Por Michael Moore

El martes pasado, Bradley Manning fue declarado culpable de 20 de los 22 cargos que se le imputaban, entre ellos haber violado la Ley de Espionaje, haber filtrado informaciones secretas y haber desobedecido órdenes. Esa es la parte mala. La buena es que le declararon no culpable de “haber ayudado al enemigo”. ¿Por qué? Porque a quienes estaba ayudando era a nosotros, a los ciudadanos estadounidenses. Y nosotros no somos el enemigo. ¿Verdad?

Manning se enfrenta a una posible sentencia máxima de 136 años de cárcel. Cuando se anuncie tendremos una idea bastante aproximada de la seriedad con la que el Ejército de Estados Unidos aborda distintos delitos. Cuando nos enteremos del tiempo que Manning -que tiene hoy 25 años- va a estar en prisión, hagamos el ejercicio de compararlo con las condenas recibidas por otros soldados:

El coronel Thomas M. Pappas, alto responsable de inteligencia militar en Abu Ghraib y máximo oficial presente la noche del asesinato del preso iraquí Manadel al-Jamadi, no fue condenado a ningún periodo de cárcel. Sí recibió una reprimenda y una multa de 8.000 dólares (a Pappas le oyeron decir a propósito de al-Jamadi: “No voy a ser el único que pague por esto”).

La sargento Sabrina Harman, la famosa mujer a la que se ve en Abu Ghraib haciendo un gesto de aprobación junto al cuerpo de al-Jamadi, y en otra foto sonriendo al lado de unos iraquíes desnudos y encapuchados, arrojados en un montón, fue condenada a seis meses por maltratar a los detenidos.

El cabo Armin Cruz fue condenado a ocho meses por maltratar a presos iraquíes en Abu Ghraib y por encubrir los malos tratos.

El cabo Steven Ribordy fue sentenciado a ocho meses por complicidad en el asesinato de cuatro presos iraquíes a los que “ataron, vendaron los ojos, dispararon y arrojaron a un canal” en Bagdad en 2007.

El cabo Belmor Ramos fue condenado a siete meses por conspiración para cometer asesinato en ese mismo caso.

El sargento Michael Leahy Jr. fue condenado a cadena perpetua por cometer los cuatro asesinatos de Bagdad. Posteriormente, el Ejército le concedió un indulto parcial y redujo su condena a 20 años, con posibilidad de libertad condicional al cabo de siete.

El sargento de marines Frank D. Wuterich se libró de la cárcel por abandono negligente en la matanza de 24 hombres, mujeres y niños desarmados cometida en 2005 en la ciudad iraquí de Haditha. Otros siete miembros de su batallón fueron acusados pero ninguno rebibió castigo.

Los cabos segundos de marines Jerry Shumate y Tyler Jackson fueron condenados a 21 meses por la agresión a mano armada contra Hashim Ibrahim Awad, de 52 años, con 11 hijos y cuatro nietos, cometida en Al Hamdania en 2006. Awad murió por los disparos recibidos durante el ataque. Posteriormente, las condenas se redujeron.

El cabo segundo de marines Robert Pennington fue condenado a ocho años por el mismo incidente, pero no cumplió más que unos meses, ya que le concedieron el indulto y salió en libertad.

El sargento de marines Lawrence G. Hutchins III fue condenado a 15 años por asesinato en el caso de Awad, pero enseguida le revocaron la condena y le pusieron en libertad.

No hubo ningún soldado castigado por la muerte de cinco niños, cuatro mujeres y dos hombres iraquíes en una vivienda en 2006. Entre los cables diplomáticos estadounidenses filtrados por Bradley Manning estaba un correo electrónico de un funcionario de la ONU que afirmaba que los soldados norteamericanos los habían “ejecutado a todos”. Cuando Wikileaks publicó el cable, la indignación en Irak fue tal que el Gobierno de Nouri al Maliki tuvo que renunciar a seguir concediendo inmunidad a los militares estadounidenses ante los tribunales del país, por lo que el Gobierno de Obama se vio obligado a abandonar sus planes de mantener varios miles de soldados en Irak de forma permanente. Todas las tropas norteamericanas se retiraron a finales de 2011.

