Por Maximiliano Cavalera

El 24 de febrero de 1821 fue proclamado en la ciudad de Iguala, México, el plan que lleva el nombre de dicha ciudad, es decir, el plan de Iguala. Este plan fue diseñado por Augusto de Iturbide y proclamaba la independencia de México adoptando un sistema monárquico, preservando el privilegio de la corona a Fernando VII, miembro de la casa de los Borbones, o en su ausencia, cualquier otro infante en línea de sucesión. Siete meses después, las luchas por la independencia en toda Latinoamérica llegan a Centroamérica y la presión del pueblo exige la independencia respecto de la corona española. La presión social era tan fuerte, que el 15 de septiembre de 1821 en la ciudad de Guatemala se proclama la independencia de las repúblicas centroamericanas. Este proceso tan singular es propio de Centroamérica, en donde fue la misma institucionalidad criolla la que proclamó la independencia sin siquiera disparar una bala. Esta situación sin precedentes en Latinoamérica terminaría marcando el destino de la patria centroamericana; ante la cobardía de nuestra oligarquía criolla por construir un Estado nación, terminó buscando la primer palo en que ahorcarse y los Estados Centroamericanos se anexaron al plan de Iguala, dejando a la nación centroamericana bajo la égida de la pretensión monárquica en México.

La colonia española

Desde la época de la colonia la monarquía española balcanizó territorial y administrativamente sus colonias. En el caso de Centroamérica no existían grandes imperios, como era el caso de México y el Perú, todo lo contrario, en lo que es actualmente Centroamérica nos encontramos con una gran variedad de tribus que se encontraban en diferentes estadios productivos. Es decir, Centroamérica estaba poblada por migraciones indígenas del norte de América y del sur de América. Muchas de estas poblaciones eran recolectoras y practicaban el comunismo de consumo, otras estaban en la etapa esclavista. Sin embargo, no se conocía un imperio ni organización política que hubiese avasallado grandes poblaciones. Es hasta la llegada de los españoles que se inicia el proceso de conquista de las poblaciones indígenas. Aun así, la conquista no significó una orientación sistemática y dirigida, Guatemala fue conquistada por Pedro de Alvarado, en cambio la conquista por el sur la realizó Francisco Hernández de Córdoba. Curiosamente este había participado activamente junto a Hernán Cortez en la conquista de México.

La conquista española significó el vasallaje de todas las poblaciones indígenas de Centroamérica, muchas con lenguas, alimentación, dioses y tradiciones comunes. Para asegurar este vasallaje la corona española dividió sus colonias con centros administrativos en donde se concentraba toda la burocracia estatal. La corona española decidió que tenía que hacer política y bajar sus orientaciones en bloques, así fue que se organizaron los Virreinatos de Nueva España, de Perú, Nueva Granada y de la Plata. Dentro del virreinato de la Nueva España se encontraba La Capitanía General de Guatemala. Esta Capitanía se encontraba compuesta por lo que actualmente son las repúblicas de Centroamérica, Chiapas y una provincia de lo que es actualmente Panamá.

Para toda la España latinoamericana, la colonia significó la segregación de las comunidades indígenas, pero no solo de nuestras comunidades autóctonas, sino de los africanos que fueron esclavizados y traídos a las américas para servir como esclavos, de los mestizos y hasta de los mismos hijos de españoles que nacieron en nuestras cálidas tierras. El despotismo era el pan de cada día, pero a esto se sumaban las enormes cargas impositivas que tenían que pagar las colonias para mantener los lujos decadentes de la corona Española.

La independencia y el plan de Iguala

Pero el colonialismo tenía sus días contados, en América Latina se comienzan a organizar movimientos independentistas. Grandes serían los nombres de Bolívar, San Martin y otros que lucharon por la independencia. Contradictoriamente, el golpe de gracia a la corona Española lo asestaría la pretensión expansionista de Napoleón Bonaparte, quien al invadir España le asesta un golpe contundente a la corona. Así es que en el virreinato de Nueva España se comienzan a producir luchas importantes por la independencia. En el caso de Centroamérica se producen brotes en algunas ciudades en 1810. Estas pequeñas revueltas fueron sofocadas por la oligarquía criolla. Así es que el 24 de febrero de 1824 en México se proclama el plan de iguala; este pretendió instaurar una monarquía constitucional. El plan tenía 3 pilares fundamentales que eran: establecer la independencia de México de España, establecer la religión católica como única, establecer la unión de todas las clases sociales. Al darse el plan de Iguala, la Capitanía General de Guatemala estaba entrando en una profunda crisis política, su población estaba dividida así: “Las provincias más pobladas eran Guatemala y El Salvador. Los habitantes de Nicaragua se concentraban en el área de los lagos y litoral del Pacífico. El este de Honduras era un espacio natural vacío y en el centro y el oeste habitaban dispersos algunos pueblos de indios. La mayoría de las gentes de Costa Rica vivían entre montañas, en el Valle Central” (La independencia de Centroamérica en las luchas de descolonización, Juan del Llano). Por otra parte algunas ordenanzas que buscaban cómo saquear más a las poblaciones indígenas sembraron un enorme descontento social: “Las normas fiscales introducidas en 1747, ataron a los pueblos de indios a los intercambios mercantiles, y las ordenanzas reales de 1785 crearon las intendencias de Chiapas, Salvador, Honduras y Nicaragua -incluida Costa Rica-. La monarquía pretendía satisfacer los apetitos de tierras, riquezas y dinero de los hacendados, funcionarios, clérigos y comerciantes locales, en consonancia con los privilegios de las clases dominantes de Guatemala.” (Ídem). No es nada extraño que al final del período colonial las insurrecciones indígenas fuesen cosa común dentro de la Capitanía General de Guatemala: “Hubo cuatro enfrentamientos entre populares con las tropas de la monarquía. El primero en noviembre de 1811 en San Salvador, cuando se solicitó un obispado independiente de Guatemala. El segundo en diciembre de 1811 en Granada, debido al malestar por las ventajas políticas de León y la mala gestión del Intendente. La tercera de nuevo en San Salvador, en enero de 1814, inspirada por la insurrección de Morelos. La lucha más importante ocurrió en Guatemala en diciembre de 1813, organizada en los pasillos y la iglesia del convento de la orden de los Bethlemitas. Estos movimientos fueron disueltos y reprimidos en 1814 y 1815.” (Ídem)

Analizando bien el andamiaje colonial, uno puede llegar a la conclusión de que al finalizar la época colonial, las provincias supeditadas a la Capitanía General de Guatemala tuvieron enromes recelos de la administración colonial: “En un segundo momento esos Consulados, asentados en Guatemala, fueron la base de la élite que consolidaría el comercio en el istmo. El hilo conductor fue siempre una política que impedía de facto el libre comercio. Este fue uno de los motivos que empujaron a los conservadores centroamericanos, que no tenían lazos con esa élite, sobre todo de León, en Nicaragua, Comayagua, en Honduras, y Cartago, en Costa Rica, para que inmediatamente después de la independencia de España, solicitaran a México la anexión” (Centroamérica y México: desde la anexión hasta el Plan Puebla Panamá. Rosamaría Messén Ghidinelli). En este proceso de independencia se debe ver claramente que las élites conservadoras lo que más temían era que la independencia fuese proclamada por el pueblo y por ende, perdiesen los privilegios que la misma corona les había otorgado. ¡Qué contradicción más grande! fueron los agentes de la corona los que declaran la independencia, pero sus verdaderas intenciones y el propósito de la anexión al plan de Iguala esta resumida en un abstracto de la declaración de independencia de las provincias de Centroamérica: “Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo” (Acta de Independencia de Centroamérica). El temor a una insurrección popular hace que los criollos centroamericanos busquen la sombra de Iturbide y el plan de Iguala para protegerse de cualquier insurrección armada que aboliese sus privilegios. Esta se transformaría en la norma en nuestros criollos y futura burguesía, que buscaría la ayuda o el protectorado de alguna potencia en aras de defender sus privilegios materiales, en aquella época fue México, luego el imperialismo norteamericano.

En 1823 fue derrotado Iturbide y el plan de Iguala fue aniquilado; para ese entonces las oligarquías criollas centroamericanas declaraban una segunda independencia proclamando Las Provincias Unidas de Centroamérica, en el acta de independencia quisieron enmascarar su incapacidad para construir un Estado y declaraban: “Considerando por otra parte: que la incorporación de estas Provincias al extinguido Imperio Mejicano, verificada solo de hecho en fines de 1821 y principios de 1822, fue una expresión violenta, arrancada por medios viciosos e ilegales”. Como vemos, nuestra primera independencia fue efímera, nuestra oligarquía nos supeditó a una potencia para preservar sus privilegios, en los hechos fueron incapaces de siquiera construir un Estado para la nación centroamericana. Pasados 180 años de la declaración del Plan de Iguala y nuestra anexión al imperio de Iturbide, la tradición de nuestras burguesías es tan entreguista como la de aquel entonces, por ende, será tarea de los y las trabajadores de Centroamérica luchar por nuestra verdadera liberación.

Las movilizaciones contra el TLC han influido en el giro a la izquierda del electorado costarricense

Por Carlos A. Abarca V.            

Este artículo no pretende abordar la historia política de Costa Rica, ni de las organizaciones de la izquierda. Lo escribo con el propósito de refrescar la memoria crítica e inconforme de la juventud, la clase trabajadora y demás sectores sociales que hoy reflexionan su decisión electoral en la contienda que culmina el 2 de febrero del 2014.                      

I. ANTECEDENTES HISTÒRICOS

La historia reciente de las luchas por el poder del Estado en Costa Rica irrumpe con el legado de la Guerra Civil de 1948 y el fallido levantamiento militar del Dr. Calderón Guardia, en 1955. Comprende las presiones de inversión pública lideradas por la burguesía agropecuaria, industrial y el comercio exportador; en vivienda, salud, educación y prestaciones sociales, dirigidas por los agentes de los partidos gobernantes a través de las instituciones estatales y las municipalidades, y las gestiones de bienestar ciudadano derivadas de luchas reivindicativas de diferentes sectores de la sociedad.    

La distribución de la riqueza social como gran logro del Estado reformista fue, además, resultado del ascenso de las luchas sociales; de las protestas, huelgas y demandas del magisterio nacional, empleados estatales, el proletariado bananero, los obreros de la manufactura y los consumidores de servicios públicos. En esa dinámica de conflictos y conciliaciones, la sociedad civil adquirió de nuevo tesitura política y electoral, después de la Guerra Civil.

La constitución de 1949 otorgó derechos electorales a las mujeres y a la población negra. Poco después se redujo de 21 a 18 años la edad para ejercer el derecho al voto y la participación de la población joven en actividades políticas. Desde 1953 se reorganizó el movimiento sindical obrero y campesino en la Confederación General de Trabajadores. Desde 1955 se formaron las juntas progresistas comunales y otras confederaciones sindicales que se vincularon al PLN. Entre 1960 y 1970 surgieron nuevas agrupaciones obreras, de estudiantes, campesinos y sectores ciudadanos, las cuales se adscribieron en buen número a los emergentes partidos políticos de izquierda.    

En tercer lugar, el tema del Estado reformista es inseparable de las repercusiones de la coyuntura económica y política en los liderazgos, composición y estructuras de los partidos, así como en las instituciones ideológicas y consensuales organizadas por la burguesía local en alianza con los intereses de los Estados Unidos en Centroamérica. Entre esos momentos de cambio resaltan la revolución cubana, la crisis del mercado común centroamericano, el alza de precios del petróleo desde 1971, la depresión económica de 1973-1975, la derrota militar y política de la dictadura somocista, el auge de movimientos revolucionarios en El Salvador y Guatemala, y la depresión capitalista de 1979-1983.

En el seno de esas alarmas se fraguó la fusión de los intereses del capital financiero e industrial con la política exterior de los Estados Unidos y Europa, y se lanzó la ofensiva imperialista que exigió a los Estados latinoamericanos el pago de las deudas externas e impulsó un comercio mundial sin restricciones nacionales, proteccionistas. El neoliberalismo forzó la reducción de las inversiones en bienestar social para subsidiar la reproducción y circulación del capital e impuso los ajustes de estructuras que arrasaron con las políticas de sustitución de importaciones, vigentes entre 1960 y 1980. Un antecedente estructural del neoliberalismo fue la revolución en la tecnología microeléctrica que unificó las industrias de telecomunicaciones, informática y automatización. A ese cambio se integró la biotecnología aplicada en farmacología, ingeniería genética, el cultivo de tejidos, industria alimenticia, minería y medio ambiente.

El neoliberalismo, la fase contemporánea del capitalismo imperialista, se convirtió en un sistema global cuando adquirió hegemonía política mundial a raíz de las transformaciones en la URSS y el desmembramiento de los países socialistas de Europa Oriental, durante los gobiernos de Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin (1985-1991). A partir de entonces, Estados Unidos y Europa a través de la OTAN se encontraron sin competencia militar y retomaron la ofensiva neocolonialista con las guerras regionales en Europa balcánica, el Medio Oriente, Asia y Àfrica.

En ese contexto adquieren relevancia en Costa Rica, los impedimentos de los gobiernos para avanzar el desarrollo de políticas sociales de interés popular. Surgieron contradicciones en el bloque político detentor del poder por medio de los partidos Liberación Nacional y diversas coaliciones del liberalismo tradicional. Se configuraron nuevas corrientes ideológicas y partidos de izquierda, cuyo itinerario histórico ha concordado con los objetivos de las luchas sociales en relación con el reparto de la riqueza nacional y para encauzar las instituciones del Estado hacia metas de desarrollo con sentido ético, equidad en la propiedad y reparto de la riqueza y soberanía nacional.

En particular, porque desde 1983 el bipartido PLN-PUSC controló el poder del Estado. En momentos, adoquinado con los ajustes estructurales que diseñaron e impusieron a los gobiernos el FMI, el BM, el BID y el capital transnacional. En otros, enfangado por la corrupción descarada de conductores de esas políticas como Rafael A. Calderón Fournier, José María Figueres Olsen y Miguel Àngel Rodríguez, en mafiosa colaboración con políticos y empresarios ligados a algunas instituciones autónomas y a la banca transnacional.

En consecuencia los gobiernos del PLN- PUSC de los últimos 30 años abandonaron el reformismo; no así la intervención del Estado a favor de la reproducción sin fronteras del capital. Viraron al ala derecha del liberalismo, alimentaron la ingobernabilidad, agudizaron las luchas sociales, la desconfianza en los poderes del Estado y sus instituciones, y el descontento político. De ahí que, lentamente se fue abriendo el horizonte para la reformulación radical de la dominación neoliberal bajo liderazgo de nuevas y jóvenes expresiones del espectro político de centro e izquierda; en competencia, aún sin confrontación, con quienes militan en la extrema derecha de la política.         

II.- EXCLUSION DE LOS COMUNISTAS Y RUPTURAS EN EL P.L.N.    

En Costa Rica, entre 1949 y 1979 se avanzó otra fase del Estado Benefactor, con sustento en el Capítulo V de la Constitución. Este período difiere en cuanto al fundamento ético e ideológico de los cambios sociales y laborales que se institucionalizaron entre 1941 y 1948. En los artículos del capítulo V, las garantías sociales se perciben a distancia del concepto republicano y socialista que las legitimó inicialmente. Ahora se sustentan en la doctrina keynesiana del Estado Interventor o Estado Benefactor. Ya no se apela a una ética política, a los principios de doctrina social católica, ni del socialismo; sino a la evolución de las estructuras y las relaciones económicas de la sociedad capitalista que determinan la distribución de la riqueza social.  

