Por Salvador Belloso

Durante los años 80’s la clase obrera salvadoreña logro extender parte de la dirección revolucionaria del movimiento de masas dentro del movimiento sindical, la dura represión de la dictadura militar llevo al aniquilamiento u encarcelamiento selectivo de cuadros y dirigentes de las organizaciones sindicales y populares, luego la incorporación muchos de sus militantes a las filas guerrilleras del FMLN, lo que propicio el debilitamiento de la dirección revolucionaria de las masas.

La ofensiva militar del 10 de enero de 1981 fue una muestra muy palpable de tales acontecimientos, aquel llamado del FMLN a la insurrección no logro calar en las amplias masas y más bien dejo al descubierto el desvanecimiento de la organización obrera y popular. Esto coloco a la orden del día una tarea inmediata que consistía en la reactivación del movimiento de masas. En este contexto fueron Surgiendo instrumentos amplios que permitieron la unidad en general de la organización sindical del país: Comité de Unidad Sindical (CUS), Movimiento Unitario Sindical Y Gremial de El Salvador (MUSYGES), Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños (UNTS), Movimiento Paz, Pan, Tierra y Libertad (MPTL) y desde luego la continuidad del heroico Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS) el cual desde su fundación en 1972 y pese a la durísima represión no había sido desvanecido.

De la combatividad de FENASTRAS

Surgida en el marco de la agudización de la crisis económica acrecentada a raíz del fracaso del mercado común centroamericano, citar a la histórica FENASTRAS es hablar sobre la principal organización unitaria sindical que a fuerza de lucha organizativa llego a ser referente dentro del proceso revolucionario, desde antes y hasta el final de la guerra civil fue duramente perseguido y reprimido por los gobiernos de la dictadura y contrainsurgencia: Humberto Romero, Álvaro Magaña y Napoleón Duarte.

FENASTRAS a inicios de 1980 seguía siendo pieza importante dentro de la lucha revolucionaria de las masas, llegando a ser la mayor en cuanto a grado de organización y lucha sindical se refiere, sin embargo el que en su seno no haya desarrollado la autonomía de la dirección obrera propendió el factor decisivo que imposibilito el desarrollo de una mayor movilización, porque su acción política devengaba de la dirección del partido Resistencia Nacional (RN), que fue un partido nacionalista pequeño burgués que aspiraba a la realización de amplias reformas en el país, dejando intacto el Estado burgués, la presión de las masas durante la década de los 70’s le hiso girar hacia sectores de vanguardia, lo que abrió el espacio para que se erigiera dentro de la conducción obrera y popular, pero no para dirigir las masas hacia la toma del poder si no para utilizarles como forma de presión hacia el gobierno de la oligarquía.

FENASTRAS no obstante fue también instrumento del que se valían particularmente los trabajadores del sector público para concretizar sus demandas, reivindicaciones económicas y democráticas, la coyuntura del momento colocaba la acción combativa por encima de las pasivas negociaciones con la patronal.

A finales de la década de los 80’s el movimiento sindical y popular estaba en pleno desgaste sin embargo hubieron intentos desde la dirección guerrillera de reactivar la efervescencia revolucionaria de la década anterior, el sindicalismo seguía siendo para estas direcciones un instrumento muy valioso para presionar al gobierno de la oligarquía y al imperialismo yanqui.

La clase obrera sangra

El 31 de octubre de 1989 días antes de la ofensiva final ocurre un hecho sangriento e imborrable como fue el atentado a FENASTRAS, el documento de la Comisión de la Verdad al referirse a la descripción de los hechos señala: “Los atentados. En la madrugada del 31 de octubre de 1989 dos hombres uniformados habrían colocado una bomba en la entrada de COMADRES en San Salvador…La Policía Nacional responsabilizo a la guerrilla del hecho…El mismo día alrededor de las 12:30 p.m., un trabajador afiliado a FENASTRAS observo a un sujeto cuando coloco un saco recostado contra la pared del comedor de FENASTRAS. Sintió olor a pólvora y corrió hacia adentro para avisarle a sus compañeros…Afuera alguien grito “!bomba! y la gente empezó a correr. En ese momento estallo… las oficinas quedaron destruidas. Más de 40 personas resultaron heridas y murieron las siguientes personas: Ricardo Humberto Cestoni, sindicalista, Carmen Catalina Hernández Ramos, cocinera de FENASTRAS, José Daniel López Meléndez, sindicalista; Julia Tatiana Mendoza Aguierre, sindicalista hija de dirigente del Frente Democrático Revolucionario asesinado en 1980, Vicente Salvador Melgar, sindicalista; María Magdalena Rosales, estudiante, …Rosa Hilda Saravia de Elias, cocinera de FENASTRAS, Luis Edgardo Vázquez Márquez…y Febe Elizabeth Velásquez , Secretaria de Relaciones Internacionales de FENASTRAS, miembro del Comité Ejecutivo de la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños. Miembros de FENASTRAS Y los sindicatos principales acusaron   a la Fuerza Armada. La UNTS acuso al Ministro de Defensa de haber “ajusticiado” a los trabajadores como represalia a un ataque del FMLN al Estado Mayor el día anterior. (INFORME DE LA COMISION DE LA VERDAD P. 97)

