Por Mateo Raudales

I

La universidad latinoamericana ha sido, desde el siglo XVI, un campo de la acción social. Ha definido sus contenidos en una correlación de intereses y principios que la mantuvieron hasta la Reforma de Córdoba en 1918, y todos sus brotes transnacionales, al margen de las contradicciones sociales y políticas de su tiempo y época.                                              

La muy mencionada “autonomía universitaria” no ha sido tampoco garantía de un quehacer fundado en la inclusión e igualdad de acceso a los recursos y medios del conocimiento; más bien, la crisis por la democratización de universidad es una exposición transcultural de la ruptura de una generación en formación (la pequeña burguesía de principios del siglo XX), con otra que, para la década de 1990, se insertaba en las dinámicas neoliberales, poniendo entredicho lo anterior instituido sobre la universidad.

Para Centroamérica esto será más complejo. Entre 1870 y 1930 sucedió un proceso discontinuo de reformas liberales, discontinuo en cuanto que no tuvo una linealidad en cada país, no se delimitó en las mismas condiciones, ni se representó con los mismos actores. Honduras y Nicaragua no pudieron consolidar nunca las reformas; la intervención norteamericana cercó la consolidación de un mercado y una élite local, y fortaleció el clientelismo y las prebendas entre los grupos burocráticos de los gobiernos.

Guatemala y El Salvador construyeron Estados centrales sobre un fuerte ejercito profesionalizado como base política; el Estado central priorizó la formación de las élites y amplió la concesión de tierras para las economías agroexportadoras de enclave, pero también construye una legitimidad fáctica del poder liberal en el Estado. Costa Rica, por su parte, sin pronunciadas contradicciones entre las élites locales, la caficultura creó un mercado amplio sin una polarización entre el campo, la ciudad y sus agentes; y, por lo tanto, con un Estado central sin un aparato militar represivo.

A mediados del siglo XX, los regímenes centroamericanos otorgaban a las universidades estatales la “conquista” –bajo modos marcadamente distintos– de la “autonomía”; 1944 Guatemala, 1949 Costa Rica, 1957 Honduras, 1958 Nicaragua. En este período las élites económicas intentaron consolidar una institucionalidad que garantizará una racionalidad de la acción pública, el Estado-nacional sería garante de condiciones plenas para la inversión extranjera y la consolidación de un mercado local vinculado a las dinámicas internacionales: era necesario profesionalizar y secularizar la educación y la formación de mano de obra, las universidades entonces serían su medio.

De este proceso hay mucha discusión y perspectivas para abordarlas. En su contexto histórico, la “ruptura generacional” expuesta, evidenciada por la crisis de legitimidad no es más que el reflejo de una más grande: la crisis de hegemonía. Aquí la universidad pública se sitúa erráticamente ante la proliferación de universidades privadas y de nuevas modalidades de educación superior que, ante una generación renovada, no puede sino renegar de sus objetivos y quehacer; el Estado, y las élites que determinan sus relaciones de poder, ya no necesitan a la Universidad y ésta, contrayendo sus espacios y recursos, va reduciendo el acceso y la permanencia a través de una normalización más excluyente y selectiva, asimilando estándares y procedimientos de acreditación que ponen en contradicción su campo, su sentido y misión ante la sociedad, llevando así a otra crisis: la crisis institucional.

II

Este es el campo actual de la UNAH. Desde el 2010 una generación, alimentada por el Golpe de Estado fueron habilitando una propuesta crítica hacia una democratización de la universidad. Estudiantes, docentes y trabajadores, identificados como “personajes” periféricos a un Proceso de Reforma que, desde el 2004, asumían las autoridades verticalmente. Esa generación tuvo una experiencia disímil hasta 2015. Dieron forma a las primeras propuestas de organización, consolidaron una vida orgánica estudiantil, ampliaron la base de las asociaciones de carrera, fundaron núcleos de agitadores, organizadores y dirigentes como los Movimientos Independientes, además de visibilizar la condición corrupta y autoritaria del poder dentro de la UNAH. Toda esta generación se nutre de las experiencias barriales, células de organización popular surgidas desde la resistencia civil durante el Golpe de Estado; organizaciones de secundaria, escuelas de formación de izquierda, etc. Esta generación vivió una coyuntura crítica, se posicionó radicalmente en contra del Estado y sus aparatos represivos (ejército, policía, fiscalía) e ideológicos (universidad).

La acumulación de estas experiencias desembocó en dos momentos cruciales para comprender el estado actual del movimiento estudiantil. La toma del 2015 con la plataforma de la Mesa Amplia de Estudiantes Indignados (MAEI), y la toma de 2016 con la plataforma del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU). La primera, no afiliada a la política de la Plataforma Indignada o de algún partido político en particular (PAC, LIBRE), toma el concepto de “indignación” para representarse ante un imaginario emergente de crítica a la acción burocrática corrupta, pero no radicalizado.

La coyuntura “antorchera” posiciona a un amplio sector de la clase media hondureña en un campo de acción comunicativo, donde la distribución de opinión por redes sociales –principalmente– fraccionó la visión de la ciudadanía ante la administración del erario público. Del mismo en modo en que se dio “apertura democrática” en Honduras, particularmente, a partir de finales de la década de 1970 por intereses coactivos del imperialismo “gringo”, previniendo la insurgencia popular; la embajada norteamericana lideraba para el 2015 una estrategia y propuesta transversal para Guatemala y Honduras denominada: CICIG o CICIH, respectivamente.

