Propaganda de la dictadura somocista para capturar a los rebeldes

Por Melchor Benavente

La lucha contra la dictadura somocista estuvo plagada de fracasados intentos de lucha, que costaron la vida a muchos de sus participantes. El 4 de abril de 1954 se produjo un intento de ajusticiar al tirano Somoza García.

El pacto de los generales de 1950

La consolidación del general Anastasio Somoza García en el poder, fue producto de un largo y sinuoso camino que contempló, en muchos casos, las negociaciones y componendas con la oposición conservadora. Somoza utilizaba a menudo un refrán que refleja la combinación de métodos para lograr sus objetivos: “plata para los amigos, palo para los indecisos y plomo para los enemigos”.

El 3 de abril de 1950 Somoza García firmó un pacto con el general Emiliano Chamorro, para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que redactara una nueva Constitución, previamente acordada, que sustituiría a la de 1948. Entre los acuerdos estaba la no reelección presidencial. El incumplimiento de este tipo de acuerdos generó malestar en una parte del Partido Conservador, sobre todo en su ala radical o jacobina.

Alas dentro del Partido Conservador

La oposición conservadora se había institucionalizado como parte del régimen y sus instituciones. Una parte de sus dirigentes eran comparsas del somocismo, pero otra parte minoritaria conspiraba contra Somoza. La base social de esta ala jacobina era un sector de la oligarquía, cuyos negocios habían sido arruinados por el avance del somocismo, y por sectores de una clase media pujante, producto del boom algodonero de la postguerra.

Las contradicciones dentro del Partido Conservador, entre corrientes que luchaban entre sí, oscilando entre la colaboración con el somocismo o constituir una verdadera oposición, en algunos casos terminaban pariendo nuevos grupos o corrientes. Una de ellas fue la UNIÓN NACIONAL DE ACCIÓN POPULAR (UNAP) cuyos principales dirigentes fueron jóvenes provenientes del conservatismo como Emilio Álvarez Montalván, Pedro Joaquín Chamorro, Reynaldo Antonio Téfel, Francisco Frixione, Eduardo Rivas Gasteazoro y los hermanos Córdoba Rivas, entre otros. En la UNAP participó Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN.

Se inicia la conspiración

La conspiración armada para derrocar a Somoza García fracasó, entre otros factores, por la amplitud de fuerzas e individuos que participaron en los detalles de la misma. Era tan amplia que el aparato de seguridad del somocismo terminó detectando a los rebeldes.

En este amplio movimiento participaron dirigentes del ala anti somocista del Partido Conservador, liberales independientes, oficiales disidentes de la Guardia Nacional, miembros de la UNAP, incluso participaron miembros de la Legión del Caribe (una organización regional que luchaba contra las dictaduras).

El vuelco del plan inicial

El plan inicial no tenía una meta concreta. Pretendían realizar ataques militares a cuarteles de la Guardia Nacional y Casa Presidencial, y después los rebeldes, no teniendo una retaguardia donde esconderse, se asilarían en algunas embajadas previamente seleccionadas.

Ante los tropiezos objetivos que se toparon los rebeldes, el plan inicial fue convirtiéndose rápidamente en una conspiración armada para asesinar al general Anastasio Somoza García. El criterio predominante que existía en esa época era que, desapareciendo el dictador Somoza, la Guardia Nacional volvería a transformarse en ejército al servicio del Estado y no de la familia Somoza.

Adolfo Báez Bone, ex oficial de la GN y ex miembro de la Legión del Caribe, fue quien más impulsó la idea de ajusticiar al dictador Somoza García. El Plan era sencillo: Somoza García viajaba cada domingo a descansar a su finca Montelimar, en las afueras de Managua, la emboscada se realizaría a la altura del kilómetro dieciocho de la carretera Sur, en zona boscosa de las Sierras de Managua.

Somoza cambió la ruta

Los planes de los rebeldes se vinieron al suelo cuando se enteraron que la caravana de Somoza García no pasaba a la hora prevista. Todavía no se sabe si fue una casualidad del destino (Somoza fue al aeropuerto a revisar el desembarque de una manada de caballos de pura raza que le había regalado el general Juan Domingo Perón) o si había sido alertado por el aparato de seguridad de la conspiración en curso.

Ante el fiasco de la operación militar, sin un mando centralizado, sin planes contingentes, y ya descubierta la conspiración por parte de la GN, los rebeldes debatieron cómo refugiarse en Costa Rica (tenían que recorrer más de 100 kilómetros para llegar a la frontera). En el proceso de repliegue fueron detenidos por un retén de la GN que inspeccionaba los vehículos, creyéndose descubiertos se produjeron los primeros disparos, cayeron los primeros muertos y el resto se refugió en los cafetales, donde fueron cercados por la GN, capturados vivos y fusilados inmediatamente en el mismo lugar.

Este movimiento armado del 4 de abril de 1954 fue la primera rebelión seria contra el somocismo, sentó las bases para otra rebelión el 11 de noviembre de 1960, con la toma de los cuarteles de Jinotepe y Diriamba, la misma zona donde fueron masacrados los rebeldes de 1954. Estas rebeliones sirvieron de fuente de inspiración, veinte años más tarde, para el surgimiento de la corriente tercerista dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la que encabezó la insurrección de masas en 1979.


Por Alberto Castro

El primero de abril de 1970 fue la fecha cuando Salvador Cayetano Carpio, fundó a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) ‘’Farabundo Martí’’, dando a conocer desde un principio la identidad de su fundador y primer responsable. Habiendo manejado su identidad bajo el seudónimo de Marcial durante la última década, comenzó desde ese momento a influir sobre la vanguardia revolucionaria impulsando la implementación de nuevas formas de lucha popular y revolucionaria.

La existencia publica de la nueva organización se dio a conocer después de su fundación, en momentos que existía en El Salvador una dictadura militar del tipo facistoide, y cuando los mismos camaradas de la dirección del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) reaccionaron con ataques virulentos tanto para las FPL como contra el mismo Cayetano Carpio, obligándolo a mantenerse en la clandestinidad.

Deformaciones de la historia

Existe una versión oficial muy simplista del origen de las FPL: que nació producto del esfuerzo militantes de ocho cuadros revolucionarios, y que se extendió al calor de la acción combativa de las masas, llegando al punto de convertirse en la guerrilla más grande latinoamericana. Esta versión no comprende que el esfuerzo de los individuos está relacionado con los fenómenos sociales que estos representan.

En realidad, las FPL, como muchas otras guerrillas de El Salvador y Centroamérica, fueron la expresión política de la radicalización del estudiantado y de los sectores de clase media, así como de una vanguardia de trabajadores, que luchaban contra la dictadura militar, ante la evidente traición del PCS. En pocas palabras, las FPL expresaron este vigoroso fenómeno social de radicalización de las masas, y por ello se convirtieron en una poderosa organización guerrillera con apoyo de masas.

FPL y el rol de Marcial.

Hablar de las FPL inevitablemente nos obliga a hablar del camarada Marcial. Al recordar su nombre, no lo hacemos con la intención de hacer culto a la personalidad, si no para reivindicar su legado histórico, el cual ha sido manchada con injurias y falsedades, provenientes de muchos de sus compañeros de la época. Muchos de estos más que ex comandantes son ahora administradores de algunas instituciones burguesas y en el peor de los casos se han convertido en una nueva burguesía.

Los sucesos de 1983

La historia de la guerrilla salvadoreña está plagada de contradicciones. Cuando se dio el proceso de unificación que condujo a la necesaria constitución del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el PCS aprovechando sus nexos con Moscú y La Habana iniciaron un silencioso proceso de estrangulamiento de las estructuras de las FPL

Los sucesos de 1983 en Managua, en donde murieron casi simultáneamente Ana María y el propio Cayetano Carpio nunca fueron aclarados. Después de su muerte, Marcial fue acusado de haber ordenado la muerte de Ana María, pero nunca se demostraron. La muerte de Cayetano Carpio fue un duro golpe contra el sector de las FPL y de la guerrilla salvadoreña que se oponían a la política de negociaciones con el gobierno. Desde ese momento en el que desaparece físicamente Marcial, las FPL dan un giro hacia la política impulsada por el PCS dentro del FMLN, y asume la conducción Leonel Gonzales, seudónimo de Salvador Sánchez Cerén, el actual presidente de la Republica.

Es importante retomar las luchas de Farabundo y Cayetano.

La ex comandancia de las FPL celebra el día uno de abril la fundación de la organización que fundó Cayetano Carpio y sus camaradas, pero en realidad aquellos renegaron de su pasado revolucionario y abrazaron al reformismo del PCS, que terminó controlando al FMLN.

Por ello es necesario crear un nuevo Partido Revolucionario, que recoja las tradiciones heroicas de la guerrilla salvadoreña, con un claro programa anticapitalista, que defienda los intereses de las grandes mayorías, y luche por la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente, que reorganice el Estado y la Economía bajo el control de los trabajadores, en beneficios de las grande mayorías, en la perspectiva de reconstruir el Estado Federal Centroamericano bajo el socialismo.

Carias y Tosta firman un pacto

Por Maximiliano Cavalera.

El 1 de febrero de 1924 en Honduras se debía llevar a cabo una transición democrática. Las elecciones presidenciales llevadas a cabo en octubre del año anterior quedaron en el limbo debido a un impase entre los tres candidatos que se postulaban para encabezar el Estado. Los candidatos que se presentaron a esa elección fueron el general conservador y futuro dictador Tiburcio Carias, el Dr Policarpio Bonilla y Juan Ángel Arias. Al igual que las pasadas elecciones del 2013, los comicios electorales de 1923 fueron muy reñidos, y ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría absoluta que exigía el artículo 79 de la ley electoral para elegir al nuevo presidente de Honduras. Sin embargo, la Constitución de 1894 le delegaba al Congreso la potestad de elegir al nuevo presidente, vicepresidente y magistrados. La misma Constitución establecía que éstos debían ser los más votados en las pasadas elecciones.

