Por Juan Castel

El Perdón

…No vengo a tu sepulcro a escarnecerte,

no llega mi palabra vengadora

ni a la viuda, ni al huérfano que llora,

ni a los fríos despojos de la muerte.

Ya no puedes herir ni defenderte,

ya tu saña pasó, pasó tu hora;

solamente la historia tiene ahora

derecho a condenarte o absolverte.

Yo que de tu implacable tiranía

una víctima fui, yo que en mi encono

quisiera maldecirte todavía,

no olvido que un instante en tu abandono

quisiste engrandecer la Patria mía.

Y en nombre de esa Patria te perdono.

(Ismael Cerna 03/07/1856 – 08/04/1901; “Nueve poemas”).

De un tono menos lírico al del poeta chiquimulteco Ismael Cerna es el desarrollo histórico de un movimiento avasallador como lo fue la revuelta de los generales disidentes, la posterior fundación y encuadre del ejército rebelde, y su ulterior victoria sobre las tropas gubernamentales del entonces presidente conservador Vicente Cerna Sandoval. En la voz viva de Ismael –“el sobrino del presidente que era poeta y un intelectual adelantado a su época” – se podría describir a la “Reforma Liberal de 1871” como un cataclismo de los que suelen sumergir la historia en luces y sombras, en las fronteras difícilmente delineadas del antes y el después. Eso es sin duda el asalto al poder de mano de los liberales, padres de una patria que aún no ha dejado de sufrirlos.

El Insecto y el Fruto: Antecedentes de la rebeldía burguesa

La revuelta inaugurada por los generales disidentes Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios correspondía a la evolución armada de una lucha inter-burguesa entre los grandes terratenientes conservadores y la nueva burguesía agraria. La oligarquía conservadora hacia mediados de la década 1850 se había fracturado internamente debido al quiebre comercial en el mercado internacional de la grana de cochinilla (Dactylopius coccus) y del Añil, utilizados hasta ese momento para teñir la ropa de reyes, aristócratas, de alto y bajo clero de color rojo y del nombrado por Newton “Indigo”, respectivamente –más comúnmente: Azul–. Este insecto parasitario y los frutos de donde se extraía el Añil y su producción se deprimirán bajo el descubrimiento de los tintes artificiales demandados por los grandes telares de la revolución industrial europea, marcando el crecimiento de la demanda y la oferta ofrecida ya no solo a reyes y clero, sino a toda la generalidad de las damas de la burguesía europea, que en París y en Berlín podían costearse un nuevo vestido azul.

La casta naciente a la cual pertenecía Justo Rufino Barrios –hombre de su tiempo– era un complejo entramado de poseedores de tierras en los altiplanos guatemaltecos, medianos y grandes productores de café, producto cuyo valor era explosivo para la época y se encontraba bajo una buena tasa en el mercado internacional. “Las exportaciones de café, en pesos, variaron entre 1859 y 1871, de representar el 0.3% de las exportaciones totales a representar el 50% de las mismas. En cambio, las exportaciones de cochinilla lo hicieron en el mismo periodo, de un 80% a un 33%”. Cfr. Ralph Lee Woodward, Privilegio y clase y desarrollo económico, Guatemala, 1793-1871; Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), San José de Costa Rica, 1981, pp. 87-89. Es esta burguesía agraria es amedrentada por los impuestos que el Estado los obliga a pagar para poder hacer uso de los puertos que llevan al exterior una mercancía que no se encuentra bajo el monopolio gubernamental.

Al frente del gobierno se encontraba el conservador, mariscal Vicente Cerna, continuador de las dictaduras conservadoras inauguradas por el “dictador vitalicio y caudillo militar” Rafael Carrera,quien fuera el más fiero opositor y representante del movimiento conservador centroamericano, que junto con las oligarquías-fragmentarias centroamericanas acabara por fusilar al presidente liberal del “Pacto Federal: conformado por Guatemala, Comayagua (actualmente Honduras), El Salvador, Nicaragua y Costa Rica” el liberal Francisco Morazán y de arrojar al gobernador del estado federal guatemalteco el también liberal Mariano Gálvez. Con la derrota de Gálvez se inauguró una época de represión y persecución a los sediciosos liberales y su expulsión del país por haber osado en despojar a Carrera del poder en Guatemala después de derrotarlo un 14 de abril de 1838 y su posterior encarcelamiento a las serranías de Mita. Durante la restauración del régimen conservador se ilegalizó al Partido Liberal, se persiguió toda señal de desorden y la Asamblea Nacional fue perdiendo poder.

La idea y el Arma

Cargados de la revolución francesa y de los idearios de la ilustración, los apologistas liberales empezaron a promover la organización en tertulias “de españoles y criollos liberales” de ahí surgiría el primer periódico de tono liberal: “El Editor Constitucional” dirigido por el Dr. Pedro Molina. El Editor estaba asistido por un grupo de colegas que solía reunirse en la casa del sacerdote José María Castilla y que incluía a José Francisco Barrundia, Domingo Diéguez, Marcial Zebadúa, Vicente García Granados y Manuel Montúfar. Este bando formó el primer partido político de Guatemala conocido con el nombre de Cacos (Ladrones). Este suceso no cambiaría el itinerario de la revuelta, pero vendría forjar a uno de los caudillos, el posterior dirigente y exiliado Miguel García Granados, el señorito.

Los liberales, al encontrar vedado cualquier camino pacífico al poder, se forjaron en la intelectualidad oposicionista. Se empezó a leer al filósofo francés Augusto Comte y al inglés Herbert Spencer, y al padre de la moral positivista-liberal John Stuart Mill. Armados ideológicamente se prepararon, tal cual Robespierre, a enfrentar el discurso del régimen conservador, basado en la enseñanza de la escolástica-religiosa como escuela moral y científica de un mundo varado en su punto más alto, en una cultura falta de movimiento y que ya ha alcanzado su mayor expresión de civilización. Al encuadre “civilizatorio” conservador los liberales le opusieron la modernidad, propia de los países que habían sido sacudidos por la ilustración y su posterior modernización industrial y material.

