Por Leonardo Ixim

El 28 de septiembre de 1949 se formó el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) bajo el nombre de Partido Comunista Guatemalteco en un ambiente de libertad política de la revolución democrática de 1944, que entre cuyos principios estaba establecer un clima de libertades y permitir la organización de ligas campesinas, sindicatos y partidos políticos de izquierda, a diferencia del clima autoritario de la dictadura de Jorge Ubico, que la revolución derrocó.

El PGT retomó la bandera de los partidos comunistas a nivel mundial, ya en ese tiempo bajo la influencia estalinista y la tradición de los primeros partidos comunistas centroamericanos, el Partido Comunista Guatemalteco fundado en 1921 y el Partido Comunista Centroamericano -conformado por militantes marxistas Centroamérica en Guatemala-  fundado en 1922,  ambos golpeados por la represión de los distintos gobiernos de la década de los veintes y la dictadura ubiquista implementada desde 1931.

El nacimiento y los balances a partir de la contrarrevolución

El contingente que lo fundó provenía del Partido de Acción Revolucionaria, que era una de las agrupaciones que sostenían a los gobiernos revolucionarios. En su fundación se generó mucho debate si aparecía públicamente o no, pues  el presidente Arévalo era contrario a los comunistas y de hecho el partido recibió su legalización hasta 1952, ya en el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, bajo PGT. Este intervino en la creación de Central General de Trabajadores de Guatemala, los comités agrarios locales a partir de la implementación de la reforma agraria (decreto 900) y algunos de sus dirigentes serán confidentes del presidente Arbenz.

La naturaleza de la revolución por su carácter democrático, además de las orientaciones del estalinismo que propugnaba por el desarrollo del capitalismo y la creación de una “burguesía nacional” tesis que habían sido cuestionadas por José María Mariátegui y Farabundo Martí, llevo al PGT  a confiar -al igual que a Arbenz- en el  ejército, el régimen político en su conjunto y en que la burguesía industrial y comercial naciente iba a defender la revolución.

Esto lo desarmó políticamente para enfrentar la contrarrevolución  e invasión, promovida por el gobierno de Eisenhower, la vernácula oligarquía y los partidos conservadores. Se instauró con métodos de guerra civil, la persecución y aniquilamiento de todo el engranaje revolucionario.

El PGT por ende y toda la organización sindical y campesina que promovía, fue duramente golpeado, llevándolo a la clandestinidad, situación para la que no estuvo preparado; sin embargo para  1956, a partir del exilio de la dirigencia en México, se empieza a reconstruir las estructuras partidarias. En 1958 la población respalda al militar anti-comunista Idígoras Fuentes quien había sido despojado de su triunfo electoral por el liberacionismo , pretendiendo mantenerse en el gobierno. Es decir, hubo quiebres en las alas del anti-comunismo que el PGT pretendió aprovechar, exigiendo al gobierno de Idígoras, que asume en 1959, mayores libertades democráticas, política influida además por XV congreso del PCUS tras la muerte de Stalin orientando a la denominada “convivencia pacífica” entre la URSS y EU.

Pero con el triunfo de la revolución cubana en 1960 y la sublevación de oficiales medios imbuidos del sentimiento revolucionario aun, al interior del ejército, que tras un intento de golpe de Estado fallido, su exilio a países vecinos y su posterior ingreso para organizar la primera guerrilla el Movimiento 13 de Noviembre (M-13), el gobierno ydigorista acentuará la represión y la persecución a la  organización popular que existió en sus primeros años.

Ese año el PGT realizó su tercer congreso -el segundo desde la contrarrevolución- donde hace un balance de su actuación y aunque se cuestiona su política con respecto a la confianza hacia la “burguesía nacional” y a la institucionalidad del Estado. Mantuvo durante toda su vida hasta su disolución en 1995, que la naturaleza de la revolución guatemalteca debe ser patriótica, democrática y anti-feudal;  similar a la tesis estalinista de alianza con la burguesía nacionalista. Similar a la “nueva democracia“ del  maoísmo, donde la revolución es obra de la alianzas entre obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía patriótica.

El debate sobre la lucha armada

El fraude en las elecciones municipales de 1962, la galopante corrupción del gobierno ydigorista y la falta de hegemonía dentro del bloque dominante, desgastaba al régimen. Así, entre marzo y abril de 1962 se dan las jornadas pre-insurreccionales en que estudiantes, obreros y pobladores se lanzan a las calles, pero son desmontadas por una política conciliatoria impulsada por el PGT, el Partido Unidad Revolucionaria conformada por ex miembros del Partido Revolucionario (PR) y la naciente Unidad Revolucionaria Democrática, (URD) de militantes expulsados del PR. Este último fue un partido fundado en 1956 por dos pequeños grupos  quienes habían sido parte del engranaje revolucionario, pero rápidamente adquirió un carácter anti-comunista y estuvo sacudido por una serie de desprendimientos hacia su izquierda, sobre todo.

Otra de las causas del desmontaje de la lucha de masas fue que los partidos de centro-izquierda como la URD, PUR con el apoyo del PGT le apostaban a las elecciones de 1963, mientras que otro buen número de grupos y partidos arevalistas esperaba la candidatura del ex presidente presumiéndose arrasadora, que para ese momento había negado su pasado revolucionario y miraba con simpatía la política exterior de Kennedy. Pese a esto, el ministro de defensa del gobierno de ese momento Enrique Peralta Azurdia con el apoyo gringo dan un golpe de estado en febrero de 1963 de carácter preventivo y contra-insurgente, figurando como en toda la región el papel de las fuerzas armadas asumiendo el poder y militarizando los Estados.

Meses antes se forman las primeras Fuerzas Armadas Rebeldes, conformada por los destacamentos de militares alzados dirigidos por Yon Sosa, Turcios Lima, Trejo Esquivel, Loarca Argueta del M-13; además de Movimiento 12 de abril formado por elementos radicalizados del estudiantado de media y universitaria, de sus organizaciones Fuego y AEU respectivamente;  y elementos del PGT y su Juventud Patriótica del Trabajo (JPT). Aquí salta un debate que sobre todo la JPT impulsa acerca de adoptar la lucha armada, pero sin definir claramente bajo que método y con la experiencia del primer intento de iniciarla con el Destacamento 20 de Octubre o la guerrilla de Concua, lugar donde fuera aniquilada en 1961. Posteriormente los elementos comunistas de la guerrilla se aglutinaron en el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, en honor a un estudiante de secundaria asesinado.