Versión oficialista de los hechos

Ante este hecho sangriento el mismo gobierno opresor ordena una investigación de los atentados. En seguida la Comisión de Investigación de Hechos Delictivos (CIHD), el poder judicial y la Policía Nacional iniciaron sus respectivas investigación el mismo informe señala “…Representantes de la CIHD opinaron ese mismo día que la causa de la explosión se debió a la mala manipulación de material explosivo dentro de la misma casa. Miembros de la sección de Explosivos de la Policía dedujeron que el atentado “…Se encuentra dentro del plan conspirativo que tenía como objeto desprestigiar al GOES haciendo creer a la Comunidad Nacional e Internacional que el atentado era una respuesta del Gobierno por el ataque de artillería que lanzo el FMLN el día 30OCT89, a las instalaciones del EMCFA…lo que viene a concluir que el atentado fue un auto atentado del FMLN para confundir a la opinión publica….” . Todo parece que el gobierno busca sustentar su inocencia, es así como el Sargento Carlos Sosa Santos de la Policía Nacional “…descarta la posibilidad que el explosivo hubiese sido colocado en FENASTRAS por persona desconocida ajena a esa organización ya eue en el interior del sindicato se realizaba una reunión, existiendo la posibilidad de que el acceso al interior estuviera controlado por personal del mismo…” (INFORME DE LA COMISION DE LA VERDAD P. 97). A la fecha dicho masacre no ha sido investigada con la seriedad del caso, pero si dejo marcada a las organizaciones sindicales es por ello que en homenaje a los caídos en esa fecha cada 31 de octubre se conmemora el día del sindicalista salvadoreño.

Tropas rebeldes, León, 1912

Por Victoriano Sanchez

Después de la famosa “Nota Nox”, emitida el 1 de diciembre de 1909, por Philander Chase Knox, el Secretario de Estado, contra el gobierno del presidente José Santos Zelaya, el gobierno de Estados Unidos alentó y financió una “revolución conservadora-liberal” dirigida por una alianza entre el Partido Conservador y un sector disidente del Partido Liberal, que después de muchas peripecias terminó derrocándolo.

El triunfo militar de la alianza conservadora-liberal, bajo la protección de las cañoneras norteamericanas, en agosto de 1910, abrió un largo periodo de caos y guerras civiles en Nicaragua (1910-1934). A final de cuentas, la medicina resultó peor que la enfermedad.

Los pactos Dawson y el desmoronamiento del gobierno provisional

Inmediatamente después que los rebeldes tomaron el poder, Estados Unidos promovieron los Pactos Dawson, poniéndose de acuerdo en celebrar elecciones para Asamblea Constituyente, mientras el general liberal Juan José Estrada ejercía la presidencia de manera provisional, el establecimiento de una Comisión Mixta de Reclamaciones, el otorgamiento de un empréstito y la proscripción del Partido Liberal zelayista.

No habían terminado de firmar los pactos, cuando comenzaron las conspiraciones de los conservadores para desalojar a Estrada de la presidencia. El poder real estaba en manos de los conservadores, quienes controlaban al nuevo ejército, a través del general Luis Mena, quien ocupaba la cartera de ministro de defensa. Estrada destituyó a Mena, y en repuesta los conservadores obligaron a Estrada a renunciar en Mayo de 1911.

Forcejeo por el poder y surgimiento del “Menismo”

Después del derrocamiento de Zelaya, la autoridad real eran los marines yanquis. Los lacayos nicaragüense obedecían ciegamente las instrucciones de Estados Unidos, una potencia que se preparaba para la I guerra mundial, y no quería gobiernos nacionalistas en su patio trasero.

Pero entre los vasallos había una disputa por quien controlaba el gobierno. El Partido Conservador tenía dos alas, cuyos dirigentes representan intereses comunes pero también diferentes. Por un lado, estaba el caudillo conservador Emiliano Chamorro, curtido en las conspiraciones armadas fracasadas contra el gobierno de Zelaya. Por el otro, estaba el general Luis Mena, quien había ganado enorme prestigio militar, y se perfilaba como representante de pequeños y medianos finqueros y los sectores populares urbanos.

En Nicaragua se debatía si el país debía aceptar la condición de protectorado yanqui, o pelear por una nueva independencia. Pero este debate no se polarizaba entre supuestos conservadores entreguistas y supuestos liberales por la autodeterminación, sino que en ambos partidos había una fuerte corriente nacionalista y antiimperialista, que conforme pasaban los días tendía a confluir en un frente común.

Los conflictos dentro de la Asamblea Nacional Constituyente

Los conservadores en el poder aspiraban a reinstaurar una república conservadora, como la de los 30 años (1858-1893). Este debate se manifestaba claramente en las sesiones de la Asamblea Constituyente y en la aprobación de la nueva Constitución. La crisis estalló con la definición del Estado, los liberales aspiraban a mantener el laicismo mientras los conservadores querían declarar al catolicismo como religión oficial del Estado, lográndolo al final pero provocando las condiciones para un nuevo estallido revolucionario. Los diputados conservadores, fieles al general Mena, apoyaron el laicismo, estableciendo una alianza con el liberalismo. El Menismo se perfiló como una corriente progresista dentro del conservatismo, antagónica con la corriente Chamorrista. La oligarquía conservadora vio en el Menismo una transición hacia la recuperación del poder parte del proscrito Partido Liberal.

Fue convocada una nueva Asamblea Nacional Constituyente, para que retomara la labor de redactar la nueva Constitución, que esta cayó bajo el control del Menismo, que derogó el artículo que defendía al catolicismo como religión de Estado, lo que reflejó un crecimiento del descontento social que era canalizado por la corriente Menista.

La destitución de Estrada

Las cosas se la complicaron para los marines. La convocatoria de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, indicaba que las cosas marchaban por un camino inesperado. La oligarquía conservadora luchaba para no perder el control del gobierno. El Presidente Estrada miraba con recelos el fortalecimiento del Menismo entre las masas conservadoras, y ordenó la destitución del general Luis Mena del cargo de ministro de defensa. Pero estos amenazaron con la guerra civil, siendo reinstalado en su cargo y vuelto a destituir. A su vez, ante el estallido del conflicto, el embajador norteamericano presionó por la salida de Estrada, quien finalmente se fue al exilio en Mayo de 1911. Los pactos Dawson estaban en crisis.

Los empréstitos leoninos

Estrada fue sustituido por Adolfo Díaz, un abyecto político conservador, y fiel sirviente del gobierno de Estados Unidos. La alianza con los liberales había finalizado.

