Por Hercilia Cáceres

Entre el 20 y 27 de septiembre se realizó “la semana por el futuro”, con acciones realizadas principalmente el viernes 27. Las acciones, encabezadas por una serie de marchas con las que exigieron a los gobiernos presentes en la Cumbre del Clima, celebrada por la ONU en Nueva York, que tomaran medidas drásticas contra las consecuencias del cambio climático. Según el sitio 350.org, participaron al menos 7.6 millones de personas, en 185 países, en las que participaron 73 sindicatos, 3024 empresas y 820 organizaciones. Las acciones iban encabezadas por la activista sueca Greta Thunberg, quien llegó a Nueva York en un Yate del hijo de la Carolina de Mónaco. “Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos”, fue una de las frases mencionadas a los funcionarios presentes en la cumbre de la ONU.

La realidad del cambio climático es otra y las soluciones no se encuentran dentro de un grupo de gobernantes al servicio del capitalismo, puesto que solo refleja acciones inútiles, en pro de un “capitalismo verde”. Por su parte, es necesario mencionar que la mayoría de organizaciones que participan en las actividades son Organizaciones No Gubernamentales de países que se han enriquecido a costillas de otros países y ahora llegan como salvavidas con luchas de cristal a aprovecharse de la miseria y las problemáticas sociales. Este tipo de discurso es el que sigue favoreciendo al capitalismo, razón por la que otros activistas que se cuestionan la dirección de este sistema, enfocándose en la explotación de la mano de obra y de la naturaleza, la desigualdad social y el beneficio para potencias económicas para enriquecerse de países con economías dependientes.

Organizaciones, empresas, personajes de los países europeos y los Estados Unidos, son quiénes están dando las directrices de como disminuir la emisión gases, con la implementación de políticas superficiales, generando injusticia ambiental. Los países con mayores emisiones de carbono son quiénes principalmente realizan los estudios e investigaciones al respecto, pero se dedican a demandar otros países, evidenciando que su fin último no es disminuir los efectos desastrosos del cambio climático, sino favorecer políticas que benefician sus economías, como por ejemplo la producción de energía renovable.

Greta Thunberg, es solo un peón más que como muchos otros presenta actitudes serviles. Muchos de los países desarrollados económicamente que están promoviendo nuevos ecologismos lo continúan haciéndolo sobre la espalda de aquellos que han empobrecido indiscriminadamente. Además de las energías renovables, las respuestas que se presentan actualmente contra el cambio climático son básicamente el veganismo, producción de biocombustibles, huertos familiares, entre otros, que parecen más una moda y estilo de vida que solo personas con cierto acomodamiento económico pueden darse el lujo de realizar. Sin embargo, las soluciones planteadas son superficiales, son los países con mayores emisiones los que deben poseer más presión y no quiénes dirijan las políticas ambientalistas, saqueando recursos de otras regiones, para presumir su estilo de vida “verde”.

Es utópico pensar, que gobernantes de naciones inminentemente capitalistas reflexionarán y que de un día para otro asumirán responsabilidades. Por ello es necesario cuestionar el modelo de producción económico en el que se encuentra el planeta, que está colapsando y traerá consecuencias devastadoras para los más pobres que ya están padeciendo los resultados de un sistema que no es, ni será sustentable, porque el capitalismo se basa en eso, en la explotación de la naturaleza y de la mano de obra de hombres y mujeres. Si bien es cierto, el cambio climático sucedería, pero con el modelo de vida actual, se ha acelerado exponencialmente, causando efectos que sucederían dentro de miles de años. Por ello es que marchas como la del “Friday for future”, resultan soluciones mediáticas, que llegan a desvirtuar el fondo del problema y dejan un análisis superficial de la problemática ecológica, que no se cuestiona como grandes potencias utilizan esos espacios para beneficiarse de la coyuntura y las buenas intenciones de miles de jóvenes, porque es necesaria la organización y responsabilizar a los verdaderos protagonistas de las devastaciones climáticas.

“Mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres” –Berta Cáceres.


Por Joseph Manuel A. Herrera

Inclusive el Imperio romano se desmoronó bajo el influjo de las masas bárbaras del centro de Europa; ¿porque no va desplomarse el Imperio Norteamericano bajo el influjo de las masas bárbaras de Centroamérica, América Latina y resto del mundo?

La profunda crisis del orden imperial neo colonial establecido después de derrotada la revolución centroamericana (1979-1996), es hoy a todas luces un hecho consumado. Las pigmeas burguesías finqueras después de muchos intentos, solo han podido echar adelante un puñado de débiles Estados nacionales, siempre al borde de la bancarrota económica o de la disolución política bajo la fuerza de las contradicciones sociales por ellas creadas.