La nueva pelea se libraría en el Congreso, sin embargo, la división política del momento entre los partidos tradicionales impidió que se llegase a acuerdos políticos y el Congreso eligiese al nuevo presidente. La última sesión del legislativo fue la del 31 de marzo de 1924; en ésta no se alcanzó el quorum necesario para elegir a los nuevos funcionarios y fracasó el denominado “Plan de Paz de Barahona” por el cual se pretendía superar el impase entre las fuerzas políticas.

La escena estaba montada, y es cuando el presidente liberal Rafael López Gutiérrez decide perpetuarse en el gobierno. Éste decreta el estado de emergencia, anula las garantías constitucionales, disuelve la Constitución de 1894 y asume todos los poderes. El decreto decía: “Considerando que no habiendo presidente, vicepresidente ni designados, no hay funcionario a quien entregar la presidencia de la República para el nuevo período constitucional, y en este concepto es indispensable la existencia de nuevo gobierno, con facultades para evitar la anarquía y el desorden” (…) “decreta: convóquese a una Asamblea Constituyente que se reunirá en la capital en la fecha y con el número de que se expresará en el decreto especial” (…) “el presidente de la República asume todos los poderes del Estado los cuales ejercerá discrecionalmente, quedando suspenso el imperio de la constitución” (Diario de la Guerra de Honduras 30 de enero- 30 de abril 1924, Ribas Mario)

La revuelta por el poder

Unos días antes de finalizar enero, el general Carías partiría bajo la oscuridad para reclamar el poder político e iniciar una revuelta que él mismo denominaría revolución. Como es de esperarse, la convulsión provocada por los planes continuistas del General López Gutiérrez precipitaría una ola de renuncias en muchas carteras gubernamentales, entre ellas, la dimisión de Dionisio Gutiérrez en el Ministerio de Guerra. Las acciones militares de los partidarios de Carías no se harían esperar: el 4 de febrero el general Mariano Beltrán al mando de 125 hombres toma Siguatepeque.

La guerra plantea muchos problemas para los actores, uno de ellos, es cómo sostener económicamente las mismas. En este sentido los partidos conservadores en todo el istmo, al representar los intereses de las oligarquías, han tenido sus cimientos en los terratenientes locales y esto les ha permitido afrontar, no sin contradicciones las guerras civiles en que se han visto inmiscuidos. Cuando detonan las acciones bélicas, el gobierno de López Gutiérrez se da a la tarea de cobrar los impopulares impuestos; esto causaría el repudio de comerciantes extranjeros y del imperialismo norteamericano. Es decir, después de una nota de protesta del representante norteamericano, los impuestos solo fueron cobrados a comerciantes hondureños.

El 5 de febrero se dan escaramuzas en ciudades como La Esperanza, Marcala, Gracias y Santa Rosa de Copan. El 14 de febrero el general conservador Ferrara toma la ciudad de Comayagua. El 3 de marzo el general Tosta toma San Pedro.

Al transcurrir el proceso bélico, se enferma y luego muere el general López Gutiérrez quedando al mando del Estado un consejo de ministros. Los conservadores toman la ciudad de La Ceiba el 13 de marzo; unos días antes, el 9 de marzo ganan la batalla de Zambrano, quedando abiertas las puertas de Tegucigalpa: “Son las 5 de la tarde, jueves 13 de marzo, y en este momento vence el plazo del armisticio. Es la hora fatal, la hora histórica. La expectación y el pánico en Tegucigalpa son grandes. Se espera el ataque durante la noche. Muchas familias de Comayaguela y barrios retirados de la ciudad abandonan sus casas y se van a la Leona y otros lugares que ofrecen una seguridad relativa” (Ídem) La batalla por Tegucigalpa será la que decidirá este proceso histórico.

La revolución sin fecha

En el caso de Centroamérica, la derrota del Estado Federal significó que la modernización y las revoluciones liberales quedaron postergadas. Analizando concretamente el caso de Honduras es muy particular en la historia del área, sobre todo porque en el istmo centroamericano, a mediados o al finalizar el siglo XIX, se dieron movimientos revolucionarios liberales que introdujeron cambios importantes que llevarían a la consolidación y construcción de la burguesía nacional. En Honduras nunca se dio un proceso similar, fue Marco Aurelio Soto el impulsor de la reforma liberal. Esta reforma se hace desde la superestructura e intenta integrar la economía de Honduras al desarrollo capitalista de época. La visión de los reformadores es desarrollar el enclave bananero y minero para traer el capitalismo en el país. A diferencia de otros procesos revolucionarios liberales, en Honduras no se transformó el Estado ni se destruyó las instituciones conservadoras. Todo lo contrario, El Estado “se modernizó” aplazando hasta el día de hoy, los cambios en las instituciones estatales, económicas y mentales de la sociedad.

La intervención Norteamericana

El enclave minero y bananero tendría graves consecuencias para Honduras, sobre todo de cara a sus relaciones económicas y militares para el imperialismo norteamericano. En la zona norte del país se desarrollaron los enclaves bananeros. Poco a poco los campesinos vieron cómo eran desplazados por las grandes compañías bananeras. El gobierno incentivó a las mismas, ya que los gobernantes obtenían grandes beneficios de dichas compañías: “así el promedio de racimos exportados en el quinquenio 1922-1926 alcanzó la cifra de 13,764.511. Dicho promedio casi se duplicó para el quinquenio siguiente (1927-1931) al llegar a 25,879.390 racimos” (Honduras, de la guerra civil, al reformismo militar. Guillermo Molina Chocano) Sin duda alguna, los intereses del imperialismo norteamericano estarían centrados en defender la estabilidad de las compañías norteamericanas en Honduras. Así es que el 14 de febrero desembarcó en Amapala el buque norteamericano Milwaukee; cabe mencionar que ya en aguas hondureñas se encontraba el Rochester.

Se dio un primer desembarco de 125 marines, pero el 10 de marzo se ordenó el reembarque de los efectivos. Unos días después, so pretexto de establecer una zona neutral para civiles y proteger a los extranjeros, se ordenó el desembarque de 200 marines que llegarían a Tegucigalpa el día 19 de marzo, con el respaldo de las fuerzas conservadoras. A esta flagrante intervención no se opusieron las fuerzas beligerantes. En el caso del consejo de ministros, solo hizo una escueta nota de protesta. Solo Froylan Turcios publicó el “Boletín de la Defensa Nacional” en contra de la intervención imperialista.

El movimiento anti imperialista sería asumido por un sector de la intelectualidad, del cual el más grande representante es Turcios. Sin duda este fenómeno no es extraño, sobre todo si tomamos en cuenta que la escasa masa de trabajadores de Honduras estaba afiliada a la Federación Obrera Hondureña (FOH) y el Comité Ejecutivo de la misma, llamaría a votar por los liberales en los comicios electorales. Por otro lado, los sectores campesinos estaban bajo la sombra de ambas organizaciones políticas, y como se explicó anteriormente, existía un proceso embrionario de transformación social de campesinos con tierras a proletariado agrícola.

La guerra civil de 1924 sería decidida en Tegucigalpa bajo la intervención del imperialismo norteamericano, que se encargaría de defender el status quo y de que el proceso no se saliese de sus manos. En medio de las negociaciones, las fuerzas del general Carías presentaron un tratado que llamarían el “convenio de Tiloarque” en el cual se proponía como presidente provisional a Fausto Dávila, y el país sería dividido territorialmente bajo la égida de Carías y sus generales.

Al finalizar abril se dio la conferencia de Amapala bajo el auspicio del imperialismo norteamericano. Entre tanto, las tropas del general Carías combaten y toman Choluteca, para unos días después conquistar Tegucigalpa. Formalmente Vicente Tosta sería el presidente provisional, Tiburcio Carías fungiría en la gobernación general, Gregorio Ferrara como Ministro de Guerra y Marina entre otros. Hoy más que nunca, este proceso histórico nos enseña que las burguesías y oligarquías nacionales no son capaces de solucionar los problemas elementales de un Estado nación. Hoy más que nunca, el horizonte sigue siendo el mismo, la reconstrucción de la patria centroamericana bajo el socialismo.

Por Carlos A. Abarca V.                                                                                                                  

Este artículo conlleva varios objetivos generales.

  1. Ubicar el surgimiento de los movimientos guerrilleros en cada uno de los países de Centroamérica para comprender la crisis política y militar de la década 1980-1990.
  2. Describir la constitución de los frentes guerrilleros como alternativas de poder popular frente a los gobiernos dictatoriales de varios países de la región de 1950 a 1980.
  3. Explicar la historia contemporánea de Centroamérica como resultado de la intensa lucha política por transformar la modalidad de desarrollo capitalista para insertarse en la economía global con criterios de independencia, equidad y justa distribución de la riqueza social.      

I.   DIVERSIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD Y MODERNIZACION CAPITALISTA

     La comprensión de la economía centroamericana a partir de 1950 es un tema de necesario abordaje para explicar los cambios sociales y políticos que irrumpen en la región a mediados de 1980. En el objeto de observación puede precisarse como algunas facciones de la burguesía fueron privilegiadas con el crecimiento de las fuerzas productivas por zonas geográficas y sectores económicos, en perjuicio de otros; ambos, incrustados en relaciones de sometimiento de las clases asalariadas al capital y de los campesinos pobres y las comunidades indígenas a los latifundistas, hacendados y terratenientes ociosos.      

La reconstrucción de la industria y el comercio mundial después de la Segunda Guerra propició que en Centroamérica se diversificara la agricultura de exportación, el sector industrial y se intensificara el comercio de bienes de consumo local. Se impulsaron los cultivos de algodón, caña de azúcar, tabaco y ganado, la producción de granos y otras agriculturas de consumo local en un contexto de descenso de los precios del café, banano y las exportaciones tradicionales. El cambio estructural lo emprendieron capitales, agricultores locales y el desempeño estatal en un entorno de avances agronómicos, tecnológicos, de infraestructura de transportes y del aparato bancario y financiero.              