En dos años de intervención militar norteamericana, fue creciendo el sentimiento nacionalista y antiimperialista. Se fortalecieron tanto el proscrito Partido Liberal como la corriente Menista del Partido Conservador. El gobierno en manos de la oligarquía conservadora, en cambio, se debilitaba rápidamente. Los antiguos enemigos de siempre coincidían en un solo punto: la salida de la marinería yanqui del suelo nicaragüense.

Si algo toco el sentimiento nacional fueron los empréstitos leoninos que fueron acordados en los Pactos Dawson. El préstamo fue finalmente entregado por los banqueros Brown Brothers y J. & W. Seligman, en una cantidad menor a la acordada, pero a cambio Nicaragua debió entregar en garantía el 51% de las acciones del ferrocarril y las finanzas de las aduanas y del Banco Nacional.

El sentimiento nacionalista era tan fuerte que los diputados de la segunda Asamblea Nacional Constituyente se negaron a ratificar el empréstito (cinco días después, bajo la presión norteamericana, los diputados revirtieron su histórica decisión). El surgimiento del nacionalismo opacó la visita que el Secretario de Estado de EE.UU. Philander Knox realizó a Nicaragua, los días 5 y 6 de marzo de 1912.

La ruina de los artesanos y productores

En vísperas de la primera guerra mundial, las economías imperialistas, especialmente Estados Unidos, se encontraban en recesión. Los precios de muchos de los productos de exportación (café, carnes, bananos, granos, oro y otros) se habían desplomado. Los artesanos nicaragüenses que producían para el reducido mercado interno se encontraron de repente con la competencia de productos extranjeros, especialmente norteamericanos, que invadían el mercado nacional. A lo anterior había que agregar los efectos de la sequía que había arruinado las cosechas creando una situación de hambruna.

Por otro lado, bajo el boom exportador del gobierno de Zelaya ascendieron nuevos sectores sociales, por fuera de la oligarquía, a posiciones de dinero y poder. Los artesanos y las profesiones liberales proliferaron creando un contingente de nuevos dirigentes políticos y sociales, que nutrieron las filas tanto del Partido Liberal que había sido proscrito como la corriente Menista del Partido Conservador.

La situación de hambruna en el campo creo una creciente violencia contra los hacendados, tomas de tierras y conflictos armados. Entonces, se produjo una combinación de factores, el empobrecimiento de las condiciones materiales conllevo a muchos a oponerse a la intervención militar norteamericana y a un resurgimiento del nacionalismo y el antiimperialismo.

El desembarco de las tropas norteamericanas provocó la venganza popular de las masas contra los comerciantes de origen extranjero, saqueando y quemando sus negocios.

La revolución y guerra civil de 1912

El general Luis Mena pasó de ser “el amigo y partidario más incondicional de todo el programa americano” al enemigo a combatir. En octubre de 1911, la Asamblea Constituyente designó al general Mena como sucesor presidencial para el periodo que se iniciaría en 1913.

La guerra civil estalló el 29 de julio de 1912, cuando el general Luis Mena encabezó una insurrección contra el gobierno conservador de Adolfo Díaz, que se apoyaba en las tropas norteamericanas. Mena como ex jefe del ejército conservador tenía mucha autoridad, comenzó a acumular armas en el cuartel del Granada y se replegó a esa ciudad con 600 hombres. La rebelión de Mena encendió el ánimo de las masas liberales.

Rumbo a Granada, el general Mena estableció en la ciudad de Masaya un acuerdo con el liberalismo, representando por el general Benjamín Zeledón, llegando a conformar el Ejercito Aliado que tenía como bandera los colores verde y rojo, simbolizando la alianza entre el conservatismo y el liberalismo.

De pronto había un ejército rebelde que se nutría del amplio descontento popular. En Masaya, Mena constituyó una nueva Asamblea Nacional integrada por la mayoría de los diputados del congreso establecido antes de la guerra, la que destituyó al presidente Adolfo Díaz y denunció la intervención norteamericana

En un movimiento inaudito, los rebeldes se apoderaron del ferrocarril que estaba siendo controlado por los banqueros norteamericanos, así también de los barcos de vapor. En un país donde casi no había carreteras era una forma de controlar el transporte de tropas y suministros.

Aumento de tropas norteamericanas

La rebelión se extendió por toda la costa del Pacifico, creando un serio problema al gobierno de Adolfo Díaz, quien el 3 de agosto de 1912 solicitó el auxilio de las tropas norteamericanas para sofocar la revolución encabezada por el Ejercito Aliado.

Los rebeldes atacaron Managua pero no se la pudieron tomar, y fueron obligados replegarse, pero en los departamentos de León y Chinandega, tradicionalmente liberales, las tropas del Ejército Aliado tomaron el control.

Entre el 28 de agosto y el 4 de septiembre, dos mil trescientos marinos desembarcaron en Corinto, bajo el mando del almirante William Southerland. Este fue el mayor destacamento militar norteamericano que a la fecha había puesto pie en Centroamérica. Para llegar hasta Managua debían utilizar el ferrocarril y pasar por la ciudad de León en manos de los rebeldes. El enfrenamiento militar era inevitable.

Las tropas norteamericanas en su avance hacia Managua solicitaron un salvoconducto a los líderes revolucionarios de León, los cuales fueron conciliadores y aceptaron, pero hubo desbordamiento popular y las masas atacaron a las tropas norteamericana, arrancando la bandera del tren que transportaba a los marines.

La inaudita rendición del general Mena

El almirante Southerland logro imponer con negociaciones y con amenazas de aplastamiento militar, el control total de la línea ferra de Corinto-León-Managua-Masaya y Granada.

Mena se había atrincherado en la ciudad de Granada, cuna de la oligarquía que en ese momento era sacudida internamente por una poderosa rebelión popular que castigaba a los oligarcas, a quienes vinculaban a la ocupación norteamericana.