Esta situación ha derivado en una crisis social que solo es equiparable a la de países en guerra. Esto no es raro, pues lo que se esconde bajo las fuerzas vivas de la sociedad, no es otra cosa que el reinicio de la guerra civil pausada hacia el último cuarto del siglo pasado, entre las minorías sectarias que ejercen el poder y las mayorías populares que sufren ese ejercicio, la lucha entre la patria de los ricos y la patria de los pobres. La pax burguesa establecida después de la firma de los acuerdos de paz está hoy tomando sus últimos hálitos de oxígeno, pues vive ya tiempo prestado.

Una crisis de dirección de la sociedad

Las enanas burguesías nacionales centroamericanas no gobiernan Estados, administran la bancarrota económica y el caos social que han creado.

La masiva migración hacia el centro del imperio –los Estados Unidos– desde la periferia rural centroamericana, es solo el síntoma más palpable de la enorme olla en ebullición que es Centroamérica en estos días. Las marejadas de personas desterradas por las convulsivas sociedades centroamericanas responden a la bancarrota de un modelo económico dependiente, productor de materias primas, acentuada por la bruta administración de la burguesía, históricamente reticente a pagar impuestos, cargando el peso de los invertebrados Estados burgueses sobre las clases medias y la pequeña burguesía comercial y de servicios, cada día más pobre. Guatemala y Costa Rica son ejemplos palpables de países donde los más ricos, son los que menos impuestos pagan.

Toda esta mediocridad de la clase dirigente encaminada al desmantelamiento del Estado a su mínima expresión, bajo la lógica del saqueo neoliberal privatizador, desde finales del siglo XX ha reducido al Estado y los servicios básicos que éste brinda a las masas explotadas, y que ayudaban suavizando las contradicciones de clase, producidas por la dictadura del capital sobre el trabajo en sociedades atrasadas como la nuestra. Este rapaz saqueo hoy continúa; el caso del pueblo hondureño defendiendo la salud y la educación es ejemplar, sin olvidar El Salvador, donde la lucha en defensa al derecho del agua manifiesta el eje de estos combates; todo esto atizado por una crisis climática que se ha acentuado con varios años de sequías en las tradicionales economías agro-exportadoras del istmo, quebrando el eje comercial de las pequeñas burguesías campesinas con poca o con ninguna tierra, a lo largo y ancho de la rural Centroamérica. Y a la sombra de las grandes propiedades latifundistas y de monocultivo.

El cambio climático es un hecho, aunque el Führer Trump se empecine en ignorarlo, y este cambio hará aún más hondos los barrancos que separan a ricos y pobres, sobre todo en sociedades tan poco diversificadas económicamente como las centroamericanas. La pobreza se extenderá aún más y el peso de las masas bárbaras centroamericanas hacia el corazón del imperio, no serán detenidas ni por los muros, ni por la guardia rural del imperio que ahora adopta el nombre de: Guardia Nacional de México.

Todo esto a grandes rasgos puede explicar el agotamiento de todo un modelo de dominación de las incultas burguesías del trópico en Centroamérica. La crisis política –sin caer en doctrinarismo ortodoxo– encuentra parte de su origen en el quiebre del modelo económico agro-exportador dependiente, que ya se manifiesta en ramas tradicionales del agro centroamericano, como lo es el café, el azúcar y el banano. La débil industria ligera (embazadoras, empacadoras y maquilas) siempre atada a los vaivenes climáticos, sociales y de lucha por la tierra que trastoca la rudimentaria economía agraria, ha hecho que las burguesías centroamericanas viren sin éxito su mirada hacia la diversificación de ramas de la economía de expolio, como lo son el enclave palmero, la extracción minera y los mega proyectos energéticos vinculados al mercado regional colombiano o mexicano, ramas que en lugar de dinamizar la economía, la paralizan más ante la salida sistemática de las ganancias producidas hacia el extranjero, sin la necesaria circulación local de capital que haga más dinámicas sus contradicciones estructurales por medio de la distribución de la renta, que incremente el poder adquisitivo de las masas.

La repuesta del Imperio Estadounidense y su caporal mexicano

El primer rey de Roma fue Rómulo, y el último emperador fue Flavio Rómulo Augusto

El imperialismo norteamericano se sacude y se desbarata por sus eslabones más débiles, no es raro que ahí donde el orden neocolonial impera, como distorsión alejada del centro metropolitano capitalista, sea donde las contradicciones son más profundas, donde la crisis económica y política alcanza todos los niveles de la sociedad.

Ahí donde el orden neocolonial fue restituido y no transformado, después de que fueran aniquilados o subvertidos todos los movimientos nacionalistas revolucionarios del siglo pasado. La crisis hoy es irreversible. La tradicional migración ilegal temporal de latinoamericanos en general y centroamericanos en particular –promovida por la propia economía gringa, que requiere de la fuerza de trabajo barata del migrante ilegal- no puede integrar rápidamente en la economía el desbordamiento de la fuerza de trabajo de la bárbara periferia rural centroamericana; pero tampoco lo quiere así.

