En 1968 se fundó la CENTRAL NACIONAL DE TRABAJADORES (CNT), mediante la unión de tres federaciones sindicales: la Federación Central de Trabajadores de Guatemala (FECETRAG), la Federación Nacional de los Obreros del Transporte (FENOT) y la Federación Campesina de Guatemala (FCG). La CNT nunca contó con personalidad jurídica, pero se afilió a la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), de orientación socialcristiana. Desde su origen estuvo integrada por sindicatos industriales, ligas campesinas y cooperativas.

La CNT era el núcleo de la actividad sindical y la organización mayoritaria durante la década de los setenta. En 1974 contaba con siete sindicatos adheridos. En 1979 sumaban 69 sindicatos. Dado su importante rol en la organización social la CNT se convirtió en un espacio de influencia no sólo notable entre las distintas corrientes sindicales existentes en el momento, sino también entre las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), que tenían influencia política en el sector. En 1978, después de mucho debate, la CNT rompió con la CLAT, lo que la dejó carente de vínculos internacionales. En 1980 la CNT contaba con una estructura integrada por diferentes secciones que a su vez se interrelacionaban: organización, propaganda y asuntos jurídicos, que apoyaban a los sindicatos en sus reivindicaciones.

El 21 de junio de 1980, durante el régimen oligárquico militar presidido por el militar genocida Fernando Romeo Lucas García, fueron secuestrados y desaparecidos 27 sindicalistas, sobre los hechos, la antropóloga Marta Gutiérrez, en el estudio Sindicalistas y Aparatos de Control Estatal: Elementos Para Una Historia Del Movimiento Sindical, da a conocer cómo las fuerzas represivas del Estado guatemalteco cometieron este crimen de lesa humanidad.

Por Martha Gutiérrez

Al filo de las 15:30 horas del 21 de junio de 1980, apareció por la cuarta calle y sobre la novena avenida de la zona 1 de la ciudad de Guatemala, un grupo de sesenta hombres vestidos de civil, que usaban sombreros y otros cuantos, gorras deportivas. Todos portaban armas de fuego. Los sombreros y sacolas eran usados por la Policía Judicial y las gorras deportivas era un distintivo asociado a los recién entrenados miembros de la Sección de Narcóticos de la Policía. Sin excepción, para ocultar su identidad se taparon los rostros con pañuelos.

Se apostaron en forma de media luna frente a la sede de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), con las metralletas y fusiles en la mano, los hombres apuntaban hacia las ventanas de arriba y debajo de la casa de doble nivel. Entre todos los agentes se podía identificar, por su uniforme y sus insignias, a tres oficiales del Ejército. En este operativo, eran ellos quienes llevaban la voz de mando. Constantemente, éstos mantuvieron comunicaciones por radio, se supone, con sus superiores.

Tras este despliegue, con el cual las tropas gubernamentales aseguraron la entrada a la oficina de la Central Nacional de Trabajadores, se presentaron por lo menos otros siete vehículos que se encontraban a la espera, en la quinta calle y novena avenida. El primer vehículo que apareció era un vehículo tipo bronco. Le siguió un microbús Toyota Hiace de la Sección de Narcóticos de la Policía, una camioneta Pájaro Azul, donde las fuerzas de Policía solían trasladar a los detenidos después de las operaciones limpieza; un vehículo pequeño, color corinto, y otros más.

Mientras tanto, otros agentes, uniformados y vestidos de particular, habían paralizado el movimiento de vehículos entre la décima y séptima avenidas, y entre la tercera y quinta calles. La zona congelada alcanzó un perímetro de 300 metros cuadrados; adentro de aquella área se encontraba la Prisión de Mujeres Santa Teresa y la principal sede del Cuerpo de Detectives al mando del coronel de policía Manuel de Jesús Valiente Téllez. A dos cuadras estaba la vigilancia armada del Segundo Cuerpo de Policía y la sede de la Sección de Investigaciones Especiales –conocida                     popularmente como Comando Seis– dirigida hasta entonces por el coronel de policía Pedro García Arredondo. A pocas cuadras iniciaba el perímetro de seguridad del presidente de la República y del Palacio Nacional –principal sede del ejecutivo–. Aquí también te nía su oficina el jefe de la Dirección de Inteligencia Militar, general Manuel Antonio Callejas y Callejas; el jefe del EMP, el coronel Héctor Montalván Batres, y el ministro del Interior, Donaldo Álvarez Ruiz. A me nos de un kilómetro, hacia el Sur estaban las oficinas del director general de la Policía, puesto ocupado por un oficial de inteligencia militar, el coronel de infantería Germán Chupina Barahona.

Adentro, en la sede sindical, en una sala del segundo piso de la casa, se encontraban 29 sindicalistas, casi todos delegados de los comités ejecutivos de los sindicatos de la industria. La reunión había sido convocada esa misma semana, el 16 de junio, por el Departamento de Organización de la CNT, con el propósito de tratar problemas internos que se arrastraban desde meses atrás entre los sindicalistas.

Aunque ese mismo día, por la mañana, la misma reunión había sido suspendida por miembros del Departamento de Organización de la CNT, después de que hombres armados asesinaran dentro de la planta de la Coca-Cola al joven sindicalista Edgar René Aldana. Ya en horas de la tarde fue imposible evitar el intento de realizar aquella reunión. Una serie de hechos aparentemente casuísticos, el ímpetu sindical y el alto nivel de disputa política al interior de la CNT, se impusieron sobre cualquier medida de seguridad.

Nunca inició formalmente la reunión. Cuando las fuerzas del régimen procedieron al asalto, aún los sindicalistas confiadamente deliberaban qué decisión to mar en un momento de alta tensión política ¿Suspender el encuentro o realizarlo en otro lugar? En el lugar se encontraban: 1. Agustín Chitay Chapetón, miembro del Sindicato de Industrias Plásticas de Guatemala (Induplastic); 2. Héctor Manuel Sánchez González, miembro del Sindicato de Induplastic; 3. Irma Candelaria Pérez Osorio, 19 años, miembro del Sindicato de Induplastic; 4. Álvaro Orlando Estrada, miembro del Sindicato de Comercio de Material de Construcción (Cermaco); 5. Erwin –o Erquien– René Hernández Paiz, miembro del Sindicato de Cermaco; 6. Selvin Arnoldo García López, 21 años, miembro del Sindicato de Cermaco; 7. Bernardo Marroquín Salazar, 29 años, secretario general del Sindicato de la fábrica de alimentos Kerns; 8. Manuel Antonio Rodríguez, miembro del Sindicato de la fábrica de alimentos Kerns; 9. Sonia Elizabeth Alecio, miembro del Sindicato de Vicks Vaporub, compañía norteamericana; 10. Florentino Gómez López, secretario de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Embotelladora Guatemalteca (STEGSA); 11. Ismael Vásquez Ortiz, secretario de Conflictos del STEGSA y de la Comisión de Conflictos de la CNT; 12. Crecencio Cornel Ordóñez, miembro del Sindicato Enlozados Nacionales; 13. Jorge Luis Serrano, miembro del Sindicato Enlozados Nacionales; 14. Cristina Yolanda Cabrera, miembro del Sindicato Sistemas Electrónicos; 15. Rafael Antonio Aguilar Pérez, 26 años, miembro del Sindicato Sistemas Electrónicos; 16. Florencia Xocop Chávez, 24 años, miembro del Sindicato de las Industrias Acrílicas de Centro; 17. América (Acricasa) y miembro de la Comisión de Organización de la CNT; 18. Hilda Carlota Pérez Menéndez, miembro del Sindicato de Acricasa; 19. Sara Cabrera Flores con cinco meses de embarazo, secretaria general del Sindicato de Acricasa; 20. Manuel René Polanco Salguero, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Prensa Libre; 21. Oscar Amando Salazar, miembro del Sindicato de Trabajadores de Prensa Libre; 22. Mario Campos Valladares, 23 años, secretario general de la fábrica de Productos Alimenticios Diana y secretario general de la CNT; 23. Mario Martínez, miembro del Sindicato de Foremost Dairy, compañía norteamericana; 24. Orlando Antonio García Rodríguez, 29 años, miembro del Sindicato de Transportes Urbanos Reforma (Tursa); 25.Pedro Ramos Micatu, miembro del Sindicato de la Federación Nacional de Obreros del Transporte (Fenot); 26. Tomás Roberto Pol, miembro del Sindicato de Fenot; 27. El Repollo, miembro del sindicato de Incesa Standard (Industria Cerámica Centroamericana); 28. El Bananito, estudiante de secundaria.

Los asaltantes usaron un carro tipo bronco para abrir el portón de las oficinas, lo que dio paso para que los demás agentes penetraran al lugar.… La Policía Judicial allanaba frecuentemente la sede de la CNT. Ya había ocurrido el 25 de junio de 1976, el 20 de julio de 1979, el 22 de febrero y el 30 de abril de 1980. También en esas ocasiones, la Judicial entró haciendo uso de la fuerza. Después de registrar y robar los papeles de los archivos sindicales, capturaban a los sindicalistas que allí se encontraran. Antes de ser presentados a los tribunales, la policía política.

Ese día, sólo el Repollo y Bananito, lograron escapar haciendo uso de la escalera que los sindicalistas acostumbraban mantener en la pared del fondo de la casa, para cuando se presentaran situaciones de emergencia, como la de ese 21 de junio. Se mantuvieron escondidos en el tejado de la casa vecina. Desde allí escucharon las voces a gritos de los agentes gubernamentales que retaban a los sindicalistas cercados a entonar las consignas sindicales y revolucionarias. Los obreros guardaron silencio. No se escucharon disparos. La operación duró pocos minutos

Milquicidet Miranda y Willy Mijangos Celis (el Mozote), testigos de lo que ocurrió fuera de la sede, observaron la agitada retirada de los secuestradores, algunos de ellos botaron los pañuelos con los que se cubrían el rostro, entre ellos se encontraba el jefe de la Sección de Narcóticos, José de Jesús Castro, que ocupó el cargo hasta el 13 de octubre de 1982.

Al abandonar las oficinas de la Central los vehículos gubernamentales, llevaban en su interior a los sindicalistas, aperchados, tirados en el piso de los vehículos, unos encima de otros. Se dirigieron hacia la tercera calle, y luego cruzaron por la octava avenida, pasando frente a una de las principales sedes de la Judicial. El mismo sitio, donde días más tarde, los familiares llegaron a recoger las motocicletas de los sindicalistas secuestrados.

La sede sindical quedó desolada. En el segundo nivel de las oficinas se veían manchas de sangre. Los secuestradores habían roto las puertas, las ventanas y los teléfonos. Habían desaparecido tres máquinas de escribir, robadas por los agentes del gobierno, así como las placas del jeep Toyota propiedad de la CNT, que se encontraba estacionado en el garaje; y los archivos de la Central.


Por Victoriano Sánchez

En Mayo de 1957 se inició una guerra entre Nicaragua y Honduras, por el territorio en litigio conocido como la Mosquitia. Honduras estaba siendo gobernando por una Junta Militar que en el año 1956 había derrocado al gobierno de Julio Lozano Diaz, quien había llegado efímeramente al poder como sucesor del supuestamente enfermo presidente Juan Manuel Gálvez Durón. La Junta Militar estaba conformada por el general Roque Jacinto Rodríguez Herrera, el coronel Héctor Caraccioli Moncada y por el Mayor Roberto Gálvez Barnes.

Gobiernos militares en Honduras y Nicaragua

En Nicaragua, conforme la Constitución de 1950, el presidente del senado asumiría la presidencia en caso de desaparición del presidente. Somoza García ya había arreglado el tema de la sucesión presidencial, cuando fue ajusticiado por Rigoberto López Pérez el 21 de septiembre de 1956. Su hijo, Luis Somoza Debayle, presidente del senado, fue electo por el Congreso Nacional para terminar el periodo presidencial de su padre, dándole continuidad a la dictadura somocista.

Habiendo sido abolidas con antelación las prohibiciones para la reelección presidencial, Luis Somoza se presentó como candidato presidencial para las elecciones del periodo 1957-1963.

En Nicaragua, la situación era tremendamente inestable: crisis económica, represión y masacre de opositores en venganza por el ajusticiamiento del dictador Somoza García, reagrupamiento de los conservadores radicales y expectativa de las masas que sentían que al fin podían terminar con la continuidad de la dictadura somocista.

La Junta Militar de Honduras, como el presidente Luis Somoza Debayle, quien se encontraba en campaña electoral, habían llegado al poder en medio de un enorme descontento social. Ambos, desde puntos de vista diferentes, necesitaban conquistar apoyo popular para cumplir sus objetivos.

La Junta Militar de Honduras, presionada también por el descontento de masas, se había propuesto reformar el Estado burgués, y tuvo un ligero giro al nacionalismo (no confundirlo con el nacionalismo cachureco), reivindicando la grandeza de la patria hondureña. No solo iniciaron una apertura política, e impulsaron algunas reformas democráticas, sino que emitieron, entre otros, el Decreto del 21 de Febrero de 1957 que creaba el 18 Departamento, denominado de “Gracias a Dios”, que señaló como límites: Al norte y al este, el mar de Las Antillas; al oeste, el meridiano 85 grados al Oeste de Greenwich; al Sur, la línea que sigue la vaguada o talweg del Río Segovia o Coco hasta su desembocadura; y estableció a ciudad Cabañas como cabecera departamental. Con ello estableció una nueva frontera con Nicaragua, en el territorio que había estado en “litigio”.

