Por Úrsula Coj

Los pactos por las alturas de parte de las fuerzas ultra conservadoras se caracterizan por hacer un manejo patrimonial del Estado y en los últimos años, habían sido golpeados por fracciones reformistas burguesas sobre todo desde la Corte de Constitucionalidad (CC) que, con sus sentencias, buscaban manejar cierto equilibrio entre diversos intereses sociales.

Después del cese en su cargo por enfermedad del magistrado Neftalí Aldana, quien representaba a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) la cual ha sido cooptada por este bloque de fuerza reaccionarias, pero cuyo representante se había aliado al bloque reformista, los magistrados de la CSJ lo reemplazaron por Roberto Molina Barreto, un oscuro personaje afín a estos intereses. La conformación de la CC es cuasi-corporativista, es decir está compuesta por cinco propietarios y cinco titulares, quienes representan además de la CSJ, al Congreso de la República, al Poder Ejecutivo, al Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) y a la Universidad de San Carlos (USAC) que es la universidad pública.

Recordemos que este órgano procede del diseño constitucional de 1985 y actúa como garante de la constitucionalidad de leyes y, por ende, es el sostén institucional del actual régimen político. Por mucho tiempo fue afín a las facciones más reaccionarias de la burguesía, pero en los últimos años, había asumido decisiones más equilibradas, representando intereses de otras clases sociales, sin tampoco ser un freno al modelo de acumulación capitalista actual, solo manejando los efectos sobre los trabajadores y los pueblos.

Mientras todo esto se da en las alturas, en las calles el hastío al gobierno de turno – parte del pacto reaccionario mencionado- y en contra de todo el régimen político, se oye el llamado a una nueva asamblea constituyente que represente los intereses de los pueblos y de la clase trabajadora. El bloque mayoritario de la CSJ voto por 10 votos en contra tres la selección de Molina Barreto y Jorge Rosales Mirón como magistrado suplente.

Las magistradas que se opusieron, Delia Dávila, María Eugenia Morales y Silvia García Molina, adujeron que la sesión en que fueron electos Molina y Rosales fue controversial. El bloque mayoritario se negó a conocer dos tachas señaladas contra Molina, aduciendo que la elección no estaba regida por la Ley de Comisiones de Postulación, sino por el acuerdo 45-2020 que establecía sus parámetros excluyendo el conocimiento de tachas, y que sin embargo llegó al pleno sin firmas; la sesión tuvo que ser suspendida para que se estamparan las firmas. La elección fue ya impugnada ante la CC, por la irregularidad de su procedimiento.

Molina Barreto, recordemos, fue candidato a la vice-presidencia por el partido VALOR, que presentaba a la hija del ex dictador Enfrían Ríos Montt, Zury Ríos Sosa, pero la cual no pudo participar por que la Constitución se lo impide al ser hija de un golpista. Este es un partido heredero del desaparecido Frente Republicano Guatemalteco, fundado en la década de los ochenta del siglo pasado, por el ex dictador. El actual VALOR representa a la derecha más reaccionaria y anti-comunista, la cual es parte de las bancadas oficialistas.

Molina Barreto ya fue integrante de la CC en dos ocasiones, y favoreció con su voto la anulación de la condena por genocidio contra el ex jefe de Estado de Ríos Montt, rechazó un amparo para evitar el funcionamiento del Transurbano y votó por mantener la inmunidad del expresidente Otto Pérez Molina en 2015. Además, fue abogado de Represa Internacional, empresa vinculada a Gustavo Herrera Castillo, prófugo en Nicaragua, por una estafa al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, protegido por Daniel Ortega. Rosales Mirón fue diputado por el Partido de Avanzada Nacional y actualmente es integrante del Comité Ejecutivo de la Federación de Gimnasia.

Con la integración de Molina y Rosales a la CC se fortalece el bloque de magistrados que se caracteriza por favorecer a funcionarios corruptos e intereses empresariales. Queda en entredicho el resultado de amparos planteados, como los que buscan dejar sin efecto la clausura de instituciones creadas por los Acuerdos de Paz, o el que busca el cierre del Centro de Gobierno, dirigido por el protegido del presidente Giammatei, Miguel Martínez.

Es muy posible que el equilibrio que la CC había venido jugando se rompa, ahora afín a este pacto de funcionarios que se caracterizan por un manejo corrupto y patrimonial de las instituciones públicas y por empresarios oligarcas que han organizado el Estado para sus intereses. Por ende, como se está viendo en las calles y ante la embestida represiva de parte de las fuerzas de seguridad, le toca a las organizaciones populares y partidos que se denominan de izquierda, crear un gran frente unido con un programa revolucionario, que coordine la movilización social.