Este torrente humano incluso choca directamente con la restauración industrial promovida por la administración Trump, que ha optado por regresar al territorio estadounidense la industria deslocalizada por sus padres políticos neoliberales a finales del siglo XX, que promovieron en su momento la desindustrialización dirigida hacia mercados donde la mano de obra era más barata como México, Colombia, Brasil y China. La agresiva reindustrialización por medio de penalizaciones económicas de las compañías que tengan más de la mitad de sus operaciones fuera de territorio estadounidense, busca promover la contratación de los trabajadores que son ciudadanos norteamericanos, para menguar el empobrecimiento de la clase media blanca, que es el fuerte de la base social que ha votado por Trump y que derivado de la caída histórica de los índices del desempleo, le reelegirán para un segundo mandato. Esto atizará aún más las contradicciones entre el decadente imperialismo metropolitano norteamericano y sus tradicionales aliados, socios periféricos.

Pero los intereses de la administración Trump de restaurar el dominio imperial estadounidense sobre su periferia, también choca con los propios intereses de esa periferia y de su clase dirigente nativa. El caso más evidente es la justa en la cual el flamante gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que desde el discurso se pintaba como el regreso del cardenismo decimonónico, pero que en la realidad ha sido poco más que una alfombra pisada por Trump y sus halcones económicos, en una batalla más de su agresiva política internacional que mezcla a dos tiempo el Big Stick –Gran Garrote– y la Diplomacia del Dólar, que si no logra doblegar por medio de la presiones económicas y arancelarias, domina por medio de la presión política.

Esto último ha colocado a AMLO en una situación que contradice su discursiva patriótica, asemejándolo mas a un caporal que por medio de su nueva Guardia Nacional ha asumido la vigilancia rural de la frontera imperial. Trump ha logrado lo que hemos sostenido en anteriores números, que no es otra cosa que erigir el muro fronterizo que prometió durante su campaña y en los hechos lo han pagado los mexicanos, pues ahora el muro de la frontera sur de Estados Unidos es la totalidad del territorio de México. En la actual etapa de la lucha diplomática el imperialismo pasa de arrodillar al enemigo más fuerte que es México, a desarticular por la presión diplomática y política a los débiles gobiernos burgueses de Centroamérica. En esto el imperialismo ha encontrado de todo un poco, empezando por el clásico servilismo de Nayib Bukele, que primero se arrodilló ante AMLO saludando las inversiones de empresas de capital mexicano en la zona sur de México para la contratación de los migrantes y que al cierre de este periódico recibía al encargado de la diplomacia Norteamérica, Mike Pompeo en El Salvador.

La tiranización centroamericana: Del bonapartismo a las dictaduras tropicales

“Sucede a veces que el vencido es el que impone su cultura al vencedor”.

Lenin

En Centroamérica la degradación del modelo económico ha derivado en una degradación del régimen político, las formas y las instituciones por las cuales la burguesía ejerce su poder sobre el conjunto de la sociedad, que no son ni serán las mismas de los tiempos precedentes de relativa paz social.

El caso de Honduras, Nicaragua y Guatemala son los más clarificadores. En el caso de Honduras el régimen se trasmutó del bonapartismo del Partido Nacional (PN) a una dictadura sostenida sobre las instituciones armadas y cuerpos represivos del Estado. La crisis social ha llegado a tal nivel que la burguesía ya no puede asegurar su supremacía sobre las demás clases, sino es por la vía de la represión continuada. Similar caso ocurre en Nicaragua desde el aplastamiento militar de los tranques por la burguesía sandinista. El fin de la bonanza económica asegurada por las inversiones de la boliburguesía chavista se ha acabado; esto ha abierto un período similar al de la dictadura cachureca hondureña, solo que aquí la sistemática represión la ejercen las instituciones al mando de la ex dirigencia sandinista vuelta dinastía familiar.

En Guatemala el desarrollo desigual y combinado de la crisis ha llevado a que la evolución del bonapartismo tradicionalmente enmarcado en la figura de una fuerte presidencia, sea más lento. Pero la crisis del régimen democrático burgués de 1985 en lugar de aminorase se ha profundizado después del 16 de junio pasado, cuando se celebró la primera vuelta de las elecciones generales. El gobierno que surja de estas atípicas elecciones, solo podrá ser de carácter bonapartista, pues al igual que el del actual presidente Jimmy Morales transitará entre la disyuntiva de aplacar la crisis con la cada vez más grande concentración del poder, en la figura de la presidencia.

Cada vez se le hace más difícil a las débiles burguesías nacionales mantener el control de las clases oprimidas. Por ejemplo, en la “democrática” y desmilitarizada Costa Rica el presidente Carlos Alvarado no escatima arengas que llenen de furia a la policía para reprimir a los trabajadores públicos en lucha, contra los recortes sociales y beneficios estatales.

Al cierre de esta edición, Bukele ya había dado el espaldarazo a Mike Pompeo asegurándole que tienen el respaldo del gobierno del El Salvador para detener la irreductible marcha de los migrantes que rumbo al norte buscan escapar de la pesadilla de la que las burguesías, como de la que él forma parte, son artífices. Por otro lado, el jocoso comediante que cuenta ya sus últimos meses en la presidencia de Guatemala ha perdido la iniciativa, y ha tenido que dar marcha atrás a sus planes de volver a Guatemala sala de espera del servicio de migración de los Estados Unidos, una suerte de cárcel de migrantes a las puertas de México.