La doctrina liberal clásica consideró las necesidades sociales básicas y de las clases trabajadoras, en la noción "interés general de la nación" y priorizó el crecimiento de la producción en el agro y la industria. En los años 40, ese tema de política económica generó la confrontación entre los republicanos liberales de izquierda, los comunistas y los socialdemócratas; porque éstos conciben las garantías sociales como parte del Estado de Derecho y las subordinan al crecimiento de la producción privada con mediación estatal a favor de la acumulación capitalista.

Para ellos, las cuestiones de Estado son temas seculares de tipo jurídico y político. Por principios derivados del dogma de la preservación inalterable de la propiedad privada de la tierra, la banca y las empresas productivas, los socialdemócratas rechazan las tesis marxistas sobre la sociedad y las finalidades del Estado. De ahí que, vencedores en la Guerra, ilegalizaron al Partido Vanguardia Popular y han menospreciado las alianzas políticas con los movimientos socialistas y los partidos marxistas. http://www.monografias.com/trabajos62/costa-rica-reformas-sociales/.shtml#ixzz2nUJu9SwD

El Decreto Ley No. 105 de la Junta de Gobierno y el Artículo 98 de la Constitución de 1949 ilegalizaron al PVP y los sindicatos campesinos, obreros y del sector público afiliados desde 1943 a la Confederación de Trabajadores. Los comunistas, que en 1947 sumaban unos 12.000 militantes vanguardistas, solicitaron inscribir el Partido Nacional Democrático para las elecciones de la Asamblea Constituyente, pero el 16 de agosto de 1949 el Tribunal Electoral desacreditó la pretensión. En 1950 insistieron en legalizar al PVP y fueron excluidos por la Ley No. 1191 del 1 de agosto del mismo año.  

En 1953 los vanguardistas hicieron actividad electoral como Partido Progresista Independiente, con el candidato Joaquín García Monge. De nuevo fueron proscritos por Ley No.1608 del 16 de julio. En 1957 propusieron la denominación Partido Unión Popular y en 1958 el Partido Socialista Costarricense, con Fabián Dobles como candidato. Las dos iniciativas fueron anuladas por la Ley No. 2788 del 20 de julio de 1961. Por ello, en 1962 apoyaron al Partido Acción Democrática Popular, liderado por Enrique Obregón Valverde, un liberacionista de izquierda y por el periodista Julio Suñol, miembro de la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana. El PADP obtuvo en 1962 el 0.9% votos para Presidente y 2.5% para diputados. (Gutiérrez, 1984:68).

En 1966 los comunistas presentaron al Tribunal el Partido Acción Popular Socialista con el candidato Marcial Aguiluz Orellana, disidente del PLN. Simultáneamente, Manuel Mora Valverde, secretario general del PVP, expresó públicamente sus simpatías por el candidato Daniel Oduber. Ese año el PVP celebró el X Congreso y constató un apreciable crecimiento. La composición social del partido mostraba un 43% de militantes de extracción obrera y campesina, 57% personas de la clase media, el 80% hombres y el 20% mujeres. (Gutiérrez, 1984:72)

En 1969 se negó el registro electoral de los vanguardistas, como Bloque de Obreros Campesinos e Intelectuales, presidido por Eduardo Mora Valverde. Ese año, Marcial Aguiluz inscribió el Partido Acción Socialista (PASO) el cual fue aceptado por el Tribunal y la Asamblea Legislativa, ante el dilema de ilegalizar dos partidos en un mismo proceso de elecciones. El PASO obtuvo el 5.5% votos para diputados. Eligieron 12 regidores municipales y llevaron a la Asamblea a Manuel Mora Valverde y a Marcial Aguiluz O. Los dos presentaron el Proyecto de Ley contra el Art. 98 de la Constitución. Cuatro años después el Plenario no había tramitado el proyecto. El PVP tenía 1.023 militantes en 1970. http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no22/papers/iisec1.html

En las elecciones de 1974, los vanguardistas participaron y fueron electos diputados Eduardo Mora Valverde y Arnoldo Ferreto Segura, a pesar que aún regía la proscripción de los comunistas. Como fracción parlamentaria el PVP defendió leyes, como la expropiación de Osa Productos Forestales; eliminación de los Contratos-Ley de la Constitución; reforma a la Ley de la zona marítimo-terrestre; la Ley de Prohibición de Pesca en Aguas Patrimoniales del Estado; la creación del Parque Nacional “Manuel Antonio” en Quepos; reforma a la Constitución para derogar el párrafo segundo del Art. 98 y legalizar al PVP y otras fuerzas de izquierda activas en ese momento.

De modo que los vencedores de la Guerra Civil modularon el Estado Benefactor sin competencia electoral socialista, sin movilizar a sus bases sociales y con el fin de no contrariar los requisitos para la acumulación y reproducción del capital; sino más bien, para complementarlos atendiendo la necesidad de racionalizar la reproducción de la fuerza de trabajo. Ejercieron coacción y represión contra las voluntades reformistas de corrientes ciudadanas no liberacionistas. Y, a pesar de eso, otros hechos malograron la consistencia de su experimento reformista. Entre ellos, las rupturas de consensos y las fisuras entre los partidos gobernantes; los alineamientos con los intereses de los Estados Unidos; las diferencias con respecto al sindicalismo y sobre las funciones políticas de las organizaciones sociales y sus liderazgos populares.    

Las discontinuidades y estancamientos en los programas de reforma social se acentuaron en sincronía con otros acontecimientos. En el plano sindical, el rechazo a las autoridades eclesiales y el aval a la influencia sindical peronista. En la gestión de gobierno, el apego a los programas de la Alianza para el Progreso y el Mercado Común Centroamericano, estrategias de los Estados Unidos no siempre en concordancia con los objetivos de la Comisión Económica para América Latina o las orientaciones de la Internacional Socialdemócrata al PLN. En el campo internacional, el seguidismo a las directrices de la ONU, la OEA y las agencias regionales del gobierno norteamericano o de la Unión Europea, sin ponderar particularidades sociales, políticas y culturales de la historia nacional.        

Los partidos Unión Nacional (Ulatista) Unificación (Echandista) y otras facciones opositoras a los gobiernos del PLN carecían de asideros reformistas y renegaron los compromisos históricos con el “caldero-comunismo” de los 40. Eran agrupamientos elitistas más que partidos políticos contralores; liderazgos que envejecían políticamente, sumas de electores y pocos militantes orgánicos que disfrutaban puestos y prebendas en los gobiernos del PLN. Sólo a finales del setenta lograron alguna cohesión con el liderazgo de José Joaquín Trejos y Rodrigo Carazo Odio. Por esos años surgió también el Partido Demócrata Cristiano, con muy poco desarrollo.  

En las tiendas del PLN las escisiones afloraron desde 1958. Algunos rechazaban el caudillismo autoritario de José Figueres y el relevo de candidatos a Presidente de la República con criterio de comandos militares. Censuraban el abandono del ideario socialdemócrata. Resentían los fraudes electorales en las convenciones. Demandaban diferenciación social e ideológica con respecto a los liberales republicanos y los “mariachis”. Las “inconformidades” resquebrajaron al Partido.

Jorge Rossi creó en 1958 el Partido Independiente. Enrique Obregón Valverde fundó el Partido Revolucionario Independiente, en 1962. Rodrigo Carazo acogió desde 1964 la doctrina social católica y Benjamín Núñez, con el mismo libreto, redactó en 1968 los Documentos de Patio de Agua. El texto legitimó las fisuras. Nacieron el Grupo 70 y la fracción legislativa independiente que lideró Frank Marshall Jiménez con conceptos de ultraderecha. En esas deserciones, unos fundaron el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano o se acercaron a Vanguardia Popular.

Carazo abandonó el Partido Liberación en 1969 y con José J. Trejos fundó la Alianza Nacional Cristiana en 1972 y el Partido Renovación Democrática en 1974. Cuatro años después, el Partido Liberación vivió la primera gran derrota histórica con la presidencia de Carazo Odio y su proyecto de abandonar el paternalismo de Estado, combatir la corrupción, dignificar la política, defender la soberanía frente al FMI y fortalecer la identidad nacional con un ideario anticomunista, socialcristiano y liberal demócrata, divulgado por el Partido Unidad. (Abarca V. 1995: 38-40)

III.- RENACIMIENTO Y DISPERSIÓN DE LA IZQUIERDA ESTUDIANTIL

Otros cambios removieron la conciencia histórica, actualizaron ideologías y conceptos, ampliaron temáticas y metodologías de acción política en relación con la transformación social, consecución de la soberanía nacional y satisfacción de aspiraciones socialistas. Una vez más, la juventud universitaria y liceísta, magisterio, intelectuales y sectores de clase media irrumpen en varios escenarios políticos, tres décadas después de la exitosa alianza de republicanos y vanguardistas y del Partido Socialdemócrata que fundaron el Centro de Estudios de los Problemas Nacionales y José Figueres Ferrer.    

Entre 1960 y 1970 una intensa agitación gravitó en México, Centroamérica, el Caribe y el Cono Sur. La aureola de soberanía y justicia social irradió de la revolución cubana, de la estrategia insurreccional del proyecto OLAS y el heroísmo del Che Guevara en Bolivia; acompañó a los emergentes movimientos revolucionarios urbanos europeos y de América Sur, las luchas de descolonización y las agendas autonomistas de los Países No Alineados. La viabilidad de la paz mundial afloró en la iniciativa soviética de distensión en la Guerra Fría y de congelamiento de la carrera nuclear, en contexto de multitudinarias protestas contra la guerra imperialista en Viet Nam.

Esa atmósfera envolvió las academias y fue referente de identidad política de una generación de intelectuales, estudiantes y habitantes urbanos. A fines de los 50 la juventud crítica se declaraba admiradora del Movimiento 26 de Julio y se acercaba a los Amigos de la Revolución Cubana. En 1963 un grupo formó el Partido Revolucionario Auténtico (PRA) el cual fue otro polo de atracción de quienes radicalizaban ideales y criticaban el comunismo ruso. El PRA lo integraron entre otros: Sergio Eric Ardón, Otto Castro Sánchez, Álvaro Montero Mejía, José Francisco Aguilar Bulgarelli, Guillermo Arce, Jorge Arturo Camacho, Juan Antillón, Guillermo Joseph y el “Chino” Vargas. En la campaña del 62 apoyaron al Partido Acción Democrática Popular y forjaron vínculos con militantes disidentes del PLN y del clero católico. (Iglesias, 1984: 109).

Otra corriente apareció en 1961. Ese año el estudiante Rodolfo Cerdas Cruz fundó en la UCR la Juventud Socialista, vinculada al PVP, ilegalizado. Cerdas se propuso eliminar la tutela comunista y hubo divergencias de fondo con la dirección del partido. En un viaje a la URSS, entró en relaciones con la embajada China, cuando los maoístas rompían con los comunistas-leninistas. Expulsado del PVP en 1969, con el apoyo del comunismo chino se dedicó a elaborar la letra de una “nueva democracia” y un “nuevo bloque revolucionario de cuatro clases”. (Cerdas, 1981:99-138). A raíz de las protestas estudiantiles del 24 de abril de 1970 contra de la aprobación del Contrato Ley con la transnacional ALCOA, la agitación estudiantil le dio tema y ocasión para atacar al PVP y fundar el Frente Popular Costarricense (FPC). (Mayer, S., 1984: 141).

Las protestas contra ALCOA movilizaron más de 50.000 universitarios y liceístas y remiten al repunte del movimiento estudiantil y los partidos de izquierda. En ese campo fértil cuajaron otras corrientes de pensamiento marxista y las organizaciones políticas: Frente Popular (FP) Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y el Partido Socialista Costarricense (PSC). El PVP no capitalizó de inmediato la rebeldía estudiantil. Estaba involucrado en acciones sindicales y electorales. (Ruiz, A. 1984: 126).

En esos años se formó un grupo de discusión de los problemas nacionales que llenó un vacío de pensamiento crítico ante la ausencia de respuestas del PVP. En 1971 fundaron una organización de estudiantes, alternativa a la JVC, con Rodolfo Cerdas, Pablo Azofeifa, Álvaro Montero M., Eduardo Dorian, Nelson Gutiérrez Espeleta, Daniel Masís, José Ml. Arroyo, Roberto Hidalgo, María Eugenia Trejos y Álvaro Soto. De ahí nació el Frente Amplio Estudiantil Nacional (FAENA) el cual se presentó como “la única organización de la izquierda patriótica y antiimperialista”.

En tercer lugar, el 11 de abril de 1972 se fundó el Partido Socialista Costarricense (PS); aunque funcionaba como grupo desde 1971 presidido por Álvaro Montero M. -fundador del PRA- Enrique Obregón Valverde, José F. Aguilar Bulgarelli, Arnoldo Mora, Rodrigo Gutiérrez S. y Alberto Salóm E. Con el logotipo de la hormiga, el PSC se opuso a la línea política del MRP y se dedicó a disputar espacios al PVP generando pugnas de representatividad política y sindical. Su base social arraigó en universidades, empleados públicos, obreros y campesinos, y grupos de católicos. Fue exitosa la creación de la Juventud Universitaria Socialista (JUS). En 1975, en coalición con otras fuerzas eligieron a Alberto Salóm, Presidente de la FEUCR y la JUS fue un fuerte componente de la Unidad para Avanzar (UPA). (Ruiz, Á. 1984: 125-128)

El Movimiento Revolucionario Auténtico (MRA) en parte heredero del PRA, surgió en enero de 1970. Ese año ganaron presencia en los episodios de ALCOA pues ocupaban el directorio de la Asociación de Estudiantes de Estudios Generales. De ahí surge el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP) “siguiendo la línea de construcción de frentes que desarrolló el MIR en Chile”. Al año siguiente, una escisión originó el Movimiento de Acción Revolucionaria Socialista (MARS) y poco después sus dirigentes Hubert Méndez, José Picado, César Solano, José Merino y Oscar Madrigal se adhirieron al PVP. El otro sector del FEP fundó el Frente Obrero del Pueblo (FOP), en competencia con el Movimiento Iglesia Joven (MIJ).  

Otra división del MRP dio lugar al Bloque 24 de Abril, poco antes de las elecciones nacionales de 1974. Después vino la fractura en el Movimiento Estudiantil Católico (MEC). Más repercusión tuvo “la escisión militar” provocada por algunos estudiantes que, años más tarde, organizaron “el Grupo La Familia” a raíz de las quemas de unos autobuses. Esa acción fue condenada por el MRP, a pesar de que tenían información de la “Operación Miguelito”. En 1981, un comando del grupo la Familia se involucró en una acción contra la embajada americana en San José. A raíz de esto hubo un tiroteo y murió un policía. Fueron apresadas Viviana Gallardo y otras dos muchachas. Estando en prisión, un amigo del policía fallecido, el Cabo Bolaños, asesinó vilmente a Viviana para vengar la muerte del compañero.

