Abelardo Cuadra, descendiente de oligarcas conservadores, como oficial de la Guardia Nacional, participó en la conspiración y en el asesinato del general Augusto C. Sandino, el 21 de febrero de 1934. Tiempo después, arrepentido, participó en varias conspiraciones para derrocar a Somoza, y escribió sus memorias, de cuyo libro titulado “El Hombre del Caribe” extraemos estas cartas, escritas cuando estaba prisionero en 1935, las que narran los detalles del vil asesinato a traicion del héroe antiimperialista y sus acompañantes.

 

Primera Carta

Cárcel de la XXI León, 10 oct. 1935

No había podido escribirte por lo difícil que me había sido sacar la carta, pero aquí va la narración de la muerte de Sandino con todo lo que yo vi, hice y oí esa noche:

El día 21 de febrero de 1934, como a las cuatro y medía de la tarde, mientras yo dirigía el training de unos boxeadores en el ring del Campo de Marte, se me acercó el subteniente César Sánchez y me dijo: “Dice el general Somoza que te espera en su oficina a las seis de la tarde”, y añadió: "Se trata de un asunto de mucha importancia que el General quiere tratar con algunos oficiales”. Y se marchó.

Con reloj en mano, cinco minutos antes de las seis, llegué a la oficina del general Somoza en el Campo de Marte, donde encontré reunidos a los siguientes oficiales:

  1. General Gustavo Abaunza, Jefe del Estado Mayor, dado de baja mes y medio después y hoy director del periódico El Centroamericano, órgano somocista en León,
  2. Coronel Samuel Santos, Jefe de Operaciones e Inteligencia.
  3. Mayor Alfonso González Cervantes, Jefe de la Pagaduría.
  4. Capitán Lizandro Delgadillo, Jefe de la 15a Compañía.
  5. Capitán Francisco Mendieta, Jefe de Abastos.
  6. Capitán Policarpo Gutiérrez, de servicio temporal en Managua.
  7. Capitán Carlos Tellería, Oficial Ayudante (y hoy casado con una hija de la Justa Vivas de Masaya).
  8. Capitán Diego López Roig, nacido en Costa Rica pero residente y con familia en Nicaragua, Jefe de la 17a Compañía.
  9. Teniente Federico Davidson Blanco, Oficial Ejecutivo de la 17a Compañía.
  10. Teniente José A. López, Jefe de la Policía de Managua.
  11. Teniente Ernesto Díaz, Segundo Jefe de la Policía de Managua.
  12. Subteniente César Sánchez, Oficial Ejecutivo de la 1a Compañía;
  13. Y Camilo González Cervantes, empleado civil del Campo de Marte.

Total: catorce asesinos y conmigo quince.

Continúo, pues, mi narración. Llegué completamente ajeno de lo que iba a tratarse, pero en cuanto escuché las primeras palabras y opiniones que salían de los corrillos formados en la oficina, me di cuenta que se trataba de solucionar las dificultades existentes entre Sandino y la Guardia Nacional. El general Somoza no llegó sino hasta las 6.45. A su llegada hicimos silencio y nos sentamos en semicírculo; Somoza, detrás de su escritorio, nos habló poco más o menos así: "Los he mandado citar por ser ustedes oficiales de mi entera confianza, y para someterles a su consideración la solución que debe darse a las dificultades que existen entre la vida del General Sandino y la vida de la Guardia. Yo vengo ahora mismo de la Legación Americana y he presentado al Ministro Bliss Lañe este mismo problema, y él me ha prometido su apoyo incondicional. La actuación de Sandino en la vida pública nicaragüense, tomando en cuenta las últimas declaraciones dadas por él a la prensa, son una prueba evidente de su ambición y esto indica que nosotros, en representación del ejército y por la paz futura de Nicaragua, debemos tomar una resolución contundente pero necesaria'’.

(Te acordarás que Sandino había declarado días antes a la prensa que en Nicaragua existían tres poderes: él, la Guardia Nacional y el presidente de la república; debés comprender también, hermano, que ha pasado de esto más de año y medio y que mis apuntes andan confundidos entre los papeles y libros que dejé en mi casa.)

Todos comenzaron a tomar la palabra y a emitir su opinión con respecto a la medida o resolución que debía tomarse, y claro está, no hubo uno solo que no señalara como única alternativa matar a Sandino aprovechando la estadía de él ese día en Managua. Si no te hablo en primera persona, no quiere decir que esté eludiendo responsabilidades. No. Yo formé parte de esa reunión, yo llevo sobre mi frente la mancha de ese crimen, pero si fui tan cobarde para oponerme a la votación, tengo siquiera un poco de valor para confesar arrepentido ahora mi delito y cuando mi fracasada conspiración posterior contra Somoza, incluí entre los puntos de mi programa la entronización del héroe.

Como medida provisoria para impedir que mañana algunos de los asistentes quisieran negar su participación en el crimen, Somoza pidió que se redactara un acta en que constaría la resolución motu propio adoptada por cada uno de los firmantes. La primera acta sé rompió debido a una observación hecha por el General Abaunza, pues dijo que allí no quedaba deslindada la responsabilidad, ya que parecía que era el ejecutivo el que autorizaba. Entonces se redactó una segunda, sirviendo siempre de mecanógrafo el Capitán Mendieta. La objeción de Abaunza se había debido sin duda a que él había sido colocado en la Guardia por los Sacasa, para vigilar a Somoza y refrenarlo; después, como castigo personal y sanción aplicada al ejército por la muerte de Sandino, el presidente le dio la baja a Abaunza.

El acta firmada por todos, sospecho que Somoza se la entregó al presidente o al Ministro Americano; uno de ellos tres es el poseedor, y será un documento histórico muy valioso. Concluida la firma, se estuvo discutiendo la manera de llevar a efecto la consumación del asesinato; se propuso envenenarlo, incendiar el avión en que se regresaría a Wiwilí, ponerle una emboscada en la montaña, etc., etc, hasta que se resolvió matarlo en la casa donde se hospedaba en Managua, que era la de don Sofonías Salvatierra. Convenido esto último Somoza escogió para la ejecución del crimen a los capitanes Lizandro Delgadillo y Policarpo Gutiérrez, apodado El Coto; y a los tenientes José A. López y Federico Davidson Blanco. Junto con Somoza se retiraron a un cuartito que había contiguo a la oficina y allí arreglaron la forma y los más pequeños detalles del plan; después de conferenciar, los cuatro oficiales salieron a cumplir lo acordado.

Somoza permaneció con nosotros y todos quedamos esperando nuevas noticias; debo decirte que Somoza ya venía desde antes meditando la manera de matar a Sandino y como especie de coartada había invitado a la poetisa Zoila Rosa Cárdenas a dar un recital en el Campo de Marte, en la cuadra de los cañones, al que él asistiría tranquilamente mientras liquidaban a Sandino. Como te digo, pues, todos quedamos en la oficina de Somoza y el recital señalado para las 8 de la noche hubo de retrasarse.

Diecisiete minutos antes de las 10 de la noche llegó casi al trote el capitán Delgadillo, que dijo: "General Somoza, ya lo agarramos, lo tenemos en el Hormiguero junto con don Gregorio, Salvatierra y los generales Estrada y Umanzor”. Entonces Somoza nos preguntó si no sería mejor dejar presos a Sandino, Estrada y Umanzor para toda la vida. (Para ser exacto te cuento esto: yo no sé si Somoza sintió miedo a la responsabilidad consiguiente, o si vibraría una cuerda noble en su alma, o fue refinamiento de crueldad.) Todos dijimos que se cumpliera lo acordado y Delgadillo regresó en carrera a la fortaleza del Hormiguero en donde estaba detenido Sandino.

Ahora déjame hacerte una recapitulación de lo acontecido, desde que habían salido los cuatro oficiales a cumplir la resolución: todos se fueron en automóvil al cuartel del Campo de Aviación (que queda bastante cerca de la casa de Salvatierra) y allí recogieron los informes de unos policías secretos que desde mediodía estaban apostados frente a la casa con la consigna de espiar todos los pasos de Sandino y de los suyos; por los informes de estos policías se supo que Sandino, con los generales Estrada y Umanzor, habían ido a cenar a la casa presidencial y saldrían de allí un poco noche; que Sócrates Sandino y el coronel Santos López estaban en casa de Salvatierra y que el capitán Juan Ferreti (condiscípulo tuyo donde los Salesianos) andaba paseando por las calles.

Delgadillo regresó entonces al Campo de Marte y tomó diez guardias de la 15a y la 17a compañías, mientras El Coto Gutiérrez y Davidson Blanco, con diez o catorce guardias de la 15a compañía y de la policía, o primera compañía, cercaban la casa de Salvatierra para matar a los de adentro. Delgadillo con sus hombres, le puso emboscada a Sandino en un predio vacío que hay entre la fortaleza del Hormiguero y la Imprenta Nacional; y convino con El Coto Gutiérrez que cuando éste oyera tiros del lado que él mandaría indicar con un correo, debía atacar la casa de Salvatierra.

Delgadillo apostó a sus guardias en el predio, atravesó el fordcito GN-5 en la calle y puso al sargento Juan Emilio Canales, para que fingiera estar inflando una llanta, pero con una ametralladora en el guardafango; sus instrucciones eran las de parar, para ser registrado, todo carro que viniera de la casa presidencial.

Entre el tiempo que permanecí emboscado y el sonido de la sirena del carro de Sandino, apenas medió el instante que un hombre necesita para orinar”, me dijo después Delgadlllo contándome los sucesos.

La continuación te llegará en otra carta. Pasa esto a máquina y en buen papel.

Tu hermano,

Segunda Carta.

Cárcel de la XXI León, 23 oct. 1935

Querido hermano:

Sigo con mi relato en el punto que habíamos quedado.