Trump ha dado su última amenaza vía las redes sociales, advirtiendo que, ante la negativa del gobierno de Guatemala de aceptar un acuerdo de tercer país seguro, los Estados Unidos deberán subir los gravámenes que sobre las remesas que los más 3 millones de guatemaltecos que viven en EU envían a sus familias y que forman parte importante de la economía nacional.

En adelante podemos asegurar con certeza que la crisis económica en Centroamérica se profundizará. Las medidas anti migrantes promovidas por Trump, en lugar de detener a los desterrados, seguirán promoviendo su justa causa de gozar de los beneficios del imperio no como ciudadanos de tercera y cuarta categoría, sino plenamente. Como en los últimos días del Imperio Romano de occidente, el imperialismo gringo se debate entre aplastar a los cipayos estados que engendró a la sombra de su victoria militar sobre los centroamericanos, a riesgo de negarse a sí mismo. Para los centroamericanos se vienen tiempos aún más difíciles; los nubarrones que hoy se alzan sobre el pueblo centroamericano solo serán batidos bajo el peso de las batallas que la historia aun prepara para nosotros. Estamos ante la posible disolución de los débiles Estados burgueses en Centroamérica o ante la construcción de una nación en la que quepamos todos y cada uno de los que en esta tierra han nacido. Pero esto solo será posible con largas jornadas de lucha por la supervivencia de Centroamérica y de los centroamericanos.


Por Joseph Manuel A. Herrera

El soberanista –en apariencia– gobierno de Jimmy Morales en Guatemala y sus cipayos ministros, el tartamudo Enrique Degenhart (Gobernación) y la contradictoria a destiempo Sandra Jovel (Exteriores), recién la semana pasada han buscado hacer uso de su última carga de servilismo tropical ante los mandatos vía Twitter del bravucón y chantajista que ha ocupado la Casa Blanca;  los mismos paladines de la patria que utilizaron la retórica de soberanía para detener la intervención reformista de la CICIG, hoy están planeando ser más serviles que el gobierno mexicano ante su patrón del norte.

Gracias a la volatilidad y al gobierno vía redes sociales por excelencia, sabemos que Trump ha presionado primero al gobierno de México para que en primera instancia y bajo la amenaza de subir los aranceles sobre las mercancías que México exporta a su primer comprador (EU), el país se ha terminado convirtiendo en la realidad en el aclamado Muro Fronterizo que prometió Trump durante la campaña presidencial, acompañado de la promesa que dicho muro lo pagarían los mexicanos. Esto ya es un hecho, pues con la instauración de la Guardia Nacional en México y la temprana pusilanimidad de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el aplastado imperio azteca ha sido una vez más utilizado como el tradicional Lebensraum «espacio vital» yanqui, a gusto de los halcones de Washington y del hooligan Trump.

Las amenazas arancelarias han doblegado hasta el punto de la ruptura de AMLO con su discursiva de restaurar a México a los tiempos del cardenismo por medio de su Cuarta Trasformación (4T). A pesar de su política de parecer ante los mexicanos como el hombre fuerte, en los hechos ha sido poco más que una alfombra ante la arremetida de las diplomacias del dólar y del big stick «gran garrote» fusionadas en la administración Trump. 

Pero Trump no ha logrado convertir a México en el tercer país seguro que albergaría a los cientos de miles de migrantes que llegan a la frontera norte y solicitan asilo ante la guardia fronteriza de los Estados Unidos. Es entonces cuando los halcones buscan a un gobierno aún más pusilánime que el de AMLO, que ya ha desplegado a seis mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera entre Guatemala-México y que le ha asegurado a su interlocutor del norte por medio de su canciller, el derechista burgués Marcelo Ebrard, el compromiso del gobierno mexicano en detener la ola migratoria centroamericana.

¿Guatemala un tercer país seguro?

Un tercer país seguro es aquel que en el derecho internacional de refugiados comprende al Estado en el que los migrantes esperan mientras se tramitan sus solicitudes de asilo al país de destino. Quiere decir que el tercer país es aquel que no es ni el país de origen donde la vida del migrante corre peligro, ni el país de destino al que el migrante desea llegar. En el mundo hay varios terceros países seguros, el caso de Australia en Oceanía es uno que ha servido de refugio temporal para miles de desplazados por las guerras y las hambrunas de Asia. Por otro lado, se puede mencionar a Turquía, que asumió la carga migratoria de la Unión Europea (UE) con respecto a los millones de migrantes sirios. Ambos casos, bajo la jurisdicción internacional del acuerdo 51 de refugiados, en sus formas son diametralmente diferentes y responden a intereses políticos y económicos particulares de las élites gobernantes en ambos países, con respecto a la fuerza de trabajo el primero derivado del bajo nivel demográfico, y la capacidad de negociación extorsiva de la dictadura turca para con la UE, usando de ficha de cambio la virtual vía libre de los musulmanes de todas las tendencias hacia el centro de Europa.