La siguiente ruptura del MRP la provocó un grupo influido por el trotskismo. Salieron dos miembros de la dirección y con otros militantes acogieron como guía revolucionaria las obras de León Trotsky. Ante esa actitud, la dirección apeló a los estatutos y a medidas disciplinarias. Surgió el grupo leninista-trotskista internacionalista (LTI) y otro que ingresó a la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMT). (Iglesias J. 1984:114-116). En la campaña electoral de 1986 se presentaron como Organización Socialista de los Trabajadores (OST), en 1990 como el Partido de los Trabajadores en Lucha (PTL) y en el 2002 como Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En las elecciones de 2010 se aliaron con el PVP liderado por Humberto Vargas Carbonell.

EL MIJ fue una opción radical de cristianos de izquierda que surgió inspirada y legitimada por el Congreso de Medellín (CELAM) de 1968. El evento estimuló la formación de organizaciones con compromiso político cristiano. Su líder, ejemplo de revolucionario, fue el sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo. En CR, el MIJ acuerpó a los partidos de izquierda; no tuvo independencia, estructura política de alcance nacional, ni realizó acciones de organización popular. Tampoco despegó un movimiento social cristiano radical. Al crearse el FOP, se enlazaron al MRP. Aportaron “gente fresca que se sumó a las aventuras militaristas y trató de atraer a obreros de la industria”. (Iglesias, J. 1984: 109-113).

En la UCR, desde 1967 el Frente de Acción Universitaria (FAU) imprimió al movimiento estudiantil y a la FEUCR un compromiso solidario internacional y nacional, y mayores vínculos con las luchas populares. En 1969, por acción del FAU y de la FEUCR se realizó un Seminario sobre el Contrato de la ALCOA y se organizó la protesta permanente en la Asamblea Legislativa. http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=12709

En 1970 el FAU, ligado al PVP a través de la JVC, era la única organización de izquierda aunque con poca fuerza electoral. En abril de 1972 se formó la Unidad Estudiantil de Izquierda (UNEI) una alianza de la JUS, ligada al PSC, el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP), extensión del MRP, y la JVC. Ganaron la dirección de la FEUCR con un crecimiento de más de 1.000 votos. El grupo estudiantil del PVP se separó de UNEI en mayo de 1973 y se unió al Movimiento de Acción Revolucionaria Socialista (MARS) para formar el Frente Amplio Universitario (FAU). (Gutiérrez, 1984:72). Para las elecciones de la FEUCR de 1974, el PS y el PVP, con la papeleta Unidad para Avanzar (UPA) llevaron a Alberto Salom a la Presidencia. Obtuvieron 5.200 votos. Al año siguiente UPA obtiene otra vez el triunfo, pero con una baja de casi 2.000 votos. El FEP-MRP se negó a formar parte de la alianza y solo obtuvo 204 votos en 1974.

FAENA no formó coaliciones con la izquierda. Creó el Frente Estudiantil Mayoritario (FAM) con actividad en las sedes regionales de la UCR y facultades. En San Ramón nació el JIRU, Juventud de Izquierda Regional Universitaria, en la UNA el grupo Patria Joven. En 1972 presentó de candidatos a Eduardo Dorian y Pablo Azofeifa. Obtuvieron menos de 1.000 votos. En 1973, tuvieron buena presencia en las luchas por el presupuesto universitario y contra la Ley del Oleoducto. Se abstuvieron de participar en las elecciones de 1974 y apoyaron a UPA, la cual ganó el directorio de la FEUCR. En 1976 formaron el grupo Bases Universitarias Organizadas (BUO) y obtuvieron 3.000 votos. BUO viró a la derecha, dirigido por Federico Flores. Desaparece en 1979 y con él, FAENA. Hubo un “sucesor”: el grupo Liga de Asociaciones Solidarias (LAZOS). En sus mejores tiempos FAENA a lo sumo integró a 50 militantes. (Mayer, 1984:151-152)

Los años 1974-1976 fueron de auge de la izquierda universitaria. UPA se mantuvo en el directorio, hasta 1976, año que marcó la derrota de la izquierda. (Gutiérrez, 1984:73). En 1977 Fernando Coto, hijo del Presidente de la Corte de Justicia, magistrado del mismo nombre, dirigió la derrota de la izquierda estudiantil con su carapacho, danzas alucinógenas y triviales posiciones de derecha.

IV.- UNIDAD Y RUPTURAS EN LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA

Entre 1949 y 1975, el Partido Vanguardia Popular dedicó sus esfuerzos a la actividad política para la consecución de legalidad electoral, el trabajo parlamentario y a la articulación de sus militantes con las luchas sindicales, agrarias, estudiantiles y en organizaciones comunales. Sus diligencias fueron marginales entre las clases medias económicamente activas. Ideológicamente, después del período estalinista y con la consolidación de Nikita Khrushchev y Leonid Brezhnev en el PC-URSS (1956 y 1982) se proclamó el “triunfo inevitable del socialismo sobre el capitalismo”.

En consecuencia, el PVP de los años 60-70 percibió que su función era contribuir con el desarrollo del capitalismo, más que luchar por la revolución. Propició “la vía pacífica al socialismo” en Costa Rica, (Ferreto, S.1981: 176) con rechazo explícito de la lucha armada; sin ponderar el impacto del apogeo de la Revolución Cubana, el avance de las actividades insurgentes del FSLN contra la dictadura somocista y la constitución en el país del PRA-MRA.

Sin embargo, desde 1968, ante los esperanzados aires de libertad y rebeldía de las juventudes a nivel mundial, el PVP consideró que debido a los cambios “en la correlación de fuerzas”, en Costa Rica era posible instaurar el socialismo sin agotar el desarrollo capitalista. Manuel Mora resaltó que en un gobierno del PLN podría surgir alguna resistencia al imperialismo. Reconoció el esfuerzo de Figueres, favorable a los cafetaleros, de abrir relaciones diplomáticas con la URSS y otros países socialistas, “señales claras de nuestra vía no capitalista en la transición al socialismo”. (Gutiérrez 1984: 67-69).

En perspectiva de acontecimientos futuros, esas tesis “consolidaron el “morismo” dentro de la izquierda vanguardista, aunque sus nuevos militantes se formaron en oposición a esa ideología. (Gutiérrez 1984:70). En posición hegemónica, el sector del partido afín a Manuel Mora retomó la tesis del “comunismo a la tica” enunciada entre 1936 y 1946, la cual había originado discrepancias. En 1949, Arnoldo Ferreto, Secretario General interino debido al autoexilio de Manuel Mora, documentó la autocrítica en relación con las posiciones políticas del partido en la coyuntura de 1943-1946. Esas censuras las formuló de nuevo en otros momentos, pero sin repercusión en el Comité Central del Partido. (Montero V. 2013:163-164 y 177)

Mientras tanto, la invasión norteamericana de Bahía Cochinos, la crisis de los misiles nucleares y la exacerbación del conflicto Cuba-URSS, hasta 1968, condimentaron rebeldías y suministraron en parte las ideas que originaron la “teoría del foco guerrillero”. Esquemáticamente: se considera que la izquierda debe construir una columna militar con el objetivo de agudizar las contradicciones sociales y políticas. Dado que las “condiciones objetivas” están dadas para la revolución, la guerrilla debe desarrollarse para forjar claridad y madurez en la conciencia revolucionaria. La propaganda y la organización de los trabajadores deben satisfacer ese objetivo. El frente militar operaría en terrenos de difícil acceso con acciones legítimas, como boicotear la producción y golpear las instituciones represivas, de modo que el conflicto social se polarice y facilite el asalto al poder. (Iglesias J., 1984: 110-111)

El “foquismo” lo adoptaron algunos movimientos revolucionarios que se apartaron de los PC en el período del pacifismo soviético. En Costa Rica lo acogió el PRA y luego el MRP. Colaboraron con el FSLN y participaron en la excarcelación de Carlos Fonseca Amador, del cuartel de Alajuela. Después de ese acto el PRA desapareció. El MRA, primero y luego, el MRP crecieron entre 1970 y 1976. Abordaron el financiamiento “realizando actividades selectivas, no comprensibles por el pueblo y en las que puso en peligro a cuadros muy especializados (…)

En una ocasión la tercera parte del partido cayó en prisión (…) En el secuestro de “Cuco” Arrieta fueron apresados otros militantes. (Iglesias, 1984: 120). El profesor Patrocinio Arrieta Leiva ocupó la Jefatura de Educación Primaria en 1924-25 y como tal presidió la Sociedad de Socorros Mutuos del Magisterio. Adquirió fama como prestamista (“cuando aprieta, Cuco Arrieta…”) y como víctima del primer secuestro político en Costa Rica. Era propietario de una vivienda que adquirieron unos chinos e instalaron el Restaurante Tin Jo, en el Paseo de los Estudiantes. Después del suceso, “Cuco” colaboró con dinero para el MRP.

En esas circunstancias “los Cucamaros”, por analogía con los “Tupamaros” de Uruguay, no participaron en las elecciones de 1974. Organizaron a pequeños productores de caña de Grecia, crearon el Sindicato de Trabajadores de Coope-Victoria y dirigieron la huelga de 1975. A finales de 1976 trabajaron con el PS y a mediados del 77 dialogaron con el PVP con miras a un trabajo sindical y electoral conjunto. Uno de esos acuerdos creó la alianza MRP-PS y AVANCE, sindicato que, junto con LUCHA (PVP), desalojó al FP de la dirección de ANEP. (Iglesias J. 1984: 117)

Entre 1979 y 1983 se mantuvo la alianza AVANCE pero unida al MT-11 de Abril, grupo que surgió de una escisión en el PS. En 1981 AVANCE se alía a sectores del PLN para enfrentar a LUCHA (PVP) y perdió la dirección de ANEP. “Entregaron el sindicato completamente sin fondos…al PVP”. Ante la iniciativa de los vanguardistas de formar la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) (Ferreto 1981: 195) en 1979, el MRP se aisló y trató de conservar la dirección de ANEP. De nuevo son derrotados en 1982 y entonces conformaron un eje con el sector del PLN afín a Daniel Oduber, para lo cual, el Ing. Rolando Araya Monge fue puente y argamasa.

En 1983, en el III Congreso del MRP reconocen que AVANCE se mantuvo en la ANEP con los recursos del MRP. Afirman que “legalizaron” la manipulación y la burocracia, sin dirección colectiva y sin claridad política (…) sin generar cuadros que reprodujeran la organización”. Consideran que predominó un accionar político voluntarista y parcial por parte de algunos dirigentes. Después lograron convencer a sus activistas para que convirtieran el Partido en un sindicato. Pero en 1984 le piden a sus afiliados que abandonen AVANCE y reingresen a la ANEP, porque el MRP intentaría ganar la dirección, en alianza con el PVP- grupo Manuel Mora, contra el PVP-Vargas Carbonell, que ese año dirigía la ANEP.” (Iglesias, J. 1984: 118-122)

El MRP, creció en sectores obreros. En 1979 organizaron y dirigieron otra huelga, esta vez, en la Central Azucarera del Tempisque S.A. (CATSA), “una de las más heroicas y combativas que se recuerdan en Guanacaste”. Se suspendió para negociar cuando el movimiento estaba en auge y la patronal logró romper la huelga con ayuda policial”. Ese año crearon sindicatos en FERTICA, Hospital Monseñor Sanabria, estibadores del muelle de Limón y en una fábrica de calzado, en Alajuela. Aquí condujeron otra huelga. Dirigieron además la huelga en la fábrica Pozuelo. Esa protesta tuvo repercusión por la organización de las obreras. Pero se desgataron en una campaña contra el consumo de galletas que no beneficiaba a las trabajadoras en huelga. Después de esas luchas crearon organizaciones campesinas. En Limón, San Carlos, Puntarenas, Miramar, Tenorio y Guácimo dirigieron ocupaciones de tierras y formaron el sindicato UPAGRA.

La presencia del MRP en Pueblo Unido (PU) fue opacada por el PVP, pues hacia 1982 PU era identificado por la mayoría de los ticos, como Vanguardia Popular o “los comunistas”. Lejos de diferenciarse, siguiendo con la línea militar, el MRP colocó su gente en puestos claves que le dieran acceso a sectores que no podían organizar por sus medios. Se quedó en la coalición PU, disfrutaron de la deuda política y de la diputación de Sergio Eric Ardón, en el gobierno liberacionista de 1982-1986.

El MRP realizó tres congresos. El primero en 1977, de cara a las elecciones. El segundo en 1980, en el punto más alto de actividad. Influido por el auge revolucionario en CA, dieron por un hecho la “madurez” de las condiciones para realizar la revolución en Costa Rica. Copiaron esquemas de organización de las FPL de El Salvador y del EGP de Guatemala. Mejoraron la preparación militar de sus militantes. Acordaron pasar a la clandestinidad y trabajar entre las masas para “poner en crisis el proyecto burocrático y economicista de la CUT, propuesta por el PVP.

En el tercer congreso, en 1983, ya había mucha deserción al punto que “ese Congreso aceptó la ruptura y definió quién heredaría el partido “oficial”. El grupo perdedor, dirigido por Otto Castro S. y Rolando Barrantes se dedicó a construir la Alianza Patriótica, la cual sufrió otra ruptura. El resto del grupo, con el nombre del partido, tampoco avanzó. La mayoría de cuadros del MRP rompió con ambos sectores. “En este momento el partido son dos personas: José Fabio Araya Monge y Sergio Eric Ardón. (Iglesias, 1984:119-122). El MRP y el FEP se esfumaron en el gobierno de Luis Alberto Monge.

El Partido Socialista Costarricense, otra agrupación de la “nueva izquierda”, trató de insertarse en varios frentes como las universidades, empleados públicos, zonas obreras y campesinos, y entre grupos de cristianos católicos. “La Hormiga” participó en la campaña nacional de 1973-74, una labor decisiva para su despegue político. Aportó ante todo “equipo joven, fresco y voluntarista y un tremendo empirismo”. No desarrollaron polémica teórica, ni metodológica con el PVP, ni con el MRP. Más que partido, fue la suma de personalidades en un grupo con experiencias y trayectorias heterogéneas; en un principio, alrededor de Álvaro Montero Mejía y Alberto Salom.

Desde 1974 la JUS en coalición con otras fuerzas fue el motor la Unidad para Avanzar (UPA) que dio a la izquierda la representación de la FEUCR. En los empleados públicos, en 1975, su trabajo dio a luz a la FENATRAP, desplazando a dirigentes de la CCTD, afín al PLN. Ese año organizaron campesinos de la Colonia Chambacú, en San Carlos. En fábricas y comunidades dirigieron una movilización contra el alza en las tarifas de buses en 1976, “la manifestación popular más importante de los años 70”. En el SINDEU cedieron ante el PVP. Entre los empleados públicos, el MRP los superó.

Los socialistas celebraron el primer congreso en octubre de 1972. Elaboraron el Programa de 21 Puntos, base de la campaña de 1974. El segundo Congreso se realizó en 1976. Ese año, la huelga del ICE les deparó éxito político, a pesar que fue derrotada y constituyó un golpe casi mortal para ASDEICE; aunque consagró figuras como Mario Devandas y el Ing. Alfaro. El PS creció entre los trabajadores de la caña, obreros, intelectuales y profesionales. Dirigieron la huelga de la caña en SITRATUVI, en Juan Viñas, y lograron puestos en el SINDEU. En las comunidades se sumaron al modelo de desarrollo comunal de la DINADECO. Entre 1974 y 78 ganaron presencia nacional.

