación a la población total. La situación que hoy vive en país, se exterioriza como una constante incertidumbre en la cual la cultura de la sospecha se propaga como enfermedad viral, donde la desesperanza se vuelca en constantes suplicas a un cielo indiferente, que voltea la vista para no ver, el cruel resultado del capitalismo experimentado desde la periferia.

Las soluciones que se presentan a menudo vienen directamente del conjunto de recetarios que las grandes potencias traen como buena nueva y que, al pasar de los años, no surten ningún efecto, dicho en otras palabras, la imposición de los modelos neoliberales se figura como una gran roca que debemos empujar con la esperanza de no volver a repetir la tarea. Por su parte, los enfrentamientos ideológicos dentro de la nueva ágora que son las redes sociales solo refleja a una sociedad polarizada inmersa en discusiones eternas, que no encuentra sentido ni posible solución ante la crisis en que se vive. Que en su misma incertidumbre propone, pero no dispone y dentro del eclecticismo de sus soluciones alude otra vez al nada envidiado Sísifo. La realidad Hondureña se vuelve así, una dimensión bidireccional, un estira y encoje que conduce a esperanzas de redención aún anidadas en el topus uranus.

La derrota de la lucha contra el golpe de Estado y la reacción sobreviniente

Hasta este punto la realidad nacional se pinta como una de las peores tragedias jamás antes vistas en la historia de Centroamérica, no obstante, es importante señalar que la población también ha experimentado cambios notables a partir de los hechos acaecidos en el 2009. La participación social por medio de la opinión, se ha constituido como un nuevo poder que transgrede el control del estado, como un ojo vigilante que a pesar de su participación un tanto perezosa, observa y con la vista pasmada contempla como la realidad política en donde se aglutina el futuro del país, se trasforma en un “reductio ad absurdum”, y que en los momentos de mayor indignación y efervescencia ha conseguido movilizar a miles de personas en protesta por los grandes escándalos de corrupción que han dejado tras de sí la pérdida de miles de vidas sea por razones directas o indirectas. A pesar de la buena voluntad, las protestas parecieron no ser suficientes.

Por su parte, como resultado de esta política mutante, hija bastarda de una democracia en decadencia, tonta y sin bases ideológicas coherentes ha resurgido el partido nacional como fuerza política dominante. Los secretos que esconden para mantener la hegemonía política no parecen ser los secretos escondidos en la caja de pandora, la fórmula es sencilla: práctica proselitista, clientelismo, adoctrinamiento, alusión a la tradición radicalizada y el trabajo con bases que constituyen clases que viven en extrema pobreza y limitado capital cultural. Como resultado, teniendo en cuenta los índices de pobreza, se obtiene una mayoría al servicio de una burguesía dueña del ejercicio político. Es en esta pequeña parte de la narración donde se hace más evidente la encrucijada: la clase opositora constituye un pequeño número fragmentado en pequeñas células concentradas en partidos ideológicamente contrarios en apariencia.

A consecuencia del golpe de estado, se deriva un conflicto interno que debilita al partido liberal, constituido para aquel entonces como primera fuerza y de la cual surge un ala radical que justifica su razón de ser fundamentando su ideología en un discurso de pseudo izquierda. Esta ala rebelde del partido liberal comienza a tener una gran aceptación presentando como primer proyecto político el restablecimiento del orden constitucional, por medio de la elección de la ex primera doña Xiomara Castro de Zelaya, intento que a pesar de la afluencia de votantes simpatizantes del partido Libre y en el caso del PAC con el candidato Salvador Nasralla, no fue suficiente para derrotar al oficialismo en las urnas. Es a partir de la continuidad del proyecto político orquestado por el partido nacional, que se evidencia la necesidad de establecer nuevas estrategias para el derrocamiento del poderío que controla el futuro del país. Surge a razón de ello la propuesta de una alianza entre partidos, dicha posibilidad ofrece a la oposición la concentración de los votos en un solo poder que incline la balanza en las próximas elecciones y de esta forma garantice el derrocamiento del partido dominante. No obstante, las dificultades se han presentado a la orden del día, el camino que se ha recorrido para consolidar la alianza de partidos ha tenido constantes altibajos en los cuales las tácticas de boicot se han presentado de formas insólitas.