El gobierno de Luis Somoza hizo los reclamos diplomáticos, y alimentó un vulgar nacionalismo nicaragüense, en medio de la campaña electoral, presentándose como el máximo defensor de la soberanía nacional. Por su parte, los militares hondureños hicieron lo mismo. El pleito por el “territorio en litigio” era el pleito por los recursos naturales de la Mosquitia, que abarcaba una buena porción de la costa caribe tanto de Nicaragua como de Honduras.

La desmembración de la Mosquitia.

Honduras como Nicaragua, así como el resto de países de Centroamérica, tenemos un origen común. Desde la época colonial, hasta la proclamación de la República Federal de Centroamérica (1824-1838), diversos territorios han estado en manos de diferentes gobiernos, sobre todos los territorios fronterizos. Primero como gobierno de la capitanía general de Guatemala, y después como parte de los sucesivos gobiernos posteriores a la independencia.

Desde esa época existió un conflicto por el territorio de la Mosquitia, una verdadera nación indígena (un caso de tipico de nacion sin Estado) que comprendía el Awán, en Honduras, toda la costa caribe de Nicaragua. hasta Matina en Costa Rica. Mientras Centroamérica se mantuvo unida, no hubo pleito por estos territorios, sino hasta después. La disolución del Estado Federal generó tendencias centrípetas y nacionalismos estrechos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se produjo el boom cafatelero que permitió la relativa consolidación de los nuevos Estados nacionales.

En 1831, aprovechando la guerra civil centroamericana, Inglaterra disputaba los mares al decadente colonialismo español y al emergente imperialismo de los Estados Unidos. Para enfrentar a los españoles, y a los gobiernos surgidos de la independencia de 1821, Inglaterra, desde sus cuarteles en Belice y Jamaica, impulsó un acercamiento amistoso con los indígenas misquitos, llegando a crear el Reino Mosco, como un gobierno títere, compuesto por la aristocracia indígena, llegando a establecer alianzas y el control sobre una franja del territorio centroamericano, en la perspectiva de poder incidir en la posible construcción de un canal interoceánico. Los indígenas misquitos se aliaron con los ingleses para luchar contra el dominio de las oligarquías criollas, herederas del colonialismo español.

En 1894, el gobierno del general José Santos Zelaya, con apoyo de las cañoneras yanquis, logró anexar militarmente una gran parte del vasto territorio de la Mosquitia al Estado de Nicaragua, en un proceso que se ha conocido falsamente como “reincorporación” de la Mosquitia, cuando en realidad las autoridades nicaragüenses, a duras penas lograron establecer su soberanía sobre algunos puertos en el rio San Juan. Estados Unidos apoyó al gobierno de Nicaragua, para desalojar a los ingleses de esa parte del territorio, aunque posteriormente impulsó el derrocamiento de Zelaya en 1909.

Inglaterra siempre trató de recuperar la influencia perdida en esa parte de la Mosquitia. En 1905, barcos de guerra de Estados Unidos protegieron la costa caribe nicaragüense, de la amenazante cercanía de la flota de guerra inglesa. Ese año, se firmó el tratado Altamirano-Harrison por medio del cual Inglaterra renunciaba a recuperar el territorio de la Mosquitia.

Mientras esto ocurría, la parte del Awan, al norte del rio Coco, era reclamada por Honduras. Las autoridades de Nicaragua hicieron lo mismo.

El Laudo del Rey de España, en 1906

La anexión de una parte de la Mosquitia al Estado de Nicaragua en 1894, obligó al Estado de Honduras a reclamar su parte. Con base al Tratado de 1894, los gobiernos de Honduras y Nicaragua, decidieron ir a un juicio arbitral, siendo el árbitro don Alfonso XIII, rey de España, quien en el año 1906 dictó su sentencia: "(…) El punto extremo limítrofe común en la Costa Atlántico será la desembocadura del Río Coco, Segovia o Wanks en el mar, junto al cabo de Gracias A dios, considerado como boca del río la de su brazo principal entre Hara y la isla de San Pío en donde el mencionado Cabo, quedando para Honduras las isletas y cayos existentes dentro de dicho brazo principal antes de llegar a la barra y conservando Nicaragua la orilla sur de la referida boca principal con la mencionada isla de San Pío, más la bahía de Gracias a Dios entre el continente y la repetida isla de San Pío.

A partir de la desembocadura del Segovia o Coco, la línea fronteriza seguirá por la vaguada o talweg de este río aguas arriba sin interrupción, hasta llegar al sitio de su confluencia con el Poteca o Bodega y desde este punto dicha línea abandonará el río Segovia continuando la vaguada del mencionado afluente Poteca o Bodega y siguiendo aguas arriba hasta su encuentro con el río Guineo o Namaslí.

Desde el encuentro la divisoria tomará la dirección que corresponde a la demarcación del Sitio Teotecacinte con arreglo al deslinde practicado en mil setecientos (1720) para concluir en Portillo Teotecacinte de modo que dicho sitio quede íntegro dentro de la jurisdicción de Nicaragua".

Alfonso XIII le dio la razón al gobierno de Honduras, estableció las fronteras entre los dos estados nacionales, algo que no fue aceptado por el gobierno de José Santos Zelaya.

El inicio de la guerra

Antes del estallido de la guerra, los militares hondureños compraron el primer lote de (3) Corsarios F4U-5N, reliquias de la segunda guerra mundial.

El 7 de marzo de 1957, la Junta Militar de Honduras envió tropas del campamento de Ahuas hasta la Aldea de Morocón. El gobierno de Luis Somoza trató de que la OEA detuviera ese movimiento de tropas, pero no logró. En respuesta, Somoza mandó 100 soldados de las tropas elites de la Guardia Nacional, ocupando la zona de Mocoron.

El 27 de abril de 1957 el gobierno de Honduras envió un contingente de 75 soldados al mando del Capitán, Arnaldo Gómez Alas y del Sub-Teniente Efraín Sanabria Rubio, a recuperar Morocón que en estaba en manos de los nicaragüenses.

El 30 de abril de 1957, los soldados hondureños rodearon a los nicaragüenses, y después de una corta batalla, lograron desalojarlos. Un papel clave jugaron los recién adquiridos aviones de la Fuera Área de Honduras (FAH). Según los reportes periodísticos de la época, hubo dos soldados hondureños muertos: el Sargento Longino Sánchez Díaz y el cabo Gregorio Hernández, resultó herido el Sargento José Ovidio Palacios.

Las autoridades de Honduras sonaron las alarmas al denunciar que tropas nicaragüenses habían penetrado el territorio de Honduras en la zona de Mocoron. Igual denuncia, pero en sentido contrario, hizo Luis Somoza el 1 de mayo, fecha de su toma de posesión, y su primer acto de gobierno fue declarar la guerra a Honduras.

En su discurso de toma de posesión, Luis Somoza dijo lo siguiente: “(…) Mi corazón estaba emocionado al saber que venía a cumplir con un mandato constitucional, pero cuando me encontraba en las puertas de Casa Presidencial, listo para abordar el automóvil, recibí la triste noticia de que fuerzas hondureñas, invadiendo territorio nacional, ultimaron a treinta y cinco guardias nacionales. Francamente si la Patria reclama mi presencia en el campo de batalla allí estaré yo, dispuesto a ofrendar mi vida en aras de Nicaragua”.

Nunca se pudo confirmar la muerte de 35 soldados nicaragüenses. Se habla de una guerra de 23 días, del 1 al 23 de Mayo, pero solo hubo un combate. En realidad, la batalla de Mocoron duró pocas horas. La llamada “guerra de Mocoron” fue una maniobra del gobierno de Luis Somoza, para afianzarse en el poder y superar la crisis posterior al ajusticiamiento de su padre.

El nacionalismo reaccionario estalló en Honduras y Nicaragua. Las radios, principal medio de comunicación, exacerbaban los ánimos. Se alistaron voluntarios para ir a la guerra fratricida, pisoteando las aspiraciones de los indígenas misquitos.

En Managua, la embajada de Honduras fue incendiada por las turbas somocistas, dirigidas por la Nicolasa Sevilla, quien encabezaba una fuerza de choque paramilitar.

Las tensiones se mantuvieron entre los dos países, pero los militares de Honduras continuaron son sus reformas (otorgaron la autonomía universitaria e impulsaron una apertura democrática) y después de ganar la elección presidencial el liberal José Ramon Villeda Morales, en diciembre de 1957, regresaron a los cuarteles.

La sentencia de la CIJ

El conflicto por el territorio en litigio fue llevado a la Organización de Estados Americanos (OEA) y mediante acuerdo ambos países acordaron someterse a la jurisdicción de la Corte Internacional (CIJ) de Justicia de La haya.

Finalmente, el 18 de noviembre de 1960, la CIJ confirmó el laudo del rey de España, del año 1906, dándole la razón a Honduras, y confirmando la plena soberanía de Honduras sobre el territorio en litigio.

Un tema pendiente: la restitución de las naciones indígenas

Las oligarquías de Nicaragua y Honduras devoraron a la debilitada nación misquita, cada cual agarró la mejor parte. Reducidos a la mínima expresión, forzados a vivir como prófugos, los Estados nacionales de Honduras y Nicaragua, le negaron a los indígenas misquitos el derecho democrático mas elemental como es decidir ellos mismos su futuro.

Con el final de la guerra de Mocoron y la sentencia de la CIJ se confirmó la tragedia: los misquitos quedaron divididos por el rio Coco, en dos países diferentes, aunque ellos se siguen considerando misquitos por encima de las nacionalidades nicaragüenses o hondureña.

El destino de la nación misquita es similar a la de muchas otras naciones indígenas que fueron aplastadas y destruidas. Cuando Centroamérica se separó del Imperio de Iturbide, en 1823, la nación de los indígenas mames quedó dividida entre el Soconusco, que fue anexado a México, y otra parte que quedó en el departamento de San Marcos, en Guatemala.

Lo mismo ocurrió con la nación Qjobal, que quedó dividida entre Chiapas, México, y Hueutenango, Guatemala. Los garífunas, sin constituir una nación propiamente, están divididos entre Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

A pesar del proceso de extinción y genocidio a que han sido sometidos, el programa de la revolución socialista en Centroamérica debe reivindicar la restitución de las naciones indígenas, defender su cultura, idiomas, formas de gobierno, etc. Debemos terminar con la división territorial que hicieron los gobiernos liberales del siglo XIX, cuyo principal objetivo era apropiarse de los territorios indígenas y disolver su población en el mestizaje.

Si la Federación Centroamericana no se hubiera disuelto, probablemente otra seria la historia de la nación misquita. La reunificación socialista de Centroamérica deberá reconstruir los hilos rotos de la historia.


Por Rodolfo Romero

Salvador Mendieta fue un gran intelectual nicaragüense (1879-1958), fundador del Partido Unionista Centroamericano (PUCA), uno de los tantos intentos fallidos de crear una organización política para lograr la reunificación de Centroamérica, durante el siglo XX

Nació en la ciudad de Diramba, departamento de Carazo, una rica zona cafetalera en momentos del boom cafetalero de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su familia era de clase media, ricos comerciantes que pudieron dotar a sus hijos de buena educación, en un país de analfabetas. Eran parte de la elite. Las familias pudientes, casi siempre, enviaban a sus hijos a estudiar al extranjero. Al regresar graduados, eran los nuevos profesionales y la nueva clase media, ligados al liberalismo.

En 1892 el joven Salvador Mendieta fue a terminar la secundaria en el Instituto Nacional de Varones en Guatemala. Dos años después, creo el primer grupo estudiantil unionista. Después de la disolución de la República Federal de Centroamérica en (1838-1840), el unionismo persistió y tuvo diferentes momentos de desarrollo. Mendieta fue expulsado del Instituto por orden del general José María Reina Barrios (1892-1898), obligándolo a continuar sus estudios en El Salvador donde fundo una nueva agrupación unionista denominada Minerva. En 1897, Mendieta regresó a Guatemala e ingreso a la facultad de derecho de la Universidad San Carlos (USAC), donde fundo un nuevo grupo unionista denominado El Derecho que fue el núcleo central de construcción del PUCA.

El gobierno de Manuel Estrada Cabrera encarceló y expulsó a Mendieta, por ser el centro de la agitación estudiantil. Mendieta se terminó graduando de abogado en la Universidad Central de Honduras, en 1902. La proliferación del unionismo centroamericano encontró un terreno fértil en la intelectualidad que se había formado con el boom cafetalero.

Ese mismo año, Mendieta regresó a Nicaragua donde fundó el Diario Centroamericano. Fue encarcelado por el gobierno de José Santos Zelaya por participar en la conspiración contra los gobiernos de Estrada Cabrera en Guatemala y Terencio Sierra en Honduras.