Por Armando Tezucún

El carácter represivo y violento del gobierno de Alejandro Giammattei se manifestó plenamente durante la jornada del 21 de noviembre. Tomando como pretexto el incendio de algunas oficinas del edificio del Congreso de la República provocado por un grupo de jóvenes, sobre todo universitarios, agentes de la Policía Nacional Civil y antimotines arremetieron salvajemente contra el grueso de los manifestantes ubicados en la Plaza de la Constitución, donde no se sabía lo que estaba sucediendo en la sede del legislativo.

Las fotografías difundidas por los medios de comunicación muestran palpablemente la saña con que los agentes de la represión atacaron a las personas aglomeradas en la plaza y calles aledañas, incluyendo niños y adultos mayores. Según información de la Cruz Roja, esta institución atendió a más de 60 personas por intoxicación de gases lacrimógenos. El Hospital San Juan de Dios atendió a 14 heridos entre 23 y 50 años de edad, y dos fueron trasladados al Hospital Roosevelt por trauma ocular. 37 personas fueron capturadas, muchas con lujo de violencia. Hacia el atardecer y primeras horas de la noche, la policía puso en circulación un vehículo que arrojaba agua a presión, atacando indiscriminadamente a los transeúntes, y agrediéndolos sin motivo. En algunas ciudades del interior las fuerzas de seguridad también atacaron a los protestantes con gases lacrimógenos, en especial en Huehuetenango y Quetzaltenango.

El Ministerio Público acusó a las personas capturadas de atentado, desorden público, manifestaciones ilícitas y depredación del patrimonio cultural. Durante el domingo 22 la mayoría habían rendido su primera declaración y los juzgados de Turno de la Torre de Tribunales les estaban otorgando órdenes de libertad por falta de mérito.

El Procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas, afirmó que solicitará la destitución del recién nombrado ministro de Gobernación, Gendri Reyes, y la del director de la Policía Nacional Civil José Antonio Tzubán, por los excesos cometidos por los agentes durante las protestas. Reyes justificó las capturas asegurando que se dieron atentados y actos terroristas.

Por otro lado, las piezas se están moviendo para que se de un diálogo entre las fuerzas burguesas en pugna. Por un lado, el día 21 el presidente Giammattei anunció que se está reuniendo con “…sectores y grupos de sociedad para analizar las modificaciones que en los próximos días se presenten, como una iniciativa de ley que reforme el Presupuesto 2021…” (La Hora 21/11/2020). Durante la noche del día 22 la Junta Directiva del Congreso y varios jefes de bloques de diputados se reunieron y decidieron que se suspende el trámite del Decreto 33-2020 que crea el proyecto de presupuesto 2021; esto con el fin de mantener la “gobernabilidad del país y la paz social” y crear el espacio de discusión (Prensa Libre 23/11/2020). El día 22 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó el uso excesivo de fuerza por parte de las autoridades en contra de los ciudadanos que manifestaban pacíficamente, pidiendo además una investigación sobre la quema del edificio del Congreso.

Ese mismo día el presidente Giammattei solicitó a Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se haga valer la Carta Democrática Interamericana, para promover el diálogo entre las diversas fuerzas públicas con el propósito de asegurar el orden democrático constitucional del país. Según un comunicado del gobierno, la solicitud se hace por los “actos de violencia que coordinadamente han alterado la paz pública y ponen en riesgo la institucionalidad democrática en nuestro país…dichos actos no son sino un medio a través del cual grupos minoritarios buscan forzar un verdadero golpe de Estado…” (comunicado del 22 de noviembre).

Es obvio que el peligro para el gobierno no son las manifestaciones que fueron salvajemente reprimidas, sino la conspiración en su contra por parte de las fuerzas de la oligarquía, utilizando entre otros medios, al vicepresidente Castillo. La invocación a la Carta Democrática tendrá que iniciar un diálogo entre las partes en conflicto. El CACIF y la oligarquía seguramente se están anticipando a la formación de una nueva oficina anticorrupción por parte del presidente electo Biden, reduciendo al orden a Giammattei y los empresarios y funcionarios corruptos que cobija bajo sus alas.

Los trabajadores, campesinos y fuerzas populares no debemos confundirnos ante estas maniobras en las alturas del poder burgués, ni mucho menos caer en el juego de respaldar a uno y otro. Nuestra meta no cambia, que renuncien el presidente, sus ministros y los diputados de Congreso, y que asuma una coordinadora de las organizaciones populares, que llame a la conformación de una Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional.