En 1976 el PS propuso la unidad electoral con el PVP y el MRP. Se formó la coalición Pueblo Unido (PU) que obtuvo el 7.8% en las elecciones del 78 y tres diputados, en ellos Mario Devandas. Pero el partido fue absorbido por el PVP. La crisis en la dirección surgió en febrero de 1978 y se formaron dos facciones. Un grupo dirigido por Romano Sancho, Manuel Solís y Oscar Núñez, al perder la batalla legal por el nombre y el patrimonio del partido, fundaron el MT-11 de Abril. El PS “oficial” se lo dejaron Mario Devandas, Alberto Salom, Álvaro Montero y Arnoldo Mora.

La coalición PU no fue causa de la escisión del PS. En 1978 el partido catalizó un sector electoral no comunista, afín a la izquierda marxista. En PU, un equipo del grupo Montero - Devandas participó en la campaña de 1982. Álvaro Montero fue diputado “artificialmente”, por un pacto con el PVP. En 1982 Mario Devandas abandonó el partido con otros para conformar el núcleo, CANDIL. No lograron encender la mecha.

En síntesis, “el PS fue una experiencia política que, igual a otros partidos de izquierda, expresó los síntomas de la descomposición política del bloque dominante”, las angustias de sectores de la clase media alta y las utopías estudiantiles. Las divisiones del PS no generaron emigración al PVP. En 1984 algunos socialistas participaron en las elecciones con el nombre de Alianza Patriótica. El grueso del partido se negó a conciliar con el Comité Patriótico Nacional (COPAN) fundado y dirigido por Fausto Amador. (Ruiz, A. 1984: 125-133). El ex cura Arnoldo Mora fue cooptado por el PLN.  

El Frente Popular (FP) fue otra organización del abanico de izquierda. Para las elecciones de 1970, Cerdas formó el Frente Revolucionario Nacional, después llamado, Frente Popular Costarricense. “Figueres dio fuertes apoyos económicos al FP y al grupo FAENA, y China era una fuente económica permanente”. Por su parte, Juan José Echeverría Brealey hacía de puente con la Unidad. Rodolfo Cerdas era amigo de Enrique Benavides, vocero de la extrema derecha desde el periódico la Nación S.A., así como de Armando Vargas A., “hombre de estrechas relaciones con los Estados Unidos” y Ministro de Información del gobierno de Luis A. Monge.  

Desde 1972 iniciaron trabajo sindical en la Municipalidad de San José y algunas fábricas. Formaron comités contra el alza en el precio de la leche y recogieron firmas para forzar controles de precios a los productos de la canasta básica. Tenían el apoyo de varios miembros que salieron del PVP como Jaime Cerdas, Luis Alberto Jaén -fundador de las Juntas Progresistas- y Manuel Leitón, miembro de la Comisión Política del PVP. En las elecciones de 1974, las figuras relevantes fueron Cerdas, el sacerdote Carlos Muñoz, segundo lugar para candidato en San José y Daniel Camacho, en el tercer lugar. El FP presentó candidatos en Puntarenas y Acosta, en oposición al PVP. No lograron elegir diputado pero formaron 15 núcleos en San José, cada uno de 6 a 15 personas que impulsaron algunas luchas reivindicativas en comunidades, como Hatillo.

En 1974 se creó el cantón Corredores de Puntarenas y el FP fue a las elecciones municipales de 1975. Eligieron un regidor, en 1978. En Golfito, el regidor del PVP electo en 1975, ingresó al FP. En 1976 disolvieron los núcleos y células de San José y enfatizaron en los sindicatos. Primero en fábricas y luego en municipalidades, empleados públicos y universidades. Promovieron una huelga en Tirrases, con cierre de calles, dirigida por Plácido López, carpintero. En Puntarenas coordinaron tomas de tierras para viviendas suburbanas. En la zona sur, fundaron la Central Campesina del Sur en 1974 con 8 uniones campesinas de 40 miembros cada una. Sus dirigentes eran vanguardistas en retirada, como Miguel Arias y Pedro Araya. En 1977 regresaron a los barrios de la capital, en ocasión del proceso electoral del año siguiente.

El FP reconoció sus alianzas con sectores de la derecha para las elecciones de ANEP y en el SINDEU, en una autocrítica que publicaron en 1977. En la UCR eligieron tres miembros de 14 dirigentes. Ese año recurrieron a Leonel Villalobos, “director administrativo de la guardia rural” para movilizar empleados de ANEP. Luego crearon el SITECO y promovieron la división de los empleados públicos afiliados a ANEP.

El 23 de mayo del 77 realizaron el Congreso Nacional. Acordaron participar en la campaña de 1978 y “crearon una comisión de agitación y propaganda móvil que representaba obras de teatro en las comunidades…Hicieron millonarios programas de TV y radio centrados en el candidato a diputado, Rodolfo Cerdas. En Puntarenas, de los 9 candidatos a regidores todos dirigían comités comunales, pero el partido no les dio suficiente financiamiento electoral.

El triunfo personal de Cerdas marca el inicio del fin del FP. En mayo de 1978, el nuevo diputado dio el voto público a la Unidad para elegir el directorio legislativo. Fue un pacto con Carazo a fin de que el PLN pasara a la llanura. Ahí quedó claro que la “nueva democracia” no implicaba revolución popular…ni un camino al socialismo…Tampoco sería el producto de un nuevo bloque de fuerzas sociales…En el fondo consistía en un acentuado énfasis anti liberacionista. Cerdas buscó apoyo en  la burguesía para crear el Partido Nacional Democrático. Después del 78 abandonaron los frentes de trabajo. No lograron realizar una Conferencia Nacional propuesta. La comisión de cultura presentó un documento donde reconocen que el partido “no está dando la talla”. Poco después se fundó el Partido Nacional Democrático y desapareció el FP. (Mayer, S. 1984: 143-155).

La Organización Socialista de los Trabajadores (OST) de orientación trotskista, participó en las elecciones de 1978 con Carlos Coronado candidato a Presidente y Alejandra Calderón Fournier para diputada. Hija del segundo matrimonio del Dr. Calderón Guardia, Alejandra fue militante del PS antes de ingresar a la OST. En 1975, formó parte del Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM). Fue dirigente de la Coordinadora Patriótica Nacional (COPAN), una opción a los Comités de Vivienda, al Frente Democrático de la Vivienda y el Frente Costarricense pro Vivienda Digna controlados por PLN. En 1981 el MLM se convirtió en el Centro Feminista de Información Acción (CEFEMINA) una organización no gubernamental por Decreto Ejecutivo No. 17515-J de 1987 http://calderocomunismo.blogspot.com/2010/02/maria-alejandra-calderon-fournier-1954.html

En el clímax de la depresión de 1979-1983, el gobierno de Luis Alberto Monge propició un acuerdo con el líder de la oposición republicana, Rafael A. Calderón Fournier, para disfrutar conjuntamente el financiamiento adelantado de las deudas electorales, una vez que se constituyera el Partido Unidad Social Cristiana. La idea de reeditar la alternancia de gobiernos de los republicanos y los liberacionistas se legitimaría con el accionar de un nuevo bloque político que tendría el control del poder estatal y el usufructo capitalista de la riqueza nacional.

El cálculo político visualizó las reacciones, respuestas y exigencias de las Agencias Financieras Internacionales ante futuras crisis coyunturales. Éstas constituían, a la vez, las premisas del cambio en el “modelo de sustitución de importaciones” y sus crisis recurrentes desde la “Guerra del Fútbol” entre Honduras y El Salvador de 1969, el alza de precios del petróleo y la depresión de 1973-1975.

El entendimiento conservador burgués se vio favorecido por la división del PVP. El 3 y 4 de diciembre de 1983 el Pleno del Comité Central aprobó crear la jerarquía de Presidente. Designó en el alto puesto a Manuel Mora Valverde y nombró Secretario General, a Humberto Vargas Carbonell. La decisión del Pleno produjo cisma político. Durante 1984 la división arrasó con todas las células y núcleos de cohesión y dirección del partido construidas con tenacidad proletaria entre 1948 y 1983. Por segunda vez después de 35 años, de los cuales 27 fueron de activismo parcialmente ilegal, se infligía otra derrota política al PVP y sectores del movimiento popular.

El reemplazo de Manuel Mora como Secretario General, cargo que ostentó desde la fundación del Partido Comunista el 6 de junio de 1931, fue el hecho cimero de un proceso de disensiones internas solapadas. Las diferencias ideológicas y sobre tácticas y estrategia política, torpemente postergadas, escindieron al PVP en dos grupos: El Partido del Pueblo Costarricense cohesionado por familiares del clan Mora Valverde, amigos y militantes acríticos del “morismo”, y el PVP comandado por Arnoldo Ferreto S y Humberto Vargas. Los antecedentes más cercanos a la división arrastraban desacuerdos, agudizados al calor del nacimiento de la CUT en 1979, del triunfo de la revolución sandinista y el apogeo del movimiento insurgente en el Salvador y Guatemala.

Cual “bomba de tiempo” las discrepancias en el PVP estallaron en 1984 en consonancia con la guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua; en coincidencia con el 50 aniversario de la gran huelga bananera del Atlántico y en sincronía con la huelga bananera del Pacífico Sur. La heroica lucha de los bananeros y obreros de la palma había incubado en siete meses de tediosas negociaciones entre la Unión de Trabajadores de Golfito y la United Fruit Co., alevosamente postergados por la transnacional. La UFCo. tenía el propósito de abandonar el cultivo del banano sin cumplir las obligaciones con el Estado establecidas en los Contratos de 1934 y 1938. Además, había previsto reinsertarse en la apertura comercial que auspiciaron Ronald Reagan y el capital financiero en el Plan para la Cuenca del Caribe, presidido por el gerente generalísimo de la United Fruit Company.          

Mil novecientos ochenta y cuatro, como en la novela futurista de Orwell publicada en 1949, en la cual conjetura sobre las contradicciones entre el capitalismo monopolista y el comunismo estalinista de la postguerra, fue también preludio de la globalización neoliberal.

V.- BIPARTIDISMO Y DISPERSIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El neoliberalismo despegó en Costa Rica hace tres décadas. En el gobierno del PLN, de Luis A. Monge se aprobaron las leyes monetarias, cambiarias e institucionales que satisfacían requisitos de política económica exigidos por el FMI y rechazados o postergados por el Presidente Rodrigo Carazo. Oscar Arias S., en el siguiente gobierno del PLN, aprobó el primer Plan de Ajuste Estructural, PAE-I. En la gestión de Calderón Fournier se firmó el PAE II y al día siguiente del Pacto Figueres-Calderón, dado a conocer en 1995, se convino la forma de destrabar las pugnas en el Congreso para aprobar el PAE III en el gobierno de Figueres y para futuras administraciones.

En quince años, de 1983 a 1998, el Estado Benefactor keynesiano perdió todo el ropaje jurídico e institucional que le dio señorío. El país quedó desprotegido ante la competencia mundial e invasora de las firmas transnacionales de la banca, industria, comercio, diversiones y difusión de dogmas religiosos. Las agencias de los monopolios fueron protegidas por Luis A. Monge y Ronald Reagan en “zonas francas” exentas de impuestos de renta y territorial, con tarifas de privilegio en el consumo de agua, electricidad, Internet y servicios municipales.

El calvario de la nación comenzó con traslado al capital privado de las empresas productivas del Estado (CODESA) y algunos servicios del ICE y el MOPT, y la eliminación del monopolio del Banco Central como ente receptor de dinero. Se aprobaron leyes para reducir inversiones sociales con cargo al presupuesto nacional. Se lanzó al mercado la inversión en educación, desde la pre-escolar a la universitaria. Se reprimió y coaccionó al movimiento sindical, en particular sobre el tema de la firma y vigencia de convenciones colectivas. Se amparó al solidarismo patronal-obrero. Se estimuló la inversión privada en salud pública. La infraestructura portuaria, terrestre, aérea y peatonal construida por el Estado entre 1935 y 1975 se entregó en administración a consorcios financieros para aliviar el presupuesto nacional, la deuda externa y favorecer la circulación regional del capital.

Con el slogan demagógico, “volvamos a la tierra”, la burguesía empresarial-agrícola, sin diferenciar el capital nacional del transnacional, disfrutó a lo grande de privilegios tributarios y aduaneros. La geografía económica cambió: piña, melón, cítricos, banano, yuca y palma africana ocuparon los vagones del transporte ferroviario, portuario y marítimo. Las importaciones de granos hicieron inoperante al Consejo Nacional de Producción y los centros comerciales medianos y grandes arrasaron con los estancos del Estado y los expendios de comercio minorista. El café adquirió fama como materia prima agroindustrial; igual que la ganadería, procesada por un oligopolio. Nuevos capitales emigraron o se acumularon en litorales “paradisíacos”, aprovechando incentivos estatales al turismo y reproduciéndolos por medio de un mercantilismo frívolo, procaz y delictivo.

Desde 1983, la ofensiva del PLN y los gobiernos bipartidistas contra el movimiento sindical clasista marcó pautas a las empresas extranjeras y nacionales. La contratación y explotación de la fuerza de trabajo se rige hoy por la oferta y demanda de brazos, más que, por la legislación laboral. Jóvenes mujeres y hombres calificados en universidades privadas y públicas son diestros en las innovaciones técnicas y formas modernas de gerencia y administración de empresas, comercios y bancos. Pero, en general, padecen crónicamente de una incomprensión sistémica de sus culturas, sus contradicciones y fundamentos humanistas. El nuevo sector de clase media alta trabaja todos los días sin más horizonte que alimentarse, estudiar y disfrutar las noches del presente.

Quizás no saben que desde el gobierno de Luis Alberto Monge y del bipartidismo se estableció el impuesto a las viviendas, al salario y las jubilaciones; se quitaron los controles de precios a los productos de la canasta básica y la educación, y se contrajo el empleo en el Estado. Muchas hijas e hijos de educadores y profesionales sí conocen que el magisterio y los empleados estatales han quedado acorralados en un régimen ocupacional austero, de salarios y pensiones congeladas en proporción a las alzas en el costo de vida, las devaluaciones del colón y la demanda privada de fuerza de trabajo en el sector de servicios calificados.

Saben por experiencia o “porque han oído”, que la pirámide de población se ensancha en la franja de adultos mayores y los jóvenes e inmigrantes ocuparán los índices de empleo y de satisfacción de necesidades de la población activa y pasiva del país. Todos los días las imágenes de televisión y las letrillas de la prensa los alerta sobre el aumento de la criminalidad: en la última década se pasó de 7 a 14 homicidios por cada 100.000 costarricenses, en muchos casos, crueles asesinatos de mujeres jefas de hogar, madres solteras o laboriosas esposas. La pobreza cifrada en ingresos fijos acosa desde 1994 al 20% de los hogares. El desempleo y subempleo suman el 21% y el gasto social, obligación del Estado, se mantiene comprimido y enredado en la inequidad tributaria. A seis de cada 10 mujeres asalariadas se le violenta al menos uno de sus derechos. Dos tercios de la clase trabajadora con empleo formal y salario fijo, no superan los $ 600 mensuales.

En el ámbito político, la representatividad de los ciudadanos y de las clases sociales en los órganos del poder gubernamental y estatal, muestra el naufragio del bipartidismo desde el año 2006. Los ciudadanos repudiaron el enriquecimiento ilegal e inmoral de sus líderes y algunos funcionarios, y el Partido Acción Ciudadana (PAC) tuvo gran éxito electoral. En adelante, una marea multicolor de partidos personalistas, acaso con intereses parciales, inunda cada cuatro años al TSE provocando dispersión de energías y fuerzas políticas; “dando palos de ciego” sobre cómo lograr la satisfacción del interés general de la nación y para donde enrumbar a la más estable democracia electoral de Centroamérica.