El debate de la lucha armada en el seno del PGT llevó en 1962 al desplazamiento de la línea que  en sintonía con las orientaciones de Moscú  de no usar métodos violentos y la vinculada a la lucha de masas de forma legal, fuera desplazada por elementos nuevos de la juventud. Saliendo líderes históricos como el intelectual Alfredo Guerra Borges o el líder sindical Víctor Manuel Gutiérrez y entrando Cesar Montes, Rolando Ramírez que después se separarían del partido formando ejércitos guerrilleros y otros como Oscar Vargas Foronda, Leonardo Castillo Johnson, etc.

El PGT asume la fantasmagórica postura de impulsar “todas las formas de luchas”, aunque las condiciones de la clandestinidad entorpecían la lucha social y organizativa,  el cierre de espacios tras el golpe de Estado del 1963 imposibilitaba la lucha electoral, mientras que la lucha armada no terminaba de definirse la forma, tanto en el seno del PGT-JPT, las FAR y el MR-13, con el predominio del foquismo, pero ya figurando otras concepciones relacionadas a lo prolongado o no de la guerra. Esto se vio claro en los debates en los distintos comités centrales y en el IV congreso de 1965. El papel de los posadistas, una corriente guerrillerista que se reclamaba del trotskismo, en el MR-13 generaría más debates en el seno del movimiento revolucionario.

El posadismo y su Partido Obrero Revolucionario, influyó a Marco Antonio Yon Sosa para que convirtiera al MR-13 en un partido revolucionario y centrara el carácter de la revolución en la alianza obrero-campesino; estos  trotskistas, a diferencia de otras corrientes, consideraban la lucha armada como principal. Cuestionaban al PGT por su reformismo a partir de su política de  cuatro clases, lo cual fue respondido por este, de que los trotskistas eran divisionistas y demagogos. Este debate influyó en Fgei que cuestionaba a la dirección del PGT de no apoyar totalmente la lucha armada, cuestionando a los posadistas de igual manera, pero aceptando que la revolución debía ser obrero y campesina. El MR-13 y Yon Sosa terminó de distanciarse de las FAR y Turcios Lima, que dirigía el Fgei,  mantuvo su alianza con el PGT, en 1965 se crea un comando único entre estos logrando establecer las segundas FAR.

Estos, junto el MR-13 aumentarían su radio de acción de el oriente a varios departamentos en el norte, sur, sur-occidente y algunos de occidente. Sin embargo la decisión del CC del PGT de llamar a votar por Julio Cesar Méndez Montenegro del PR, buscando una salida negociada a la guerra,  dividiría a las FAR y al mismo PGT, pese a que el PGT trataría de establecer otro contingente guerrillero, el Fuerzas Armadas Revolucionarios de corta duración. En 1966 tras las reuniones de la tricontinental en La Habana, la burocracia cubana  obligó a Yon Sosa a expulsar a los posadistas manteniéndose partidario de la revolución socialista y cercano a la línea china.

Continuará


Por Melchor Benavente

El mes de septiembre tiene un significado especial para los nicaragüenses. Se celebra la independencia de Centroamérica, proclamada el 15 de septiembre de 1821. También se celebra la Batalla de San Jacinto, la única que las tropas nicaragüenses ganaron en la guerra centroamericana contra los filibusteros de William Walker, el 14 de septiembre de 1856.

Pero pasa desapercibida dos fechas importantes: el 21 de septiembre de 1856, cuando el héroe Rigoberto Lopez Pere se inmoló para ajusticiar al tirano Anastasio “Tacho” Somoza García, el fundador de la dinastía somocista. Pero también su hijo, Anastasio “Tachito” Somoza Debayle fue ajusticiado un 17 de septiembre de 1980. La dinastía se inició con un Tacho y terminó con el otro Tacho, ambos ajusticiados en el mes de septiembre.

El inicio de la dinastía somocista

Después del derrocamiento del dictador liberal José Santos Zelaya en 1911, bajo la ocupación militar norteamericana, Nicaragua entró en una larga guerra civil entre liberales y conservadores. En el año 1927, tras el Pacto del Espino Negro, el ejército liberal entregó las armas bajo el acuerdo que el próximo presidente sería José María Moncada (1929-1933). El general Sandino se opuso al acuerdo e inicio una guerra de guerrillas que termino en 1933, cuando asumió la presidencia un liberal moderado, Juan Bautista Sacasa.

Mientras Sandino negociaba la paz, las tropas norteamericanas ya habían entrenado a la Guardia Nacional (GN), un supuesto ejército apartidista dirigido por Anastasio Somoza García, un verdadero desconocido que pronto estuvo en las alturas del poder. Somoza comprendió el poder dual que significaba la guerrilla campesina de Sandino, y por eso conspiró para asesinarle, hecho que ocurrió el 21 de febrero de 1934, el primer paso para acabar con la guerrilla

Somoza García logró montar un consenso libero-conservador, y después de múltiples maniobras y jugadas políticas, dio un golpe de Estado a su tío, el presidente Juan Bautista Sacasa, el 9 de junio de 1936. Le sucedió Carlos Brenes Jarquin, quien mantuvo el pode de manera interina, mientras se realizaban las elecciones que permitió a Anastasio Somoza García ascender a la presidencia de la republica el 1 de enero de 1937. Llevando dos años de gobierno convocó a una Asamblea Constituyente para redactar la Constitución que finalmente fue aprobada en 1939, pero hizo una jugada maestra: la Constituyente aprobó una Ley el 17 de agosto de 1938, que le permitía al presidente actual terminar su periodo hasta el año 1947, es decir, se recetó de entrada los primeros 10 años continuos en el poder.

Dictadura y fortuna

Para montar su dictadura, Somoza García no solo tenía el apoyo de Estados Unidos, sino de un ala del Partido Conservador, al que incorporó a la gestión de gobierno, repartiendo un 40% del control de las instituciones.

En ese periodo Somoza García acumuló una fortuna que llego a ser valorada en 500 millones de dólares de la época. Utilizaba el dinero del Ferrocarril de Nicaragua para pagar las planillas de sus empresas. No confiscaba, sino que obligaba que el vendieran a precios baratos las propiedades que escogía. Exigía un tributo de un centavo y medio por libra de ganado exportado. Obligaba a diversas industrias a pagar contribuciones forzosas. Todos los empleados estatales debían de aportar el cinco por ciento de sus salarios al partido liberal.