La detención del carro del general Sandino fue así: El sargento Juan Emilio Canales, junto al fordcito GN-5, vio, acercarse las luces de dos carros que bajaban de la presidencial, prevenido ya por la sirena; a poco se sintió enfocado por el primero y poniéndose el antebrazo izquierdo en la cara a manera de pantalla ordenó: "¡Alto ese carro!".

El chofer frenó corno a 4 varas de distancia. Los generales Estrada y Umanzor desenfundaron sus pistolas calibre 45 pero Sandino dijo: “¡Un momento, muchachos, ¿qué pasa?!" En ese instante salieron los guardias del predio donde estaban emboscados, los fusiles bala en boca, y Delgadillo dijo: "Es orden superior. Todos quedan detenidos; entreguen sus armas". Dentro del carro venían además don Gregorio Sandino y el Ministro Salvatierra, quienes entregaron las suyas; Estrada y Umanzor quisieron disparar pero Sandino los calmo: “No se opongan, nada malo puede ser. Yo voy a arreglarlo todo". Entonces entregaron también las pistolas y todos juntos pasaron prisioneros a la fortaleza de El Hormiguero, que quedaba enfrente. Los pusieron de espaldas a la muralla oriental, custodiados por tres ametralladoras; Sandino, que iba y venía en marcha y contramarchas en un espacio de cuatro varas, pedía explicaciones; tenía los brazos cruzados sobre el pecho y se mostraba irritado.

El oficial de guardia esa noche en El Hormiguero era el subteniente Alfredo López, uno de los que cayeron presos conmigo cuando mi primer complot) y en el momento en que Delgadillo andaba informándole a Somoza lo sucedido, Sandino preguntó: "¿Quién es el jefe aquí? Quiero hablar con él”. López se acercó y entonces Sandino le pidió: “Hágame el favor de prestarme el teléfono, quiero hablar con el presidente de la república". "No se puede” le contestó López. ’'Entonces", dijo Sandino, “quiero hablar con el general Somoza”. (Como mis apuntes no los tengo aquí, no recuerdo si esta comunicación se la dieron o no a Sandino, pero más bien creo que no). Sí sé que López concedió, que lo que podía hacerse era transmitirle al general Somoza lo que deseaba decirle, y lo transmitido fue esto: “Dígale al general Somoza que me extraña todo lo que están haciendo con nosotros. Que nos tienen detenidos como malhechores, cuando hace apenas un año firmé con el presidente Sacasa un convenio de paz. El general Somoza hace tres días me dio un retrato suyo en prueba de amistad. Todos somos hermanos nicaragüenses, y yo no he luchado contra la Guardia sino contra los yankis; y no creo que vayan a aprovecharse de la ocasión para hacer ahora con nosotros lo que no pudieron hacer en la montaña. Dígale que yo quiero que me explique lo que quiere hacer con nosotros”.

El subteniente López se presentó con el recado delante de Somoza, y a poco rato llegó otra vuelta Delgadillo, (quién te acordarás ya se había presentado a informar la captura de Sandino donde estábamos nosotros reunidos) con un mensaje igual, y el coronel Samuel Santos lo increpó duramente diciéndole: “¡Deje de estar viniendo con tazones! ¡Usted es un militar y ya tiene sus órdenes. Proceda inmediatamente!” Somoza intervino entonces enseguida: "¡Tire a ese bandido donde yo le dije! Pero separe antes a don Gregorio y Salvatierra”. Desde ese momento quedó todo resuelto. Somoza cogió su teléfono y ordenó al garaje de la Guardia el envío del camión GN-1 a la fortaleza de El Hormiguero, para salir en una comisión con el capitán Delgadillo.

Mientras tanto, El Coto Gutiérrez y el teniente Davidson Blanco tenían rodeada la casa del ministro Salvatierra; allí estaban Sócrates Sandino que al momento leía; el coronel. Santos López, dormido, y aquel pariente nuestro, yerno de Salvatierra, Rolando Murillo.

La sesión se suspendió en la oficina del general Somoza, y me invitó a mí y creo que a dos o tres más, para que lo acompañáramos al recital de Zoila Rosa Cárdenas, que estaba preparado para tener lugar en el Campo de Marte, como ya te había contado. La muchacha peruana ésta recita bien y es agraciada; sin embargo, Somoza no parecía prestarle atención y era fácil descubrirle en el rostro la grave preocupación. Yo estaba sentado a su izquierda, hombro con hombro. "¿No has oído descargas?” me preguntó por dos veces. Yo le contesté negativamente.

Mientras tanto, Delgadillo separó a don Gregorio y a Salvatierra de Sandino y sus generales Estrada y Umanzor. No se despidieron unos de otros. Sandino y los suyos fueron obligados a montarse en el camión GN-1. Junto con el chofer en la cabina se montaron Delgadillo y el subteniente Carlos Eddie Monterrey. Atrás en la plataforma, sentados a plan y de espaldas a la cabina iban Estrada, que ocupó el lado izquierdo y fue el primer en subir; y Umanzor a la derecha. Sandino quedó en el medio y Estrada, que había encontrado un cajón de kerosine, se lo ofreció diciéndole: "Siéntese aquí, general": Nadie habló, nada más al subir y durante todo el trayecto hubo también un profundo silencio, solo el rodar de las llantas se oía. Tres guardias armados de ametralladoras y siete con rifles, cuidaban a los prisioneros.

El sargento Rigoberto Somarriba, quien portaba un rifle-ametralladora Browning, me cuenta así: "Estrada y Umanzor iban sentados en las esquinas delanteras del camión; el general Sandino, sentado en medio, llevaba las manos sobre las piernas, el torso un poco inclinado hacia adelante. Había una luna que hacía aparecer la noche como el día. Pude distinguir que llevaba hechas las cruces con ambas manos, pero no rezaba; o si lo hizo fue sólo un Padre Nuestro, pues todo el tiempo se dedicó a observarnos a todos, pero de un modo extraño... uno por uno nos fue estudiando y cuando me llegó el turno a mí, sentí que su mirada me penetraba hasta adentro. Entonces me pareció que Sandino era un hombre raro".

¿Buscaba acaso entre los guardias algún conocido que le hiciera un signo de inteligencia para facilitarle la fuga? ¿Estaría su espíritu conturbado por aquella manera imprevista en que se disolvía su vida? ¿Pensaba tal vez que era sólo un sueño y quería despertar? ¡Quién sabe!

Llegados al lugar en que debían ser ejecutados [esto me lo cuenta el subteniente Carlos Eddie Monterrey), Sandino le pidió a Delgadillo un poco de agua y en seguida le preguntó si en realidad se trataba de matarlos, pues él todavía se resistía a creer que se fuera a cometer semejante atrocidad. Delgadillo le contestó que iba a enviar un correo al Campo de Marte, preguntándole a Somoza si los debía matar o no. Luego Delgadillo llamó aparte a Monterrey diciéndole: "Yo me voy a retirar a unas treinta varas fuera del camino y cuando oiga usted un disparo de revólver que yo voy a hacer, ordene la ejecución de estos tres hombres". Monterrey regresó a donde estaba el grupo y ordenó un registro personal de los prisioneros. Sandino habló unas pocas palabras a sus compañeros, pero tan bajo que Monterrey, el más próximo a ellos, no las pudo oír. Umanzor y Estrada movieron la cabeza en señal de aprobación y Sandino le dijo a Monterrey: "Teniente, deme permiso para ir a orinar". "¡Orínese aquí no, más rejodido!”, lo increpó entonces un guardia apuntándolo con el rifle. Hasta ese momento, me dice Monterrey, se convenció Sandino de que su muerte era ineluctable, porque lanzó un hondo suspiro, movió la cabeza en signó negativo, y no volvió a hablar, sólo Estrada habló. "No les pida nada a estos jodidos, general, deje que nos maten”, fue lo que dijo.

Hasta ese momento Sandino no había desesperado de salvar su vida y la de sus compañeros, habituado como estaba a salir siempre avante de las dificultades y los peligros; se le había escabullido al gran general Lejeune, héroe de Chateau-Terry en la guerra mundial, después de presentarle tres días de combate en El Chipote y burlándose de él al dejarle muñecos de zacate en las trincheras, en lugar de soldados, contra los cuales disparaban los yankis mientras él iba ya lejos; se había burlado también del general Calvin B. Mathews, del general Logan Feland, orgullosos académicos; se defendió con bombas hechas de las latas de conservas vacías botadas por los marineros, amarradas con bejucos para darles mayor presión; a machete extraían sus hombres el plomo de las balas del tronco de los árboles al terminar los combates, para volverlas a utilizar, engañando y luchando, sacándole ventaja al enemigo con astucia, sin desmayar nunca, Y esa noche de febrero, creyó quizás que pidiendo agua, o permiso de ir a orinar, iba q presentársele la ocasión propicia, huir, retardar la orden salvadora. Pero al ver que un guardita cualquiera lo encañona con el rifle, lo insulta, se le corta toda esperanza y sólo puede mover la cabeza desalentado y lanzar un suspiro.

Un guardia les ordenó que se dejaran registrar. Estrada, adelantándose, se sacó un pañuelo rojinegro de la bolsa. “Sólo esto tengo. Guárdeselo, se lo regalo", le dijo. Umanzor le obsequió al subteniente Monterrey un paquete de cigarrillos marca “Esfinge”; Sandino no se dejó registrar. Tocándose la cintura dijo: "Si tuviera pistola, ya hubiera disparado.", y comenzó a pasearse. La señal de Delgadillo todavía no llegaba.