En este escenario surge otra generación. Una vinculada a la “opinión-verdad” de los medios de comunicación. La política se tras-torna en las redes sociales, imprimiendo una imagen más light, legalista y mediática al conflicto y la lucha por el poder y sus medios. Esta generación, herencia funesta de pactos, rencillas, cabildeos, medios coercitivos y resoluciones conciliatorias, forma muy rápidamente una imagen muy distante de soluciones a la crisis universitaria expuesta por una generación dispersa, desgastada y criminalizada.

En el MEU se afrontan radicalmente estas dos generaciones. Su dirección inicial organiza las estructuras y discursos con una sobrellevada experiencia que permitió una distribución de tareas bien lograda en cada espacio y grupo social: el MAU logró agitar las bases, Ciencias Sociales politizar y formar estrategias, Derecho generar propuestas legales e Ingeniería disponiendo su extensa base molesta y afectada por la coyuntura específica de las Normas Académicas. La experiencia de la “generación del golpe” se plasmó en una maduración de discursos, mecanismos y prácticas de luchas. Sin embargo, la institucionalidad fue profundizando la criminalización dando apertura a una “urgente” reconsideración de objetivos: pasando de derogación de normas académicas a un diálogo que permitiera la libertad de los y las compañeras, con ciertos subterfugios como la participación estudiantil.

Este momento fue asumido por la generación “indignada” o “antorchera”, desplazando de la plataforma a su antecesora generación en la dirección del movimiento estudiantil. No pendiente de la ausencia de formación y sobre las mismas estructuras de organización durante una huelga, el MEU no pudo dar respuesta a una ola de reacción conservadora que tomó por asalto a las asociaciones de carrera: desde biología, nutrición, microbiología, filosofía, psicología, economía, hasta historia. La autonomía de los MI (Movimientos Independientes) y de las restantes asociaciones igualmente se fue diluyendo. Sin ser una asamblea, las reuniones de Comisión Política decidían deliberadamente asuntos colectivos relacionados a la vida estudiantil; enterrando progresivamente el perfil que, tan alusivos a la “opinión-verdad”, fueron perdiendo sin comprender las reglas estratégicas de poder mediático y sus redes.

Esta reacción conservadora toma formas variadas. Su principal generalidad es la desmoralización de la comunidad estudiantil. El estudiante no pudo materializar en logros concretos los acuerdos del 28 de julio de 2016, asumiendo una actitud apática a la convocatoria del MEU. De la misma forma, el MEU fue incapaz de convertir un recurso político de la organización, en una necesidad de las bases o bien de las masas. Por ejemplo, el consenso de Reglamento Electoral Estudiantil no tuvo un respaldo legítimo de las asociaciones de carrera, primero, porque la discusión fue lograda en una célula no representativa de la huelga para consensuar posiciones entre Centros Regionales, que se tornó en un espacio político de decisión; segundo, porque los momentos del consenso no fueron delatados como un proceso de construcción, sino de revisión y debate a propuestas aún más reducidas; tercero y último, la comunidad estudiantil no sólo desconociendo este proceso, era indiferente a su objetivo o beneficio.

Reconocer estas condiciones es crucial para ampliar las discusiones sobre estrategias y escenarios de las asociaciones de carrera ante un arrebato conservador de sus dirigencias. La reticencia de las autoridades universitarias por dar participación a la representación de las asociaciones de carrera, ha cambiado. La oportunidad de consolidar un precedente institucional de la universidad es urgente, en especial después de dos crisis estudiantiles que cuestionaron la “gobernabilidad institucional” de la UNAH; y que ahora, con un grupo de dirección ávido de conciliaciones, acuerdos y prerrogativas (MEU), puede negociar la “representación legitima” tan necesaria para dar buen visto a un Proceso de Reforma Universitaria que ha hundido sus procesos en una política de selección y exclusión.


Por Ricardo Velásquez

Ya han pasado, casi 4 meses desde que la Ministra de Educación, Rutilia Calderón, asumió las riendas de la Educación Pública. Desde entonces, cesó la angustia permanente de los docentes, ocasionada por el tristemente célebre Marlon Escoto, a través de constantes “oficios” tendientes según él, a resolver la problemática educativa, pero que, en la realidad, solo logró retroceder abismalmente la calidad de la educación pública. Esto lo demuestran los altos índices de reprobación en la educación media y en las Pruebas de Aptitud Académica (PAA) aplicadas en la Universidad Nacional Autónoma d Honduras (UNAH), así como los exámenes de admisión aplicados en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).

Según Darío Cruz, Vicerrector de Educación a Distancia de la UPNFM, “En la PAA que se realiza en la UNAH, donde se miden conocimientos básicos, la tendencia es que la gran mayoría de estudiantes no están llegando a los 800 puntos, siendo los de las instituciones públicas la que presentan mayores deficiencias”. “Haciendo una mirada de los últimos 5 años estamos evaluando el tipo de estudiantes que estamos recibiendo, cada vez son menos las competencias que se le vienen desarrollando, hay serios problemas de escritura y de comprensión lógica matemática, conocimientos tan básicos como los de las tablas de multiplicar no los tienen”. EH (04/04/2017).