Los miembros de las grandes familias de la oligarquía fueron capturados, obligados a realizar trabajos forzados, encarcelados, y humillados al marchar desnudos por la ciudad. En el fondo, Mena tenía más temor a la rebelión de las masas populares que a las tropas norteamericanas.

Al lograr vencer los obstáculos en Masaya, las tropas norteamericanas entraron en Granada y el general Mena no presentó resistencia y se rindió ante el mayor Smedley Butler, el 24 de septiembre de 1912. Mena fue apresado y enviado inmediatamente a una prisión de máxima seguridad en la Zona del Canal, en Panamá.

La rendición de Mena causó consternación y desanimo en las tropas rebeldes, quedando el Ejercito Aliado bajo la solitaria conducción del general Benjamin Zeledon.

La caída en combate del general Benjamin Zeledon

A raíz de la capitulación de las tropas de Mena en Granada, Zeledón y sus hombres se convirtieron en el blanco principal de las fuerzas invasoras de los Estados Unidos. Los militares norteamericanos deseaban castigar a Zeledón por el ataque al tren donde viajaba Butler y, además, apoderarse de la línea férrea que atravesaba Masaya, el único trecho que aún escapaba a su control. Al cabo de una semana, mil soldados norteamericanos, reforzados por cuatro mil reclutas del ejército gubernamental, lograron cercar a Zeledón y a los ochocientos hombres bajo su mando.

El coronel Joseph Pendleton impuso un ultimátum de 24 horas para la rendición. Zeledon fue el único de los jefes rebeldes que se negó a rendirse. La superioridad militar se impuso a la hora del combate. Zeledon logró replegarse a la zona boscosa del departamento de Carazo, pero fue capturado vivo el 4 de Octubre de 1912, y fusilado en el acto por el coronel Gabriel Garay, del ejército conservador, siguiendo instrucciones del general Emiliano Chamorro.

El cadáver de Zeledon fue transportado en una carreta y exhibido como escarmiento ante la población atónita que le lloraba. Un niño llamado Augusto C. Sandino vio como era irrespetado el cadáver de Zeledon. 15 años más tarde ese niño seguiría su ejemplo y se transformaría en el general Augusto C. Sandino.

Así terminó la corta guerra civil de 1912.

La pedrada de Andrés Castro

Por Melchor Benavente.

La llamada “Guerra Nacional” contra los filibusteros de William Walker, aunque se libró en territorio de Nicaragua, fue en realidad una guerra centroamericana contra el expansionismo de los Estados esclavistas del sur de Estados Unidos. Las tropas nicaragüenses y centroamericanas libraron heroicas y desiguales batallas contra los filibusteros, pero en Nicaragua solo celebra una de ellas: la victoriosa batalla de la Hacienda San Jacinto, el 14 de septiembre de 1856. Veamos porque.

El vital abastecimiento de las tropas filibusteras

En agosto de 1856, un grupo de nicaragüenses “vende patria” al servicio de los filibusteros, tenían la misión de apoderarse del ganado (reses, caballos y mulas) en el llano de Tipitapa, para abastecer a los tropas de William Walker que tenían a la ciudad de Granada, como su principal centro de operaciones. Tipitapa es un llano fronterizo entre los departamentos de Granada. Masaya y Chontales, era la puerta de ingreso a Managua, viniendo desde el Norte y desde el Centro.

En esa ocasión, los mercenarios fueron vencidos por los lugareños. El General Fernando Chamorro, del desbandado ejército legitimista (conservador), se vio obligado a replegarse a la zona norte montañosa de Nicaragua, organizando el Ejército del Septentrión. Desde ahí libró una guerra de guerrillas contra los filibusteros, pero sin tener la fuerza suficiente para atacar las principales ciudades en manos de los filibusteros. Enterado de la pequeña victoria de los lugareños en Tipitapa, el general Fernando Chamorro envió desde Matagalpa la "División Vanguardia" (un puñado de soldados descalzos con rifles de mecha) al mando del coronel José Dolores Estrada, para proteger las propiedades de los finqueros nicaragüenses quienes periódicamente eran saqueados o confiscados por las tropas filibusteras.

En represalia, para reafirmar su autoridad, William Walker envió a la zona de Tipitapa, 120 soldados del Segundo Batallón de Rifleros, bien armados con rifles de repetición, al mando del coronel Edmund H. McDonald. El 29 de agosto, Byron Cole al mano de 50 soldados montados a caballo, tenía la misión de sembrar el terror entre la población campesina que apoyaba a las tropas rebeldes. Tanto el coronelMcDonald como el coronel Estrada marchaban en la misma dirección, el enfrentamiento militar era inevitable.

Primer ataque contra San Jacinto

Estrada avanzó cerca del poblado de Tipitapa y se asentó en la finca ganadera San Jacinto, propiedad que los filibusteros habían confiscado a una familia de apellido Bolaños. Los espías de los filibusteros detectaron la presencia de Estrada en San Jacinto, entonces Walker ordenó al coronel McDonald que aniquilase a las tropas nicaragüenses. McDonald atacó las posiciones de Estrada durante la mañana del 5 de septiembre. Pero la casa hacienda de San Jacinto resultó un magnificó cuartes de defensa de las tropas nicaragüenses. Las anchas paredes de abobe contenían las balas, y los corrales de piedra eran trincheras inexpugnables

Después de casi tres horas de fuego cruzado, McDonald tuvo que retirarse hasta Granada dejando 6 soldados muertos en el campo de batalla, “quince rifles, muchas paradas, cuatro espadas, un botiquín con su correspondiente repuesto de medicinas, un estuche de cirugía, quince bestias mulares y otras tantas caballares con sus correspondientes monturas, diez botes de latas y otros muebles de menos importancia como chamarras, gorras, sombreros, cuchillos, espuelas, botas y pistolas descompuestas".

Las tropas de Estado tuvieron una baja y tres heridos. Fue una defensa exitosa pero el enemigo seguía teniendo la ofensiva estratégica.

