Por Armando Tezucún

Los diarios ya empezaron a publicar los resultados de sus encuestas sobre la segunda vuelta electoral a realizarse el 6 de noviembre. Prensa Libre, de nuevo inclinada a favor del candidato del Partido Patriota Pérez Molina, dio a conocer el 12 de octubre la encuesta realizada por Prodatos: 55.8% para el PP, 44.2% para Líder, sobre los votos válidos. El diario Siglo XXI publicó el día 19 los resultados más moderados de la encuesta realizada por la firma CID/Gallup: 39.7% para Pérez Molina, 32.2% para Baldizón; suponemos que el restante 28.1% corresponde a los votos nulos o en blanco.

Mientras, las diferentes expresiones de la izquierda guatemalteca se han pronunciado en torno a la segunda fase del proceso electoral 2011. En el no.123 de nuestro quincenario ya tuvimos oportunidad de comentar brevemente el apoyo que la Alternativa Nueva Nación y Winaq, ambos integrantes del Frente Amplio, dieron a Manuel Baldizón.

Aunque los partidos que integran el Frente Amplio lo nieguen, esta decisión marca el inicio de una ruptura al interior del FA., que se hará más aguda si Baldízón queda como presidente.

Winaq justifica su apoyo a Baldizón

Amílcar Pop, diputado electo por Winaq, trató de explicar las razones del apoyo que su partido da a Líder. Como se especula que Rigoberta Menchú podría ocupar un cargo en la cancillería de un eventual gobierno de Baldizón, Pop, desafiando la lógica y el sentido común declaró: “Que ella ocupara un puesto en el Gobierno no significaría que Winaq esté haciendo un esfuerzo conjunto con un partido de derecha o cogobernando con la derecha” (Diario El Periódico 3/10/11). Menchú ya ocupó un puesto en un gobierno de derecha, el de Óscar Berger (2004-2008), del cual fue embajadora de buena voluntad. Ser parte de un gobierno tal implica avalarlo, y siendo representante de ese gobierno Menchú tildó de terroristas a los campesinos desalojados violentamente de la finca Nueva Linda.

La falta de principios y el carácter pequeño burgués es este partido indigenista se evidenciaron cuando Pop afirmó que dan su apoyo a Baldizón porque éste incorporó a su programa de gobierno tres puntos del programa de Winaq en torno a las problemáticas agraria e indígena y la reforma del Estado. Su ideología pequeño burguesa hace que Pop pase por alto que, en el programa democrático-revolucionario, es tan importante su contenido, como qué clases lo llevarán a cabo. Resulta en extremo ingenuo concebir que un burgués como Baldizón, que se ha enriquecido mediante negocios corruptos, esté dispuesto a solucionar la problemática agraria e indígena. Son los mismos campesinos e indígenas pobres, representados en un gobierno revolucionario junto con los trabajadores asalariados y demás sectores oprimidos, los únicos que podrán solucionar definitivamente su problemática.

Las razones de la ANN

Por su lado, la ANN, expone la razón de su apoyo a Baldizón como una oposición al proyecto de la derecha oligárquica. En  el artículo “El Miedo a Volver a Perder”, del 19 de octubre (publicado en el sitio web Albedrío), el Líder de ANN Pablo Monsanto escribe: “Los efectos de todo lo ocurrido en la contienda electoral se ven ahora: se muestra cómo el rechazo al proyecto “patriota” ha hecho posible el surgimiento de la CRUZADA NACIONAL, en la cual se han juntado los grupos que no quieren que el país siga gobernado por los oligarcas aliados a los sectores más reaccionarios de los Estados Unidos de Norte América. Esto no había ocurrido antes en la historia política de Guatemala: lograr reunir en un solo frente político a tantas y tan variadas expresiones políticas en torno al objetivo de impedir el triunfo del proyecto del Partido Patriota”.

Monsanto, en esta apología de la candidatura de Baldizón, olvida que la burguesía emergente que este personaje representa no tiene nada de antiimperialista y sí tiene mucho de corrupta, de negocios oscuros con el narcotráfico, de violación de los derechos humanos mediante la intención de viabilizar la pena de muerte y de incrementar la represión mediante la creación de una guardia nacional y está tan dispuesta a implementar medidas neoliberales como la oligarquía tradicional.

Tal cruzada no es más que el enfrentamiento entre dos grupos de explotadores, y la ANN y Winaq les sirven de comparsas. Al igual que hizo el gobierno de Colom, un gobierno de Baldizón negociará las riquezas naturales, reprimirá las luchas populares y llegará a acuerdos con la oligarquía y los imperialismos, porque uno y otro representan al mismo grupo de nuevos explotadores ávidos de obtener ganancias negociando corruptamente con el Estado y el narcotráfico. Lo que es seguro es que en un gobierno de Baldizón (ahora con el apoyo de la Une y Sandra Torres) los dirigentes de ANN tendrían asegurados sus actuales trabajos en la Seguridad Presidencial (SAAS).

El temor al nuevo militarismo

Algo similar respondemos a aquellos que llaman a votar por el partido Líder asustados por la posibilidad del retorno del militarismo representado en el general retirado Pérez Molina. Uno de ellos es el intelectual radicado en Estados Unidos Raúl Molina, quien en un artículo de opinión publicado en el diario La Hora el 14 de octubre considera que “el objetivo primario es negarle la presidencia a Otto Pérez, como mínimo acto de justicia para los héroes, mártires y víctimas del país”. También afirma: “Que gente de izquierda se incline por la abstención lanza el mensaje de que los derechos humanos no les son fundamentales y que se tolera la impunidad”.