Para continuar en el poder convocó a una nueva Constituyente en 1948, con el apoyo de un ala minoritaria del Partido Conservador, pero como el acuerdo no funcionaba, se vio obligado a un nuevo a establecer otro acuerdo con el ala mayoritaria del conservatismo, en lo que se conoció como el Pacto de los Generales (Somoza y Chamorro) que aprobó la Constitución de 1950, que le dio chance de presentarse nuevamente como candidato presidencial y ganar las elecciones para el periodo 1950-1956,

El ajusticiamiento de Somoza García

Somoza García decidió, en la ciudad de León, proclamar su aspiración a un nuevo periodo presidencial en un baile popular en la Casa del Obrero. Lo que no sabía Somoza es que un grupo de jóvenes del Partido Liberal Independiente (PLI), que había surgido como una escisión del liberalismo contra el somocismo, habían montado una conspiración para ejecutarlo. Ellos eran Rigoberto López Pérez, Edwin Castro, Ausberto Narváez y Cornelio Silva.

Rigoberto Lopez Pérez había estado entrenándose en solitario para cumplir su misión.  Disfrazado de mesero, logró burlar el anillo de seguridad de Somoza, y mientras este bailaba mambo (“que rico el mambo”), Rigoberto se le acercó y bajo la bandeja para servir tragos de whisky llevaba el revólver calibre 38, Smith and Wesson, con balas que llevaban cianuro en la punta. El plan era dispararle y apagar la luz, para permitir la huida. Rigoberto hizo su parte, se acercó como a 6 metros y disparó 6 balas. Somoza respondió enojado: “que has hecho hijo de puta” y cayo herido.

Las luces no se apagaron, porque los otros miembros de la conspiración ya habían sido capturados. Los escoltas de Somoza dispararon incansablemente más de 54 balazos contra Rigoberto, matándolo instantáneamente.

Somoza no murió inmediatamente, entró en coma, y sus hijos decidieron llevarlo a un hospital de una base militar en el Canal de Panamá, porque no confiaban en los médicos nicaragüenses. El presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, mando un equipo de médicos para que lo atendieran, pero Somoza finalmente murió el 29 de septiembre de 1956.

El somocismo desató una feroz represión contra los opositores. Su hijo, Luis Somoza Debayle, como presidente del Congreso, le sucedió en el poder. La dictadura somocista logró mantenerse hasta el 19 de Julio de 1979, cuando fue derrocada por una insurrección popular bajo la conducción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)

La huida de Tachito

Luis Somoza termino su periodo presidencial en 1963, entregó el poder a René Schick. En 1967, después de la masacre del 22 de enero, Anastasio Somoza Debayle asumió la banda presidencial hasta 1972. En el periodo 1972-1974 se convocó a una Asamblea Constituyente para burlar la prohibición de reelección. En 1974 Somoza Debayle fue elegido presidente nuevamente, hasta la insurrección de 1979. Somoza Debayle huyó de Nicaragua el 17 de Julio de 1979, su huida es celebrada todavía en Nicaragua, como el “día de la alegría”

Somoza Bebayle intentó refugiarse en Estados Unidos, pero la administración Carter le negó la entrada porque este no había contribuido a una política de apertura y negociaciones que impidiera una revolución. Somoza Debayle tuvo que refugiarse en Paraguay, gobernada por el dictador Alfredo Stroessner, el único país que le ofreció asilo.

La Dirección Nacional del FSLN en el poder comprendió perfectamente que la existencia del general Somoza Debayle con vida, era un grave peligro como persona capaz de nuclear una contrarrevolución. Por ello, aunque no está documentado, alentó la formación de un comando que le ejecutase.

El ajusticiamiento de Somoza Debayle

Somoza Debayle se asentó en Asunción, capital del Paraguay. La presencia de nicaragüenses hubiese sido detectada rápidamente por las autoridades, por ello se recurrió a la solidaridad de guerrilleros argentinos, provenientes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)- Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las principales guerrillas de argentina. El comando encargado de ejecutar a Somoza Debayle había combatido en el Frente Sur, en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, en los años 1978 y 1979.

Somoza vivía en la Avenida Marisca López en Asunción. Cada vez que aparecía en la ciudad en un limosina con chofer, lo acompañaba invariablemente un Ford Falcon rojo con cuatro guardaespaldas adentro. Una vez localizada la vivienda de Somoza, el comando compuestos por guerrilleros argentinos alquiló una casa en Avenida España, a nombre del cantante español Julio Iglesias.

El jefe del comando era “Ramón”, seudónimo de Enrique Gorriarán Merlo, conocido entre la guerrilla nicaragüense como el “Pelado”, quien años después encabezaría un ataque militar el cuartel de La Tabalada, en Argentina, en 1989, fue condenado a cadena perpetua, indultado en el año 2003, muriendo posteriormente en 2006.

La avenida por donde transitaba Somoza era muy despajada. Para observar sus movimientos, tuvieron que comprar un Kiosco para vender periódicos, y desde ahí observar sus movimientos

A pesar de sus movimientos imprevistos, los guerrilleros lograron ubicar una rutina: “siempre salía de su casa en el Mercedes Benz, continuaba recto por la Avenida España, en vez de doblar a un lado o al otro, en la intersección donde estaban los semáforos”.

Luego rentaron una casa por donde Somoza pasaba habitualmente, por espacio de tres meses a $4,500 dólares. Era una zona de alto riesgo, a 400 metros estaba el Estado Mayor del Ejército, a 300 metros la Embajada Norteamericana. Enfrente de la casa de Stroessner había una custodia de seguridad permanente.

Para la mañana del 17 de septiembre, cada uno de los guerrilleros estaba listo con sus respectivas armas: Armando con un Fal; Ramón con un rifle M-16 y 30 balas en el cargador, más una pistola Browning 9 milímetros. El arma del Capitán Santiago era un RPG-2, la bazooka.

Cuando la caravana de Somoza pasaba por el lugar indicado, uno de los guerrilleros disparo el primer bazucaso pero el arma no funcionó. Otro de los guerrilleros comenzó a disparar obligando a la caravana de Somoza a detenerse. El chofer de Somoza había muerto, y el vehículo irónicamente fue a detenerse frente a la casa donde estaban los guerrilleros. La limosina no era blindada y cada uno de los tiros entró a través de los cristales rotos de la ventanilla de atrás. La escolta de Somoza comenzó a disparar. En ese momento Somoza ya estaba prácticamente muerto, pero un el capitán Santiago (Irurzun) disparo finalmente la bazuca de manera tal que el vehículo de Somoza, que no era blindado, saltó por los aires.