El segundo ataque de Walker

Inconforme con los resultados del primer ataque, Walker reagrupó las fuerzas del coronel McDonald y el 12 de septiembre organizó una segunda expedición para tomarse San Jacinto. Cada batalla ganada por las tropas nicaragüenses, encendía la moral de la población que tenía la bota militar de Walker sobre su cuello.

El 13 de septiembre, el coronel Byron Colé, quien sembró el terror en la zona de Chontales, se dirigió también hacia Tipitapa al mando de 75 filibusteros, arribando a las 5 de la mañana a la hacienda San Jacinto, cuartel defensivo de las tropas rebeldes nicaragüenses.

El asalto de los filibusteros fue intenso y sostenido. Una de las compañías de los filibusteros saltó los corrales de piedra, y llegaron a los corredores de la casa Hacienda pero no tuvieron fuerzas para resistir los ataques de las tropas de Estrada, atrincheradas dentro de la casona, obligándolas a retroceder. La batalla continuó en los corrales de piedra, donde los filibusteros estaban en desventaja.

En el ínterin, consciente de la importancia de la primera defensa del territorio en San Jacinto, el general Chamorro ordenó fortalecer la posición y el coronel Estrada recibió refuerzos de Matagalpa, llegando a reunir 160 hombres, entre ellos un contingente de indios flecheros matagalpinos. Estos se enfrentarían con arcos y flechas a los rifles de repetición de los filibusteros.

La estampida de los caballos

La batalla continuó en los corrales de piedra. Estrada ordenó atacar por los flancos. Las tropas nicaragüenses salen por la parte trasera de la casa hacienda, hacen un movimiento circular, se internan en el bosque y atacan a los filibusteros por al retaguardia, causando un terrible impacto sobre las tropas enemigas. En uno de los corrales había caballos, los que se asustaron con el tiroteo y salieron en estampida. Las bestias asustadas corrieron al lado de las tropas nicaragüenses, dando la sensación que una inmensa caballería reforzaba a las tropas nicaragüenses. Un factor casual que influyó decisivamente en la batalla. El resultado fue la dispersión y desesperación de los filibusteros, quienes al fragmentarse se convirtieron en pequeños grupos que fueron fácilmente aniquilados por las tropas nicaragüenses sedientas de venganza.

Al coronel Byron Colé, el mismo que firmó el contrato para traer a los filibusteros a Nicaragua, lo capturaron vivo en la vecina hacienda San Ildefonso, donde fue fusilado en el acto. El Ejército del Septentrión sufrió 28 bajas entre heridos y muertos, y los filibusteros 35 muertos y 18 prisioneros.

La pedrada de Andrés Castro.

En medio de la batalla en los corrales de la hacienda San Jacinto, el soldado Andrés Castro (ascendido posteriormente a Sargento) al no tener el tiempo suficiente para cargar el fusil de chispa, ante el asalto de un filibustero, optó por derribarlo de una pedrada, convirtiéndose en un héroe, el símbolo de la lucha desigual de un soldado descalzo y mal armado contra un filibustero bien armado.

Hasta el año 1955, la gesta del soldado Andrés Castro había pasado inadvertida por los historiadores, pero un grupo de intelectuales se dio a la tarea de divulgar la simbólica pedrada que derribó al filibustero.

La increíble valentía de los indios flecheros de Matagalpa

La gesta libertadora de los indios flecheros de Matagalpa, durante la batalla de San Jacinto, ha sido recogida de manera fragmentada por los historiadores, en una época que despreciaban al indio

El historiador Jerónimo Pérez, testigo de la guerra contra los filibusteros, confirma escuetamente que los indios de las cañadas de Matapalo y Yucul, en el departamento de Matagalpa, dieron refugio al general Fernando Chamorro y su gente que venían huyendo ante el avance de los filibusteros en Chontales (Pérez. 215)

La crónica del sargento Carlos Alegría, quien participó en la batalla de San Jacinto, ratifica brevemente que “El 11 (de septiembre de 1856) llegó una división de sesenta indios con flechas al mando del Mayor Don Franco Sacasa (…) que fueron tan útiles a la jornada del 14” (citado por Alejandro Bolaños Gayer).

El historiador Sofonías Salvatierra en su texto “La Guerra Nacional”, cita al presbítero Ramón Ignacio Matus, en un artículo publicado en El Comercio del año 1926, en el que reconoce que “el Ejército de Estrada estaba casi todo armado de flechas contra otro armado de fusiles”.

Los indios flecheros de Matagalpa tienen una largo historial de combate. En las guerras civiles posteriores a la independencia, en 1821, participaron al lado de los conservadores. Lo mismo ocurrió durante la invasión a León, por las tropas del general salvadoreño, Francisco Malespín (1844-1845) y durante la guerra civil de 1854, que abrió las puertas a la invasión filibustera. En 1856 se opusieron ferozmente a que el oficial filibustero Fry entrara a la ciudad de Matagalpa. Y el 30 de marzo de 1881, tres mil indios flecheros de rebelaron contra el prefecto Gregorio Cuadra,  bajo la presidencia de Joaquín Zavala, ambos conservadores.

Reconocimiento tardío que niega la guerra centroamericana

Un problema que tienen todos los gobiernos de Centroamérica, es que niegan su propia historia. Después de la expulsión de las tropas de Walker, producto de la unión de los ejércitos de Centroamérica, cada una de las oligarquías se dedicó a escribir su propia versión de los hechos, creando héroes y mitos con base a sus necesidades.

Así, solo para citar un ejemplo, la oligarquía costarricense, tuvo que crear a Juan Santamaría como un héroe nacional de la lucha contra los filibusteros, aunque la mayoría de los actuales historiadores dudan de su existencia real.

Algo parecido ocurrió en Nicaragua, con la batalla de San Jacinto, la única batalla que ganaron las tropas nicaragüenses, en momentos en que arreciaba el avance de las tropas centroamericanas sobre Masaya y Granada para cercar y aniquilar a Walker. El sacrificio de los indios flecheros fue ocultado por los historiadores de la época, a pesar que fueron el grueso de las tropas que se enfrentaron y derrotaron a los filibusteros en San Jacinto.