Aclaremos que, por un lado, pensar en un retorno a los niveles de represión de los años del conflicto armado interno en un gobierno de Pérez Molina es ignorar la actual coyuntura. No tenemos un movimiento popular fuerte que amerite tal represión y la política del imperialismo va en otro sentido. Por otro lado, un gobierno de Baldizón sería muy similar al de Colom, y éste implementó medidas represivas como estados de prevención, de sitio y desalojos violentos contra campesinos; también toleró el asesinato de no pocos dirigentes populares. El mismo Baldizón tiene alma de represor. Recordemos que cuando dirigentes universitarios de Petén denunciaron que este personaje se apropió ilícitamente de terrenos en el lago Petén Itzá, los calumnió y acusó falsamente, haciéndolos encarcelar durante varios meses.

Raúl Molina, al igual que Amílcar  Pop, no piensa en función de la movilización de los oprimidos para que tomen el poder y resuelvan los problemas del país. No podemos llamar al pueblo oprimido a ponerse a la cola de Baldizón, votando por el menos malo, cuando la tarea principal es fortalecer la organización independiente de los explotados.

La URNG y MNR guardan su distancia

La URNG se distanció de la postura de sus socios del Frente Amplio. En un comunicado del 29 de septiembre declaró: “Para la segunda vuelta electoral el país ha sido orillado a escoger entre dos candidaturas presidenciales que son semejantes en su esencia. Ambas representan o se relacionan con los intereses de los poderes descritos y se sustentan en propuestas políticas de carácter neoliberal”, rechazando implícitamente el apoyo a la candidatura de Baldizón. De igual manera, el Comité Ejecutivo Nacional de URNG desconoció el 19 de septiembre el acuerdo entre un diputado y tres alcaldes de URNG electos en San Marcos, y el partido Líder de Baldizón.

Esta política básicamente correcta frente a la segunda vuelta no borra el error garrafal que cometió la dirigencia de URNG al aliarse electoralmente a Winaq, a espaldas de las organizaciones sociales que estaban dispuestas a trabajar por el Frente Amplio. El resultado es que perdió una de las dos diputaciones que tenía, y el único diputado que ganó ahora es aliado de Baldizón. ¿Cuándo dejarán los ex comandantes guerrilleros de dar palos de ciego y hacer algo efectivo por el movimiento popular?

El cuarto integrante del Frente Amplio, el Movimiento Nueva República, también rechazó, el 3 de octubre, la alianza de Winaq y ANN con Baldizón, y con argumentos similares denunció a los dos candidatos a la segunda vuelta.

Hay otras corrientes de izquierda que también se han posicionado, como el Frente Popular, que desde un principismo mal entendido llamó a votar nulo en ambas vueltas; o el colectivo la Gotera, que en la primera vuelta llamó  a votar por el Frente Amplio y en la segunda asumió una postura estalinista-menchevique claudicando a la burguesía que respalda a Baldizón. Lamentablemente ya no contamos con el espacio para analizar la política de estas vertientes.

Este 20 de octubre los trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes y todos los sectores oprimidos de Guatemala celebramos el 67 aniversario de la gloriosa revolución democrática de 1944. En los 10 años que siguieron a la caída de la dictadura ubiquista se dieron dos gobiernos que dejaron importantes conquistas para los explotados que nunca habían tenido derechos.

La contrarrevolución, las dictaduras militares y los gobiernos neoliberales “democráticos” han dejado en pie solamente tres de estos logros: el Código del Trabajo, la autonomía de la Universidad de San Carlos y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.

En los últimos meses las políticas neoliberales han dirigido sus ataques contra el sistema de seguridad de los trabajadores. Desde el año pasado los directivos del IGSS decidieron aumentar la edad para que los trabajadores puedan jubilarse, así como el número de cuotas. Ahora han empezado a dar en concesión las clínicas y servicios a empresas privadas, con el aval de los dirigentes sindicales corruptos que conspiran junto a la Junta Directiva contra los trabajadores afiliados.

Leer más…GUATEMALA.- En el 67 aniversario de la Revolución de Octubre: ¡Defendamos la Seguridad Social!

Por Marcial Rivera

La Asociación de Estudiantes Universitarios Oliverio Castañeda de León –bautizada así en honor al insigne líder asesinado en el 78- desde su nacimiento y hasta antes de la década pasada, se convirtió en la Organización de vanguardia de la lucha estudiantil Universitaria. Desde la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), se impulsaron diferentes luchas encaminadas a diferentes reformas de corte estructural, en beneficio no solo de la Universidad, sino además de la Guatemala misma. De manera que entonces desde sus inicios la AEU no se limitó a lo académico, sino trascendió de  las luchas estudiantiles, a la lucha generalizada por un mejor país, en el que convergieran los diferentes sectores de la sociedad.

La década de los ´70´s fue sin duda alguna la antesala a los conflictos centroamericanos internos en El Salvador y Nicaragua y a la agudización del mismo en Guatemala. Esta década fue el período en el que la AEU tuvo su mayor auge, pues dicha organización estudiantil, logró poner al estudiantado San Carlista en función de la lucha estudiantil y se convirtió en un referente a nivel nacional, al establecer nexos con otros sectores, organizaciones e instituciones que desde sus respectivas trincheras libraban similares luchas a las que se libraban desde la AEU. En el ´78 fue asesinado de forma vil y cobarde el entonces Secretario General de la AEU, Compañero Oliverio Castañeda de León en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. De forma casi inmediata también fueron asesinados los otros líderes de la AEU, que fueron ocupando poco a poco, los puestos que iban quedando.