Las fuerzas represivas de Paraguay lograron matar a algunos de los miembros del comando, otros lograron cruzar la frontera y contar la historia. El ajusticiamiento de Somoza Debayle no logró frenar el fenómeno de la contra, pero si produjo una enorme satisfacción entre el pueblo de Nicaragua, especialmente entre los familiares de los asesinados por la dictadura somocista.


Por Clemente Bardales

La Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH) ha ocupado un importante lugar en la historia reciente de Honduras. Creada en 1925, producto de largas luchas, obtuvo su personalidad jurídica en 1952. La FEUH fue un factor clave en las movilizaciones que obtuvieron la autonomía universitaria en 1957, llegando a conquistar en el año 1958 la paridad estudiantil (capacidad de decisión del 50% en los órganos de gobierno de la UNAH), hasta que ésta fue derogada por la reforma del año 2005.

La FEUH estuvo dirigida por un tiempo por corrientes radicales del liberalismo hondureño, hasta el año 1961, cuando el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), ligado al Partido Nacional (PN), tomó el control de esta importante organización.

Del “reformismo militar” al bunker del imperialismo

Honduras vivió un periodo conocido como “reformismo militar”, que se inició con la Junta Militar de 1956-1957, (que otorgó la autonomía universitaria) que fue interrumpido por el efímero gobierno del liberal José Ramón Villeda Morales, y que se reinició nuevamente con el golpe de Estado del general Oswaldo López Arellano, el 3 de octubre de 1963. Posteriormente, el Congreso Nacional, le nombró presidente constitucional, desde el 6 de junio de 1965 hasta el 7 de junio de 1971. La “guerra del Futbol” contra El Salvador, fue la máxima expresión del nacionalismo de los militares. La derrota militar provocó un desprestigio, y la necesidad de recuperarse del golpe sufrido.

Para recomponer su relación con la población, el nuevo gobierno militar adoptó la posición de árbitro, por encima de las eternas disputas entre el Partido Liberal y el Partido Nacional. Fue un giro populista que pretendió modernizar el aparato del Estado, creando nuevas instituciones autónomas como CONADI, COHBANA, COHDEFOR, CDI, HONDUTEL, FINAVI, IHMA, BANASUPRO, EDUCREDITO, con el objetivo de dinamizar el desarrollo del capitalismo en Honduras

En abril de 1971, las elecciones fueron ganadas por Ramón Ernesto Cruz, candidato del Partido Nacional de Honduras resultó ganador, pero el 4 de diciembre de 1972, López Arellano volvió a dar un golpe de Estado, asumiendo el poder nuevamente. En 1975, entró en vigor la Ley de Reforma agraria, para quitar la enorme presión social de los campesinos sin tierra, lo que generó un conflicto con las bananeras. López Arellano fue acusado de recibir sobornos de la United Fruit Compañy, en el marco de un conflicto por el pago de impuestos, lo que obligó a la Junta Militar a destituirlo nombrando al coronel Juan Alberto Melgar Castro como nuevo Jefe de Estado. El reformismo militar estaba llegando a su fin. El 7 de agosto de 1978, se produjo un nuevo golpe de Estado, y la Junta Militar nombró al general Policarpo Paz García como Jefe de Estado. Bajo este gobierno se inició la transición hacia la democracia burguesa.

Antes del triunfo de la revolución nicaragüense en julio de 1979, el imperialismo norteamericano y las oligarquías del área, comenzaron a realizar sutiles cambios con el objetivo de evitar el triunfo de nuevas revoluciones, y la extensión y generalización en Centroamérica.

En Honduras, por su larga frontera con Nicaragua, los cambios fueron inmediatos. Mientras se realizaba una apertura política, es decir, la transformación de la dictadura militar en un régimen democrático burgués, con la convocatoria a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente, y la posterior elección del liberal Roberto Suazo Córdoba en 1982, el mismo tiempo se realizó una operación limpieza, similar a la ejecutada en Argentina y Chile, que dio como resultado la desaparición forzada y aniquilación física de cerca de 200 dirigentes sindicales, populares y estudiantiles.

1981-1984: un periodo de terror

El ejército de Honduras abandonó sus posiciones nacionalistas y se convirtió en agente directo de la política del imperialismo norteamericano en Centroamérica, transformando a Honduras en un bunker del imperialismo. Para evitar el surgimiento de una guerrilla en Honduras, los militares aplicaron las mismas tácticas de contra insurgencia con asesores provenientes de Chile y Argentina. La táctica consistía en desaparecer y asesinar a los dirigentes obreros, campesinos, populares y estudiantiles más destacados, para infundir terror en el resto de la izquierda.

Los organismos involucrados en esta represión selectiva fueron la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), sección de investigación de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), unidad especializada del ejército, que estaba al mando del general Gustavo Álvarez Martínez. También estaba involucrada en la represión, la División de Investigaciones Especiales (DIES), también conocida como Batallón 3-16, unidad de inteligencia militar, encargada de ejecutar los secuestros, torturas y asesinatos de activistas de izquierda.

Los informes posteriores indican que en muchos de los asesinatos se utilizaron a contras nicaragüenses, mercenarios que estaban a la orden de los militares hondureños.

La lucha por el control de la UNAH y la FEUH

Es importante señalar que, a pesar de que las elecciones generales fueron ganadas por el candidato liberal Roberto Suazo Córdoba, existía una corriente del liberalismo que se oponía a la presencia de bases militares norteamericanas y a la utilización del territorio de Honduras como retaguardia del ejército contra.

La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), era un campo de batalla entre el Frente de Reforma Universitaria (FRU) y el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), expresiones políticas de la corriente radical del Partido Liberal, y la corriente ligada al Partido Nacional, respectivamente. El FUUD tuvo su origen en la alianza conformada entre el Frente de Unidad y Revolución Universitaria (FURU), y el Movimiento Universitario Vanguardista (MUV).

Jorge Arturo Reina Idiáquez, siendo militante del FRU fue presidente de la Federación de Estudiantes de Honduras (FEUH) en el periodo 1956-1957 y rector de la UNAH, en el periodo 1973-1979, derrotando la candidatura de Oswaldo Ramos Soto.