A escala de candidatos presidenciales ha habido elecciones con dos partidos y otras, hasta 14. En 1978 y 1982 participaron 8 partidos con candidatos presidenciales, en ellos cuatro agrupaciones de izquierda que formaron la alianza PU, y la OST. En 1986 el PVP se salió de PU y se unió al Frente Amplio Democrático para formar la Alianza Popular. PU desapareció en 1990. En 1994 emergen partidos a escala regional, como el Unión Generaleña. Ese año, Fuerza Democrática abanderó a izquierda del país.

En 1998 el PVP levantó PU con escasa votación y también participó FD. En el 2002 renacen los partidos inscritos a nivel regional y cantonal, y otros de izquierda: El Independiente Obrero, el Patriótico Nacional, FD y la Coalición Cambio 2000, integrada por PU y Acción Democrática Alajuelense. Por primera vez en medio siglo, el Presidente fue electo en segundas elecciones que favorecieron al Dr. Abel Pacheco. En 2006 se inscribieron 14 partidos, entre ellos seis de izquierda. En el 2010 se fundó el partido Alianza Patriótica con el Acción Demócrata Alajuelense. FD ni PVP presentaron candidatos. http://es.wikipedia.org/wiki/Partidos_pol%C3%ADticos_de_Costa_Rica

Cuantos más partidos hay, observa el historiador Vladimir de la Cruz, aumenta el abstencionismo, como en los años 1998, 2002 y 2006. A más partidos no ha correspondido mayor participación ciudadana. El abstencionismo comprende a quienes no van a votar, cifra que ha llegado a un 34% en el 2006 y en promedio es del 24.38%, y los que entregan papeletas en blanco. Hasta 2010 se elegían los candidatos al Poder Ejecutivo, Legislativo, Municipales y de los Consejos Distritales. En el 2014, entre 9.000 y 12.000 puestos no se van a elegir porque se hará por separado en el 2016. http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=13883

El suceso relevante de este año electoral fue la divulgación de los resultados que eventualmente obtendría el Partido Frente Amplio y su candidato José María Villalta, según dos empresas de encuestas. A finales de diciembre, Villalta ocupa el segundo lugar en las intenciones de voto y el candidato del PLN no lograría el 40% necesario para obtener la Presidencia. Se conjetura sobre la segunda vuelta electoral en abril del 2014. Hipótesis que, de confirmarse, acentuaría la polarización ideológica y el desencuentro de las actitudes y voluntades ciudadanas, entre aquellas posturas de derecha y las de centro-izquierda; entre los candidatos de los partidos aferrados a los dogmas del neoliberalismo y sus desigualdades sociales, y quienes rechazan ese modelo de capitalismo.

Importantes antecedentes indican la resistencia al neoliberalismo y a los partidos que lo instauraron en el país y lo siguen defendiendo. Bastantes acontecimientos confluyen en la aceptación de las propuestas de centro-izquierda propagadas por el Frente Amplio, Acción Ciudadana y otras fuerzas que, a pesar de su expreso anti-neoliberalismo, reciben menos simpatías de los votantes.

Entre ellas, el aumento de las acciones colectivas de protesta contra la Ley de Pensiones y el Combo ICE, en 1995 y 1999; el movimiento del NO al TLC, en el referéndum del 2007; las luchas obreras contra el arriendo del muelle de Limón; las manifestaciones ciudadanas contra la explotación de la minería abierta y por la protección de las cuencas hidroeléctricas; las alianzas de los partidos regionales y locales para desplazar a dirigentes del bipartidismo del poder municipal y los consejos de distrito; las luchas estudiantiles por el presupuesto universitario; o la formación de un bloque legislativo para derrotar al PLN en la elección del Presidente de la Asamblea, hace apenas dos años. http://www.hablandoclarocr.com/index./hablando-juntos/politica/203-transicion-y-politica-

El surgimiento del Partido Frente Amplio sintetiza una vertiente de las incidencias constructivas de la izquierda costarricense que, históricamente, ha reivindicado las necesidades y derechos de la clase trabajadora y la ciudadanía democrática. La reversión de la crisis de los partidos de izquierda avanzó entre 1984 y 1995. El 23 de julio de 1995 hubo una asamblea nacional con invitación a todas las corrientes de izquierda, a la cual no asistió el Partido del Pueblo Costarricense, facción Mora Valverde del PVP escindido en 1983. Ahí se fundó el Partido del Pueblo Unido (PPU) con el Lic. Trino Barrantes Araya, como Presidente.

Otras fuerzas de izquierda lideradas por el PPC e intelectuales y estudiantes, fundaron el Partido Fuerza Democrática para las elecciones de 1998 y llevaron a José Merino del Río, yerno de Eduardo Mora Valverde, a la Asamblea Legislativa. En el 2002 el PPU, PSC y el PADA (Alajuela) forman la Coalición Cambio 2000 que escogió candidato presidencial al Ex secretario General del PLN, Walter Coto Molina. Por su parte, FD se dividió en las elecciones del 2002 y Merino del Río lideró el Foro de Acción Política “Otra Costa Rica es posible, otro mundo es posible”, así como el Movimiento Alternativa de Izquierdas (MAIZ). Esta organización inscribió el FA el 16 de octubre del 2004.

Cambio 2000 y FD tuvieron un revés en el 2004 y al año siguiente nació la coalición Izquierda Unida, integrada por seis partidos: Movimiento Autónomo del Pueblo Unido (MAPU), Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC) un Partido de Limón, Partido del Pueblo Costarricense (PPC), Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Partido Socialista de los Trabajadores y Partido Vanguardia Popular (PVP). Estas agrupaciones no lograron coaligarse en el 2006, mientras en esa campaña resultó electo de nuevo como diputado, José Merino del Río.    

En las elecciones de 2010 el FA dejó de ser un partido provincial y se inscribió a escala nacional. Postuló para presidente al Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y ex vocero del No al TLC, Eugenio Trejos. En esas elecciones resultó el nombramiento como diputado del Lic. José María Villalta Florez-Estrada. Sólo eligió el regidor de Siquirres, pero se integró a la lucha electoral en alianza con otros partidos en diez municipalidades de San José, Alajuela y Heredia. Asimismo, para la elección de Alcaldes, participó en cuatro municipios aliado con ecologistas, socialcristianos, PASE y Alianza Patriótica. www.tse.go.cr/revista/art/2/beers.pd

De manera que, en relación con la campaña que culmina en febrero del 2014, la opinión pública que prefiere al candidato Villalta del FA, ha sido forjada en el lento proceso del despertar de la conciencia de pertenencia a unas u otras clases sociales del país; en la oposición al caudillismo y el pragmatismo del PLN, en el repudio a la corrupción de distintos agentes de la clase gobernante y la defraudación del presente gobierno del PLN. En fin, por un sentimiento de identidad nacional que se cultivó y maduró desde 1983 en contra del neoliberalismo y de las desigualdades económicas y sociales que ensucian la buena imagen internacional de Costa Rica.          

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Por Carlos A. Abarca V.   

I.          INTRODUCCIÓN

La categoría movimiento obrero está incorporada en la tradición historiográfica y de las ciencias sociales, con significado propio como objeto de conocimiento. Supone que los trabajadores asalariados son una clase social y existen como sujeto consciente. Da por un hecho que en el modo de producción capitalista el proletariado es explotado por el capital y en esa relación interactúa con sus homólogos, resiste la opresión, reconoce sus intereses y los interioriza en oposición a los empleadores. Además, que la conformación y el devenir del movimiento obrero posee su propia materialidad: la lucha de clases y la conciencia de clase, la existencia de normas, organizaciones e instituciones y la creación de lenguajes, símbolos y memorias de su pasado como ser social con identidad nacional. http://www.archivosrevista.com.ar/

En Centroamérica, el proletariado surge como fuerza productiva inconfundible desde 1870. En las décadas siguientes adquiere fisonomía de clase, motor del capitalismo agroexportador y fuerza social contestataria. La conversión del capitalismo en un sistema de producción industrial, monopolista e imperialista, transformó las sociedades de Centroamérica. En el primer tercio del siglo XX importantes núcleos proletarios asumieron su condición social con actitudes e ideas endurecidas en sus experiencias de lucha y los primeros lazos con el movimiento obrero internacional.

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Por Armando Tezucún

El período de diez años que abrió revolución del 20 de octubre de 1944 es el principal punto de referencia histórico de la izquierda guatemalteca, en especial el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán (marzo 1951-junio 1954). Por esta razón es importante discutir sobre la naturaleza, logros y errores del período.

Las transformaciones sociales a partir de la revolución del 44

Cuando el gobierno despótico de Jorge Ubico y el de su sucesor Ponce Vaidés fueron derrocados en 1944, la economía guatemalteca se encontraba estancada y su base la constituían las plantaciones de café destinado a la exportación, pertenecientes a la oligarquía terrateniente. Esta oligarquía usaba formas semiserviles de explotación de la mano de obra campesina, predominantemente indígena.

La industria y la clase obrera eran casi inexistentes. Una fábrica de cerveza, otra de cemento, algunas empresas textiles conformaban la escasa industria nacional, junto con pequeños talleres artesanales. La principal fuente de trabajo asalariado se centraba en las empresas pertenecientes a la United Fruit Company, como los ferrocarriles, las plantaciones bananeras y la empresa de energía eléctrica, junto con los servicios públicos.

Esto cambió después de octubre del 44. La vanguardia de la revolución la constituyeron elementos de la pequeña burguesía: estudiantes, maestros, profesionales, algunos oficiales jóvenes del ejército, etc. que arrastraron tras de sí a las amplias masas ansiosas de un cambio democrático.

Elementos de estos sectores, al amparo de las nuevas condiciones de libertad y democracia que trajo la revolución y de las nuevas reglas de la economía (abolición de las formas monopolísticas de producción, abandono de las prácticas conservadoras de Ubico para mantener la estabilidad monetaria, abolición de sistemas semiserviles de explotación, nuevas políticas salariales y de distribución del ingreso que ampliaron el mercado interno, etc.), empezaron a convertirse en una nueva burguesía comercial e industrial al amparo de las posiciones de poder político de que gozaban. En 1948 de instalaron 14 nuevas industrias y se concedieron 23 licencias para explotación minera; en 1949 fueron 36 las nuevas industrias y en 1950, 56, todas surgidas bajo el auspicio de la Ley de Fomento Industrial.

Ascenso de las luchas obreras y campesinas

A la par de esta nueva burguesía surgió una nueva clase obrera que aprovechó las libertades otorgadas por la revolución y posteriormente los derechos conferidos por el recién estrenado código del trabajo (promulgado durante el primer gobierno de la revolución, de Juan José Arévalo, en 1947). Pronto surgieron los primeros sindicatos y las primeras huelgas por reivindicaciones salariales. Doce días antes de la toma de posesión de Arévalo se desató la primera huelga de obreros agrícolas. En el mismo período se da una huelga de trabajadores del calzado y otra de obreros de las panaderías. Incluso una huelga de trabajadores de artes gráficas paralizó la elaboración de propaganda impresa de los partidos políticos en vísperas de las elecciones presidenciales de diciembre de 1944. Todas estas huelgas exitosas fueron por mejoras salariales.

Después de la caída de Ubico y antes de octubre del 44 una gran variedad de trabajadores se empezaron a organizar para luchar por mejoras salariales: pilotos automovilistas, empleados de cine, trabajadores de los muelles, empleados de comercio, obreros de fábricas de calzado, panaderos, trabajadores de aserraderos, de fábricas de muebles, tipógrafos, trabajadores de hilados y tejidos, obreros de los ingenios azucareros y de las plantaciones bananeras de la UFCO.

En el campo, a inicios de 1945 se realizó la huelga de trabajadores de la compañía agrícola en Tiquisate, Escuintla, en la que los obreros pidieron aumento salarial hasta de un 100%, mejoras en salubridad, vivienda, etc. Los trabajadores fueron reprimidos, intervino el ejército y 14 trabajadores fueron detenidos.

La organización paulatina de los trabajadores y sectores populares dio como resultado el surgimiento de la Confederación de Trabajadores de Guatemala y su aliada Confederación Nacional Campesina. En 1949 fue fundado el Partido Guatemalteco del Trabajo, de orientación estalinista, en el cual militaban los principales dirigentes sindicales.

Polarización de intereses en el seno de la revolución  

Durante el período de gobierno de Arévalo se dio una paulatina diferenciación de intereses dentro de las fuerzas que realizaron la revolución. Como sucede en toda revolución democrático burguesa, la base popular del movimiento revolucionario al inicio sigue a los líderes burgueses o pequeño burgueses, pero en el curso de los acontecimientos va adquiriendo poco a poco consciencia de sus intereses y cada vez con más fuerza empieza a enarbolar sus propias reivindicaciones, que chocan con los límites que la dirigencia burguesa o pequeño burguesa quiere imponer a la revolución.

La oligarquía terrateniente fue la primera en oponerse a las medidas de la Junta Revolucionaria de Gobierno y luego a las del gobierno de Arévalo, pues sus intereses fueron gravemente afectados, junto a los de la imperialista UFCO.

La naciente burguesía que crecía al amparo de las transformaciones revolucionarias, pronto empezó a tornarse asustadiza y temerosa ante el auge organizativo del movimiento obrero-campesino. Los antiguos revolucionarios que invirtieron en negocios empezaron a identificarse cada vez más con la burguesía incipiente de los últimos años del régimen de Ubico e incluso con la vieja clase terrateniente derrotada.

La polarización se agudizó con la llegada de Árbenz al gobierno. La campaña orquestada por el imperialismo y la oligarquía terrateniente contra Árbenz, basada en el temor al “comunismo", encontró fuerte eco en estos nuevos empresarios, que al final terminaron apoyando la contrarrevolución.

El gobierno de Arbenz

El objetivo del programa de gobierno de Árbenz era modernizar la economía de Guatemala dentro de los marcos del régimen capitalista. Para ello la primera medida sería erradicar los restos de relaciones semiserviles que quedaban en el agro y por medio de una reforma agraria, aumentar los ingresos de la población del campo; esto formaría un mercado interno que nutriría el surgimiento de una industria nacional fuerte.

Para romper con el dominio que tenía el capital imperialista sobre los puertos, el ferrocarril y la energía eléctrica, Árbenz se propuso crear un puerto nacional en el Atlántico, la construcción de una carretera al Atlántico, y la construcción de la planta hidroeléctrica nacional Jurún Marinalá.

La base de apoyo del gobierno de Árbenz eran los partidos de la pequeña burguesía radicalizada y de empresarios progresistas. Tuvo el apoyo incondicional del PGT y las centrales sindicales dirigidas por éste.

El PGT consideraba que la revolución guatemalteca debía consistir en la eliminación de las trabas que imponían las relaciones simifeudales del campo y las compañías imperialistas al desarrollo de una economía capitalista moderna. El PGT debía luchar por un gobierno amplio integrado por la clase obrera, los campesinos, el sector patriótico de la burguesía nacional y la pequeña burguesía, en el cual el proletariado paulatinamente conquistaría la hegemonía en virtud de su mayor organización y consciencia política.