Crisis Actual

A finales de los 90´s, en una época de reciente firma de los acuerdos de paz, impuestos en parte por Estados Unidos y su política exterior, se dan las elecciones del Secretariado de la AEU, en las que el grupo de los gatos imponen su candidatura y además ganan, aliados con grupos de derecha mezclados en diferentes unidades académicas, y enquistados en los comités de la Honorable Huelga de Dolores, las diferentes unidades académicas.

A mediados de la década de los 2000 Rescate Estudiantil –grupo estudiantil de tendencia izquierdista- intenta ganar las elecciones, en una coyuntura muy complicada, fracasando en su intento.

A finales de la década de los 2000, diferentes unidades académicas se cohesionan, debido a la marcada preocupación que existe por la problemática de la AEU –Ingeniería, Farmacia, Económicas, Agronomía- formando la Asamblea Permanente de Estudiantes por la Autonomía, APEA, y en la actualidad Estudiantes por la Autonomía EPA, que bien podría considerarse como la organización sucesora de APEA. EPA surge en 2010, en la primera toma del campus central que tuvo una duración de poco más de 10 días, y ya más unida participa en la segunda toma de cincuenta y cuatro días.

La AEU, estuvo ausente de toda esta coyuntura, pues el grupo de crimen organizado que ha cooptado el Secretariado centraba su atención en el control de las extorsiones que llevan a cabo en los diferentes negocios y en la venta de drogas y armas que tienen al interior del campus, sin dejar de mencionar el lucrativo negocio que ellos han hecho de la Huelga de Dolores.

Decadencia y división

Finalmente, debe mencionarse que la AEU se ha dividido a partir de alianzas de sus miembros con los partidos Partido Unionista, y la Unión del Cambio Nacional. La candidatura más significativa fue la de Jorge Mario García a la Municipalidad de Mixco. La división por la que atraviesa la mafia que ha controlado la AEU se evidencia en que un grupo está llamando a votar por el Partido Patriota y otro llama a votar contra los militares.

En las recientes elecciones estudiantiles en la Facultad de Medicina se manifestó también esta pugna entre los dos grupos de AEU, uno de los cuales ha tratado de conquistar a los estudiantes que se han organizado independientemente. La división existente en la AEU, evidencia el declive de un grupo que parecía ser bastante unido –para sus intereses oscuros, claro está-.

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), exhorta a las y los Estudiantes de la Facultad de Medicina, y al Estudiantado en general, a diseñar una estrategia encaminada a expulsar los delincuentes que se encuentran enquistados en el Secretariado General de la AEU, y que dicha asociación, sea retomada por un verdadero grupo de compañeros y compañeras, que la lleven a convertirse en la Organización de vanguardia estudiantil, y que retomen su papel histórico, dejando atrás su perfil bajo.

Por Armando Tezucún

Dieciséis días después de realizadas las elecciones, el 27 de septiembre el Tribunal Supremo Electoral dio a conocer los resultados oficiales de los comicios. El Partido Patriota tuvo el mayor porcentaje de votos con el 36.10%, en segundo lugar se situó el partido Líder, con un 22.70%. La izquierda agrupada en el Frente Amplio obtuvo el 3.2% de los votos y dos diputados, uno de URNG y otro de Winaq (Prensa Libre 28/9/11).

Luego de examinar las 130 solicitudes de impugnación de elecciones a alcaldías, el TSE decidió declarar nulas las elecciones en 5 de las localidades, 4 debido a la destrucción de material electoral y una porque se dio un  empate entre dos candidatos. Los lugares donde se repetirán las elecciones son Pueblo Nuevo Viñas, Santa Rosa; El Estor, Izabal; San José, Petén; Chinique, Quiché; y Tectitán, Huehuetenango. Estas nuevas elecciones se realizarán el mismo día que la segunda vuelta entre el Partido Patriota y Líder, el 6 de noviembre.

El resto de impugnaciones fue rechazado debido inconsistencias legales. Si bien la oleada de protestas que surgió en el interior inmediatamente después de las elecciones del 11 de septiembre se ha calmado poco a poco, el TSE no descarta que la violencia resurja en los lugares donde se repetirán las votaciones.

Los fiscales que representan a los partidos políticos ante el TSE han tratado de culpar al Tribunal por los desórdenes e irregularidades que se dieron en la primera vuelta. Como se los hizo ver la magistrada Mirtala Góngora en una reunión del 1 de octubre, son los mismos políticos los que causaron los disturbios, y los mismos partidos los que se niegan a reformar una Ley Electoral y de Partidos Políticos en extremo complaciente y floja (Prensa Libre 2/10/11). Como hemos señalado en artículos anteriores, la agudización de los conflictos de poder en las alcaldías del interior se dio porque los partidos burgueses se alían con los caciques locales, quienes se han fortalecido mediante la corrupción de la gestión pública y el vínculo con el crimen organizado y están acostumbrados a usar métodos violentos.