A mediados de 1960 se firmaron los tratados del Mercado Común para darle sustento a la demanda horizontal de productos industriales; en particular de bienes de capital e insumos para la elaboración local de las materias primas e inducir la sustitución de importaciones manufactureras. La producción, inversión y las exportaciones florecieron en los años 60, se estancaron en el decenio posterior y luego declinaron. Alimentos, bebidas, tabaco, textiles, cueros y metalmecánica, fueron las ramas que representaron entre la mitad y dos tercios de la producción fabril, según los países, y predominó la producción de bienes de consumo y uso final, sobre la de bienes de capital.

Ese tipo de industria atrajo la inversión extranjera. Las empresas de capital norteamericano tomaron la delantera y a mediados de 1970 representaban entre dos tercios y cuatro quintas partes de todas las firmas foráneas, la mayoría de ellas agencias o sucursales de corporaciones transnacionales. Creció la fuerza de trabajo industrial, pero a un ritmo apenas superior al aumento de la población activa. Las poblaciones se urbanizaron pero el poco empleo industrial originó barriadas periféricas de tugurios y viviendas en precario con carencias en los servicios de agua, sanidad, electricidad y alcantarillado: sinónimos de marginalidad y extrema pobreza. Buena parte de la clase trabajadora urbana, en contexto de alza demográfica, configuró el sector de “economía informal” acompañado de la caída de la artesanía y de algunas manufacturas de larga tradición, especialmente en maderas calzado y textiles.  

El crecimiento económico configuró una sociedad heterogénea que no impactó a todas las regiones, ni sectores productivos, y fue muy oscilatorio en la cantidad y ritmos de capitalización. Hubo actividades que se impulsaron con innovación tecnológica, el uso de fuerza de trabajo familiar y la explotación rentista del espacio urbano. Se crearon nuevas diferencias ocupacionales, en particular con el empleo masivo de mujeres en el comercio y servicios, y la aparición de otras franjas sociales de la burguesía asociada con grupos de terratenientes, empresarios, comerciantes importadores, capitalistas agrarios y clases medias profesionales.

El Estado y sus instituciones fueron otro gran empleador. Las reformas educativas en relación con el panorama de la economía y la ampliación de los servicios asistenciales gestaron la reconfiguración de las clases medias en la mayoría de los países, con excepción de Costa Rica; el ascenso social de educadores, estudiantes y trabajadores calificados con sus expectativas de movilidad, progreso, bienestar social e independencia fueron rasgos que los convirtieron en actores de movimientos y corrientes políticas pro democráticas y socialistas. Por ello se favorecieron la organización sindical, el cooperativismo, el activismo electoral y partidista de los obreros y campesinos. A la vez, la marginalidad de las poblaciones suburbanas originó nuevas formas de protesta, organización y desobediencia civil dirigidas a reivindicar derechos sociales y servicios públicos por género, lugares de residencia, edad, estado civil, tradiciones e identidad cultural.

No obstante, los regímenes dictatoriales herederos de la crisis de crecimiento de 1930-1955, excluyeron de derechos ciudadanos a los indígenas y pobladores rurales. Las gentes de las ciudades fueron convertidas en mercado de consumo, objetos y actores políticos estratégicos en torno a temas como las elecciones, el disfrute de la asistencia estatal y el control de las brechas entre los grupos sociales. Los sectores dominantes viejos y nuevos usufrutuaron la modernización de los años 60, mientras las categorías sociales emergentes evolucionaron a la sombra de unas estructuras de poder tradicionales sin que merecieran críticas de profundidad, ni transformaciones significativas por parte de la clase empresarial, competidores de la burguesía agraria. http://cmvilas.com.ar/index.php/articulos/17-estado-mercado-y-revoluciones-centroamerica-1950-1990/

El repudio a las dictaduras y los golpes de Estado de las décadas 1950-1970 surgieron en alguna relación con las frustraciones de grupos y clases medias a raíz de las contradicciones del capitalismo dependiente, la corrupción de los mandos militares protectores o relevos del poder civil emanado de partidos electoreros o, como consecuencia de disensiones secundarias entre líderes de la vieja oligarquía militarizada y los sucesores políticos liberales, socialdemócratas, socialcristianos y socialistas. Desde mediados de 1960 tales confrontaciones se agudizaron en una curva ascendente de las luchas de obreros, indígenas, campesinos y clases medias.

En contraste, en la década 1970-1980 diversas fuerzas sociales y núcleos políticos de extracción proletaria, obrera, campesina, indígena y popular urbana gravitaron en las contiendas burguesas electorales, políticas y militares e, intensamente, en los conflictos laborales y sociales. En medio de una profunda crisis de crecimiento económico que fue acompañada de un conjunto de reajustes estructurales, por esos años se consolidaron los movimientos guerrilleros que combatieron en montes y suburbios contra los ejércitos, fuerzas paramilitares y mercenarios; unos, articulados por el gobierno de Estados Unidos y países de la Unión Europea y otros por la solidaridad internacional comunista.

En estos procesos, la cultura política difundida desde las universidades, el clero católico y por parte de religiosos de otras iglesias cristianas crearon otro clima político de oposición que se atrajo la represión salvaje de los ejércitos y las élites gobernantes. La violencia militar y del Estado, agudizaron la lucha de clases y condujo a la guerra civil, la intervención militar norteamericana, la guerra revolucionaria y la posterior transformación del Estado oligárquico en estructuras de poder democrático burguesas, en particular en Nicaragua y El Salvador.  

II. DOS DECADAS DE LUCHA ARMADA CONTRA LA DICTADURA SOMOCISTA

Instaurado en la Presidencia de la República tras el golpe militar de 1936, el dictador Anastasio Somoza fue acosado desde 1947 por diversas fuerzas políticas que emergieron del clima de prosperidad y el prestigio de la democracia liberal derivados de la coyuntura de la postguerra mundial y la Guerra Fría. Entre 1947 y 1967 se produjeron en Nicaragua una docena de alzamientos militares e intentos de golpes de Estado que, hacia 1959, muestran un cambio cualitativo. De rebeliones inspiradas en el ideario democrático liberal se transitó a un tipo de acciones rebeldes claramente orientadas por objetivos de transformación revolucionaria del estatus político y económico de la formación social nicaragüense. El siguiente cuadro resume ese proceso y facilita la ubicación histórica y la descripción de esos acontecimientos.

En 1947 Julio Alonso Leclaire participó con otros oficiales en un levantamiento contra la Guardia Nacional Somocista en la Mina La India. La rebelión fue sofocada y tuvo que desertar a Honduras. Al año siguiente Leclaire se integró a La Legión del Caribe. Esta agrupación militar se había constituido en Guatemala en diciembre de 1947 con el propósito de buscar armas y unir fuerzas para derrocar a Somoza y a Rafael L. Trujillo, dictador de la República Dominicana. En 1948, del ELN viajó a México y reclutó varios oficiales de la República Española: Fernando Sousa, Esteban Rovira, Daniel Lado y Alberto Bayo Giroud, miembro de la Escuela de Aviación Militar en Guadalajara.

A la Legión Caribe se incorporaron los nicaragüenses Zepeda, Argüello, Emiliano Chamorro y Gustavo Manzanares quienes crearon el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Nicaragua, bajo el mando de Argüello. La Legión estaba integrada por 150 hombres divididos en tres secciones. Figueres entregó al ELN armas, dinero y una hacienda cafetalera en Río Conejo, al sur de la capital, donde se levantó un campo de entrenamiento. Después de esa colaboración, Figueres y Argüello se separaron en febrero de 1949 y los exilados nicaragüenses se refugiaron en Guatemala http://www.elespiritudel48.org/docu/h100.htm

Entre 1953 y 1954 Leclaire brindó instrucción a combatientes que se sumaron a otras rebeliones. El domingo 4 de abril de 1954 un grupo de civiles y militares atentaron contra la vida del General Somoza García, acontecimiento que marcó el inicio de otros intentos por terminar con la vida del dictador. La conspiración de abril fracasó. Murieron 22 rebeldes en enfrentamientos en Montelimar y Carazo y otros 2 en la prisión. Dos años después, el 29 de septiembre de 1956, el General Anastasio Somoza García, murió en Panamá, producto de los disparos del poeta Rigoberto López Pérez, el 21 del mismo mes en La Casa del Obrero de León, mientras se celebraba el triunfo del General a la candidatura oficial a la presidencia.

Entre setiembre de 1958 y comienzos de junio de 1959, la rebelón contra la dictadura fue reasumida por fuerzas rebeldes nicaragüenses y tuvo una orientación ideológica claramente socialdemócrata. En ese lapso surgió la rebelión comandada por el General Ramón Raudales, conjuntamente con el movimiento de los dirigentes Chamorro Cardenal y su columna militar “José Figueres”. Estos hechos, antecedieron la fase de 1959 a 1961 que coincide con el inicio de una crisis general del sistema de dominación dictatorial en el cual se destaca gran actividad del sector estudiantil, magisterial, obrero y campesino sumado a conspiraciones de guardias nacionales y a otros movimientos armados.

Ramón Raudales volvió a la lucha armada en 1958. Organizó dos columnas de 40 hombres que penetraron a Nueva Segovia por Teotecacinte, el 15 de septiembre. La guerrilla estaba integrada por el Coronel Julio Alonso Leclaire, Jefe del Estado Mayor, Coronel Heriberto Reyes, Jefe de Operaciones, Coronel Hilario Salinas, Capitán Alejandro Martínez, Capitán Manuel Baldizón, Teniente Harold Martínez, Teniente Luis Moncada, Teniente Aldo Díaz Lacayo, Teniente Virgilio Godoy, Adolfo Evert, Ramón Romero, Julio Velásquez, Mario Avilés y otros.