Estrada y Umanzor se sentaron en un cangilón de tierra, de esos que dejan en los caminos las ruedas de las carretas. “¡Jodido, mis líderes políticos me embrocaron!", dijo Sandino y sin que nadie le respondiera nada, se sentó junto a los suyos en el mismo cangilón. Contado de izquierda a derecha quedaban Estrada, luego Umanzor, por último, Sandino. Los diez guardias parados a 3 varas de distancia, una ametralladora frente al pecho de cada uno de los que iban a morir. Rasaron unos minutos; y después, en un instante como cualquier otra fracción de tiempo, Delgadillo disparó tras un matorral su balazo al aire.

El subteniente Monterrey, que ya había aleccionado a sus guardias, fue el primero en disparar su pistola sobre Sandino, colocándole el tiro media pulgada arriba de la tetilla derecha. Sandino se sacudió y emitió un rugido sordo. Al tiempo dé sacudirse otra bala le penetró en la sien izquierda, sallándole exactamente por la derecha; una tercera bala le entró en la mitad del plexo y el ombligo, saliéndole al lado izquierdo de la columna vertebral. Murió instantáneamente.

A Umanzor le penetraron dos o tres balas detrás del temporal derecho, que al salirle por el tímpano izquierdo le abrieron un boquete con diámetro de tres pulgadas y media, igual o más grande qué el círculo que le pinto aquí. Tenía más balazos, pero no recuerdo dónde. Estrada recibió cuatro tiros en el pecho y uno en la mano derecha; cuando cayó herido hizo el impulso de incorporarse, logrando hacerlo hasta la mitad, pero volvió a doblarse.

Todos los guardias se lanzaron sobre los cadáveres buscándoles el dinero y joyas (me refiero a los soldados y no al oficial). Les encontraron dinero en efectivo, aunque en escasa cantidad, juntos los tres no rindieron cien córdobas. El sargento Rigoberto Somarriba le arrancó a Sandino un anillo de brillantes que al día siguiente vendió en 70 córdobas, lo menos que valía eran doscientos. Su reloj de oro no sé en poder de quién quedó; anillos de oro, baratos y muy gruesos, que los quitaron a Estrada y Umanzor, tampoco sé en poder de quién quedaron. Nada de papeles importantes. No he sabido si profanaron los cadáveres, y te digo esto último por lo que más adelante te contaré acerca del cadáver del general Sandino.

No puedo seguirte escribiendo, hasta aquí me despido. Veré de apurar de alguna forma el envío de ésta.

Tu hermano,

Tercera Carta

Cárcel de la XXI León, 3 de nov. 1935

Querido hermano;

Creo que ya con ésta acabo de hacerte relación del asesinato, Bueno, mientras sucedía que la gente de Delgadillo ultimaba a balazos a Sandino y sus dos generales, la gente de El Coto Gutiérrez atacaba la casa de Salvatierra; Sócrates se defendió a balazos y el coronel Santos López —que como en campaña estaba durmiendo vestido—no hizo más que levantarse de un salto, tomar una ametralladora y dispararla, empeñándose un vivo tiroteo. Comprendió sin embargo que no podría resistirle a la Guardia, así que, aprovechando que la casa de Salvatierra (como la de nosotros allá en Masaya) tiene una tapia baja de madera que da a otros patios y estos patios a la calle, saltó con su ametralladora Thompson por arriba de la cerca, pasando en medio de la lluvia de balas y recibiendo sólo una herida en la pierna; así herido caminó desde Managua hasta las montañas segovianas a juntarse con el general Pedrón Altamirano, con quien todavía vive enmontado.

También Sócrates Sandino se defendió como hombre y por el número de cartuchos que le faltaba a su faja de tiros que vi junto con su pistola luego, deduzco que la cargó dos veces; herido en diversas partes del cuerpo quiso huir igual que Santos López, pero cayó acribillado, impedido por los balazos que ya tenía.

En ese mismo asalto murió Rolando Murillo, el yerno de Salvatierra, quien habiendo recibido cinco o siete balazos, en la región hepática resistió por ocho días más. Murió también un chavalito de ocho años de edad, sólo tenía un balazo en la parte superior de la cabeza. Este chavalo tuvo el honor de ser enterrado junto con Sandino y su hermano Sócrates y los generales Estrada y Umanzor. 

La balacera contra la casa duró un cuarto de hora, poco más o menos; terminada ésta hizo irrupción en las habitaciones Camilo González Cervantes, quien se llevó todos los papeles del general Sandino, y se dice que también unas tantas libras de oro en polvo que estaban en la caja de hierro de Salvatierra, oro que motivó el viaje de Camilo a Nueva York para su realización, de acuerdo con Somoza todo esto.

En el Campo de Marte, entre tanto, al oírse los primeros disparos, los que sabíamos su causa fingimos ignorancia; se dieron sin embargo órdenes precipitadas y la situación de la fortaleza fue la de un reducto que espera ser asaltado. Cada uno ocupó su lugar, para repeler... lo que no existía. No sé si antes te dije que Somoza me había nombrado director general de comunicaciones para esa noche. “¿Qué instrucciones llevo, le pregunté.” Y él me contestó: “Sólo a mí se me puede dar comunicación”. Cuando tomé posesión de este puesto en la oficina le pregunté al telegrafista: “¿Cuándo este aparato está para recibir y cuándo para transmitir?” "Pues conectando este switch" de este lado, se recibe, y de este otro lado se transmite", me dijo. “Sargento", llamé entonces al jefe de la escuadra que me seguía, “¿oyó usted la respuesta de este hombre?. "Sí, señor" me respondió. "Pues bien" agregué, “si este hombre pone el "switch" en posición de transmitir un mensaje que no lleve mi visto bueno, tírelo sobre su mesa de trabajo”, y le dejé cuatro guardias al sargento, igual cosa        hice con el         telefonista; y le dejé un cabo con otros cuatro guardias.

Terminando estaba de impartir mis instrucciones, cuando noté que la placa No. 1 del tablero telefónico, o sea la correspondiente a la casa presidencial, repicaba con furia. "Teniente” me dijo el telefonista, "llama el presidente de la república en persona”. El pobre      hombre temblaba. Yo tomé el escuchador y oí la voz indignada del presidente Sacasa que decía: “¿Quién es el atrevido que a mí no me da la comunicación? Soy el presidente de la república. Quiero hablar con el general Somoza". Yo desconecté el "switch".

Varias llamadas del presidente rechacé, lo mismo que de otros funcionarios, entre ellas una del general Gustavo Abaunza que desde adentro quería hablar con León. Como yo ya te había referido antes, Abaunza había sido colocado por Sacasa para espiar los movimientos de Tacho, de modo que su afán de hablar por teléfono tenía significación, ya que, además, a la    inversa de los otros,         fue el único que quiso comunicarse de adentro hacia afuera. Cuando recibió mi negativa, disgustado mandó sustituirme, a pesar de saber perfectamente que yo cumplía órdenes superiores recibidas en su presencia; llegó a quitarme el mando y regañarme en público el capitán Carlos Tellería, quien no es oficial académico. Me reprendió y me dijo que quedaba sustituido. No le dije nada en el momento, pues era de graduación superior y tenía que respetarlo; pero saliéndome al patio, lo llamé y le dije: “Usted ha hecho mal en llamarme la atención delante de unos subalternos, cosa prohibida por nuestra ética militar. Yo he venido aquí nombrado por un primer jefe del que obedezco instrucciones, y usted por un segundo jefe. De teniente a capitán lo he respetado, pero como hombre, el asunto es distinto”. El se portó muy comprensivo y me dio la mano; yo volví a quedar como jefe de comunicaciones.

Ahora, yo, que deseaba saber y ver detalles de lo acontecido afuera, me dirigí al General Somoza y le referí lo que había pasado, pidiéndole que me relevara de allí y me enviara mejor al sitio donde estaban los cadáveres para inspeccionar el entierro. Así lo hizo y yo partí a toda prisa hacia el sitio.

Los generales muertos estaban en el campo de aterrizaje. Sandino, Umanzor y Estrada yacían a unos tres metros de la parte oriental del Hospicio Zacarías Guerra, que está deshabilitado. Sócrates yacía boca arriba. Sólo Sandino tenía el rostro lleno todo de sangre. A pesar de que eran las 2.15 de la mañana del día 22 de febrero, había ya algunas moscas sobre los cadáveres. Yo contemplé a los generales abatidos y pensé: los van a enterrar en una fosa cualquiera, sin ataúd, ni siquiera una cruz con un nombre mal escrito y la fecha de su muerte les pondrán sobre sus tumbas. ¡Y cuántos hay, no se diga sólo en Centroamérica, sino en el continente y tal vez, en el mundo, que quisieran contemplar por última vez esos rostros! La noticia de que asesinaron a este hombre pequeño de estatura, con esos pies gorditos y blancos, como chinita, van a gritarla los voceadores en las calles asfaltadas y concurridas; y meterá bulla e Indignación la clase de muerte que se les dio. Hombres famosos y anónimos, en las grandes ciudades del mundo y en los pueblos más pequeños, hablarán de ellos, los qué yo estoy mirando tendidos aquí.

Sandino tenía rota la camisa y la camisola, quedando su pecho al descubierto; también su pantalón aterciopelado de color café, estaba roto en la parte delantera. Tenía recogido el pene y una gota de semen se veía en la punta. Los testículos muy desarrollados, o inflamados por algún golpe. Los otros tres cadáveres estaban desnudos del pecho, pero no tenían las camisas rotas, sino desabotonadas. Sus partes nobles estaban golpeadas.

Me acuerdo de Sócrates Sandino que me dio un susto ya muerto. Fue así: me acerqué para examinarle las heridas, y un guardia de apellido Portillo lo tomó del cabello y lo sentó. El cadáver, arrojó entonces un poco de sangre por la boca y abrió los ojos; no tenés idea del susto que nos llevamos. Cuando el guardia lo soltó, el cuerpo cayó otra vez boca arriba y cerró los ojos. Me dio curiosidad y ordené al soldado que volviera a sentar el cadáver y así lo hizo 'por cuatro o cinco veces, cerrando y abriendo los ojos en todas las ocasiones pero sin arrojar sangre. Sus balazos en partes vitales del cuerpo habían sido siete.