En Septiembre del año 2012, la Asamblea Nacional de Nicaragua, mediante la Ley No 808, declaró “Héroes de la Batalla de San Jacinto a los sesenta Indios Flecheros Matagalpas que participaron en la Guerra Nacional, cuya acción contribuyó, al triunfo de los nicaragüenses contra los filibusteros al mando de William Walker”.

Un reconocimiento justo pero tardío, que sigue llamando “guerra nacional” a la épica guerra centroamericana contra los filibusteros de William Walker.

 

Por Carlos A. Abarca V.

 I. El pasado reciente de la Iglesia Católica goza todavía el silencio de los historiadores laicos. Tal vez sus archivos estén cerrados con doble llave después de la guerra centroamericana, de las crisis éticas, de apostolado y de poder que ha vivido en el período de 1970 al Papa Francisco I. De cualquier modo ya es hora de un examen de conciencia histórica.  

Este artículo ordena una lista de los sacerdotes, misioneros, monjas y obispos que fueron asesinados en Centroamérica, entre 1967 y 1998. Es un minúsculo aporte al conocimiento de esa historia que está pendiente. Una ubicación de algunos hechos y acontecimientos que esperan el análisis histórico. Una invitación a explicar esos procesos históricos por el método relacional y crítico.         

II. En los días siguientes a la noticia de que el Papa Francisco I había acogido varias iniciativas para beatificar al Arzobispo Romero y Galdámez, en muchas mentes pudo haber surgido el recuerdo de Karol Wojtyla censurando al sacerdote y poeta Ernesto Cardenal Martínez porque ejercía funciones en el primer gobierno sandinista.

Cardenal Martínez hubiera entrado al santoral cívico político de la República de Nicaragua. Hoy está sentado en el olimpo, a la diestra de las musas. El Arzobispo Romero ocupa las últimas páginas del Martirologio, el libro de los mártires santificados por la Iglesia Católica. Según varios periodistas fue beatificado “por predicar el Derecho Humano a la vida”. Según el vaticano, el Arzobispo es reconocido mártir «por odio a la fe», por Decreto del 3 de febrero de 2015 del papa Francisco I correspondiente a la Congregación para las Causas de los Santos.

Monseñor Romero no murió como soldado en guerra de los ejércitos de liberación de América Latina. Fue asesinado, en las circunstancias conocidas, por el subsargento, Marino Samayor Acosta, por órdenes del mayor Roberto d'Aubuisson creador de los Escuadrones de la Muerte y del partido ARENA, y del coronel Arturo Armando Molina, Presidente de El Salvador entre 1972 y 1977. Pocos años después, Marisa d' Aubuisson, hermana del militar, creo la fundación promotora de la beatificación del arzobispo.

El primer sacerdote, guerrillero y mártir de la historia contemporánea de América Latina, fue Camilo Torres Restrepo. El cura colombiano murió el 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento,municipio de San Vicente de Chucurí, Santander. Cayó en la primera acción armada en la que intervino, tras combates con tropas de la Quinta Brigada de Bucaramanga, comandada por el coronel Álvaro Valencia Tovar, en el gobierno de Misael Pastrana Borrero.


En esas décadas hubo un lapso luminoso en la historia social del cristianismo revolucionario. A la luz del movimiento Comunidades Cristianas de Base, de origen brasileño se legitimaron la buena nueva del Concilio Vaticano II (1962-1965), las Conferencias de Medellín (1968) y Puebla (1979) y, la de Santo Domingo (1992), en un entorno ya dominado por el tradicionalismo eclesial y el apostolado conservador.

Pero, entre 1976 y 1989 fueron vilmente asesinados no menos de treinta y tres sacerdotes y monjas; personajes de vida religiosa y monástica centroamericana. Catorce en los años 70-80, dieciocho hasta 1989 y uno en 1998. Por orden jerárquico: dos obispos, dieciocho sacerdotes, seis religiosas, cinco seminaristas y dos miembros de la congregación salesiana. Quince fueron fusilados en El Salvador, diecisiete en Guatemala y uno en Nicaragua.

Estas muertes provocadas fueron otro saldo de las contradicciones del desarrollo capitalista y el imperialismo, de la democracia representativa con militarismo, de la civilización de bolsas de valores, guerras y paz armada. El silenciamiento horrendo de estas vidas nobles, como el de miles de civiles que cayeron en la guerra contrarrevolucionaria de Centroamérica reclama, en lo que compete a la Iglesia, que las estrategias de política exterior del Vaticano sean, al menos, arrancados al olvido.

En particular, desde el papado de Juan XXIII (1958-1963), las que estableció Juan Pablo II con el gobierno norteamericano y el Presidente Ronald Reagan y el manejo de esos temas durante la gestión de Benedicto XVIII.

Luego del pontificado de Pablo VI (1963-1978) y tras la muerte (asesinato?) de Juan Pablo I ese mismo año, la “Santa” Sede activó sus relaciones diplomáticas con EUA. En la crisis financieras, monetarias y petroleras de 1971-73 y 1979-83 al Vaticano no le convenía que sus negocios fueran descubiertos y tener que tributar con enormes sumas sobre los bienes inmuebles, las ganancias de sus inversiones bancarias, ni de sus empresas, como el Instituto Farmacológico Sereno, la industria mundial de píldoras anticonceptivas contra la cual Paulo VI había invocado la “ira de Dios”. Tampoco, la presencia del Obispo de Roma en la Junta Directiva del Banco Cisalpino de Nassau, Bahamas.