El 21 de septiembre los rebeldes tomaron Los Encinos. Acamparon en El Chipote, donde sostuvieron combates con una patrulla de la Guardia Nacional. Después se dirigieron al Chachaguón y El Vigía, donde fueron bombardeados por la aviación. El 14 de octubre en Yaulí, Los Manguitos, la columna de Raudales combatió más de siete horas contra una compañía de 120 guardias. El General Raudales fue herido y cuatro días después murió. La Guardia Nacional tuvo 29 bajas. La muerte del jefe desmoralizó a la tropa y los rebeldes terminaron por separarse y regresar a Honduras.

En mayo de 1959 miembros del Partido Conservador organizaron otro levantamiento armado desde Punta Llorona, Costa Rica. El 31 de mayo arribaron a Mollejones 62 hombres comandados por Pedro J. Chamorro, Freddy Fernández, José Medina Cuadra, Reynaldo Téfel y Luis G. Cardenal. Hubo combates en Olama, Boaco y Chontales. Además, participaron Emiliano Chamorro, Abel Gallard, Raúl Guerra, José Medina, Luis Pasos, Alejandro Carrión y Jaime Chamorro, Enrique Lacayo F., y Luis Cardenal. Dos horas después los atacó la aviación de la Guardia Nacional con 50 militares y los obligó a rendirse en la finca Fruta de Pan. Pedro Joaquín Chamorro continuó con 15 guerrilleros hasta San Pedro de Lóvago donde fueron rodeados por una patrulla de 46 guardias que los obligó a rendirse.

En otro avión pilotado por el Capitán Manuel Rivas Gómez se transportaron 51 hombres de las columnas “José Figueres” y “Cuatro de Abril”, al mando de Napoleón Ubilla y Ronald Abaunza, que aterrizaron el 1 de junio en el valle de Olama. La aviación quedó empantanada. Dos horas después, la Guardia envió a bombardear el valle con dos Mustang. Los rebeldes se retiraron y la Guardia les dio persecución, hasta desarmarlos.

En la última semana de junio y julio de 1959 al menos 75 hombres comandados por Carlos Fonseca Amador y Rafael Somarribas organizaron otro asedio militar que contó con el apoyo directo y la solidaridad internacionalista del Comandante Ernesto “Che” Guevara. Ocuparon el Chaparral, en el departamento hondureño de El Paraíso, pero el 23 de junio las fuerzas militares tomaron las alturas aledañas al campamento. Después de 35 minutos de fuego, la Guardia de Honduras descendió y asesinó a los rendidos. Causaron 24 bajas, entre ellas 9 muertos: Antonio Barboza, Manuel José Aróstegui y Manuel Baldizón Richardson, Enrique Morales Palacios, Miguel Ángel Canelo, Adán Suárez López, Aníbal Sánchez Arauz, Onelio Hernández, Marcelo Fernández; y 15 heridos, incluyendo a Carlos Fonseca, a quien una bala de carabina M-1 le atravesó un pulmón. Los heridos fueron llevados a El Paraisito, luego a Danlí y posteriormente a La Habana, Cuba.

En el mismo mes de junio hubo otros combates entre guerrilleros y soldados de la Guardia Somocista en las montañas de Matagalpa, la zona de Las Bayas, Pancansán y Bijao, movimiento conocido como la Guerrilla de Chale Haslam. A diferencia de otros, esta guerrilla se organizó en el interior del país y tuvo importante apoyo del campesinado, a la vez que marcó el inicio de la coordinación de acciones con la guerrilla de Julio Alonso Leclaire, pero su existencia fue efímera por el asesinato del líder guerrillero.

El 24 de julio del mismo año surgió otro movimiento armado. A la cabeza de 22 hombres, el periodista Manuel Díaz y Sotelo se puso al frente de la columna “General Augusto César Sandino” integrada entre otros por Jorge Praslin, Juan Bonnerman, Tino Reyes, Fadel Abdalah, Fabio Andara, Solero Montalván, Antonio Carias, Tobías Gadea y Cristóbal Villegas. Los rebeldes penetraron a Nicaragua por El Espino y, delatados por el desertor Norvin Meneses Cantanero, la columna se dirigió a San Juan de Limay, en Estelí, dividiéndose en dos grupos: uno jefeado por el guerrillero cubano Luis Escalona y el grupo de Manuel Díaz y Sotelo que avanzó hacia Pueblo Nuevo. Díaz y Sotelo fue capturado por una patrulla de la GN cerca de una finca llamada Grecia; lo amarraron a un árbol durante más de 30 horas, hasta que lo ejecutaron.

Mientras tanto, en 1959 se formó en Guadalajara el Frente Revolucionario Sandino, (FRS) dirigido por Alejandro Martínez e integrado por Harold Martínez, Edén Pastora, Leonidas Rodríguez, Santiago Mateo Jirón, Hugo Cuadra, Rogelio Hernández, Porfirio Molina, Pedro Pablo Ríos, Justino Ruiz, Francisco Bazanta, Virgilio Godoy, Bayardo Altamirano, Julio Alonso Leclaire, Juan José Ordóñez, Luciano Vilchez y Renán Montero.

Después de la masacre de El Chaparral, el FRS se trasladó a Danlí, Honduras y llegó hasta Teotecacinte, Nicaragua, donde inició incursiones, emboscadas y escaramuzas contra la Guardia Nacional. Entre las acciones más conocidas figuran el combate de El Dorado y el secuestro del norteamericano Thomas D´cap, de la contrainteligencia norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial. El FRS se organizó en escuadras, llegó a organizar unos 70 combatientes y operó hasta 1963 en la región de Jalapa, El Jícaro, Coco y Poteca. Asimismo, en 1960 Carlos Fonseca y Silvio Mayorga fundaron el Frente Unitario Nicaragüense para coordinar y dirigir las acciones políticas de la lucha contra el somocismo.    

En enero de 1960, nuevamente Julio Alonso Leclaire asumió la jefatura militar de la Columna 15 de Setiembre compuesta por 35 hombres, organizada en conjunto con Julio C. Molina e integrada por Julio Velásquez, Bayardo Altamirano, Heriberto Rodríguez, Renán Montero, William Mcoy, Pedro Pablo Ríos y César Cortés. Esta columna entró a Nicaragua y se enfrentó en varios lugares a una patrulla de 200 guardias. Los guerrilleros fueron casi exterminados en las márgenes del río Guano, en San Antonio y Río Coco, donde murió el jefe guerrillero Julio Alonso Leclaire.

A fines de 1960 ya habían dado frutos los esfuerzos de lucha unitaria militar y política. En noviembre de ese año un grupo de jóvenes del partido conservador organizó un Ataque a los cuarteles de Diriamba y Jinotepe. El movimiento lo dirigían Indalecio Pastora y Leonel Cabezas en el marco de una conspiración planeada para realizar acciones conjuntas en Chinandega, León, Boaco, Carazo, Masaya y Granada. Los jefes de las distintas células eran Edmundo Chamorro y Fernando Chamorro en Carazo, Octavio Caldera y Luis Felipe Pérez Caldera en León, Herty Lewites en Jinotepe, René Pérez Sandoval en Masaya, Diego Manuel Robles y Silvio Chamorro.

El ataque al cuartel de Jinotepe con 40 hombres, en noviembre de 1960, inició con el grupo al mando de Fernando Chamorro. Los guardias fueron sorprendidos. Los otros grupos tomaron la estación del ferrocarril y el Palacio Municipal. En el combate se capturó al comandante del cuartel Coronel Dorn quien conminó a los guardias a entregarse. Después de la toma de Jinotepe, los hermanos Chamorro Rapacciolli atacaron el cuartel de Diriamba, que se rindió sin resistencia. Poco después, el mando de la Guardia ordenó la recuperación de los cuarteles. El Capitán Fernando Ocón, al mando de 125 hombres se dirigió a Diriamba y el Capitán José Fanor Cruz al frente de 200 guardias, avanzó hacía Jinotepe. Las tropas cercaron los cuarteles, realizaron fuego con tanques y artillería y los insurrectos abandonaron posiciones después de varias horas de combatir.  

Los dos últimos movimientos armados de importancia del decenio 60-70 fueron acciones planeadas y ejecutadas bajo el comando del FSLN. En 1963, luego de dos años de preparar un destacamento armado en las montañas de Patuca en Honduras, el FSLN realizó su primera experiencia guerrillera en las jornadas del Bocay, Raití y Río Coco. Fueron un revés militar, pero también una escuela política y a partir de ahí se abandonó la táctica de organizar invasiones desde el exterior. En1967 el mando de la resistencia urbana, integrado por Rolando Roque, Daniel Ortega y Julio Buitrago y con una mejor organización clandestina en el campo y la ciudad, se llevó a cabo la acción de Pancasán, que tuvo relevancia al presentar la lucha armada como la única alternativa de toma del poder.

En segundo lugar, entre 1964 y 1967 se empezó a desarrollar tácticas de golpes políticos y de recuperación económica; se avanzó en desarrollar el contacto con el sector campesino y en el trabajo legal entre las masas. En tercer lugar, la fundación del FSLN sintetizó varios esfuerzos de unidad entre diversos grupos de combatientes y actores políticos de diversas ideologías que se expresaron originalmente en la creación del Ejército de Liberación Nacional, en 1947-54; del Frente Revolucionario Sandinista, en 1959; y el Frente Unitario Nicaragüense, en 1960.  