Allí estaban pues, el general Francisco Estrada, natural de Managua, de familia de artesanos, hombre de toda la confianza de Sandino, al único al que nunca le achacaron ningún acto de crueldad. El general Juan Pablo Umanzor, con su cara de perro bravo, audaz entre los audaces, analfabeto quizás, pero maestro en las guerrillas, cruel, muy cruel. El fue el primero quien jugó con dados hechos de las mandíbulas de los marinos americanos muertos en las emboscadas. El general Sócrates Sandino, de poca actuación en las montañas pero no carente de méritos.

Y por último, Augusto César Sandino, con sus 5 pies y 3 pulgadas de estatura; unas 130 o 135 libras de peso, ojos negros y pequeños, encapotados. Unos pies tan chiquitos, finos y blancos como cualquier estrella de Hollywood hubiera querido para sí. Su rostro estaba surcado de arrugas que lo hacían aparecer más viejo de lo que en realidad era, y ahora, muerto, en esas arrugas había coagulado la sangre, dándoles apariencia de. heridas. El pelo liso y fino como de indio, de unas 3 pulgadas de largo, echado hacia atrás. El cuerpo musculoso.

Estrada y Umanzor eran altos, el primero tendría tal vez unos 6 pies y pulgadas de estatura. Ambos color canela, color de indios. Estrada había sido un buen jugador de fútbol

Cuando los ocho presidiarios terminaron de cavar la inmensa fosa, no menos de siete guardias arrancaron pedazos de tela del vestido de Sandino, para guardárselos; también oí a unos pocos que maldecían su memoria. Un guardia de apellido Ruiz se guardó un calcetín. Yo le corté un mechón de pelo y el guardia que me prestó su navaja me pidió un poco y sé lo di. Después se procedió a enterrarlos.

Al general Sandino fue al primero que se echó al hoyo, cogiéndolo dos presos por las manos y los pies; lo balancearon y lo tiraron al fondo como un fardo. Hizo sordo al caer, pues la fosa era muy profunda. Yo me acerqué, regañé a los presos y dispuse que se introdujeran dos de ellos para recibir los cuerpos. Cosa curiosa, el general Sandino quedó con una mano bajo la espalda y la otra en alto como la levantan los boxeadores cuando obtienen la victoria, en eso se puede reconocer el cadáver. A su lado, cabeza con cabeza, están Estrada y Umanzor. Se les puede distinguir, pues Umanzor tiene deshecha la parte izquierda del cráneo. Todo el enterramiento se hizo a la luz de las lámparas tubulares, pues la luna brillaba ya muy opaca,

¿Ya te describí el lugar donde quedaron enterrados en el campo de aterrizaje? El propio sitio de su tumbas se localiza así; se camina 15 o 18 pasos desde la parte oriental del Hospicio Zacarías Guerra, siempre hacia el oriente, y unos 10 del costado norte, siempre hacia el norte de una casa de madera que sirvió de campamento a las tropas yankis. Allí está Sandino. Encima de todos está enterrado el chavalito de unos diez años que te conté, que era un criadito de Sofonías Salvatierra.

Sobre las tumbas hay monte y unas flores de jalacate. Cuando se ponía la luna echaban las últimas paladas de tierra; la misma luna que los había alumbrado bajo los pinos de las incomparables noches segovianas.

Hasta aquí las muertes, Pero falta algo todavía que te irá en la próxima carta.

Tu hermano,


Por Leonardo Ixim

Para 1968 el Frente Guerrillero Edgar Ibarra (FGEi), núcleo central de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), rompe con el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).

Aduciendo que crear nuevos frentes guerrilleros debilitaba la estructura y el apertrechamiento del FGEI, siendo una política interesada -según estos- de parte de la dirección del PGT que debido a su orientación “pequeño-burguesa” concebía  un gobierno con la participación de la burguesía nacional, poniendo como ejemplo el apoyo a Méndez Montenegro, pero a lo cual solo el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR13) no se sumó. Posteriormente a esto, las FAR y el MR13 buscaron articularse pero sin éxito; la muerte en un sospechoso accidente de carro en la calzada Roosevelt de la Ciudad de Guatemala de Turcios Lima en 1966, influyó en que tal alianza no prosperara, afectando además a las FAR, donde emergieron en la comandancia además de Julio Macías (Cesar Montes), Jorge Soto (Pablo Monsanto).

El MR13 busca implantarse en Baja Verapaz y en la Sierra de Chama en Alta Verapaz bajo la dirección de Socorro Sincal. Oscilando su perspectiva política entre un nacionalismo revolucionario y el maoísmo, sin embargo, no logran el cometido y con el asesinato por parte del ejército mexicano del chino Yon Sosa en 1970 cuando éste pretendía reconstruir la retaguardia, el MR-13 se disuelve, aunque parte de la organización que deja en estos departamentos, se vinculará al Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).

El PGT y el reajuste táctico

En diciembre de 1969 se lleva a cabo el IV congreso del PGT, donde se asume que era necesario repensar la guerra, siempre asumiendo la vía de la guerra popular revolucionaria. Sin embargo, es hasta tres años después, en marzo de 1972 que el Comité Central emite el documento “Situación Político Nacional y Ajuste Táctico” conocido como el “reajuste táctico”, haciendo críticas a las formas en que las FAR implementa la guerra, caracterizada de foquista y aventurera.

En el ínterin, en 1971 el gobierno del general Carlos Arana Osorio (que inaugura el denominado generalato y había sido comandante de la base de Zacapa, estando a su cargo el exterminio de la guerrilla en el gobierno de Méndez Montenegro, realizando las primeras acciones de genocidio en Guatemala) implementó un estado de sitio que duró todo un año en la ciudad capital, cateando casa por casa, colonia por colonia, en una de las operaciones de control mas grandes  que la dictadura hubiera llevado a cabo.

El PGT considera que la lucha armada está aislada de las masas, por tanto se tenía que fortalecer la táctica política de la lucha de masas dentro la estrategia de la lucha armada e implementar las Fuerzas Armadas Revolucionarias, lo cual nunca se logró, creando solamente la Comisión Militar (COMIL) del Comité Central (CC). En septiembre de 1972 en una casa de la zona 7 capitalina las fuerzas represivas irrumpen secuestrando al secretario general Bernardo Alvarado Monzón y a los miembros de la Comisión Política Mario Silva Jonama, Carlos Valle, Carlos Alvarado Jerez, Hugo Barrios Klee y Miguel Hernández, a la militante dueña de la casa Fantina Rodríguez y a la empleada doméstica, Natividad Franco. En diciembre de 1974 asesinarían Huberto Alvarado Arellano sucesor del  secretario general Alvarado Monzón, desapareciendo así a la mayoría de los líderes históricos, quedando otros que se había distanciado como el intelectual Alfonso Guerra Borges y José Cardoza (Mario Sánchez) quien dirigiera la fracción del PGT-Núcleo de Dirección distanciándose debido al debate entre lo militar y lo político en 1978.

Paralelamente a esto, los insurgentes aglutinados en FAR o cerca de, realizan un balance de su actuación. En 1969 los exiliados en La Habana bajo la dirección de Ricardo Ramírez de León (Rolando Morán) elaboran el Documento de Marzo donde plantean que la guerrilla debe implantarse y sumar a los pueblos indígenas, retomando sus reivindicaciones étnicas y no solo de clase.

Estos ingresaron al país vía México, asentándose en el Ixcán fronterizo con ese país junto a Mario Payeras y en un primer momento César Montes quien se separaría vinculándose a la guerrilla salvadoreña; formarían entonces la Nueva Organización Revolucionaria de Combate que en 1974 se denomina EGP. Por otro lado, otra columna que se pretendía iba ser la regional de occidente de FAR,  dirigida por Rodrigo Asturias (Gaspar Ilom), hijo del premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias, junto a Luis Ixmata se implantan en el volcán de Tajumulco también fronterizo con México y de allí se extienden por toda la Sierra Madre occidental, en una región estratégica por su posición ideal para atacar la infraestructura productiva cañera de la costa sur; éstos se denominarán Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA). Alejándose de las FAR también por la postura sobre las reivindicaciones étnicas, pero con una táctica de no incorporar aun a las masas a la guerra.

Las FAR, ahora bajo la égida de Monsanto, deciden implantarse en el lejano departamento de Petén, estableciendo una columna madre que pretendidamente se movería a otras partes y teniendo como base a campesinos mestizos cooperativistas procedentes de la Costa Sur. Aparecen diferencias internas cuando las estructuras urbanas denominadas “La Resistencia” insistían en no perder sus vínculos con las masas, lo cual obliga a FAR disputar con el PGT una línea de masas de orientación marxista-leninista. Así las FAR se vinculan con elementos radicalizados de la Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG)  que influyen en la Central Nacional de Trabajadores (CNT). Estas mismas diferencias sobre el papel de las masas pesa dentro del EGP donde la línea mayoritaria es la de vincularse con las luchas sociales que se avecinaban, siendo  una de las causas del alejamiento de Macías, que abogaba por una línea más militarista.

El auge del movimiento de masas

Con el asesinato Alvarado Monzón el Comité Central le da la tarea a Ricardo Rosales Román (Carlos González) de convocar al V congreso, la Comisión Militar del CC y por tanto un nuevo secretariado general, situación que nunca se realizó. Rosales desconoce esa decisión aduciendo que era importante darle mayor importancia a la línea de masas y a la vinculación a luchas legales y políticas, que a la línea armada. En 1970 y en 1974 el PGT llama a votar críticamente por el Frente Nacional de Oposición (FNO) formado por la DCG y el Frente Unido de la Revolución (FUR), escisión del Partido Revolucionario con Manuel Colom Argueta, que en 1970 consigue la municipalidad capitalina. En 1974 habrá un escandaloso fraude del generalato que impone a Kjel Laugerud García sobre el candidato del FNO, el también militar Efraín Ríos Montt.