Se enfrentan dos proyectos burgueses

A pocos días de las elecciones, los partidos que quedaron fuera de la segunda vuelta electoral empezaron a establecer alianzas con los dos que encabezaron los resultados. Los bandos que se han perfilado se agrupan en torno a dos proyectos de distintos sectores de la burguesía. La oligarquía tradicional, los grandes grupos corporativos de la burguesía, los sectores más conservadores y la ultraderecha  se han inclinado cada vez más definidamente por el Partido Patriota del general retirado Otto Pérez Molina. El otro grupo reúne a nuevos sectores empresariales, llamados con frecuencia “emergentes”, que  no están vinculados a los grupos tradicionales ni a los oligopolios, que estaban marginados del poder político, que se han abierto paso enriqueciéndose mediante negocios lícitos e ilícitos con el Estado, mediante la corrupción y el vínculo al crimen organizado, muchos de ellos originarios de la provincia. Estos apoyan a Manuel Baldizón y su partido Líder.

Más allá de las diferencias en los proyectos políticos, ambos grupos lo que se disputan es el control del Estado, clave para el impulso de sus negocios. Veamos cómo ha evolucionado el acomodamiento de los partidos.

Los partidos burgueses se reacomodan

Las alianzas iniciaron a nivel del Congreso de la República el 14 de septiembre, con el anuncio de un acuerdo entre las bancadas de las oficialista UNE (Unidad Nacional de la Esperanza), sus aliados de la GANA (Gran Alianza Nacional), la UCN (Unidad del Cambio Nacional), y Líder (Libertad Democrática Renovada).

Esta coalición empezó ya a trabajar por la aprobación de los préstamos y la ampliación presupuestaria que le urge al gobierno para cubrir sus gastos hasta fin de año, y por la aprobación del presupuesto gubernamental de 2012. En el futuro, la alianza impulsará la institucionalización de los programas de asistencia social, la Ley de Desarrollo Rural Integral y la creación del Ministerio de Seguridad, además de realizar una consulta popular para viabilizar la pena de muerte (Prensa Libre 16/9/11).

El 19 la Une y la Gana hicieron oficial su respaldo al candidato de Líder, haciendo a un lado los roces originados por la ruptura de Baldizón con la Une en 2008.

El 20 la Unión del Cambio Nacional anunció su alianza con Líder. Mario Estrada, candidato presidencial de la UCN quedó en cuarto lugar en los comicios y representa una serie de cacicazgos y liderazgos de Jalapa, Jutiapa, Escuintla y Huehuetenango. El 29 el Frente Republicano Guatemalteco se unió al bloque que respalda a Baldizón.

Por su parte, el Partido Patriota y Pérez Molina han dado más énfasis a la conquista de los alcaldes electos por otros partidos, logrando acuerdos y fortaleciéndose en el interior. Aún así, el 18 fue anunciado el apoyo del partido Visión con Valores (Viva) a la candidatura del PP. El fundador de Viva, Harold Caballeros, fue candidato en la primera vuelta, en alianza con Encuentro por Guatemala, y obtuvo el quinto lugar. El respaldo a Pérez Molina fue resultado de un acuerdo en cuanto a la implementación de programas nutricionales y un plan de desarrollo rural.

El 22 Adela de Torrebiarte y su partido Acción de Desarrollo Nacional anunciaron su alianza con el PP. Este partido obtuvo apenas un 0.4% de los votos y ningún diputado. Sin embargo, de Torrebiarte estuvo detrás de las acciones legales que impidieron la postulación de Sandra Torres como candidata de la Une-Gana y está estrechamente ligada a la oligarquía.

Eduardo Suger ex candidato presidencial del partido de derecha Compromiso Renovación y Orden, anunció que no apoyaría a ninguno de los candidatos a la segunda vuelta.  Sin embargo, el 26 la ex candidata a la vicepresidencia por CREO, Laura Reyes, anunció su apoyo a título personal a la candidatura de Manuel Baldizón (La Hora 26/9/11). El 25 un joven diputado electo por Creo y la estructura de Creo en el departamento de San Marcos anunciaron su apoyo al Partido Patriota.

Otro partido que dio su respaldo a Líder es el Partido de Avanzada Nacional, cuyo secretario general y ex candidato presidencial, Juan Gutiérrez, es un poderoso empresario separado de la Corporación Multiinversiones, de la familia Gutiérrez-Bosch. Gutiérrez declaró que decidió el apoyo a Baldizón porque éste le permitirá implementar programas de empleo y desarrollo. (La Hora 23/9/11). El último partido en unirse a Baldizón fue Unión Democrática un grupo pequeño que no participó en las elecciones.

A nivel de las alcaldías la competencia es reñida, pues estos funcionarios influyen en sus poblaciones por su liderazgo personal y cuenta más que los partidos políticos. La forma de conquistarlos es garantizarles los fondos para obras de infraestructura y programas sociales. En septiembre el PP se habían ganado 157 alcaldes y  Líder 144 (diario El Periódico 24/9/11).

Winaq y ANN dan su respaldo a Baldizón

El 28 se concretó el fracaso estrepitoso del proyecto del Frente Amplio de la izquierda reformista, cuando Rigoberta Menchú y la Alternativa Nueva Nación anunciaron que apoyarían la candidatura de Manuel Baldizón. Al parecer el argumento es que Líder se comprometió a crear una procuraduría general agraria y a impulsar una reforma fiscal (Prensa Libre 29/9/11). Tal ceguera política es comprensible en Menchú, que ya colaboró con un gobierno burgués oligárquico. Pero de los ex guerrilleros de la ANN no podemos pensar otra cosa que se trata de una maniobra oportunista y sin principios para que sus dirigentes conserven sus puestos en el cuerpo de seguridad presidencial (SAAS) en el próximo gobierno.