Una vez excarcelado, viajó a El Salvador a solicitar vanamente el apoyo del general Tomas Regalado (1898-1906). En 1906 viajo a Honduras donde, con el apoyo del presidente Miguel Dávila (1906-1911) fue nombrado magistrado de la Corte de Apelaciones de Santa Bárbara de Copán. Por sus actividades unionistas, fue expulsado de Honduras hacia Nicaragua, donde fue nuevamente encarcelado.

En 1909 Zelaya fue derrocada y le sucedió el gobierno de José Madriz (1909-1910). Mendieta ocupo el alto cargo de secretario de la Presidencia. En 1912, dirigió el diario El Independiente, y organiza la primera Convención Nacional del PUCA. El gobierno cipayo de Adolfo Díaz lo encarceló, por organizar protestas contra la intervención militar norteamericana. El PUCA era baluarte de la defensa de la soberanía centroamericana.

En 1921, el gobierno pro unionista de Carlos Herrera (1920-1921), de Guatemala, nombró a Mendieta como su representante diplomático. Mendieta propuso a la Asamblea nacional constituyente reunida en ocasión del 100 aniversario de la independencia, una propuesta dirigida al Gobierno de Estados Unidos en apoyo a la unión centroamericana, lo que causó una ola de disconformidad y desprestigio que afectó seriamente su persona y tuvo efectos nefastos para el desarrollo del PUCA, el cual entró en crisis. El PUCA se fragmentó y surgieron varios partidos unionistas de carácter nacional, que participaban de la política local en los distintos Estados en el istmo, disolviéndose en los hechos como proyecto centroamericanista

En 1922, Mendieta se alió al Partido Liberal de Nicaragua, promoviendo la alianza de los Partidos Liberal, Progresista y el Unionismo que llevaron a la presidencia a Carlos Solórzano (1925 -1926), llegando a ocupar efímeramente la cartera de ministro de guerra.

En 1925 retomó la lucha por la reorganización del PUCA, tras el desastre de la República Tripartita, apoyándose en las logias masónicas del istmo. La masonería fue revolucionaria en los siglos XVIII y mitad del XIX, pero en el siglo XX ya estaba enquistada en las instituciones de los Estados nacionales que surgieron de la desmembración de Centroamérica, siendo reaccionaria y buscadora del statu quo. En 1940 fue nombrado rector de la Universidad Central de Nicaragua, pero fue clausurada un año después, por considerarse un foco de agitación contra el somocismo. Después de su tercera convención el PUCA no se reunió más.

Salvador Mendieta murió en la pobreza el 28 de mayo de 1958, en El Salvador, sin lograr la meta de reunificación de Centroamérica, siendo el máximo representante de la intelectualidad pequeñoburguesa centroamericanista romántica.


Salvador Mendieta dicta una Conferencia en el Colegio de Señoritas de San Salvador

 

Por Margarita Silva H.

Introducción

Salvador Mendieta fue uno de los más prominentes pensadores unionistas de Centroamérica en el siglo XX. Desde su juventud destacó por su controvertida personalidad, siempre estuvo rodeado de adeptos y detractores, y su figura ha sido tema de discusión por largo tiempo. En 1930, Juan Mendoza publicó en la ciudad de Guatemala la primera biografía de Mendieta, donde manifestaba duros juicios contra el abogado unionista.1 Desde entonces, se han escrito varios libros, decenas de artículos y numerosos editoriales que analizan la lucha del líder nicaragüense en pro de la unión regional y su participación en el Partido Unionista Centroamericano (PUCA).2

En las siguientes páginas, me interesa realizar un estudio de historia intelectual siguiendo la trayectoria vital de Mendieta.3 De s mano, intento penetrar en la vida académica de los institutos de formación media y en el mundo universitario de su época, con el propósito de dilucidar los principios de esta propuesta política y evidenciar la participación de los estudiantes en el movimiento unionista centroamericano de fines del siglo XIX y principios del XX. En la primera parte del estudio, presento una biografía de Mendieta para dar conocer su accionar político. Posteriormente, analizo la propuesta unionista entendida como un fruto colectivo resultado de la discusión conjunta de Mendieta y sus partidarios.

El estudio se fundamenta en documentación histórica disponible en la Biblioteca Manuel Gallardo -de Santa Tecla, El Salvador, la Biblioteca del Instituto Mora -de México- en información contenida en biografías precedentes, en materiales documentales del Instituto de Historia de Nicaragua y en las Bibliotecas Nacionales de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

1.- Diriamba, los primeros años

En la ciudad de Diriamba, Departamento de Carazo, ubicada a 35 kilómetros de Managua, capital de Nicaragua, nació Salvador Mendieta -el 24 de marzo de 1879-, en el seno de una familia de pequeños comerciantes conformada por Alejandro Mendieta Valverde y María de Jesús Cascante Gutiérrez, quienes fueron partícipes del progreso económico y de la modernización cultural generada por el cultivo del café en esa región a fines del siglo XIX.

En Nicaragua, el cultivo del café se introdujo tardíamente en comparación con Guatemala, El Salvador y Costa Rica, donde la actividad se inició en los albores del siglo XIX.4 En 1837, el Gobierno nicaragüense impulsó el cultivo del llamado grano de oro mediante políticas protecciones. El café, al igual que en otras regiones del istmo, dinamizó el desarrollo económico, social y urbano de la zona conocida como la Meseta de los Pueblos y en particular de Diriamba. En esa ciudad la actividad cafetalera dio paso al surgimiento de un sector de pequeños propietarios de fincas de café, quienes vendían sus cosechas a propietarios mayores, poseedores de los beneficios de procesamiento del grano, como por ejemplo las familias Baltodano, González, Rappaccioli, Lacayo, Chamorro, Gutiérrez, Alemán y Briceño.5

El emergente sector cafetalero impulsó el desarrollo de Diriamba al mejor estilo de las ciudades europeas. La construcción de teatros, parques, hoteles, museos, escuelas, iglesias, torres y mercados transformaron el paisaje y fueron configurando un incipiente espacio urbano. En 1888, el alcalde José Esteban González Parrales instaló la iluminación pública de gas y construyó el camino hasta la estación del tren, mejoró las calles y llevó el primer automóvil a la ciudad. Más tarde su hijo, el ingeniero Carlos González García, fundó la compañía Eléctrica de Carazo abastecida por un sistema hidroeléctrico. Los cafetaleros Crisanto Briceño y Buenaventura Rappaccioli fundaron el club social de Diriamban en 1890 y el doctor Moisés Baltodano instaló el sistema de abastecimiento de agua potable.6 7 Además, en la ciudad había un desarrollo comercial importante constituido por negocios de pequeña y gran escala, entre los cuales figuraba el almacén de víveres de los Mendieta, en el centro de la ciudad. En relación con estos cambios, Salvador escribió: ¡Bienaventurado fruto! ¡Cuánto más has reformado tú en poco tiempo que nuestros patrióticos reformadores durante los años larguísimos en que para hacernos mejores nos desollaron vivos!7

La configuración de un nuevo entorno y la introducción de novedosos servicios transformarían la vida cotidiana de los habitantes del centro de Diriamba, quienes contarían con la posibilidad de adquirir productos novedosos, desarrollar nuevas formas de diversión y espacios públicos para socializar y conformar redes sociales más amplias. Además, para ese entonces, el paso de inmigrantes y la contratación de maestros extranjeros enriquecieron el ambiente cultural e influirían positivamente en el desarrollo educativo de las personas en las nacientes ciudades del istmo.

En ese mundo urbano efervescente de actividades y de intercambios culturales, creció Salvador Mendieta hasta alcanzar la edad escolar. La favorable condición económica de su familia le posibilitó iniciar sus estudios guiado por profesores privados y cursar los estudios primarios en el reconocido Instituto Nacional de Oriente en la ciudad de Granada.8 En ese centro de estudios fue alumno del abogado del conservadurismo José María Borges y de José María Izaguirre -pedagogo cubano, compañero de Céspedes y amigo de José Martí-, quien había emigrado a Nicaragua luego del fracaso del Zajón en Cuba.9

2.- La formación académica y el encuentro con Centroamérica

En 1892, Mendieta fue enviado a continuar sus estudios al Instituto Nacional de Varones en la ciudad de Guatemala como alumno externo. A partir de entonces, se integró a la comunidad estudiantil de los institutos de educación media formada por jóvenes oriundos de distintas partes del istmo, quienes mediante el diálogo y la convivencia diaria adquirirían conocimientos de las realidades políticas de los países vecinos y una percepción ístmica de Centroamérica como totalidad histórica.10 Por lo común, las discusiones conllevaban a la formación de asociaciones estudiantiles dedicadas al análisis de la realidad centroamericana y a la búsqueda y planteamiento de opciones políticas alternativas.

En el Instituto de Varones de Guatemala, por ejemplo, Medienta lideró en 1894 la formación de la primera sociedad estudiantil unionista.11 En esa tarea contó con la colaboración de sus compañeros de estudios Manuel Herrarte, de Barbarena; Antonio Leiva, de Quezaltenango; Adrián Zapata, de Zacapa; y Lorenzo Zelaya, de Juticalpa.12 La sociedad tuvo una existencia efímera, pues en julio de ese año se clausuró cuando Mendieta fue expulsado del Instituto por orden del general José María Reina Barrios (1892-1898) junto a sus compañeros por promover un movimiento contra el director.13 Años más tarde, sobre esta experiencia dice Mendieta:

En Guatemala seguí y concluí las normas intelectuales de la primaria, inicié la secundaria y la continué hasta el tercer curso. En ese Instituto se manifestó mi vocación unionista y mi rebeldía.14

Meses después ingresó al Instituto de San Salvador para concluir los estudios secundarios. El Instituto era dirigido por Gustavo Radlach y el doctor José Emilio Alcaide.15 Este último, señala Mendieta, tuvo gran influencia en su adolescencia.16 En ese centro educativo, formó una nueva sociedad estudiantil unionista semejante a la de Guatemala y denominada Minerva, donde participaron sus compañeros Nicasio Morales, Pedro Joaquín Meléndez, Salvador Calderón y Victoriano Ayala, vecinos de San Salvador. Macario Cabezas, de Rivas, Nicaragua, y Manuel Araujo, de Tejutepeque, El Salvador.17 Esta era una sociedad unionista científico-literaria de promoción de la lectura y el estudio de los intentos de la unidad regional.18 La sociedad se mantuvo activa hasta 1896, cuando Mendieta concluyó sus estudios de bachillerato con la presentación de la tesis Las constituyentes y la Constitución Federal de 1824, monografía polémica que circuló impresa por la región.19

A fines de 1897, Mendieta regresó a Guatemala para iniciar sus estudios universitarios. Para entonces, relata, en Guatemala se vivía una situación de instabilidad política: acababan de pasar las revoluciones de Oriente y Occidente y había una aguda crisis económica y bajos precios del café.20 Además, la Universidad se encontraba cerrada y Mendieta planeó estudiar en México.21 Sin embargo, el 8 de febrero de 1898, murió asesinado José María Reina Barrios y ascendió al poder Manuel Estrada Cabrera (1898-1920), quien decretó la apertura de los establecimientos públicos de enseñanza, alegando que la instrucción es la base de las instituciones liberales y la causa del engrandecimiento de las naciones.22 Mendieta canceló su viaje a México e ingresó a la Facultad de Derecho y Notariado de la Universidad de San Carlos de Guatemala.23

En la Universidad, siendo estudiante del segundo año de leyes, fundó junto con otros compañeros -el 18 de junio de 1899- la sociedad estudiantil El Derecho con la participación de un grupo de estudiantes de leyes, ingeniería y de medicina.24 Según Mendieta, la lectura del Libro del Hombre del Bien, de Benjamín Franklin, fue la fuente de inspiración para la creación de la sociedad El Derecho. 25 En ese texto Franklin describe un plan para el desarrollo moral propio y para el fomento de sociedades de jóvenes solteros y virtuosos dedicados al bien social.26 Los pormenores sobre la fundación de esa sociedad estudiantil, los relata Juan Mendoza en su obra biográfica:

En Guatemala, Salvador tomó participación activa en la fundación de la sociedad El Derecho, compuesta de los estudiantes que aspirábamos a la intrincada carrera de Licurgos y que orillando las separaciones fronterizas, hacíamos propaganda de acercamiento centroamericano. Le gustaba mucho discutir y hablaba hasta por los codos, lo que, sí bien reveló una fluidez de expresión desbordante (...) Chispiante, vivaracho y de fácil palabra, no tardó en captarse las simpatías del gremio. Se le tributaron elogios y se le colmó de favores, estímulos poderosos, eficientes, que obraron el milagro de encarnar en Salvador cualidades sugestivas no comunes, un temple de ánimo superior para dominar en los primeros momentos la atención de las masas, conquistándose ascendientes y rodeándose de las auras populares que son las puertas de entrada para el que aspira a los atractivos de la vida pública.27