Con Laugerud se reactiva la movilización social, primero con la huelga de maestros de 1974 a la que se suman diversos sectores. El PGT por su parte crea la Federación Sindical de Guatemala (Fasgua) que junto a la CNT dirigirán importantes luchas. El terremoto de 1976, que afecta a las comunidades indígenas y pobres urbanas,  desnudando la situación social, lo cual será una escuela de militancia para miles de jóvenes de colegios públicos,  privados y universitarios que dará músculo al fortalecimiento de las organizaciones populares. La Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) tiene un crecimiento que rebasa al mismo PGT, organizando al estudiantado de educación media y universitaria por medio del grupo Frente en la USAC, llegando al secretariado general de la AEU con Oliverio Castañeda de León en 1978, a la cabeza, asesinado un año después. González por su parte se respalda en la JPT para mantenerse en la dirección. El PGT también crece en materia propagandística, creando además del periódico del CC “Verdad” en cada regional y la JPT un periódico propio.

En mayo de 1978 se realiza la masacre de Panzós en Alta Verapaz contra indígenas Q`ekchies quienes estaban organizados en ligas campesinas influidos por el PGT, demostrando que al interior de este el tema indígena y la reivindicación étnica confluía con el de clase, aunque tal debate no se profundizara, lo cual generó recriminaciones de otras organizaciones.

Esto como reflejo del debate intelectual entre Carlos Guzmán Bockler y Jean Luck Herbert influenciados por Franz Fanón propondrán el concepto de clases étnicas, reviviendo el debate del colonialismo interno ademas; y Severo Martínez Peláez con su obra histórica más fiel a la línea marxista aunque influenciado por economicismo; a lo cual se sumaría el antropólogo miembro del PGT, Joaquín Noval, quien propondrá un enfoque marxista no limitado al economicismo, o el propio comandante Gaspar Ilom con sus obras Racismo I y II, que se orientara más por las cuestiones étnicas sin perder de vista el  núcleo central del marxismo. Así como otros intelectuales cercanos al PGT como Carlos Figueroa Ibarra o Humberto Flores Alvarado, que escribirán sobre la estructura social de clases o Edelberto Torres Rivas, quien lo aborda a nivel centroamericano.

La masacre de Panzos, provocará que la COMIL embosque un camión de la Policía Militar Ambulante, acción que es desconocida por el CC, provocando un rompimiento entre el PGT (CC) y la COMIL, confluyendo con el  PGT-Núcleo de Dirección (PGT-ND) quienes se orientarán mas por la línea armada, mientras el CC por la línea de masas, manteniendo influencias en las organizaciones populares.

Las distintas huelgas entre 1978 y 1980, la de los mineros de Ixtahuacán, la de los trabajadores del Estado en julio de  1978 que pondría entre dicho la realización de las elecciones para ese año con influencia del PGT, las de distintas fábricas y empresas como la de Cavisa y Coca Cola –sindicatos orientados por el PGT- y otras, la de los trabajadores de ingenios organizado por Comité de Unidad Campesina (CUC) afín al EGP en 1980.  Las movilizaciones que provocan el alza del pasaje urbano en septiembre-octubre de 1978, el asesinato de Robín García estudiante cercano al EGP en 1978, de Manuel Colom 1979, la quema de la embajada de España 1980 tras la ocupación de campesinos del CUC.  Se coordinaran bajo la unidad de acción en el Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), entre Fasgua, CNT, CUC  y organizaciones influidas por la tripartita (EGP, FAR y PGT-ND)  que en 1980 se incluirá el Orpa denominándose cuatripartita. Se crea además el Frente Democrático contra la Represión (FDCR) junto con los partidos FUR y el Partido Socialista Democrático (PSD) de Alberto Fuentes Mohr, también asesinado en 1979.

Como se verá, la línea de masas que el PGT (CC) de una tradición que data de la revolución de 1944 con líderes sindicales como Víctor Manuel Gutiérrez, el apóstol de la clase obrera asesinado en 1969 y contrario a la lucha armada, será la fundamental de esta facción, que por su parte será la mayoritaria, independiente si Carlos Gonzales usaba ese hecho para mantenerse en el cargo ilegítimamente.  El implante en la clase obrera de la ciudad capital, el ligas campesinas de Chimaltenango, Alta Verapaz, Escuintla, de trabajadores agrícolas en varios puntos de la costa sur y en Izabal, mostraba un PGT que aunque no mayoritario con influencia en el movimiento obrero y campesino, aunque este en menor medida.

El hegemonismo militar más la incapacidad del PGT (CC) y la denominada izquierda democrática (FUR y PD) sobre todo el FUR con cierta organización de masas, ante la represión descarnada de no darle primacía a la movilización donde el elemento armado fuera dependiente de este, permite la contraofensiva terrorista del gobierno. Pese a que en 1980 la CNUS abiertamente llama a derrocar a Lucas García e instaurar un gobierno revolucionario y democrático, situación que no fue acompañado con acciones concretas.

Con esto la movilización se traslada a las regiones ixiles y del norte de Huehuetenango y en menor medida Sololá y Chimaltenango, donde el EGP tenía presencia y se preparaba una insurrección maya que fue abortada vía genocidio por el ejército en 1982 con Ríos Montt como jefe de Estado, a lo cual el EGP no pudo hacer frente. El PGT, dividido en tres CC, ND y Partido Comunista (PC) formado por la COMIL, es desbaratado por la represión y cuando en 1982 se funda la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) se integra a esta primero el ND y posteriormente el CC  pero años después -con su Frente Guerrillero “Manuel Andrade” en honor a este,  asesinado en 1978- convertido ya en pedazos. La JPT por su parte creó una comisión militar en 1981 que ajustició algunos esbirros, sobre todo.

La derrota insurgente y el camino a la paz

Los golpes que sufre la insurgencia tras el golpe de estado del 23 de marzo de 1982 con Ríos Montt a la cabeza y la recomposición del régimen tras el descalabro del generalato, celebran elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente en 1984.  El PGT al ser la más débil de las cuatro organizaciones y fracturado entre el ND, CC, PC -después denominado Álamos-  sufre otra escisión, en 1984 con el  PGT 6 de enero.

Este nuevo grupo, junto a la separación de Payeras del EGP, formarían Octubre Revolucionario, quien pretendió desmotar la lucha armada,  clandestinarse, pero aprovechando el escenario electoral tras el triunfo de Vinicio Cerezo en 1985. Estos crearían una alianza con sectores disidentes del FUR y del PSD, preparándose para las elecciones de 1990, pero tras el asesinato del dirigente socialdemócrata Humberto Gamarra el proyecto se desploma. El PGT 6 de enero se disuelve en 1991.

El PGT disminuyó su influencia -aunque con presencia en sindicatos y universidades, ante la reactivación del movimiento popular posterior a 1985 con la construcción de la Unidad de Acción Sindical y Popular y la Unidad Sindical de Trabajadores de Guatemala - y algunas acciones militares, hasta su disolución tras la firma de la paz en URNG como partido político. Adoptando, igual que ORPA y EGP, una línea  donde prima el electoralismo en el marco de la institucionalidad burguesa.

En 2003 se trató de refundar sin éxito, hasta 2007, caracterizado por promover el abstencionismo y apoyar la movilización sobre todo en lo que se refiere a la lucha en defensa del territorio siendo parte de la Asamblea Social y Popular y ciertas reivindicaciones del magisterio como la conversión de maestros presupuestados a maestros por contrato. Sin embargo, no ha existido un balance del actual PGT, acerca de mantener una línea reformista y sobre su postulado de alianza de las cuatro clases: burguesía, proletariado, pequeña burguesía y campesinado.

Por Leonardo Ixim

El 28 de septiembre de 1949 se formó el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) bajo el nombre de Partido Comunista Guatemalteco en un ambiente de libertad política de la revolución democrática de 1944, que entre cuyos principios estaba establecer un clima de libertades y permitir la organización de ligas campesinas, sindicatos y partidos políticos de izquierda, a diferencia del clima autoritario de la dictadura de Jorge Ubico, que la revolución derrocó.

El PGT retomó la bandera de los partidos comunistas a nivel mundial, ya en ese tiempo bajo la influencia estalinista y la tradición de los primeros partidos comunistas centroamericanos, el Partido Comunista Guatemalteco fundado en 1921 y el Partido Comunista Centroamericano -conformado por militantes marxistas Centroamérica en Guatemala-  fundado en 1922,  ambos golpeados por la represión de los distintos gobiernos de la década de los veintes y la dictadura ubiquista implementada desde 1931.

El nacimiento y los balances a partir de la contrarrevolución

El contingente que lo fundó provenía del Partido de Acción Revolucionaria, que era una de las agrupaciones que sostenían a los gobiernos revolucionarios. En su fundación se generó mucho debate si aparecía públicamente o no, pues  el presidente Arévalo era contrario a los comunistas y de hecho el partido recibió su legalización hasta 1952, ya en el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, bajo PGT. Este intervino en la creación de Central General de Trabajadores de Guatemala, los comités agrarios locales a partir de la implementación de la reforma agraria (decreto 900) y algunos de sus dirigentes serán confidentes del presidente Arbenz.

La naturaleza de la revolución por su carácter democrático, además de las orientaciones del estalinismo que propugnaba por el desarrollo del capitalismo y la creación de una “burguesía nacional” tesis que habían sido cuestionadas por José María Mariátegui y Farabundo Martí, llevo al PGT  a confiar -al igual que a Arbenz- en el  ejército, el régimen político en su conjunto y en que la burguesía industrial y comercial naciente iba a defender la revolución.