La logística operante por parte del gobierno de turno no se ha hecho esperar ante las tentativas de derrocar el proyecto político en curso, las tácticas van desde monitoreos en redes sociales, asesinatos, difamación, hasta la generación de temas polémicos que encausen la atención de la opinión pública a otros asuntos. Del aborto al maltrato animal, de la fuga de pandilleros hasta dirigentes espirituales celebrando elecciones con un solo contendiente, de mesías que traen consigo buenas nuevas. La realidad Hondureña se compone entonces de una cortina de humo mediática empleada como condición dilatoria para opacar el desvío de los fondos para proyectos políticos, millonarios desfalcos a los organismos del estado y para generar confusión que retrase la consolidación de la alianza.

El enemigo por dentro

“Pero, las amenazas de la alianza no solo representan un factor que proviene de las afueras, el peor enemigo de la alianza se encuentra adentro”.

La alianza de oposición surge con la premura de la coyuntura del momento, dejando tras de sí incontables enfrentamientos ideológicos, confusiones y una población enfrentada con muy baja formación política y escasa organización. Es en este punto donde la fragilidad de la oposición se hace evidente, dejando expuestas un sinfín de preguntas entre las cuales subyace la más importante: ¿Es posible generar un cambio con una victoria de la oposición? Es precisamente esta interrogante la que muchos callan, puesto que la alianza se manifiesta en la misma ingenuidad de la población como la última esperanza para recobrar el orden; vista “como un mal necesario” ha caído en el olvido uno de los males mayores, el oportunismo. Es en ese olvido, en la misma desesperación de la vieja crisis que se excluye la premisa causante de todo el mayor mal: “La mala política” y que de la mala política, de la corrupción y de la desidia es de donde surgen las verdaderas crisis. Los pequeños detalles olvidados desnudan de a poco la única verdad que ninguno quiere escuchar: “La alianza es un proyecto improvisado que corre el riesgo de desplomarse con la fragilidad de un castillo de naipes”. Si se desploma, surge la dictadura, si resiste ¿Qué sigue?

Llegado a este punto solo puede ultimarse de la siguiente forma: el nacimiento de la alianza no surge con una mala intención, pero tal intención surge ante la inminente de una debilidad política por parte de los partidos de oposición, que se evidencia y que se reconoce al aceptar el pacto no después de interminables conflictos y discusiones entre dirigentes y bases de partidos. Tres largos años de pugna y enfrentamiento a partir de las últimas elecciones hicieron que se considerase las posibilidades de establecer una alianza de oposición pero estas se arraigaron, únicamente ante la amenaza de la reelección, uno de los incontables proyectos que nacen en el descaro de la corrupción y la impunidad.

Para que la alianza se considere una verdadera amenaza a los intereses de la clase burguesa del país, es necesario hacer una reconsideración de su razón de ser, es decir que el verdadero cambio se obtendrá, cuando la población así como las figuras que fungen como representantes asuman una madurez política que permita no solo construir proyectos políticos basados en discursos, anhelos y utopías romancistas (muy bien aceptados en la población), sino en la creación de proyectos a largo plazo con planes de acción objetivos y realistas que incluyan una verdadera educación de las bases para la toma de decisiones consciente, critica y combativa, no apresurada y producto de la desesperación. Honduras nuevamente evidencia poseer una política en pañales, donde su ejercicio surge de la necesidad coyuntural y que se pretende tapar con la simpleza que dan las soluciones que se obtienen por el sentido común.