La URNG, en su comunicado del 29 de septiembre expresó su postura de rechazo a ambas candidaturas, al igual que lo hizo el Movimiento Nueva República a través de su dirigente Aníbal García. Pero esta divergencia de pareceres, que de seguro conducirá a la ruptura del Frente Amplio, es el fruto amargo de una postura ciega y autoritaria que rechazó la unidad fraternal y democrática con las fuerzas sociales que están dando la lucha contra el capitalismo, en aras de una alianza electoralista con un partido con posturas vacilantes y carentes de principios.

Llamamos al voto nulo

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)soca reitera su rechazo a Pérez Molina y Baldizón, pues ambos representan distintos sectores de los empresarios explotadores. Llamamos a los campesinos, trabajadores, indígenas pobres, estudiantes y oprimidos a votar nulo en la segunda vuelta.

Por Marcelo Colussi

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Un análisis de las recientes elecciones en Guatemala publicado en esta página generó algunos comentarios de los que querría retomar uno en particular. Se trata de algunas preguntas que nos hace llegar nuestro amigo Juan Gaudenzi, desde México. Comenzamos por citarlo literalmente:

“Brillante análisis de coyuntura y del contexto económico-social y político nacional. El gran interrogante para el que me hubiese gustado encontrar una respuesta más desarrollada es ¿por qué en un país con una población de aproximadamente un 60 por ciento indígena, el electorado (mayoritariamente indígena) concurre masivamente a las urnas para elegir entre una gama de blancos de derecha (racistas, discriminadores, excluyentes, etc.)?

Esta aberración supera con creces al proletariado eligiendo periódicamente al explotador capitalista que le romperá el c. en los siguientes años (la democracia liberal).

¿Por qué la única candidata indígena (de izquierda) consigue apenas el 3 por ciento de los votos?

¿Por qué los indígenas guatemaltecos no consideran que uno de ellos, de su propia sangre y cultura, puede gobernar el país, como en Bolivia?

¡A qué punto ha llegado la alienación de los pueblos nativos que han perdido toda confianza en sí mismos!

Creo que la gran tarea de la izquierda de aquí en más es contribuir a que recuperen esa confianza. Si para las grandes masas la lucha de clases ha perdido todo atractivo, Guatemala es el país ideal (ausencia de mestizaje) para plantearla en términos de etnicidad y cultura.

Con lo único que no estoy muy de acuerdo con tu texto es que consideras positivo el fin de la guerra. Para mí, pese a todas las atrocidades, mientras había tiros había una cuota de esperanza”.

El planteamiento que nos deja Gaudenzi va mucho más allá de la situación puntual de la nación centroamericana, abriendo un debate que toca a todos los países de Latinoamérica. Y más aún: deja preguntas válidas para la izquierda en su conjunto.

No vamos a responder una a una las preguntas como si se tratara de un interrogatorio periodístico (que, por cierto, no lo es), sino que inspirándonos en estos comentarios, intentaremos profundizar algunas líneas de análisis, permitiéndonos incluso alguna digresión.

Partiría de una frase clave: “la gran tarea de la izquierda de aquí en más es contribuir a que recuperen esa confianza”. Agregaría ante todo: no sólo que los pueblos indígenas recuperen la confianza en propuestas indígenas sino, quizá con un sentido más general, que las grandes mayorías recuperemos la confianza en la posibilidad del cambio. Para decirlo de un modo provocativo: pareciera que hoy esto del cambio social está “pasado de moda”. ¿Por qué?

Sin dudas el resultado electoral del Frente Amplio, la única fuerza de izquierda con la premio Nobel Rigoberta Menchú como candidata presidencial, abre interrogantes. Su 3.27% de caudal de votos, tres diputados en el Congreso entre 158 y sólo cinco alcaldías sobre 325 municipios debe llamar a una autocrítica para la izquierda: ¿da lo obtenido en estas elecciones la posibilidad de trabajar por un cambio de estructuras? ¿Sí o no? ¿De qué manera? ¿Se están acumulando fuerzas para el cambio, o se están perdiendo las fuerzas con que se contaba? ¿Vale la pena el trabajo en la estructura misma de las democracias formales o, retomando el último comentario de nuestro amigo, las esperanzas sólo existían en la medida en que había movimientos armados en acción?

Esas antiguas guerrillas, hoy día recicladas y convertidas en partidos políticos incorporados a la legalidad democrática del sistema, han tenido distinta suerte en los diferentes países del continente. Pero donde sea que se hayan presentado a elecciones, incluso habiendo ganado –en alianza con otras fuerzas y con candidatos extra-organización, como por ejemplo en El Salvador, o extremando las cosas, en Nicaragua, donde vestigios de lo que fuera un movimiento armado gobierna hoy día, pudiendo reelegirse muy prontamente– sus propuestas ya no consideran en primer término las transformaciones revolucionarias levantadas antaño. Si ello sigue haciendo parte de su ideario y su proyecto estratégico, al menos en lo que concierne a su presentación oficial, hoy ha desaparecido. ¿Desapareció entonces la idea de revolución?