Para Juan Ramón Martínez, peón del régimen y analista del acontecer nacional, ante el manifiesto deseo de Marlon Escoto por ser Rector de la UNAH, resume la labor que hizo este, de la siguiente forma; “¿cómo va a traer un fracasado y lo va a llevar a entregarle la principal universidad de Honduras?...presentar como candidato alterno a Marlon Escoto, es insultar la inteligencia del pueblo hondureño…no tiene absolutamente idea de lo que es la educación”. El Tiempo digital (18/04/2017)

Sin lugar a dudas que en esto estamos de acuerdo con uno de los grandes detractores de los maestros, sin importar el motivo por el que lo dice, lo cierto es que la política educativa impuesta ilegal y agresivamente por los gobiernos sucesivos de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández a través de Marlon Escoto, ha orillado al grueso de jóvenes de la educación pública a un nivel paupérrimo de conocimientos, lo que repercutirá en el futuro inmediato.

Remediar el asunto no será fácil sino existe una propuesta educativa donde se tome en cuenta el papel del docente en el aula de clase. De ahí que se sacó al ex Ministro de Educación por la puerta de atrás y en su lugar se puso a la que era en eso entonces Vice Rectora de la UNAH y mano derecha de Julieta Castellanos.

Hasta ahora, al menos la actual ministra no ha dado muestra de pretender seguir asediando a los docentes, quizás como política de JOH para adecentarse ante el gremio ante las elecciones generales de noviembre. Después de todo, el principal objetivo exigido por los financistas externos ya lo cumplieron: desaparecer las conquistas docentes y mantener el gremio callado y amedrentado.

Pero, por otro lado, existe un adormecimiento en la nueva ministra, para revertir las políticas equivocadas de Escoto, como que si existiera un temor a los cooperantes externos. Ese sistema de evaluación ipso facto lo hubieran cambiado, pero con la participación de los docentes, no con el propósito de solo mejorar cifras estadísticas sino más bien, el compromiso de todos de mejorar las competencias mínimas requeridas en los educandos.

El daño hecho a la Educación a través de Marlon Escoto es enorme, la ministra ya ha llamado a algunos dirigentes del magisterio, pero aún no se actúa en la toma de decisiones. Medidas como ese esquema de evaluación, la jornada extendida, el programa Todos Podemos Avanzar (TPA), las reiterativas nivelaciones tal y como están, deben ser revocadas, pero hay que llamar a los docentes para que participen de forma activa en propuestas para sub sanar la situación.

Parece que hasta ahora el sistema educativo se encuentra en letargo, haciendo lo que ya dejó ordenado Escoto, pero es el momento de que tanto alumnos como padres y madres de familia y docentes levanten cabeza y exijan una Educación Pública de Calidad, sin quedarse en el estribillo de los 200 días de clases.

El magisterio tiene una ardua tarea por delante; presentar una propuesta que de verdad mejore el rendimiento académico de los alumnos, tarea difícil tomando en cuenta el estrato socio económico de los mismos. La propuesta, que puede llevarse a una lucha sistemática, debe abarcar beneficios pedagógicos para los educandos y otros.

¡A defender la calidad de la Educación Pública ya!


Por Horacio Villegas y Mateo Raudales

Previo a la realización del congreso de estudiantes, varias de las decisiones tomadas por los supuestos dirigentes del MEU provocaron malestar en la colectividad de estudiantes universitarios: el hecho de haber sido financiados en gran parte por las autoridades de la institución, también por la actitud acrítica y cerrada de parte de la cúpula del movimiento, de amenazar a las demás organizaciones de estudiantes independientes para que no mostraran ningún tipo de volante alusivo al cuestionamiento directo sobre el congreso, o propuestas para establecer discusiones sobre temas de importancia nacional.

El 19 de abril se llevó a cabo la inauguración del congreso de estudiantes con la expectativa de abarrotar los espacios y conseguir el ingreso de la mayoría de los compañeros que en algún momento se sentían identificados con el MEU. La fuerza de los hechos no se hizo esperar: hubo minoría de gente en este caricaturesco espacio. Parece pues, que cuando se allanan los límites de la crítica y se dejan sentar sospechas por la vulneración de la autonomía de los estudiantes –debido a la intromisión de las autoridades–, un tremendo rechazo se presenta sin más.

El fracaso de este congreso no reside tanto en estas situaciones mencionadas, tiene que ver más con el apaciguamiento de las movilizaciones, la falta de reformular los alcances políticos y académicos del movimiento, el hecho de que una minoría de supuestos dirigentes sean los depositarios y dueños de las discusiones, y no tener claro el horizonte de largo alcance dentro del espacio universitario y el país. De todo esto deviene el poco impacto que tiene la existencia del MEU, y las negativas que se presentan a la hora de las convocatorias a cualquier actividad.