Esta visión de la toma del poder como un proceso evolutivo fomentó en los obreros y campesinos guatemaltecos la fe en las instituciones de la democracia burguesa, en primer lugar, en el ejército.

La polarización iniciada a finales del gobierno de Arévalo se agudizó con las primeras medidas tomadas por el de Árbenz, en especial por la implementación de la reforma agraria en 1952. La oligarquía terrateniente y la imperialista UFCO, principales afectadas, extremaron la campaña de desprestigio nacional e internacional contra el gobierno.

La caída de Árbenz

El ascenso del movimiento popular y el apoyo a las reivindicaciones campesinas por parte del movimiento obrero organizado dieron a la reforma agraria, pensada para estimular el desarrollo capitalista, un contenido que amenazaba rebasar los límites deseados por la burguesía nacional. La nueva burguesía, a medida que el proyecto revolucionario se radicalizaba empezó a renegar de su propio proyecto y buscó alianza con los terratenientes y el imperialismo, temerosa de que las fuerzas populares desatadas se volvieran contra el capitalismo y la dominación burguesa.

El hecho de que el proletariado y el campesinado guatemaltecos eran jóvenes y sin experiencia, aunado a que sus líderes no fomentaban su independencia como clase, sino más bien promovían la confianza en las instituciones, partidos y líderes burgueses, permitió que el enfrentamiento se diera en condiciones desfavorables a la revolución.

La alianza burguesía, terratenientes e imperialismo compró las voluntades de los mandos del ejército. Cuando el grupo armado contrarrevolucionario de Castillo Armas invadió el territorio nacional, el “ejército de la revolución” no opuso resistencia, salvo escasas excepciones. Las organizaciones campesinas y obreras, educadas en la confianza en el ejército y no en la creación de sus propias milicias armadas, escasamente pudieron enfrentarse a los reaccionarios y en los casos en que lograron hacerlo, magramente armados, fueron masacrados.

La derrota de la revolución democrática en 1954 dio paso a un período de gobiernos autoritarios y militares, y al surgimiento de la lucha armada guerrillera, que condujeron a 36 años de enfrentamiento armado interno.

Por Carlos A. Abarca V

INTRODUCCIÒN

Los Estados nacionales configurados después de la Federación Centroamericana, compartieron una matriz histórica común de la que emergió el capitalismo agroexportador a mediados del siglo XIX. Cualesquiera hayan sido las diferencias y similitudes regionales, el período colonial legó las estructuras económicas y sociales que fueron subordinadas a un nuevo “pacto” internacional de producción y comercio exterior sustentado en la acumulación y reparto de la plusvalía para la reproducción privada y pública del capital.

En consecuencia, estas sociedades evolucionaron hacia el predominio de relaciones de producción capitalistas y el antagonismo histórico entre el proletariado y fracciones de la burguesía. Pero, además, sus sistemas productivos progresaron, arrastrando las contradicciones de origen colonial entre las clases dominantes locales y los intereses transnacionales de las monarquías colonialistas que se transformaron en el siglo XIX, en regímenes de dominación burguesa con economías de mercado.    

Las decisiones de los gobiernos para impulsar la agricultura de exportación y explorar o habilitar sus territorios, el desarrollo de las inversiones de capital extranjero y los cambios demográficos, trastrocaron los modos de tenencia de la tierra en perjuicio de la propiedad de indígenas, campesinos y agricultores. El intercambio internacional de productos agrícolas por manufacturas y bienes de capital supeditó los cultivos tradicionales de consumo familiar y comercio interno a la agricultura para exportación. Después de 1860 ya era perceptible el empobrecimiento de diversos sectores de la población y el abandono de los campos por numerosas familias de labradores.

En las villas y ciudades decayó la elaboración y comercio de textiles, medio de trabajo de miles de indígenas y mestizos. Los gremios por oficios se desintegraron porque se anularon las ordenanzas que protegían a las corporaciones y debido a la importación de mercancías. En las ciudades más pobladas, buen número de oficiales y aprendices de oficios se convirtió en obreros asalariados de talleres. Estos obrajes pasaron a ser propiedad de maestros de oficios o de inmigrantes europeos que traían experiencia comercial y dinero para comprar fuerza de trabajo, maquinaria liviana y herramientas.  

Hubo, pues, alguna similitud con el “esquema clásico” de transición de la economía del “antiguo régimen” al modo de producción capitalista. Aunque en Centroamérica estos cambios no condujeron a la fase industrial, sí fueron imprescindibles para la acumulación interna de capital y la formación de los primeros empresarios que, solos o asociados con comerciantes y prestamistas, organizaron la producción y exportación de los cultivos agrícolas que articularon estos países al capitalismo occidental.        

Entre 1880 y 1914 surgieron otros procesos. El auge de las agriculturas de exportación quedó condicionado por la expansión de Estados Unidos en el Istmo y el Caribe, una vez resuelta “la regionalización del mercado internacional y la competencia con las potencias comerciales. El paso de las economías de subsistencia a “economías tropicales de exportación” reforzó el comercio exterior y creó un grupo empresarial con alianzas políticas locales y nexos con comerciantes extranjeros que abrieron camino a una nueva participación en el mercado mundial”. Tal fue la importancia estratégica del capital norteamericano, pues condujo al sometimiento de la región al imperialismo “geopolítico” que se configuró dos décadas antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. (Quesada, M. 2002: 64-66).

En ese contexto, este artículo propone los siguientes objetivos:

1.       Conocer los procesos de constitución del proletariado centroamericano en el marco del legado colonial, la formación de economías de exportación y el surgimiento del imperialismo.

2.       Ubicar algunas manifestaciones de conflicto y protesta laboral del proletariado centroamericano como experiencias de lucha de clase frente a la explotación salarial y la pobreza.

3.       Relacionar las luchas proletarias y las primeras uniones de trabajadores como procesos que incidieron en la irrupción del movimiento obrero centroamericano.

II.   FORMACIÓN HISTÓRICA DEL PROLETARIADO

Existe bastante consenso entre historiadores, en que el desarrollo del proletariado en Centroamérica devino de causas como la expulsión de los indígenas y campesinos de sus tierras, la concentración de población en las ciudades, la ruina de los artesanos debido al libre comercio de manufacturas con Europa, la expansión de la agricultura comercial y el auge de las inversiones extranjeras en la época del imperialismo.

Para Costa Rica, en 1940 Rodrigo Facio estimó que la proletarización comenzó con la introducción del sistema de beneficio húmedo del café, a finales de 1830. En 1966, Moretzohn de Andrade consideró que el fenómeno tomó perfiles claros, entre 1820 y 1830 con el inicio de la conversión de la tierra en mercancía. Carlos Meléndez sugirió que el trabajo por jornal comenzó en el siglo XVIII con la formación forzada de las villas del Valle Central. (Churnside, R. 1985: 233 y 275). Los tres autores consideran que la proletarización de los trabajadores y el despegue de economías de exportación formaron parte de un mismo proceso histórico y estructural.    

La apropiación privada de la tierra afectó a los indígenas y en menor grado a la Iglesia. En Costa Rica se desencadenó entre 1833 y 1849. En el Salvador, en el lapso 1878-1882 se lanzó al mercado el 25% de la superficie. En 1881 se abolieron las comunas indígenas y hubo revueltas en Izalco y Atiquizaya en 1884; y en Santa Ana en 1885, 1889 y 1898. En Guatemala, en 1887 Justo R. Barrios abolió el censo enfitéutico y remató las tierras arrendadas a los indígenas y forasteros. En Nicaragua, el gobierno de Pedro Joaquín Chamorro legisló en perjuicio de ejidatarios, comuneros e inquilinos de tierras públicas. En 1881 hubo insurrecciones indígenas en Matagalpa. En 1906, otra ley similar generó nuevas rebeliones en las cuales hubo destrucción de casas, quema de cosechas y plantaciones.    

Las relaciones sociales heredadas de la colonia se transformaron con la introducción de nuevos reclutamientos de fuerza de trabajo. En todos los países, excepto honduras, las haciendas de café generalizaron el trabajo asalariado. Peones, jornaleros y cosecheros provenían de minifundios familiares, de la población desprovista de tierra en las villas y de pueblos de indios. El trabajo asalariado se impuso con celeridad en El Salvador y Costa Rica. Los pobladores salvadoreños sin tierras se empleaban como obreros estacionales. En Nicaragua y Guatemala funcionó, además, el colonato o el usufructo de un pedazo de tierra por salario.

Para los sectores proletarizados, no siempre hubo libertad de contratación pues se utilizó el reparto de brazos entre hacendados, conocido como “los mandamientos” y ejecutados por la policía del Estado; las “habilitaciones” o adelantos de salario; el pago de deudas con trabajo; el trabajo como castigo para indígenas rebeldes, prisioneros, huérfanos, prostitutas y “vagos”. Estos métodos estuvieron activos en Guatemala y Nicaragua, hasta la primera década del siglo XX. (Samper, M. 1993: 54-92).

La proletarización de la mano de obra se desarrolló en otros ámbitos productivos y comerciales. Desde la colonia, las gentes que no tenían tierra, ni medios económicos y gozaban de libertad individual eran empleadas por patronos, cofradías o instituciones y recibían algún dinero como salario. Pero la inversión en salarios en la producción, comercio y prestación de servicios fue más excepción que la costumbre. Los maestros dueños de talleres y tiendas de artesanías sí tenían que pagar a los oficiales y reconocían salarios menores a los aprendices después de cierto tiempo de enseñanza y experiencia.

En ese estrato de población se gestó también la proletarización o la dependencia de un salario como único medio de subsistencia en una economía mercantil. Sobre todo, en tiempos de escasez o por la falta de materias primas, despidos, desocupación a causa de reducción de la demanda o por el cierre de los talleres ante la importación de manufacturas. Desde 1775 el libre comercio arruinaba a muchos tejedores.

“En el seno de esa capa social (de artesanos) se formaron los primeros obreros guatemaltecos. Ciertos talleres o pequeñas fábricas no artesanales que empleaban mano de obra asalariada para producir mercancías como lo fueron los molinos, las panaderías y los telares grandes, explotaron a los primeros obreros en unas relaciones de producción semejantes a las de los talleres manufactureros de las ciudades europeas de la baja Edad Media, salvadas las diferencias (…) Pero no configuraron todavía un embrión de proletariado” (Martínez P. 1983: 299).

La estructuración del proletariado latinoamericano como clase social, comenzó a perfilarse claramente a fines del siglo XIX. “La formación de los primeros y grandes conglomerados de obreros solamente fue posible gracias a las necesidades de fuerza de trabajo que produjeron las construcciones de líneas ferroviarias, apertura de las comunicaciones, transporte mecánico, las explotaciones mineras, frigoríficos, puertos y el avance de industrias como la textil”. (Guerra y Prieto.1979:3-4).

De ahí la importancia de otro cambio estructural. “El período de la inserción real al mercado mundial, en términos de economía-mundo, para el caso centroamericano presenta tres aspectos esenciales. Entre ellos: La inversión privada indirecta cede ante la inversión privada directa; lo que significa que los empresarios extranjeros deciden contratar la fuerza de trabajo local para expandir sus inversiones. La fuerza de trabajo centroamericana pasa así a formar parte del proceso de internacionalización de la ley del valor-trabajo, y por supuesto de la extracción de plusvalía a escala mundial (…) Esta es la época también del despegue del movimiento obrero en nuestros países (…) y de su preparación para las luchas antiimperialistas. (Quesada M. 2002: 129-130).

III. EJES DE EXPLOTACIÒN MASIVA DEL PROLETARIADO

  1. MINERÍA Y FERROCARRILES

Las concentraciones masivas de trabajadores asalariados surgieron con la minería y los tendidos ferroviarios al Atlántico y el Pacífico. Hacia este litoral, porque el cambio de las actividades comerciales centroamericanas se debió, en parte, a la construcción del Ferrocarril de Panamá entre 1850 y 1855. (Quesada M. 2002:100). La “fiebre del oro” impulsó la construcción del ferrocarril para abaratar el transporte de maquinaria, hombres y mineral entre California y el este de Estados Unidos. Para ello contrataron 7.000 inmigrantes provenientes de Europa, el Caribe y Asia; entre estos, más de 1.000 obreros chinos de los cuales muchos se suicidaron. (Navas L. 1979:60).

En Honduras, el mismo año 1850 se trazó otro ferrocarril de Puerto Cortés al Golfo de Fonseca para activar la extracción de oro y plata. El gobierno firmó el contrato en 1853 con el representante de USA para Centroamérica, Ephrain Squiere y los trabajos se iniciaron en 1866. Entre 1867 y 1870 se negociaron cuatro empréstitos británicos por 6 millones de libras. En 1869 operaban 91 km. de vía entre Puerto Cortés y San Pedro Sula. Ese año se inauguró el ferrocarril transcontinental en Estados Unidos y en 1873 se suspendió la obra en Honduras. Entre 1870 y 1892 el gobierno extendió las líneas, hasta Pimienta. http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php//article//435

El 2 de diciembre de 1879 se fundó la New York and Honduras Rosario Mining Co. para explotar las minas de San Juancito y Valle de los Ángeles. Entre los accionistas figuran el Presidente hondureño Marco A. Soto, y W. Valentine. En 1880 se aprobó el Código de Minería, se designó a Tegucigalpa como capital y la carretera al Puerto de Amapala se convirtió en gran arteria vial. A fines de ese año la plata representaba el el 50% de las exportaciones. (Taracena A. 1993:192). Pero el transporte entre la capital y las minas se hacía a lomo de mulas hasta Tegucigalpa y ahí se cargaba el mineral en carretas para llevarlo al Golfo de Fonseca. En 1903 y entre 1912 y 1920, el gobierno asumió el control de 96 Km. del Ferrocarril Nacional de Honduras, ante el fracaso de negociaciones con financistas norteamericanos.

Las economías de Centroamérica disfrutaron bonanza comercial y financiera en los años 1857, 66, 73, 82, 90 y 93. En Nicaragua, la crisis de 1866 favoreció el cultivo de algodón, por el repliegue de los Estados Unidos. Con la revolución industrial, los tintes naturales se sustituyeron en el comercio exterior por productos agrícolas. El cambio originó un sector empresarial aliado a la expansión de capitales británicos en finanzas, seguros, ferrocarriles, transporte marítimo, minería, agricultura y urbanismo. Estados Unidos se expandió en la región, después de 1870. (Quesada M. 2002:131-133). Las potencias europeas quedaron fuera del mapa caribeño y centroamericano después del Tratado Hay-Pauncefote, firmado en 1871.

El siguiente ciclo minero aparece con el ingreso de compañías extranjeras, extractivas y especulativas. En Costa Rica se ubicaron tres, entre 1872 y 1889, en los Montes del Aguacate y la Cordillera Tilarán-Abangares. En Honduras cinco empresas, entre 1883-1912. En Nicaragua nueve, entre 1875 y 1911, y otra en 1921. En el Salvador una, en 1899. Entre 1872 y 1912 operaban en la región 17 empresas mineras. En la rama eléctrica se establecieron dos compañías en Costa Rica. En banca y finanzas, seis; en inversiones agrícolas seis, de origen inglés y alemán, en Guatemala. (Quesada M .2002:185). La inversión extranjera en El Salvador fue la menor, después de Nicaragua y no hubo enclaves mineros, ni bananeros. (Menjívar, R. 1982:30).