El antecedente político inmediato provino, además, de las organizaciones universitarias de la Universidad Nacional Autónoma y sectores de la juventud organizados en Juventud Patriótica Nicaragüense (comunista) de la cual, bastantes integrantes pasaron a formar parte en 1963 del Frente de Liberación Nacional, llamado luego, Frente Sandinista de Liberación Nacional. Así, hay acuerdo en diferentes fuentes históricas de que la fundación del FSLN se consumó en una reunión celebrada en Honduras el 23 de Julio de 1961 en la cual participaron: Carlos Fonseca, Noel Guerrero, Santos López, Silvio Mayorga y Tomás Borge. Además, se consideran fundadores a José B. Escobar, Jorge Navarro, Francisco Buitrago, Modesto Duarte, Rigoberto Cruz, Faustino Ruiz y Germán Pomares.

La organización política y militar FSLN sintetiza el cúmulo de experiencias de lucha armada recopiladas desde las guerrillas del General Sandino y enriquecidas por todo el proceso de enfrentamientos contra el ejército de la dictadura. Desde inicios de 1960, Carlos Fonseca Amador y Oscar Turcios forjaron y prepararon a muchos dirigentes: cuadros estrategas y tácticos militares como Ricardo Morales Avilés, Pedro Aráuz, Eduardo Contreras, José Benito Escobar, Germán Pomares, Jorge Navarro, Julio Buitrago, René Tejada, Carlos Agüero, Roberto Huembes, Carlos Núñez, Francisco Rivera, Hilario Sánchez, Humberto Ortega, Daniel Ortega, Víctor Tirado, Henry Ruiz, Tomás Borge, Bayardo Arce, Jaime Wheelock, Luís Carrión, Joaquín Cuadra, Edén Pastora, Javier Carrión y Dora María Téllez, entre otros. Según el Comandante Tomás Borge Martínez, (La Paciente Impaciencia) la gestación, surgimiento y consolidación” del FSLN se produjo entre 1960 y 1962, y a partir de Pancasán se definió la estrategia guerrillera y se crearon los regionales, las células y el Estado Mayor de la Guerrilla.

En 1969 el FSLN estructuró su Dirección Nacional nombrando a Carlos Fonseca como Secretario General y elaboró su Programa Político para reorganizar la economía y sociedad nacional. Siete años después, en el fragor de la guerra contra la dictadura surgieron las divisiones en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, asunto que se recrudeció en los dos años siguientes. De ahí nacieron las tres tendencias: el FSLN Proletario, el FSLN Guerra Popular Prolongada y el FSLN Insurreccional. Las diferencias eran por razones tácticas y organizativas; es decir, qué sectores priorizar por la organización y qué métodos de lucha privilegiar en el enfrentamiento armado contra la dictadura.

En Noviembre de 1976 en combate desigual en Zinica, murió el fundador y líder del FSLN: Carlos Fonseca Amador y en Managua cayó en combate Eduardo Contreras, Miembro de la Dirección Nacional y Primer Comandante Cero, Jefe del Comando que tomó la Casa de Chema Castillo. En la ofensiva de Octubre de 1977 murió Pedro Aráuz Palacios, Miembro de la Dirección Nacional. En esa fecha se lanza el Manifiesto político del Grupo de los Doce, en apoyo del FSLN.

III. CRISIS POLÍTICA Y FORMACIÓN DEL EJERCITO REVOLUCIONARIO EN EL SALVADOR

El cuadro siguiente muestra la inestabilidad política y el predominio del poder militar en El Salvador después de la caída del dictador Hernández Martínez. Entre 1944 y 1980 hubo 12 gobiernos presididos por militares y al menos cinco golpes de Estado, a pesar que desde 1950 los partidos políticos se hicieron presentes en la competencia electoral. Tanto éstos, como el estamento militar fueron los actores principales de las luchas por el poder en representación de las dos facciones de la burguesía: la clase agroexportadora y el sector empresarial, financiero y comercial ligado con el crecimiento de la producción industrial.

    

“A comienzos de los 70 era un hecho la división de poder dentro del régimen dictatorial y de la sociedad. Militares constitucionalistas conspirando al interior de la Fuerza Armada y alzándose contra el fraude electoral del 72; industriales y terratenientes divididos por el modelo económico a seguir; un sector de los militares, con el presidente Molina a la cabeza, promoviendo a la Unión Comunal Salvadoreña en apoyo al proyecto de reforma agraria; y otro, a la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), de corte fascista; la iglesia fraccionada entre conservadores y afectos a la teología de la liberación; creciente organización campesina motivada por las corrientes renovadoras de la iglesia; movilización de sectores medios procedentes del magisterio, de las universidades y de los institutos de educación media; y multitudinario arrastre popular del principal partido político de oposición, la Democracia Cristiana, y la coalición electoral de la cual formaba parte la Unión Nacional Opositora (UNO); el agotamiento de la vía electoral como recurso para sustituir al régimen militar”.

La crisis política en el Salvador tomó forma en la década 60-70. En el 59 el ejército penetró en la Universidad en un ambiente de auge del movimiento de masas; el PCS comenzó a formar grupos de acción de cuatro o cinco para aprender el uso de armas y ese fue el origen de los Grupos de Acción Revolucionaria (GAR). Llamó a la insurrección armada. En reacción a esto, algunas semanas después se produjo un alzamiento militar apoyado por el Frente Nacional de Orientación Cívica (FNOC), que aglutinaba a partidos progresistas y asociaciones estudiantiles. El nuevo gobierno fue bastante liberal pero sólo logró sostenerse tres meses. Hacia 1960 se creó la organización PRS-ERP por la convergencia de varias corrientes político-militares: a) El Grupo, integrado por jóvenes de la democracia cristiana, b) un núcleo de estudiantes de Áreas Comunes de la Universidad de El Salvador (UES) que formó los Comandos Organizadores del Pueblo (COP); c) militantes de la Juventud Comunista; y d) la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT).

Los integrantes del grupo original del ERP crearon El Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), con un planteamiento insurreccional. En diciembre del año 69 van a la clandestinidad y rompen con la táctica pacifista de un sector del PCS. Salvador Cayetano Carpio sí era partidario de la lucha armada. En 1970, ante la inutilidad del debate interno, renunció al cargo de Secretario General y abandonó el PCS junto con otros dirigentes, como el obrero José Dimas Alas y el líder estudiantil Felipe Peña, para fundar las Fuerzas Populares de Liberación «Farabundo Martí» (FPL), donde adoptó el seudónimo de Marcial. http://nuevaweb.diariocolatino.com/el-surgimiento-de-una-guerrilla/

El 2 de marzo de 1972 tiene doble implicación en este proceso. Fue una acción militar para “recuperar” armamento en manos de la Guardia Nacional, frente al Hospital Bloom de San Salvador, por parte de comando del PRS-ERP. A la vez, fue la primera acción pública de un grupo guerrillero. A partir de entonces se dejaba sentado que había guerrilla en El Salvador. Semanas después, el otro grupo guerrillero existente, las FPL dirigidas por Cayetano Carpio, hizo también aparición en la escena pública.

La operación del 2 de marzo de 1972 se dio después del fraude electoral del partido oficial contra la Unión Nacional Opositora (UNO): alianza electoral integrada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) con amplio respaldo popular, el socialdemócrata Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), y la Unión Democrática Nacionalista (UDN), un frente abierto del PCS. La requisa de armas a los guardias del Bloom se constituiría en parte esencial de la doctrina militar del ERP: la simultaneidad de operaciones orientadas a producir impacto político y mediático. La requisa fue reivindicada por el ERP y la operación desató la más brutal persecución.

En 1975 Carpio creó el Bloque Popular Revolucionario (BPR) como apoyo a la lucha armada, a partir de una escisión del FAPU que incluía organizaciones de obreros, campesinos, maestros, estudiantes y habitantes de las poblaciones marginales. Su primera Secretaria General fue Mélida Anaya Montes, dirigente magisterial, luego sustituida por Facundo Guardado, campesino y obrero. También desarrolló mecanismos de difusión, como la Agencia Salvadoreña de Prensa (SALPRESS) y la radio Farabundo Martí. La primera tenía su base en México y la segunda en el interior del país, en Chalatenango.

Carpio, estalinista de línea dura, logró el reconocimiento para su organización y para el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de gobiernos de Suecia, Libia, Yugoslavia y la Organización para la Liberación de Palestina. En 1980 se exilió en Nicaragua, donde participó en las negociaciones entre los grupos armados de izquierda para conformar el FMLN. A partir de 1981 comienza a profundizarse la división ideológica dentro de las FPL. https://es.scribd.com/doc/244934930/Marta-Harnecker-Con-La-Mirada-en-Alto-Historia-de-Las-FPL

El ERP, con nuevas incorporaciones como el grupo de Rafael Arce Zablah y Joaquín Villalobos, tenía en la mira la crisis del poder de la burguesía con un enfoque de aprender la lucha guerrillera haciéndola, trabajar amplias alianzas incluyendo a militares progresistas y construir un movimiento popular capaz de conjugar fuerzas dentro de una estrategia insurreccional.

Los Comandos Organizadores del Pueblo (COP) se formaron a fines de la década en la Universidad de El Salvador, en el Comité de Representantes de Áreas Comunes (CRAC) y debatían la posibilidad de actuar políticamente fuera de la universidad. Ayudaron en esto sacerdotes progresistas, con el trabajo pastoral. El interés de los sacerdotes era que los estudiantes les dieran formación a los dirigentes campesinos. Se partió del método pedagógico de Paulo Freire, de educación participativa. Se hizo mucho trabajo político con campesinos en Opico. Suchitoto y San Miguel. En este momento, aún no estaban vinculados con las FPL y el ERP.

A finales de 1970, Felipe Peña y Cayetano Carpio ya estaban estructurando lo que devendría en las FPL. Se propuso dialogar con El Grupo y el resultado fue la integración. Además de El Grupo y los COP, otras dos agrupaciones integraron el ERP, las cuales conservaban su dirección y estructuras propias. Una provenía del Partido Comunista. La otra fue la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) la cual se desligó del ERP para formar el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Hubo una separación momentánea entre El Grupo y los COP pero ambas agrupaciones se reunificaron a principios de 1973. En 1974 ya había una estructura militar operando en el este del país.