En 1961, bajo el contexto favorable de los gobiernos militares, el FURU-MUV, conocido posteriormente como FUUD, logró hacerse del control de la FEUH hasta el año 1969, cuando el liberalismo radical recuperó el control de la FEUH con la presidencia de Ubence Osorio Galo.

Juan Almendares Bonilla fue electo rector de la UNAH, para el periodo 1979-1982, un periodo de intensa agitación revolucionaria y gran actividad del movimiento estudiantil. Bajo este periodo, se produjo una radicalización de la juventud, y surgió en 1980 un nuevo frente estudiantil denominado Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR).

En 1982, Oswaldo Ramos Sotó logró ser electo como rector de la UNAH iniciando un largo periodo de rectores ligados a la cúpula del Partido Nacional. Este proceso fue posible por varios factores: en primer lugar, la represión selectiva contra los dirigentes estudiantiles combativos, la mayoría del liberalismo hondureño colaboró con la instalación de bases militares norteamericanas, y en tercer lugar se produjo un periodo global de reacción, contrario a lo que ocurría en el resto de Centroamérica, aplicando métodos contrarrevolucionarios de eliminación física contra la vanguardia estudiantil y de izquierda

El secuestro y desaparición de Eduardo Becerra Lanza

El secuestro y desaparición del líder estudiantil, José Eduardo Becerra Lanza, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH), coincide con el nombramiento de Oswaldo Ramos Soto como rector de la UNAH. La elección del nuevo rector se inició un periodo de negra reacción dentro de la UNAH y de una ofensiva cruel contra el movimiento estudiantil.

El 22 de julio de 1982 fue detenido el estudiante Juan Ángel Ayes, Tesorero de la FEUH, quien después de 8 días de tortura fue puesto en libertad con la condición que eligiera el exilio en México.

El 1 de agosto de 1982, a las 10 pm, en pleno Centro de Tegucigalpa, en las cercanías de la Farmacia Regis, fue secuestrado José Eduardo Becerra Lanza, dirigente de la FEUH y del FRU. Al momento de su desaparición, Eduardo había comenzado su carrera como docente universitario y cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina.

El 15 de agosto de 1982 fue secuestrado y desaparecido el estudiante universitario y dirigente sindical Félix Martínez Medina, Presidente de la Seccional Nro. 1 del Sindicato de Trabajadores de la UNAH (SITRAUNAH). Una vez desaparecido el principal dirigente de la FEUH, Eduardo Becerra Lanza, y bajo el fantasma de la lucha contra el comunismo, el FUUD tomó el control de la FEUH en las elecciones del 18 de agosto de 1982. El terror contrarrevolucionario continuó contra la vanguardia estudiantil.

El 20 de agosto de 1982 fueron detenidos y desaparecidos los estudiantes universitarios Reinaldo Díaz y Roberto Fino, quienes fueron encontrados muertos en estado de descomposición en las cercanías de Tegucigalpa. Fueron salvajemente asesinados y destrozados sus cadáveres con golpes de hacha.

El 25 de agosto de 1982 fue detenido el estudiante Tomas Aquino, cinco días después fue encontrado su cadáver despedazado por las aves de rapiña cerca de la hacienda y aserradero El Pino en la vieja carretera que conduce a Olancho.

Así asesinaron a Eduardo Becerra Lanza y Félix Martínez

La periodista Linda Drugker, de la Revista The Progressive, publico un extenso reportaje “A contras History” (historia de los contras), el 26 de agosto de 1986. En una de sus partes, está la confesión del contra “Miguel Ángel Pavón”, que fue reproducida como adelanto por el Diario El Tiempo, con fecha 18 de agosto de 1986. Re producimos a continuación el contenido de esa repugnante entrevista:

Una tarde del verano de 1982 recibí una llamada de Alexander Hernández,  Jefe del Escuadrón 3-16, que en ese momento se llamaba Dirección de Investigaciones Especiales (DIES). Me dijo en clave comprensible entre nosotros: “ hay dos paquetes que debes recoger”. Me dirigí al sitio que me indicó, y allí una patrulla me entregó a Félix Martínez y a Eduardo Lanza, con estas órdenes: "Al flaco (Eduardo) desaparecerlo de modo que nadie encuentre jamás su cuerpo; al Grandulón (Félix) dejarlo en campo abierto con heridas tales que ningún comunista que lo vea desee estar en su pellejo".

Por la noche nos dirigimos a la carretera del Sur y en un lugar solitario, nos apeamos del carro para abrir una fosa. Cuando ya estuvo terminada, le ordené a Lanza que se acostara dentro de ella. Este, entonces, me dijo que era dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios y que le diera papel y lápiz para dejarle una nota a su mama. Mi respuesta fue ordenarle a uno de mis compañeros, otro “contra”: “Dispárale, vos”.

Pero mi amigo lo hizo tan mal que el muchacho gritó, por lo que, habiendo algunas casas cercanas, tuve que dispararle yo en la cabeza con una pistola provista de silenciador. Cuando quedó inmóvil, lo cubrimos con cal para evitar el mal olor.

Luego continuamos hasta el sur. Llegamos a la zona de Concepcion de María, y en un sitio que la llaman Las Pintadas, nos detuvimos. Era el turno de Félix Martínez. Le disparamos tres veces en el pecho; después le dimos 69 puñaladas por todas partes del cuerpo, menos en la cara. La orden era que fuera posible identificarlo”.

Honor y gloria

Sus asesinos cumplieron las ordenes al pie de la letra: sus restos nunca han sido encontrados. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) rendimos homenaje a la memoria de Eduardo Becerra Lanza, y demás héroes y mártires secuestrados y masacrados por los verdugos contrarrevolucionarios, y llamamos a las nuevas generaciones a no olvidar lo ocurrido.


Por Leonardo Ixim

El golpe de Estado del 27 de junio de 1954 contra el presidente Jacobo Arbenz Guzmán, fue la consumación de la trama contrarrevolucionaria que inició durante el gobierno de Juan José Arévalo, organizada por las fuerzas de la oligarquía latifundista, que habían sido desplazadas del poder formal tras la revolución de octubre de 1944, en coordinación y con el apoyo del gobierno estadunidense.