Esto lo desarmó políticamente para enfrentar la contrarrevolución  e invasión, promovida por el gobierno de Eisenhower, la vernácula oligarquía y los partidos conservadores. Se instauró con métodos de guerra civil, la persecución y aniquilamiento de todo el engranaje revolucionario.

El PGT por ende y toda la organización sindical y campesina que promovía, fue duramente golpeado, llevándolo a la clandestinidad, situación para la que no estuvo preparado; sin embargo para  1956, a partir del exilio de la dirigencia en México, se empieza a reconstruir las estructuras partidarias. En 1958 la población respalda al militar anti-comunista Idígoras Fuentes quien había sido despojado de su triunfo electoral por el liberacionismo , pretendiendo mantenerse en el gobierno. Es decir, hubo quiebres en las alas del anti-comunismo que el PGT pretendió aprovechar, exigiendo al gobierno de Idígoras, que asume en 1959, mayores libertades democráticas, política influida además por XV congreso del PCUS tras la muerte de Stalin orientando a la denominada “convivencia pacífica” entre la URSS y EU.

Pero con el triunfo de la revolución cubana en 1960 y la sublevación de oficiales medios imbuidos del sentimiento revolucionario aun, al interior del ejército, que tras un intento de golpe de Estado fallido, su exilio a países vecinos y su posterior ingreso para organizar la primera guerrilla el Movimiento 13 de Noviembre (M-13), el gobierno ydigorista acentuará la represión y la persecución a la  organización popular que existió en sus primeros años.

Ese año el PGT realizó su tercer congreso -el segundo desde la contrarrevolución- donde hace un balance de su actuación y aunque se cuestiona su política con respecto a la confianza hacia la “burguesía nacional” y a la institucionalidad del Estado. Mantuvo durante toda su vida hasta su disolución en 1995, que la naturaleza de la revolución guatemalteca debe ser patriótica, democrática y anti-feudal;  similar a la tesis estalinista de alianza con la burguesía nacionalista. Similar a la “nueva democracia“ del  maoísmo, donde la revolución es obra de la alianzas entre obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía patriótica.

El debate sobre la lucha armada

El fraude en las elecciones municipales de 1962, la galopante corrupción del gobierno ydigorista y la falta de hegemonía dentro del bloque dominante, desgastaba al régimen. Así, entre marzo y abril de 1962 se dan las jornadas pre-insurreccionales en que estudiantes, obreros y pobladores se lanzan a las calles, pero son desmontadas por una política conciliatoria impulsada por el PGT, el Partido Unidad Revolucionaria conformada por ex miembros del Partido Revolucionario (PR) y la naciente Unidad Revolucionaria Democrática, (URD) de militantes expulsados del PR. Este último fue un partido fundado en 1956 por dos pequeños grupos  quienes habían sido parte del engranaje revolucionario, pero rápidamente adquirió un carácter anti-comunista y estuvo sacudido por una serie de desprendimientos hacia su izquierda, sobre todo.

Otra de las causas del desmontaje de la lucha de masas fue que los partidos de centro-izquierda como la URD, PUR con el apoyo del PGT le apostaban a las elecciones de 1963, mientras que otro buen número de grupos y partidos arevalistas esperaba la candidatura del ex presidente presumiéndose arrasadora, que para ese momento había negado su pasado revolucionario y miraba con simpatía la política exterior de Kennedy. Pese a esto, el ministro de defensa del gobierno de ese momento Enrique Peralta Azurdia con el apoyo gringo dan un golpe de estado en febrero de 1963 de carácter preventivo y contra-insurgente, figurando como en toda la región el papel de las fuerzas armadas asumiendo el poder y militarizando los Estados.

Meses antes se forman las primeras Fuerzas Armadas Rebeldes, conformada por los destacamentos de militares alzados dirigidos por Yon Sosa, Turcios Lima, Trejo Esquivel, Loarca Argueta del M-13; además de Movimiento 12 de abril formado por elementos radicalizados del estudiantado de media y universitaria, de sus organizaciones Fuego y AEU respectivamente;  y elementos del PGT y su Juventud Patriótica del Trabajo (JPT). Aquí salta un debate que sobre todo la JPT impulsa acerca de adoptar la lucha armada, pero sin definir claramente bajo que método y con la experiencia del primer intento de iniciarla con el Destacamento 20 de Octubre o la guerrilla de Concua, lugar donde fuera aniquilada en 1961. Posteriormente los elementos comunistas de la guerrilla se aglutinaron en el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, en honor a un estudiante de secundaria asesinado.

El debate de la lucha armada en el seno del PGT llevó en 1962 al desplazamiento de la línea que  en sintonía con las orientaciones de Moscú  de no usar métodos violentos y la vinculada a la lucha de masas de forma legal, fuera desplazada por elementos nuevos de la juventud. Saliendo líderes históricos como el intelectual Alfredo Guerra Borges o el líder sindical Víctor Manuel Gutiérrez y entrando Cesar Montes, Rolando Ramírez que después se separarían del partido formando ejércitos guerrilleros y otros como Oscar Vargas Foronda, Leonardo Castillo Johnson, etc.

El PGT asume la fantasmagórica postura de impulsar “todas las formas de luchas”, aunque las condiciones de la clandestinidad entorpecían la lucha social y organizativa,  el cierre de espacios tras el golpe de Estado del 1963 imposibilitaba la lucha electoral, mientras que la lucha armada no terminaba de definirse la forma, tanto en el seno del PGT-JPT, las FAR y el MR-13, con el predominio del foquismo, pero ya figurando otras concepciones relacionadas a lo prolongado o no de la guerra. Esto se vio claro en los debates en los distintos comités centrales y en el IV congreso de 1965. El papel de los posadistas, una corriente guerrillerista que se reclamaba del trotskismo, en el MR-13 generaría más debates en el seno del movimiento revolucionario.

El posadismo y su Partido Obrero Revolucionario, influyó a Marco Antonio Yon Sosa para que convirtiera al MR-13 en un partido revolucionario y centrara el carácter de la revolución en la alianza obrero-campesino; estos  trotskistas, a diferencia de otras corrientes, consideraban la lucha armada como principal. Cuestionaban al PGT por su reformismo a partir de su política de  cuatro clases, lo cual fue respondido por este, de que los trotskistas eran divisionistas y demagogos. Este debate influyó en Fgei que cuestionaba a la dirección del PGT de no apoyar totalmente la lucha armada, cuestionando a los posadistas de igual manera, pero aceptando que la revolución debía ser obrero y campesina. El MR-13 y Yon Sosa terminó de distanciarse de las FAR y Turcios Lima, que dirigía el Fgei,  mantuvo su alianza con el PGT, en 1965 se crea un comando único entre estos logrando establecer las segundas FAR.

Estos, junto el MR-13 aumentarían su radio de acción de el oriente a varios departamentos en el norte, sur, sur-occidente y algunos de occidente. Sin embargo la decisión del CC del PGT de llamar a votar por Julio Cesar Méndez Montenegro del PR, buscando una salida negociada a la guerra,  dividiría a las FAR y al mismo PGT, pese a que el PGT trataría de establecer otro contingente guerrillero, el Fuerzas Armadas Revolucionarios de corta duración. En 1966 tras las reuniones de la tricontinental en La Habana, la burocracia cubana  obligó a Yon Sosa a expulsar a los posadistas manteniéndose partidario de la revolución socialista y cercano a la línea china.

Continuará


Por Melchor Benavente

El mes de septiembre tiene un significado especial para los nicaragüenses. Se celebra la independencia de Centroamérica, proclamada el 15 de septiembre de 1821. También se celebra la Batalla de San Jacinto, la única que las tropas nicaragüenses ganaron en la guerra centroamericana contra los filibusteros de William Walker, el 14 de septiembre de 1856.

Pero pasa desapercibida dos fechas importantes: el 21 de septiembre de 1856, cuando el héroe Rigoberto Lopez Pere se inmoló para ajusticiar al tirano Anastasio “Tacho” Somoza García, el fundador de la dinastía somocista. Pero también su hijo, Anastasio “Tachito” Somoza Debayle fue ajusticiado un 17 de septiembre de 1980. La dinastía se inició con un Tacho y terminó con el otro Tacho, ambos ajusticiados en el mes de septiembre.

El inicio de la dinastía somocista

Después del derrocamiento del dictador liberal José Santos Zelaya en 1911, bajo la ocupación militar norteamericana, Nicaragua entró en una larga guerra civil entre liberales y conservadores. En el año 1927, tras el Pacto del Espino Negro, el ejército liberal entregó las armas bajo el acuerdo que el próximo presidente sería José María Moncada (1929-1933). El general Sandino se opuso al acuerdo e inicio una guerra de guerrillas que termino en 1933, cuando asumió la presidencia un liberal moderado, Juan Bautista Sacasa.

Mientras Sandino negociaba la paz, las tropas norteamericanas ya habían entrenado a la Guardia Nacional (GN), un supuesto ejército apartidista dirigido por Anastasio Somoza García, un verdadero desconocido que pronto estuvo en las alturas del poder. Somoza comprendió el poder dual que significaba la guerrilla campesina de Sandino, y por eso conspiró para asesinarle, hecho que ocurrió el 21 de febrero de 1934, el primer paso para acabar con la guerrilla

Somoza García logró montar un consenso libero-conservador, y después de múltiples maniobras y jugadas políticas, dio un golpe de Estado a su tío, el presidente Juan Bautista Sacasa, el 9 de junio de 1936. Le sucedió Carlos Brenes Jarquin, quien mantuvo el pode de manera interina, mientras se realizaban las elecciones que permitió a Anastasio Somoza García ascender a la presidencia de la republica el 1 de enero de 1937. Llevando dos años de gobierno convocó a una Asamblea Constituyente para redactar la Constitución que finalmente fue aprobada en 1939, pero hizo una jugada maestra: la Constituyente aprobó una Ley el 17 de agosto de 1938, que le permitía al presidente actual terminar su periodo hasta el año 1947, es decir, se recetó de entrada los primeros 10 años continuos en el poder.