La crisis de Honduras no puede ser solventada con la desfachatez de una improvisación actoral por parte de los dirigentes políticos, es necesario que la transformación se encause en otras direcciones que incluyan agentes de cambio decisivos, como el abandono del interés personal para crear perfiles “de buen político” para afianzarse una carrera. La política no es un fin en sí mismo, se trata del medio por el cual es posible alcanzar el bienestar de todas las personas, por esta razón, no puede tomarse a la ligera, Honduras puede ser el semillero del cual germine una próxima revolución, pero para ello, es necesario que las condiciones sean las adecuadas.

¿Más de lo mismo? Crítica al caricaturesco programa de la Alianza Política de Oposición

Días antes de presentarse el veredicto sobre quién encabezaría la alianza de oposición –donde resultó ser el candidato electo Salvador Nasralla este domingo 21 de mayo–, se lanzó públicamente por las redes sociales y medios de comunicación el planteamiento político y estructural de esta alianza partidaria; todo esto vertido en una suerte de fundamentos doctrinarios que no pueden ser aplaudidos y aceptados sin antes mostrar los notables resquicios donde brotan sus inconsistencias.

El programa se reduce sencillamente en una evocación del populismo, en donde se ovacionan reformas sociales que a simple vista conceden bienestar social a la mayoría pobre y desposeída del país; una estrategia, sin embargo, embarrada de utopismo y sentimentalismo. Estamos frente a un programa impremeditado y pensado como la sombra de supuestos políticos todavía irrealizables, pero fuertemente añorados.

Las posturas políticas de la Alianza se concentran –la mayoría– en los problemas de coyuntura: la oposición a los planes reeleccionistas de JOH, a la corrupción vista desde el gran desfalco del seguro social, a la cancelación del cobro de peajes, y en general la propuesta de desmantelar las políticas asistencialistas y espurias del gobierno de turno.

No existen políticas de gran alcance en este plan doctrinario de la Alianza, en vez de presentarnos un riguroso plan de gobierno de rasgos más realistas y no tan descabelladamente románticos, se nos presenta sin más, el viejo escarnio con que los liberales del siglo XIX y XX saludaron a la crédula población hondureña de ese entonces: con la vieja idea de la gratuidad educativa incondicional y el beneficio tan bien gratuito y de rasgos universales de la seguridad social. Dos siglos de espera ya nos pesan sobre la espalda a la mayoría. Parece pues, que estamos frente a las mismas e inalcanzables promesas, esta vez preparadas a la luz de este nuevo siglo.

Otro embuste que figura en este programa de gobierno de la Alianza es hacernos creer, a los que engrosamos las extensas filas de pobreza en el país, que no se pagará por ningún servicio público tal como la luz eléctrica y el agua potable; semejante propuesta no ha sido llevada a su total realización en ningún país que ha sido moldeado en la dialéctica relación de dependencia que han tenido los países latinoamericanos con los imperialismos europeos y norteamericano, excluyendo el caso de Cuba con su sistema que garantiza en algún sentido estos servicios. Esta propuesta de la Alianza está fuera de contexto, pues al estar enmarcado el país en un sistema político dependiente y neoliberal, no es posible garantizar plenamente estos servicios.

Se reza –en este ingenuo ideario– por una “Reforma Agrícola Justa, con salvaguardia de las propiedades productivas”. Otro balbuceo retórico que no dice mecanismo alguno con que se pueda lograr este cometido; el problema del acceso a la tierra está fuertemente enlazado con la lucha campesina que decide batirse a sangre con el sector oligárquico dueño de las tierras y la mano de obra.

Hablar del acceso a la tierra para el campesino en este país es abrir el debate sobre el control exorbitante que tienen los oligarcas sobre ella; unas cuantas líneas sentimentales, expresadas sin aliento combativo o alternativas suficientes para extenuar este problema, demuestran la delirante presencia y poco alcance resolutivo de esta alianza para los grandes problemas de la nación.