La tragicomedia dentro del congreso de estudiantes

Varias actividades fueron realizadas en la inauguración del congreso estudiantil, hubo una excelente participación de artistas afines a las luchas sociales, y también se invitó a académicos que por su experiencia combativa en el siglo pasado, resultarían ser grandes conversadores de nuestro tiempo actual. La tragedia se mostró inmediatamente: un congreso anunciado con bombos y platillos, que estuvo planeado para miles de estudiantes, supuso una inevitable tragedia porque se perdió el vínculo de los tantos compañeros universitarios con el movimiento estudiantil. Estamos en un tiempo de reflujo, estancados por haber hecho patente la subordinación del movimiento hacia las autoridades, y también por no perseguir reclamos que ya rocen el acomodamiento de los gobiernos corruptos como el de Juan Orlando.

La comedia no pudo ser otra que el hecho de levantarse en son de triunfo en pleno congreso y elevar los cánticos que otrora se hicieran en el ardor de la protesta, dentro y fuera de la institución, pero siempre a expensas del visto bueno de las autoridades; pero ahora fueron expuestos en un espacio cedido por rectoría y sus vasallos. El movimiento estudiantil nació en el agite, en los momentos duros y de golpes fuertes dados a la mayoría de la estudiantada, y no es posible replicar con consignas en un espacio dado por los que dieron orden de desalojo y represión a los compañeros; y no es rehuirle a la academia, como muchos dicen, solamente es hacerle justicia a los espacios construidos en la lucha.

¿Teoría o fantasmagoría?

“Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario” decía Lenin hace ya un siglo, hoy se presenta en un estado de abuso el enunciar una teoría que pueda acomodarse a las luchas sociales; lo cierto es que dentro de los programas reformistas y no revolucionarios cuaja una sobre elaboración teórica que pierde de vista los momentos fundacionales y de recorridos de un movimiento. En la teoría expuesta en los planteamientos metodológicos del congreso de estudiantes primó la sobreestimación teórica por encima de la comprensión de etapas concretas del movimiento estudiantil. Por estar ilusionados al creer que somos los primeros que darán rumbo a la universidad, perdimos de vista la condición real de la estudiantada. Y al parecer poco les interesa integrarse a las actividades del movimiento universitario, pues mientras los supuestos dirigentes del MEU intentan “destruir la modernidad”, la mayoría de estudiantes no se inmuta por esta nebulosa noticia.

Los primeros pasos a ser absorbidos por la institución

La supuesta dirigencia del MEU entiende a las asociaciones de estudiantes como engendros que parangonan la fútil labor de las autoridades universitarias. Las asociaciones son algo más que el efecto de leyes o reglamentos, o simplemente el retrato de la estructura parasitaria de la universidad, podrían ser el núcleo del cuestionamiento permanente de la frágil habilidad de la institución universitaria, que no arrebata la palabra en el debate público a los políticos tradicionales, quienes se mofan y aprovechan de la desgracia social.

Un movimiento universitario integrado por asociaciones, no debe suponerse como una extensión más de la burocracia universitaria, por lo que se torna importante dar por sentada su autonomía de cualquier intento de la administración por captarle, sino estaríamos frente a un club de burócratas que se alimentan de las nuevas luchas estudiantiles, amén de todos los frentes universitarios. En este sentido, el congreso estudiantil podría ser el acto de conciliación del movimiento universitario y las autoridades, quienes pueden aprovechar el reflujo actual y la falta de claridad de la supuesta dirigencia, para coronar su sórdida alineación.

Se perdió una valiosa organización

La plataforma de los movimientos sociales acompañó al movimiento universitario en muchas de sus actividades, lo que demostró que en sus inicios el MEU tuvo el respaldo de organizaciones de peso que tienen ya un largo recorrido en las luchas sociales, por ejemplo, la de los pueblos originarios que luchan por el resguardo de los recursos de la naturaleza y sus territorios (Copinh y Ofraneh, entre otras). Tal parece que la esperada actitud dócil y conciliadora de los supuestos dirigentes del MEU se dejó ver un día antes del congreso de estudiantes: uno de ellos dio a conocer su repugnante conversación con Marlon Escoto, y esto pareció ser la gota que derramó el vaso.

De fondo este desencuentro de la plataforma de movimientos sociales con el MEU quizá responda a la corta visión de los supuestos dirigentes del movimiento que cerraron espacio a la crítica, y financiaron su congreso con presupuesto de la universidad, si bien salió de nuestros bolsillos el dinero, el solo hecho de su aprobación compromete a favores posteriores con las autoridades. Se perdió una valiosa organización, pues el liderazgo de los movimientos sociales, al plantearse luchas con valor antigubernamental, ofrecen cátedras de resistencia prolongada de los sectores populares hacia las políticas represivas del Estado, manejado por gobiernos de corte conservador como el actual.

¿Epitafio de tragedia anunciada o sobre el movimiento estudiantil hoy?