Me atrevo a aventurar que Bradley Manning va a pasar más tiempo en prisión que todos los soldados de estos otros casos juntos. Y con ello, en lugar de redimirnos y pedir perdón por los crímenes que el cabo Manning puso al descubierto, volveremos a dejar claro al mundo quiénes somos en realidad.


Por James Petras

Las revelaciones sobre cómo el gobierno de Obama usa a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés) para espiar secretamente las comunicaciones de cientos de millones de ciudadanos de EEUU y otros países ha generado denuncias en todo el mundo. En EEUU no hubo ninguna protesta masiva, a pesar de la amplia cobertura periodística y de la oposición de las organizaciones pro libertades civiles. Los líderes del Congreso, tanto del partido demócrata como del republicano, al igual que los jueces más importantes aprobaron un programa de espionaje doméstico sin precedentes…

Aún peor, cuando se hicieron públicas las operaciones de espionaje a gran escala, los líderes principales del Senado y del Congreso reafirmaron su respaldo a todas y a cada una de las intromisiones en las comunicaciones electrónicas y escritas de ciudadanos estadounidenses. El presidente Obama y su fiscal general Holder defendieron firme y abiertamente las operaciones globales de espionaje de la NSA.

Las cuestiones que surgen de este vasto aparato policíaco secreto y de la penetración y control que ejerce sobre la sociedad civil, atentando contra la libertad de expresión de los ciudadanos, va mucho más allá de meras “violaciones de la privacidad”, como la calificaron muchos expertos legales.

La mayoría de los defensores de las libertades civiles se enfocan en las violaciones de los derechos individuales, garantías constitucionales y derechos a la privacidad de los ciudadanos. Estas son cuestiones legales importantes y esta postura es correcta. Sin embargo, las críticas constitucionales-legales no van lo suficientemente lejos: no tocan los temas fundamentales; evitan hacer cuestionamientos políticos básicos.

¿Por qué un aparato tan masivo de espionaje global manejado por el estado policial se volvió tan esencial para el régimen gobernante? ¿Por qué el conjunto de los líderes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial hicieron declaraciones públicas en las que repudiaron todas las garantías constitucionales de manera tan descarada? ¿Por qué los dirigentes electos defendieron el espionaje político global contra la ciudadanía? ¿Qué tipo de políticos existen en un estado policial? ¿Qué tipo de políticas de largo término, de gran escala, a nivel interno e internacional son ilegales e inconstitucionales como para justificar el desarrollo de una vasta red de espionaje doméstico y una infraestructura de tecno-espionaje de billones de dólares manejada por el estado corporativo en una época de “austeridad” presupuestaria caracterizada por los recortes en los programas sociales?

El segundo grupo de preguntas surge del uso de los datos obtenidos por el espionaje. Hasta el momento, la mayoría de los críticos cuestionaron la existencia del espionaje masivo implementado por el estado pero evitaron el tema crucial sobre qué medidas toman a continuación, o como resultado del espionaje, contra los individuos, grupos o movimientos espiados. La pregunta esencial es: ¿Qué represalias y sanciones se producen como resultado de la “información” que ha sido recolectada, clasificada y aplicada por estas redes de espionaje manejadas por el estado policial? Ahora que el “secreto” del espionaje extendido realizado por el estado policial forma parte de la conversación pública, el próximo paso debería ser la revelación de las operaciones secretas contra aquellos espiados por las redes de espionaje luego de haber sido rotulados como un “riesgo para la seguridad nacional”.