Por María Armas

El pasado 4 de noviembre Guatemala amanecía con la renuncia de Oliverio García Rodas, segundo ministro de gobernación en salir de puesto del actual gobierno de Giammattei Falla. La dimisión se debió a la resolución que emitió el Ministerio de Gobernación en favor de la organización estadounidense Planned Parenthood, la cual tiene como propósito aportar con servicios de salud comunitaria de forma confiable, con médicas y médicos especializados en la salud preventiva y atención a los derechos reproductivos, entre estos la interrupción de un embarazo no deseado. A pesar de tener la resolución a favor del Ministerio de Gobernación para su operación, la presión política y conservadora no lo permitió, moviendo un ministro el cual asegura Giammattei renunció porque comprendió que esa resolución va en contra de los principios de este país.

Es así como en el Congreso de la República tiene en la agenda de aprobación la iniciativa 5272 “Protección a la Vida y la Familia”. Dicha iniciativa tiene como propósito limitar o negar los ya escuálidos derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, así como anular el derecho a la diversidad y educación sexual. Con esta ley se criminaliza de manera absoluta a la mujer por abortar, incluidos los casos en los que la mujer esta en peligro, producto de violación sexual o menores de edad; también prohíbe a las escuelas públicas o privadas promover en la niñez y adolescencia políticas o programas relativos a la diversidad y la ideología de género.

Esta ley toca de fondo la construcción ideológica de la sociedad, impulsándola desde los espacios de aprendizaje, anulando el derecho a pensar por medio de herramientas generadoras de preguntas y exploración a temprana edad; por el contrario, promueve una educación con mirada misógina en la que las mujeres son solamente un objeto de reproducción de capital, anulando nuestros derechos, sentires y vivencias, las cuales son forjadas a partir de las oportunidades que brinda o no el Estado. Un Estado que te obliga a parir debe ser cuestionado y sobre todo no quedarse callada; en esta finca llamada país, lo que no gusta a la oligarquía y militares se esconde debajo de la alfombra, aunque este llena de niñas embarazadas violadas y muchas veces por incesto.

Según los datos oficiales del Observatorio Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, al 29 de septiembre de 2020, se tiene un registro de 77,847 adolescentes entre 10 y 19 años de edad, a un promedio de 288 casos de embarazo en adolescentes al día, de los cuales por lo menos 14 son de niñas violadas, siendo el peor lugar para ser mujer en América Latina.

Según Marx, “toda la situación de la mujer en la sociedad moderna, la deshumaniza” y Rosa Luxemburgo diría que “la guerra mantiene la acumulación del capital”, somos entonces nosotras en la sociedad moderna esa arma que acumula el capital y el poder político.

Para que nosotras podamos ser solo armas y no quien las porta y decide su destino, se construyen leyes y estancas; eso hace que nuestros derechos pasen de mano en mano, que se moldeen a conveniencia, irónica y descaradamente la mayoría son manos de hombres. Es ahora en un momento de auge del feminismo en el mundo, cuando las mujeres estamos activando desde cualquier espacio, en la oficina, en los colegios de nuestros hijos e hijas, cuando vamos de compras al mercado, cuando como mujeres tejemos comunidad entre nosotras y nos aconsejamos, contamos nuestras experiencias y ya no callamos el dolor por que estamos pensando, lo cual está incomodando, porque no permitimos igual. Hoy no queremos tener todos los hijos e hijas que “Dios nos mande”, ya no estamos produciendo suficiente mano de obra barata para el patrón de la finca, eso lo sabe el CACIF, Gobernación, Giammattei y el plan de gobierno militar que tenemos encima por tercer periodo con políticas conservadoras y militaristas.

El papel de nosotras como mujeres, madres, trabajadoras, estudiantes, campesinas y obreras debe ir encaminado al abandono de la idea de la mujer en dependencia económica, psicológica y emocional. Para que esto suceda debemos ser capaces de decidir por nuestro destino, el cual indudablemente toma otro giro al ser madre de hijos no deseados, por cualquier motivo, ya sea que no tengamos o no queramos tener más. Si una mujer no puede decidir cuántos hijos va a parir, siempre estará ligada a la familia patriarcal o condiciones como madre soltera, ridiculizada por la sociedad como “mamá luchona” por mujeres que hacen incansablemente miles de cosas por ser sustento económico, madres y aportarse ellas mismas a su salud mental.


Por Leonardo Ixim

Una inusual formación ciclónica denominada Eta asoló el territorio centroamericano, siendo los países más afectados Guatemala, Honduras y Nicaragua. Este fenómeno es calificado como el más potente después del Mitch y con mayor intensidad que las tormentas Stan y Agatha.