El fenómeno del sistema extractivo que devora los recursos naturales de los países latinoamericanos, y la vida de sus nobles defensores, como en nuestro caso el repudiable asesinato de la compañera Berta Cáceres, es hoy un preocupante tema que agobia a la población consciente de este fenómeno. El tema de las concesiones cedidas a estas empresas extractivas solamente se truncan ligeramente con reformas, pero en el marco de dependencia y fragilidad de los estados centroamericanos es una realidad que suceda sin extrañeza alguna, este tipo de venta del territorio nacional. Y en este sentido la Alianza en cuanto al tema extractivo se refiere, solo se enviste de reformismo sin replantearse el marco histórico de debilidad estatal que tiene nuestro país, que le concesiona a los países europeos y a Estados Unidos los recursos naturales sin objeción alguna.

La Alianza de oposición: entre liberalismo y populismo

Tanto el partido LIBRE como el PAC se componen de presupuestos salidos del mismísimo liberalismo político, aunque recientemente es la retórica populista del sentimentalismo la que vertebra sus planteamientos doctrinarios. Por un lado, LIBRE al derrotar los últimos vestigios de oposición franca contra el golpismo, demostró ser una organización vasalla a las directrices del sistema eleccionario-fraudulento del país. Organización vestida de un socialismo vacío y de fondo un partido de liberales enardecidos con sus correligionarios golpistas, ideológicamente un vertedero de ideas socialistas fosilizadas y una cúpula –en su mayoría– de la vieja guardia sindicalista.

Por otro lado, está el PAC que con su intrincada postura ideológica que coquetea con los principios de libertad emanados del liberalismo, y compuesto por la clase media antorchera descontenta por la corrupción en el país, figura como el partido político de más aceptación por su reciente presencia en la vida política del país, y quizá por el carisma y franqueza de su representante Salvador Nasrralla.

Los dos partidos fusionados en la Alianza de Oposición no dejan de ser una alternativa que solo se planteó remediar problemas coyunturales, no sabemos la postura de la Alianza –encabezada ahora por Salvador Nasrralla como candidato presidencial–, frente a la presencia del gobierno norteamericano en el rumbo político del país, y tampoco advertimos el rumbo económico que tomará la Alianza si el gane frente a JOH se presenta; lo cierto es que al componerse del ideario más esperanzador del liberalismo y el populismo, es predecible su arraigo a los más recalcitrantes grupos económicos del país, y a una fuerte filiación de dependencia a las potencias dominantes.


Por Sebastián Ernesto González

El día domingo 21 de mayo se realizaron diferentes actividades a nivel político, a diferencia de las elecciones generales del año 2013, en esta ocasión la derecha se ha consolidado, el sector más conservador sigue ligado e impulsando la reelección de Juan Orlando Hernández. Por otro lado, la derecha disconforme con la continuación del régimen Juanorlandista, se ha logrado adherir e la Alianza de oposición, quien llevará a la cabeza la candidatura de Salvador Nasrralla.

El líder del Partido Anticorrupción (PAC), Salvador Nasralla, fue seleccionado como el candidato presidencial de la Alianza de partidos de oposición en la asamblea nacional que se realizó en Tegucigalpa, el anuncio del candidato lo hizo la ahora ex presidenciable, Xiomara Castro de Zelaya. Esta alianza de oposición la integran el Partido Libertad y Refundación (Libre), el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD) y el PAC, así como disidentes del Partido Liberal y del Partido Nacional.

Con la alianza en las actuales circunstancias, no hay indicios de que las dirigencias opositoras lleven a la población a las calles. Atrás quedaron las multitudinarias movilizaciones en contra del golpe de estado y el Frente Nacional de Resistencia Popular fue totalmente devorado por el Partido Libre y desaparecido del escenario de lucha.