Después de la muerte de Roque Dalton, ocurrida el 10 de mayo de 1975, empezó la búsqueda de respaldo político con China y se produjo una reestructuración y reorganización del ERP. Luego se creó el Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS) como estructura política y el ERP quedó como plataforma militar. A partir del 76 se aplicó una línea de recuperación económica para sostener y darle continuidad a la guerrilla. Entre 1976 y 1978 se fortaleció la guerrilla urbana, el movimiento se extendió al oriente del país y mejoró la organización en la zona occidental. Del 76 al 79 se desarrolló la organización militar y se crearon las Ligas Populares 28 de Febrero, como un movimiento de masas. Entre 1977- 78 el ERP entabló un diálogo con Monseñor Romero en busca de acercamientos.

Las otras organizaciones del FMLN fueron: El nacimiento de las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí" (FPL) en abril de 1970, el Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), más conocido como Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en marzo de 1972; la Resistencia Nacional (RN), como escisión del PRS, en mayo de 1975 y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, PRTC, constituido el 25 de enero de 1976. El segundo gran período está definido por el surgimiento del FMLN, el 10 de octubre de 1980 y su protagonismo en la guerra revolucionaria de 1980-1992.

IV. GUATEMALA: ENTRE CUARTELAZOS Y GUERRILLAS

La lucha guerrillera comienza en Guatemala a raíz del frustrado levantamiento militar de Zacapa e Izabal el 13 de noviembre de 1960 por parte de un grupo de oficiales del Ejército unidos en “la Logia del Niño Jesús”. La facción del ejército creó el «Grupo 13 de noviembre» (MR-13N) e intentó derribar el gobierno de Miguel Idígoras Fuentes; acción en la cual, uno de los móviles fue el rechazo a los preparativos para la invasión a Cuba. Esas maniobras militares las llevaban a cabo una brigada de 5.000 cubanos exiliados, llamada “2506”, la cual operaba en la Finca Helvetia. Después del fracaso, los oficiales subalternos Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Trejo Esquivel, Rodolfo Chacón, Zenón Reina, Augusto Loarca, Alejandro de León y otros fundan el MR-13N, movimiento armado que inicia operaciones en 1961 y se mantuvo activo hasta 1971.

Luego vino la guerrilla de Concuá. Sus antecedentes surgen con la desaparición de los partidos políticos burgueses después del golpe de Estado de Castillo Armas, excepto el partido comunista de Guatemala o Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) En situación de clandestinidad y bajo persecución, los comunistas impulsaron la reorganización sindical, de los sectores populares y clases medias pobres. Además, en el III Congreso realizado en 1960 acordaron impulsar todas las formas de lucha y en 1961 el Comité Central dispuso la creación de un frente armado.

El mismo año surgió un grupo guerrillero, el Movimiento 20 de Octubre, que inició operaciones en Concuá, Baja Verapaz, estimulada por el ascenso de las luchas sociales dirigidas por los estudiantes universitarios entre marzo y abril de 1962. Ese movimiento fue crucial pues mostró el agotamiento de las instancias de lucha político-sociales y, por otra parte, Idígoras se vio obligado a ampliar la autonomía de las fuerzas armadas mediante la integración de un gabinete militar que llenó la brecha política derivada de la ausencia de partidos burgueses. La opción de lucha guerrillera ganó simpatías. En diciembre de 1962 se crearon las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), por la fusión de los oficiales del MR-13 N, el Movimiento 12 de Abril, formado por estudiantes de segunda enseñanza y universitarios y el Movimiento 20 de Octubre, del PGT. Las FAR empezaron a construir su base social en las comunidades campesinas no indígenas del oriente del país.

http://www.nodo50.org/arevolucionaria/masarticulos/abril2006/guatemala6.htm

La inestabilidad del régimen se mostró de nuevo en marzo de 1963 con el golpe militar que derrocó a Ydígoras Fuentes y entregó el alto mando político al coronel Enrique Peralta Azurdia (1963-1966). Este gobierno no consintió, ni requirió participar de los programas de asistencia de EUA; modificó y sistematizó la represión contra líderes de organizaciones sociales; avaló la formación de los escuadrones de la muerte: batallones paramilitares creados para erosionar la base social indígena, campesina y sindical de la guerrilla. A la vez, intentó legitimar la esencia castrense del régimen mediante la fundación del Partido Institucional Democrático (PID) y la permisibilidad de competencia electoral burguesa, manifiesta en El Movimiento de Liberación Nacional (MLN), de extrema-derecha y el Partido Revolucionario (PR) socialdemócrata. Así, el gobierno de Julio César Méndez Montenegro (1966-1970) candidato del PR fue el único de carácter civil hasta 1986 y dio paso al trío de gobiernos militares de la década del setenta y a otra cadena de sucesivos golpes de Estado. http://frenagt.blogspot.com/2013/03/historia-de-guatemala-dictaduras-el.html

Desde su origen, las secciones guerrilleras que no fueron desprendimientos del ejército se definieron como movimientos en pro del socialismo. En 1964 se escinde un grupo de las FAR y se definió de carácter trotskista afiliado a la IV Internacional, con el nombre Movimiento Rebelde 13 de Noviembre. Por otra parte, la base social de las guerrillas se nutrió de individuos provenientes de la pequeña burguesía del campo y la ciudad, estudiantes de secundaria y universitaria, pequeños propietarios rurales del oeste del país. La integración de obreros, proletariado agrario y etnias indígenas fue minoritaria. Entre 1966 a 1968 la organización guerrillera sufrió varias derrotas.

A partir de 1970 las organizaciones estudiantiles alcanzan amplia participación en las luchas sociales y en las operaciones de insurgencia. Se crearon la Federación de Estudiantes de nivel Medio (FNEM) y en 1976, la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM). Proliferaron los núcleos y grupos de diversas corrientes de pensamiento político de izquierda como socialdemócratas y socialcristianos, quienes se insertan en las luchas cívicas y electorales. Se desató una intensa lucha de ideas contra los “aparatos” ideológicos de la burguesía y entre las organizaciones políticas estudiantiles. Como reacción, en 1977 el ejército invadió las instalaciones de la Universidad de San Carlos.

En los años 77-79, lapso de intensa represión contra el movimiento estudiantil fueron secuestrados y asesinados Robin García, dirigente de la Facultad de Agronomía de la USAC y Leonel Caballeros, líder de la Asociación de Estudiantes del Instituto Normal “Rafael Aqueche”. Poco después, Oliverio Castañeda de León y Antonio Ciani García, dirigentes de la AEU. En respuesta, en 1979 surgió el Frente Estudiantil Robin García (FERG) y junto a la AEU y CEEM crearon el Frente contra la Represión (FCR): más de 50.000 estudiantes participaron en las jornadas de protesta de “los Claveles Rojos”. http://elnormalistagt.blogspot.com/2010/09/historia-del-movimiento-estudiantil-en.html

En forma paralela, se fortaleció la lucha armada en un clima de huelgas y manifestaciones de protesta popular. Los grupos guerrilleros se recomponen desde mediados del 70. Las FAR se reestructuraron y establecieron su base en El Petén. Se hizo pública la existencia del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y de la Organización del Pueblo en Armas (ORPA) que centró su actividad en el occidente, en San Marcos y alrededor del lago de Atitlán.

El origen del EGP remonta a 1967 a raíz de una escisión en las FAR, el ingreso a la guerrilla de estudiantes de la Juventud Patriótica del Trabajo y de otro grupo de católicos afines a la Teología de la Liberación. Su actuación pública en el campo militar afloró en 1975 con el asesinato del “Tigre del Ixcán”, Luis Arenas Barrena ", dueño de las fincas La Perla y San Luis en el municipio de Chajul (El Quiché). Entre 1976 y 1980 el EGP concentró actividades en la zona rural, asimilando los acontecimientos de la masacre de Panzós, la toma de la embajada española y la gran huelga de la costa sur. En 1982 los grupos guerrilleros y el PGT se unieron para formar un comando político militar único bajo el nombre de Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

http://www.nodo50.org/arevolucionaria/masarticulos/abril2006/guatemala6.htm

En 1976 el EGP tenía activos los siguientes frentes guerrilleros:

Frente Guerrillero Otto René Castillo. Era el frente urbano, operaba en la capital y sus alrededores. Llevaba el nombre del poeta-guerrillero guatemalteco asesinado en 1967.

Frente Guerrillero Luis Augusto Turcios Lima. Implantado en los departamentos de Suchitepequez, Escuintla y Retalhuleu, en la costa sur. Su nombre recupera la memoria del ex-militar y principal líder de las FAR, muerto en accidente.

Frente Guerrillero Ho Chi Minh : Operaba en la zona conocida como "Indochina", los municipios de Chajul, Nebaj, Cotzal, Uspantán, Cunén, Chicamán y Sacapulas en el departamento de El Quiché y los municipios de Aguacatán y Chiantla en el departamento de Huehuetenango. Este fue el principal, ligado a los Altos de Cuchumatanes (El Quiché). Su nombre surgió en honor al Secretario General del Partido Comunista Vietnamita y fundador de la RDP de Vietnam.

Un nuevo frente creado en 1976 fue Frente Guerrillero Comandante Ernesto Guevara que abarcaba el departamento de Huehuetenango y el municipio de Ixcán en El Quiché.

Frente Guerrillero Marco Antonio Yon Sosa: Se fundó a partir de 1977 y en agosto de 1980 comenzó a funcionar en el Departamento de Alta Verapáz.

Frente Guerrillero 13 de Noviembre: Desde 1976 un pequeño grupo operaba en el este del país, en los departamentos de Izabal, Zacapa y Chiquimula.

Frente Guerrillero Augusto César Sandino: Con infraestructura desde 1979, su zona de influencia era el sur de la Sierra de Chuacús, operando desde el sur de El Quiché, hasta los departamentos de Sololá, Totonicapán y Chimaltenango. Fue desmantelado en 1982.