De la Revolución a la Reforma

Las últimas acciones tomadas en vida por Serapio Cruz fueron los levantamientos que tuvieron lugar contra el gobierno de Vicente Cerna, heredero del régimen de Carrera. El primero de ellos, en febrero de 1867 y el segundo en los primeros meses de 1869 y que finalizaría con su muerte en enero de 1870, a manos de un antiguo rival y compañero de armas, Antonino Solares. En la campaña militar final, fue de suma importancia su asociación con Justo Rufino Barrios, ya para entonces un destacado partidario liberal, en acciones conjuntas como la quema de la cabecera de Huehuetenango. La muerte de Cruz en Palencia significaría la convergencia de sectores liberales de la Ciudad de Guatemala con sus contrapartes en los Altos, de la cual surgiría la base de apoyo de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios.

Granados se encontraba en México desterrado por el régimen conservador, donde hizo uso de sus habilidades de diplomático para conseguir el equipamiento militar para la campaña contra las fuerzas gubernamentales. “El lote de armamento constaba de 200 fusiles Remington, 15 Winchester, 1 obús, el parque indispensable para esas armas, espadas, uniformes, etc.” (Los Fusiles de Octubre, La Campaña de 1871, pág. 114). En Septiembre de 1870Granados se entrevistó con Barrios, quien se encontraba en la zona de San Cristóbal las Casas, después de varios intentos infructuosos de penetrar el territorio nacional. La estrategia militar desarrollada por Barrios era simple; el 28 de marzo de 1871, una fuerza de ejército irregular integrada por 14 oficiales y 14 soldados se internó en el territorio guatemalteco, por el departamento de San Marcos. La campaña consistía en iniciar un enfrentamiento y contar con amplio movimiento de una inicial fuerza militar que se basaba en un poder de fuego 20 veces mayor al del régimen. Aprovechando las victorias y la sorpresa dadas por el movimiento, harían uso de la propaganda y la creciente simpatía de la población para integrar bajo el mando del núcleo de oficiales un rápido crecimiento de las tropas.

A Justo Rufino Barrios le tomó poco más de tres meses derrotar moralmente al ejército gubernamental de Cerna; encontrándose y entablando batalla en cinco ocasiones y derrotándolos en todas gracias al superior poder de fuego –aun después de encontrarse casi siempre en desventaja numérica– y descomponiendo las filas del enemigo con lo que hoy se llama lucha psicológica. El 23 se entabló una batalla en las cercanías de Coxó, cercano a Totonicapán, donde ambas fuerzas quedaron debilitadas, pero Barrios había logrado reordenar las suyas y emprender la persecución de las fuerzas gubernamentales al mando de Cerna; este último, esperando que el ejército rebelde se encontrara en desorden, se detuvo en Antigua Guatemala y emprendió la retirada a la capital el día 29 de junio. Sabidos de ello, los dos ejércitos liberales, el diezmado de Barrios y el de refuerzo de Gregorio Solares emprendieron la persecución… El ejército de Cerna fue sorprendido camino a la ciudad en el paso de Santa Lucia Milpas Altas, donde sería destruido completamente y Cerna moriría en combate. Al siguiente día las tropas rebeldes entrarían triunfalmente a la ciudad de Guatemala imponiendo el régimen liberal y a Miguel García Granados como primer presidente de la reforma.

 Anastasio Somoza García, el fundador de la dinastía, rodeado de sus hijos, altos oficiales de la G.N.

Por Melchor Benavente

La historia de la dictadura somocista (1937-1979) es también la historia de la Guardia Nacional (GN). Como un personaje ignoto llego a controlar de manera férrea el poder político en Nicaragua, por un largo periodo, obedeció a causas muy particulares, las cuales vale la pena repasar.

La creación de la Guardia Nacional

El derrocamiento del gobierno nacionalista del general José Santos Zelaya en 1909, dio paso a la posterior intervención militar norteamericana, que se mantuvo casi de manera interrumpida hasta el año 1933.

La guerra constitucionalista iniciada en 1926, terminó el 4 de Mayo de 1927 con el pacto del Espino Negro, con la única oposición del general Augusto C. Sandino. En esa reunión se acordaron las bases para la creación de la Guardia Nacional.

Posteriormente, el “Convenio sobre la Guardia Nacional de Nicaragua”, fue negociado por Carlos Cuadra Pasos, ministro de relaciones exteriores del gobierno conservador, y Mr. Dana G. Munro, embajador norteamericano en Managua, y finalmente firmado el día 22 de Diciembre de 1927. Ese mismo día el presidente Adolfo Díaz, lo refrendó y lo envió de urgencia al Congreso, el cual lo aprobó mediante el Decreto del día 21 de Febrero de 1929, siendo publicado en La Gaceta del jueves 4 de abril de ese mismo año.

Esta fue la partida de nacimiento de la Guardia Nacional, producto directo de la intervención norteamericana. El Convenio contemplaba que “la Guardia Nacional da Nicaragua se considerará como la única fuerza militar y de Policía de la Republica, y la que dispondrá el Comandante General para garantizar la paz interior y seguridad de los derechos individuales

En la parte final, dicho Convenio contemplaba que el gobierno de Estados Unidos “se compromete a destacar oficiales y hombres alistados de la marina y cuerpo de marina de los Estados Unidos para que cooperen con el Gobierno de Nicaragua en la organización y ejercicio de una Constabularia (…) Los oficiales (norteamericanos) no serán juzgados por los tribunales civiles y consejos de guerra nicaragüenses, sino que estarán sujetos a juicio por consejo de guerra bajo las leyes orgánicas de la marina de los Estados Unidos”.

El primer nicaragüense Jefe-Director de la Guardia Nacional fue Anastasio Somoza García, un personaje sin trayectoria militar, sin conexiones con la oligarquía libero-conservadora. Somoza García es ampliamente conocido por ser el principal organizador del asesinato del general Augusto C. Sandino, el 21 de febrero de 1934.

 

Crisis y descontento popular

El poder de Somoza García y de la Guardia Nacional creció enormemente después del asesinato de Sandino y del aplastamiento militar de las guerrillas campesinas sandinistas en las montañas del norte y centro de Nicaragua. Ya no había dualidad de poderes, el único poder de las armas se concentraba en la GN. El plan del imperialismo norteamericano dio resultados: ya no era necesario intervenir militarmente a Nicaragua para imponer el orden, la GN ocupaba el mismo rol de las tropas norteamericanas pero con soldados nicaragüenses.