En Latinoamérica, en estas últimas décadas post Guerra Fría, ha habido ya varios gobiernos que, en términos generales, se pueden ubicar en la izquierda política (Lula en Brasil, Bachelet en Chile, los Kirchner en Argentina, etc., etc.) Extremando las cosas, se podría decir que la actual administración en Guatemala, con Álvaro Colom a la cabeza, tiene –o pretendió tener– un perfil socialdemócrata (de ahí el encono visceral de la derecha tradicional del país contra su gobierno, con virtual golpe de Estado en algún momento –el caso Rosenberg– y la negativa a continuar ese esquema no permitiendo la inscripción de su esposa Sandra Torres como candidata presidencial en el 2011). Ahora bien: más allá de esa fabulosa reacción de las derechas tradicionales, furiosamente anticomunistas como en los más álgidos tiempos de la Guerra Fría, ninguno de estos planteos de las izquierdas recicladas logró 1) ni cambios sustantivos en la situación de las poblaciones cuando esa izquierda fue gobierno, ni 2) acciones de organización y movilización que trajeran propuestas de cambio trabajando desde el llano. Se podría preguntar entonces: ¿en qué anda la izquierda? El 3.27% de votos recién obtenidos en Guatemala (sexta fuerza electoral entre diez candidaturas presidenciales) da un principio de respuesta: ¡estuvo cerca de la extinción como partido legal!

Todo lo cual debe llevarnos a interrogar: ¿qué está pasando con las ideas de cambio? Ese es el sentido de las preguntas de Gaudenzi, y debería ser el horizonte autocrítico de toda la izquierda. ¿Por qué lo más a que se puede aspirar hoy, pensándolo desde el campo de la izquierda, es a participar en elecciones? ¿No caben ya las ideas de transformación revolucionaria? El peso fenomenal de la ideología dominante, de las corrientes mediáticas hegemónicas, de las tendencias académicas en boga, han quitado la idea de revolución y de lucha de clases del léxico cotidiano ¡y de las izquierdas! La aspiración a la democracia (que no es sino democracia formal, representativa, esta que se elige cada cierto período de tiempo pero que no cambia nada sustancial) pareciera la meta final. ¿Cómo entender todo eso?

No es sino a la luz de la historia que puede tenerse una dimensión de lo que está sucediendo. La paliza recibida por las distintas izquierdas en todo el continente en estas últimas décadas a manos de la derecha (represión militar furiosa) y los terribles golpazos al campo popular en el plano económico a partir del capitalismo salvaje de estos años, eufemísticamente llamado “neoliberalismo”, dan la clave. Sobre los miles y miles de muertos, desaparecidos y torturados que las recientes dictaduras se cansaron de producir, se erigieron las políticas de achicamiento del Estado y super explotación que aún están en boga, incluso con todos los gobiernos de izquierda de la actualidad. Esa es la matriz desde donde entender cómo estamos.

¿Acaso pasó de moda la necesidad de transformar un mundo terriblemente injusto donde unos pocos deciden la vida de millones? Obviamente no; pero el espíritu de protesta, la llama de la rebeldía transformadora, hoy por hoy quedó apagada. No extinguida, sin dudas, pero sí dañada. En Guatemala en concreto, con 245.000 víctimas producto de la guerra interna que se vivió recientemente (sangrienta expresión de la lucha de clases ¡que no ha desaparecido!), teniendo en su haber el nada honroso título de ser el país del mundo con mayor número de desaparecidos per capita (49% de las desapariciones forzadas del continente están aquí), levantar la voz aún puede ser muy peligroso. Si a eso se suma una virtual “guerra” criminal cotidiana con niveles de asesinatos no tan distintos a los del conflicto armado de años atrás, el terror generado en la población perfectamente puede dar como resultado la creencia en que una propuesta de “mano dura” contra la delincuencia puede ser la solución. De todos modos –¡y esto sí refuerza la idea de esperanza que aún sobrevive pese a todo!– debe tenerse en cuenta que no toda la población votó por esa opción sino sólo un 36%, mucho menos de lo que nos decían las encuestas previas (aquí conviene recordar aquello de que hay tres tipos de mentiras: las culposas, las piadosas… y las encuestas).

Para la segunda vuelta no sería raro esperar que la propuesta de un quinceavo sueldo realizada por el candidato Manuel Baldizón trepe mucho en la opción de voto, no siendo así totalmente seguro el triunfo del ex militar Otto Pérez Molina. Tal vez la pobreza generalizada pese más que el miedo a la delincuencia, fantasma azuzado hasta el cansancio por los medios de comunicación y por el Partido Patriota. Esto lleva a recordar una encuesta realizada por Naciones Unidas unos años atrás a nivel de toda Latinoamérica donde la población mayoritariamente preferiría un gobernante que le asegure un mejor pasar económico aunque ello significara la pérdida de garantías democráticas. El bolsillo manda, sin dudas, y nadie termina de creerse mucho la pregonada “democracia” como solución a los problemas cotidianos.