El momento de reflujo del movimiento estudiantil se ha evidenciado en el proceso de inmovilización que a partir de la firma del acuerdo (28 de julio 2016) ha caracterizado la política de la mayoría de las organizaciones estudiantiles, tanto las asociaciones como movimientos independientes; supeditando las discusiones, posturas y acciones a una cúpula de dirigentes, que no han dejado de “dirigir” una constante de episodios de fracaso y retroceso: desde el consenso del reglamento electoral estudiantil que terminó desgastando discusiones con la vieja guardia de los frentes y, por lo tanto, orientados por su lógica; pasando por la extensión de las políticas de las asociaciones a una comidilla jurídica sin horizontes ni proyectos de largo plazo; hasta el ya mencionado financiamiento y acreditación de las autoridades a un Congreso Estudiantil que no hizo sino despilfarrar el dinero que la UNAH, mientras nuestros catapultados y muy entusiastas “burócratas estudiantiles” disfrutaban de gafetes, mochilas, comidas, escenarios y otras parafernalias fundadas en un agotamiento político del MEU, toma del trabajo de un pueblo que diariamente muere por las garras de la delincuencia, la pobreza y la violencia de un Estado militar.

Este momento de reflujo ha pasado de la comedia, la tragedia, a una irremediable burla de la organización que permitió una articulación acumulada de procesos desde el 2009, con la experiencia “popular” de formación desde el Golpe de Estado. A unas horas después del tan alabado Congreso, los estudiantes debatían todavía qué o quiénes eran los culpables de la falta de políticas, vida orgánica y, en un todo, porqué después de un evento que intentó replantear un proyecto político-académico de la UNAH (bajo la muy profanada fraseología: la “academia al servicio del pueblo”) en las estructuras y bajo los límites de la institución que suponen replantear, no pudo sino exponer a la comunidad nacional e internacional el desencuentro de una política estudiantil con más marketing que política, sin objetivos, planes estratégicos o una cohesión estudiantil a través de un trabajo de base.

Por Horacio Villegas y Mateo Raudales

El movimiento estudiantil universitario (MEU) logró en el 2016, granjearse del acompañamiento indispensable de la mayoría de asociaciones de carrera de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH); esta fórmula organizativa se tradujo en un permanente forcejeo entre el movimiento y las autoridades que desembocó en un apremiante acuerdo, semejante obstáculo sin duda. Las asociaciones de carrera sencillamente eran el baluarte más provisto de claridad al momento de hacer expuestos los reclamos, decisiones y propuestas en el movimiento estudiantil.

La dinámica de la lucha en el 2016 fue necesariamente el producto de años de organización acumulados, y una fuerte labor de ensayos democráticos en los espacios de participación de cada una de las carreras. Los estudiantes protagonistas de las huelgas, aquellos que encarnaron cada uno de los principios afines a su organización más cercana como las asociaciones, no dudaron en cerrar filas en una misma determinación colectiva: el peso de sus asambleas reunidas bajo el criterio de la construcción de propuestas, ampliamente discutidas.

De manera que el MEU se debió a estos espacios organizados de estudiantes que volvieron realizable la plausible toma del 1 de junio hasta el 28 de julio de las instalaciones de la Universidad, que llevó al inicio de un momento aprovechable para el reclamo de representación estudiantil en los espacios políticos y académicos de la Universidad.

Los acuerdos del 28 de julio del 2016 desataron una suerte de inmovilismo en los estudiantes y trajeron consigo una serie de intervenciones jurídicas de parte de los sectores más reformistas y conciliadores a secas –estudiantes de derecho e ingenierías, entre otros; desde entonces el MEU se ha convertido en una especie de cuerpo desmembrado que ya no sugiere el replanteamiento de la lucha estudiantil, pues ha interesado más el “papeleo” en vez de elaborar estrategias que vuelvan atrayente un proyecto a largo plazo.

Las asociaciones de carreras hoy: ¿la vanguardia del movimiento estudiantil o espacios captados por las autoridades?

En este contexto desastroso se enmarcan hoy las asociaciones de carrera; a éstas han llegado recientemente convulsiones quizá planificadas en el buró de las autoridades. Es crucial para la rectoría y varias decanaturas y jefaturas serviles, desmantelar los espacios organizados por los estudiantes: boicotear los procesos electorales dentro de las asociaciones; generar conflictos que orientan a la enemistad y oposiciones declaradas sin sentido; y de fondo, se trata de la franca aniquilación de los espacios que dieron vida al proyecto casi victorioso llamado “MEU”.

Proponemos a los compañeros que comparten el espacio de las asociaciones estudiantiles, no dejarse arrebatar sus conquistas tan bien logradas como sus reglamentaciones internas y estatutos, pues bajo el falso motivo de “reforma” se puede traicionar la voluntad colectiva que vio nacer –en años consecutivos– estos consensos de naturaleza política. La debilidad que el MEU refleja en la actualidad es motivo suficiente para que se levanten los sectores más manipulables de las carreras, con el vil ánimo de despedazar el sentido más político que reside en las asociaciones: el valor de asumir posturas que cuestionan el proyecto de universidad bajo el gobierno de las pasadas y actuales autoridades, además de debatir y consensuar ágilmente posiciones que reniegan de la enferma situación nacional, bajo el mando corrupto de los gobiernos de turno.

El congreso estudiantil universitario, o el supuesto remedio que devolverá la fuerza al MEU

“El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos.” Así concluye Walter Benjamín su segunda tesis sobre la filosofía de la historia, obra publicada al castellano póstumamente en 1959, y que recuerda una tarea un tanto nublada en nuestro tiempo, el tiempo de la incertidumbre, de lo reductible, el tiempo de los fragmentos.