Según los datos de la Coordinadora Nacional Para la Reducción de Desastres (Conred), en Guatemala generó 179 incidentes entre inundaciones, deslizamientos, derrumbes, caídas de árboles, siendo los departamentos de Izabal, Alta Verapaz, Peten y Zacapa ubicados al norte y noroeste los más afectados; hubo crecidas en los ríos Los Esclavos, Chixoy, Motagua, La Pasión, San Pedro y Usumacinta. Según la Conred, hay 144,502 personas afectadas, mientras que en infraestructura se registran 362 viviendas en riesgo, mil 882 viviendas con daños, 33 carreteras y 5 escuelas afectadas, 8 puentes afectados y 2 destruidos.

El Estado habilitó 59 albergues, atendiendo a 4 mil 812 personas. Esto genera otro reto en lo que se refiere a la atención de estos damnificados en medio de la pandemia del COVID-19, con respecto al distanciamiento físico. Esto implica que las normas de higiene deben redoblarse en estos espacios, así como la capacidad de realización de pruebas para detectar el virus.

En la aldea Quejá, en el municipio de San Cristóbal Verapaz, departamento de Alta Verapaz, se registró un alud de tierra, soterrando a 150 viviendas, calculándose más de 50 muertos. Según expertos en geología, estos fenómenos son comunes porque las formaciones geológicas centroamericanas son de hace menos de 50 millones de años, es decir recientes en la historia del planeta tierra; pero lo cierto que este factor de riesgo muy frecuente en el país, ocasiona estos incidentes debido a la falta de planificación de asentamientos urbanos.

Alta Verapaz cuenta con los índices de pobreza, desnutrición infantil, y poco acceso a servicios públicos, mas grandes del pais; golpeando sobre todo a la población de origen Maya-Kekchi. Esta a su vez sufre el despojo de sus territorios, de parte de empresas hidroeléctricas y palmeras.

Después del huracán Mitch ocurrido en 1998, se ha registrado con mas fuerzas estos fenómenos, algo sin duda relacionado al cambio climático y su efecto en las corrientes marítimas debido al calentamiento. Centroamérica es de las regiones mas propensas a padecer de los efectos de esa situación.

Las autoridades aducen que Guatemala se ha preparado para estos desastres desde el paso del Mitch, pero eso es pura demagogia; no se ha hecho ni en lo que respecta a reducir los factores de riesgo y la capacidad de las poblaciones actuar en ese sentido, ni en lo que respecta a reducir las vulnerabilidades socio-ambientales, que el modelo económico y social neo-colonial mantiene. Esto pervive, además, por un Estado que, bajo las políticas neoliberales, invierte poco en estas capacidades.

El presidente Alejandro Giammattei viajó hacia la zona del desastre, pero fue recibido por protestas en Cobán y San Pedro Carchá, pues la reacción del gobierno fue lenta y falsamente adujo haber logrado juntar ayuda. Al igual que en la tragedia del Volcán de Fuego, fue la población en distintos puntos del país la que juntó y movilizó esa ayuda; mientras son las comunidades afectadas quienes han acopiado la ayuda. Ademas, Giammatei y el gobernador departamental, hicieron un desplante al alcalde de San Pedro Carchá, Winter Coc, al cual no le permitieron entrar a una reunión, situación que enfureció aun mas a los pobladores.

En Guatemala, Conred es un sistema supuestamente organizado desde lo local hasta lo nacional, con rectoría del gobierno central; se organizó en la década de los noventa desmilitarizándolo en el plano formal a como era previamente, sin embargo, es deficiente y anti democrático. En ese sentido, demandamos que el proceso de reconstrucción de los efectos que la tormenta sea impulsado y dirigido tanto por organizaciones populares, comunidades organizadas y Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODES) que sean independientes de grupos de poder burgués. A las familias afectadas se les debe condonar las deudas que tengan con entidades financieras, se les debe dar financiamiento para que reconstruyan sus casas, a quienes se quedaron sin empleo que se les de una renta básica, que a los pequeños agricultores que perdieron sus cosechas se les de apoyo financiero y técnico para que se recuperen.

Eso es vital, porque el gobierno pretende aprobar un Estado de Emergencia con la consiguiente limitación de derechos básicos, el cual se vuelve una forma de manejo discrecional de la ayuda. Ademas como nos enseña la historia reciente, después de cada evento de esa magnitud llegan recursos de las naciones ricas, por ende, es necesario que eso sea administrado y ejecutado democráticamente.