La retirada de las tropas norteamericanas produjo un vacío de poder, y un forcejeo entre las cúpulas de los partidos Liberal y Conservador, quienes peleaban por controlar a la GN. Al terminar el periodo presidencial de José María Moncada (1929-1933), le sucedió el gobierno del liberal Juan Bautista Sacasa (1933-1936), pero este nació prácticamente en la orfandad, sin la protección directa de las tropas norteamericanas y con el incontrolable y creciente poder de la GN, en una sociedad atrasada económicamente y duramente golpeada por el crack de la económica mundial: desplome de los precios del café y de los productos agrícolas de exportación, causando un desempleo masivo, y con ello un enorme malestar social.

Las masas desesperadas buscaban soluciones que los partidos Liberal y Conservador, las paralelas históricas, no podían dar. Somoza García, un hábil oportunista, comprendió perfectamente la oportunidad que se abría con la crisis del gobierno de Juan Bautista Sacasa, y por ello preparó las condiciones para su derrocamiento.

La lucha abierta por el poder se intensificó cuando Somoza García anunció su pretensión de correr como candidato presidencial, en abierta violación a la prohibición constitucional que impedía que el jefe de la GN participara en política, además que también era sobrino político del presidente Sacasa. El enfrentamiento de Somoza García contra su tío, fue cada vez más abierto y despiadado.

El 18 de Mayo de 1936, Somoza García propuso al caudillo conservador, Emiliano Chamorro, y al influyente Carlos Cuadra Pasos, la formación de un gobierno de coalición, como un anzuelo para disipar la resistencia de las paralelas históricas. Un gran sector del liberalismo también se oponía a sus pretensiones de llegar a la presidencia.

Dentro del Congreso, se formó una alianza libero-conservadora que se oponía a la incursión de Somoza García en la política. La situación no era fácil para Somoza.

Los “Camisas Azules”

Producto de la crisis económica mundial de los años 30 del siglo XX, se produjo un fenómeno mundial de crecimiento del fascismo. Nicaragua no fue la excepción. El Partido Conservador se dividió en 1934 y del cisma surgió un ala fascista. En la ciudad de Granada, cuna del conservatismo, un grupo de jóvenes intelectuales conservadores iniciaron el movimiento fascista conocido como “camisas azules”, nombre copiado de la Falange Española, que a su vez imitaba a las “camisas negras” de Mussolini. Entre los más destacados estuvieron el poeta Pablo Antonio Cuadra y José Coronel Urtecho (al final de su vida apoyó la lucha guerrillera del FSLN contra Anastasio Somoza Debayle).

Para imponer sus planes, Somoza García utilizó a los “camisas azules”, pero también se montó sobre justas luchas populares, como la huelga de choferes por el alza de la gasolina, para crear un escenario de caos social que ameritara la necesidad del surgimiento de un salvador supremo.

El 26 de abril de 1936, en la ciudad de Granada, los “camisas azules” proclamaron a Somoza García, como candidato presidencial. Este se esforzaba por aparecer por encima de los tradicionales partidos Liberal y Conservador, como un candidato unificador de la nación en momentos de aguda crisis.

Los “camisas azules” no eran un movimiento de masas, tenían apenas unos 250 seguidores que salían a marchar a las calles, proclamando la necesidad de destruir el sistema imperante. No eran las clásicas bandas fascistas armadas, aunque Somoza García les proveyó dinero y armas a los principales dirigentes, con el objetivo de contar con una fuerza paramilitar de choque que atemorizara a quienes se oponían al creciente liderazgo político de Somoza García

Se inicia el levantamiento de la GN

En ese contexto de enfrentamientos callejeros e inestabilidad politica, se produjo una huelga de choferes que protestaban por la escasez de gasolina. El gobierno de Sacasa ordenó a la GN que impusiera el orden en las calles. Somoza García no reprimió al movimiento, sino que se mostró conciliador, atrayéndolos a sus planes, prometiendo una solución justa

Todas las piezas estaban en orden. El 27 de mayo de 1936, la Guardia Nacional bajo el mando de Somoza García, inició una rebelión militar contra el débil gobierno de Sacasa. Para justificar el levantamiento militar Somoza García necesitaba profundizar la crisis y poner al país al borde del abismo.

Pero no toda la GN estaba a favor de Somoza, había sectores de la oficialidad que le eran fieles al presidente Sacasa, en los cuarteles de Corinto, Rivas y Managua. Entonces, con el golpe de Estado, Somoza García quería no solo derrocar al gobierno sino también ejercer el control total sobre la GN.

Ese día los “camisas azules” atacaron y destruyeron las imprentas del periódico liberal “El Pueblo”. Somoza salió a defender el orden, distanciándose de los “camisas azules”, pero sin reprimirlos. Conforme el plan maestro, el 29 de Mayo los “camisas azules” atacaron el “Diario Nicaragüense” en Granada.

El 27 de Mayo en Bluefields, en la costa Caribe, la Guardia Nacional destituyó a las autoridades civiles, cobijada en un levantamiento popular que protestaba porque no dejaban correr a Somoza García como candidato. Algo similar ocurrió al mismo tiempo en las ciudades de Chinandega, Estelí, León Masaya, Matagalpa y Granada.

El 29 de mayo Somoza García viajó a León con un contingente de 600 hombres para aplastar la resistencia del Fortín de Acosasco, al mando del mayor Sacasa, primo del Presidente, quien al tercer día se rindió. Somoza García fue aclamado como un héroe en León, bastión del liberalismo.

El 1 de Junio se inició la batalla por el control de Managua. Las tropas somocistas rodearon la Casa Presidencial, ubicada en la loma de Tiscapa, y asaltaron militarmente los cercanos cuarteles de El Hormiguero y El Campo de Marte. El 3 de Junio Somoza García se dirigió en tren hacia Managua, siendo recibido al día siguiente por más de 3,000 personas que lo ovacionaban.

La renuncia de Sacasa

En esos días de levantamiento militar, el presidente Sacasa escribió a los presidentes centroamericanos: “Desde que el general Somoza comenzó a trabajar en favor de su candidatura, ha estado usurpando las funciones que me pertenecen como Comandante en Jefe del Ejército, desobedeciendo órdenes emanadas de mi autoridad. Probablemente en cualquier momento, la sangre será derramada, reinará la anarquía en el país, poniendo en peligro no sólo a esta nación, sino a las otras de Centroamérica. Como las instituciones y la sociedad, seriamente amenazadas, han sido dejadas a mi autoridad sin suficiente apoyo militar para defenderlas y como tengo certeza del interés que la paz de Nicaragua inspira al ilustre gobierno de los Estados Unidos no vacilé en pedirles una acción conjunta de cooperación amistosa".