El clamor popular nuevamente será canalizado a la efervescencia electoral, y el activismo político será el quehacer cotidiano de muchos de los dirigentes del desaparecido FNRP. Pero también las dirigencias intermedias se moverán al ritmo de los plazos de la institucionalidad burguesa y no habrá tiempo para llamar a luchar, lo mismo se puede asegurar del sector de la izquierda que se plegó a Manuel Zelaya dentro de Libre y que abandonó las banderas de lucha.

El Partido Liberal y su alianza con el Partido Nacional

No fue ninguna sorpresa que el candidato del Partido Liberal anunciara que van solos a las elecciones de noviembre. Son siete años de matrimonio entre el PN y el PL, de hecho; el PN ha llegado a controlar toda la institucionalidad del estado precisamente por la fidelidad del PL. Matrimonio que sellaron con el golpe de estado del 2009 y que han consolidado en cada votación dentro del Congreso Nacional.

Si en las elecciones generales del 2013, fue el PAC el partido que le mermó un significativo porcentaje de votación al Partido Libre, en estas elecciones el papel lo hará el PL, y de hecho, su propósito será arrastrarle un buen porcentaje de electores a la alianza opositora.

Al pueblo solo le queda ir a las calles

La candidatura de Salvador Nasrralla en la alianza opositora solo significa que un sector de la derecha que se encuentra intranquilo con JOH, pretende alcanzar cuotas de poder utilizando al Partido Libre, igual se puede afirmar del sector zelayista de Libre al unirse con el Partido Anticorrupción. Dentro del programa de propuesta que han presentado los dirigentes opositores, en ningún momento contemplan salir a luchar a las calles, o bien, una serie de acciones escalonadas para hacer sentir la tan exclamada frase de fuera JOH o para reivindicar las conquistas perdidas por los trabajadores.

En la actual circunstancia, con las dirigencias sindicales y gremiales apaciguadas y con las dirigencias opositoras volcadas en las elecciones, el pueblo se encuentra huérfano de dirección. Es de resaltar el llamado del COLPROSUMAH Y COPRUMH ante el IX Congreso de la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUTH), para trabajar en el sentido de reorganizar la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) y proponen en la proclama firmada por ambas organizaciones, un paro cívico nacional para el mes de octubre.

Sin duda alguna que el solo hecho de leerlo en una propuesta ya es motivador en este momento de ausencias de liderazgos del movimiento sindical y popular. Al pueblo solo le queda la opción de defenderse en las calles para detener los planes de miseria de JOH

La participación electoral no es la salida para los trabajadores, a los gremios y los sindicatos solo les queda democratizarse y generar una propuesta de lucha tendiente a rescatar lo perdido. El trabajo será arduo, porque los afiliados dejaron de creer en las dirigencias, las dirigencias intermedias deben postularse a ser dirección e iniciar una estrategia con un programa mínimo.


Por Max Luján

Como era de esperarse, el Congreso Nacional aprobó el día jueves 4 de mayo la penalización del aborto. Algunas figuras del engranaje político y religioso se encargaron de echarle leña al fuego, antes que se diera el veredicto del Poder Legislativo, polemizando así el tema y llevándolo a crear la polarización entre los sectores que estaban favor y los sectores que estaban en contra de la despenalización del aborto.

Las iglesias Evangélica y Católica ya habían conformado un frente común en contra de la despenalización del aborto. La confraternidad Evangélica se pronunció a través de un comunicado manifestando lo siguiente: “Rechazamos todo intento de legalizar el aborto de ninguna categoría porque ninguna ley humana está sobre el derecho a la vida que tiene todo ser humano; derecho que es dado por el creador” (El Heraldo, 21/4/17)

Por la iglesia católica, el sacerdote Juan Carlos Ramírez resaltó: “Hoy, una vez más la Iglesia nos dice no al aborto, sí a la vida, esa es la misericordia de Dios, la Iglesia quiere que se respeten las realidades profundas del ser humano” (La Tribuna, 21/4/17)