La Sociedad El Derecho se dio a conocer públicamente el 15 de septiembre de 1899, cuando algunos de sus miembros fueron invitados por el alcalde de la ciudad de Guatemala a participar en los actos de celebración de la independencia de Centroamérica, que tendrían lugar en la Escuela de Leyes.28 La celebración fue aprovechada por los asociados para exponer su programa ideológico y expresar su oposición a los gobiernos del istmo. El discurso inaugural fue pronunciado por el catedrático Manuel Valle, profesor de oratoria forense, muy querido y respetado por los estudiantes.29 30 Como vocero de los alumnos de los primeros años disertó Salvador Mendieta y, como portavoz de los años superiores, José Antonio Villacorta. En ese momento, afirma Mendieta, arrancó la reacción estudiantil contra la Centroamérica feudalista que preparaba a sus estudiantes para el servilismo político.30

En su discurso inaugural, Mendieta señaló los objetivos de la sociedad. En su conjunto, eran una serie de aspiraciones que pretendían la habilitación de los estudiantes como agentes de cambio social y su organización como fuerza política opositora. Entre sus objetivos estaban los siguientes: 1) reunir a los estudiantes universitarios del istmo en torno al ideal de la unión, 2) estrechar los vínculos sociales y fomentar el intercambio académico entre la juventud pensante del istmo, 3) promover la fundación de sociedades estudiantiles similares a la establecida en Guatemala y 4) organizar los estudiantes para entablar la lucha de los que piensan contra los que oprimen.31

El Derecho fue una sociedad de oposición a los gobiernos, realizó graves denuncias de abuso del poder y organizó varias protestas contra el dictador. En consecuencia, un año después de la fundación de la sociedad, Manuel Estrada Cabrera encarceló y luego expulsó del país a Mendieta y a sus compañeros porque se sentía amenazado por las actividades de los estudiantes contra su régimen.32 33 Al salir de Guatemala, Salvador Mendieta ingresó a la Universidad Central de Honduras, donde el 15 de febrero de 1902 se recibió de abogado con la tesis titulada Organización del Poder Ejecutivo de la República de Centro América,33 En relación con las experiencias unionistas en este país, Mendieta rememora:

En Honduras, fundé sociedades unionistas, agité fuertemente la opinión estudiantil y acabé por conocer a todo el mundo. Me recibí año y medio después de mi llegada, y no sufrí ningún vejamen del Gobierno.34

Las actividades políticas de Mendieta y sus compañeros de estudio muestran la actividad política de una joven intelectualidad unionista en los institutos de educación media y en las universidades de la región en los albores del siglo XX. En principio, se trató de un grupo de jóvenes residentes de centros urbanos, unidos por fuertes lazos de amistad e intereses compartidos, estudiosos de las realidades regionales, disconformes con las situaciones políticas imperantes y creyentes de la unión regional como proyecto político alternativo. Además, consideraban que su condición de intelectuales los capacitaba para emprender el cambio y relevar a la vieja generación de políticos en el poder.

3.- El ejercicio profesional y la participación en la vida política

En marzo de 1902, Salvador Mendieta regresó a Nicaragua, donde ejerció la abogacía y estableció otras sociedades unionistas.35 Además, fundó el Diario Centroamericano, fue director del Semanario Nacional y del Colegio de Diriamba y colaboró con otros compañeros en campañas en pro de la unión política centroamericana.36 En diciembre del mismo año, emigrados guatemaltecos lo invitan al Puerto de Amapala, Honduras, para participar con el general Manuel Bonilla en la unificación de dos revoluciones.37 Una contra Estrada Cabrera, encabezada por José León Castillo, y otra contra Terencio Sierra, dirigida por el propio Manuel Bonilla.38 Sin embargo, al solicitar su pasaporte en la cancillería nicaragüense fue enviado a la Penitenciaría Nacional de Managua. Dos meses después, fue liberado y obligado a permanecer en Diriamba. Confinado en esa ciudad, ejerció su profesión, impartió lecciones de historia, fundó el Partido Unionista Centroamericano (PUCA) y escribió su primer libro -Páginas de unión-, con el cual se iniciaría el planteamiento de una innovadora propuesta política en busca del restablecimiento de la unión centroamericana, que analizaremos en detalle más adelante.

En 1905, en Costa Rica -señala Warren H. Worry- Mendieta inicia su amistad con pensadores como Roberto Brenes Mesén, escritores como Carlos Gagini y Joaquín García Monge, políticos como Máximo Fernández, Bernardo Soto, Cleto González Víquez y Julio Acosta.39 Además, publica en la Imprenta Alsina su segundo libro, La nacionalidad y el Partido Unionista Centroamericano, donde estudia y enuncia la sustitución de las nacionalidades estatales por una sola nacionalidad centroamericana.40

No obstante, la poca acogida de su movimiento lo obligó a trasladarse a El Salvador, donde gobernaba el general Tomás Regalado (1898-1906), a quien solicitó ayuda para su labor unionista. Durante su estadía en El Salvador, Mendieta se dedicó al periodismo y dirigió del Diario El Salvador, propiedad de Ramón Mayorga Rivas.41 Además, se desempeño como profesor en la Universidad y en institutos de educación media.42 Después de la muerte de Regalado partió a Honduras.

En 1906, en Honduras, con apoyo del presidente Miguel Dávila (19061911) y de su amigo Carlos Alberto Uclés, fue nombrado magistrado de la Corte de Apelaciones de Santa Bárbara de Copán. Un mes después renuncia para dedicarse al periodismo y a sus labores profesionales.43 Sin embargo, por sus actividades unionistas y antidictatoriales, en 1908, entra en conflicto con el presidente Dávila, quien lo expulsa a Nicaragua.44 En Puerto Corinto, fue recibido por las autoridades nicaragüenses, quienes lo encarcelaron en la Penitenciaría de Managua y luego, ya en libertad, fue constantemente espiado y

Durante la efímera administración de José Madriz (1909-1910) en Nicaragua, Mendieta se desempeñó como secretario de la Presidencia.46 En ese año fue enviado en misión diplomática a Costa Rica para promover la unión de Centroamérica. De regreso en Nicaragua, ya concluido el gobierno de Madriz, se dedica a su profesión y a sus labores unionistas. En 1912, dirige el diario El independiente, redacta el Semanario Nacional, promueve la primera Convención Nacional del Partido Unionista Centroamericano y publica varios trabajos: El Partido Unionista Centroamericano, Cómo estamos y qué debemos hacer y una serie de relatos con el título Cuentos caciquistas centroamericanos. De este libro, señala su comentarista Carlos Wyld Ospina:

En su conjunto, pero especialmente en algunos de sus cuentos, desnudan sin piedad a nuestros caciques. Tal vez se exceda en algo, al juzgar a estos hombres; pero la necesidad de arrancar del pueblo la mentira histórica y la falacia política que lo explota como a un borrego indefenso, disculpa y aún hace buena la demasía en el juicio y en el lenguaje.47

Después de la caída de Madriz, en el gobierno de Adolfo Díaz (19101912), Mendieta y su grupo de seguidores fueron constantemente perseguidos debido a sus enérgicas protestas contra el Gobierno y la intervención estadounidense.48 En 1913, Mendieta, como director del periódico La Tribuna, enfrentó la censura y el cierre de su medio. Luego, fue culpado de conspirar contra el Gobierno y puesto en prisión por siete meses en la Penitenciaría de Managua (de octubre de 1913 a mayo de 1914) y 33 días más en la cárcel de la ciudad de Jinotepe (del 14 de agosto a 17 de septiembre de 1914).49 Ambas prisiones tuvieron desastrosos efectos sobre su patrimonio y sobre el devenir del Partido Unionista Centroamericano, que estuvo a punto de colapsar.50

Luego de abandonar la prisión, Mendieta y un grupo de correligionarios realizan esfuerzos para impedir la desaparición del PUCA. Fundan la Cátedra de Estudios de Centroamérica y promueven la transformación del partido en un frente de defensa de la soberanía centroamericana. Por iniciativa propia, Mendieta inicia una serie de pactos y alianzas con los partidos políticos existentes que generarían graves divisiones en las filas unionistas.

Un año después, en 1916, edita en Managua El tratado de Educación Cívica Centroamericana, en los talleres de El Progreso, propiedad de su amigo y correligionario Sofonías Salvatierra. Este texto fue distinguido por la Oficina Internacional Centroamericana con el primer lugar del concurso convocado para la producción de un libro sobre la materia.51

Para ese entonces, el Gobierno de Honduras promueve la unión del istmo. La iniciativa recibe el apoyo del resto de los gobernantes del área y se crea un ambiente muy prometedor para la unión. En 1921, a raíz de la nueva tentativa, se reunió en Tegucigalpa, Honduras, una asamblea nacional constituyente. En esa ocasión, el gobierno pro unionista de Carlos Herrera (1920-1921), de Guatemala, nombró a Mendieta como su representante. En esta asamblea, su aprobación a una propuesta dirigida al Gobierno estadounidense en apoyo a la unión centroamericana causó una ola de disconformidad y desprestigio que afectó seriamente su persona y tuvo efectos nefastos para el desarrollo del Partido Unionista Centroamericano. Para entonces, el PUCA se fragmentó y surgieron varios partidos unionistas de carácter nacional, que participaban de la política local en los distintos Estados en el istmo.

En consecuencia, en 1922, Mendieta, sin abandonar su posición unionista, participa en la política local nicaragüense, al lado del Partido Liberal.52 En ese año promueve la coalición de los Partidos Liberal, Progresista y el Unionismo para llevar a la presidencia a Carlos Solórzano (1925 -1926). Una vez en el poder, Solórzano le encomendó la cartera de Guerra.53 Sin embargo, un incidente ocurrido ocho días después de su nombramiento lo impulso a separarse del Gobierno y a retomar sus trabajos unionistas.54 En marzo de 1925, emprendió la lucha de reorganización del partido, tras el desastre de la República Tripartita. Con ese fin, fue a San Salvador; impulsó la política de Transacción en Nicaragua y visitó Guatemala.55 Sin embargo, ninguno de sus esfuerzos tuvo resultados favorables, el PUCA como partido político ístmico había tocado fin.

No obstante, su figura como líder unionista había tomado dimensiones continentales. En 1926, fue invitado por el Gobierno de Panamá a participar en el Congreso Bolivariano. En Panamá, no asistió a las sesiones del Congreso pues su estado de salud lo obligó a hospitalizarse. Sin embargo, envió una exposición, la contestación a la encuesta del Durry College y dictó conferencias y se entrevistó con numerosas personalidades.56 Tiempo después, en 1948, fue invitado por el Gobierno de Brasil para dictar conferencias sobre el problema unionista centroamericano.57 También impartió conferencias en Ecuador y en algunas universidades estadounidenses en Washington D. C., Nueva York, Nueva Jersey, Illinois y California.58

Durante la administración del doctor Juan Bautista Sacasa (1933-1934), Mendieta se desempeñó como inspector general de Instrucción Pública y profesor de Historia de Centroamérica en el Instituto Ramírez Goyenaga, y de Derecho Constitucional y Administrativo de la Escuela de Derecho de Managua.59 En esa época edita El problema unionista de Centro América y los gobiernos locales, en Quetzaltenango, Guatemala, donde además había logrado establecer fuerte nexos con las logias masónicas de ese lugar y ser punto de contacto entre esta y la logia El Progreso N° 1 de Managua y de Tegucigalpa. Incluso, en 1934, Mendieta fue distinguido con el nombramiento de Garante de Amistad por la logia Benito Juárez N° 24, constituida legalmente en Guadalajara, Jalisco, bajo la jurisdicción de la Gran Logia Occidental Mexicana; evidencia de las redes sociales existentes entre los miembros de tales organizaciones.60

En el transcurso de 1938 a 1940 Salvador Mendieta formó parte de la Comisión Legislativa de Nicaragua y al ser creada la Universidad Central de Nicaragua, por el Gobierno de Anastasio Somoza García (1937-1957), fue designado rector de esa casa de estudios.61 En ese cargo permaneció un año; poco después la universidad fue clausurada por considerarse foco de intranquilidad. En su separación de la rectoría medió la oposición del gobierno de Somoza y de Jorge Ubico, de Guatemala, a los esfuerzos de Mendieta para reunir la cuarta convención nacional del Partido Unionista Centroamericano, luego de más de 22 años de realizada la Tercera Convención Nacional del PUCA.62

En 1945, el líder unionista enfermó gravemente y se trasladó a una clínica en Nueva Orleans, Estados Unidos. De regreso en Centroamérica, los constantes desacuerdos con el gobierno de Anastasio Somoza, convencieron a Mendieta de abandonar Nicaragua y de radicarse en El Salvador. En este país, multiplicó sus actividades en el Ateneo de El Salvador y en otras sociedades fuera de ese país.63 Mendieta también fue miembro de la Sociedad Colombina de La Habana, Cuba, del Instituto Morazánico de Honduras y de la Sociedad de Geografía de Nicaragua.64 Su última obra, Mi Jornada de Trabajo, se publicó el 25 de marzo de 1957.65

El excesivo trabajo desmejoró la salud del líder unionista, quien falleció en 28 de mayo de 1958 en la ciudad de San Salvador. En el Testamento Político manifestó su profunda decepción por el fracaso propio, que para él significaba la permanencia de la división del istmo en cinco repúblicas.

Morirme sin realizar la unión de Centro América es haber vivido sin objeto; y en tal caso me parece que no dejo ninguna herencia.