El Presidente Sacasa, impotente, no tenía tropas ni aliados en el Congreso para defender su gobierno. Somoza García había calculado bien el momento, y contó con el respaldo popular necesario para legitimar el golpe de Estado. El 6 de Junio, el presidente Sacasa, acorralado, humillado, envió su formal renuncia al Congreso, depositando el poder en manos de Julián Irías, ministro de gobernación.

El 7 de Junio Somoza García entró triunfante a Casa Presidencial, pero no cometió el error de hacerse nombrar presidente, simplemente se limitó a liquidar al inepto e impopular gobierno de Sacasa, convirtiéndose en el centro del poder y despejando el camino para su candidatura presidencial.

Finalmente, el 9 de Junio, el Congreso legitimó al golpe de Estado y designó al títere a Carlos Jarquín Brenes como presidente provisional. El 16 de Junio Somoza García anunció su candidatura presidencial.

Somoza negocia con la oligarquía e impone su candidatura presidencial

 

El victorioso Somoza García desarrolló intensas negociaciones políticas para despejar el camino de su candidatura presidencial. Como no pudo juntar los votos para una reforma constitucional, logró que el Congreso pospusiera las elecciones un año, hasta diciembre de 1936, logrando el tiempo necesario para cumplir la disposición constitucional que lo obligaba a renunciar un año antes de presentarse como candidato presidencial. Para guardar las formalidades, Somoza García renunció simbólicamente a la Jefatura de la poderosa Guardia Nacional, en Noviembre de 1936, dejando a Rigoberto Reyes como títere sustituto.

Los conservadores, preocupados por el giro de los acontecimientos, pidieron al gobierno de Estados Unidos, al igual que en 1928, la super vigilancia de las elecciones, pero la solicitud no fue aceptada, dejando el camino libre para que la GN contara los votos. El 11 de Diciembre de 1936 la GN dio a conocer que Somoza había arrasado en las elecciones, obteniendo el 80% de los casi 110 mil votos emitidos. Somoza tomó posesión como presidente el 1 de enero de 1937. Las circunstancias de crisis económica y caos social, llevaron a Somoza García a la jefatura de la GN y después a la presidencia de la república, abriendo un nuevo periodo de dominación política. Así se inició la sangrienta dinastía somocista, que duraría 43 años en el poder. Por eso, bajo la dictadura somocista, el 27 de Mayo era celebrado como el día de la “gloriosa e invicta Guardia Nacional”.

Oleo sobre la rendición de William Walker y sus filibusteros, el 1 de Mayo de 1857, bajo el asedio de los ejércitos centroamericanos

Por Maximiliano Cavalera

En Centroamérica hay muchas fechas que conmemorar, sobre todo tomando en cuenta la historia común de los cinco estados centroamericanos. Desde la “independencia” hasta nuestros días, la burguesía ha intentado construir identidades nacionales por todo el istmo centroamericano, en aras de construir esos sentimientos, se han idealizado fechas efímeras sin mucha importancia histórica. Contradictoriamente, en todo el istmo no se conmemoran fechas importantes en la historia de la patria centroamericana, una de tantas es el glorioso primero de mayo de 1857, fecha en que los cinco ejércitos de Centroamérica expulsaron a William Walker y su ejército de filibusteros.

Casi 20 años después de la disolución del Estado federal, los cinco ejércitos de Centroamérica se reúnen en Nicaragua, luchan y derrotan a los filibusteros, en los hechos, las burguesías centroamericanas se unen por el temor que tenían a que los filibusteros les quitasen sus privilegios, pero al fin y al cabo se conformaron con seguir manteniendo el estatus quo imperante, todos se repliegan a sus propios estados nacionales y defienden sus intereses particulares, siendo incapaces de poder constituir el Estado federal centroamericano. Hoy en día, más de 150 años después, la tarea sigue siendo la misma, reconstituir el Estado Federal Centroamericano, claro está, teniendo en claro que son los obreros los únicos capaces de llevar a cabo esta magna tarea. Muchos recuerdan nombres pomposos de generales y de burgueses que participaron en la llamada guerra nacional, nosotros los revolucionarios, conmemoramos a los indígenas flecheros, campesinos y trabajadores que engrosaron el ejército de los Estados centroamericanos y que derrotaron al primer intento del imperialismo norteamericano de asentarse en nuestra patria centroamericana.

La Ruta del Tránsito y la Guerra civil.

En 1854 se realizan elecciones en Nicaragua, como era costumbre de los líderes conservadores amañan las elecciones y queda como presidente el caudillo conservador Fruto Chamorro. Inmediatamente las fuerzas liberales de León denuncian el fraude electoral, desatando una guerra civil que roería las entrañas de Nicaragua y de la misma patria centroamericana. La guerra civil que se desencadena es cruenta, y las fuerzas liberales deciden contratar las labores de mercenarios norteamericanos conocidos como filibusteros. En esa época, y sobre todo por la fiebre del oro en California, Nicaragua era importante para los intereses del imperialismo Norteamericano.

La llamada ruta del tránsito era una empresa millonaria en manos de Cornelius Vanderbilt. En esa época era lo más cercano a un canal interoceánico que permitía a los viajeros salir de Nueva York, pasar por el Rio San Juan, trasladarse a la cuidad de Granada, luego ir por rio Tipitapa para irse por tierra hasta el pacifico de Nicaragua y embarcarse de nuevo a los Estados Unidos. Es así que por intermediación de Cornelius Vanderbilt las fuerzas liberales buscan ayuda de mercenarios norteamericanos firmando el tratado Byron Cole-Castellón

William Walker

El tratado firmado entre los liberales y los filibusteros traería consecuencias terribles para Nicaragua, entre ellas fue el arribo de un mercenario llamado William Walker. Este mercenario nació en Tennesee el 8 de mayo de 1824. Desde su juventud participó como mercenario en incursiones en México intentando “independizar” un Estado en México. Para mediados de los años cincuenta decide embarcarse a Nicaragua para batallar del lado de los liberales en la guerra civil que corroía al el país centroamericano.