Otros sectores como el grupo Provida y la bancada del Partido Nacional dijeron un NO rotundo a la despenalización, así lo sostuvo Antonio Rivera Callejas, vicepresidente del Congreso Nacional: “No estamos a favor en cualquiera de los escenarios ya sea por violación, estupro o que pongan en peligro la vida de la madre. Debe seguir penalizado” (La Prensa, 22/4/17)

Por otro lado, los sectores que lucharon a favor de la despenalización del aborto, fueron sectores como La asociación Somos Muchas y Articulación 611, que aglutinan diversas organizaciones feministas, ellas fueron las que impulsaron la despenalización del aborto por tres causales: Cuando el embarazo es producto de una violación sexual o de un incesto, cuando pone en grave riesgo la salud y la vida de la mujer embarazada y cuando existen malformaciones congénitas incompatibles con la vida. Regina Fonseca, representante del Centro de Derechos de la Mujer, fue una de las delegadas que propuso al Congreso Nacional esta iniciativa “para que en el Código Penal haya tres excepciones a la penalización del aborto y así salir de este atraso”. (La Prensa, 22/4/17)

La discusión sobre la despenalización del aborto se dio en el marco de la aprobación de un nuevo código penal, estamento jurídico que, según los congresistas, pretende ser más respetuoso con los derechos humanos. El artículo 126 del anterior código penal, pretendía reformarse en este nuevo código penal, para denominarse artículo 196, el cual poseía excepciones para que la acción del aborto no fuese catalogada como un hecho punible. Y contemplaba que la interrupción del embarazo debía ser practicada por un médico o bajo su dirección y realizada en un centro sanitario público o privado, este debía cumplir primero con el requisito de contar con el consentimiento expreso de la mujer.

Al final, este artículo no fue reformado y quedó tal como estaba estipulado en el código penal anterior, donde se penaliza el aborto con sanciones que van desde los tres hasta los diez años de reclusión. Este artículo 126 establece que el aborto es la muerte de un ser humano en cualquier momento del embarazo o durante el parto. Y establece una pena de 3 a 6 años de prisión a la mujer que lo consienta y produzca, con 6 a 8 años de reclusión a la persona que lo provoque con violencia; de 8 a 10 años de reclusión a quien lo provoque con engaño y violencia y de 4 a 6 años a la persona que lo ocasione con violencia, pero sin el propósito de causarlo.

El tema del aborto se manejó una vez más de forma demagógica por la clase política, y más por el Partido Nacional, debido a que estamos en un año electoral y la maniobra de los “Cachurecos” es atraer a los sectores reaccionarios como a la iglesia católica y Evangélica para su proyecto reeleccionista. En este tema vemos cómo actuó la doble moral burguesa, religiosa y política.

En el PSOCA condenamos la prohibición del aborto, ya que les quita a las mujeres el derecho democrático a decidir sobre su cuerpo. Llamamos a luchar por la derogación de esta ley, solo las mujeres pueden decidir el futuro de las propias mujeres. El Estado debe de asumir todas las políticas relacionadas con la planificación familiar, esto implica educación sexual y toda campaña de prevención en los colegios y escuelas. Todas estas campañas de educación sexual lo que van a crear es que los jóvenes prevengan embarazos indeseados y no haya necesidad de aborto. El aborto debe ser la última medida que se tome cuando ocurre algo que no desean las mujeres, que este sea libre, gratuito, con seguridad y que no hallan daños; pero no solo por violación o por defectos congénitos, esto debe ser más amplio, democrático y que tiene que ser seguro y asumido por el Estado.


Por Sebastián Ernesto González

Un año más sin pena ni gloria en la movilización del día del trabajador, los Sindicatos afiliados a la Confederación de Trabajadores de Honduras (CTH), la Central General de Trabajadores (CGT), la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH), y el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) desaprovecharon la oportunidad para presentar un plan estratégico de lucha en contra del nefasto régimen neo liberal de Juan Orlando Hernández. Decir que fueron pocos o muchos trabajadores a la gran movilización de la capital es innecesario ante la falta de propuestas para recuperar lo que JOH y sus secuaces liberales han violentado una y otra vez, como ser los derechos laborales que tanta sangre costó desde la huelga de 1954.