Entendiendo esto, también es importante saber que en la diplomacia podemos establecer que, en relación de fuerza de negociación, México tiene menos fuerza frente a Estados Unidos, pero cuando añadimos a un tercer país que en relación a los dos anteriores pasa a ser el de menor fuerza, como es el caso de Guatemala, la dinámica de la negociación cambia. Esto lo esconden el ministro de gobernación y la canciller, con bombos y tambores ensordecen la debilidad del gobierno ante la presión de Trump por encontrar algún país que más que poder, sea obligado a ser tercer país seguro.

Los mexicanos se doblegaron y han quedado como la policía migratoria rural de los Estados Unidos; la frontera sur del imperio se ha trasladado hasta el rio Suchiate entre Guatemala y México. En la negociación económica México perdió, en la diplomática salió mejor parado, pues se negó con amplitud a ser el tercer país seguro, que debe cargar sobre su presupuesto a los cientos de miles de migrantes que soliciten asilo en los Estados Unidos, contando la dinámica que miles de migrantes le darán a las relaciones sociales dentro del mismo México.

Ahí es donde entra la retórica hipócrita del gobierno de Guatemala y sus paladines. Guatemala no cuenta con las mejores condiciones para asegurar lo mínimos preceptos de derechos sociales, económicos, civiles y políticos de su propia población, garantizados todos ellos por la constitución política del país e ignorado en los hechos por la burguesía oligárquica nativa y por la fracción burguesa militar que hace gobierno con Jimmy Morales. Es de alterados mentales creer que un país con serios problemas de desigualdad social, que tan solo este año ha obligado a decenas de miles de guatemaltecos a migrar al norte, podría cargar con los desheredados de toda Centroamérica, el Caribe y África que han hecho los últimos meses a Centroamérica su ruta para llegar a Estados Unidos.

En lo que va del año las autoridades de migración de Estados Unidos han deportado a cerca de 200 mil guatemaltecos. Cerca de 50 mil solicitudes de asilo son las que se han tramitado en lo que va de 2019 en la frontera sur de los Estados Unidos. Esto quiere decir que, al cerrarse el acuerdo, se convierte a Guatemala la sala de espera del imperialismo mientras la jurisdicción migratoria acepta o deniega las solicitudes de asilo de los migrantes. Al igual que el presidente de El Salvador Nayib Bukele la última semana, la misión del gobierno guatemalteco es por medio del virtual acuerdo de país seguro, ratificar el compromiso de Estados Unidos y ahora de México, de inyectar por medio de sus empresas dinero en Centroamérica. 

Guatemala: Una cárcel para los centroamericanos

La clase dirigente guatemalteca no puede, ni podrá jamás, concederle los derechos que en el papel les ha otorgado a los guatemaltecos. No negaremos que en Guatemala el nivel de vida es un poco más elevado que el de países como El Salvador, con millones de sus connacionales en Estados Unidos, o como Honduras y Nicaragua, aplastadas por dictaduras que con discursos diferentes en los hechos han condenado a nuestros hermanos al destierro y al exilio de sus tierras.

El nivel de vida de Guatemala, bajo el peso de sus contradicciones económicas y políticas ha decaído los últimos cinco años, es imposible que bajo el actual ordenamiento social, político y económico el país pueda subsanar las necesidades básicas de sus casi 20 millones de habitantes, y menos aún que pueda cargar sobre esta crisis más lenta, pero igual de profunda que la que aqueja a los enanos Estados burgueses de Centroamérica a los cientos de miles de migrantes que deportarán de los Estados Unidos y a los otros miles que van rumbo a chocar con el muro fronterizo que es México.

La política del imperialismo es encerrar la crisis que ellos mismos han causado, financiando y sosteniendo durante los últimos 50 años a las oscuras burguesías nativas de Centroamérica, retener a los miles de migrantes que huyen del hambre, el desempleo y la pobreza, usando a México como muro y a su Guardia Nacional como la policía migratoria rural del imperialismo y a Guatemala como cárcel para detener el avance migratorio.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) creemos que Centroamérica es una nación, un solo país dividido por el interés de las burguesías nativas y el imperialismo de mantenernos divididos, los unos para explotar sus pequeñas fincas y los otros para aplastar uno a uno a los enanos Estado centroamericanos. Hoy más que nunca, la solidaridad de los pueblos centroamericanos debe ser la bandera en defensa del libre tránsito de todos los seres humanos. Las maniobras imperialistas con la ayuda servil de los burgueses gobiernos mexicano y guatemalteco no podrá detener el colapso del imperialismo ante la pujanza trasformadora de la migración.