Las políticas detrás del estado policial

La razón fundamental para la transformación del estado en un enorme aparato de espionaje es el carácter profundamente destructivo de las políticas interna e internacional implementadas violentamente por el gobierno. La vasta expansión del aparato del estado policial no es una respuesta a los atentados del 11 de septiembre. El crecimiento geométrico de espías, presupuestos policiales secretos y la vasta intromisión en las comunicaciones de los ciudadanos coincide con las guerras globales. La decisión de militarizar la política global de EEUU requiere de una redistribución radical del presupuesto, del recorte del gasto social a favor del crecimiento del imperio; de la destrucción de la salud pública y del seguro social para beneficio de Wall Street. Estas son políticas que aumentan drásticamente las ganancias de los banqueros y de las corporaciones mientras que castigan a los trabajadores con impuestos regresivos.

Las guerras internacionales extendidas y prolongadas fueron financiadas a expensas del bienestar de los ciudadanos. Esta política generó un deterioro en el estándar de vida de varias decenas de millones de ciudadanos y una creciente insatisfacción en la población. El potencial de resistencia social, como quedó evidenciado por el movimiento de breve vida “Ocupar Wall Street”, contó con el respaldo del 80% de la población. La respuesta positiva fue una alarma para el estado y condujo a una escalada de las medidas tomadas por el estado policial. El espionaje masivo tiene como fin identificar a los ciudadanos que se opongan a las guerras imperiales y a la destrucción del sistema de asistencia social; se los rotula como “amenazas para la seguridad” como una manera de controlarlos usando los poderes policiales arbitrarios.

La expansión de los poderes presidenciales para hacer la guerra ha sido acompañado con el incremento del tamaño y del alcance del aparato estatal de espionaje: cuanto más ataques con drones se hacen en el exterior bajo órdenes presidenciales, mayor es la cantidad de intervenciones militares, y mayor es la necesidad de una élite política presidencial que fortalezca la vigilancia de los ciudadanos para prevenir un contraataque popular. En este contexto, la política de espionaje masivo es llevada a cabo como una “acción preventiva”. A mayor operaciones del estado policial, mayor será el miedo y la inseguridad entre los ciudadanos y activistas disidentes.

El ataque al estándar de vida de la clase trabajadora y de la clase media de EEUU con el fin de financiar las guerras, y no la llamada “guerra contra el terrorismo, es la causa de que el estado haya desarrollado ataques cibernéticos masivos contra la ciudadanía estadounidense. No se trata solamente de la violación de la privacidad individual; sino que consiste, fundamentalmente, en la infracción estatal de los derechos colectivos de los ciudadanos organizados para participar libremente en la oposición pública contra políticas socioeconómicas regresivas y para cuestionar el imperio. Junto a la proliferación de instituciones burocráticas, con más de un millón de recolectores de “datos de seguridad”, existen decenas de miles de “operadores de campo”, analistas e inquisidores, actuando arbitrariamente para rotular a los ciudadanos disidentes como “riesgos de seguridad” e imponer represalias según sus necesidades políticas de sus jefes políticos.

El aparato del estado policial tiene sus propias reglas de auto-protección y auto-perpetuación; tiene sus propias conexiones y hasta puede llegar a competir con el Pentágono. El estado policial se conecta y protege a los amos de Wall Street y a los propagandistas de la clase media – ¡ incluso hasta cuando los espíe (porque debe hacerlo)!

El estado policial es un instrumento del Poder Ejecutivo, un canal para sus prerrogativas y poderes arbitrarios. Sin embargo, en temas administrativos, posee un grado de “autonomía” para atacar conductas disidentes. Lo que queda claro es el alto grado de cohesión, disciplina vertical y defensa mutua, desde arriba hacia abajo en la jerarquía. El hecho de que un solo denunciante de conciencia, Edward Snowden, emerja de entre cientos de miles de espías, es una excepción solitaria que confirma la regla: Hay menos desertores entre los millones de miembros de la red de espionaje de EEUU que en todas las familias mafiosas de Europa y América del Norte.