Dictadura y fortuna

Para montar su dictadura, Somoza García no solo tenía el apoyo de Estados Unidos, sino de un ala del Partido Conservador, al que incorporó a la gestión de gobierno, repartiendo un 40% del control de las instituciones.

En ese periodo Somoza García acumuló una fortuna que llego a ser valorada en 500 millones de dólares de la época. Utilizaba el dinero del Ferrocarril de Nicaragua para pagar las planillas de sus empresas. No confiscaba, sino que obligaba que el vendieran a precios baratos las propiedades que escogía. Exigía un tributo de un centavo y medio por libra de ganado exportado. Obligaba a diversas industrias a pagar contribuciones forzosas. Todos los empleados estatales debían de aportar el cinco por ciento de sus salarios al partido liberal.

Para continuar en el poder convocó a una nueva Constituyente en 1948, con el apoyo de un ala minoritaria del Partido Conservador, pero como el acuerdo no funcionaba, se vio obligado a un nuevo a establecer otro acuerdo con el ala mayoritaria del conservatismo, en lo que se conoció como el Pacto de los Generales (Somoza y Chamorro) que aprobó la Constitución de 1950, que le dio chance de presentarse nuevamente como candidato presidencial y ganar las elecciones para el periodo 1950-1956,

El ajusticiamiento de Somoza García

Somoza García decidió, en la ciudad de León, proclamar su aspiración a un nuevo periodo presidencial en un baile popular en la Casa del Obrero. Lo que no sabía Somoza es que un grupo de jóvenes del Partido Liberal Independiente (PLI), que había surgido como una escisión del liberalismo contra el somocismo, habían montado una conspiración para ejecutarlo. Ellos eran Rigoberto López Pérez, Edwin Castro, Ausberto Narváez y Cornelio Silva.

Rigoberto Lopez Pérez había estado entrenándose en solitario para cumplir su misión.  Disfrazado de mesero, logró burlar el anillo de seguridad de Somoza, y mientras este bailaba mambo (“que rico el mambo”), Rigoberto se le acercó y bajo la bandeja para servir tragos de whisky llevaba el revólver calibre 38, Smith and Wesson, con balas que llevaban cianuro en la punta. El plan era dispararle y apagar la luz, para permitir la huida. Rigoberto hizo su parte, se acercó como a 6 metros y disparó 6 balas. Somoza respondió enojado: “que has hecho hijo de puta” y cayo herido.

Las luces no se apagaron, porque los otros miembros de la conspiración ya habían sido capturados. Los escoltas de Somoza dispararon incansablemente más de 54 balazos contra Rigoberto, matándolo instantáneamente.

Somoza no murió inmediatamente, entró en coma, y sus hijos decidieron llevarlo a un hospital de una base militar en el Canal de Panamá, porque no confiaban en los médicos nicaragüenses. El presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, mando un equipo de médicos para que lo atendieran, pero Somoza finalmente murió el 29 de septiembre de 1956.

El somocismo desató una feroz represión contra los opositores. Su hijo, Luis Somoza Debayle, como presidente del Congreso, le sucedió en el poder. La dictadura somocista logró mantenerse hasta el 19 de Julio de 1979, cuando fue derrocada por una insurrección popular bajo la conducción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)

La huida de Tachito

Luis Somoza termino su periodo presidencial en 1963, entregó el poder a René Schick. En 1967, después de la masacre del 22 de enero, Anastasio Somoza Debayle asumió la banda presidencial hasta 1972. En el periodo 1972-1974 se convocó a una Asamblea Constituyente para burlar la prohibición de reelección. En 1974 Somoza Debayle fue elegido presidente nuevamente, hasta la insurrección de 1979. Somoza Debayle huyó de Nicaragua el 17 de Julio de 1979, su huida es celebrada todavía en Nicaragua, como el “día de la alegría”

Somoza Bebayle intentó refugiarse en Estados Unidos, pero la administración Carter le negó la entrada porque este no había contribuido a una política de apertura y negociaciones que impidiera una revolución. Somoza Debayle tuvo que refugiarse en Paraguay, gobernada por el dictador Alfredo Stroessner, el único país que le ofreció asilo.

La Dirección Nacional del FSLN en el poder comprendió perfectamente que la existencia del general Somoza Debayle con vida, era un grave peligro como persona capaz de nuclear una contrarrevolución. Por ello, aunque no está documentado, alentó la formación de un comando que le ejecutase.

El ajusticiamiento de Somoza Debayle

Somoza Debayle se asentó en Asunción, capital del Paraguay. La presencia de nicaragüenses hubiese sido detectada rápidamente por las autoridades, por ello se recurrió a la solidaridad de guerrilleros argentinos, provenientes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)- Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las principales guerrillas de argentina. El comando encargado de ejecutar a Somoza Debayle había combatido en el Frente Sur, en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, en los años 1978 y 1979.

Somoza vivía en la Avenida Marisca López en Asunción. Cada vez que aparecía en la ciudad en un limosina con chofer, lo acompañaba invariablemente un Ford Falcon rojo con cuatro guardaespaldas adentro. Una vez localizada la vivienda de Somoza, el comando compuestos por guerrilleros argentinos alquiló una casa en Avenida España, a nombre del cantante español Julio Iglesias.

El jefe del comando era “Ramón”, seudónimo de Enrique Gorriarán Merlo, conocido entre la guerrilla nicaragüense como el “Pelado”, quien años después encabezaría un ataque militar el cuartel de La Tabalada, en Argentina, en 1989, fue condenado a cadena perpetua, indultado en el año 2003, muriendo posteriormente en 2006.

La avenida por donde transitaba Somoza era muy despajada. Para observar sus movimientos, tuvieron que comprar un Kiosco para vender periódicos, y desde ahí observar sus movimientos

A pesar de sus movimientos imprevistos, los guerrilleros lograron ubicar una rutina: “siempre salía de su casa en el Mercedes Benz, continuaba recto por la Avenida España, en vez de doblar a un lado o al otro, en la intersección donde estaban los semáforos”.

Luego rentaron una casa por donde Somoza pasaba habitualmente, por espacio de tres meses a $4,500 dólares. Era una zona de alto riesgo, a 400 metros estaba el Estado Mayor del Ejército, a 300 metros la Embajada Norteamericana. Enfrente de la casa de Stroessner había una custodia de seguridad permanente.

Para la mañana del 17 de septiembre, cada uno de los guerrilleros estaba listo con sus respectivas armas: Armando con un Fal; Ramón con un rifle M-16 y 30 balas en el cargador, más una pistola Browning 9 milímetros. El arma del Capitán Santiago era un RPG-2, la bazooka.

Cuando la caravana de Somoza pasaba por el lugar indicado, uno de los guerrilleros disparo el primer bazucaso pero el arma no funcionó. Otro de los guerrilleros comenzó a disparar obligando a la caravana de Somoza a detenerse. El chofer de Somoza había muerto, y el vehículo irónicamente fue a detenerse frente a la casa donde estaban los guerrilleros. La limosina no era blindada y cada uno de los tiros entró a través de los cristales rotos de la ventanilla de atrás. La escolta de Somoza comenzó a disparar. En ese momento Somoza ya estaba prácticamente muerto, pero un el capitán Santiago (Irurzun) disparo finalmente la bazuca de manera tal que el vehículo de Somoza, que no era blindado, saltó por los aires.

Las fuerzas represivas de Paraguay lograron matar a algunos de los miembros del comando, otros lograron cruzar la frontera y contar la historia. El ajusticiamiento de Somoza Debayle no logró frenar el fenómeno de la contra, pero si produjo una enorme satisfacción entre el pueblo de Nicaragua, especialmente entre los familiares de los asesinados por la dictadura somocista.


Por Clemente Bardales

La Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH) ha ocupado un importante lugar en la historia reciente de Honduras. Creada en 1925, producto de largas luchas, obtuvo su personalidad jurídica en 1952. La FEUH fue un factor clave en las movilizaciones que obtuvieron la autonomía universitaria en 1957, llegando a conquistar en el año 1958 la paridad estudiantil (capacidad de decisión del 50% en los órganos de gobierno de la UNAH), hasta que ésta fue derogada por la reforma del año 2005.

La FEUH estuvo dirigida por un tiempo por corrientes radicales del liberalismo hondureño, hasta el año 1961, cuando el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), ligado al Partido Nacional (PN), tomó el control de esta importante organización.

Del “reformismo militar” al bunker del imperialismo

Honduras vivió un periodo conocido como “reformismo militar”, que se inició con la Junta Militar de 1956-1957, (que otorgó la autonomía universitaria) que fue interrumpido por el efímero gobierno del liberal José Ramón Villeda Morales, y que se reinició nuevamente con el golpe de Estado del general Oswaldo López Arellano, el 3 de octubre de 1963. Posteriormente, el Congreso Nacional, le nombró presidente constitucional, desde el 6 de junio de 1965 hasta el 7 de junio de 1971. La “guerra del Futbol” contra El Salvador, fue la máxima expresión del nacionalismo de los militares. La derrota militar provocó un desprestigio, y la necesidad de recuperarse del golpe sufrido.