¿Qué podemos extraer de esto: que la gente se “derechiza”? Juan Gaudenzi nos hablaba de “aberraciones”: población indígena votando por “blancos de derecha (racistas, discriminadores, excluyentes)”, o “proletariado eligiendo periódicamente al explotador capitalista que le romperá el c. en los siguientes años”. En esa línea de las aberraciones, cabría plantear también si es cierto que “para las grandes masas la lucha de clases ha perdido todo atractivo”. Sin dudas todas esas provocadoras interrogantes deben alimentar el debate en la izquierda. Pongamos como marco general del análisis una frase de cuño hegeliano para entender por dónde va la cosa: el esclavo piensa con la cabeza del amo. Lo cual no significa que la historia está escrita y que alguna vez ese esclavo no pueda rebelarse. ¿Qué otra cosa fue si no el 36% del Partido Patriota cuando se daba por ganador cómodo en la primera vuelta? Más allá de la pedagogía del terror que 36 años de guerra interna y una actual explosión de violencia cotidiana que inunda todos los espacios han impuesto, la gente reaccionó. Si queremos decirlo con un tono más épico: ¡no todo está perdido! Esto no significa que en la segunda vuelta del 6 de noviembre se imponga una propuesta popular, transformadora. No, definitivamente, dado que los dos candidatos no son sino expresión de las mismas fuerzas de derecha, y para las grandes mayorías populares no hay mucha alternativa. Pero la gente, pese a todo, se expresó contra la maquinaria de derecha más conservadora.

Por supuesto que llama la atención cómo es posible que el país de toda Latinoamérica con mayor porcentaje de población indígena no opte por una candidata de su sangre, de sus raíces, la maya-quiché candidata presidencial ya en dos oportunidades, como sí sucedió por ejemplo en Bolivia con un candidato de origen aymará, Evo Morales, ganador ya dos veces de la presidencia. No es fácil dar una explicación a eso, y mucho menos, plantearse las alternativas políticas del caso. ¿Por qué Rigoberta Menchú, en dos elecciones, queda tan atrás? Una vez más: las democracias formales, democracias de “baja intensidad” –como correctamente se las ha caracterizado– no son una salida real para los principales problemas de la gente. Si no, recordemos la encuesta a la que hacíamos alusión. Por eso la población indígena puede apostar por estos “blancos”, uno de ellos incluso ligado a la represión contrainsurgente de años atrás. Pero eso fenómeno (¿síndrome de Estocolmo?), que se repite en distintos lugares y en diferentes momentos, no es nada nuevo en la psicología colectiva. No se trata de “estupidez” de la gente, sino de complejos procesos donde se entremezclan miedos provocados, necesidad de triunfalismo, manipulación de las conciencias, respuestas viscerales más que racionales: en Estados Unidos la gente en una segunda elección optó por Bush hijo pese a saberse que en la primera había habido fraude, y otras tantas veces la población italiana eligió a un mafioso como Berlusconi, o en Bolivia, años atrás, se eligió democráticamente al verdugo general Hugo Banzer, al igual que la población de la provincia de Tucumán, en Argentina, optó por el declarado asesino general Bussi como gobernador. ¿Y qué decir de la población alemana que, en su inmensa mayoría, buscó alegremente la figura del Führer como modelo para sentirse “raza superior”? ¿Por qué en los países europeos, con históricos Estados de bienestar, en estos últimos años se votó por candidatos neoliberales y conservadores que desarmaron esos avances sociales? Hay que entender todos estos procesos como algo más que “aberraciones”; en todo caso, se juega ahí un enrevesado entrecruzamiento de discursos políticos y subjetivos que tal vez una lectura desde la Psicología Social puede permitir descifrar. Pero de todos modos, la gente no es simplemente “tonta”, o “culpable” del giro a la derecha. Los procesos sociales son infinitamente complejos, y así como se puede aplaudir al propio verdugo (¿no hay casos de mujeres torturadas que se casan con su torturador?) también hay reacción. De hecho, Pérez Molina no ganó, y no es tan seguro que se imponga en la segunda vuelta.

En Guatemala por supuesto que sorprende que una candidata indígena tenga una aceptación tan baja, pero ello tiene historia. La población indígena del país por siglos estuvo desunida, excluida, reprimida. Y no se podría asegurar sin críticas que la figura de Rigoberta Menchú sea hoy la más absolutamente genuina expresión de los pueblos mayas. Hay algo de manipulación de su figura por cierto. Los indígenas lo saben, y seguramente eso se reflejó en las urnas. Al respecto puede ser interesante citar palabras del ecuatoriano Pablo Dávalos: “Cuando los indios emergen en el 90 empieza también la cooperación para el desarrollo. Las ONG del desarrollo aterrizan en el corazón del movimiento. (...) La cooperación rompe las solidaridades e inaugura rivalidades entre las comunidades con la creación de organizaciones de segundo grado que empiezan a disputar los recursos de la cooperación”.

Pero la organización de los pueblos mayas, más allá de esa cooperación internacional que la coopta (o de las estrategias de exterminio que el genocidio vivido durante la guerra trajo) sigue viva. Ahí es donde decimos que, pese al posible derrotismo que expresábamos más arriba, la esperanza continúa estando presente. Las izquierdas tradicionales de Latinoamérica en países con alta composición de pueblos originarios –en general inspiradas en cosmovisiones europeizantes de marxismo ortodoxo, salvo chispazos alternativos como José Mariátegui en Perú o Carlos Guzmán Böckler en Guatemala, que han propuesto nuevas interpretaciones de la cuestión indígena, siempre como marxistas, pero entendiendo de otro modo el fenómeno– han tenido muchas reticencias para aceptar teórica y prácticamente el hecho de una “movilización política indígena” como una entidad propia, y de hecho su accionar político siempre se ha encaminado a integrar los movimientos indígenas en la lógica de lucha campesina. Como claramente lo expresa el pensador guatemalteco Guzmán Böckler, en la izquierda latinoamericana por años se esperó “la proletarización que exigían los pensadores estalinistas de las izquierdas ortodoxas para limpiar el camino que conduciría a la revolución”. El “problema indígena” fue para la izquierda en muy buena medida justamente eso: un problema. No encajaba en la teoría, era un “obstáculo” para la revolución proletaria. Como bien lo expresa Gaudenzi, “si para las grandes masas la lucha de clases ha perdido todo atractivo, Guatemala es el país ideal para plantearla en términos de etnicidad y cultura”. Hay ahí un reto abierto. ¿Perdió “atractivo” la lucha de clases, o se ha sacado el tema de circulación por otros motivos? Las 245.000 víctimas de la guerra civil de Guatemala, ¿no se deben a la lucha de clases?