En 1978 el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) uniría sus acciones con las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y al Partido Guatemalteco del Trabajo - Núcleo de Dirección (PGT-ND), conformando "La Tripartita", acuerdo de colaboración entre los tres grupos armados. En 1982 los grupos guerrilleros y el PGT se unieron para formar un comando político militar único con el nombre de Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

http://perso.wanadoo.es/guerrillas/movguerriguatemalaegp.htm

V. HONDURAS: GUEVARISTAS, LIBERALES Y REVOLUCIONARIOS

La primera expresión de las guerrillas en Honduras tuvo lugar entre 1961 y 1964. Fue organizada por un pequeño grupo de quince estudiantes becados en Cuba que decidieron recibir entrenamiento militar para regresar a su país e iniciar la lucha armada. La decisión fue avalada por el Comandante “Che” Guevara y rechazada por el Partido Comunista de Honduras (PCH). Pero en 1963 el PCH mandar a Cuba a 22 militantes para entrenarse y montar una guerrilla en la montaña de El Jute, El Progreso, Yoro. El comando comunista fue denominado Frente de Acción Popular (FAP). Este movimiento fue desarticulado por el PCH y todos sus integrantes fueron fusilados por el ejército. De esa experiencia el PCH tuvo una escisión: la tendencia guerrillera formó el Partido Comunista Marxista Leninista de Honduras (PCMLH).

El primer grupo de quince estudiantes guerrilleros ingresó a Honduras en 1964 divididos en tres subgrupos, uno de los cuales lo encabezó Roberto Becerra Alvarado, partícipe de la huelga bananera de 1954 y del Frente de Reforma Universitaria (FRU). En el retorno a Honduras había que “evitar caer en manos de Acción Armada Anticomunista (A) que operaba desde América del Sur, pasando por Centro América, hasta Estados Unidos”. Por ello se hizo alianza con el Partido Liberal, la cual contribuyó a organizar una estructura para actuar como en forma clandestina. Asimismo, en México Becerra Alvarado logró que el Secretario General del PCH, Dionisio Ramos B., se comprometiera a facilitarles la labor de propaganda, la compra de armas a guerrilleros de Nicaragua y El Salvador, y la adquisición de radios y otros recursos de comunicación.

Becerra actuaba como Jefe del Movimiento Francisco Morazán y en esa condición entró en contacto en El Salvador con exiliados hondureños y con representantes de la guerrilla salvadoreña con el objetivo de armar un grupo. Ingresó a Honduras por El Guasaule, guiado por Jorge Velásquez. Se entrevistó con Mario Membreño y supo que la guerrilla del Jute había sido aniquilada: “el único frente guerrillero activo era el grupo “MIL” y el “FRU”, y uno que otro sindicato que protestaba por la muerte de sus afiliados”.

El MR-Francisco Morazán trabajo todo el año 64 en organizar un movimiento armado en alianza con varias organizaciones políticas y sociales. A fines de año todos los grupos estaban bien organizados, armados y equipados; se hizo reconocimiento a cada uno en su terreno y se establecieron contactos con los dirigentes locales del Partido Liberal. El apoyo que consiguieron les comprometía a continuar el programa democrático revolucionario del Dr. Ramón Villeda Morales. En el área rural, el Frente tenía cinco zonas organizadas y un cuerpo armado, integrado por los quince estudiantes entrenados en Cuba y en el área urbana, por cinco unidades operativas que ejercían presión política nacional mediante manifestaciones populares y comunicados en la prensa.

En ocho meses de 1965, hubo varios enfrentamientos con el ejército. El Movimiento se debilitó cuando el Partido Liberal se retiró; colapsó, debido a la campaña del PCH que hizo eco en la dirigencia Liberal. En tercer lugar, por la caída del presidente Dr. Ramón Villeda Morales. “A los comunistas criollos de carpeta, este golpe sólo les sirvió para salir huyendo del país y protegerse en el campo socialista internacional dejando al pueblo en las garras de un asesino sin compasión…” http://www.cedema.org/ver.php?id=3097

En el breve período de gobierno de Ramón E. Cruz aumentó la beligerancia campesina, lo que unido al anticomunismo y conservadurismo del gobierno produjo la masacre en la aldea La Talanquera, Olancho. El 18 de febrero de 1973 oficiales del Cuerpo Especial de Seguridad (CES) asesinaron a seis personas que reclamaban tierras. Por otra parte, en el marco del reformismo también sobresale el apoyo de la Iglesia Católica a la organización de los campesinos, desde principios de 1960. En la zona sur, la Institución hacía educación popular con las Escuela Radiofónicas y los Celebradores de la Palabra. Sobresale, asimismo, la actividad de los estudiantes de secundaria mediante La FESE, fundada en 1970 y los Comités de Lucha de Estudiantes de Secundaria (CLES), influidas por las dos corrientes de la izquierda: el PCH y el Partido Comunista Marxista-Leninista (PCMLH), de tendencia maoísta.

Otros dos acontecimientos configuraron un momento oportuno para la reorganización de la lucha armada. El golpe de Estado del 22 de abril de 1975 que depuso al Presidente López Arellano y el triunfo del FSLN contra la dictadura somocista. Estos sucesos agudizaron la confrontación interna en el PCH entre los pacifistas y los partidarios de la lucha armada. Los dirigentes comunistas Tomás Nativí y Fidel Martínez abandonaron el PC a finales de 1979.

El primero organizó la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP) y el segundo al Movimiento Popular de Liberación Cinchonero (MPL-C). Fundado el 7 de septiembre de 1979 lleva el nombre en honor al rebelde olanchano Serapio Romero, “Cinchonero”, quien en 1868 dirigió una rebelión contra el gobierno de José María Medina (1864-1872). Por las mismas fechas surgen las Fuerzas Populares Revolucionarias “Lorenzo Zelaya” (FPR-LZ), el Frente Morazanista para la Liberación de Honduras (FMLH), el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanistas de Honduras (PRTCH) y, un poco más tarde, el Frente Patriótico Morazanista (FPM). http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no21/papers/isec9.html

VI EL CASO DE PANAMÁ

En febrero de 1959 Polidoro Pinzón formó parte del grupo que fundó el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), organización que dirigió el Movimiento de Cerro Tute, primer grupo guerrillero que subió al Cerro Tute en Santa Fe de Veraguas, en 1959 y fue diezmado por una tropa comandada por Omar Torrijos Herrera, herido en combates contra los jóvenes guerrilleros.

Exiliado en Chile, Polidoro pasó por Cuba en su retorno a Panamá, en 1960. De nuevo exiliado en 1961, participa en la fundación del partido de izquierdas Vanguardia de Acción Nacional (VAN), dirigido por Jorge Turner, y el Frente Unido Revolucionario (FUR). Polidoro Pinzón muere en la ciudad de Panamá, el 11 de julio de 1961, víctima del acoso de las fuerzas de seguridad del gobierno de Roberto Chiari. http://www.kaosenlared.net/america-latina/21891-panam%C3%A1-polidoro-

A mediados los años 60 se creó el Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR). Este grupo se uniría con Vanguardia de Acción Nacional (VAN) así como a otros disidentes del Partido del Pueblo (PCP) para fundar el Movimiento de Liberación Nacional 29 de Noviembre (MLN-29-11), liderado por Chicho Cubás. http://perso.wanadoo.es/guerrillas/panama.htm El MLN-29-11 surgió a raíz del golpe militar del 11 de octubre de 1968. La fecha del nombre es homenaje a la memoria de Floyd Britton, asesinado por la Guardia Nacional en la isla penal de Coiba, en 1969.

En los primeros meses de ese año se enfrentaron a la Guardia Nacional en la Chorrera, a unas 30 millas de la capital, donde operaba un comando del movimiento. Días después en el combate de Cerro Azul, cayeron Belisario Gante; Herbert Quintamar, fusilado en Tocumen y Encarnación González quien fue lanzado al océano Pacífico. La Dirección del Partido Comunista de Panamá (PP) entró en conciliación con el gobierno de facto. Cerradas otras alternativas por el golpe militar, nos hemos orientado por la vía armada para conquistar el poder. http://www.cedema.org/ver.php?id=98

VII. ALGUNAS HIPOTESIS

La Segunda Guerra Mundial, la hegemonía política y militar de Estados Unidos en el sistema capitalista, la descolonización en Asia y África y las nuevas guerras imperialistas, así como el clima ideológico de la Guerra Fría, gravitaron como grandes campos de fuerza en la historia de Centroamérica de 1950 a 1980. Hasta 1965, en casi todos los países subsistieron las economías basadas en materias primas agrícolas, mineras y energéticas, que durante un siglo favorecieron el desarrollo del capitalismo en las metrópolis.

La democracia representativa liberal burguesa no logró establecerse en la fase de desarrollo industrial -excepto en Costa Rica- y el retorno de las dictaduras legitimó que el ejército de cada país asumiera las funciones de partidos políticos y de gobierno, con el consecuente debilitamiento de las instituciones públicas. De ahí también la legitimidad de los golpes de Estado promovidos por organizaciones de corte liberal contra viejos caudillos y nuevos dictadores. Un proceso de lucha política y militar que, a raíz de la Revolución Cubana, se enriqueció con las tácticas y estrategias de lucha popular y con un programa político de desarrollo independiente con justicia social para el campesinado y las clases trabajadoras.

En ese entorno liberal y revolucionario encallaron los programas y los métodos de lucha defendidos por los partidos liberales que surgieron a fines del siglo XIX o de los partidos comunistas fundados entre 1922 y 1931. Estas corrientes políticas tuvieron que reconocer la aparición y desarrollo de otros movimientos revolucionarios que se amalgamaron en torno a diversas ideologías y programas de transformación económica y social. En ese contexto, la caída de la dictadura somocista y el triunfo político y militar del FSLN se erigió en nuevo paradigma de lucha revolucionaria para los movimientos guerrilleros que se desarrollaron en El Salvador, Guatemala y Honduras en la década 80-90.