Para recomponer su relación con la población, el nuevo gobierno militar adoptó la posición de árbitro, por encima de las eternas disputas entre el Partido Liberal y el Partido Nacional. Fue un giro populista que pretendió modernizar el aparato del Estado, creando nuevas instituciones autónomas como CONADI, COHBANA, COHDEFOR, CDI, HONDUTEL, FINAVI, IHMA, BANASUPRO, EDUCREDITO, con el objetivo de dinamizar el desarrollo del capitalismo en Honduras

En abril de 1971, las elecciones fueron ganadas por Ramón Ernesto Cruz, candidato del Partido Nacional de Honduras resultó ganador, pero el 4 de diciembre de 1972, López Arellano volvió a dar un golpe de Estado, asumiendo el poder nuevamente. En 1975, entró en vigor la Ley de Reforma agraria, para quitar la enorme presión social de los campesinos sin tierra, lo que generó un conflicto con las bananeras. López Arellano fue acusado de recibir sobornos de la United Fruit Compañy, en el marco de un conflicto por el pago de impuestos, lo que obligó a la Junta Militar a destituirlo nombrando al coronel Juan Alberto Melgar Castro como nuevo Jefe de Estado. El reformismo militar estaba llegando a su fin. El 7 de agosto de 1978, se produjo un nuevo golpe de Estado, y la Junta Militar nombró al general Policarpo Paz García como Jefe de Estado. Bajo este gobierno se inició la transición hacia la democracia burguesa.

Antes del triunfo de la revolución nicaragüense en julio de 1979, el imperialismo norteamericano y las oligarquías del área, comenzaron a realizar sutiles cambios con el objetivo de evitar el triunfo de nuevas revoluciones, y la extensión y generalización en Centroamérica.

En Honduras, por su larga frontera con Nicaragua, los cambios fueron inmediatos. Mientras se realizaba una apertura política, es decir, la transformación de la dictadura militar en un régimen democrático burgués, con la convocatoria a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente, y la posterior elección del liberal Roberto Suazo Córdoba en 1982, el mismo tiempo se realizó una operación limpieza, similar a la ejecutada en Argentina y Chile, que dio como resultado la desaparición forzada y aniquilación física de cerca de 200 dirigentes sindicales, populares y estudiantiles.

1981-1984: un periodo de terror

El ejército de Honduras abandonó sus posiciones nacionalistas y se convirtió en agente directo de la política del imperialismo norteamericano en Centroamérica, transformando a Honduras en un bunker del imperialismo. Para evitar el surgimiento de una guerrilla en Honduras, los militares aplicaron las mismas tácticas de contra insurgencia con asesores provenientes de Chile y Argentina. La táctica consistía en desaparecer y asesinar a los dirigentes obreros, campesinos, populares y estudiantiles más destacados, para infundir terror en el resto de la izquierda.

Los organismos involucrados en esta represión selectiva fueron la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), sección de investigación de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), unidad especializada del ejército, que estaba al mando del general Gustavo Álvarez Martínez. También estaba involucrada en la represión, la División de Investigaciones Especiales (DIES), también conocida como Batallón 3-16, unidad de inteligencia militar, encargada de ejecutar los secuestros, torturas y asesinatos de activistas de izquierda.

Los informes posteriores indican que en muchos de los asesinatos se utilizaron a contras nicaragüenses, mercenarios que estaban a la orden de los militares hondureños.

La lucha por el control de la UNAH y la FEUH

Es importante señalar que, a pesar de que las elecciones generales fueron ganadas por el candidato liberal Roberto Suazo Córdoba, existía una corriente del liberalismo que se oponía a la presencia de bases militares norteamericanas y a la utilización del territorio de Honduras como retaguardia del ejército contra.

La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), era un campo de batalla entre el Frente de Reforma Universitaria (FRU) y el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), expresiones políticas de la corriente radical del Partido Liberal, y la corriente ligada al Partido Nacional, respectivamente. El FUUD tuvo su origen en la alianza conformada entre el Frente de Unidad y Revolución Universitaria (FURU), y el Movimiento Universitario Vanguardista (MUV).

Jorge Arturo Reina Idiáquez, siendo militante del FRU fue presidente de la Federación de Estudiantes de Honduras (FEUH) en el periodo 1956-1957 y rector de la UNAH, en el periodo 1973-1979, derrotando la candidatura de Oswaldo Ramos Soto.

En 1961, bajo el contexto favorable de los gobiernos militares, el FURU-MUV, conocido posteriormente como FUUD, logró hacerse del control de la FEUH hasta el año 1969, cuando el liberalismo radical recuperó el control de la FEUH con la presidencia de Ubence Osorio Galo.

Juan Almendares Bonilla fue electo rector de la UNAH, para el periodo 1979-1982, un periodo de intensa agitación revolucionaria y gran actividad del movimiento estudiantil. Bajo este periodo, se produjo una radicalización de la juventud, y surgió en 1980 un nuevo frente estudiantil denominado Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR).

En 1982, Oswaldo Ramos Sotó logró ser electo como rector de la UNAH iniciando un largo periodo de rectores ligados a la cúpula del Partido Nacional. Este proceso fue posible por varios factores: en primer lugar, la represión selectiva contra los dirigentes estudiantiles combativos, la mayoría del liberalismo hondureño colaboró con la instalación de bases militares norteamericanas, y en tercer lugar se produjo un periodo global de reacción, contrario a lo que ocurría en el resto de Centroamérica, aplicando métodos contrarrevolucionarios de eliminación física contra la vanguardia estudiantil y de izquierda

El secuestro y desaparición de Eduardo Becerra Lanza

El secuestro y desaparición del líder estudiantil, José Eduardo Becerra Lanza, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH), coincide con el nombramiento de Oswaldo Ramos Soto como rector de la UNAH. La elección del nuevo rector se inició un periodo de negra reacción dentro de la UNAH y de una ofensiva cruel contra el movimiento estudiantil.

El 22 de julio de 1982 fue detenido el estudiante Juan Ángel Ayes, Tesorero de la FEUH, quien después de 8 días de tortura fue puesto en libertad con la condición que eligiera el exilio en México.

El 1 de agosto de 1982, a las 10 pm, en pleno Centro de Tegucigalpa, en las cercanías de la Farmacia Regis, fue secuestrado José Eduardo Becerra Lanza, dirigente de la FEUH y del FRU. Al momento de su desaparición, Eduardo había comenzado su carrera como docente universitario y cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina.

El 15 de agosto de 1982 fue secuestrado y desaparecido el estudiante universitario y dirigente sindical Félix Martínez Medina, Presidente de la Seccional Nro. 1 del Sindicato de Trabajadores de la UNAH (SITRAUNAH). Una vez desaparecido el principal dirigente de la FEUH, Eduardo Becerra Lanza, y bajo el fantasma de la lucha contra el comunismo, el FUUD tomó el control de la FEUH en las elecciones del 18 de agosto de 1982. El terror contrarrevolucionario continuó contra la vanguardia estudiantil.

El 20 de agosto de 1982 fueron detenidos y desaparecidos los estudiantes universitarios Reinaldo Díaz y Roberto Fino, quienes fueron encontrados muertos en estado de descomposición en las cercanías de Tegucigalpa. Fueron salvajemente asesinados y destrozados sus cadáveres con golpes de hacha.

El 25 de agosto de 1982 fue detenido el estudiante Tomas Aquino, cinco días después fue encontrado su cadáver despedazado por las aves de rapiña cerca de la hacienda y aserradero El Pino en la vieja carretera que conduce a Olancho.

Así asesinaron a Eduardo Becerra Lanza y Félix Martínez

La periodista Linda Drugker, de la Revista The Progressive, publico un extenso reportaje “A contras History” (historia de los contras), el 26 de agosto de 1986. En una de sus partes, está la confesión del contra “Miguel Ángel Pavón”, que fue reproducida como adelanto por el Diario El Tiempo, con fecha 18 de agosto de 1986. Re producimos a continuación el contenido de esa repugnante entrevista:

Una tarde del verano de 1982 recibí una llamada de Alexander Hernández,  Jefe del Escuadrón 3-16, que en ese momento se llamaba Dirección de Investigaciones Especiales (DIES). Me dijo en clave comprensible entre nosotros: “ hay dos paquetes que debes recoger”. Me dirigí al sitio que me indicó, y allí una patrulla me entregó a Félix Martínez y a Eduardo Lanza, con estas órdenes: "Al flaco (Eduardo) desaparecerlo de modo que nadie encuentre jamás su cuerpo; al Grandulón (Félix) dejarlo en campo abierto con heridas tales que ningún comunista que lo vea desee estar en su pellejo".

Por la noche nos dirigimos a la carretera del Sur y en un lugar solitario, nos apeamos del carro para abrir una fosa. Cuando ya estuvo terminada, le ordené a Lanza que se acostara dentro de ella. Este, entonces, me dijo que era dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios y que le diera papel y lápiz para dejarle una nota a su mama. Mi respuesta fue ordenarle a uno de mis compañeros, otro “contra”: “Dispárale, vos”.

Pero mi amigo lo hizo tan mal que el muchacho gritó, por lo que, habiendo algunas casas cercanas, tuve que dispararle yo en la cabeza con una pistola provista de silenciador. Cuando quedó inmóvil, lo cubrimos con cal para evitar el mal olor.

Luego continuamos hasta el sur. Llegamos a la zona de Concepcion de María, y en un sitio que la llaman Las Pintadas, nos detuvimos. Era el turno de Félix Martínez. Le disparamos tres veces en el pecho; después le dimos 69 puñaladas por todas partes del cuerpo, menos en la cara. La orden era que fuera posible identificarlo”.

Honor y gloria

Sus asesinos cumplieron las ordenes al pie de la letra: sus restos nunca han sido encontrados. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) rendimos homenaje a la memoria de Eduardo Becerra Lanza, y demás héroes y mártires secuestrados y masacrados por los verdugos contrarrevolucionarios, y llamamos a las nuevas generaciones a no olvidar lo ocurrido.

Más artículos…

Hemeroteca

Archivo