Es como haber vivido, tal vez peor que eso: planear la construcción de un edificio, decir que se construirá, tener profunda fe en ello, dedicarse por entero a esa labor, creer que se abren zanjas para enterrar los cimientos, creer que se están echando éstos, que se levantan paredes, que se acumulan los materiales, y que se conseguirán los que faltan, y que se verá erguida, sólida y bella la vasta fábrica; y acostarse una noche creyendo todo eso para despertar a la mañana siguiente (...) advirtiendo hasta entonces que se ha cabalgado en Clavileño, que no se ha hecho nada, y que los bellacos de la Casa del Duque se han reído a nuestra costa. Digo por esto que morirme yo sin haber realizado la Unión es peor, mucho peor que si no hubiera nacido.66

4.- La formulación de la propuesta intelectual unionista

Como se dijo anteriormente, la enunciación de la propuesta estudiantil unionista inició con el libro Páginas de Unión, publicado en 1903 por la Imprenta Gurdián, en León Nicaragua. La obra es un texto de denuncia contra las tiranías y de protesta por la expansión estadounidense en la región, que enardeció aún más al tirano y aumentó la represión contra el movimiento. En consecuencia, las ideas que conformaría el ideario unionista fueron elaboradas en su mayoría en condiciones de exilio y de exclusión política y dadas a conocer mediante un sinnúmero de folletos, publicaciones periódicas y conferencias, reproducidas principalmente en talleres tipográficos clandestinos, propiedad de allegados y seguidores de las ideas unionistas.67 Por tanto, en la conformación de este ideario, fue indispensable la participación solidaria de estudiantes universitarios y jóvenes profesionales en la producción, la difusión y la expansión del ideario en el istmo. Incluso, dentro del planteamiento de la propuesta, es posible reconocer a líderes del movimiento especializados en determinados temas; como por ejemplo Moisés Armijo, quien se abocó al análisis de la participación política de la mujer, o Sofonías Salvatierra, interesado en temas obreros.68

Para los propósitos del presente ensayo, nos enfocaremos en el análisis del texto La enfermedad de Centro América, considerado la obra monumental de Mendieta debido a lo extenso del estudio -de más de 1.500 páginas-, al minucioso análisis de la realidad centroamericana, pero, sobre todo, a su publicación en la prestigiosa Tipografía Maucci de Barcelona, España.69 Con este trabajo, Mendieta pasó a formar parte del selecto grupo de intelectuales centroamericanos que lograrían dar a conocer sus obras en el Viejo Continente.

4.a La enfermedad de Centro América: los síntomas, el diagnóstico y la terapéutica.

La Enfermedad de Centro América es una serie conformada por tres tomos: el primero, referente al sujeto de estudio y a los síntomas de su dolencia; el segundo, a los orígenes y diagnóstico, y el tercero, a la terapéutica. Los tres tomos fueron escritos durante un periodo de aproximadamente 22 años debido a las continuas interrupciones causadas por la actividad política del autor, los destierros, las prisiones y la escritura de otros textos. El primer tomo se escribió entre 1905 y 1907 y fue publicado por primera vez en 1912; la redacción del segundo tomo inició en enero de 1915 y concluyó en diciembre de 1919. Sin embargo, el fracaso del intento de unión conocido como la República Tripartita desvió la atención de autor y retrasó la publicación. En 1922, Mendieta reanuda el proceso de redacción con Terapéutica; al mismo tiempo, escribe dos tomos titulados Alrededor del problema unionista de Centro-América, que sumados a la triada conformaría la serie de cinco volúmenes publicados en 1934 por la tipografía Maucci.70

La enfermedad de Centro América fue definida por su autor como el manifiesto de la ideología unionista y como un texto de regeneración social y política de la región.71 El título, enfoque y preocupaciones inscriben la obra en el contexto de la corriente ensayista latinoamericana inspirada en el positivismo y el darwinismo social spenceriano presente en un amplio número de obras precedentes, entre las cuales podemos citar El triste provenir de las naciones hispanoamericana, del mexicano Francisco Bulnes (1899); Continente enfermo, del venezolano César Zumeta (1899); Pueblo enfermo, del boliviano Alcides Arguedas; Manual de Patología Política, del argentino Agustín Álvarez (1899); Enfermedades Sociales, de Manuel Ugarte (1905); el libro del sociólogo e historiador brasileño Mantel Bomfim, A America Latina: Males de Origen, y Nuestra América: Ensayo de Psicología Social, del argentino Carlos Octavio Bunge (1903).72

No obstante, en términos metodológicos, La enfermedad de Centroamérica se inspira en el naturalismo de Émile Zola (1840-1902) y concretamente, tal y como lo señala Mendieta, en la obra Le Docteur Pascal (1893), vigésima novela de la serie Los Rougon-Macquart, historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio (1852-1871). En efecto, en las primeras páginas, Mendieta advierte que realizará el estudio de las condiciones sociales y políticas desde el punto de vista del observador, siguiendo los procedimientos del doctor Pascual, de Zola, quien dice: estudia sin pasión y ve el proceso de las leyes naturales en una familia no preocupándose si no por acumular hechos, inducir las causas que los produjeron y deducir las consecuencias que a su vez producirá. De paso, agrega, si el paciente gusta de aliviar los males indica el procedimiento que habrá de seguirse, para disminuir la intensidad del mal y curarlo radicalmente. 73

En la concepción naturalista de Émile Zola, la creación literaria es un experimento científico, centrado en descubrir la realidad de modo totalmente objetivo mediante la aplicación de los nuevos métodos positivos, el análisis empírico y los principios de la herencia genética y del medio social.74 De acuerdo con Zola, el escritor debe comportarse como si fuera un médico y aplicar el método experimental como si los personajes fueran pacientes, de manera que los escritos sean el resultado de la observación de su comportamiento y de la experimentación de las causas que provocan sus diferentes actuaciones. Como veremos a continuación, esta posición fue asumida por Mendieta y adoptada como cimiento de la propuesta política unionista.

El primer tomo es una crítica mordaz y sistemática al sistema social y político de Centroamérica realizada mediante una descripción caótica del mundo social y político de la región y fundamentada en el concepto de enfermedad social desarrollado por Émile Zola en la saga de Los Rougon-Macquart, donde analiza las intrincadas conexiones que existen entre la enfermedad, el desarrollo de una ambición asociada al ansia de poder y la influencia del medio social. De forma similar, Mendieta pretende mostrar que el pueblo centroamericano está enfermo como resultado de la combinación de factores culturales, alimentarios y del medio ambiente que conllevan a la degeneración moral y a conductas promotoras de la dominación y el ejercicio autoritario del poder. En relación con el campesino, por ejemplo, afirma:

Hijo de una sociedad modelada por la intransigencia católica no gusta de discusiones bajo ningún concepto y busca siempre la autoridad de la palabra dicha por el cura para que le sirva de guía a sus pensamientos... Respeta a las autoridades más que a Dios y no se escandaliza por los atentados o robos de los mismos, convencidos de que no hay remedio posible y que debe aguantar con la misma estoica resignación que un terremoto o la crecida de un río. 75

En su estructura, el tomo también evidencia con suma claridad la influencia de Herber Spencer y su metáfora organicista, especialmente en la perspectiva que posee el autor del orden social como un todo orgánico en el que las partes y componentes están interrelacionados, de suerte que la resultante de esa interacción explica la existencia de cada componente y la propia del sistema social; la noción de función que señala el papel que desempeña objetivamente cada institución o fenómeno para mantener y perpetuar la entidad mayor en la que está inmersa De esta manera, luego de analizar la sociedad centroamericana, Mendieta concluye que todas y cada de esas partes padecen dolencias que paralizan a la sociedad y la condenan al retraso, la violencia y el abuso del poder. En resumen, afirma que Centroamérica no existe como Estado y por consiguiente quien desee convertir a las cinco repúblicas de ópera bufa en una república de verdad tiene que ponerse a la tarea de crear lo que no existe. 76

Otro concepto central presente en el primer volumen es clase social, entendido como un determinismo que define las oportunidades de los individuos e incluye tanto los factores económicos como las maneras de comportarse, los gustos, el lenguaje, las opiniones e incluso las creencias éticas y religiosas. De este modo, Mendieta describe al sujeto de estudio como un conglomerado de clases sociales compuesto por los campesinos pobres, acomodados y los ricos, el artesano oficial y el maestro de taller, la servidumbre, los militares y los caciques políticos. A estos suma una clase diferente conformada por los estudiantes, los universitarios formados en Centroamérica y los jóvenes profesionales, quienes son -desde su punto de vista- los más aptos para garantizar el futuro de la región.

Finalmente, el texto incluye el análisis de diversas instituciones sociales; entre ellas, la escuela primaria, el comercio, el cuartel, los partidos políticos, el municipio, el gobierno departamental, las cortes de justicia y los presidentes. Todas ellas concebidas como componentes funcionales que reproducen la dominación de los tiranos denominados por el autor caciques, concepto acuñado por el regeneracionismo hispano, con el cual se aludía al ejercicio autoritario del poder y que Mendieta caracterizó de la siguiente manera:

Dedúzcase, pues, cuál será la administración de los cacicatos: nada de ciencia de gobierno, de planes administrativos, de combinaciones financieras con base científica. Se vive al día; se tiene en toda su magnitud la imprevisión de los pueblos salvajes o atrasados. Así se dictan las leyes, así se derogan; así se adopta un sistema, así se abandona. Agréguese a esto el desconocimiento geográfico, étnico y estadístico del país, la falta seria y sólida de formación de las clases directoras, y se tendrá un juicio vago de nuestra caótica administración y de los males que ella causa a las generaciones de hoy y a las de mañana. 77

En el segundo tomo, Mendieta diagnóstica la enfermedad de Centroamérica como un caso profundo y crónico de abulia colectiva. La abulia -afirma- es un estado de ánimo que se caracteriza por la falta de anhelos, por el deseo de no hacer, por la incapacidad de tomar resoluciones... Tal estado implica necesariamente una profunda depresión de los centros nerviosos de la colectividad o del individuo que lo padece7 Finalmente, asegura que, tanto en los pueblos como en los individuos, la abulia es curable si a tiempo y de modo apropiado se reacciona contra ella y se combate metódicamente.

Según el diagnóstico, las causas de la enfermedad eran diversas y se agrupaban en cuatro factores: la influencia étnica, la influencia del medio ambiente, el desarrollo institucional y la influencia de los acontecimientos históricos posteriores a la emancipación. A diferencia de otros autores de su época, Mendieta analiza cada factor mediante un balance en el cual reconoce tanto los aspectos negativos como las buenas cualidades presentes en las razas (indios, negros, españoles), el medio físico y los acontecimientos históricos. Por ejemplo, en cuanto a las razas señala, el amor a la verdad, el valor moral, la justicia, la lealtad, no eran virtudes predominantes en los indios; pero tampoco eran debidamente cultivadas por la masa española que vino a las Indias. Respecto a las instituciones coloniales, su posición era más tajante y las consideraba el origen del desorden político imperante en la región:

En el proceso de formación del estúpido, imprevisor y enervante caciquismo centroamericano aparecen los gobernadores e intendentes coloniales como las manifestaciones larvadas que le han dado origen.19

Además, Mendieta afirmó que todas las causas de la enfermedad afectaban negativamente el carácter del centroamericano y producían el retraso y la dominación. Este argumento fue tomado del libro El Carácter, del literato escosés Samuel Smiles (1815-1904), quien sostuvo que la tristeza y el desánimo eran factores contrarios al progreso, aniquiladores del organismo y del trabajo. Smiles, partícipe del pensamiento de la autosuperación, escribió una saga de tres libros -El Carácter, El Deber y El Ahorro- que propiciaban valores éticos y normas culturales acordes con los principios liberales como la disciplina del trabajo, la libertad individual, el respeto a la ley, el ahorro y el deber. Estos principios vendrían a ser considerados la cura de los vicios sociales presentes en la sociedad y las instituciones centroamericanas.

Por último, el tercer tomo, Terapéutica, manifiesta la presencia de planteamientos teosóficos regeneracionistas como parte de los fundamentos de la propuesta política unionista. Así, pues, la educación, la higiene, la cultura cívica y la eugenesia se propusieron como los caminos de la regeneración de la sociedad centroamericana.79 80 No obstante, su eficacia fue limitada a la instauración de la unión regional concebida como el estado de perfección moral, política y social. En suma, las debilidades del carácter del centroamericano -pereza, falta de iniciativa, lujuria, tristeza, impresionabilidad, cobardía moral, mentira y vergüenza nacional- eran males curables en tanto se siguiera el camino hacia la perfectibilidad humana.81

En la terapéutica, la mujer ocupó un lugar central por dos razones claramente señaladas: 1) la mujer se consideró el centro del hogar y, por tanto, eje de la sociedad, 2) en Centroamérica la población femenina era más numerosa que la población de hombres.82 Sobre estos planteamientos el unionismo fomentó la expansión de la educación de la mujer dentro de los parámetros más tradicionales de la moral y la virtud y promovió su incorporación en la vida política consciente de su importancia como caudal electoral.