La primera incursión que realiza Walker y sus filibusteros se da en la ciudad de Rivas, luego hace una incursión sorpresa en Granada y logra tomar la ciudad, que en ese momento era la capital conservadora de Nicaragua. Al tomar la cuidad acuerda con los caudillos conservadores que Patricio Rivas fuese presidente de Nicaragua. Walker se autoproclama jefe del ejército y Ponciano Corral ocuparía el cargo de Ministro de Guerra. Meses después Corral sería fusilado por enviar una carta que le envió a los generales hondureños Pedro Xatruch y José Santos Guardiola en las que solicitaba su intervención en el conflicto.

El triunfo de Walker en Nicaragua se explica por varios factores, entre ellos está el apoyo de mercenarios que habían batallado en México y tenían amplia experiencia militar, de la misma manera, las armas que utilizaban los filibusteros estaban en el pico de la tecnología, mientras las tropas nicaragüenses combatían con mosquetes, los filibusteros combatían con armas de repetición. Al consolidar su poder Walker traiciona a Patricio Rivas y se autoproclama presidente un Nicaragua: “El 12 de Julio de 1856, en la plaza de Granada, Walker prestó juramento Presidencial, después de haber “ganado” las Elecciones Presidenciales convocadas y organizadas por él mismo.” (Clemente Guido Martínez, La Rendición de William Walker) Dentro de sus primeras gestiones como “presidente” William Walker declara el inglés como idioma oficial y la legalización del esclavismo en Nicaragua: “Legalizó el uso del idioma inglés. Se estableció el sistema registral de la propiedad inmobiliaria. Se establecieron equivalentes monetarios y se modificó el sistema de impuestos aduanales. Estableció penas para el peón que abandonase sus tareas, durante el término de su contratación; y el 22 de Septiembre (…) legalizó la esclavitud en Nicaragua, abolida por aquél. Creó una nueva bandera: Estrella roja rodeada de cinco puntos” (Ídem)

¿Guerra nacional o centroamericana?

A diferencia de lo que enseñan en las escuelas de Nicaragua, la denominada guerra nacional tiene su origen en la participación de los 5 ejércitos de la extinta patria centroamericana, es guerra nacional porque la patria centroamericana se une y lucha en contra de los filibusteros. El 26 de febrero de 1856 Juan Rafael Mora, presidente de Costa Rica, le declaró la guerra a Walker, logrando llegar a Granada, pero siendo diezmado por una epidemia de cólera regresó a su país.

Contradictoriamente William Walker comprendió, más allá de nuestra burguesía, que Centroamérica es una solo nación. Proclamó a los cuatro vientos que gobernaría “o las cinco o ninguna” refiriéndose a las 5 naciones centroamericanas. Ante este planteamiento la oligarquía y burguesía centroamericana pegó el grito al cielo y decide intervenir defendiendo sus intereses y privilegios. La guerra contra los filibusteros solo pudo ser ganada por la intervención de los 5 ejércitos centroamericanos. Precisamente por eso en Nicaragua se conmemora la batalla de San Jacinto, única batalla en que las fuerzas nicaragüenses lograron ganar sin el apoyo de las tropas centroamericanas.

El 18 de julio de 1856 se firma un acuerdo en Guatemala en la que los ejércitos centroamericanos deciden marchar a Nicaragua bajo el mandato del general Ramón Belloso. De igual manera se reconoce a Patricio Rivas como presidente de Nicaragua. Inmediatamente después de la firma de la convención, tropas hondureñas, salvadoreñas y guatemaltecas reforzaron León para resguardar la ciudad del ataque filibustero.

Los ejércitos centroamericanos marchan sobre Managua y meses después hay una batalla importante en Masaya dejando abierta la ruta a Granada. Ambas batallas fueron cruentas, sobre todo tomando en cuenta las diferencias entre la tecnología del armamento de los filibusteros y las tropas centroamericanas. Las tropas centroamericanas eran tropas irregulares engrosadas con reclutamientos forzosos de campesinos.

El 14 de septiembre tropas nicaragüenses ganan la batalla de San Jacinto. Al conocer la victoria, el general Belloso abrió la guerra. Después de la batalla de Masaya marcha hacia Granada con tropas alternas de Honduras, Guatemala y Nicaragua. En ese momento: “que Belloso marchaba de León hacia Granada, el Congreso costarricense le autorizó el 10 de octubre al Presidente Mora el reanudar la guerra contra Walker, ahora en unión con los aliados centroamericanos.”(Guerra Nacional, Alejandro Bolaños).

La derrota militar de los filibusteros

Todo estaba contra Walker y se crea un cerco militar contra él: “Después las tropas de Walker quedarían diezmadas: “El hospital se atestó de enfermos y moribundos; las provisiones escaseaban cada vez más y los soldados apenas conseguían algo de comer” (Ídem). El 19 de Noviembre Walker ordenó la salida y quema de Granada. Desde esos días se apertrecharía en el sur del País y defendería la Ruta del Tránsito; esa era su única posibilidad de ganar la guerra. Ese es el momento clave en que se le tenía que dar la estocada, pero desavenencias hicieron que el general Belloso se retirara de los combates y no se le dio la estocada al ya herido Walker.

El general tico José Joaquín Mora tomó la comandancia, al apoderarse de los buques que utilizaban los filibusteros para traer mercenarios y aprovisionarse. La batalla de Rivas sería la última batalla que se dio en tierras nicaragüenses. El general Mora actuó erráticamente y fue repelido en muchas ocasiones, pero la suerte estaba echada, Walker estaba derrotado sin provisiones y acorralado, solo era cuestión de tiempo. La intervención del comodoro Charles Henry Davis, de la corbeta norteamericana St. Mary's, logró que Walker saliera vivo de Nicaragua.

En Nicaragua fue derrotada la primera intentona del imperialismo norteamericano de tomar militarmente nuestras tierras. Sin embargo, el sabor de la victoria es amargo debido a que los generales no solo no llevaron a cabo su misión de derrotar y fusilar a Walker, sino que lo dejaron huir como rata acorralada pero no derrotada. En este mayo celebramos la derrota de los filibusteros, pero la labor sigue siendo derrotar a los modernos filibusteros y sus partidos políticos que venden siempre a los trabajadores centroamericanos al imperialismo. La tarea es la misma, unificar a la patria Centroamericana, pero ahora bajo el socialismo.