En este contexto puede ser pertinente recordar la Declaración de Quito, de julio de 1990, preparatoria de la contra-cumbre de celebraciones que tuvo lugar con motivo del encuentro (¿o encontronazo?) de dos mundos en 1492: “los pueblos indios, además de nuestros problemas específicos, tenemos problemas en común con otras clases y sectores populares tales como la pobreza, la marginación, la discriminación, la opresión y explotación, todo ello producto del dominio neocolonial del imperialismo y de las clases dominantes de cada país”.

 

Sin dudas que la izquierda está en crisis. ¡Y no sólo en Guatemala! Que el próximo 23 de octubre pueda imponerse Cristina Fernández viuda de Kirchner en las urnas de Argentina, o el 6 de noviembre Daniel Ortega en las de Nicaragua, no significa que se impongan proyectos revolucionarios, que la derecha tiemble porque se viene el poder popular y las expropiaciones, que el imperialismo asista a nuevas Cubas en el continente. Hoy día esas ideas “revolucionarias” parecieran haberse esfumado; o, al menos, no están presentes en la cotidianeidad de la práctica política, han perdido fuerza. O peor aún: han perdido credibilidad. Pero los movimientos sociales (los pueblos indígenas, los desocupados urbanos, los grupos de mujeres organizadas, los piqueteros, los sin-tierra, los jóvenes sin futuro, los desamparados de toda laya), quizá sin decirse de izquierda en sentido estricto, siguen vivos y en pie de lucha. Si en Bolivia hoy gobierna un indígena, es porque esos movimientos populares llevaron a Evo Morales a la presidencia. ¿Por qué no sucede eso en Guatemala? Son situaciones diferentes, sin dudas, y explicar el caso centroamericano no es para justificar el rendimiento de la izquierda en las pasadas elecciones. De lo que no caben dudas es que las propuestas de izquierda no están en alza; pero el descontento sigue estando ahí, como volcán listo para reventar.

¿Será que el camino para transformar algo anda por el lado de los movimientos sociales? Muy probablemente. Ello no significa que allí radique la fórmula mágica, pero sin dudas –tomando las provocadoras preguntas de Gaudenzi– hay que abrir el debate en torno a todo esto. Lo importante a rescatar es la esperanza. Si la misma nace de los tiros que vuelan por ahí o de la organización de base, es lo que está en discusión. Hoy los movimientos armados no están en crecimiento; pero nada dice que quizá no retornen. No lo estamos asegurando, y mucho menos estamos haciendo un llamado a ello. Pero la realidad política nos muestra que ello no deja de ser posible. Lo que sí es palmario es que las propuestas de izquierda electoral no alcanzan para transformar de raíz los agudos problemas de las sociedades latinoamericanas. El caso del bolivarianismo en Venezuela es una pregunta abierta: después de varias elecciones ganadas por Hugo Chávez, ¿se transformó realmente la situación de las grandes mayorías populares, o no se ha ido más allá de un discurso reformador que no cambia las estructuras de fondo? La invitación es seguir profundizando el tema.

Por supuesto que los movimientos indígenas siguen siendo una esperanza de cambio. Como dijo el portugués Boaventura de Sousa Santos refiriéndose al caso colombiano en particular y latinoamericano en general, “la verdadera amenaza no son las FARC. Son las fuerzas progresistas y, en especial, los movimientos indígenas y campesinos. La mayor amenaza [para la estrategia hegemónica de Estados Unidos y para el gran capital local] proviene de aquellos que invocan derechos ancestrales sobre los territorios donde se encuentran estos recursos [biodiversidad, agua dulce, petróleo, riquezas minerales], o sea, de los pueblos indígenas”.

Que en la segunda vuelta electoral en Guatemala el próximo 6 de noviembre los pueblos mayas, mayoritarios en el país, junto a los pobres no-mayas ubicados básicamente en las áreas urbanas y en el oriente, tengan que optar por dos candidatos que no los representan en absoluto, no significa que la gente se “derechizó”, sea tonta o no tenga conciencia política. Indica, en todo caso, que el discurso del cambio hoy por hoy lo tiene secuestrado la derecha. Pero los problemas están ahí, y la población sigue resistiendo como puede, desde el llano, desde la cotidianeidad. Lo cual lleva a plantearse autocríticamente cómo hace el pensamiento de izquierda para retomar el terreno perdido. La gran tarea de la izquierda hoy, retomando a nuestro amigo que nos provoca desde México es, después del desprestigio en que ha caído todo lo que suene a contestatario –y luego de la represión feroz de la que fue objeto, al igual que los movimientos populares– ¿cómo hacer para recuperar la confianza en que el cambio sí es posible? Es decir: ¿cómo levantar banderas contra la resignación?

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