De esta forma, la terapéutica resulta ser una receta compleja -a veces confusa-donde la ley del progreso se une a la búsqueda continua de los supremos ideales de perfección moral, justicia, belleza, amor y solidaridad universal. Tal amalgama de corrientes filosóficas no solo da cuenta de las inconsistencias, las contradicciones y rupturas de la propuesta unionista sino también de la gran capacidad creativa de los intelectuales, quienes generaron puntos de encuentro entre pensamientos que, en principio, resultan opuestos. Así, los principios teosóficos y regeneracionistas vinieron a constituirse en los ideales de la nación centroamericana imaginada como una república cientificista, de hombres y mujeres virtuosos, bien educados, amantes de la patria, en constante evolución, poseedores de mayores cantidades de sangre caucásica y, al mismo tiempo, dueños de la vitalidad de las sangres indígena y africana.83

Conclusiones: “La República intelectual unionista centroamericana”

El proyecto político unionista propuesto por Mendieta y su grupo se constituyó, como hemos visto, mediante un conjunto de ideas y principios provenientes de diversas corrientes filosóficas que se introdujeron en la región en el contexto de la modernización cultural generada por el cultivo del café. Ciertamente, las zonas de expansión del cultivo, como Diriamba, experimentaron un importante desarrollo económico, social y cultural que transformó su paisaje rural y dio paso a la conformación de incipientes centros urbanos y el desarrollo de nuevos conglomerados sociales, entre los cuales destaca el surgimiento de una generación de jóvenes educados en las universidades del istmo, poseedores de amplios conocimientos de los países vecinos y de una percepción ístmica y regional de Centroamérica. A ello se sumó la experiencia de exilio y de persecución que alentó en Mendieta y sus compañeros la solidaridad y dio paso a un fuerte centroamericanismo, a la búsqueda de las similitudes más que a las diferencias exacerbadas por los nacionalismos de entonces y a la adopción del viejo proyecto unionista.

Si bien los jóvenes profesionales invocaron en su ideario a los caudillos clásicos de la unión -Francisco Morazán, Gerardo Barrios, Máximo Jerez y Justo Rufino Barrios- también modernizaron la propuesta unionista planteada por los militares que apostaron a la fuerza bruta, la imposición y el ejercicio autoritario del poder como medios para instaurar la unión regional. En la propuesta unionista de los intelectuales, la fuerza fue reemplazada por el saber, la improvisación sustituida por el método científico, el compadrazgo por la meritocracia y el autoritarismo por el ejercicio democrático del poder.

Desde su cientificismo, defendieron a ultranza los principios liberales de la propiedad privada, el libre comercio, la libertad de prensa y de pensamiento. También, creyeron en la educación, la ley y el orden y la eugenesia como los medios de la prosperidad de los pueblos, y alentaron las virtudes del trabajo, el ahorro, la higiene y la lucha contra los vicios. En su propuesta, el Estado era el ente encargado de velar por la educación de las masas -hombres y mujeres-, el fomento de la agricultura, la industria y el comercio, y el responsable de suscitar la inmigración como empresa colectiva para el impulso del desarrollo económico y cultural del país.84

La política se concibió, entonces, como un asunto exclusivo de los poseedores del saber y no de tiranos, quienes basaban su autoridad en el dominio y la ignorancia de los pueblos. De ahí deviene la posición antidictatorial y su hondo desprecio por los déspotas y sus formas aberrantes de gobierno: caciquismo, favoritismo, compadrazgo, persecución y exilio; contrarias a los principios proclamados en las Constituciones de los países de la región.85

La teosofía, por su parte, proveyó a los intelectuales de principios morales universales sobre los cuales propiciar la democratización de los sistemas políticos del istmo y fomentar el cultivo de las altas virtudes morales como pilares de una ciudadanía centroamericana, basada en el amor a la patria grande, la obediencia a la ley, la solidaridad cristiana y las virtudes del trabajo, el ahorro y el deber, pero sobre todo en el respeto a las jerarquías sociales y el reconocimiento de la superioridad moral de los poseedores del conocimiento. Así decían:

Serviréis a vuestra patria, eligiendo hombres doctos que enseñen a vuestros hijos, hombres sabios para gobernar vuestro pueblo, hombres de honor y responsabilidad que administren los bienes comunes, escogiendo siempre hombres de ciencia y de prudencia a quienes asociarse para vuestros negocios y aún vuestro trato.86

En el principio de solidaridad universal, el unionismo intelectual encontró asidero para imprimir dimensiones continentales a la propuesta de unión centroamericana y dotar al istmo de un glorioso destino como región depositaria de la unión latinoamericana, llamada por su posición geográfica y composición racial a ser el nexo central de los pueblos iberoamericanos y de todos los que forman la humanidad.87

A este sueño de grandeza centroamericana se unía su posición antiimperialista sustentada en la oposición de los bloques raciales hispanoamericano y sajón. No obstante, como otros intelectuales de su época, los unionistas centroamericanos fueron partícipes de un antiimperialismo romántico, en constante oscilación entre la admiración al pueblo estadounidense y la aversión hacia su gobierno y su política expansionista.

En definitiva, estos jóvenes profesionales, liderados por Salvador Mendieta, lograron elaborar una nueva propuesta política sustentada en el viejo sueño de unión regional, donde la ciencia y las corrientes filosóficas del momento fueron enlazadas de forma tal que legitimaran el poder de una nueva clase emergente, los intelectuales. La nueva propuesta no estuvo exenta de contradicciones ni de planteamientos absurdos, pero todos ellos daban vida a tres argumentos centrales: 1) la Centroamérica despótica y sumisa era un pueblo enfermo incapaz de encontrar su cura, 2) los intelectuales eran los conocedores de la pócima salvadora y los llamados a regenerar la sociedad para alcanzar su promisorio porvenir y 3) la unión regional era el estado perfecto de organización social y el restablecimiento de la República Federal Centroamericana el destino de la región. Se trataba, entonces, de una “República intelectual centroamericana” que, según decían, no podía llamarse propiamente federal, ni unitaria, sería una combinación de ambas, con raíces en su pasado histórico y un futuro en sus fuerzas latentes, una república donde los doctos estarían por encima de los opresores.

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Notas:

1        Como ejemplo, podemos referir la siguiente afirmación: “Salvador tatarea mucho, porque no persigue ideales. Pasa de una modalidad de criterio a otra distinta, bastardeando su preconizada sinceridad. Se le ve lanzado de uno a otro lado en los vaivenes de la vida, en perenne zigzag”. Mendoza, 1930, p. 55.

2        Otras obras son la tesis de Morry, Waren. “Salvador Mendieta: escritor y apóstol de la unión centroamericana”. Tesis de doctorado en Filosofía. Departamento de lenguas romances, Universidad de Alabana, 1968, y el libro de Rodríguez Felipe, Salvador Mendieta: Apóstol de la unión centroamericana. Managua, Nicaragua: CIRA, 1999.

3        En este artículo, la historia intelectual se entiende como el campo de estudio dedicado al análisis de las propuestas y las prácticas políticas de pensadores y de las redes sociales que se agrupan en torno a determinadas ideas, dentro de un contexto histórico y cultural definido. Camp, 1995, pp. 11-16

4        Samper, 1993, pp. 17-24.

5        Romero, 2002, pp. 155-176.

6        Mayor información sobre el desarrollo histórico de Diriamba puede consultarse la página www.diriambainfo. En este sitio se presenta un resumen de las principales obras escritas sobre la ciudad, entre las cuales se encuentra el texto de Mendoza, Juan. Historia de Diriamba (1920) impreso en Guatemala.

7        Mendieta, 1934b. p. 295.

8        Mendieta, 1934b, Pp. 304-305.

9        José María Izaguirre, como antes se dijo, fue uno de los hombres del 68 en Cuba, exmiembro de la Asamblea Constituyente de Guáimaro. Llegó a Centroamérica en 1874 contratado por el gobierno de Justo Rufino Barrios para ocupar el cargo de director de la Escuela Normal de Guatemala. Augier, 1989, p. 55 y Mendoza, 1930, p. 21

10      Mendieta, 1934b., p. 303 y Morry, 1968, p. 52.

11      Mendoza, 1930, p.21

12      Mendieta, 1934b, p.304.

13      El director del Instituto Nacional de Varones era el maestro Santos Berduó Toruño, originario de San Pedro de Perulopán, Guatemala. Véase Mendieta, 1934b, pp.304-305.

14      Mendieta, 1958, p. 6.

15      Mendieta, 1958, p. 6

16      Mendieta, 1958, p. 6.

17      De este grupo, cabe destacar al Dr. Victorino Ayala, catedrático en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de El Salvador y director del Instituto Nacional. Además, fue autor del primer tratado de sociología escrito en la región en 1921. Por su parte, el doctor Manuel Araujo ocupó la presidencia de El Salvador entre 1911 y 1913 y murió asesinado en plena vía pública el 9 de febrero de 1913. Ayala, 1921 y Silva, 2002, p. xliv.

18      Mendieta, 1934b, p. 307.

19      Mendieta, 1934b, p. 308 y Mendoza, 1930, p. 21.

20      Mendieta, 1934b, p. 308.

21      Worry, 1968, p. 73.

22      Mendoza, 1930, p. 51.

23      Worry, 1968, p. 73.

24      Worry, 1968, p. 74.

25      Mendieta, 1934b, p. 303 y Worry, 1963, pp. 61 y 64.

26      Franklin, 1929, pp. 5-7.

27      Mendoza, 1930, p. 34.

28      IHNCA, SMC, 0647

29      IHNCA, SMC, 0647.

30      IHNCA, SMC, 006.

31      Mendieta, 1903, p. 277.

32      Mendoza, 1930, p. 51.

33      El texto completo del trabajo de graduación se publicó en la primera parte del libro Páginas de Unión (1903). Sobre este tema también puede consultarse la tesis de Worry, 1968, p. 78.

34      Mendieta, 1958, p. 9.

35      Mendieta, 1958, p. 9.

36      Mendieta, 1958, p. 10.

37      Mendieta, 1958, p. 11.

38      Terencio Sierra (1849-1907) militar hondureño, presidente de la República (1899-1903). Durante su mandato se otorgaron grandes concesiones a las compañías Standard Fruit y la Fruit Company. Como comandante general de armas, dirigió el fallido golpe de Estado contra su sucesor, el presidente Manuel Bonilla. Este último, ocupó la presidencia de la República (19031907) y murió en el poder. Durante su mandato impulso la educación pública y el desarrollo de la industria. Paz y Fidel, 2000, pp. 117-121

39      Worry, 1968, p. 80

40      Mendieta, 1905, pp. 11-14.

41      Mendieta, 1958, p. 11

42      Mendieta, 1958, p. 11 y Unión Panamericana, 1963, p. 219.

43      Unión Panamericana, 1963, p. 219.

44      Unión Panamericana, 1963, p. 220.

perseguido hasta la caída del régimen de José Santos Zelaya y el ascenso de José Madriz.

45      Mendieta, 1958, p. 11.

46      Arellano, 1994, p. 19.

47      IHNCA. SMC. 0930.

48      Unión Panamericana,1963, p. 220.

49      Rodríguez, 1999, p. 9.

50      Mendieta, 1958, p. 12.

51      Mendieta, 1964, pp. 3-4.

52      Este tema se trata ampliamente en el primer tomo de libro Alrededor del problema unionista centroamericano, que analiza la política transacciones en Nicaragua y los pactos entre los partidos Liberal, Progresista y el Partido Unionista Centroamericano.

53      Arellano, 1994, p. 19.

54      Rodríguez, 1999, p. 10.

55      La República Tripartita fue la iniciativa de unión regional impulsada en 1921 por Carlos Herrera, presidente de Guatemala, al celebrarse el primer centenario de la proclamación de la independencia, Guatemala, Honduras y El Salvador firmaron un tratado en virtud del cual los tres países declaraban formada la República Federal de Centroamérica con capital en Tegucigalpa y reservándose un puesto, tanto para Nicaragua como a Costa Rica, para que tan pronto se decidieran apoyar la iniciativa formaran parte de la misma. No obstante, el intento fracasó por la revolución en Guatemala encabezada por el general José María Orellana, quien sacó del poder a Herrera, con lo que perdió vigencia el intento de unión. Sobre este tema, véase Karnes, 1961, pp. 214-239.

56      Mendieta, 1930, p. 126.

57      Mendieta, 1946, p. 7 y Unión Panamericana, 1963, p. 220.

58      Worry,1968, p. 86.

59      Mendieta, 1947, p. 11.

60      IHNCA, SMC, 0568.

61      Unión Panamericana, 1963, p. 220 y Rodríguez, 1999, p. 11.

62      Partido Unionista Centroamericano, PUCA, 1946, p. 5.

63      Unión Panamericana, 1963, p. 220.

64      Worry, 1968, pp. 87-88.

65      Worry, 1968, p. 88.

66      Mendieta, 1958, p. 8.

67      Entre los más importantes figuran el taller tipográfico El Progreso en Managua, propiedad de Sofonías Salvatierra, y la tipografía de Francisco Ocheinta, ubicada en Quezaltenango, Guatemala.