Primer Comité de Huelga, 1954

Por Maximiliano Cavalera

A finales de abril y en el transcurso del mes de mayo de 1954, el Litoral Atlántico de Honduras vio cómo se desarrollaba uno de los acontecimientos más importantes en la lucha de clases de este país. Los trabajadores bananeros iniciaron una huelga general que trastocaría el desarrollo político del país. Esta lucha tuvo una enorme importancia, ya que consiguió conquistas laborales y civiles que perdurarían más de 50 años, siendo estas las principales conquistas obtenidas por los trabajadores en la historia de Honduras. A los 60 años del inicio de esta gesta heroica de los trabajadores bananeros, es importante rescatar su legado histórico, especialmente cuando nos encontramos ante la embestida brutal de un gobierno nacionalista que poco a poco nos arrebata las conquistas laborales y civiles que ellos consiguieron con una férrea lucha en contra de la sobreexplotación. A 60 años del inicio de la huelga del 54, los revolucionarios centroamericanos rescatamos el legado histórico y los métodos de lucha de este heroico proletariado.

El enclave Bananero

Centroamérica en su conjunto tuvo ejes de explotación masiva de los trabajadores; se puede decir que estos ejes fueron la minería y ferrocarriles, artesanos y obreros fabriles, el enclave bananero, etc. En el caso de Honduras, el modelo a seguir fue el desarrollo del enclave bananero. El comercio del banano inicia en Jamaica en junio de 1870 cuando productores vendieron al capitán norteamericano Barker unos racimos que éste comerció en Nueva Jersey; las ganancias fueron rotundas, se ganó el 100%. En el caso de Honduras, los primero cultivos se concentran en Roatán en 1860 y se exportan a Nueva Orleans. Para el siglo XX Centroamérica es irrumpida por las grandes trasnacionales bananeras, compañías como la Standard Fruit Company y la United fruit Company se apoderan de nuestras zonas caribeñas: “En los años que precedieron a la crisis mundial de 1929-1930, los ingresos obtenidos del café y el banano representaban casi el 90% de los que producía la exportación en Costa Rica, Guatemala y El Salvador, y el 70% en Honduras y Nicaragua (donde la extracción de oro y plata seguía siendo importante).” (La Piel de Centroamérica: una visión epidérmica de setenta y cinco años de su historia / Edelberto Torres Rivas). Pasada la II guerra mundial, el boom económico de la post guerra impulsa un cambio en los modelos económicos. En el caso de Honduras, los gobiernos, tanto nacionalistas como liberales desarrollaron una enorme dependencia económica de los enclaves bananeros, propiciándoles un clima agradable sin leyes laborales, con incentivos fiscales y concesiones.

La clase obrera

Para lograr explotar sus concesiones, las empresas bananeras tienen que contratar una enorme masa laboral que trabaja en condiciones de sobreexplotación y miseria: “Al principio eran varias compañías, luego las más grandes fueron absorbiendo a las pequeñas, hasta que quedaron solo dos grandes: La Standard Fruit Company en el Bajo Aguán y la Tela Railroad Company en el Valle de Sula (…) La Standard Llegó a tener caso 12 mil trabajadores y la Tela tuvo más de 27 mil trabajadores” (El silencio quedó atrás: testimonios de la huelga bananera de 1954, Marvin Barahona). Toda esta explotación sobre la enorme masa laboral produjo expresiones de huelga, pero nunca tan organizadas. Las huelgas más importantes iniciaron 1916, en la Cuyamel Fruit Company donde hubo una huelga de trabajadores que brilló por el silencio de la prensa de la época. En 1920 en la Vaccaro Bros. Co. los trabajadores se declararon en huelga reclamando mejoras salariales. El Gobierno declaró el estado de sitio en la zona, para septiembre los trabajadores se reincorporan a sus labores. En 1925 hubo una huelga en las plantaciones de caña de la Cuyamel que contó con el apoyo de los trabajadores de las otras compañías bananeras.

Para 1930 en La Ceiba estalló una huelga, el gobierno declaró el estado de sitio y reprimió a los trabajadores. Poco a poco y a través de años de lucha, en los enclaves se va madurando la conciencia de la clase trabajadora. Durante la dictadura Cariista se siguen dando huelgas, aunque son reprimidas. En 1944 hubo una gran manifestación en san Pedro Sula que se convirtió en una masacre. La protesta estaba encaminada a denunciar los excesos de la dictadura exigiendo libertades democráticas. Durante la dictadura, liberales y comunistas eran asesinados y exiliados, la represión fue la antesala para que la huelga del 54 estallara con las magnitudes con que aconteció.

En 1954 la economía hondureña presentó leves mejorías, el fin de la dictadura Cariista dio paso al gobierno reformista de Juan Manuel Gálvez. La gestión de Gálvez inició un plan de reformas económicas y una pequeña diversificación económica amentando las exportaciones de café y manufactura nacional. Pero estas mejoras económicas no se tradujeron en un mejor nivel de vida de los trabajadores, sino todo lo contrario: “En 1954 era obvio, que los beneficios del crecimiento económico no favorecían a la mayoría de la población hondureña; por el contrario, los trabajadores urbanos se quejaban cada vez con mayor intensidad, incluso en los años que precedieron al de 1954, por las miserables condiciones en las que vivían. Los salarios se habían estancado y su capacidad adquisitiva se había reducido drásticamente. La espiral inflacionaria, que recrudeció en los primeros meses de 1954, intensificó la protesta de los trabajadores urbanos y reavivó sus interés por la organización laboral.” (Ídem) Cualquier parecido a la realidad que vive Honduras en estos años, es pura coincidencia.    

La huelga de 1954

1954 fue un año bastante convulso. En Honduras los partidos liberal y nacional llegan a un impase electoral al no obtener ninguno de los dos una amplia mayoría en las elecciones. Como se ha vuelto costumbre, en la segunda vuelta el fraude fue la receta perfecta para la burguesía. Lozano Díaz, en ese momento presidente de la República, disolvió el parlamento apoyándose en las fuerzas armadas. Ese mismo año la CIA planifica un golpe de Estado contra el presidente de Guatemala Jacobo Arbenz. El gobierno hondureño apoya los planes de la CIA prestando todo el apoyo posible a la invasión contra el gobierno de Guatemala.