El aparato de espionaje doméstico opera con impunidad gracias a su red de poderosos aliados internos e internacionales. Todos los líderes legislativos de ambos partidos están informados y son cómplices de las operaciones de espionaje. Ramas relacionadas del gobierno, como la agencia impositiva (Internal Revenue Services, IRS) cooperan proporcionando información y persiguiendo a los grupos o individuos bajo vigilancia. Israel es un aliado clave del IRS, como ha sido documentado por la prensa israelí (Haaretz, 8 de junio, 2013). Dos firmas israelíes de alta tecnología (Verint y Narus) con conexiones con la policía secreta israelí (MOSSAD) proveyeron el software de espionaje usado por la NSA y esto, por supuesto, abrió una ventana hacia el espionaje israelí en EEUU contra los estadounidenses opuestos al estado sionista. El escritor y crítico, Steve Lendman, señala que los amos del espionaje israelí, usando sus “empresas de fachada”, han tenido desde hace tiempo la impunidad para “robar información comercial e industrial”. Y que debido al poder y a la influencia de los presidentes de las 52 organizaciones judías-estadounidenses, los funcionarios del Ministerio de Justicia dieron la orden de suspender docenas de casos de espionaje israelí.

Los estrechos vínculos entre Israel y el aparato de espionaje de EEUU evitan un verdadero escrutinio de las operaciones y de los objetivos políticos -a un precio muy alto para la seguridad de los ciudadanos de EEUU En años recientes se destacan dos incidentes: “expertos” de seguridad israelí fueron contratados para asesorar al Departamento de Seguridad Nacional de Pennsylvania en su trabajo de investigación; y la represión gubernamental “estilo Stasi” contra críticos y ambientalistas (comparados con “los terroristas de Al Qaeda” por Israel). Cuando esto fue revelado, en 2010, tuvo que renunciar el Director James Power. En 2003, el gobernador de New Jersey, Jim McGreevy nombró a su amante, un agente del gobierno de Israel; después, a fines de 2004, renunció y denunció al israelí Golan Cipel por extorsión. Estos ejemplos son una pequeña muestra para ilustrar la magnitud de la intersección entre las tácticas del estado policial israelí y la represión interna en EEUU.

Las consecuencias políticas y económicas del estado-espía

Las denuncias de las operaciones masivas de espionaje son un paso positivo, hasta ahora. Pero igualmente importante es la pregunta “¿qué viene después del acto de espiar?”. Ahora sabemos que cientos de millones de estadounidenses fueron y son espiados por el estado. Sabemos que el espionaje masivo es una política oficial del Ejecutivo que cuenta con la aprobación de los líderes legislativos. Pero solo tenemos información fragmentada de las medidas represivas derivadas de la vigilancia de “los sospechosos”. Podemos asumir que hay una división del trabajo entre los recolectores de información, los analistas de inteligencia y los agentes que hacen trabajo de campo en la vigilancia de “grupos e individuos peligrosos”, basado en un criterio interno que solo la policía secreta conoce. Los agentes de espionaje clave se encargan de elaborar y aplicar los criterios para calificar a alguien como un “riesgo de seguridad”. Los individuos y grupos que expresan posturas críticas de la política interior y exterior del gobierno son catalogados como un “riesgo”; aquellos que protestan activamente están en la categoría de “riesgo mayor”, incluso aunque no hayan violado ninguna ley. La cuestión de la legalidad de las acciones y posturas de un ciudadano ni siquiera entra en la ecuación de los amos del espionaje; ni tampoco la valoración de la legalidad de los actos de espionaje contra los ciudadanos. El criterio determinante de un riesgo de seguridad está por encima de cualquier consideración o defensa de la Constitución.

Sabemos por una gran cantidad de casos públicos que personas críticas del tema legal, fueron ilegalmente espiadas, arrestadas, sometidas a juicio y encarceladas -sus vidas y las vidas de sus familias y amigos sufrieron un altísimo costo. Sabemos que cientos de hogares, sitios de trabajo de personas bajo sospecha han sufrido redadas tipo “excursiones en busca de quién sabe qué”. Sabemos que familiares, asociados, vecinos, clientes y empleados de los “sospechosos” han sido interrogados, presionados e intimidados. Sobretodo, sabemos que decenas de millones de ciudadanos respetuosos de las leyes, que tienen posturas críticas de la economía interna y de las guerras en el extranjero, han sido censurados por el miedo, con mucho fundamento, a las operaciones masivas ejecutadas por el estado policial.