Como todas las generaciones, la nuestra se sitúa radicalmente en su tiempo, y no es de ninguna forma homogénea en espacio. En 1968 una generación estudiantil explotaba desde Francia hasta Argentina, y desde México hasta Praga; como proceso de larga duración, los estudiantes de la década de 1960 representaron la negación de los principios, formas y contenidos legados por una generación que, con el culmine de dos guerras mundiales en 1945, arrastraban la más profunda crisis de la modernidad occidental, vanagloriada por el “progreso”, la “civilización”, la “razón” y la “felicidad”. Ésta, como cualquier otra, no construyó su posibilidad como generación fuera de la historia: se alimentó de su pasado, de sus errores, de sus hombres y mujeres, de sus memorias y raíces.

Aquélla “cita” de la que nos habla Benjamin no es, ni podrá ser nunca un encuentro “flemático”, una especie de reconciliación apaciguada por un tiempo continuo y lineal. Más bien, como todo proceso humano, constituye un momento de conflicto donde no siempre la generación presente puede alegar ventajas, resistencia o transformación, sino que la voz enterrada del pasado también revuelve violentamente las conciencias hasta aplastar -en el inevitable andar del tiempo- nuestra apacible espera de un futuro mejor soñando en los laureles de la neutralidad, inacción, el silencio y la complicidad.

El MEU hoy se alimenta de sus propias culpas. Se sostiene como un pulpo que extiende agonizante sus tentáculos, aferrándose a fuerzas y condiciones que ni su muy anónima dirigencia de litigantes puede comprender se desvanecieron con la firma de los acuerdos del 28 de julio en 2016. Un Congreso, el “Primer Congreso Estudiantil: Eduardo Becerra lanza”, parece ser su salvación. Sin ninguna intención auténtica de crítica o restructuración, se continúa exaltando la plataforma del MEU como un espacio que, al margen del conflicto con nuestra realidad, podrá impulsar el cambio que nuestra UNAH y Honduras tanto necesitan; parangonando al héroe patriarcal que aguarda se acabe el berrinche de sus súbditos para acudir a su ineludible salvación, el MEU aguarda al Congreso para limpiar sus demonios y los terribles episodios de inmovilización que derrumbaron procesos acumulados de organización y formación estudiantil desde el Golpe de Estado de 2009, por la comodidad burocrática de “arreglos” con las autoridades que, según ellos, irán de la mano para corregir más diez años de Reforma Universitaria, enmarcada en un proceso de reajuste económico y político desde la década de 1980.  

A la espera del Congreso, las asociaciones agonizan supeditadas a una plataforma que reniega la crítica, la discusión y hasta de los principios lucha que legaron una generación que derramó su sangre en la espera de una época que se fue con el siglo y con sus grandes discursos. Tan miope de su pasado, o más bien, tan absurdamente obstinado de negarlo sin ningún carácter ético o político, desde la “dirigencia” de papel del MEU se sobresaltan entusiastas al proponer un Congreso que impida la infiltración de actores externos, reivindicando, sin embargo, la figura de Eduardo Becerra Lanza, estudiante y mártir en los 80’s por su filiación a la fuerza ideológica revolucionaria que atravesó a Centroamérica con las guerrillas, desde la formación de las vanguardias (en aquel período) de los Partidos Comunistas y el resguardo del bloque soviético en el contexto de la Guerra Fría.

En el 18 brumario de Luis Bonaparte Karl Marx escribía: “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa”. La comedia se agotó para el MEU. Con el fracaso del consenso del REE y su subordinación a la política de los frentes, la ausencia de unas Normas Académicas consensuadas por estudiantes-docentes-autoridades y una dirigencia incapaz de generar cohesión o suficiente nivel propagandístico que eleve los objetivos de un “Congreso Estudiantil” a verdaderas y reconocidas necesidades de los y la estudiantes, el MEU pasó de bufón con los Frentes -al boicotear éstos sus intentos de elecciones en el 2016- a representar el mayor cómplice de la desarticulación de la autonomía de las Asociaciones de Carrera, la consolidación de la Reforma Universitaria y el pasivo rol de la “Máxima Casa de Estudios” con la crisis nacional.

Del Congreso se espera una transformación que destruya las antiguas estructuras de la plataforma del MEU para construir desde la comunidad estudiantil y popular un sentido humano de la universidad, una academia que pueda proponer, construir y defender multisectorialmente una resistencia al control y destrucción de la naturaleza, el conocimiento, los saberes, los cuerpos y el trabajo. A la “espera” de realizarse tan eufórica utopía, surge expectativa de la extraordinaria “revolución” de una tragedia consumada.

El congreso de estudiantes “Eduardo Becerra Lanza”: hacia un contenido que dé cuenta de la realidad y abandone cualquier tipo de lucubración

El congreso de estudiantes según lo han planteado sus organizadores invoca la gesta rebelde y memorable de Eduardo Becerra Lanza, el joven que oportunamente se negó a guardar silencio por los actos nefastos que los militares encabezaban en la década de los ochentas; su desaparecimiento y el de muchos estudiantes debilitó enormemente a la generación que pudo salir un momento de las aulas universitarias y enfrentarse a la agobiante situación del país, ya carcomido por el intervencionismo norteamericano por un lado y la “doctrina de seguridad nacional”.