“El FINANBANK era otra gigantesca financiera, utilizada en limpieza de dinero sucio y que trabajaban la mafia y el Vaticano a través de empresas de Canadá y México, un canal que hacía llegar a EUA los dólares de la mafia, ganados en operaciones delictivas. Llegaba en maletas y se invertía en bonos del Estado que luego se enviaban al Finabank para limpiarlos y negociarlos. Si la mafia quería hacer regresar a Italia este dinero previamente limpio, utilizaba los canales del Banco del Vaticano”.

http://www.monografias.com/trabajos15/vaticano/vaticano2.shtml

En el contexto de la depresión capitalista de 1979-1983, en el Vaticano se estableció una burocracia muy centralizada. Ello le permitió a Juan Pablo II (1978-2005) involucrar a la “Santa” Sede en los grandes acontecimientos geopolíticos mundiales. Cuando Reagan asumió la presidencia, en enero de 1981, ya se habían trazado los primeros contactos estratégicos entre ambos gobiernos.Cada viernes por la noche, el jefe del cuartel de la CIA en Roma llevaba al palacio papal los últimos secretos proporcionados por satélites espías, y las escuchas electrónicas eran realizadas con bastantes abusos por los agentes de la CIA, que dirigía desde 1981 William. Casey, católico practicante”.

Ese año el Vaticano difundió el rumor de que si la URSS invadía Polonia, el papa viajaría a su país natal. Moscú se comprometió a no intervenir en seis meses, si Wojtyla frenaba la ola de huelgas dirigidas por Lech Wałęsa y Solidaridad. “La misma encíclica Laborem Exercens (1981) parece diseñada para darle fundamento ideológico y teórico a los sindicatos Solidaridad” y, con ello, al solidarismo frente al sindicalismo. Reagan y Wojtyla organizaron una cruzada anticomunista que atacó también a movimientos cívicos, grupos de estudiantes, partidos políticos, regímenes y gobiernos del espectro de izquierda socialista, socialdemócrata y socialcristiana.

En América Central hostilizaron en particular a los dirigentes cristianos y militantes de la Teología de Liberación, contexto en el cual fueron asesinados los religiosos citados. Reagan se alió con la jerarquía de la Iglesia nicaragüense, en especial con el Arzobispo Miguel Obando y Bravo, entonces en confrontación teológica y política con los partidos y sectores democráticos y prosandinistas o con las bases militantes del FSLN y el FMLN en El Salvador. Asimismo la alianza cubrió a varios de los dirigentes de iglesias Católica, Metodista, Presbiteriana y Luterana. http://www.voltairenet.org/article124602.html

La renuncia ética de Benedicto XVI, la elección de Francisco I y algunas de sus primeras medidas de gobierno llenan de esperanza a los creyentes católicos. Aunque en Europa se afirma cada vez más la derecha política y América Latina sufre parálisis reformista.

III Fuentes:

http://www.monografias.com/trabajos15/vaticano/vaticano2.shtml

https://es.wikipedia.org/wiki/Teología_de_la_liberació

http://www.voltairenet.org/article124602.html

www.mercaba.org/Pastoral/C/comunidades_eclesiales_base_LA.htm

http://www.martires.8m.com/index.htm

 El Diputado José Merino del Río agita en una marcha contra el Combo del ICE

Por Ramón Sibaja

Del 16 marzo al 4 de abril del 2000 se produjeron las históricas movilizaciones contra el Combo del ICE, un proyecto de ley que pretendió privatizar el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) pero que no pasó, al menos en ese momento.

Orígenes del ICE

Después del triunfo de la revolución democrática de 1948, el 8 de abril de 1949 se dictó el Decreto-Ley N°449, denominado "Reglamento para la creación del Instituto Costarricense de Electricidad, creando las bases legales para la organización y desarrollo del ICE.

La nacionalización de la industria eléctrica y de las telecomunicaciones tiene sus orígenes en luchas libradas en los años 30 del Siglo XX, por la Liga Cívica, contra la transnacional Electric Bond and Share, que mantenía un monopolio sobre la electricidad

El primer antecedente de Millicon

Bajo el primer gobierno de Oscar Arias (1986-1990), mediante el Acuerdo del Poder Ejecutivo N° 268, del 4 de diciembre de 1987, se autorizó el ingreso de la transnacional Millicon para operar la telefonía celular. Los trabajadores del ICE hicieron resistencia, pero fue hasta 1993 cuando la Sala Constitucional o Sala IV declaró inconstitucional el funcionamiento de Millicon. Esta fue una importante victoria de la movilización y presiones de los trabajadores del ICE que quedó oculta en los folios del el fallo N° 5386-93.

Pero a Oscar Arias no solo le interesaba la telefonía celular sino la energía eléctrica y las telecomunicaciones. En 1988 Arias presentó ante el Consejo Directivo del ICE la solicitud de emitir acciones, que fueran compradas por particulares en la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) y Radiográfica Costarricense (RACSA). Estas acciones no progresaron por la resistencia de los trabajadores del ICE.

El segundo gran intento con el Combo del ICE

A inicios de su gobierno, en el año 1998, el presidente Miguel Ángel Rodríguez, en su afán de impulsar su agenda neoliberal convocó a un proceso de “Concertación Nacional” para convencer a los costarricenses de la necesidad de abrir la economía a las transnacionales y vender los más importantes bienes del Estado. Producto de oscuras negociaciones, de esta Concertación surgieron tres proyectos de leyes: 1.- la Ley de transformación del ICE; 2.- la Ley General de Electricidad y 3.- la Ley General de Telecomunicaciones. La fusión de estos tres proyectos de ley dio origen al proyecto de Ley para el mejoramiento de los servicios de electricidad y telecomunicaciones y de la participación del Estado (expediente número 13.873) conocido popularmente como “Combo ICE”.

El 20 de marzo del año 2000, el bloque de 45 diputados formado por las bancadas del Partido Liberación Nacional (PLN) y el gobernante Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que la izquierda denomina "PLUSC" (PUSC +PLN), la Asamblea Legislativa aprobó en primer debate el llamado "combo energético", cuyo principal objetivo era la privatización de la energía eléctrica y las telecomunicaciones, acabando de esta manera con el monopolio estatal instaurado en 1949. Solo 10 diputados votaron en contra.