En esta atmósfera intimidatoria, cualquier conversación crítica o palabra emitida en cualquier contexto o enviada por algún medio puede ser interpretada, por espías sin nombre ni rostro, como una “amenaza de seguridad” -y el nombre de uno puede entrar así en la lista secreta, y cada vez más larga, de “terroristas potenciales”. La mera presencia y dimensiones del estado policial ya es intimidante. Mientras tanto, hay ciudadanos que sostendrían que el estado policial es necesario para protegerlos de los terroristas. Pero, ¿cuántos se sienten obligados a respaldar un estado terrorista solo para alejar cualquier sospecha, con el fin de no ser incluido en la lista de sospechoso? ¿Cuántos estadounidenses con mentalidad crítica tienen miedo del estado y jamás van a pronunciar en público lo que susurran en casa?

Cuánto más grande sea la policía secreta, mayor será su capacidad operativa. Cuánto más regresiva sea la política económica interna, mayor será el miedo y el desprecio de la élite política.

Incluso mientras el presidente Obama y sus socios demócratas y republicanos hacen alarde de su estado policial y de su eficiencia en el cumplimiento de la “función de seguridad”, la vasta mayoría de los estadounidenses toman conciencia de que el miedo creado hacia dentro del país sirve a los intereses de librar guerras imperiales en el extranjero; la cobardía frente al estado policial solo incentiva mayores recortes en los estándares de vida. ¿Cuándo se darán cuenta que el hecho de exponer el espionaje es solamente el principio de una solución? ¿Cuándo reconocerán que la tarea de terminar con el estado policial es esencial para desmantelar el costoso imperio y hacer que EEUU sea una nación segura y próspera?

 

Por Abelardo de la Torrente

Se acerca otro primero de mayo en Estados Unidos y nuestros hermanos migrantes, sobre todo latinoamericanos, se aprestan a marchar. Esta fecha que recuerda la masacre de obreros perpetrada por la policía de la ciudad de Chicago en 1886 se ha negado en este país. Pero desde 2006 la clase obrera latinoamericana migrante la conmemora y en los últimos años se han incorporado otros segmentos del proletariado estadounidense.

Esta vez los migrantes tienen muchos motivos para salir a manifestar. Una comisión del senado conformada por ocho senadores demócratas y republicanos presentó una propuesta de regulación migratoria para 11.5 millones de inmigrantes sin residencia legal. Según los ponentes, esperarán consultas con organizaciones de derechos civiles, de inmigrantes, sindicatos y una propuesta similar que están realizando en la Cámara de Representantes. Unos días antes, la única central sindical controlada por el Partido Demócrata, la AFL-CIO y las cámaras empresariales habían llegado a un acuerdo para que el gobierno federal emitiera cada año permisos suficientes para trabajadores no calificados, sobre todo mexicanos y centroamericanos, y pudieran laborar en el país.

Esta reforma tiene un alto componente represivo para los trabajadores que busquen entrar ilegalmente a EE. UU. De hecho los beneficios para los inmigrantes residentes se aplicarán para los que haya entrado antes del 31 de diciembre de 2011 y después de seis meses de prueba de un operativo militarizado de control de la frontera sur. Se crea una figura que es el Inmigrante Provisional Registrado (RPI en sus siglas en inglés), otorgando un status temporal para que después 10 años y una serie de requisitos se le conceda la residencia legal.

Sobre los aspectos represivos, se busca que, aprobada esta ley por ambas cámaras legislativas, se implemente un plan de reducción de la inmigración ilegal, donde se le da potestad a la Guardia Nacional y al Departamento de Seguridad Nacional (DHS en sus siglas en ingles) para que en 6 meses se reduzca el flujo ilegal de personas en la frontera sur en un 90 %.