Por Armando Tezucún

El 2 de septiembre, el ministro de finanzas, Álvaro González, hizo entrega a la presidencia del Congreso de la República del proyecto de presupuesto General de la Nación para el próximo año 2021. El proyecto se encuentra actualmente en discusión en la Comisión de Finanzas del legislativo, y el pleno de diputados tienen hasta el 30 de noviembre para aprobarlo o improbarlo.

El monto total asciende a Q 99.7 millardos, el mayor que ha tenido el país en los últimos años, si no tomamos en cuenta las ampliaciones que se hicieron a presupuesto de 2020 por la pandemia, con lo cual ascendió a Q 107.7 millardos.

Lo primero que salta a la vista en el plan de gastos es que casi una tercera parte, Q 32 mil 647 millones, será financiada con deuda interna y externa. La orientación general del proyecto es la recuperación de la economía de los efectos de la pandemia del Covid-19, lo cual es correcto, sobre todo ahora que habrá que agregar la recuperación del desastre causado por la tormenta Eta. Pero el gobierno plantea implementar esta reactivación con una recaudación fiscal esperada de Q 61,426 millones, inferior a la que se espera para 2020, de Q 63,468 millones. Este absurdo pone en peligro a los trabajadores y el pueblo, pues en un futuro el gobierno podría recurrir a planes de ajuste para pagar la deuda, incrementando impuestos y recortando salarios y beneficios a los empleados estatales.

A finales de 2020 la deuda pública total será de Q 194,416.7 millones, un 33.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) esperado. Para 2021, si el proyecto de presupuesto es aprobado, ascenderá a Q 222,971.9 millones, el 36.3% del PIB (datos: Asociación El Observador). Hay que hacer notar que el 62.9% del total de esta deuda es interna, es decir consiste en bonos emitidos por el Estado, que son adquiridos por los bancos y entidades privadas de la oligarquía, y esta compra de bonos es uno de los principales negocios de estas entidades financieras. La Superintendencia de Administración Tributaria planea mejorar la recaudación de impuestos perfeccionando los trámites administrativos, lo cual es totalmente inefectivo cuando se sabe, según datos del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, que existe una enorme evasión del Impuesto Sobre el Valor Agregado y el Impuesto Sobre la Renta que en 2018 llegó a Q 40 mil millones. Esta evasión no es producto del contrabando y la economía informal, como hacen creer las asociaciones empresariales, sino que es sistemáticamente perpetrada por las empresas que hacen parte de los consorcios y grupos corporativos de los mismos bancos y financieras que compran los bonos del Estado; un negocio redondo.

En cuanto a la estructura del proyecto de presupuesto, se destina el 63% (Q 62,875.6 millones) a gastos de funcionamiento, un 22% (Q 20,597.1 millones) a inversión y el 16% (Q 16,227.3 millones) al pago de la deuda. El monto de inversión incluye Q 4,560.8 millones destinados específicamente a la reactivación económica; de ello, el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (Miciv) recibirá el 63%, destinado a cinco obras de infraestructura. Otros ministerios e instituciones estatales que manejan planes de apoyo directo a la población tienen destinado porcentajes mucho más pequeños: el Ministerio de Desarrollo Social un 11% (solo un 7% para programas de transferencias monetarias a los hogares), un 9% para el Ministerio de Agricultura y Ganadería, 4% para el Ministerio de Salud y 3% para el Ministerio de Educación.

Esto evidencia que la prioridad del gasto de reactivación va dirigido a la construcción de carreteras e infraestructura que interesan a los grandes grupos empresariales, que siempre identifican el desarrollo económico con el crecimiento de sus negocios. Los gastos en desarrollo social, salud, educación, vivienda, y apoyo directo a las familias y las y los trabajadores quedan en un segundo plano. Estas obras son: el Anillo Regional C-50, la Transversal del Sur, la Ruta Express Metropolitana, la construcción del Puente de Belice II, y el Muelle del Puerto El Arenal.

De esta manera, el ministerio con más incremento en su gasto es el Miciv, con un 69.2% de crecimiento en su presupuesto. Esto resulta sumamente preocupante si tomamos en cuenta los reiterados casos de corrupción que involucran a funcionarios de este ministerio. Por otro lado, ya hay denuncias de que el gobierno ha estado negociando favores a cambio de obras y prebendas en el presupuesto 2021, para la elección de nueva Junta Directiva del Congreso.

Como vemos, el proyecto de gastos 2021 está elaborado a la medida de los intereses de los grupos oligárquicos, sin tomar en cuenta las verdaderas necesidades del pueblo trabajador. Su discusión debe darse no con los diputados corruptos, sino con las organizaciones de trabajadores, campesinos, indígenas, y comunidades que reflejan lo que realmente el país necesita.

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