68      Modesto Armijo presentó en 1912 su trabajo de graduación titulado Los Derechos Políticos de la Mujer, donde defiende su derecho al sufragio y su integración a la vida pública. Por su parte, Sofonías Salvatierra fue autor de más de 23 títulos, entre ensayos políticos y libros de historia y fundador de varias asociaciones de obreros. Silva, 2005, p. 181.

69      Mendieta, 1934a, p. 12

70      Mendieta 1934a, pp. 389-393.

71      Mendieta, 1934a, pp. 393.

72      Manchal y Vargas, 2004.

73      Mendieta, 1934a, p. 18.

74      Barrueto y De la Cruz, 2008.

75      Mendieta, 1934a, pp. 26-29.

76      Mendieta, 1934a, p. 283.

77      Mendieta, 1934a, p. 247.

78      Mendieta, 1934b, pp. 19-20

79      Mendieta, 1934b, p. 111.

80      Sobre este tema se pueden consultar los trabajos de Marta Casaús y Teresa Giráldez, quienes han profundizado sobre el espiritualismo, la teosofía y el vitalismo en Centroamérica, definidos como corrientes de pensamiento contrarias al positivismo. Véase, Casaús, 2001, 2002 y Casaús y Giráldez, 2005.

81      De acuerdo con Mendieta, el camino hacia la perfectibilidad se compone de varias etapas, lo primero es que cada individuo sea sano, fuerte y hermoso; lo segundo que tenga voluntad recia y bien orientada hacia la moral; y lo tercero que cuente con los condiciones necesarias para subsistir y disponer de los medios suficientes para el completo desarrollo de su personalidad física, moral e inteligencia. Mendieta, 1934c, p. 337.

82      Mendieta, 1934c, p. 76.

83      Mendieta, 1934c. p. 87.

84      Mendieta, 1934c, p. 61.

85      En Páginas de Unión, Mendieta afirma que los avances recientes del Derecho Político se hallaban representados en las Constituciones centroamericanas, pero que solo eran “vistosas pompas de jabón” p. 52.

86      Rodas, 1943, p. 150 y 157.

87      Mendieta, 1934c, p. 677.

 

 

Por Edgar Solano Muñoz[2]

 

Introducción

Centroamérica ha gestado desde el siglo XIX, reiteradas experiencias de integración regional. Entre 1824-1841, funcionó bajo el esquema de una federación compuesta por cinco estados. La segunda parte del siglo XIX también vio surgir, reiteradas propuestas de integración política bajo la egida de gobiernos liberales. Y justamente a finales del siglo en cuestión, emerge en Nicaragua una de las propuestas más comentadas en los círculos académicos de la región, el unionismo centroamericano.

El presente artículo tiene como propósito analizar los elementos que componen la propuesta de integración política centroamericana, por parte del Partido Unionista y su líder Salvador Mendieta. Para ello, se aborda en primer término, el contexto socio-político centroamericano bajo el cual surge dicho movimiento, luego se analiza su espectro temático y finalmente, la relación del unionismo centroamericano con los proyectos de integración regional en la primera parte del siglo XX.

 

El contexto bajo el cual surge el unionismo centroamericano

El movimiento unionista nace en Guatemala en 1899 bajo la inspiración del nicaragüense Salvador Mendieta. Él junto con otros estudiantes universitarios –en su mayoría de Derecho y Filosofía- le dio forma en 1904 al Partido Unionista Centroamericano (PUCA). [3] Los orígenes del movimiento, fueron explicados por el mismo Mendieta, a través de una entrevista que tuvo en diciembre de 1925, con el director del Drury College de Springfiel, Missouri, Estados Unidos.

Mediante un largo cuestionario el director del centro de estudios norteamericano, le cuestionó sobre temas diversos relacionados con la unión centroamericana. Para empezar, al referirse a la génesis del PUCA, Mendieta indicó que se debió a tres circunstancias históricas: “1. La guerra hispano-estadounidense que puso de relieve el dominio del imperialismo “banquerista” que ya dominaba desde Washington, 2. La caída de la república mayor de Centroamérica y, 3. La crisis económica que produjo en los cinco Estados de Centroamérica la baja del metal blanco”. [4]    

Respecto al pensamiento del PUCA, Margarita Silva señala: “el grupo fiel seguidor del liberalismo, manifestó su creencia al derecho a la propiedad, el libre comercio, la libertad de prensa y de pensamiento...creyeron en la educación la ley y el orden como medios para la prosperidad de los pueblos...alentaron las virtudes del trabajo, el ahorro, la higiene y la lucha contra los vicios”. [5]

En 1921 cuando se suscitaron los eventos relacionados con la Asamblea Constituyente Centroamericana, Salvador Mendieta aprovechó la oportunidad para manifestar ante la comunidad regional los fines y propósitos del PUCA. “El PUCA representa el más alto exponente moral de C.A y su más elevada cultura: ha sido y es el abanderado de la dignidad y de las más nobles aspiraciones de este país herido por el infortunio; la luz que lucha contra las tinieblas; la civilización que se agita contra la barbarie”. [6]

En el año en mención, nuestra región centroamericana se vio de nuevo expuesta a una propuesta unionista con motivo de la celebración del centenario de la independencia. El “valor agregado”, de la iniciativa era la reciente caída del poder de Estrada Cabrera en Guatemala, lo cual detonó una nueva onda expansiva de unionismo centroamericano. Los Estados de la región, convinieron en diciembre de 1920, en que se celebrara en San José, Costa Rica, una convención con la finalidad de “reconstruir la República Federal de Centroamérica mediante bases de justicia y de igualdad que garanticen la paz, mantengan la armonía entre los Estados y aseguren los beneficios de la libertad”. [7]

La postura del PUCA relacionada al Pacto de la Unión fue de total respaldo, es más en la exposición de la Asamblea Constituyente celebrada en San José el 6 de setiembre de 1921, Salvador Mendieta indicó: “El PUCA representa el más alto exponente moral de C.A y su más elevada cultura: ha sido y es el abanderado de la dignidad y de las más nobles aspiraciones de este país herido por el infortunio; la luz que lucha contra las tinieblas; la civilización que se agita contra la barbarie”.[8]

Los prolegómenos del Pacto de la Unión lucían positivos. El Salvador mantenía una marcada postura unionista, Guatemala también y Nicaragua había manifestado que estaba dispuesta a tomar parte en el evento. En Costa Rica, las cosas parecían positivas, el recién electo presidente Julio Acosta, era un integracionista reconocido. Él mismo había admitido en público que “conozco todos los pueblos del istmo y nunca ha podido ocurrírseme que sus habitantes no sean mis compatriotas”. [9]    

Desde la primera sesión de trabajo, el representante costarricense, Cleto González Víquez, procuró encausar una agenda en común sobre el tema de la unión centroamericana, pero sin duda “las piedras en el zapato” fueron el trío de temas compuestos por: la soberanía sobre el Golfo de Fonseca, (problema entre Nicaragua-Honduras y El Salvador) la construcción de un canal interoceánico a través de Nicaragua y, la posesión del río San Juan. Es evidente, que el tema de fondo era el contenido del Tratado Bryan-Chamorro (que casualmente, fue rescindido hasta 1970 por los E.U y Nicaragua), y sobre el cual el gobierno nicaragüense se mostró inflexible, hecho que generó que la delegación nicaragüense se retirara de las conversaciones de diciembre de 1920.

En Costa Rica, el más férreo defensor de la causa anti-integracionista fue Ricardo Jiménez Oreamuno, (tres veces presidente de la república) quien desde fuera del parlamento, dirigía una campaña abierta para que el Tratado de la Unión no recibiera el beneplácito del parlamento. “Le preocupaba el temor de que podía diluirse en la unión con las culturas vecinas y reducirse a un nivel más bajo la sociedad costarricense, racialmente homogénea y culturalmente más avanzada”. [10]

Tan grandes son las contradicciones en estas situaciones, que en 1927 cuando se volvió a retomar el tema de la República Centroamericana, el presidente de Nicaragua Juan Bautista Sacasa propuso a todos los gobiernos centroamericanos, como “una solución para el conflicto doloroso que se debate en su país y para tratar de alejar a Centro América la sombra de la intervención norteamericana, la unión de las cinco secciones istmeñas con San José de Costa Rica como capital y Don Ricardo Jiménez como presidente”. [11] 

El ambiente socio-político de Costa Rica estaba marcado por la recién librada guerra contra Panamá por la posesión del poblado llamado Coto, en la zona sur del país. Esta zona había quedado dentro del territorio costarricense según el laudo Loubet de 1900 y el tratado limítrofe Anderson-Porras del 17 de marzo de 1910, y ratificado mediante el laudo White de 1913. [12] Con todo y ello, el país y sobre todo el presidente Julio Acosta, apoyó el proyecto de la Unión Centroamericana.  

El espectro temático de la Constitución de la República Centroamericana de 1921, contenía principios puestos de moda por los liberales en el último tercio del siglo XIX. Entre ellos tenemos:

  • restituía el carácter inviolable de la propiedad privada
  • garantizó la libertad de pensamiento y culto
  • promovió la enseñanza laica como gratuita y obligatoria
  • prohibió el establecimiento de ordenes monásticas y de congregaciones conventuales
  • se garantizó el ejercicio de profesiones liberales
  • prohibición de monopolios de toda índole salvo aquellos que se otorguen por concesión

De manera adicional, propuso la constitución de un Parlamento bicameral, con un Senado y un Congreso de diputados que serían elegidos según la cantidad de población que representasen. [13] Dicha proposición no tenía antecedentes en la región, y es nuestro parecer que surge más como una copia del modelo constitucional de que se planteó en México en la Constitución de 1917.        

La vocación integracionista de Guatemala, Honduras y El Salvador, hizo que pronto sus congresos aprobaran el Pacto de la Unión, pero el parlamento costarricense lo rechazó en junio de 1921, registrando una expresión más del anti-integracionismo costarricense. Aunque el apoyo unionista de Costa Rica probablemente nunca se había movilizado tanto, la tendencia aislacionista simplemente se mantuvo demasiado fuerte, para ser contrarrestada por los partidarios de la unión”. [14]

La reacción anti-integracionista de la clase política costarricense, -o al menos de una de sus fracciones- en este caso la encabezada por el caudillo liberal Ricardo Jiménez, se veía complementada por otros sectores de dicha sociedad, en particular de intelectuales como Omar Dengo, quien señalaba que en el fondo el Pacto Unionista de 1921, pretendía “la inusitada fe en poner por obra el antiguo plan de agrupar en un sola nacionalidad las cinco repúblicas de Centroamérica, tal vez pretendiendo impíamente sujetarlas a la barbarie de alguno de los centros que todavía se levantan sobre la faz del mundo con gesto repugnante de horcas que intentarán decapitar a la civilización. Hora es entonces de afirmar que la unión política de estos países no equivaldría a la fraternidad de los pueblos que la habitan, sino al consorcio de las presiones que a veces la aniquilan”. [15]

En el plano político, el PUCA, tuvo una oferta muy clara “1. Fusión de los cinco Estados actuales en una sola República, 2. Defensa de la integridad territorial, 3. Defensa de la independencia absoluta ante cualquier nación extranjera y, 4. Lucha desde la oposición o en el poder, para que se practiquen en todo sentido los principios de la verdadera República”. [16] En cierto sentido los ideales unionistas, -aunque vestidos de modernidad- representaban el viejo ideal del siglo XIX de una República Federal, cuyos “rasgos acusadamente románticos se quedaron a lo largo de un siglo de intentonas frustradas; pero a fines de la década de los años 40, los propósitos unionistas depurados de su ethos sentimental, responde a una imperiosa búsqueda de afirmación nacional, de soberanía política e independencia económica”. [17]

Ese ethos sentimental del unionismo, esta siempre presente en la producción escrita de los seguidores unionistas, los elementos que reafirman los rasgos auto-identitarios de los centroamericanos, son un recurso indispensable en sus textos. “¡Ah! La bella tierra centroamericana que nació de las manos de Dios como un todo indivisible, con el espíritu indivisible inquebrantable de seguir siendo o ser para siempre una, y nunca fragmentada patria”. [18]  

Para Salvador Mendieta y sus seguidores, el unionismo representó una cruzada cívica por la restitución de la República mayor de Centroamérica. Años de frustraciones podían ser superados mediante la educación, la redefinición de los territorios de la región y sobre todo mediante la formación de una nueva clase dirigente. “Mientras las clases directivas de nuestras comunidades se mantengan apegadas a la soberanía de las pequeñas Repúblicas y la mayor parte del producto de las rentas nacionales se consuma en sostener un gran personal gubernativo y un ejército numeroso, esas repúblicas no podrán alcanzar el grado de adelanto que, por su posición geográfica y por sus grandes recursos naturales deberían tener, no dejarán de figurar ante las demás naciones en la humilde escala que hoy figuran como entidades políticas”. [19]

La recepción de las ideas unionistas caló profundo en todas las naciones de la región. Salvo en Costa Rica, cuya trayectoria anti-integracionista es amplia, y donde solo un sector de intelectuales vio en el proyecto integracionista una buena opción para el país. De esto, se daba nota en un diario nicaragüense, “enloquecidos separatistas ticos confunden unionismo con comunismo...específicamente se abrirá una campaña contra el comunismo y el unionismo, contra los rojos se combatirá desde todas las trincheras las doctrinas exóticas transplantadas a América y que tanto daño le están haciendo a Cuba...contra los unionistas quienes siguiendo el ideal de Morazán quieren hacer de Centroamérica una sola parcela”. [20]