Además se diseña un sistema de controles en puertos y aeropuertos a cargo del DHS llamado E-Verify, que consiste en un control biográfico para los beneficiarios RPI; varias organizaciones de derechos civiles han considerado que se violan derechos individuales. Si la estrategia de control fronterizo no logra sus metas, un consejo de gobernadores dará sugerencias para extender en tiempo y recursos esta estrategia. Si esto no funciona no inicia la aplicación del programa de regularización migratoria.

Entre los requisitos para ser beneficiario está que paguen impuestos, no tener antecedentes criminales, tener empleo y pagar una multa de 500 dólares. Al terminar el periodo de 10 años tendrán que presentar las mismas condiciones, pagar una multa de 1000 dólares y demostrar que viven arriba de la línea de pobreza, sin duda otra burla tomando en cuenta que la crisis capitalista se carga sobre las espaldas del proletariado.

Los beneficiarios de otros programas como la Dream Act (un programa de regularización para estudiantes de educación primaria y media) podrán por distintas vías tener el status de RPI. Por otro lado, los trabajadores beneficiados con el Programa Agrícola, es decir que trabajen de jornaleros tendrán, aunque con más dificultades, la posibilidad de recibir el status RPI. Por otro lado se realizarán programas específicos para extender la cantidad de visas para trabajadores especializados, una forma cínica de robar profesionales sin otorgarles totalmente la ciudadanía. El gobierno se compromete además a mejorar las condiciones procesales en los tribunales de inmigración respetando los derechos de los inmigrantes.

Independientemente de los aspectos positivos que tiene esta reforma y las enmiendas que se le agreguen, la tónica militarista y racista se mantiene. Por eso este primero de mayo, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a los trabajadores centroamericanos a expresar su solidaridad con sus hermanos en el norte, a exigir a los gobiernos una defensa real de los derechos de nuestros conciudadanos y a que se les reconozca derechos políticos en Centroamérica. A los trabajadores migrantes en EU a luchar, a través de la unidad de todo el proletariado sin importar la etnia y el color de piel, por una reforma migratoria que no tenga plazos tan grandes y tanas limitaciones para conseguir la residencia o la misma ciudadanía y a exigir que se detenga la militarización de la frontera.

Por Maximiliano Cavalera.

Han pasado 4 años desde que Barack Obama fue electo cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Mucha agua ha corrido bajo el puente, y los comicios realizados el pasado 6 de Noviembre, dieron el triunfo al presidente demócrata a pesar de que las encuestas previas a las elecciones, situaban al candidato republicano Mitt Romney palmo a palmo en intensión de votos con el presidente Obama. Las dudas se han disipado, pero, ¿Qué representa la reelección del presidente Obama? Y ¿cuáles fueron las condiciones? para que, en medio una crisis económica, Obama saliese airoso de esta espacie de referéndum sobre su primera gestión como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

Leer más…ESTADOS UNIDOS.- Factores que influyeron en la reelección de Barack Obama


Por Marcial Rivera

Recientemente han salido en algunos medios algunas noticias que deben alertarnos sobre lo peligroso que resultaría una guerra nuclear entre diferentes potencias del mundo, que se disputan el control de diferentes territorios, fundamentalmente en aquellos donde existen valiosos recursos energéticos como el Petróleo y otros. Lo anterior deviene como consecuencia de las políticas “domésticas” de Estados Unidos, que involucraron a los países del mundo y que han ocasionado diferentes guerras durante los últimos ochenta años.

Básicamente las doctrinas Monroe y Truman son el basamento “teórico” de estas acciones. Impulsadas por ambiciones de poder, de dominio y de extensión imperialista a lo largo del mundo, estas doctrinas plantean que cualquier desestabilización en el mundo por parte de cualquier país puede convertirse en una justificación para que efectivamente exista una intervención militar por el simple hecho de “amenazar la seguridad interna de Estados Unidos” y la estabilidad democrática del continente. Fundamentalmente la doctrina Monroe es una continuación de la doctrina Truman. La diferencia fundamental estiba en los contextos en los que se dieron, pues la Doctrina Monroe se da durante los procesos de colonización y reordenamiento del mapa mundial del mundo, con la finalidad de evitar el enfrentamiento de cualquier tipo con algún país europeo.