Pero desde el mes de enero del año 2000 se iniciaron las protestas encabezadas por los trabajadores del ICE, a la que se fueron sumando empleados públicos, organizaciones sociales y personas que reflejaban la indignación de los costarricenses.

Grandes movilizaciones durante 3 semanas

La lucha contra el Combo del ICE tuvo como antecedente inmediato la gran marcha de protesta pacífica contra las reformas constitucionales del 19 de marzo de 1999, que pretendía imponer la reelección presidencial no continua, y que impulsaba tras bastidores Oscar Arias.

Las protestas comenzaron el 16 de Marzo del 2000 cuando los agricultores arruinados por las políticas neoliberales bloquearon la carretera a Cartago en el Alto de Ochomogo. Esta fue la llama que desató la indignación de los costarricenses y amenazó como nunca antes a las instituciones del Estado burgués.

Poco a poco se fueron incorporando a la luchas diversos sectores sociales: estudiantes de las universidades públicas, especialmente de la UCR y UNA, hubo huelgas en las instituciones públicas, colegios, marchas, caravanas de automóviles que reflejaban el malestar de la clase media, huelgas de hambre, recolección de firmar, vigilias de oración, etc.

Hubo bloqueos sobre el rio Tempisque, hubo tomas en las instalaciones de la UCR en la capital y en provincia, toma de puentes en el cantón de Pérez Zeledón. En las provincias más pobres de Costa Rica, como Guanacaste, Limón y Puntarenas hubo fuertes movilizaciones de resistencia popular.

Durante la lucha contra el Combo del ICE las organizaciones más combativas se aglutinaron en el Frente de Lucha “Jesús Martínez”. Lamentablemente este tipo de experiencia organizativa se diluyó rápidamente.

La grandiosa marcha nacional del 23 de marzo del 2000 contra el Combo del ICE ha sido una de las más importantes movilizaciones de la historia costarricense en el siglo XX.

Las movilizaciones terminaron el día 4 de abril después de intensas jornadas de lucha y movilizaciones callejeras.

La Sala Constitucional, para no perder el control de la situación, mediante el fallo No. 00-03220, del 18 de abril del año 2000, declaró inconstitucional el Combo del ICE. Esta fue la última palada de tierra contra el polémico “Combo del ICE”. El gobierno de Rodríguez maniobró convocando, a través del tribunal Superior de Elecciones (TSE), a una serie de diálogos como parte de un “diálogo nacional”.

El rol de Fuerza Democrática (FD)

El Partido Fuerza Democrática (FD), de izquierda reformista, logró sustituir en el plano electoral el lugar que ocupaba el extinto Partido Vanguardia Popular (PVP). En 1998, durante la campaña electoral denunció los planes neoliberales, y obtuvo 3 diputados: Célimo Guido, José Manuel Núñez y José Merino del Río. El discurso de la defensa de las conquistas democráticas le permitió a FD jugar un importante rol y canalizar una buena parte del descontento popular expresado en las movilizaciones. El diputado José Merino del Rio, quien fundaría posteriormente el Frente Amplio (FA), salió de las movilizaciones como el mas importantes dirigente político que denunció vigorosamente y se opuso a la privatización del ICE.

La maniobra de la Comisión Mixta

Las organizaciones sindicales dentro del ICE habían adquirido una enorme beligerancia dentro de la lucha contra el Combo. Por ello el gobierno las incorporó dentro de la llamada “Comisión Especial Mixta del ICE” estuvo conformada por los diputados Eliseo Vargas, Vanesa Castro, Walter Céspedes y Carlos Vargas Pagán (PUSC), Guido Monge,

Guillermo Constenla y Rafael Arias (PLN), Otto Guevara (ML) y José Merino del Rio por (FD).

En esta Comisión Especial participaron además de curas y ambientalistas, dirigentes sindicales del ICE como Jorge Arguedas, Fabio Chaves y Ricardo Segura, Eva Carazo por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR), hasta sectores empresariales estuvieron representados.

El objetivo de esta maniobra de juntar tantas fuerzas sociales era calmar los ánimos del pueblo que se encontraban agitados después de 3 semanas de enormes movilizaciones contra el gobierno y contra los diputados de la Asamblea Legislativa.

No obstante, el gran triunfo que significó el hecho que el Combo del ICE fuese desechado, producto de la movilización revolucionaria de las masas costarricenses, fue escamoteado con la constitución del Comisión Mixta. Se había triunfado pero la dirigencia sindical y política (el partido Fuerza Democrática) no tuvieron más consignas que anteponer ante el triunfo, terminaron retrocediendo y cayendo en las redes del régimen democrático burgués.

Durante meses, toda la discusión posterior giró en torno a cómo fortalecer las finanzas del ICE, pero nunca se planteó la necesidad de establecer el control obrero y mantener el monopolio de la industria eléctrica y las telecomunicaciones en manos del Estado.

Planes posteriores

Las movilizaciones de lucha contra el Combo del ICE abrieron una situación de ascenso revolucionario de las masas costarricenses, que tuvo influencia en el resto de Centroamérica. Después vinieron luchas estudiantiles, la lucha contra RITIEVE y contra la ratificación del TLC conocido como CAFTA-DR.

Pero en medio del ascenso de las masas, continuaron los planes de privatización del ICE y de las telecomunicaciones, abriendo el mercado a nuevas empresas transnacionales, con el cuidado de dejar el ICE en manos del Estado, pero esta vez como un cuerpo que se debilita constantemente.

En este 15 aniversario del triunfo que significó la derrota del Combo del ICE, los trabajadores de Costa Rica y de Centroamérica debemos preguntarnos qué pasó después de semejante triunfo del 4 de abril del 2000, en dónde perdimos el control de la situación y por qué nos arrebataron este triunfo.

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