Como en la época de los huracanes, las fuerzas se van acumulando hasta que la energía tiene que liberarse de manera estrepitosa; así la explotación hace que los trabajadores lleguen a un punto en que tienen que desprenderse de toda esa humillación y odio de clase acumulado. Periódicos como Voz Obrera y Vanguardia Revolucionaria, editada por el Partido Democrático Revolucionario Hondureño (PDRH) venían realizando trabajos de concientización a los trabajadores. Según algunos informes, la propaganda de la izquierda lograba distribuir 7,000 periódicos semanales. La propaganda llamaba a los trabajadores a organizarse en sindicatos, a exigir la legalización de la jornada de 8 horas, seguridad social, etc.

El 28 de abril de 1954, unos trabajadores de carga presentan una lista de reivindicaciones laborales a la compañía bananera. La Tela Railroad Company, subsidiaria de la United Fruit Company, rechazó el pliego petitorio ocasionando que el 29 de abril se realizara una asamblea de trabajadores, que fue acompañada de la solidaridad de trabajadores delegados de otros departamentos. Al día siguiente la asamblea de unos mil trabajadores decidió hacer una manifestación pública para conmemorar el día internacional de la clase trabajadora.

Efectivamente la movilización se realizó ese 1ro de mayo, congregándose en el parque Ramón Rosa. Ahí, en esa asamblea se leyó la declaratoria de huelga.

De a poco otros sectores se van sumando a la huelga de los trabajadores bananeros. El 5 de mayo la tormenta llegaba al otro monopolio bananero, la Standart Fruit Company en donde los trabajadores se suman al paro general plegándose a las demandas de los huelguistas. Para Julio las los paros se habían propagado por toda la Costa Norte Hondureña en fábricas, aserraderos, ingenios de azúcar y minas. Desde 7 de mayo los estudiantes de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH) se habían adherido a la huelga y trabajaban en solidaridad con la misma.

El 17 de mayo se constituyó el COMITÉ CENTRAL DE HUELGA que se encargaría de coordinar alrededor de 35,000 trabajadores con representantes de distintos distritos bananeros: Tela, Cortes, El Progreso, La Lima y Batán. En el caso de la ciudad de El Progreso se creó el fenómeno pre embrionario de poder dual, es decir que se formaron comités de apoyo, de vigilancia, los trabajadores regían la localidad.

Enseñanzas

En la Lima la intervención de la compañía y el gobierno, favoreció que quedase electo el maestro Manuel de Jesús Valencia, dirigente de formación anticomunista. En La Ceiba la compañía logró un acuerdo separado con los trabajadores, que se reincorporaron al trabajo. En El Progreso la compañía y el gobierno combinaron represión con negociación para debilitar y derrotar la huelga. Para el 9 de Julio los trabajadores, acosados por la represión y agotamiento, terminaron firmando un acta que no cumplía con las exigencias de los trabajadores bananeros.

Hoy más que nunca debemos recordar las enseñanzas de la huelga del 54, ya que solo las masas organizadas son capaces de rescatar las conquistas laborales que nos heredaron aquellos heroicos trabajadores. El seguro social, las leyes laborales que nos quiere arrebatar este gobierno son las que los trabajadores, campesinos y estudiantes debemos defender tomando como ejemplo la huelga del 54.

El general Efraín Rios Montt al frente de los golpistas

Por Leonardo Ixim

En marzo cumple 32 años el golpe de Estado contra el gobierno de Lucas García en 1982. Es vital analizar sucintamente y tratar de llegar algunas conclusiones que sean punto de partida para profundizaciones posteriores sobre el carácter de este evento, sus repercusiones en la vida política del país, sus conexiones con el contexto internacional, pero sobre todo su efecto en la lucha de clases a nivel regional y nacional.

Un 23 de marzo de 1982 se registró una asonada militar contra otro gobierno militar; sin embargo, este golpe de Estado no fue un relevo más dentro de la dictadura militar, sino el parteaguas que inició un proceso que modificó el carácter de la dominación burguesa y por ende del régimen político y posibilitó la derrota de la revolución guatemalteca y centroamericana, empalmándose con la estrategia del gobierno estadounidense de Reagan para la región.

 

Crisis del régimen y lucha de clases

 

Se vivían los últimos meses del gobierno de Romeo Lucas García, un militar que había llegado al poder por medio de un fraude electoral. Dicho gobierno se caracterizó por ser altamente represivo, contando en su haber asesinatos, desapariciones de líderes populares y democráticos y masacres enfocadas en algunos puntos del país. Representaba una fracción del bloque burgués que se enriquecía al amparo de los recursos públicos, ligado con algunos oligarcas como la familia García Granados.

Era un gobierno que se destacó por su alto nivel de corrupción y porque dio cabida a un grupo de civiles extremadamente anticomunistas que controlaban el aparato represivo. Esto generaba recelos dentro de la oficialidad, pues además servía para que la alta jerarquía del ejército se enquistara en los puestos y se enriqueciera, sin producir relevo en la estructura de mando.

El momento coincidía además con el agotamiento de un modelo formado al amparo del Mercado Común Centroamericano, la sustitución de importaciones y la cooptación por el ejército de toda la institucionalidad estatal, situación creada a partir del golpe de estado de Peralta Azurdia de 1963. Éste fue la salida contrarrevolucionaria a las jornadas preinsurreccionales de 1962, la ilusión de la candidatura del ex presidente Arévalo y con ello, producto de la derrota popular, el aparecimiento de la lucha guerrillera. Se instala un régimen político con fachada democrática, donde solo se toleraba a quienes expresaran su más rancio sentimiento anticomunista

Pero a la vez se agudiza la crisis económica y social, producto no solo del agotamiento del modelo, sino también de la crisis mundial capitalista iniciada en 1973. Por tanto, las luchas obreras y campesinas estaban a la orden del día, mientras que la respuesta era la represión, asesinando a líderes populares y políticos, desde socialdemócratas hasta socialistas. Ante eso, en el marco de la política de promoción de los derechos humanos de EU, la administración Carter había condenado a Guatemala y quitado la ayuda militar, situación que se mantiene hasta ahora, aunque veladamente se mantiene la cooperación

Una serie de huelgas obreras en ingenios azucareros, fincas de café, fábricas, movilizaciones estudiantiles, toma de conciencia de los pueblos indígenas con la declaración de Iximché, etc., coincidía con la penosa situación económica de las masas, aumento constante de los precios, endeudamiento de las familias y del Estado, etc. Ante eso, las luchas por las mejoras en las condiciones de vida habían dado lugar al aparecimiento de organismos como el Comité de Unidad Campesina y la Coordinadora Nacional Unitaria Sindical, expresando salidas revolucionarias.