La doctrina Truman se da durante la coyuntura de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de la guerra fría durante el conflicto interno en Grecia, cuyo gobierno era apoyado por el gobierno Británico y que no pudo continuar financiando la guerra contra el “comunismo”. Esta doctrina plantea el apoyo militar, técnico y político a aquellos países que están siendo amenazados por el “comunismo” y poniendo en peligro sus sistemas democráticos.

En los últimos días, la lucha por el espacio vital ha llevado a este país del norte a utilizar a sus satélites en el mundo para sus intereses imperialistas. Fundamentalmente, Israel se ha convertido en una nación con un gran arsenal militar, sin que nadie diga o haga algo al respecto. La presencia de portaaviones, submarinos y equipo militar Estadounidenses cerca del estrecho de Ormuz no deja dudas de las intenciones gringas de apoderarse del petróleo Iraní a costa de guerra e invasión. Esto deja en entredicho el papel que juega el premio nobel de la paz y presidente de Estados Unidos de América Barack Obama en la arena internacional y a nivel geopolítico en el Oriente Medio. En este sentido, la conducción hacia un conflicto de carácter nuclear sería catastrófica.

¿Quién es el enemigo?

Según Cubadebate[1] “Curiosamente, y a pesar de ser un republicano neocom, Rumsfeld en su visión estratégica coincide con la del demócrata Brzezinsky. Éste señala a China como el verdadero enemigo, prevé un aislamiento de EEUU cada vez mayor, desecha el Atlántico Norte y Europa Central como ejes centrales y cede su cuidado a los países europeos de la OTAN otorgando un uso táctico a Oriente Medio donde si se adelantan las fuerzas de intervención estadounidenses y se dominan zonas estratégicas se pueda propiciar como objetivo prioritario el aislamiento que lleve a la neutralización de China”.

Muchos son los factores que pueden llevar a concluir que este razonamiento es válido. No solo por la enorme deuda que Estados Unidos posee con China, sino también porque en algunos años este país desplazará a Estados Unidos como potencia económica, lo que evitará a toda costa el país del norte. Pero en esa dinámica de reconfigurar el orden militar se avizora la agudización de la privatización del ejército y recursos militares estadounidenses, y con esto la presión a otros actores, como Rusia, a retomar la carrera armamentista. En esta carrera armamentista se visualizan los aviones no tripulados, que para el caso de Europa se planea situar en Galicia y España. Éstos están siendo ya utilizados en Siria, para monitorear los conflictos militares que se dan en aquel país como consecuencia de la crisis política que se vive.

Las carreras armamentistas

A principios de marzo, también se conoció la noticia del aumento de los presupuestos militares de Rusia y China, lo que deja entrever las posibilidades de participación de estos países en algún conflicto. Cubadebate[2] también afirma “Putin habló, por citar solo algunos pocos ejemplos, de cientos de equipos cósmicos con capacidad militar, más de mil helicópteros, 50 buques de superficie, 600 aviones, entre ellos algunos caza de quinta generación, 400 misiles intercontinentales y una mayor capacidad nuclear. Estos ejemplos prueban que no se habla de nimiedades, sino de una considerable capacidad militar del ejército ruso.”

Es obvio que Estados Unidos busca desestabilizar en todos los niveles a estas potencias emergentes, para lo cual utiliza a la Comunidad Internacional, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, y más importante la Organización del Tratado del Atlántico Norte, legitimando sus intereses. Crear conflictos armados, en naciones cercanas a Rusia o China, es también una forma estratégica de desestabilizarles y de legitimar la presencia militar Estadounidense en el área. 