Los trabajadores de toda Centroamérica y las clases populares pueden y deben prestar ayuda a todos los migrantes; ningún ejército, ninguna policía por armada que esté detendrá el tránsito de la historia. Pero alertamos que la única manera de solucionar el fenómeno de la migración causada por la desigualdad social, la bancarrota económica de los Estados burgueses, es la unidad de todo el pueblo contra las élites gobernantes de Centroamérica, que han demostrado una vez más que se aliarán con el imperialismo para volver nuestra tierra una cárcel, antes que cambiar sus métodos de explotación que empobrecen y obligan a huir a los centroamericanos de su propio país. Las burguesías centroamericanas ya no tienen la capacidad de dirigir coherentemente el destino de los centroamericanos, la única forma de detener la degradación de Centroamérica a una cárcel a las puertas del imperialismo es derrotar el orden burgués y establecer un régimen revolucionario al servicio de los trabajadores, las clases populares, los pueblos indígenas, los campesinos, las mujeres y los estudiantes.


Por Armando Tezucún

El gobierno imperialista de Donald Trump continúa imponiendo su agenda a los países del Triángulo Norte de Centroamérica. El pasado 27 de marzo, en Honduras, la Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen (cuya renuncia al cargo fue anunciada por Trump el domingo 7 de abril) se reunió con los ministros de seguridad de Guatemala, El Salvador y Honduras, firmando 10 acuerdos que implican cambios importantes en cuanto a las medidas conjuntas de seguridad.

Según Nielsen, el objetivo de estos acuerdos es “mejorar el trabajo que se desarrolla en las fronteras de los países”, para contrarrestar el crimen internacional y la migración (Prensa Libre 30/03/19). Esta es ni más ni menos la agenda que impulsa Estados Unidos, porque afecta a su seguridad fronteriza, pero pasa completamente por alto las necesidades de los países de la subregión, en lo que toca al combate a la pobreza y pobreza extrema, falta de empleo y violencia, que son las causas de la enorme oleada migratoria a la que asistimos desde el año pasado.

Entre los compromisos está el desarrollo de operaciones conjuntas entre las policías de los tres países. También se propone al análisis y revisión del Manual Regional de Procedimientos Migratorios CA-4. Éste permite el tránsito de personas entre los países del Triángulo Norte, incluyendo además a Nicaragua, mostrando solamente el documento de identidad; la alteración del manual en el sentido de agregar restricciones, significaría un enorme retroceso en los esfuerzos de integración entre los países del área en cuanto a la libre movilidad de los ciudadanos, en un momento en que las burguesías han dado pasos adelante en el tema de integración aduanera. También se aprobó un documento que busca homologar las diferentes leyes referentes al tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas; el análisis de este documento se presentará en el Foro Interparlamentario de los Países del Triángulo Norte en junio.

Otros acuerdos incluyen la integración de tecnologías de comunicación fronteriza, capacitación en seguridad fronteriza a nuevos policías, la homologación de sistemas pre chequeo y control biométrico y la consolidación del desarrollo del intercambio de información e inteligencia migratoria. En resumen, el aumento y tecnificación de las medidas represivas contra la población migrante y no migrante del área en las fronteras, que estará expuesta a los abusos de las distintas policías.

Los gobiernos serviles del Triángulo Norte no hacen más que inclinarse ante la representante imperial, olvidándose de las necesidades urgentes de la población, que la empujan a emprender masivamente el duro viaje hacia el norte en busca de mejores oportunidades.

Las bravuconadas de Trump

Unos días después de la reunión de Nielsen con los ministros de seguridad, el presidente Trump anunció el 29 de marzo que inició un proceso para cortar la ayuda exterior a los países del Triángulo Norte, como represalia contra la supuesta falta de interés de los gobiernos por poner freno a la los numerosos contingentes de migrantes que buscan mejores oportunidades en el norte. En sus acostumbrados twitts, Trump aseguró “Honduras, Guatemala y El Salvador han tomado nuestro dinero durante años y no están haciendo nada” y “Estamos pagando cantidades tremendas de dinero y no vamos a pagar más porque no han hecho nada por nosotros. Ellos ponen en marcha estas caravanas” (El Periódico 30/03/19).

El sábado 30 el Departamento de Estado informó al Congreso su pretensión de “ejecutar la directriz del presidente” y “finalizar los programas de ayuda exterior para el Triángulo Norte correspondiente a los ejercicios fiscales de 2017 y 2018” (ElPaís 30/03/19). Junto a este anuncio, el energúmeno presidente Trump amenazó con cerrar la frontera con México, de tres mil kilómetros de extensión, para impedir el ingreso de migrantes.