Inglaterra tuvo el control ferroviario entre 1860 y 1890. En 1857 se fundó la empresa Honduras Interoceanic Railway Co. Ltd. “Entre 1867 y 1870 el gobierno contrató cuatro empréstitos por 6 millones de libras. Se levantaron 50 millas y hubo que renegociar la deuda. En Costa Rica, el gobierno firmó cuatro contratos ferroviarios entre 1884 y 1900; en Honduras seis, entre 1902 y 1920. (García B. 1997:44-50). En esos años se formaron la Costa Rica Railway Co., en 1886, la northern Railway Co., la Interoceanic Railroad of Guatemala en 1878, La Pacific Railway of Nicaragua en 1882 y la Salvador Railway Co., en 1886. (Quesada M. 2002:141)

Costa Rica inició en 1871 la construcción del ferrocarril a Limón, en el Atlántico. En 1876 se levantó un tramo entre San Salvador y Santa Tecla, y en 1882 se inauguró el Ferrocarril Nacional. En Nicaragua, en 1878 se construyeron las líneas al Pacífico. Las obras ferroviarias iniciaron en Guatemala en 1880 y al cabo de ocho años concluyó el trazado de 219 Km. que unía los litorales, hasta unos 89 km. de la capital. Otra línea comunicó la capital con el puerto de San José, en el Pacífico. (Ellis F. 1983-37).

En Nicaragua y El Salvador los ferrocarriles unían zonas cafetaleras del Pacífico con los puertos occidentales. En Honduras, Costa Rica y Guatemala se trazaron muchos ramales clandestinos entre distritos o divisiones bananeras y las líneas centrales a los muelles y puertos. Se levantaron ferrocarriles a través del Istmo por la necesidad de unir regiones agroexportadoras con puertos y ramales. Y líneas internacionales entre El Salvador y Guatemala, y, entre este país y México. (Samper M., 1993: 45-47).

Los gobiernos centroamericanos entregaron a capitalistas ingleses, norteamericanos y alemanes el manejo casi total de los fondos de inversión. Cedieron la administración y fiscalía de servicios públicos; renunciaron a sus derechos al exonerar a las bananeras, incluso de los impuestos por establecer; los intereses económicos se ventilaban en el mercado con intervención del Estado; las finanzas gubernamentales dependieron de empréstitos con las empresas y las injerencias de gobiernos norteamericanos. Las presiones de las corporaciones adquirieron autonomía, facilitada por las alianzas con grupos económicos y políticos de cada uno de los países. (García B. 1997: 19-27).

  1. LOS ENCLAVES BANANEROS

El siguiente eje de explotación del proletariado surgió con los enclaves bananeros. “El comercio mundial de la fruta se inició en Jamaica, en junio de 1870 cuando algunos productores vendieron al Capitán Barker los primeros racimos cuya colocación en New Jersey produjo una utilidad del 100% por racimo y el negocio atrajo inversionistas”. Pero en Centroamérica, los cultivos y exportaciones originales fueron emprendidos por inmigrantes del Caribe y unos pocos productores locales.

En Honduras, desde 1860 las cosechas y el embarque se ubicaban en Roatán y la fruta era vendida en Nueva Orleans. En Costa Rica, el cultivo comercial surgió en la década 1880-1890. Ese año había 780 plantaciones de productores. En Guatemala, el cultivo tuvo un comienzo similar, a partir de 1893.En Nicaragua, se iniciaron en Bluefields, en 1885. En Panamá había doce productores en 1896, dueños de fincas en Bocas del Toro. (Torres R. 1973:99-105; Posas M. 1993:111-117; Ellis F., 1983:35-39).

Veinte años atrás, Minor Cooper Keith probaba con ojo mercantil el cultivo de cepas de bananos en fincas ubicadas en Colombia y Panamá. En Costa Rica sembró semilla a ambos lados del ferrocarril y en 1873 invirtió en plantaciones en Zent y Matina. Casado con la hija del Expresidente Castro Madriz, en 1882 arrendó la Costa Rica Railway Co. y dos años después firmó el Contrato Soto-Keith.

Con dominio del ferrocarril, procedió a asociarse con tres empresas norteamericanas productoras y comercializadoras de banano y en marzo de 1899 fundaron en Boston la United Fruit Co. (UFCo.) El comercio no era entonces un monopolio, pues en Estados Unidos había entre 1870 y 1899 unas 114 compañías distribuidoras de fruta. En 1890 se desató la concentración y centralización de capital. En 1900 solo quedaban 22 comercializadoras y las dos mayores se fusionaron con la UFCo. (Ellis F. 1983:40)

La constitución de la UFCo., delimita la fase 1900-1930 de la historia de la económica del banano en Centroamérica. La propiedad de tierra en poder de la compañía en los cinco países, alcanzó la cifra cercana a un millón y medio de hectáreas, en 1930. El dominio equivale al 28% del área de Costa Rica y el 19% de Panamá. Ese año era dueña o arrendaba 2.500 km. de líneas ferroviarias y poseía 90 barcos para un control casi exclusivo del transporte marítimo de fruta. (Ellis F. 1983:46-48).

En 1900 la UFCo vendió el 75% del volumen total de racimos importados por Europa y Estados Unidos. En abril 1899 había comprado siete compañías comerciales de fruta en Honduras y Panamá. En este país se había instalado en Bocas del Toro y desde 1910 contrató en la zona a gran número de obreros nicaragüenses, hondureños y costarricenses. Clausuró operaciones en 1926.

En enero de 1901 se instaló en el atlántico de Guatemala. En 1902 obtuvo el 60% de las acciones de la Hubbard-Zemurray y arrendó varios miles de hectáreas en la frontera entre Honduras y Guatemala. Entre 1903 y 1912, mediante compra de acciones y competencias aviesas, sacó del mercado costarricense a la Cìa. Atlantic Fruit. En 1906 compró el 50% de las acciones de la Vaccaro Brothers, en Honduras, firma que se reorganizó en 1924 con el nombre Standard Fruit Co.

En 1913 dos subsidiarias de la UFCo abrieron otras plantaciones en los márgenes del río Ulúa y en Puerto Castilla, al norte. En 1924 compró la California-Guatemala Fruit Corporation para cultivar banano en Tiquisate y exportarla al oeste de Estados Unidos. En 1927 inició plantaciones en Chiriquí, costa pacífica panameña, y al año siguiente se desplazó al Valle de Coto, en Costa Rica. En 1929 compró acciones a Cuyamel Fruit Co. y a partir de 1930 solo quedaba la Standard Fruit and Steamship Corporation como su única competidora. (Ellis F. 1983:42-45)

Panamá, tierra codiciada desde el siglo XVI por su cintura afeminada, al comenzar el siglo XX vivió el acoso feroz del gobierno de Teodoro Roosevelt y una camarilla de corredores de bolsa gringos e inversionistas franceses en bancarrota que la raptaron a la República de Colombia.

El sueño norteamericano del canal interoceánico pasó de la fantasía a la viabilidad luego de la Guerra contra España de 1898. Entre 1880 y 1914 los inversionistas franceses contrataron cerca de 23.000 obreros para la apertura del Canal. Después de la segregación de Panamá, entre 1903 y 1913 llegaron 31.000 obreros de 12 de las Antillas; 12.000 de Europa, entre 1906 y 1908; 6.175 de Estados Unidos y 2.113 de Centroamérica. En 1913, unos 10.000 antillanos quedaron cesantes y se engancharon con la UFCo. en Bocas del Toro, Panamá. (Navas L. 61 y 117-126).

Otros cambios de mediano plazo fueron provocados por la estrechez del mercado interno desfavorable a la diversificación económica. El libre comercio, las migraciones internacionales y el crecimiento institucional transformaron a pocos artesanos en fabricantes y a bastantes de ellos, en obreros. Desde 1880 se delinearon los rasgos de los sectores producción de manufacturas y prestación de servicios públicos con base en el empleo asalariado.    

C. ARTESANOS Y OBREROS FABRILES

Los historiadores coinciden en que la producción artesanal en Centroamérica decayó desde 1850. El cura Bernardo Dávila observó en Guatemala que el número de telares bajó de 278 en 1833, a 33 en 1846. (Gudmundson L.1993:241). En 1870 la importación de textiles en la región sumaba casi el 60% y los bienes de capital, entre el 10% y 20% (Samper M. 1993: 33). En Costa Rica, el sector secundario se redujo del 27.5% en 1883 al 14.6% en 1892. (Abarca et. al. 2011:108). En 1883 se censaron 704 talleres artesanales y en 1892, 694. El 51.2% se situaban en San José y Alajuela. (Oliva M. 1985:41, 45 y 49). Creció la cifra de artesanos ocupados en servicios; pero, entre 1890 y 1905 decayó la artesanía de carretas cuando se abrió el ferrocarril al Pacífico. (Chrunside R. 1985: 238 y 244).

En Honduras, el censo de población de 1887 incluyó más de 500 ocupados en oficios como albañiles, sastres, talabarteros, zapateros, carpinteros, curtidores, sombrereros, fabricantes de jarcias, petates y tejas. Muchas mujeres se dedicaban a la alfarería, costura, hilandería y bordado, elaboración de sombreros, cigarros, puros y dulces. http://books.google/Sociedades%20artesanas.%20siglo%20xix&f=false

En Nicaragua había en 1883 había varias fábricas de cigarros, hielo, aceite, jabón, fósforos, muebles, textiles, destilerías y chocolates. “Una fábrica de velas establecida en 1908 en Managua, movida por seis máquinas eléctricas, reducía 6 mil velas por día de diferentes tamaños. Cada hora y media producían 780 velas, 1.200 cajas al mes y emplean 26 obreros. Había ladrilleras y minas de cal y cemento.

http://books.google=Mario%20A.%20Trujillo%20Bolio&f=false

Se modificó también las categorías de empleo, la artesanía doméstica y el obraje fabril. En el censo de 1908 en San José había más de 50 ocupaciones. A principios del siglo XX aparecen manufacturas, como dos fábricas de calzado que empleaban un promedio de 107 obreros. Una cervecería ocupaba 60. Dos fábricas de gaseosas con 27 obreros cada una Diez imprentas empleaban en promedio 15 asalariados. Seis panaderías y ocho talleres mecánicos ocupaban 9 obreros en ambas ramas.

En Guatemala, a inicios del siglo XX había fábricas donde las relaciones de trabajo eran claramente capitalistas, como la Cervecería Centroamericana y la fábrica de tejidos de manta, Cantel. En 1918 un vecino de la capital tenía casi terminada una fábrica de telas impermeables y artículos finos de caucho, terminados con maquinaria moderna. Durante la lucha contra la dictadura de Estrada Cabrera, los dueños de talleres fueron eslabón y vínculo entre los artesanos de las ciudades y las fracciones oligárquicas excluidas del poder. Al final, se formó una fuerza heterogénea de clase media, artesanos y obreros, y la oligarquía opositora. (Balcárcel, José Luis. 1985:16)

En El Salvador “una investigación de 1858 sobre “el estado de sus habitantes y las profesiones en que se ocupan”, la cual cubrió 5 de los 15 departamentos, demostró la concentración en las villas y pueblos de artesanos pintores, carpinteros, zapateros, sastres, plateros, albañiles y otros… Ya en 1860 estos trabajadores apoyaban las promesas de controlar el mercado, del candidato Gerardo Barrios. Entre 1860-1870 proliferaron y se expandieron organizaciones del artesanado libre”. (Menjívar R. 1982: 34-35)

En suma, la producción fabril tuvo escaso desarrolló en Centroamérica, hasta 1890. “Eran fábricas pequeñas de bienes de consumo como textiles, ropa, calzado, fósforos, candelas, cigarros y puros, licores. En el Salvador y Costa Rica era alta la demanda de sacos de yute para el mercado cafetalero. El sistema productivo apenas comenzaba a mecanizarse, empleaba poco número de obreros y el capital era familiar, local o de pocos inmigrantes. En Honduras hubo fabricantes árabes. (Samper, M. 1993: 38).

Asimismo, el productor artesano era más numeroso que el obrero de manufacturas. En costa Rica, todavía en 1879 el decreto No. 35 del 15 de mayo reguló los requisitos para maestro artesano en mecánica, fundición, herrería, carrocería y ebanistería. En 1906 se abrió la Escuela Tipográfica para mujeres y en 1912 más de 500 damas trabajaban en zapaterías. Pero todavía en 1907 artesanos y obreros eran arrestados por vagancia. Hacia 1905 tomaron forma los barrios obreros en la capital y cabeceras de provincia, y la oferta de vivienda para esas familias apareció en la agenda electoral desde 1913. (Oliva M. 1985: 51-67).

IV. REBELDÍAS OBRERAS Y CONCERTACIONES ARTESANAS

El conflicto social y el antagonismo de clases, tomaron otras dimensiones a partir de 1880. “Las reformas liberales significaron violencia, despojo y proletarización para indígenas y campesinos”. En Guatemala las sublevaciones más álgidas fueron: la guerra de los indígenas de Momostenango, la rebelión de los quichés en 1877 y la de San Juan Ixcoy de Chuchumatanes, en 1898. En El Salvador, el levantamiento de Anastasio Aquino y los caciques nonualcas en 1832-1833. Otras siete revueltas ocurrieron entre 1872 y 1889, y una en 1885, de los vendedores ambulantes de San Migue. En Matagalpa, en 1881 estalló la Guerra de las Comunidades como resistencia al trabajo forzado en obras públicas. (Acuña, V. 1993:309- 310).

La huelga y la suspensión de los trabajos irrumpen en la construcción de ferrocarriles, puertos y muelles, fincas bananeras, zonas mineras, comercios, servicios estatales, talleres y en las primeras fábricas. Las más tempranas, en Costa Rica y Panamá. El historiador Mario Oliva afirma que entre 1874 y 1914, en Costa Rica hubo 23 huelgas: 2 mineras en 1906 y 1907, 9 ferroviarias, 2 en muelles, 4 en plantaciones agrícolas; 4 de obreros manufactureros, panaderías e imprenta; 1 de trabajadores de telégrafos y 1 de obreros municipales, en Puntarenas. (Oliva, M. 1985:109)

En 1907 paralizaron 200 obreros de la mina Tres Amigos y enviaron a 50 delegados a la gobernación de Liberia. Lograron un alza de salarios. En 1909 un grupo de mineros liberó a tres obreros que eran conducidos a la prisión de las Juntas de Abangares. En 1910 destruyeron el telégrafo que uniría la Sierra Minera y Las Juntas. El mismo año, obreros y vecinos desviaron el cauce de agua que abastecía la mina en Quebrada Honda, Sierra del Machuca. A raíz de la represión y prisión destruyeron cercas y quemaron cultivos de la empresa.

Los mineros de la Unión, en Miramar, se rebelaron el 12 de abril de 1911 contra los polizontes de la mina, casi todos hondureños. El 20 de diciembre de ese año, en la mina Tres Hermanos de la Abangares Gold Field estalló la huelga y se sublevaron 400 mineros al mando de la fondera Mercedes Panza y de los obreros Carmen Serrano y Rafael Arguello. Mataron al policía hondureño Pedro Rubio y a otros negros, vigilantes traídos de la Zona del Canal; dinamitaron la cárcel, el telégrafo, incendiaron las casas de los jerarcas, asaltaron y saquearon el comisariato.