El programa político del PUCA, de corte federalista, fue tomando forma mediante la celebración de conferencias anuales. El rechazo a las dictaduras y la reconstrucción de la Federación Centroamericana, fueron el eje central dichas conferencias. Su idea de comunidad política para Centroamérica fue entonces un proyecto político partidario, en el que “se establecía la ciudadanía común para los centroamericanos, sin pérdida o limitación para la del país de origen; el libre tránsito sin la necesidad de pasaportes y sin recargos no derechos; la validez de títulos profesionales y de instrumentos públicos”. [21]

En la cuarta convención unionista celebrada en 1944 en El Salvador, surgió la Unión Patriótica Centroamericana, como una facción unionista radical en contra de las dictaduras de Maximiliano Hernández Martínez, Jorge Ubico y la naciente dinastía Somoza en Nicaragua. En esa ocasión, se propuso como una forma de salir de la penosa dominación de los “Generales” Centroamericanos, el Pacto de Santa Ana, en el cual se planteó una “Constitución Federal, [con] la unificación del Ejército y la policía, educación pública, leyes penales, comerciales y civiles, sistema hacendario, de moneda, reglamentación del ejercicio profesional, nueva ley electoral y otras, cuerpos diplomáticos y consulares.” [22]

Aunque el “Pacto de Santa Ana”, fue una iniciativa del norte de Centroamérica, también se hizo la excitativa para la incorporación de Honduras y Costa Rica. Quizá el contexto socio político “saturado de militarismo” y el ambiente de incertidumbre de la posguerra, no ayudaron mucho para que la propuesta tuviera éxito. Respecto a Centroamérica como comunidad política el Pacto de Santa Ana, resulta interesante por cuanto moldeó una agenda en la que prevaleció una mirada hacia el interior de la región. Con ello, queremos decir que se promovió modelar una confederación regional que atendiera en esencia lo centroamericano antes que los temas externos. El diseño de éste pacto de orientación unionista, puso su mirada en la creación de una estructura básica de la integración con objetivos puramente centroamericanos, por ejemplo, educación centroamericana, crédito regional, legislación regional, diplomacia regional, defensa regional, marina mercante regional y libre comercio intra-centroamericano.    

El PUCA y el Pacto de Santa Ana. 1946 [23]

Tal y como se indicó con anterioridad, la trayectoria y el quehacer del PUCA, se dio durante casi 75 años. Incluso, una vez que el Pacto de Santa Ana quedó en el olvido, e incluso antes de la formación de la ODECA, volvió a poner sobre la mesa de discusión la formación de una nueva unión regional, esta vez “al estilo de la OEA, pero con un órgano legislativo, que unifique fronteras, monedas, bandera, respetando a los cinco gobernantes de Centroamérica”.[24]

A lo largo de su existencia el PUCA, realizó al menos diez convenciones, unas de forma exclusiva con sus militantes, en otras ocasiones como soporte a la misma ODECA. En el cuadro #11 se resume la cronología de sus actividades.

Desde nuestro punto de vista uno de los aportes más originales del PUCA a la integración regional centroamericana, fue tomar en consideración un nuevo esquema de división territorial del istmo. Como dicho proyecto político pretendía rehacer la Federación Centroamericana, también se dio a la tarea de rediseñarla geográficamente. El mismo Mendieta pensó en “una nueva división que consolidará los verdaderos intereses regionales, consolidaría más la nueva República, tanto porque las regiones responderían a un orden natural, como porque las fuerzas del separatismo quedarían definitivamente liquidadas, al desaparecer en su actual entidad de cinco estados”. [25]

La propuesta de Salvador Mendieta para rediseñar de forma política la región centroamericana consistía en la creación de 19 regiones y un Distrito Federal, que por supuesto sería ubicado en Guatemala. “nuestro afán es darle a Centroamérica una unidad orgánica nos ha llevado a la convicción de que para ello es preciso reconocer la autonomía de las comunidades naturales que hoy vegetan en franca decadencia por la fuerza centralizadora de los Estados”. [26]

La definición del nuevo mapa de Centroamérica, ahora constituido por 19 regiones, tendría la peculiaridad de que tomaría en cuenta las necesidades y trayectoria desde la colonia de cada nueva región. Además, había que considerar las variedades de clima, producción, cultura e idiosincrasia de sus habitantes, vías de comunicación e idiomas. De esta forma se llegaría a un auténtico regionalismo centroamericano.  

La nueva configuración geo-política de la República Centroamericana propuesta por Salvador Mendieta, estableció que la capital, (Nº 20 marcado con rojo) debería ser una ciudad con una población mayor a 500.000 habitantes, y por aquel entonces solo la ciudad de Guatemala tenía ese número de personas. En su orden de numeración las regiones eran las siguientes:

  1. Sección de Cortes, capital: San Pedro Sula,
  2. Sección Colón, capital: La Ceiba
  3. Sección de Cartago, capital: Cartago
  4. Sección de Mora, capital: Rivas
  5. Sección de Managua, capital: Managua
  6. Sección de Jerez, capital: León
  7. Sección de San Miguel, capital: San Miguel
  8. Sección de Arce, capital: San Salvador
  9. Sección de Atlacatl, capital: Ahuachapán
  10. Sección de los Altos, capital: Quezaltenango
  11. Sección Alvarado, capital: La Antigua
  12. Sección de las Casas, capital: Cobán
  13. Sección de Santa Ana, capital: Santa Ana
  14. Sección de Lempira, capital: Santa Rosa de Copán
  15. Sección de Comayagua, capital: Comayagua
  16. Sección de Tegucigalpa, capital: Tegucigalpa
  17. Sección de Las Segovias, capital: Matagalpa
  18. Sección de Granada, capital: Granada
  19. Sección de San José, capital: San José
  20. Distrito Federal, el Departamento y la Ciudad de Guatemala

El bosquejo de la nueva “República de Centroamérica” propuesto por el PUCA, suponía también la “resurrección” de la Corte Centroamericana de Justicia, un Parlamento Regional, la unificación de todas las fuerzas armadas y la construcción de un sistema educativo regional. Asimismo, propuso la abolición de todas las fronteras y una sola ciudadanía para todos los habitantes de la región. [27]

 

Conclusión

El Partido Unionista Centroamericano (PUCA) representó una alternativa de integración política regional desde la perspectiva de la lucha político-electoral. Justamente esa es su novedad. Nuestra región no presenta otro tipo de experiencia similar en su devenir histórico. Su propósito fue la conformación de la “República Centroamérica”. Dicha república rompía con el esquema de distribución territorial que heredaron los estados centroamericanos desde la colonia. La distribución socio-espacial de los conglomerados humanos se propuso a partir de la ubicación de las regiones naturales, los sistemas de cuencas y la disposición de los recursos estratégicos para la sobrevivencia.

Ciertamente, el PUCA, giró sobre la figura de Salvador Mendieta y un grupo de colaboradores guatemaltecos y salvadoreños, y no se puede dejar de lado que buena parte de sus aspiraciones provienen del viejo anhelo morazanista de la construcción de una República Centroamericana. En fin el PUCA, como partido político y movimiento social, tuvo una marcada representación en casi todos los intentos unionistas hasta la década de los años 70 del siglo XX. En efecto, fue una expresión político-partidista de corte centroamericano, que aglutinó a gente perteneciente a las elites culturales y liberales del área, que creían en la educación como medio básico para el progreso y en la disolución de las fronteras para erigir como una sola patria.

Referencias Bibliográficas

Dengo, Omar. Escritos y discursos. San José: Ministerio de Educación Pública de Costa Rica. 1961.

Herrarte, Alberto. La unión de Centroamérica. Tragedia y esperanza. Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1955

Leyton, Rubén. Doctor Pedro Molina. Centroamérica y su Prócer. Guatemala: Editorial Iberia, 1958.

Mendieta, Salvador. El problema unionista de Centroamérica y los gobiernos locales.   Guatemala: Impreso en los talleres tipográficos CDS, Quezaltenango, 1930.

Mendieta, Salvador. La enfermedad de Centroamérica. El Salvador, Talleres tipográficos, 1934.

Oconitrillo, Eduardo. Julio Acosta. El hombre de la providencia. San José: Editorial Costa Rica, 1991.

Obregón Loría, Rafael. Hechos políticos y militares. Alajuela: Museo Histórico y Cultural Juan Santamaría, 1981.

Silva, Hernández, Margarita. “El ideario político de los intelectuales unionistas centroamericanos. 1898-1921. Ponencia X Congreso Centroamericano de Historia.

Torres, Edelberto. Interpretación del desarrollo social centroamericano. San José: FLACSO, 1989.  

Periódicos

Diario de Hoy. 20 de oct.1960. p.3

Diario La Prensa. Nicaragua. 9 de octubre de 1951. p.1.

Boletín El Unionista. El Salvador 18 de junio de 1972.

Diario de Costa Rica, 24 de marzo de 1927, p.6.

Documentos institucionales

Gobierno de Nicaragua. Ministerio de Relaciones Exteriores. Palacio Nacional, Managua, noviembre de 1925. Informe con las opiniones de Salvador Mendieta, que se emitieron desde Diriamba entre diciembre de 1925 y marzo de 1926.

ODECA. Pacto de la Unión de Centroamérica. 1921.

ODECA. Pacto de Santa Ana. Artículos I al X. 12 de setiembre de 1946.

ODECA. Pacto de la Unión. 1921. Artículos 32 al 80.

[1] Este artículo ha sido publicado en la Revista de Historia de América. México: Instituto Panamericano de Historia y Geografía, N° 141, julio-diciembre, 2009.

[2] Costarricense. Doctor en Historia. Docente e investigador de la Sede Guanacaste de la Universidad de Costa Rica. Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[3] El PUCA y su intelectualidad ha sido estudiada por Margarita Silva Hernández. “El ideario político de los intelectuales unionistas centroamericanos. 1898-1921. Ponencia X Congreso Centroamericano de Historia. Por eso nos concentraremos solo en su aporte a la integración política regional.

[4] Gobierno de Nicaragua. Ministerio de Relaciones Exteriores. Palacio Nacional, Managua, noviembre de 1925. Informe con las opiniones de Salvador Mendieta, que se emitieron desde Diriamba entre diciembre de 1925 y marzo de 1926.

[5] Silva. Op.Cit. p.5.

[6] Salvador Mendieta. El problema unionista de Centroamérica y los gobiernos locales.   Guatemala: Impreso en los talleres tipográficos CDS, Quezaltenango, 1930. p.153.

[7] ODECA. Pacto de la Unión de Centroamérica. 1921. p.1.

[8] Alberto Herarte. La unión de Centroamérica. Tragedia y esperanza. Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1955. p. 153.

[9] Eduardo Oconitrillo. Julio Acosta. El hombre de la providencia. San José: Editorial Costa Rica, 1991. p.293.

[10] Oconitrillo. Op.Cit. p.301.  

[11] Diario de Costa Rica, 24 de marzo de 1927, p.6.

[12] Rafael Obregón Loría. Hechos políticos y militares. Alajuela: Museo Histórico y Cultural Juan Santamaría, 1981. p.294.

[13] ODECA. Pacto de la Unión. 1921. Artículos 32 al 80.

[14] Oconotrillo. Op. Cit. p. 301.

[15] Omar. Dengo. Escritos y discursos. San José: Ministerio de Educación Pública, 1961.p.287.

[16] Idem. p.154.

[17] Edelberto Torres. Interpretación del desarrollo social centroamericano. San José: FLACSO, 1989. p.172.

[18] Leyton, Rubén. Doctor Pedro Molina. Centroamérica y su Prócer. Guatemala: Editorial Iberia, 1958. p.20.

[19] Mendieta. Op. Cit. p.57

[20] Diario de Hoy. 20 de oct.1960. p.3

[21] Alberto Herarte. La unión de Centroamérica. Tragedia y esperanza. Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1955. p.292.

[22] ODECA. Pacto de Santa Ana. Artículos I al X. 12 de setiembre de 1946.

[23] En aquella ocasión, Salvador Mendieta indicó que “el Partido Unionista representa los más altos intereses de fraternidad y hermandad de la región y las más elevadas aspiraciones de sus habitantes, lucha sin descanso para dilucidar los diversos aspectos del problema unionista; golpea de continuo en el alma centroamericana; encausa los criterios y las energías; se vincula con los países de Iberoamérica, con los Estados Unidos y las naciones más cultas del mundo”. Salvador Mendieta. El problema unionista de Centroamérica y los gobiernos locales. Guatemala: Impreso en los talleres tipográficos CDS, Quezaltenango, 1930 p.120.

[24] Diario La Prensa. 9 de octubre de 1951. p.1.

[25] Alberto Herrarte. La unión de Centroamérica. Tragedia y esperanza. Guatemala: Ministerio de Educación Pública, 1955. p.496.

[26] Idem. p.504.

[27] Salvador Mendieta. La enfermedad de Centroamérica. El Salvador, Talleres tipográficos, 1934.

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