Un congreso de estudiantes que ovaciona el nombre del compañero Eduardo Becerra, supone –así lo creemos– un contenido de fondo: reivindicar la vigencia de su lucha política, que no es otra cosa que desasirse del pupitre y arremeter, sin excusa alguna, contra las formas entreguistas de los gobiernos de turno. A Eduardo Becerra le contarían estas posturas, el desagrado del entonces rector Oswaldo Ramos Soto.

El MEU no consiguió en sus moribundas discusiones darse cuenta de lo lejos que está el contenido de su congreso de la memoria del personaje que utilizan como denominativo. Quizá por dos simples razones: el movimiento, o la cúpula que sobrellevó la dirección de éste, no logró concebir acciones que dieran el salto a los problemas agudos del país, solamente logró enquistarse en la liviandad que supuso la revisión de la normativa académica y la participación estudiantil en espacios burocráticos de la universidad.

Lastimosamente el MEU ni siquiera coincide hoy con la franca oposición evidente entre rectoría y la generación de Eduardo Becerra Lanza en aquellos días; seguramente el congreso llevará irremediablemente a una penosa conciliación entre el movimiento y las autoridades. Con todas estas situaciones incontrastables, parece ser que no se le podrá hacer justicia a la memoria del compañero Eduardo Becerra Lanza en este exiguo congreso estudiantil.


Por Sebastián Ernesto González

Los resultados de las elecciones internas del 12 de marzo del presente año, solo siguen ratificando la manipulación y los escandalosos fraudes que se dan en cada elección de autoridades. En esta ocasión con un nuevo ingrediente; la oficialización de la candidatura de Juan Orlando Hernández para la reelección. Motivo por el que en el 2009, le dieron Golpe de Estado a Manuel Zelaya Rosales. Aunque en los hechos, en aquella ocasión solo fue la convocatoria para responder si se instalaba una cuarta urna en las elecciones generales de noviembre de dicho año.

Sin duda alguna, en esta ocasión JOH cuenta con el beneplácito de la burguesía hondureña, el imperialismo yanqui y la comunidad europea. De ahí que su candidatura avance sobre ruedas y cuesta abajo hacia cuatro años más al frente de la dirección del país, sin importar si él y su Partido Nacional saquearon el Instituto Hondureño de Seguridad Social y otras instituciones del Estado o bien, si los principales dirigentes y funcionarios de la administración de Porfirio Lobo y el mismo JOH están involucrados en el narcotráfico, a vista y paciencia de los mismos norteamericanos.

Está muy claro, que mientras JOH sirva al proyecto gringo estos le mantendrán al frente, sin importar lo fraudulento de las elecciones y las maniobras que se hagan para mantener apagada a la oposición. De hecho, es el único que les garantiza la implementación de las políticas del FMI y de las políticas injerencistas tal y como sucedió esta semana, el lunes 3 de abril, en que el representante de Honduras ante la OEA, Leonidas Rosa Bautista cumplió al pie de la letra las órdenes del tío Sam.

“El Consejo Permanente de la OEA, estaba previsto para reunirse de forma extraordinaria el lunes en su sede de Washington para abordar la ruptura del orden constitucional en Venezuela y analizar posibles medidas, pero Bolivia, que ostenta la Presidencia temporal desde el pasado sábado, la suspendió apenas unas horas antes. A pesar de la suspensión, un grupo de 20 países ha solicitado seguir adelante con la cita regional, que finalmente se ha celebrado presidida por el representante permanente de Honduras, Leonidas Rosa Bautista, al miembro más antiguo, ya que no estaban ni el presidente, el boliviano Diego Pary Rodríguez, ni el vicepresidente, el haitiano Jean-Victor Harvel”. elEconomistaAmérica.com    

Resultados de elecciones: ¿Un falso espejismo?

Analicemos algunos datos:

  1. Según el Padrón Electoral otorgado por el Tribunal Supremo Electoral, este contiene una cantidad de 5,795,264 ciudadanos habilitados para ejercer el sufragio en el territorio nacional. Mientras el total de votantes de los partidos políticos que se presentaron a elecciones internas fue de 1378770 (PN), 700861 (PL) y 461825 (LIBRE), siendo la cantidad total de 2541456 personas que se presentaron a los centros de votación, cantidad que corresponde apenas al 43.85% del Padrón Electoral.
  2. El total de votos blancos y nulos en los tres partidos políticos fue de 358966, cantidad que corresponde al 6% del padrón electoral. Entonces el porcentaje de votos válidos fue de 37.85% del total de personas habilitadas para votar.
  3. La votación total lograda entre Luis Zelaya y Gabriela Núñez del PL, representa el 21% del total que se presentó a las urnas. Mientras los votos logrados solo por Xiomara castro del Partido Libre significan el 15% del total presentado a las urnas y JOH logró el 41% del total votante. Según estos datos ni Luis Zelaya, Gabriela Núñez y Xiomara Castro unidos le ganarían a JOH.

El análisis por partido es similar, si nos vamos al total de votos por partido tenemos que el PL obtuvo el 27.58% de la votación total y Libre el 18%, mientras que en el PN el porcentaje logrado con respecto al total fue del 54%.