El Escenario Internacional

Recordemos que la revolución de 1944 que había derrocado al dictador Jorge Ubico y a su continuador Federico Ponce Vaides, tras la renuncia del primero después de una revuelta civil. Sin embargo, el mantenimiento del ubiquismo pero sin Ubico, para las amplias mayorías era una burla, es así que varios oficiales jóvenes del ejército se alzan contra Ponce, con el apoyo de la población civil, que acudió a los cuarteles ubicados en la capital a pedir armas, movilizándose soldados y civiles contra la continuación de la dictadura.

Esa fue una época que no terminaba de saldarse con el conflicto interimperialista como telón de fondo, las dos guerras mundial, de revoluciones e insurrecciones en México, China, Chile, Alemania, Hungría, Cuba, España las mayoría fallidas  y ni que decir la gran revolución socialista soviética con la instauración del primer gobierno del proletariado en la historia de la humanidad.

Mientras en Centroamérica, en El Salvador con el derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez, las huelgas generales de Costa Rica en 1936 y Honduras en 1954, efectivamente contra la United Frui Company y Chiquita Brand, que iniciaron los respectivos obreros bananeros.

Se había delineado el reparto del mundo entre Estados Unidos, Reino Unido y la URSS, tras las cumbres de Yalta, Teherán y Postdam. La Unión Soviética y EU salieron victoriosos de la contienda   y cada quien tenía su área de influencia, estableciéndose un congelamiento entre estos grandes polos denominado “guerra fría”, donde cada quien defendía sus espacios estratégicos; claro, sin desaparecer totalmente las tensiones que pudieron haber terminado en un conflicto termo-nuclear.

Surge así, el argumento de la “amenaza comunista”, reflejo de la ideología anti-comunista, una mezcolanza de fascismo, cristianismo y republicanismo elitista, que para los años 50s ya no  solo se limitaba a partidos comunistas, sino incluía todos aquellos actores de las clases trabajadoras dispuestos a cambiar el capitalismo y el orden neo-colonial.

El anti-comunismo fue usado para desprestigiar a la revolución guatemalteca, y Guatemala era considerada la cabeza de playa de avanzada del “comunismo”. Pero la amenaza venía del  verdadero carácter de la revolución, entretejido bajo la dialéctica entre lo nacional-popular del  proyecto de expropiación de los grandes latifundios improductivos, especialmente los que estaban en control de la United Fruit Company (UFCO), importantes conquistas como la autonomía universitaria, la creación del seguro social, las amplias libertades para la población y los trabajadores para conformar partidos y sindicatos, el Código de Trabajo que ampara en derechos laborales y sindicales, entre otras; y lo democrático-burgués, donde en la mente de los militares y civiles, el objetivo era desarrollar el capitalismo bajo una forma autóctona

Guatemala, un mal ejemplo

La oposición anti-comunista, en consonancia con la iglesia católica, usó todo tipo de artimañas para atentar contra la revolución de octubre. Buscó realizar movilizaciones sin ningún tipo de arraigo en las masas, participaron en elecciones en 1945 y 1951 y fueron estrepitosamente derrotados, y realizaron intentonas de cuartelazos, sin éxito. El asesinato del coronel Carlos Arana Osorio -miembro de la junta revolucionaria de gobierno de 1945 que derrotó a Ponce, junto a Arbenz y el civil Guillermo Torriello- quien representaba el ala reaccionaria del ejército, fue la excusa perfecta que los contrarrevolucionarios usaron.

El carácter popular se profundiza cuando Arbenz es electo presidente en 1951, con el proceso de reforma agraria aprobado por el Congreso en 1953. Ya en el gobierno de Arévalo se había eliminado, aunque en el plano formal y legal, la figura del peonaje por deudas y el colonaje, elementos que caracterizaron la incorporación de Guatemala a la división internacional del trabajo capitalista, por medio del café. La reforma agraria no fue una reforma de carácter socialista, sino  democrática, consistiendo solamente expropiar los grandes feudos improductivos y gravarlos con impuestos.

Los primeros en ser afectados fueron los grandes finqueros. El otro actor afectado fue la poderosísima Ufco, con tierras en todos los países del Centroamérica y el Caribe, y cuyos altos accionistas eran funcionarios del gobierno republicano de Dwight Eisenhower, empezando por los hermanos Allan y John Foster Dulles, este último secretario de Estado. La UFCO también fue propietaria de la llamada flota blanca que transportaba por el Mar Caribe la producción de bananos hacia los puertos del Golfo de México. Fue también propietaria de la Internacional Railway of Central América con ramificaciones en Honduras, Guatemala y El Salvador y de la Electric Bonds and Share, encargada de distribuir electricidad en los centros urbanos de Guatemala.

La construcción de la carretera al Atlántico, del Puerto de Santo Tomas de Castilla y  de la represa Jurun Marinala para proveer energía eléctrica, afectaba el monopolio de la UFCO. Pero sobre todo lo que asustaba tanto a la clase oligárquica como al imperialismo, no era ni la expropiación, ni mucho menos la competencia en el plano económico, sino cuestionamiento de los grandes monopolios y el “mal ejemplo” que se daba a los otros países latinoamericanos. Por abajo, la misma revolución encendió la mecha para que los campesinos aglutinados o no en los Comités Agrarios, junto a las huelgas sindicales, crearan dos grandes confederaciones, una de trabajadores y otra de campesinos, que rebasaban la capacidad de acción del gobierno y los partidos gubernamentales.

Una pléyade de fuerzas de centro-izquierda, entre los que sobresalían el Partido de Acción Revolucionaria, el Frente Popular Libertador y el Partido Guatemalteco del Trabajo, (comunista) heredero del primer partido comunista fundado en 1921, así como el mismo presidente Arbenz y sus cercanos colaboradores, tenían confianza en las instituciones del Estado, sobre todo el ejército, que si bien habían pasado por profundas reformas, seguían siendo capitalistas. El PGT por su parte, influido por la tesis estalinista de la revolución por etapas, consideraba a la naciente pequeña-burguesía industrial como aliada en la revolución, sector que se quedó callado o apoyó la invasión gringa.

La agresión contra la revolución

En la X conferencia Panamericana de Caracas en marzo de 1954, se impuso la tesis de que Guatemala era una amenaza para el hemisferio por la presencia comunista y solamente Uruguay apoyó la postura del canciller Guillermo Toriello, absteniéndose Argentina (un año después se derrocaba al general Perón que mostró algún tipo de nacionalismo) y México. Los medios de prensa estadounidenses, que por su parte venían creando condiciones en la opinión gringa para apoyar una invasión, arrecian su campaña. A eso se agrega que a nivel interno la jerarquía católica usa la figura del Cristo de Esquipulas, que recorriendo con la figura por todo el país insufla los ánimos clericales de sectores que se estaban creyendo la campaña contra-revolucionaria.