El uso del dinero que aporta Estados Unidos a nuestros países tiene que ser aprobado por el Congreso. En 2018 los montos ascendieron a US$ 120 millones para Guatemala, US$ 80 millones para Honduras y 58 para El Salvador. En 2017 las cantidades fueron 140 millones para Guatemala, 95 para Honduras y 73 para El Salvador. El dinero que Trump amenaza cortar son  fondos que aún no han sido ejecutados de estos años, unos US$ 500 a 700 millones. Pero la propuesta de Trump sin duda se encontrará con la oposición de los senadores demócratas, que son mayoría en la Cámara de Representantes, algunos de los cuales la han calificado de temeraria, irresponsable y contraproducente. Según el senador demócrata Robert Menéndez “La ayuda exterior de Estados Unidos no es caridad. Es una herramienta de nuestros intereses estratégicos y financia iniciativas que protegen a ciudadanos estadounidenses” (El Periódico 30/03/19). Un grupo de representantes demócratas que visitó El Salvador, entre ellos el conocido Eliot Engel, declaró “mientras visitamos El Salvador para evaluar la importancia de la ayuda de Estados Unidos a Centroamérica…nos sentimos muy decepcionados al enterarnos de que el presidente Trump tiene intenciones de cortar la ayuda a la región…El enfoque del presidente es totalmente contraproducente” (Idem).

El dramático incremento de migrantes

Las autoridades fronterizas estadounidenses han informado del aumento exagerado de la migración procedente de Centroamérica, cada vez más integradas por familias enteras y niños. De manera que, al juntarse con la falta capacidad adecuada para su atención, ha provocado una verdadera crisis humanitaria. Según el jefe de la Patrulla Fronteriza, se estimaba que para fines del mes se superarían las 100 mil detenciones en marzo; en marzo de 2018, esta cifra fue de 37,390, un 167% menos (Prensa Libre 30/03/19). A este ritmo, al finalizar el año fiscal la cantidad de migrantes detenidos podría llegar a 1.6 millones.

Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, hasta la fecha se detectó un aumento de más del 300 por ciento en el número de unidades familiares detenidas, en comparación con el año anterior (La Hora 1/04/19). Estas cifras implican que el componente de programas de ayuda para el desarrollo, del Plan Alianza Para la Prosperidad, no está surtiendo efecto y  nunca llegó realmente a la población más pobre. Si observamos los índices de violencia, el promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes en 2018 cerró en Guatemala con 22.4 casos, Honduras, 40, y El Salvador 51, niveles considerados entre los más altos del mundo para países sin conflicto armado (El Periódico 1/04/19).

Recordemos que según el acuerdo original de este plan, de cada cinco dólares, Estados Unidos iba a poner uno y nuestros países cuatro. Por lo tanto, desde el  inicio el aspecto de combate a la pobreza ha sido una farsa, las causas estructurales de la migración siguen presentes más que nunca, de ahí las caravanas de compatriotas que se aventuran al norte y la enorme situación de crisis en la frontera.

¿Es realmente efectiva la ayuda de EE. UU. al Triángulo Norte?

Las airadas declaraciones de Trump sobre el recorte a la ayuda económica nos lleva a reflexionar sobre si realmente ha tenido incidencia sobre la población que se supone beneficiaría. Representantes de los mismos gobiernos del área reconocen que las sumas que ingresan a los países como remesas que envían los migrantes son mucho más importantes que lo que aporta Estados Unidos. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), esta cantidad ascendió a US$ 22,500 millones en 2018; ante esta enorme suma palidece el dinero que ingresa del norte como ayuda al desarrollo.

Este dinero es operado por la Agencia de Estados Unidos Para el Desarrollo Internacional, y se destina a proyectos focalizados en temas específicos, como protección a niños víctimas de trata, nutrición en comunidades campesinas, apoyo a mujeres y jóvenes víctimas de violencia (en Guatemala); programas de prevención secundaria de la violencia en jóvenes, reducción de la desnutrición y pobreza, prevención de violencia en las escuelas (en Honduras); aumento de empleo para jóvenes en municipios con alta criminalidad, servicios psicosociales a jóvenes y  padres en escuelas ubicadas en zonas de alto riesgo, fortalecimiento de comunidades para prevenir el crimen y la violencia (El Salvador).

Este tipo de proyectos no son más que parches que no remedian los enormes males que el capitalismo particular de nuestros países ha causado a la población oprimida y explotada. Solamente la acción revolucionaria de trabajadores, campesinos, indígenas y la población oprimida logrará los cambios drásticos que solucionen la pobreza y extrema pobreza.

Trump en campaña electoral anticipada

Los exabruptos delirantes del presidente gringo en las redes sociales contra los países del Triángulo Norte y México no serían del todo comprensibles fuera del contexto preelectoral en Estados Unidos. En 2020 habrá elecciones presidenciales, y el empresario Trump ya piensa en su reelección. Se sabe que la suspensión de la ayuda financiera a Guatemala, Honduras y El Salvador solo será posible con el visto bueno del Congreso, y esto lleva un trámite prolongado, que en primer  lugar tiene que vencer la oposición de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes; por lo tanto, es un asunto que será resuelto a mediano, sino a largo plazo.