La respuesta represiva descabezó al liderazgo popular, lo cual generó la toma de iniciativa por parte de la guerrilla y la vinculación de elementos de las organizaciones populares con las organizaciones clandestinas. A partir de esto tales organizaciones asumen la ofensiva táctica, pues nunca empalmaron realmente con la movilización popular y cayeron en aventurerismo inspirado por el triunfo sandinista. Además nunca lograron articular plenamente la acción armada con la construcción de poder local. Pese a todo, había puesto en jaque al ejército, sacándolo de algunas regiones remotas en Alta Verapaz, Quiché y Huehuetenango

El Carácter del 23 de Marzo y el contexto internacional

 

Este movimiento militar ha sido calificado por muchos especialistas como reformismo contrarrevolucionario. Tomando como pretexto el fraude del luquismo a favor del candidato oficial en las elecciones de abril de 1982, un sector del ejército etiquetado como oficiales jóvenes realiza el golpe de Estado.

Este movimiento fue aplaudido por los partidos del régimen víctimas del fraude, por sectores de la oligarquía desplazados de la generación de negocios con el Estado y por ende de la reproducción ampliada del capital, así como por el gobierno estadunidense. Este último, pese a la retórica anticomunista con sabor a cruzada de Reagan, consideraba que la única forma de derrotar a las guerrillas y no repetir la experiencia sandinista era incoar un proceso de democratización.

En ese sentido se crea la Comisión Bicameral e interpartidaria presidida por Henry Kissinger, que junto a la Incitativa Para la Cuenca del Caribe, buscaban, a partir de la apertura de los sistemas políticos y la promoción del libre comercio, además del apoyo militar, cercar a la revolución sandinista y a las fuerzas de izquierda en la región.

Junto a esto se crea el Grupo de Contadora, conformado por Colombia, México, Panamá y Venezuela (cuyos gobiernos temían un contagio revolucionario), que promueve la pacificación de la región. Estas iniciativas posteriormente fueron apropiadas por los gobiernos centroamericanos con la Iniciativa de Esquipulas 1987, la cual no fue, como se ha querido hacer ver, disonante con la política exterior gringa, sino parte un mismo proyecto.

Así, el golpe de Estado impone una junta militar de gobierno, dirigida por Efraín Ríos Montt, Maldonado Shad y Francisco Gordillo. Estos dos a los pocos meses son desplazados centrándose el poder en el primero. Ríos Montt, una figura polémica en la historia reciente, quien ya había participado en acciones represivas, fue candidato presidencial de una coalición de centro en 1974, a quien se le hizo fraude; posteriormente se hizo feligrés en de una secta fundamentalista pentecostal.

Su gobierno, caracterizado por una tónica moralista y religiosa, fue el punto de partida para la llamada apertura democrática, además de ser una bisagra fundamental en la estrategia contrainsurgente político-militar. Este gobierno fue derrocado en agosto de 1983 debido a las pretensiones bonapartistas de Ríos Montt, es decir se salió del libreto consensuado entre los sectores dominantes y EU.

Se implementa así una técnica de pinzas, con el objetivo de ir acorralando a la guerrilla hasta sus santuarios, se flexibiliza el accionar táctico del ejército y se destruyen los pulmones logísticos ubicados en la capital. El saldo de todo esto es la política de tierra arrasada y de genocidio contra el pueblo maya y la población en general.

Con un proyecto político, conocido como Plan Nacional de Seguridad y Democracia, además del accionar militar y terrorista desde el Estado, Ríos Montt buscó bajo la lógica de espejo, eliminar el apoyo y el poco implante de la guerrilla en las comunidades rurales del interior, sobre todo del Ejército Guerrillero de los Pobres, con presencia en Quiché y Huehuetenango. Es decir, la lógica militar “es ganarle las masas a la subversión”.

Aperturismo contrainsurgente

Junto a esto se inicia a partir del gobierno de Ríos Montt, en el siguiente gobierno de facto de Humberto Mejía Víctores y en el electo del democristiano Vinicio Cerezo, una serie de acciones que involucran a la población en la guerra contrainsurgente, con la creación de las Patrullas de Autodefensa Civil.

A la par de las mascares a las comunidades, éstas fueron reagrupadas, creando los llamados Polos de Desarrollo, que fueron verdaderos campos de concentración, pero que implicaron el quiebre del tejido comunitario y el auge de relaciones mercantiles. De igual forma, planes como los de Frijoles, Fusiles y Techo, Tierra y Tortilla, de carácter asistencialista y contrainsurgente, no implicaron un verdadero mejoramiento para los campesinos.

El gobierno de Ríos Montt fue defenestrado posiblemente porque además de no querer ceder el poder, pretendió realizar algunas reformas profundas; sin embargo se caracterizó sobre todo por la aplicación del terror estatal, por ejemplo con la creación de los Tribunales de Fuero Especial, que terminaron de opacar al inútil sistema de justicia con el fin de juzgar a los opositores. Tales tribunales fueron disueltos posteriormente.

Pero puso los cimientos, con la existencia de un Consejo de Estado -reflejo de sus ambiciones corporativistas- de las instituciones “democráticas”. Por ejemplo la creación de un Tribunal Supremo Electoral, magistrados que rigieron las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente de 1984 y las generales del año siguiente, un registro de ciudadanos y el modelo de una Ley Electoral que sirvió para la creación de la actual. Es decir, la constitución actual y su andamiaje jurídico es producto de una exquisita estrategia contrainsurgente que al final tuvo éxito

Posteriormente, en el marco de la implosión del socialismo burocratizado, el acorralamiento de la revolución sandinista y la firma de la paz en El Salvador, la guerrilla guatemalteca tuvo que pactar un acuerdo. EU y el bloque dominante lograron su cometido, incorporar estas fuerzas al régimen político de reacción democrática, conocido como transición a la democracia e institucionalizar la lucha de clases. Aunque esto último en Guatemala, a diferencia de El Salvador, siempre ha sido más difícil, debido a la debilidad de la izquierda y a la fragmentación de la clase dominante.

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