Ante la poca elaboración de consignas y mantas condenatorias, sobresalió El 1 de mayo recién pasado más por el cruce de piedras y bombas lacrimógenas entre jóvenes que integraban la movilización en Tegucigalpa, con militares que resguardaban la casa del Partido Nacional o bien, la presencia del Ex Presidente Manuel Zelaya en bicicleta sin escolta alguna. Los líderes de la oposición política tampoco aprovecharon para llamar a la lucha en contra de JOH y al parecer, tanto la presencia de Manuel Zelaya como de Salvador Nasralla al final de la movilización, era en propaganda política. Personajes que lideran a los partidos LIBRE y PAC pero que se niegan a movilizar a la población para detener a JOH. Este 1 de mayo no fue la excepción.

Los trabajadores que asistieron, lo hicieron motivados por la celebración que hizo cada sindicato al culminar la misma y no por algún trabajo estratégico previo hecho por las dirigencias (si es que lo hicieron), para hacer un llamado de condena y repudio a JOH y sus cómplices. Este 1 de mayo no se compara con el ímpetu y la ardua labor de los participantes en las movilizaciones del día del trabajador posteriores al golpe de estado de 2009.

Las Centrales Obreras sacaron un manifiesto en el que solo rechazan y condenan la política represiva de JOH, entre otras cosas señalan “… planteamos la necesidad de luchar por un modelo de desarrollo económico y social alternativo, de esencia popular y democrática, que reivindique el trabajo como fuente de la riqueza y de realización del ser humano”. “… la clase trabajadora no olvida ni perdona el saqueo al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), el Instituto Nacional de Previsión del Magisterio (INPREMA), la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), entre otras y exige al Mecanismo de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH) la investigación, judicialización y cárcel para los responsables intelectuales y materiales de estos abominables actos de corrupción.”

“La necesidad de luchar” planteada es vacía y en abstracto, en ninguna línea plantearon un plan de lucha para detener la reelección de JOH o revertir leyes que eliminan derechos de los trabajadores, los más afectados en toda esta arremetida post golpe. No es de extrañar, las dirigencias actuales de las centrales obreras tienen por costumbre sentarse con los gobernantes a negociar y a entregar las luchas. Y, ante la ausencia del FNRP de la lucha en las calles, no quedaba más que esperar a los afiliados de los sindicatos para que les pasaran lista.

Pero también, los firmantes del manifiesto, ponen toda la credibilidad en la MACCIH y exigen que condenen a todos los que saquearon las instituciones del Estado. En ningún momento plantean levantar y movilizar un movimiento en las calles para que se condene a los saqueadores de las instituciones afectadas y que vayan a la cárcel los delincuentes, desconociendo que la MACCIH es una herramienta tanto de JOH como del imperio para controlar a quien se condena y a quien no.

Solo los mismos trabajadores podrán trazar su ruta

Los trabajadores no pueden seguir dejando en manos de los mismos burócratas la dirección de las Centrales Obreras o la dirección de sindicatos y gremios. Son los mismos afiliados que tienen la potestad de cambiar las direcciones cuando se realizan las votaciones de Juntas Directivas, pero también hay que postular a los mejores luchadores y luchadoras.

La clase trabajadora debe organizarse nuevamente e iniciar la recuperación de las conquistas perdidas, en las actuales direcciones no hay esperanza de lucha ni indicio de la misma, tampoco la hay en la alianza opositora. Es un craso error dejar como única alternativa la toma del poder vía electoral, precisamente por la participación electoral fue que se desmovilizó las luchas y sigue deteniendo el clamor popular.

Que las consignas gritadas el 1 de mayo en contra de dirigentes traidores se reflejen en la elección de una inmediata dirección que esté dispuesta a llamar a la lucha.

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