La invasión militar fue corta y podía haber sido fácilmente derrotada, pero lo que pesó fue la traición y el desánimo del alto mando. La CIA armó la operación Pbsuccess, encontrando a un ex militar aranista, Carlos Castillo Armas, para dirigir al Ejército de Liberación Nacional, unificando la oposición anti-comunista. Así, con el respaldo de los dictadores Anastasio Somoza de Nicaragua, Leónidas Trujillo de República Dominicana y Manuel Pérez Jiménez de Venezuela, usando el territorio hondureño, infiltraron a un pequeño ejército que fue derrotado en Puerto Barrios y Zacapa por las bases del PGT, los sindicatos y las tropas que obligaron a sus jefes a luchar. Sin embargo, en Chiquimula el jefe de la base militar se pasó a la liberación y neutralizó las protestas de militares y civiles. A partir de allí, la CIA contrata unos aviones para bombardear algunos puntos de la capital y sobre todo para generar terror psicológico. El alto mando, dirigido por Carlos Díaz, ya había negociado su permanencia con el derrocamiento de Arbenz; se ha discutido mucho sobre que Arbenz eligió a militares quienes lo traicionaron, por sobre otros fieles al proyecto revolucionario, pero con quienes tenía diferencias personales.

Como sea, el mismo Díaz fue sacrificado y se impuso como comandante del ejército y presidente a Castillo Armas. Éste instauró toda una serie de métodos de guerra civil para desestructurar la organización que había crecido con la revolución, creando el Consejo de la Defensa Anti-comunista. Se queman libros “comunistas” al mejor estilo nazi, se persigue, asesina, desaparece, se manda al exilio y se tortura a una cantidad de revolucionarios, se destruye sindicatos y obviamente, los Comités Agrarios. Se ilegaliza el PGT y todos los partidos revolucionarios. El gobierno de Armas no duró mucho pues éste fue asesinado por un militar en 1957, pero se instauró un régimen de terror por lo menos hasta inicios de la década de los 90s. Desde 1963 hasta 1985 el ejército gobierna bajo una fachada democrática contra-revolucionaria y después del 85 impulsa la apertura democrática. En 1960 del seno del ejército y sus corrientes arbenzistas surgieron las primeras guerrillas que se unirán como Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca en 1982, golpeada fuertemente y aceptando los procesos de paz después de Contadora en 1987.


Por Victoriano Sánchez

El pasado 11 de junio se cumplieron 44 años del inicio de la grandiosa huelga de obreros de la construcción de Nicaragua y de los trabajadores hospitalarios, que duro más de un mes, y que logró doblegar a la dictadura somocista.

El terremoto de 1972

El terremoto del 23 de diciembre de 1972 destruyó la ciudad de Managua, debido a que sus casas en su mayoría, después del terremoto de abril de 1931, habían sido construidas con taquezal (horcones de madera, reglas y piedras con argamasa).

El terremoto de Managua dejó cerca de 10,000 muertos, la capital destruida, la economía dislocada, siendo un fuerte golpe a la estabilidad económica del somocismo.

La reconstrucción de Managua abrió una crisis sin precedentes en el régimen somocista, porque el fabuloso negocio que implicaba la construcción de una nueva ciudad, generó la primera gran pugna interburguesa entre el somocismo que quería comerse todo el pastel, y otros sectores burgueses tradicionales, que sentían que Somoza les hacía competencia desleal.

Fortalecimiento de los obreros de la construcción

Pero, contradictoriamente, la destrucción de Managua trajo aparejada un enorme fortalecimiento del Sindicato de Carpinteros, Armadores, Albañiles y Similares (SCAAS), que tuvo sus orígenes en el Sindicato de Obreros de la Construcción, afiliado a la Central General de Trabajadores de Nicaragua-Independiente (CGT-i) (usaba esa sigla distintiva para diferenciarse de la otra CGT controlada por el somocismo), que a su vez era dirigida y controlada por el Partido Socialista Nicaragüense (PSN)

Los historiadores nunca han proporcionado la cifra exacta de afiliados al SCAAAS, mientras unos hablan de unos 6,000 obreros de la construcción, otros hablan de entre 30,000 y 40, 000. Esta última cifra puede resultar muy alta para la fecha.

La Junta Nacional de Gobierno

El general Anastasio Somoza Debayle fue elegido presidente para el periodo 1967-1972, después de la masacre del 22 de enero y de un descarado fraude electoral. Somoza no podía reelegirse para un periodo inmediato, por prohibición constitucional. Entonces, después de firmar el Pacto Kupia Kumi en 1971 con el Partido Conservador, liderado por Fernando Agüero Rocha, cedió formalmente la banda presidencial, en mayo de 1972, a una Junta Nacional de Gobierno (JNG) compuesta por dos representantes del Partido Liberal Nacionalista (PLN) y uno del Partido Conservador, quienes funcionarían como gobierno por un periodo de dos años, mientras se redactaba una nueva Constitución, que le permitiría postularse nuevamente como candidato presidencial

Esta JNG gobernaba formalmente el país, aunque el somocismo seguía siendo el verdadero poder, cuando ocurrió el terremoto de 1972. Esta aprobó el Estado de Emergencia, una versión del Estado de Sitio, que implicaba una mayor centralización del poder y restricción de las pocas libertades democráticas existentes.

Agravamiento de la crisis económica

A partir del terremoto de 1972 se acabó la bonanza económica que permitió la consolidación de la dictadura somocista, en los años 50 y 60. Este hecho particular coincidió con la primera gran recesión económica a nivel internacional, después de la finalización de la segunda guerra mundial. La situación cambio dramáticamente. La destrucción de Managua agravó el desempleo y elevó el costo de la vida.

Inmediatamente después del terremoto, Somoza Debayle, pasando por encima de la JNG, constituyó un Comité Nacional de Emergencia (CNE), convirtiendo a la Guardia Nacional nuevamente en el eje del poder. En enero de 1973, mediante el Decreto No 26, Somoza Debayle se hizo elegir presidente del CNE, dándole un golpe de estado a Fernando Agüero, quien se vio forzado a renunciar de la JNG:

La Ley No 86

Sacudiéndose el polvo del terremoto, la Asamblea Nacional Constituyente volvió a sesionar, y el día 10 de Enero de 1973, por instrucciones de Somoza Debayle, aprobó la Ley No 86, publicada en La Gaceta No. 8 de 16 de Enero de 1973, que extendía la jornada nacional de trabajo bajo el Estado de Emergencia. La jornada de trabajo fue extendida de 48 horas a 60 horas semanales, aboliendo de un solo golpe una conquista histórica de los trabajadores.