  1. En este proceso ha faltado el porcentaje muy significativo que arrastra Salvador Nasralla, a través del Partido Anticorrupción, quien no fue a elecciones internas el 12 de marzo.

Estos puntos de reflexión corresponde a los datos otorgados por el TSE, ahora bien, siendo objetivos y analíticos podemos afirmar que el único partido que invirtió mucho dinero para movilizar a los votantes fue el PN, utilizaron mucho dinero y también la coacción, so pena de no beneficiar con los programas sociales otorgados, o no dar trabajo en el futuro si no aparecían en el censo. El trabajo hecho por el PN reflejó mucha logística y derroche enorme de recursos.

Por el contrario, la oposición estando en la llanura no pudo presentar la misma cara, principalmente el Partido Libre que ha sido duramente golpeado por las traiciones y por la carestía de recursos. En el Partido Libre la propaganda previa a las elecciones fue muy raquítica, y no hubo despliegue de caravanas para transportar a los electores. Los votantes que asistieron a las urnas fue porque aún mantienen la esperanza de una salida, al margen de los comportamientos de los dirigentes.

La impopularidad de JOH no asegura su reelección

Hasta ahora, el repudio hacia JOH es enorme, las medidas económicas impuestas han llevado a miles de familias por debajo de la línea de pobreza. El endeudamiento de la clase asalariada es enorme, mientras a nivel macro económico la empresa privada abunda en dinero y los grandes beneficiados son los banqueros.

El saqueo al IHSS movilizó a la población en el 2015 en contra de los saqueadores, pero muy hábilmente el régimen doblegó a los principales dirigentes opositores y estos, de forma cómplice terminaron desmovilizando. Nunca existió el deseo de movilizar porque en el fondo prevalece el carácter pequeño burgués de los mismos. Al final, nuevamente el imperio con doble moral, dieron origen a la MACCIH (Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras). Hecho que le dio el tiro de gracia a las marchas de las antorchas. A más de un año de su funcionamiento, la MACCIH poco o nada han hecho en contra de la corrupción del régimen post golpe.

Tampoco ha doblegado a Juan Orlando el testimonio del líder del desarticulado grupo narcotraficante “Los Cachiros”, Devis Leonel Rivera Maradiaga, personaje que es juzgado en una corte de New York y que ha declarado que Porfirio Lobo y otros grandes personajes políticos del país facilitaban el paso de la droga hacia el norte al igual que participaban del lavado del dinero derivado del mismo, uno de los mencionados es el hermano de JOH, Juan Antonio Hernández. Pero obviamente, JOH sigue siendo el personaje para aplicar a pie juntilla la política del imperio.

Los escándalos de corrupción de la dirigencia del Partido Nacional y personas muy allegadas al presidente, le han generado mucha impopularidad en la población, los problemas económicos familiares angustian a las familias y los programas sociales no son lo suficiente para endulzar a las mayorías, programas que solo van dirigidos a ese votante nacionalista. Sin embargo, estos hechos no han sido lo suficientemente de peso para tambalear la caída del mismo, con todo un engranaje institucional a favor, con la pasividad de la oposición y con la doble moral estadounidense, JOH avanza hacia 4 años más en el solio presidencial.

Lo que mantiene a flote a JOH son los mismos dirigentes de la oposición, quienes se niegan a movilizar a las bases, principalmente la dirección del Partido Liberal que sigue siendo la columna de sostén del régimen. Para Manuel Zelaya y Salvador Nasralla la salida siguen siendo las votaciones generales de noviembre a pesar de los gigantescos fraudes que ya para nadie son desconocidos.

Pero el porcentaje de oposición al régimen es alto, es del 76.6% del padrón electoral, por lo tanto el régimen y sus secuaces deben seguir bregando entre ese caudal electoral de varias formas para dividir la votación opositora, y mientras los líderes no entiendan que hay que movilizar, el trabajo se le hace más fácil a Juan Orlando.

Dividir a los partidos Libre y Pac para revivir el bipartidismo

Como el régimen no se duerme en sus laureles, también ataca a los nóveles partidos introduciéndoles caballos de Troya para que dividan al votante o lo desanimen a votar. Ya pasó con Libre y ahora le toca el turno al Partido Anticorrupción.

El TSE (Tribunal Supremo Electoral) ha declarado por unanimidad que la convocatoria a las elecciones internas del PAC, convocadas para el día domingo 9 de abril es nula. Mismas que son convocadas por la dirección del partido para elegir a los delegados para la asamblea general, comités departamentales y comités municipales.

Ante tal hecho el TSE emitió una declaratoria que entre otras cosas manifiesta: “PRIMERO: Declarar la nulidad de lo actuado por las personas que fungen de hecho, por haber vacado el doce (12) de diciembre de dos mil dieciséis, como Consejo Nacional del Partido del Partido Anticorrupción de Honduras y   por  la Junta Receptora de Documentos…”.

Lo anterior permite al gobierno, a través del TSE intervenir de forma directa en la organización del Partido Anticorrupción (PAC).

Desde el Partido Socialista Centro Americano (PSOCA) planteamos que solo la movilización nacional podrá detener a JOH y su fraude.

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