El veto en el tema de Siria, por parte de China y Rusia fue un duro golpe, por las implicaciones para los intereses imperialistas. Aunque hay que tomar en cuenta que el veto se dio en un contexto en el que existen intereses por parte de Rusia, fundamentalmente militares, pues en Siria conserva una de sus bases militares. Además las transacciones a nivel económico que representan los negocios con Siria son otro interés Ruso en la región. La caída del actual régimen le afectaría en ese sentido, además de la pérdida de su protagonismo en la región.

La zanahoria o el garrote

Tanto la zanahoria como el garrote son dos términos utilizados en materia de relaciones internacionales para referirse a situaciones en las que grandes potencias condicionan a países pequeños o en situación de dependencia con ellas,  a llevar a cabo algún tipo de acción que –dependiendo de la realización o no de las mismas- puede tener distintas consecuencias. Por un lado la “zanahoria” puede ser una consecuencia buena, es decir un premio por haber hecho lo “correcto” desde el punto de vista de la nación interesada. Pero al no hacer lo que esta potencia extranjera considere “correcto” también puede darse un “garrote” que en términos generales es una especie de castigo. Para el caso de Irán, se ha aplicado el garrote en materia económica, pues las sanciones al Petróleo Iraní han ocasionado dificultades a esta nación Árabe. Por otro lado, el congelamiento de activos y otros por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, se visualiza como una clara provocación contra Irán, lo que vendría a acentuar las tensiones que se viven desde hace algún tiempo.

La Doble Moral Estadounidense

En este sentido, Estados Unidos ha aprovechado los Movimientos en Medio Oriente de la llamada “Primavera Democrática” para reconfigurar su política exterior, queriendo implementar en Siria lo mismo que se hizo en Libia y que pretende hacer en Irán: seguir un recetario descalificando al régimen, apoyando a la oposición, buscando “medidas humanitarias” en la comunidad internacional que no son más que pretextos para justificar las invasiones internacionales. Curiosamente, la intervención político-diplomática y humanitaria (militar) se da en la zona de mayor tráfico de petróleo del mundo, que geopolíticamente es estratégica para el comercio regional y mundial. Esto por supuesto refleja la doble moral de la política exterior estadounidense y su proyección mundial.

Para el actual contexto de Siria, la oposición al régimen de Bashar Al Assad, está siendo provista por distintos actores internacionales de armas y otros insumos básicos, pues la misma división que existe en la oposición ha ocasionado que sea aprovechada  por las potencias extranjeras. Hay una facción que pide la intervención de la OTAN y otra que tiene una posición totalmente antagónica. Esto ayuda a “justificar” la intervención extranjera, ante las “agresiones y represión” desatada desde el gobierno Sirio. En otro orden de ideas, también es importante hacer énfasis en que Israel es parte de este enclave militar, imperialista, colonialista e invasor, y que también tiene como enemigos a Palestina, Siria y por supuesto Irán, de quien se ha manifestado negativamente, sobre todo a raíz su programa de enriquecimiento de Uranio para fines esencialmente pacíficos.

Unidad internacional de los trabajadores

La clase trabajadora debe cerrar filas, independiente del país en que viva, en un contexto en el que el Mapa Mundial se reconfigura en torno a las potencias mundiales emergentes y otras que declinan. Es claro que el planeta no soporta más la carga del capitalismo. Si la humanidad quiere asegurar su supervivencia, la clase obrera mundial deberá provocar un cambio radical en el sistema económico y político internacional. Una vez mas se cumple la predicción de Carlos Marx: la liberación de la humanidad, será obra de los trabajadores o nunca será.

 

 

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[1] Cubadebate, La Doctrina Rumsfeld: alta tecnología y privatización de la guerra; 6 de Marzo de 2012. Diponible en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/03/06/la-doctrina-rumsfeld-alta-tecnologia-y-privatizacion-de-la-guerra/

[2] Cubadebate, China y Rusia fortalecen sus ejércitos ¿Por qué?, 6 de Marzo de 2012. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/03/06/china-y-rusia-fortalecen-sus-ejercitos/

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