De esta manera se facultó al Ministerio del Trabajo autorizar a la patronal que lo solicitara, el aumento de la jornada de trabajo semanal a 60 horas. Esta medida estaba destinada fundamentalmente a expoliar a los trabajadores de la construcción, por la enorme demanda de obras de construcción que generaba el incipiente proceso de reconstrucción de Managua

El artículo 3 de la Ley No 86 estableció que “Cuando el salario no sea por hora tal salario deberá ser aumentado proporcionalmente a las horas que en el período haya trabajado. Cuando el salario sea por hora el trabajador devengará el que corresponda a las horas trabajadas”.

En el sector urbano no se trabajaba por horas sino por días. Lo anterior implicaba que no se pagarían horas extras, es decir, doble salario, como contemplaba el Código del Trabajo de la época, sino que serían pagadas de manera sencilla, lo que significaba en el fondo una reducción del salario global por más trabajo.

Incluso, se reformó el inciso segundo del artículo 57 del Código del Trabajo, “quedando como únicos días de descanso obligatorio para los trabajadores: el uno de Enero, el uno de Mayo, el catorce y quince de Septiembre y el veinticinco de Diciembre”. Este era otro duro golpe, que reducía los feriados nacionales. La respuesta de Somoza y los empresarios a la destrucción de Managua, fue ordenar más trabajo por menos salario

Malestar en los empleados públicos

A inicios de marzo de 1973, se produjo una huelga de médicos internos y residentes en las ciudades de Jinotepe, Matagalpa, Granada y otras, contra las condiciones deplorables de trabajo en los hospitales públicos y por aumento de salarios. También se sumaron las enfermeras del Hospital Fernando Vélez Paiz, en Managua, repudiando el miserable aumento de salarios del 15% que ofrecía la Junta Local de Asistencia Social que administraba los Hospitales. Médicos y enfermeras exigían un aumento de salario del 100% y también luchaban contra la jornada de 60 horas semanales. La huelga fue declarada ilegal por el Ministerio del Trabajo.

Pero el paro hospitalario permanecería activo, intermitente, hasta la entrada en la lucha de los obreros de la construcción.

La huelga del SCAAS

La celebración del 1 de Mayo de 1973 reflejaba un ascenso de las luchas de los trabajadores, y una mayor crisis del somocismo.

Un reportaje del diario La Prensa nos indica que, en el club universitario de la ciudad de León, "Los oradores responsabilizaron de la crítica situación a la Junta de Gobierno, al Comité de Emergencia, a los opositores pactistas y a los obreros indiferentes con la lucha que debe interesar a todos los trabajadores por el mejoramiento de su clase". Consideraron "monstruoso el decreto de las 60 horas" y pronunciaron su solidaridad con los obreros de la construcción. Por otra parte, "redactaron un telegrama al presidente del Comité de Emergencia, General Anastasio Somoza Debayle, solicitando la libertad de los detenidos". Habló el delgado de la CGT (i), Porfirio Hernández, quien demandó la unidad de los obreros, estudiantes e intelectuales. César Estrada dijo que: "la meta de los trabajadores es luchar porque se implante una jornada de 40 horas"

El 11 de Junio, después de agitadas asambleas de los obreros de la construcción, y asediados por los jeep de la Guardia Nacional, los obreros de la construcción comenzaron una huelga que llegó a ser histórica, y un gran punto de referencia para el movimiento obrero nicaragüense.

Plantel tras plantel permanecían en paro, a pesar de las presiones ejercidas por la Cámara Nicaragüense de la Construcción, que reclamaba mano fuerte contra los obreros. El somocismo comenzó una represión selectiva, encarcelando a casi toda la dirigencia nacional del SCAAS y de la CGT-i. Entre ellos estaban Domingo Sánchez Salgado “Chaguitillo”, Domingo Vargas, Nilo Salazar, y Alejandro Solorzano, entre otros. Los que no fueron capturados permanecieron en la clandestinidad, siendo escondidos en la casa de los obreros de la construcción. Las cárceles se llenaron de dirigentes de base de la SCAAS. El somocismo presionaba para quebrar la huelga de obreros de la construcción, que ya había empalmado con la de los trabajadores hospitalarios.

La huelga de la construcción, al igual que la de los hospitales, tenían dos grandes consignas, la derogación de la Ley No 86 y el aumento de salarios.

Victoria total de la huelga

Las dos huelgas tenían en jaque al somocismo, a pesar de la represión. La burguesía de la construcción comenzó dividirse, y a plantear la necesidad de retroceder. El ambiente político era muy tenso en esa época. Se establecieron negociaciones con el SCAAS y Somoza tuvo que respetar a algunos delegados que salían por ratos de la clandestinidad para ir a la mesa de negociaciones, para regresar posteriormente a los planteles y nuevamente a la clandestinidad.

El 21 de Julio, la Cámara de la Construcción y el comité ejecutivo del SCAAS llegaron a un acuerdo salarial, el aumento seria del 30%. Finalmente, el 26 de Julio, la Asamblea Nacional Constituyente acordó derogar la Ley No 86, sepultando el intento de implantar las 60 de horas de trabajo semanal, también se restablecieron los feriados nacionales y locales contemplados en el Código del Trabajo, así como todo lo relacionado a las horas de descanso

Triunfan también los trabajadores hospitalarios

La lucha conjunta de médicos, enfermeras y trabajadores de los hospitales, combinada con la lucha de los obreros de la construcción, dio también los frutos esperados.

Para el 30 de Julio, el paro hospitalario casi había finalizado. Los aumentos salariales fueron del 18% para los trabajadores del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), 25%a 30% para las enfermeras y auxiliares.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la lucha de los obreros de la construcción, y la de los trabajadores hospitalarios, fue un ensayo embrionario de lo que pudo haber sido una huelga general contra el somocismo. Aunque pelaron de manera separada, las consignas eran las mismas: derogación de la jornada laboral de 60 horas y aumento de salarios. Y, a pesar de todo, lucharon y ganaron.

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