En 1912 hubo un paro en las Juntas, seguido de una marcha funeraria. En el sepelio de un compañero fallecido en el paro participaron más de 150 mineros vestidos de blanco. El hecho tenía un alto significado de solidaridad de clase y estaba prohibido por la empresa excavadora realizar ritos con los obreros muertos. En 1919 otra rebelión fue sofocada, apenas al comenzar. (Castillo A. 2009: 213-224).  

En Panamá, el contrato Stephen Paredes de 1850 autorizó el ingreso de obreros chinos y negros para construir el ferrocarril. Llegaron 7.000 trabajadores. Entre 1881 y 1888 otra oleada de inmigrantes trabajó en el canal francés. Las huelgas fueron intermitentes entre 1880 y 1886.

La primera se produjo en el ferrocarril el 6 de febrero de 1880 y duró una semana. En julio-agosto de ese año, hubo otra protesta similar en los ferrocarriles y muelles, en los extremos de la línea Panamá-Colón. En marzo de 1881 pararon los excavadores del canal francés. En noviembre de 1883, los obreros del ferrocarril y el muelle. En julio de 1886, de nuevo suspendieron labores durante 15 días los obreros del ferrocarril. A raíz del “crack” de la empresa en 1889, hubo 14.000 desocupados. En abril de 1895 se produjo la huelga general de los obreros del Canal. El 1 de Abril de 1904, hubo otro paro de los obreros ferroviarios que duró 10 días.

En la fase norteamericana de construcción del canal la siguiente huelga por parte de obreros antillanos sucedió en abril de 1905. A comienzos de 1907 los españoles de la “Sección Corte de Culebra” fueron al paro acompañado de seis disturbios. En Mayo de 1907 los obreros norteamericanos pagados por la “planilla de oro” suspendieron por casi un mes los trabajos, liderados por los choferes de grúas a vapor y maquinistas. De estos conflictos nacieron la Colour Progressieve Association en 1907, la central Panama Canal Metal Trades Council y la West Indies Protective League, en 1910. Estaban integradas en un 75% por trabajadores antillanos e editaban el boletín The Workman (Navas L. 1979: 71-152).

En Costa Rica, además de las huelgas y disturbios de inmigrantes orientales, italianos y jamaicanos ocurridos entre 1874 y 1888, en las fincas bananeras y el ferrocarril tomó forma un ciclo de protestas desde 1904. Hasta 1914 hubo 19 huelgas en el atlántico: 5 de obreros de muelles, 4 de obreros ferroviarios y 10 paros que involucraron a obreros de fincas y muelles. Desde 1910 se configuró un patrón de concertación con criterios de dirección, unidad laboral y solidaridad de clase. (Hernández R., 1995:99)

En febrero de 1905 más de 300 obreros jamaicanos de las fincas de Zent se negaron a trabajar a causa de una reducción salarial. Ese año hubo otra huelga de obreros caribeños. La empresa los sustituyó por esquiroles traídos de Colón. Dos paros más, en 1908 y 1910 fueron promovidos por maquinistas y 22 conductores de la Norhern Raiway Co. En marzo de 1910 fueron a huelga los obreros de la Philadelphia South, dirigidos por el comité local de la Artisans and Labourers Union of Costa Rica, creada dos meses atrás.

El 3 de agosto del mismo año organizaron otra huelga en finca Banano por despido de dirigentes de la asociación. El movimiento se extendió a finca Beberly. (Hernández R. 1991: 193 y 213). La huelga más sangrienta ocurrió en marzo de 1913 en Sixaola y Talamanca, División de Bocas del Toro. La UFco. trajo como rompehuelgas a unos 200 nicaragüenses Además, desde 1910 surgió el Movimiento Asociación Universal para la Superaciòn del Negro, dirigido por Marcus Garvey (Bourgois P. 1994: 97; 150 y 244).

En el Salvador fue reducido el núcleo de obreros en los ferrocarriles y minas. (Menjívar R. 1982:33). Después de la Primera Guerra Mundial las compañías fruteras ocuparon en Honduras unos 20.000 obreros y empleados, el 3% de la PEA (Torres R.1973:106), bastante número reclutados en El Salvador. El 10 de marzo de 1909 irrumpió una protesta de mineros a causa de los bajos salarios y acordaron ir a huelga sino se aumentaban. (Meza, V. 1985:133). Un grupo de productores bananeros de Nicaragua paralizó la corta de fruta en 1909 en demanda a la naviera Blue Fields Co. para que pagara los racimos sacados por el Río Escondido a igual precio que en los muelles. http://books.google=Mario%20A.%20Trujillo%20Bolio&f=false

En contraste con las actitudes rebeldes y de lucha del proletariado minero, ferroviario, portuario y bananero, en general, los artesanos y obreros de manufacturas y fábricas formaron uniones y asociaciones sin un interés de clase homogéneo pues los objetivos de sus acciones colectivas eran defenderse de los perjuicios del avance capitalista y el libre cambio por medio de asociaciones de ayuda mutua (Menjívar 1982:35). De ahí sus adhesiones a los partidos oligárquicos en pugna, sostenes de la burguesía agraria; la casi ausencia de protestas colectivas y los móviles de las convocatorias a la unidad Centroamericana en 1882 y 1911.            

En 1872, el gobierno salvadoreño del mariscal Santiago González fundó la Sociedad de Artesanos “La Concordia” y en 1873 se creó la Sociedad de Artesanos de El Salvador. El asociacionismo mutualista avanzaba hacia el cooperativismo para el ahorro y consumo privado. Eran muy inestables y con prácticas políticas defensivas, de integración social y disciplina laboral. Editaron boletines y periódicos, propiciaron la escolaridad y el adiestramiento en los oficios o actuaron como grupo de presión dentro de los núcleos partidistas burgueses. Las integraban obreros, artesanos y patronos; se dividían por oficios y en ellas participaban comerciantes, empleados, educadores y patronos fabricantes. La dirección recaía por lo general en intelectuales, educadores, oficiales y maestros, dueños de talleres. (Menjívar 1982:36-38).

El 1 de abril de 1902 se fundó la Sociedad de Artesanos de Santa Tecla a instancias del alcalde municipal y el gobernador del Departamento La Libertad. Se designó Sociedad de Artesanos “Gerardo Barrios” y después de junio de ese año, Sociedad de Artesanos “El Porvenir” http://ri.ues.edu.sv/id/eprint/2654 En 1917 en el Salvador había 45 asociaciones y uniones distribuidas así: 16 en San Salvador, 6 en Ahuachapán, 4 en Santa Ana, 3 en Santa Tecla, 3 en San Miguel, 2 en Sonsonate y 10 en aldeas varias. Ocho eran sociedades por oficios, 14 mutuales, 5 cooperativas, 3 de artesanos en general y otras con nombres que apelaban al porvenir y el progreso, en abstracto. (Menjívar 1982:37). En Honduras y Panamá también hubo varias de estas sociedades que usaban la prensa, fundaron escuelas y eran cortejadas por los partidos políticos. http://books.google/Sociedades%20artesanas.%20siglo%20xix&f=false

El 13 de diciembre de 1881, El Mensajero, editado en Costa Rica por Mauro Jirón, cedió espacio a una Sociedad de Artesanos de Guatemala para divulgar los objetivos, estatutos e invitar a constituir organismos similares. Se había fundado en 1877 y tenía 1.000 afiliados (El Mensajero 1881). Otras mutualidades fueron la Maternidad Obrera y la Sociedad Joaquina, nombre de la madre de Estrada Cabrera. “El Señor Presidente” convirtió los clubes liberales en centros populares y de funcionarios públicos. Entre 1898 y 1902 fueron creados 168 clubes y en 1916 superó la cifra de 500. (Taracena A. 1993:213). El dictador afrontó el conflicto obrero patronal mediante la represión de la agitación laboral urbana y la legislación salarial.

Telegrafistas, carteros y correos de postas recibieron alzas de salarios y aguinaldos en 1902, 1903 y 1908. En 1906 se aprobó la Ley Protectora de Obreros que contempló indemnizaciones por accidentes; se emitió la Ley de Cooperativas y se crearon las Cajas de Socorros integradas por patronos y trabajadores. A principios de 1910 se aprobó la jornada de 8 horas para los empleados públicos. En 1912 se fundó la Federación de Sociedades Obreras con organismos que funcionaban desde 1908 como el Gremio de Albañiles, la sociedad de Tipógrafos Gutemberg, la Central de Artesanos y Albañiles, y la Fraternal de Barberos. (Balcárcel, J. 1985:12-17) En 1912 se organizaron en una Federación de Sociedades Obreras.

En Panamá, las primeras uniones también fueron de tipo mutual. Eran asociaciones de obreros y artesanos necesitados que constituían fondos comunes para enfermedad, accidentes, funerales, cesantía, etc. Las primeras asociaciones de obreros fueron las de Panaderos y Dulceros fundadas en 1906 y la Unión de Choferes, creada en 1912. (Turner J. 1985:282).

En Nicaragua, el Presidente Zelaya estimuló la formación de organizaciones como la sociedad El Recreo fundada en 1904 por artesanos, obreros, burócratas, profesionales e intelectuales. En 1906 se constituyeron otras cinco. Fueron reprimidas en noviembre de 1910 por los liberales enemigos de Zelaya. En 1912 se crean en León las primeras centrales y las ligas de trabajadores, con proyección regional. En 1912 se funda la Central de Obreros y Artesanos de Managua y la Central Obrera de León. En 1913, la Sociedad La Unión, en León y en Chinandega la Sociedad La Libertad. Sentaron las bases del sindicalismo http://books.google=Mario%20A.%20Trujillo%20Bolio&f=false

En Costa Rica, entre 1874 y 1901 se formaron 22 organismos de artesanos y obreros fabriles: 7 sociedades cooperativas; 5 uniones de gremios por oficios; 1 asociación obrera; 1 liga de obreros; 4 clubes políticos de trabajadores; 2 cajas de ahorro, 1 círculo de artesanos y la Sociedad de Economías de los Maestros. En el nivel del conflicto, hubo 4 huelgas: una de telegrafistas en 1883; 2 de panaderos en 1901 y 1903 y otra de tipógrafos, en 1901. El grupo de artesanos predominó entre 1880 y 1909. Entre 1909-1914 “los proletarios imponen su propio carácter al movimiento”. (Oliva M 1985: 83 y 109). Las huelgas de principios de siglo repercutieron en el origen de la primera Federación de Trabajadores de la capital, creada en 1905.

Un Boletín Electoral del 7 de febrero de 1886 publicó que el Comité de Artesanos estaba integrado por oficiales de gremios. Más de 400 artesanos desfilaron por la capital en apoyo al candidato Bernardo Soto. Otro periódico citó 55 carpinteros, 17 sastres, 16 zapateros, 10 barberos, 9 herreros, 7 albañiles y 44 relojeros y plateros no concurrieron. El 19 de octubre de 1889 nació la Sociedad Constructora de San José y el 19 de marzo de 1890 la sociedad anónima “Gremio de Carpinteros”. Por aparte, el 24 de mayo de 1903 se fundó el Gremio de Carpinteros de Costa Rica para enfrentar a una Compañía Constructora Inglesa, contratista del gobierno. En noviembre de 1912, 180 albañiles y carpinteros formaron otra sociedad constructora. Http//centroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/.../frojas.doc

El 10 de julio de 1903 los panaderos de San José fueron a huelga, liderados por la Sociedad El Ejemplo. Entre el 11 y el 17 de julio los dueños de empresas, el cónsul de Francia, policías y autoridades públicas se unieron para disolver la Sociedad, dispersar a los dirigentes, detener al Presidente del gremio Francisco Pérez, capturar y expatriar al anarquista español, Juan Vera Córdoba, inmigrante de Islas Canarias, en 1889. En 1901 la Sociedad El Ejemplo había protagonizado otra huelga de panaderos. “Era una organización con carácter de cooperativa y llevaba la impronta artesanal en proceso de proletarización”. Esta huelga puso de relieve la diferencia de intereses de clase entre los dueños de talleres y los asalariados. (Oliva, M. 1985:114-123).        

Una iniciativa de envergadura que germinó en el seno de estas organizaciones fue la convocatoria para reunirse en un Congreso Obrero Centroamericano que se celebraría el 5 de noviembre de 1911 en El Salvador, al cual fue invitado el Presidente Araujo. En Costa Rica al menos 450 representantes de organizaciones fueron y votaron en la asamblea que designó los delegados. Hubo participación de todos los países del área, excepto Nicaragua y Panamá. Se discutieron siete propuestas enmarcadas en el carácter mixto, obrero patronal de las sociedades de artesanos y la creación de un Consejo Federal de Trabajadores Centroamericanos, el cual se constituyó en San José, en 1912.(Oliva M. 1985:160-168)

No era la primera ocasión que se aspiraba a unir los intereses de estos sectores importantes de las clases inferiores de la región. “La Sociedad de Artesanos de San José, creada el 9 de diciembre de 1888, mantuvo amplia relación con otras similares. Tenía correspondencia con la Sociedad de Artesanos de Managua, la Sociedad de Artesanos de León, San Salvador y Sonsonate; la Sociedad de Artesanos de Guatemala y la Sociedad de Artesanos de Tegucigalpa. De ese intercambio surgió la idea de realizar un Congreso Centroamericano de Obreros. Para ello, el costarricense Alejo Marín viajó a El Salvador y a Managua en enero de 1890. En el San Salvador fue recibido por el directorio de la Sociedad La Concordia”. (Fallas M. 1983:170-171).

V.  CONCLUSIONES

En la historiografía del movimiento obrero la formación del proletariado se ha relacionado en general, con el origen de la clase obrera urbana. Sin embargo, la proletarización, percibida como la dependencia de un salario en tanto único medio de subsistencia en una economía mercantil y capitalista es un fenómeno multisectorial, de carácter histórico, estructural y sistémico.

El empobrecimiento de los indígenas y los estratos sociales campesinos y artesanos configuró desde 1870 una masa de trabajadores directos que devino fuerza productiva creadora de plusvalía para la reproducción del capitalismo agroexportador y el capital imperialista de los enclaves mineros y agrícolas que operaban en Centroamérica. Por ello, al menos como enunciado teórico, el origen y desarrollo del movimiento obrero coincide sólo en parte con el “esquema clásico” de transición al capitalismo industrial,  tal como se desarrolló en los países europeos.

En Centroamérica las “reformas liberales” acentuaron el proceso de proletarización y de la explotación de los trabajadores, incluso con medidas extra económicas. Y contra esas nuevas relaciones sociales, articuladas en el nivel mundial por el imperialismo del siglo XIX, surgieron diversas reacciones de los trabajadores directos como clase social potencial que fue descubriendo en la propia lucha su propia identidad en el conjunto de las sociedades.      

Por lo tanto, las luchas contra la proletarización y sus adversidades fueron anteriores y con alcances derivados de una historia de colonialismo en bancarrota e intervención imperialista. Por ello, las luchas sociales del período 1870-1914 son, en sí mismas significativas, en relación con el origen del sindicalismo “clásico” y los partidos políticos inspirados en las revoluciones burguesas del siglo XIX. Fueron, en síntesis, expresión de la continuidad de las resistencias indígenas y mestizas contra la colonización, la pobreza y la expoliación; en la cual, las rebeldías y protestas obreras imprimieron sello propio a la lucha de clases en Centroamérica.

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