De igual manera, la amenaza de cerrar la frontera con México es un tema sumamente delicado por las graves consecuencias que tendría a nivel económico, por el flujo comercial de US$ 612 mil millones en 2018 entre los dos países, y el desempleo que traería a ambos lados de la frontera. Al parecer ya Trump dio marcha atrás en esto, al igual que lo hizo con la reforma a los planes de salud aprobados por el presidente anterior Barak Obama. 

Sin duda el temperamental presidente está claro que si quiere reagrupar a su alrededor al electorado que le dio el triunfo en 2016, tiene que retomar los temas candentes del ataque a los migrantes, las reformas al sistema de salud y los recortes a los impuestos.


Por German Aquino

Este 4 de abril se cumplieron 10 años de la refundación y reconstitución del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), que tiene su antecedente inmediato en el Partido Comunista de Centroamérica, (PCCA), fundado el   1 de mayo de 1925 y disuelto por la represión en el año 1927.

Entre los fundadores del PCCA estuvieron Agustín F. Martí, Julio Alberto del Piñal, Alfredo Toledo, Antonio Cumes, Francisco Castro, Manuel Castro, Antonio Abelar y Moisés Castro Morales, Adrián Bautista Manuel López, Manuel Marroquin B., Alberto Bobadllla, Néstor J. Juárez, Filadelfo Juárez, José Rosas, Bernardo Gaytán, Juan Luis Chigülchón, Luis Villagrán, Emilio Villagrán Manuel Izquierdo, Enrique Solares, Hermelindo García y Antonio Obando Sánchez. Por ello rendimos homenaje a esta generación de revolucionarios que lucharon por la reunificación socialista de Centroamérica.

La larga lucha por la construcción de un proyecto socialista centroamericano

La construcción del PSOCA no ha sido fácil, lleva varias décadas. En Centroamérica tuvieron mucha influencia política, y la siguen teniendo, las organizaciones guerrilleras. Los partidos stalinistas eran débiles, pero siempre fueron un freno para el surgimiento de nuevas corrientes revolucionarias.

Fue así como en junio 1980 se funda EL SOCIALISTA CENTROAMERICANO, con la participación del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de El Salvador, la Liga Marxista Revolucionaria (LMR) de Nicaragua, Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de Costa Rica y el Partido Socialista de los Trabajadores de Panamá (PST).  Dicho esfuerzo si bien duro poco tiempo, sentó las bases del proyecto socialista centroamericano.

Con muchas dificultades, en el periodo posterior a la derrota de la revolución centroamericana, después de los Acuerdos de Paz, tuvimos que afrontar, en medio de la reacción política y la ofensiva neoliberal, la tarea de retomar las banderas del socialismo y del centroamericanismo

Para 1996 se retomó el proceso de construcción de un instrumento regional al editar el periódico mensual EL TRABAJADOR CENTROAMERICANO en el cual participaron el Partido de los Trabajadores (PT) de Honduras, el PRT de Nicaragua y el PRT de Costa Rica. Este se separó, pero se incorporó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Costa Rica, una escisión del PRT, pero a los pocos años también abandonó el proyecto de partido centroamericano.

El ascenso de gobiernos reformistas y refundación PSOCA

El proyecto centroamericanista logro resistir las desviaciones nacionalistas, manteniéndose gracias al trabajo del PRT de Nicaragua, incorporándose Círculo Socialista Revolucionario (CSR) de Guatemala, Movimiento al Socialismo (MAS) de Honduras, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de El Salvador y Grupo de Reflexión Marxista (GRM)de Honduras.

Para el 2009 el proyecto Centroamericanista  dio un salto cualitativo el 4 de abril del 2009 cuando decidimos reconstituir y refundar el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), como un  proyecto amplio, democrático, antiimperialista y socialista. Pero en este duro camino hemos tenido que caminar casi solos, en un periodo que muchos renegaban del socialismo y de las tradiciones antiimperialistas.

Por el fortalecimiento del PSOCA

Actualmente estamos ante una realidad diferente. Los gobiernos provenientes de la ex guerrilla  del FSLN y FMLN demostraron ser incapaces: solo se dedicaron a administrar el Estado burgués y hacer negocios: El FSLN  en su afán de retener el poder ha masacrado a los estudiantes y sectores populares que protestaron en el 2018, cerrado todos los espacios democráticos, instaurando una dictadura. Ante la incapacidad de dichos gobierno las masas han dado un vuelco a la derecha.

Han pasado 10 años desde la refundación del PSOCA,  el proyecto se ha logrado sostener, gracias al trabajo de toda la militancia  de todos los países de la región centroamericana, pero en condiciones muy duras-

La historia del PSOCA ya está marcada con sangre es por ello que recordamos a Manuel Flores en Honduras y Marvin Ramos en El Salvador.

En estas nuevas condiciones es urgente contar con instrumento político de lucha de los trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes y demás sectores populares.

El llamado continúa abierto a todos los grupos, corrientes y organizaciones revolucionarias y antiimperialistas: discutamos la necesidad de construir una herramienta común, discutamosr  los Principios, el Programa,  Estatutos y funcionamiento del PSOCA.

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