FUENTES

      

http://cmvilas.com.ar/index.php/articulos/17-estado-mercado-y-revoluciones-centroamerica-1950-1990/

http://www.ejercito.mil.ni/contenido/ejercito/historia/docs/historia_militar_32-60.pdf

http://www.elespiritudel48.org/docu/h100.htm

hhttp://nuevaweb.diariocolatino.com/el-surgimiento-de-una-guerrilla/

ttp://esa-historia.blogspot.com/2014/10/golpes-de-estado-y-poder-militar-1944.html

https://es.scribd.com/doc/244934930/Marta-Harnecker-Con-La-Mirada-en-Alto-Historia-de-Las-FPL

http://www.nodo50.org/arevolucionaria/masarticulos/abril2006/guatemala6.htm

http://perso.wanadoo.es/guerrillas/movguerriguatemalaegp.htm

http://www.cedema.org/ver.php?id=3097

http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no21/papers/isec9.html

http://www.kaosenlared.net/america-latina/21891-panam%C3%A1-polidoro-

http://perso.wanadoo.es/guerrillas/panama.htm

http://www.cedema.org/ver.php?id=98


Por Mario Carranza

Lo que pasó en el 32 lamentablemente tenía que pasar debido a que se venía arrastrando una serie de situaciones adversas hacia las grandes mayorías poblacionales. Sin dejar de entender que ello siempre estuvo ligado a los hechos de cien años atrás, los cuales se dieron cuando Anastasio Aquino de una y mil formas derrotó al Estado oficial, pero que por la traición de uno de sus más cercanos colaboradores y con la complicidad de la iglesia católica fue engañado capturado y finalmente asesinado.

Las repercusiones de las expropiaciones de las tierras comunales y de la crisis capitalista mundial

El 32 sigue siendo para muchos una incógnita cuando se ve solo de manera utilitarista o sea en qué forma benefició o afectó a uno de los sectores en pugna por el manejo del Estado. Respecto a ese dilema, desde el punto de vista objetivo lo que estaba ocurriendo con la clase trabajadora representada en ese momento por el campesinado indígena agrícola, era que la clase dominante a través de decretos leoninos y amparándose en la crisis mundial de 1929, arremetió de manera inmisericorde contra los trabajadores de sus fincas cafetaleras despidiéndoles por cantidades y suspendiendo o aminorando los pagos de sus jornadas de trabajo. Ello se debió a que la crisis hizo caer en picada los precios del café, que como monocultivo era la base de la economía burguesa, pero al caer el valor del grano, la situación se volvió cuesta arriba para la oligarquía cafetalera.

Ante esta situación asfixiante la clase trabajadora por impulso de sobrevivencia se organizó y empezaron los conatos de resistencia esporádicos en algunos lugares del occidente del país, hechos que empezaron a desconcertar a la clase dominante y al Estado mismo como su protector por naturaleza. A eso le agregamos el golpe de estado propiciado por la oligarquía terrateniente y materializado por el general Maximiliano Hernández Martínez, quien depuso al doctor Manuel Enrique Araujo, quien había llegado al poder democráticamente bajo la bandera de cambiar las condiciones económicas del país, lo que de alguna forma daría algún beneficio a las mayorías. Esto y las consiguientes elecciones municipales y legislativas en las cuales participaron los indígenas campesinos, que de alguna manera triunfaron en ciertas poblaciones en las cuales se les invalidó, retardó y deslegitimó su triunfo. Ello trajo como consecuencia próxima el descontento popular de los dirigentes del Partido Comunista, al cual se habían afiliado los desesperados campesinos como alternativa para buscarle salida a la crisis en el ámbito político, lo que no fue posible ya que los dueños del poder no lo iban a permitir. Es así como de esa manera se llega a lo que la mayoría conocemos y que son las atrocidades realizadas por el gobierno de Hernández Martínez apoyado por sus ciegos súbditos el ejército y los cuerpos de seguridad, en especial la Guardia Nacional creada especialmente para proteger los intereses económicos de la oligarquía terrateniente cafetalera; sin olvidar el monstruoso papel que jugaron los cuerpos de orden creados por Martínez para tener a raya a los campesinos en sus comunidades y sus lugares de trabajo.

Apreciaciones sobre el 32

El levantamiento de 1932, desde el punto de vista social, deja al descubierto la frágil situación política que el gobierno de turno estaba pasando y todo ello como fruto de la coyuntura emanada de la forma en que el militar Maximiliano Hernández Martínez había llegado al poder, ya que no fue por la vía democrática sino como fruto de un brutal golpe de Estado que en esos tiempos era de lo más normal para la clase política e inconscientemente para el mismo pueblo. A este plausible esfuerzo, suele llamársele “levantamiento comunista” según Thomas P. Anderson y/o “levantamiento campesino”, según el sacerdote jesuita Segundo Montes. Ahora bien, lo importante no es la forma como se le haya llamado entonces, ni como se le esté llamando actualmente, la verdadera importancia de este valiente hecho estriba en que “los pueblos originarios” como es natural llamarles, porque eso es lo que son, tuvieron esa capacidad y valentía de rebelarse contra una oligarquía criolla y un puñado de matones militares dictadores que estuvieron enquistados en el poder; hoy se lamenta la enorme pérdida de vidas humanas en manos del genocida, el ejército nacional, guardia nacional y otros esbirros que se prestaron para el exterminio de poblaciones casi enteras por el hecho de haber compartido la esperanza de realizar cambios políticos y sociales en sus localidades, y luego en el Estado.

La terrible crisis capitalista de 1929/30, que afectó de manera directa a los países satélites del imperialismo de los Estados Unidos, incluida la República de El Salvador por ser un país dependiente de una economía sostenida por un solo cultivo específicamente el café, el monocultivo y las dictaduras militares, hizo que el país cayera irremediablemente en índices extremos de pobreza, manifestados más que todo en el campo. El sector campesino fue uno de los más golpeados, de ahí el nombre de “levantamiento campesino”.

Esa coyuntura pudo haber sido el momento objetivo que fue vislumbrado por nuestro héroe nacional Agustín Farabundo Martí, revolucionario de la clase media y fundador junto a otros del Partido Comunista Salvadoreño PCS, del cual era su secretario general. Siendo así, se involucró en la planificación de ese histórico hecho, acto que hubiera llevado al pueblo, acompañado por el PCS a un horizonte de mayores proporciones, si a éste y a sus compañeros de partido no los hubieran delatado, aborrecible hecho que les llevó después de su captura a ser fusilados   de manera apresurada, situación que causó una desarticulación del plan; lo que pintaba ser una revolución del pueblo pasó a partir del 22 de enero de 1932, a convertirse en un holocausto que dejo enlutada a la mayor parte de la zona occidental con énfasis en Sonsonate y más específicamente, en Izalco, Nahuizalco, Juayùa, Salcuatitan mas una serie de lugares aledaños. A esta triste pero verdadera realidad, personas originarias, entre ellos hombres, mujeres , niños y niñas, ancianos y ancianas con la roja sangre de sus cuerpos, 20, 26, 30, 32 mil o quizás más, abonaron aquellas las tierras que en aquel momento crucial fueron regadas con sangre. Pero ahora con una nueva realidad, los ojos de aquellos que descienden de los que misteriosamente sobrevivieron al holocausto, ahora más que nunca sus ojos brillan y en silencio sus labios gritan la justa venganza por el oprobio llevado por aquellos, a través de la explotación, el despojo de sus tierras, de su lengua de su religión, de sus tradiciones originarias y la continua desnaturalización de su dignidad de pueblos dueños de esas tierras.

El levantamiento se dio de manera casi simultánea en varios poblados del occidente del país, lo que al final vino a dejar como resultado la gran matanza de campesinos indígenas que reclamaban justicia y que en respuesta a un pedido tan simple el Estado lo que les ofreció fue un luto terrible al asesinar a un elevadísimo porcentaje de la población. Con una proporción de un oficial muerto por cada mil campesinos, como se podría decir, una verdadera matanza. Ante esto los pueblos indígenas tienen que exigir hoy más que nunca que se les haga justicia y los que se aprovecharon de la situación y se apropiaron de forma amañada de las propiedades de los campesinos, que se investigue su procedencia y que sean devueltas a las familias de las víctimas del genocidio.

Por el rescate del carácter revolucionario y antisistema de las luchas y de sus lideres

Debemos recordar los hechos históricos a la vez que el carácter revolucionario y antisistema de dichas luchas, ya que a medida pasa el tiempo estos acontecimientos son presentados como simples hechos. En el marco del aniversario del levantamiento indígena de 1932 debemos exigir:

1.- Que el estado salvadoreño reconozca que las personas de los pueblos originarios masacradas en 1932 no eran vándalos, ni delincuentes, sino gente del pueblo que se levantaron, no solo por las condiciones de hambre, explotación y represión, sino también por la defensa de su derecho democrático a que se les respetara su propio triunfo electoral en el año 1932.

2.- Que la Asamblea Legislativa declare Héroes Nacionales de El Salvador, a Agustín Farabundo Martí y demás compañeros fusilados o ahorcados.

3.- Abrir todos los archivos del Ejército y la Policía, para que el pueblo salvadoreño conozca la verdad de la masacre de 1932; que se publiquen todos los documentos y se elabore una Memoria Histórica.

4.- Construcción de un monumento ejemplar en San Salvador, en honor a todos los héroes y mártires de 1932, así mismo que se otorgue un resarcimiento a los familiares de las víctimas.

5.- Que se declare oficialmente el 22 de enero como día de la insurrección nahuat-pipil por la defensa de los derechos democráticos del pueblo salvadoreño.

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